1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.
Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan.
Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan?
¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos
si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras
recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis?
Ellos contestaron: Doce ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando
repartí siete entre cuatro mil? Le respondieron: Siete.
El les dijo: ¿Y no acabáis de entender?
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús advierte a sus discípulos de las malas maneras que gastan los
fariseos y Herodes. Pero entienden las palabras de Jesús como un
reproche contra ellos. A los discípulos les cuesta entender a Jesús. ¡Es
tan distinto a todo lo que han conocido!
A nosotros nos pasa lo mismo. Tenemos dificultades para comprender. Por
eso, necesitamos paciencia, mucha paciencia, para asumir que la santidad
es una larga carrera, en la que los retrocesos y los parones forman
parte de su desarrollo. Lo importante es querer avanzar y poner los
medios para hacerlo.
"Señor, dame paciencia para no tirar la toalla"
"Ilumíname con tu luz, Señor"
"Dame la fuerza de tu Espíritu"
Pero no gastemos toda la paciencia con nosotros mismos. Necesitamos
también emplearla con los demás. En ocasiones no nos comprenden, o nos
comprenden poco o muy lentamente.
"Señor, perdona mi falta de comprensión"
"Ayúdame a esperar en mis hermanos"
"Gracias por las personas que han sido pacientes conmigo"
Señor, me impresiona la paciencia
que tienes conmigo y con todos tus hijos.
Cuando te acercas y yo me alejo,
Tú esperas y alientas mi regreso.
Cuando me enfado contigo y con los hermanos,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu mejor sonrisa.
Cuando me hablas y no comprendo o no te contesto,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu palabra.
Cuando no sé qué camino debo elegir,
Tú esperas y sigues dándome luz y valor.
Cuando me cuesta servir y entregarme,
Tú esperas y das tu vida por mí, sin reservarte nada.
Cuando soy egoísta y no doy buenos frutos,
Tú esperas, me riegas y me abonas.
Cuando me amas y yo no correspondo,
Tú esperas y multiplicas tus gestos de cariño.
En tu paciencia se esconden mis posibilidades de mejorar, de crecer,
de ser yo mismo, de cumplir lo que Tú has soñado para mí, de ser plenamente feliz.
Señor, que sepa aprovechar las oportunidades
que tu paciencia me brinda.
Y que tu paciencia me ayude a ser paciente con los hermanos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 18 de febrero de 2025
Martes, 18 de febrero 2025
lunes, 17 de febrero de 2025
Lunes, 17 de febrero 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 11-13
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir
con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama
un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús curaba ciegos, cojos, mudos... Jesús da de comer a miles de
personas con unos pocos panes... Jesús espabila la esperanza de los
tristes, levanta a los que se caen... Sin embargo para los fariseos no
es suficiente. Por eso, piden a Jesús un signo del cielo.
A veces también nosotros somos así. Hemos visto la luz de Dios en
algunos momentos, hemos sentido su amor en nuestro corazón... Pero no
nos basta. Y estamos pidiendo continuamente a Dios que se nos
manifieste, que nos de pruebas de su existencia, de su cercanía, de la
vocación a la que nos llama...
Bajo las olas agitadas del odio,
¡cuánta bondad, Señor,
y cuánto amor hay en nuestro mundo!
El bien queda oculto
a las miradas superficiales
y sólo se descubre
con los ojos del corazón.
Hay que sanar el corazón
para poder contemplar las maravillas del Espíritu.
Sorprender al pobre que da a otro pobre
la moneda que él necesitaba para vivir;
encontrar a la mujer que ya ha perdonado
a quien acaba de asesinar a su hijo;
conocer al apóstol
que deja a su padre y a su madre,
que abandona su casa, su lengua, su cultura, su país
y marcha para siempre
a anunciar la Buena Nueva a los pobres.
Señor, ilumina los ojos de nuestro espíritu,
descúbrenos las maravillas que realizas
continuamente en nosotros
y enséñanos a cantar el magnificat
de acción de gracias
para alabanza de tu gloria.
Amén.
Ángel Sanz Arribas, cmf.
Y, hoy como ayer, Jesús suspira profundamente... y marcha a otra parte.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 16 de febrero de 2025
Domingo, 16 de febrero de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 17. 20‑26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
—«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos
vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y
proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.
Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande
en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero,
¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de
vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de
los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dichosos, dichosos, dichosos... felices, felices, felices... Así nos
quiere Dios. Para eso nació, predicó, curó, sufrió y resucitó Jesús.
Para que tú seas feliz. ¿No te parece impresionante? ¿Qué le dices?
Lee
despacio cada bienaventuranza. Piensa en Jesús o en María. Las
bienaventuranzas son el retrato de los dos. Y deberían ser tu retrato.
Ya lo son un poquito, seguro. Al leerlas y meditarlas ¿qué te dice Dios?
¿qué cambios alienta en tu vida? Pide la fuerza del Espíritu para ser
cada día más dichoso, más feliz, siguiendo el camino de las
bienaventuranzas.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros!
Hasta de Jesús hablaban mal, siendo el hombre perfecto, el amor
incansable, la ternura personificada. ¡Cuanta paz y tranquilidad nos
tienen que dar estas palabras del Señor!
"Danos fuerza para hacer el bien, sin que nos importen las críticas"
Dichosos los que aceptan a Dios en sus vidas,
porque estarán llenos de luz.
Dichosos los que se ponen en las manos de Dios,
porque vivirán seguros.
Dichosos los que optan por servir,
porque en el Reino serán servidos.
Dichosos los que comparten sus bienes,
porque no les faltará la harina y el aceite.
Dichosos los que hacen sonreír a los que lloran,
porque serán ángeles del consuelo.
Dichosos los no-violentos, profetas de la paz,
porque serán príncipes en el mundo nuevo.
Dichosos los que defienden al perseguido,
porque Cristo será su defensor.
Dichosos los que no viven para sí,
porque serán de la raza de Dios.
Pero:
¡Ay de los que acaparan bienes,
porque serán culpables de muchas muertes!
¡Ay de los que viven para consumir,
porque siempre tendrán hambre!
Ay de los que hacen llorar a los demás,
porque la historia los condenará al olvido eterno!
¡Ay de los que son duros y violentos,
porque llevarán la guerra dentro!
¡Ay de los que van de fiesta en fiesta,
porque acumularán aburrimiento!
¡Ay de los que sólo buscan el aplauso,
porque esa será su cosecha, ruido!
¡Ay de los que se bastan a sí mismos,
porque se encontrarán vacíos!
¡Ay de los que dan culto a su ego,
porque nunca serán queridos!
