Feria mayor del 23 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57‑66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se
enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le habla hecho una
gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías,
como a su padre. La madre intervino diciendo: —«¡No! Se va a llamar
Juan.»
Le replicaron: ‑«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre como quería que se llamase. El
pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron
extrañados.
Inmediatamente se le salto la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la
montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: —«¿Que
va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con el.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de muchos años esperando, Dios cumple sus
promesas: Isabel, en su ancianidad, da a luz un hijo. Podemos fiarnos de
Dios, hasta de sus palabras más difíciles de creer: felices los pobres,
felices los que sufren, vende lo que tienes y dalo a los pobres y
tendrás un tesoro en el cielo, os llevaré conmigo, el que come mi carne y
bebe mi sangre tiene vida eterna... Aunque a veces parezca que seguir
la Palabra de Dios no nos da la felicidad que buscamos, al final Dios
nos da mucho más de lo que podemos imaginar.
B. ¡Qué importante es el nombre para los semitas! El nombre refleja la
identidad de la persona. Juan significa "Dios se ha compadecido" y "El
que manifiesta a Dios". Juan anuncia la compasión de Dios y manifiesta a
Dios, señala su presencia. Los cristianos estamos llamados a descubrir
el amor de Dios y a ayudar a otros a descubrirlo-
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso. Estás a nuestro
lado. Siempre, sin apartarte jamás. Estás de nuestra parte. Siempre,
pase lo que pase. Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu
gloria es que todos tus hijos seamos felices, viviendo como hermanos
que aman y se ayudan, como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti, que
siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por
Juan y por todas las personas que, con su presencia, su cariño y su
palabra, me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte. Gracias
por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a
Juan, para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados, yo sea una
bendición para mi familia y mis amigos, para mi comunidad cristiana y
para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí. Tus
manos de alfarero me formaron de barro y espíritu. Tus manos de madre me
acarician y protegen. Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
C. Antífona de la O de hoy:
OH ENMANUEL,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos,
Señor Dios nuestro..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.