Señor, danos luz y fuerza para renunciar
a lo que nos separa de ti, de los hermanos, de la felicidad más grande
No permitas que acaparemos bienes,
porque provocaremos muchas injusticias!
No permitas que vivamos para consumir,
porque siempre tendremos más hambre!
No permitas que hagamos llorar a los demás,
porque hemos nacido para consolar!
No permitas que seamos duros y violentos,
porque llevaremos la guerra dentro y nos destruiremos!
No permitas que únicamente busquemos el placer,
porque jamás sabremos qué es amar!
No permitas que sólo busquemos el aplauso,
porque nunca nos sentiremos satisfechos!
No permitas que nos creamos autosuficientes,
porque nos encontraremos vacíos!
No permitas que demos culto al ego,
porque así nunca seremos queridos!
Señor, danos luz y fuerza para seguirte,
para seguir el camino de la bienaventuranza.
Ayúdanos a acogerte en nuestras vidas,
porque estaremos llenos de luz.
Ayúdanos a ponernos en tu manos
porque sólo así viviremos seguros.
Ayúdanos a optar por el servicio,
porque Tu nos sirves continuamente.
Ayúdanos a compartir nuestros bienes,
porque Tú nos dejarás que nos falte la harina y el aceite.
Ayúdanos a hacer sonreír a los que lloran,
porque Tú nos miras y nos muestras tu sonrisa.
Ayúdanos a ser no-violentos, profetas de la paz,
porque así construimos un mundo nuevo.
Ayúdanos a defender al perseguido,
porque Tú eres y serás defensor.
Ayúdanos a no vivir para nosotros mismos,
porque Tú entregaste la vida por todos.
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 15 de febrero de 2025
Sábado, 15 de febrero de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 1-10
Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer,
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente;
llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a
sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino.
Además, algunos han venido desde lejos.
Le replicaron sus discípulos: ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en
despoblado, para que se queden satisfechos? El les preguntó: ¿Cuántos
panes tenéis? Ellos contestaron: Siete.
Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes,
pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus
discípulos para que los sirvieran.
Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús siente lástima. Sentir lástima es empatizar, es compartir los
sentimientos del otro... Sintió lástima de aquella gente. Y siente
lástima de ti, que también tienes hambre de justicia, de paz interior...
Dale gracias a Dios y siéntete acompañado y comprendido por Dios en
todos tus afanes.
¿Y de donde vamos a sacar comida para tantos? Es la respuesta lógica de
los discípulos. A veces nosotros razonamos como ellos: ¿qué puedo hacer
yo, si soy tan poca cosa, para mejorar el ambiente de mi familia, del
grupo de amigos, del barrio o del pueblo? Si no nos podemos todos de
acuerdo no podemos hacer nada.
A Jesús no le valen estas respuestas. Él no espera a tener 1000 panes
para ayudar a aquella gente. No se queda cruzado de brazos hasta que
todos se ponen manos a la obra. Jesús se pone en marcha, moviliza a sus
discípulos... y reza. Esa es la actitud del creyente ante los problemas
de las personas de la Iglesia y del mundo: sentir lástima, ponerse en
marcha, movilizar a los más cercanos y rezar. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le
dices?
Señor Jesús,
gracias por tu corazón compasivo,
un corazón que nunca pasa de largo
que siente nuestras hambres más profundas
y nos ofrece gratis el mejor alimento.
Jesús Resucitado,
gracias por compartir con nosotros
el pan bendito de tu vida nueva,
el vino bueno de la alegría eterna,
el agua fresca de la esperanza cierta.
Señor nuestro,
danos un corazón como el tuyo,
un corazón cercano y generoso
para compartir el pan, el vino y el agua
con todos los hambrientos del camino.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 14 de febrero de 2025
Viernes, 14 de febrero de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta
y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y
lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los
obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su
mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en
medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os
detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una
casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y, si allí hay gente de paz,
descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No
andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien,
comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está
cerca de vosotros el reino de Dios.”»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos la fiesta de los santos Cirilo y Metodio. Eran hermanos y
desarrollaron su labor evangelizadora en los pueblos eslavos. Un día
sintieron la llamada de Jesús, que quería confiarles una misión. Puedo
recordar las llamadas que a lo largo de la vida he recibido y dar
gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a qué me llamas ahora Señor?
Para
Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid
al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que
envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Andar por la vida
portando tu mensaje y buena nueva;
andar erguido
a pesar de las inclemencias del camino;
andar de frente
sin temor a tormentas y huracanes;
andar tranquilos
aunque haya lobos escondidos.
Ir sin bolsa,
para aligerar la marcha;
sin monedas,
para que no hagan mella en el alma;
ligeros de equipaje,
sólo con túnica y sandalias;
pero llenos de paz
gozada y derramada.
Detener el paso
y descansar de agobios y penas;
saludar y dialogar
cada día con quienes van y vienen;
entrar en las casas
y compartir alimento y corazones;
lavarse el polvo
y cicatrizar las heridas.
Y de madrugada,
volver a salir a los caminos y a las plazas,
hacerse el encontradizo
y rozar con ternura
a los que pasan;
y agradecer el camino y sus historias
respetando
las costumbres y las sorpresas...
Cada día,
caminando por la vida
protegido por tu manto y sombra
me siento más hijo,
más discípulo, más enviado,
más ligero,
más lleno de alegría,
más encontrado.
Y regreso, muy contento,
a contarte mi aventura.
Florentino Ulibarri
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 13 de febrero de 2025
Martes, 13 de mayo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 10,22-30
Se
celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era
invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los
judíos, rodeándolo, le preguntaban: "¿Hasta cuando nos vas a tener en
suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente." Jesús les
respondió: "Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre
de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque
no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y
ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre,
y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera
a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre
somos uno."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Os
lo he dicho y no me creéis”. Cuántas veces repitió Jesús estas palabras
a los judíos y cuántas veces nos las dirige a nosotros.
“Señor danos fe para creer en ti, para creer en tu Palabra”
“No te canses de repetirnos tu Palabra. No cuesta comprender”
“Danos paciencia para comprender al que le cuesta creer”
“No
me creéis, porque no sois ovejas mías”. Creemos muy seguros que
pertenecemos al rebaño de Jesús, pero en muchas ocasiones escuchamos más
y seguimos con más devoción a otros pastores (políticos, periodistas,
pensadores, eclesiásticos...)
¿A qué pastores escuchas y sigues?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
“Mis
ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen”. Para
conocer la voz de Jesús hay que escucharla muchas veces. Su voz de no es
estridente, es suave y necesita silencio para poder ser escuchada. Su
voz se oye con más fuerza en el camino del seguimiento.
¿Qué haces para escuchar la voz del Señor? ¿Qué podrías hacer?
¿Qué te dices Dios? ¿Qué le dices?
Pastor de tu pueblo,
Tú nos guiaste por mesetas, montes y cañadas,
con paciencia, ternura y sabiduría,
como los viejos pastores guían sus rebaños.
Hoy estamos desorientados y sin sueños.
¿Por qué no vienes a estar con nosotros un rato?
¿Por qué no nos sacas de estos apriscos vanos?
¿Por qué sigues sentado en tu trono de nubes?
Andamos errantes por campos agostados
sorbiendo el polvo y nuestro llanto;
nos flaquean el ánimo y las fuerza
y no encontramos un lugar de descanso.
Hemos perdido el horizonte que nos señalaste
y somos víctimas de nuestros miedos,
de nuestros anhelos frustrados en el camino,
de nuestros egoísmos y laberintos diarios.
Tú, que eres buen pastor, con entrañas y corazón...
Tú, que conoces a los tuyos por su nombre...
Tú, que los defiendes de lobos y otros peligros...
Tú, que prometiste darnos vida siempre...
¡Sílbanos tus alegres canciones que motivan,
llévanos por tus caminos preferidos,
condúcenos a los pastos que alimentan
y a las fuentes refrescantes que Tú conoces.
¡Muéstranos tu rostro alegre y luminoso,
como el sol nos ofrece generoso el suyo!
¡Guíanos, en estos tiempos de duda e incertidumbre,
con paciencia, ternura y sabiduría!
¡Reúnenos,
cúranos,
defiéndenos
y danos tu Espíritu!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Jueves, 13 de febrero de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero no lo
consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro
se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
El le dijo: Deja que coman primero los hijos.
No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.
Pero ella replicó: Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
El le contestó: Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija.
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Procurando pasar desapercibido... ¡Cuánto dicen estas palabras! A
nosotros también nos gusta pasar desapercibidos, sobre todo cuando nos
interesa. Pero ¡cuántas veces llamamos la atención de mil formas (más o
menos sutiles) para que se nos tenga en cuenta, para que se reconozca
nuestro trabajo. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
No sabemos bien por qué Jesús uso de tanta dureza con aquella mujer.
Quizá para poner a prueba su fe. Y la fe de esta extranjera brilló con
toda su fuerza. Tantas veces nos creemos tratados con dureza por Dios.
Parece que no nos escucha, que calla, que nos da lo contrario de lo que
le pedimos...
Señor, aunque no siempre lo reconocemos,
te necesitamos, como la mujer cananea.
Por eso te decimos: "Ten compasión de mí,
Señor, Señor, socórreme".
A veces no te sentimos a nuestro lado,
parece que estamos en tu lista negra,
que nuestras palabras no llegan a tus oídos
y tu corazón está cerrado a nuestro dolor.
Danos un corazón que no desconfíe,
que sepa pedir y esperar tu ayuda.
Conserva y auméntanos el don de la fe,
para sepamos que Tú estás, aunque no te sintamos.
Era una extranjera. Pero nos da ejemplo de una fe inquebrantable. Hay
muchas personas que no son de las nuestros, de nuestro país, de nuestra
religión, de nuestro partido, no tienen nuestras costumbres, nuestra
cultura... y también nos dan ejemplo.
En este tiempo que nos toca vivir,
en el que todo se programa,
se sopesa, cuenta y mide,
no hay espacio para la sorpresa
ni para admirar tu presencia
junto a nosotros,
en la intimidad más íntima
o en la plaza pública.
Y, sin embargo, yo quiero ser tocado,
conquistado,
embelesado,
fascinado,
ilusionado,
hechizado,
seducido,
enamorado
por tu presencia,
por tus gestos y palabras,
por tus hechos y buena nueva.
Y quiero que me envuelva
tu aliento,
tu autoridad,
tu sonrisa,
tu ternura y fortaleza,
tu fuego y paz,
tu chispa y bondad;
que me atrape tu Espíritu,
me desconcierte tu esperanza
y me extrañe tu ausencia.
Y, ojalá, me admire mi fe,
me sobrecoja tu toque y mi curación
y me maraville de lo que soy para Ti.
Aventura,
sorpresa,
novedad,
curación,
vida vida nueva
Contigo.
¡Y a seguir manteniendo
puertas y ventanas
abiertas!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 12 de febrero de 2025
Miércoles, 12 de febrero de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 14-23
En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: Escuchad y
entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo
que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la comparación.
El les dijo: ¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada
que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el
corazón sino en el vientre y se echa en la letrina.
(Con esto declaraba puros todos los alimentos) Y siguió: Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos,
las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias,
fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los judíos creían que eran impuros los que comían ciertos alimentos. Se
dejaban llevar por las apariencias. A veces también juzgamos (o se nos
juzga) por el aspecto exterior, por el color de la piel, por la forma de
hablar...
"Señor, no nos dejes caer en la superficialidad"
"Enséñanos a descubrir el corazón de las personas"
"Perdona nuestra juicios precipitados e injustos"
Lo importante es lo que sale del corazón. Por lo tanto, nuestra tarea
más importante es "cuidar nuestro corazón". ¿Cómo podemos cuidarlo?
Podemos estar atentos para descubrir malos deseos, endurecimientos,
falta de ilusión... y sobre todo, podemos encontrarnos con Jesús, en la
oración y en los sacramentos. Él nos lo cuidará mejor que nadie.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos somos obra de Dios, llevamos algo de bueno en el corazón.
Que todos valemos la pena, y nos queda algo de la imagen de Dios.
Que a todos hay que darles otra oportunidad.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos somos dignos de amor, justicia, libertad, perdón.
Que todos somos dignos de compasión, respeto y de muchos derechos.
Que todas las criaturas son mis hermanas.
Que la creación es obra maravillosa de Dios.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que no hay razón para levantar barreras, cerrar fronteras.
Que no hay razón para ninguna clase de discriminación.
Que no hay razón para el fanatismo y para no dialogar con alguien.
Que no hay razón para maldecir, juzgar y condenar a nadie.
Que no hay razón para matar, ni para el racismo.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos los ancianos tienen un caudal de sabiduría, y los jóvenes, de ideales.
Que los adolescentes tienen un caudal de planes, y los niños, de amor.
Que las mujeres tienen un caudal de fortaleza, y los enfermos, de paciencia.
Que los pobres tienen un caudal de riqueza,
y los discapacitados, de capacidades.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que hay razón para tender puentes, dar a todos la paz, trabajar por la paz,
amar y defender la creación.
Que hay razón para ser hermanos y seguir siendo amigos.
Que hay razón para sonreír a todos.
Que hay razón para dar a todos los buenos días, dar a todos la mano,
intentar de nuevo hacerlo todo mejor.
Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que hay razón para seguir viviendo, para vivir en comunidad.
Que hay razón para prestar un oído a lo que dicen los demás.
Que hay razón para servir, amar, sufrir.
Purifica mi corazón. Limpia mi mirada. Y viviré.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 11 de febrero de 2025
Martes, 11de febrero de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 1-13
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos
letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos
impuras (es decir, sin lavarse las manos) (Los fariseos, como los demás
judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien,
aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no
comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de
lavar vasos, jarras y ollas) Según eso, los fariseos y los letrados
preguntaron a Jesús: ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y
no siguen tus discípulos la tradición de los mayores ? El les contestó:
Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: «Este
pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos».
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Y añadió: Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición.
Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» y «el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte».
En cambio vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: «Los
bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo» , ya no le
permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra
de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos no amaban al Señor. Al contrario: lo odiaban. Y cualquier razón era buena para criticarlo.
"Señor no dejes que domine en nosotros el odio"
"Ayúdanos a descubrir lo bueno de cada persona"
Algunos judíos hacían muchas cosas "piadosas", pero el corazón estaba
lejos de Dios. Nosotros vamos a la Eucaristía, tenemos grupos de vida,
estamos comprometidos... Pero ¿dónde está nuestro corazón? ¿qué te dice
Dios? ¿qué le dices?
Señor, ayúdanos a descubrir nuestras incoherencias,
a no justificar nuestros errores y pecados,
a no acostumbrarnos a nuestra mediocridad.
Compartimos una parte de nuestro dinero,
pero nuestro estilo de vida sigue siendo consumista.
Empleamos tiempo y dinero para arreglarnos por fuera,
pero ¡qué poco cuidamos nuestro interior!
Hablamos mucho de justicia y solidaridad,
pero muy pocos pobres tienen sitio en nuestra casa y en nuestro corazón.
Apoyamos el reciclaje, el medio ambiente, la ecología;
pero seguimos generando toneladas de basura.
Defendemos mucho nuestros derechos,
pero casi no hacemos nada por las personas "sin-derechos".
Acudimos a reuniones, nos gusta encontrarnos con los demás,
pero nuestra vida es demasiado individualista.
Participamos de vez en cuando en oraciones y celebraciones,
pero no nos acabamos de fiar de Dios.
(Cada uno piense cuáles son sus incoherencias personales)
Señor, sabemos que Tú nos quieres tal y como somos,
que tu amor es mucho más grande que nuestra incoherencias;
¡Cuánto te agradezco que me ames, a pesar de todo!
Danos tu luz y tu fuerza para superar contradicciones
para acercarme cada día a lo que tú has soñado para mí,
para que se puedan cumplir nuestros mejores deseos,
para trabajar por la verdad, la justicia y la paz,
para que crezcan en nuestro corazón la alegría y la esperanza.
Amén.
Los judíos buscaban excusas (muy buenas) para no cumplir la ley en lo
más importante: para no tener que socorrer a los padres, ofrecen los
bienes al templo. ¿Qué excusas ponemos para no cumplir la voluntad de
Dios? ¿qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 10 de febrero de 2025
Lunes, 10 de febrero de 2025.Santa Escolástica.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron.
Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer
toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le
llevaba los enfermos en camillas.
En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos
en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su
manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús y sus discípulos llegaron Genesaret. No esperan a que los demás se acerquen.
"Señor, gracias por salir a mi encuentro"
"Ayúdame a salir al encuentro del que me necesita"
Jesús tenía "debilidad" por los enfermos. Conocía sus sufrimientos, los
del cuerpo y los del alma. Sabía de sus soledades. Y nosotros ¿cómo
tratamos a los enfermos? ¿qué tiempo les dedicamos? ¿Qué te dice el
Señor? ¿qué le dices?
En este evangelio Jesús se dejaba tocar. Es un signo de cercanía, de
amor. En la Eucaristía Jesús se deja comer, es el signo más importante
de su amor, de su cercanía.
Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos.
Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados
los que no recuerda nadie
ver como los recuperas.
Quiero escuchar tu palabra
simple y preñada de Dios
que aunque a muchos incomode
a tanta gente nos sana.
Quiero sentarme a tu mesa
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.
Y un día tocar tu manto
como esa pobre mujer
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.
Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume
porque en ti se ve querida.
Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.
Javi Montes SJ.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 9 de febrero de 2025
Domingo, 9 de febrero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 1‑11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor
de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de
Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores
habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de
las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: —«Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: —«Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y,
puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que
reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que
vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos
barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los
pies de Jesús diciendo: —«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y
es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con el,
al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a
Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: —«No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pedro fue en este evangelio el pescador pescado. Al experto pescador le
mostró Cristo cuántas cosas podía aprender. ¿Qué me va a enseñar a mí
éste? Si nos abriéramos a Dios descubriríamos que Él sabe más de
nosotros que nosotros mismos, que nos quiere más que nosotros y que
puede guiarnos hasta lo mejor de nuestras vidas.
!Remad mar
adentro! Es el lema que el Papa nos propuso para este nuevo milenio de
seguimiento a Cristo. Intentar cosas nuevas, lanzarnos a proyectos
ambiciosos, pasar de pescar peces a pescar hombres y mujeres, colaborar
con la construcción del Reino.
Y, por fin, el no temas. No
estamos solos. Él nos precede, Él guía la humilde barca de la Iglesia.
Nosotros colaboramos. Tenemos que arriesgarnos a que el Señor nos
complique un poco la vida. Pero esta vocación nuestra a participar en el
Reino dará un nuevo sentido a nuestra vida. Seremos los pescadores
pescados.
Paseando por la orilla del lago,
o recorriendo pueblos y ciudades,
o adentrándote en el silencio del desierto,
o deteniéndote en las plazas públicas,
o contemplando las muchedumbres derrengadas,
o invitándote a comer en nuestra casa,
o haciéndote presente en las sendas y encrucijadas
que frecuentamos, y en las que nos perdemos...
nos ves tan atrapados
en las redes del ayer y del presente
-en el trabajo, en la familia,
en el ocio o en el negocio,
en el paro o en el confort,
en el fracaso y en la desilusión,
en los viajes y en las soledades,
en internet y facebook,
en los msn, twitter y skype,
en las drogas con nombre o sin él,
en las migajas de placer....
Pero Tú nos invitas y llamas a seguirte,
dejando lo que nos ata libremente,
y ofreciéndonos un nuevo horizonte
si creemos y acogemos el reino que traes.
Y nosotros te escuchamos,
y dejando todas las redes,
nos convertimos
y nos vamos contigo,
y gustamos tu buena noticia al instante.
Mas al poco tiempo,
como casi siempre,
viene la crisis,
se nos nubla el horizonte,
nos hacemos reticentes
y nos olvidamos de que nos enamoraste.
Pero Tú, que eres fiel,
vuelves a llamarnos por nuestro nombre
y a susurrarnos tus quereres
invitándonos a ser tus seguidores
para que vivamos felices.
Florentino Ulibarri
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Señor, no soy nada.
¿Por qué me has llamado?
Has pasado por mi puerta y bien sabes
que soy pobre y soy débil.
¿Por qué te has fijado en mí?
Me has seducido Señor
con tu mirada.
Me has hablado al corazón y me has querido.
Es imposible conocerte y no amarte.
Es imposible amarte y no seguirte.
¡Me has seducido Señor!
Señor, yo te sigo
y quiero darte lo que pides
aunque hay veces que me cuesta darlo todo.
Tú lo sabes, yo soy tuyo. Camina, Señor, junto a mí.
Señor, hoy tu nombre es más que palabras:
es tu voz que hoy resuena en mi interior
y me habla en el silencio.
¿Qué quieres que haga por ti?
canción del grupo Kairoi
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 8 de febrero de 2025
Sábado, 8 de febrero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 30-34
En aquel tiempo, los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las
aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque
andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El detalle de convivencia entre el Señor y los discípulos de este
evangelio puede servirnos para nuestra propia relación con Cristo:
Reunidos con Él, le contaban lo que habían hecho y descansaban
pacíficamente. Los momentos de oración pueden ser también momentos de
reposo con el Señor, de trato amistoso con él, como hacemos con tantos
otros amigos
Lo mismo que el ave regresa al hogar y encuentra su descanso en su
nido, así mi alma descansa en ti, Señor. Porque tú eres el gozo de
nuestra alma, la abertura siempre abierta, la puerta de la esperanza, en
ti nos confiamos en el descanso.Cuando llega la tormenta, cuando el
frío arrecia tras los cristales, cuando todo parece que va a concluir en
tragedia.
Tú eres el descanso, la plenitud sin fin, el infinito
que se puede tocar, el que cierras nuestros ojos con tus delicadas
manos. Aunque a veces me duermo enseguida, pensar en ti me hace sentirme
mejor, me brota una paz inexplicable, y al punto me duermo en paz.
Aunque mis padres me abandonaran, aunque el sol no calentase, yo
descansaría seguro en el Señor, estaría muy a gusto con mi Dios. Amén.
Estar con el Señor tiene un efecto sobre el corazón: lo hace atento a
los otros, lo hace compasivo. ¿Somos sensibles a las necesidades de los
demás? ¿Eso nos hace más disponibles, nos da iniciativa, nos hace
adelantarnos al servicio de los hermanos? ¿Nuestra compasión alcanza
todo el mundo, hasta los problemas acuciantes de tantos países?
Recibir y dar. Ese debería ser el movimiento ordinario y contagioso de
un cristiano: atento a los múltiples dones de Dios y de los otros, los
acoge con alegría y los comparte. Y se crea entonces un efecto
multiplicador, de acción más que de palabras, que genera una atmósfera
de paz, de serenidad, de comprensión mutua. Recibir y dar.
Venid a un sitio tranquilo;
a un lugar apartado del bullicio agobiante
que nos acompaña día y noche;
a un lugar retirado
de vuestros negocios y preocupaciones,
de vuestras falsas necesidades;
a un lugar apropiado para encontraros
con Dios, entre vosotros y con vosotros mismos.
Venid a un sitio adecuado
para reparar fuerzas.
Y descansad un poco.
Detened vuestro ritmo alocado.
Haced un alto en el camino.
Sosegaos de tanto ajetreo.
Que se calmen vuestros nervios.
Que se serene vuestro espíritu.
Dejad la mochila a un lado,
quitaos las sandalias
y lavaos el cuerpo entero
para reparar fuerzas.
Los que estáis rendidos y agobiados,
los que vivís bajo el yugo de las responsabilidades,
los que soportáis el peso de los compromisos
y de las obligaciones ineludibles,
los que camináis con los ojos tristes
y la espalda doblada,
los que ya sólo divisáis niebla en el horizonte,
los que no sabéis vivir sin cargas y cruces,
echad el freno y apearos
para reparar fuerzas.
Yo os aliviaré.
Os sanaré la mente.
Tonificaré vuestro corazón.
Curaré vuestras heridas.
Vigorizaré vuestro cuerpo.
Calmaré vuestra ansiedad.
Os quitaré las pesadillas...
Estaré con vosotros en todo momento.
Tomaos un respiro conmigo
para reparar fuerzas.
Venid conmigo, amigos.
Gozad este momento y lugar.
Gustad todo lo suyo –que es vuestro–:
las verdes praderas, las aguas frescas,
los árboles frondosos,
el horizonte abierto...
Descansad sin prisas y sin miedo.
Cargad las pilas hasta rebosar
y escuchad mi buena nueva...
para reparar fuerzas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 7 de febrero de 2025
Viernes, 7 de febrero 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 14-29
En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido, el rey Herodes oyó hablar de él.
Unos decían: Juan Bautista ha resucitado, y por eso los ángeles actúan en él.
Otros decían: Es Elías.
Otros: Es un profeta como los antiguos.
Herodes, al oírlo, decía: Es Juan, a quien yo decapité, que ha resucitado.
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la
cárcel encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con
Herodías, mujer de su hermano Felipe, y Juan le decía que no le era
lícito tener la mujer de su hermano.
Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de
conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre
honrado y santo, y lo defendía.
En muchos asuntos seguía su parecer y lo escuchaba con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a
sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.
El rey le dijo a la joven: Pídeme lo que quieras, que te lo doy.
Y le juró: Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.
Ella salió a preguntarle a su madre: ¿Qué le pido? La madre le contestó: La cabeza de Juan el Bautista.
Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió: Quiero
que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista.
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairar.
En seguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan.
Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Podemos poner a Herodes como un caso adelantado del juego de lo
"políticamente correcto". Tenía que quedar bien. Había dado una absurda
palabra en público. No quiso desairar a su corte. Y acabó haciendo algo
que, en el fondo, no quería. !Qué triste vivir en desacuerdo con uno
mismo!
Como contrapunto, Juan. Intento regir su vida desde la verdad. Hay una
verdad de las cosas y una verdad sobre cada uno de nosotros. En lo
profundo del corazón conocemos qué podemos ser, qué nos pide Dios,
cuáles son las cosas por la que debemos luchar... incluso hasta poner en
juego prestigio, tiempo, reputación, algo de dinero o... la vida?
Señor, enséñanos a encajar la cruz de cada día;
la cruz que exige el amor a los que más sufren y a todas las personas;
la cruz que conlleva la lucha por la verdad, por la justicia, por la paz;
la cruz que nos viene cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.
Estas cruces nos resultan pesadas, Señor,
pero sufrimos más cuando nos encerramos en nosotros mismos,
cuando somos testarudos, egoístas
y nos dejamos llevar por la envidia o el rencor.
Señor, danos sabiduría para tener siempre presente
que la cruz por amor merece la pena,
nos hace más humanos, nos acerca a Ti
y da vida a cuantos nos rodean.
En cambio, el sufrimiento que nos trae el pecado
es más grande y enteramente inútil.
Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo.
.
Este evangelio nos enfrenta ante la coherencia de nuestras opciones,
ante el valor con que defendemos la verdad, ante el testimonio que damos
frente a los amigos y ante la denuncia que nos pide Jesús para
desenmascarar la hipocresía de una sociedad de la imagen y la
competencia. Que este evangelio nos despierte.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 6 de febrero de 2025
Jueves, 6 de febrero 2025. San Pablo Miki
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni
pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias,
pero no una túnica de repuesto.
Y añadió: quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fue enviando. Poco a poco, pero a todos, Dios nos llama. Nos agrupa
en torno al amor de Dios y al amor mutuo. Y enseguida, nos envía a
todos: sacerdotes, religiosos y laicos. La misión es parte esencial de
nuestra pertenencia a la Iglesia.
De dos en dos. O sea, en comunidad. Los medios materiales se reducen a
los imprescindibles. Todo está centrado en la fuerza del que envía,
Jesús; en los que caminan juntos, que se ayudarán, y en la gente a la
que se envía, con la que hemos de formar nuevas comunidades de amor, de
vida compartida.
Aquí, estoy, Señor, ¡envíame! Necesito sencillez, humildad, a mis
hermanos (la Iglesia, mi parroquia, etc...), y una conciencia creciente
de todas las necesidades que tiene hoy nuestro mundo. "En tu nombre,
iré".
Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas,
aunque me haga el sordo en demasiadas ocasiones.
Eres tozudo, Señor.
Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos.
No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti y en mi.
No quieres que lleve muchas cosas.
Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor
sólo es preciso que me deje amar por Ti
y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón
sólo es necesario que yo me deje perdonar por Ti
y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra
sólo es menester que abra mis oídos para escucharte
para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría
sólo es preciso que mi corazón se acerque al tuyo,
para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir tu consuelo
sólo es necesario que ponga en tus manos mis agobios
y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús.
Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 5 de febrero de 2025
Miércoles, 5 de febrero 2025. Santa Águeda
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que
lo oía se preguntaba asombrada: ¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría
es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste
el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y
Simón ? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de
él.
Jesús les decía: No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.
Y se extrañó de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Fue en su propio pueblo donde Jesús encontró mayor incomprensión. Donde
más le conocían. Posiblemente, también nosotros llevamos ya mucho
conociendo a Jesús, (bautizados desde pequeños y con muchas misas
oídas): ¿No habremos también nosotros perdido la confianza en el Señor?
"Si conocieras el don de Dios", le dirá un día a la Samaritana. Dios
mío, permíteme descubrir la novedad de tu persona, de tu Palabra. ¡Cómo
podría cambiar mi vida si descubriera su verdadero rostro!
Y no puedo hacer allí milagros. Lógico. Dios necesita nuestro
consentimiento para sacar adelante su relación de amistad con nosotros.
Es la bendita y terrible libertad humana. ¡Podemos negarnos a Dios!
!Ayúdanos a encontrarte, Señor!
Pidamos al Espíritu que nos ayude a acoger a los profetas y a ser profetas:
Envíanos, Espíritu poderoso, el rocío de tu suavidad.
Concédenos la plenitud del Amor.
Labra el campo de nuestro corazón de carne, endurecido
para que reciba y haga fructificar la Palabra.
Tu aliento en nosotras hace brotar la bondad,
la sabiduría, la fe y la compasión.
Tú eres quien consagra a los apóstoles,
inspiras a los profetas,
instruyes a las mujeres y hombres sabios,
haces hablar a los mudos
y abres los oídos cerrados cuando estamos sordas.
Concédenos la gracia de hablar con certeza
del Amor que crea y sostiene nuestra vida,
del camino del servicio que conduce a la alegría
y de mostrar con nuestra vida ese sendero a otras personas.
A la hora de intentar comunicar tu Palabra,
que tu sabiduría nos acompañe,
para que sepamos decir lo que es útil y oportuno.
A ti gloria, con el Padre de bondad,
con el Hijo, hermano nuestro,
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 4 de febrero de 2025
Martes, 4 de febrero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 5, 21-43
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se
echó a sus pies, rogándole con insistencia: Mi niña está en las últimas;
ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años.
Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se
había gastado en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar, se había
puesto peor.
Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó
el manto, pensando que con solo tocarle el vestido, curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en
medio de la gente, preguntando: ¿Quién me ha tocado el manto? Los
discípulos le contestaron: Ves cómo te apretuja la gente y preguntas:
«¿quién me ha tocado ? » El seguía mirando alrededor, para ver quién
había sido.
La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
El le dijo: Hija, tu fe te ha curado.
Vete en paz y con salud.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: Tu hija se ha muerto.
¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y
le dijo al jefe de la sinagoga: No temas; basta que tengas fe.
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: ¿Qué estrépito y qué lloros son estos ? La niña no está muerta, está dormida.
Se reían de él.
Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y
sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le
dijo: Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar tenía -doce años-.
Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Todo el mundo quiere ver y tocar al Señor. Saben que Él puede salvar sus
vidas en tantos sentidos. Nosotros, ¿acudimos también así y confiamos
de este modo en Dios?
Hay muchas formas de rezar: la oración del padre de Jairo era una
oración insistente y pública. La de la mujer enferma era íntima y
escondida. Pero en ambas pide Jesús una condición que no puede faltar:
la fe, la confianza en el Dios que sabe lo que nos conviene y tiene
poder para llevarlo a cabo.
Los milagros del Evangelio son signos que demuestran el permanente y
silencioso cuidado de Dios sobre nosotros. Todos podemos repasar las
veces en que Dios nos ha visitado con su fuerza, con su ánimo, con su
Espíritu, y nos ha mantenido esperanzados, pese a las dificultades.
Ante estos dos testimonios de fe, quizá los más impresionantes del Nuevo
Testamento, podríamos pedir a Dios que aumente nuestra fe.
Ahora. Levántate.
No te dejes morir
en muertes cotidianas
que acallan el verso
que secan el alma
y frenan el paso
hasta dejarte inerte.
No mueras en vida,
sepultado por nostalgias,
rendido antes de tiempo,
consumido por dentro.
No permitas que te envenene
el odio, ni dejes
que la amargura –¿o es miedo a vivir?–
haga de tu corazón una losa.
Levántate.
Sostenido por la memoria
de buenos amigos y buenos momentos,
confiado en un hoy grávido de oportunidades.
Movido por la esperanza en lo que ha de llegar.
Levántate, agradecido por tanto…
Ama,
descubre los milagros ocultos,
cree,
y pelea, si hace falta,
la batalla nuestra de cada día.
Que eso es ser humano.
Levántate.
Ahora.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Herida en lo más íntimo,
impura, proscripta y marginada,
condenada a no ser nada,
llevo una carga tan pesada,
que me desangra las entrañas
y me quita la vida y la alegría
cada día que pasa.
Doce eternos años perdiendo,
con médicos, ahorros y esperanza,
son muchos años de carga
y de sentirse mal mirada,
condenada y abandonada.
Lo mío es, por creencia e historia,
vivir siempre postrada.
Por no tener ni nombre tengo,
solo el de mi enfermedad
no curada y hecha pública.
Estoy tan sola y mal respetada
que decido transgredir lo que es ley
y tabú en mi pueblo y cultura,
e ir a la otra orilla.
Me acerqué a Ti y te toqué;
pero solo a la orla de tu manto
llegó mi atrevimiento y trasgresión,
pues no quería ningún mal para Ti;
mi último recurso y esperanza;
sólo anhelaba ser curada
de tanta herida en mis entrañas.
Y el milagro se realizó, Señor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 3 de febrero de 2025
Lunes, 3 de febrero 2025. San Blas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago en la región de los Gerasenos.
Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde
vivía en las tumbas, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con
cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con
cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y
nadie tenía fuerza para domarlo.
Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz
en cuello: ¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús Hijo de Dios Altísimo? Por
Dios te lo pido, no me atormentes.
Porque Jesús le estaba diciendo: Espíritu inmundo, sal de este hombre.
Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? El respondió: Me llamo Legión, porque somos muchos.
Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte.
Los espíritus le rogaron: Déjanos ir y meternos en los cerdos.
El se lo permitió.
Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y
la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó
en el lago.
Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en el campo.
Y la gente fue a ver qué había pasado.
Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio.
Se quedaron espantados.
Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos.
Ellos le rogaban que se marchase de su país.
Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía.
Pero no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a casa con los tuyos y
anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.
El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús pone en el nivel más alto de importancia a las personas. Por eso,
no duda en curar a aquel endemoniado, aunque a cambio tenga que morir
una piara de cerdos.
“Gracias Señor por querernos y valorarnos tanto”
Sin embargo, para los habitantes de aquel pueblo, los cerdos eran más
importantes que aquel pobre desgraciado. Los cerdos están por encima de
las personas; en el fondo, el dinero es superior a Dios y a su Reino.
En la vida hay momentos en los que ayudar a los demás es una gozada.
Nadie sale perdiendo. Todos ganan. Pero en otras ocasiones, ayudar a los
demás pasa por privarme de caprichos, perder dinero, dejar de ejercer
mis derechos... Y entonces surge la duda ¿vale la pena o no? ¿la gente
merece que me sacrifique? ¿no es mejor vivir la vida sin complicármela?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
“Perdona y cura, Señor, nuestro egoísmo”
“Gracias por las personas que aman sin calcular”
“Danos fuerza para ser fieles a tu Evangelio, aunque cueste”
Jesús, Tú no eres un Dios comodón,
que se encierra en sus cielos azules
y no sale de templos preciosos.
Tú has plantado tu tienda entre nosotros,
en los barrios más pobres de nuestro mundo,
junto a las personas y los pueblos que más sufren.
Señor, haz que también yo siga este camino,
y me acerca a la realidad del mundo,
a las personas que me necesitan. Señor,
Tú luchaste contra el mal,
contra todos los espíritus que atormentan a la gente.
No empleaste otra arma que tu amor:
amor hasta el extremo, amor que da la vida.
Señor, ayúdame a descubrir los malos espíritus
que hoy no dejan a tus hijos vivir con dignidad:
la injusticia, la mentira, el consumismo, la superficialidad;
la soledad, la desesperanza, el individualismo, la prisa...
Dame la luz y la fuerza del Espíritu Santo,
para luchar contra estos espíritus inmundos,
para liberarme de ellos y liberar a otras personas.
Señor, Tú fuiste expulsado de Gerasa
porque sus habitantes querían más a sus cerdos
que al hombre al que Tú liberaste.
Así fueron los gerasenos y así somos, Señor.
Nos preocupa más el dinero que las personas.
Nos dedicamos a nuestros intereses y caprichos
y aplazamos para mañana el amor a los que sufren.
Libéranos, Señor, del espíritu inmundo del egoísmo,
para que podamos experimentar la alegría
que sólo brota del amor, del servicio y la entrega.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 2 de febrero de 2025
Domingo, 2 de febrero de 2025. Presentación del Señor.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 22-35
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María según la ley de
Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén. para presentarlo al Señor, de
acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: «Todo primogénito varón será
consagrado al Señor» y para entregar la oblación, con lo dice la ley
del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones».
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y
piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba
en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu
Santo, fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, para
cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y
bendijo a Dios diciendo:
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz;
porque Mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante
todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu
pueblo, Israel.»
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía
del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira: Este
está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como
una bandera discutida: así quedará clara la actitud de Muchos corazones.
Y a ti una espada te traspasará el alma.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Simeón aguardaba el Consuelo de Israel. Llevaba esperando muchos
años, quizá toda su vida. Esperaba en Dios, esperaba en las promesas que
Dios había hecho al pueblo, esperaba al Mesías, esperaba... Y nosotros
¿esperamos? ¿o queremos las cosas ya, en el momento en el que las
deseamos? Tenemos demasiada prisa. Sin embargo, el crecimiento personal y
la relación con Dios y con los hermanos requieren tiempo, crecen en la
espera.
"Señor, perdona y cura mi prisas y agobios"
"Tú Señor lo sabes todo. Dame lo que quieras cuando quieras"
B. Hay deseos y deseos... Simeón esperaba ver al Mesías. Y a ti ¿qué te
gustaría ver? ¿qué esperas con todo el corazón? A veces, nuestros deseos
son mezquinos. Pedimos a Dios que purifique y ensanche nuestros deseos.
C. "Luz para alumbrar a las naciones". Jesús es la luz. Y nosotros
cristianos queremos vernos y ver la realidad con la luz de Jesús, desde
su evangelio. Sin embargo, en muchas ocasiones utilizamos luces bien
distintas...
"Perdón Señor por despreciar tu luz"
"Gracias Padre por la luz del evangelio"
"Quiero ver con tus ojos, Señor."
D. Hoy se celebra el día de la vida consagrada. La Iglesia da gracias a
Dios por los religiosos y religiosas que consagran su vida a Dios desde
el silencio de los conventos de clausura y desde su trabajo apostólico
en la sanidad, la educación, la atención a los pobres...
Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.
Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían toda su confianza en Ti,
observaban la ley, cumplían tu voluntad.
No deseaban otra cosa que encontrarse contigo;
tenían un corazón limpio y una mirada transparente,
capaz de reconocerte en un recién nacido,
Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas.
Ayúdame a compartir con generosidad lo que tengo,
No dejes que tenga otro Dios fuera de Ti.
No permitas que me apoye demasiado en las personas,
tampoco en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti, Señor.
Dame sabiduría y fuerza para ser pobre y libre,
purifica mi corazón de todo deseo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 1 de febrero de 2025
Sábado,1 de febrero 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 35-40
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban.
Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua.
El estaba a popa, dormido sobre un almohadón.
Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se
puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio, cállate! El
viento cesó y vino una gran calma.
El les dijo: ¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe? Se quedaron
espantados y se decían unos a otros: ¿Pero, quién es éste? ¡Hasta el
viento y las aguas le obedecen!
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces
hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras
parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios
porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha
nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio,
sino nuestra cobardía.
“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”
Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto
nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros
mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos
que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús
es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los
desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser
valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se
desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios
premia sus ansias y su amor, su fidelidad.
¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy
retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga
que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en
medio de la tempestad y de la noche.
Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote,
invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad
de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza
por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.
Adaptación de un texto de PARAMAHANSA YOGANANDA
-------------
Muchos dicen que en esta barca
vamos, más que nunca, a la deriva;
que es muy antigua y nada atractiva,
que ha perdido seguridad y rumbo,
que hace aguas por todas las esquinas
a pesar de sus arreglos y proclamas;
y que sus timoneles desconciertan
a quienes se acercan con fe y ganas.
Dicen que sólo ofrece palabras;
que coarta la libertad y la gracia;
que ata, en nombre de Dios, la esperanza
anunciándose servidora humana;
y que se cree tan verdadera y necesaria
que las personas honestas y sanas
acaban dejando que pase,
Y aunque se pase las noches bregando
no pesca nada en las aguas que surca
ni puede compartir con otras barcas
las fatigas y gozos de las grandes redadas.
Lo único que le queda en esta travesía,
antes de quedar varada en la orilla,
es remar mar adentro y echar las redes
siguiendo tu consejo y palabra.
Y, sin embargo, esta barca,
tan llena de miserias, tan humana,
tan poco atractiva y desfasada,
a la que ya pocos miran
y es objeto de risas y chanzas,
es la que me llevó por el mar de Galilea
y me enseñó a no temer tormentas
y a descubrirte, sereno, en la popa.
Esta barca a la que Tú te subiste,
para hacerme compañía y prometerme
ser pescador y entrar en tu cuadrilla,
todavía recibe ráfagas de brisa y vida
y es, aunque no lo comprenda,
mi casa, mi hogar, mi familia
para andar por los mares de la vida
a ritmo y sin hundirme, con la esperanza florecida.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 31 de enero de 2025
Viernes, 31 de enero 2025. San Juan Bosco.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.
El duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la
semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás
hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y
anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos enseña la importancia de lo pequeño. Hay que ser fieles en lo
poco. En lo cotidiano estamos haciendo crecer la dinámica del amor que
es el Reino de Dios. Nadie conoce las buenas consecuencias de una
sonrisa, de una palabra de aliento, de un compromiso cuidado y
constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí y crece. ¿Qué
siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?
Tenemos la experiencia contraria: una mentira tiene repercusiones que
quedan y crecen cada día sin que sepamos cómo. En cambio nos falta
confianza en esta Palabra: el bien es difusivo, imparable.
También nosotros somos pequeños, como el grano de mostaza. Si te dejas
cuidar y provocar por Dios, si dejas que él pruebe tu amor en la fragua
de su Amor, entonces serás como un árbol frondoso en el que todos
encontremos sombra, frescura, aliento y descanso.
Señor, tengo en el cuenco de mi mano un grano de trigo
Es pequeño. Parece insignificante.
Pudo caer del remolque en un bache del camino,
o perderse en el rastrojo.
Nadie habría hecho problema.
Nadie se habría enterado.
Es pequeño. Parece insignificante.
Descubierto en el suelo,
es más fácil pisarlo que admirarse,
más fácil despreciarlo que recogerlo como un pequeño tesoro.
Es pequeño. Parece insignificante.
Aquí está, en mi mano. Solo.
Sin embargo, bajo su piel tostada
encierra un secreto de vida.
En él hay espigas dormidas.
Si cada uno sembramos nuestro grano,
junto al del hermano…
tendremos muchas espigas,
despertará una nueva cosecha.
Señor, ¿Y si este grano fuera el último que queda en el planeta,
y yo el único responsable de cuidarlo?
¿Y si éste fuese el último grano de trigo que yo podré sembrar?
¿Qué voy a hacer con este grano?
¿Qué esperas de mí, Señor? ¡Di!
¿Lo encerraré en la urna de un empolvado museo, etiquetado con su nombre científico?
¿Lo ofreceré como alimento a un pájaro o a una hormiga?
¿Lo enterraré, mientras mi corazón reza por su futuro?
¿Lo sembraré?
Sí. Lo importante es sembrar.
Y confiar en la tierra que lo acoge y en Ti, Señor.
Sin que yo sepa cómo,
tu fuerza lo convertirá en una espiga.
Señor, el grano de trigo que acojo en el cuenco de mi mano
es mi vida, mi amor, mi trabajo, mi alegría, mi fe.
Señor, dame generosidad para sembrar, para sembrarme.
Dame fuerza para quitar las zarzas y las piedras,
las situaciones personales pueden ahogar mi siembra.
Dame paciencia, confianza y fe, para esperar los mejores frutos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 30 de enero de 2025
Jueves 30 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: ¿Se trae el candil para
meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el
candelero? Si se esconde algo es para que se descubra; si algo se hace a
ocultas, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para oír que oiga.
Les dijo también: Atención a lo que estáis oyendo: La medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Quien acoge su Palabra se convierte en luz para los demás. ¿Qué podrían
decir los demás de mi testimonio? ¿Salgo de casa y hago algo por los
demás o vivo mi cristianismo en privado, ayudando sólo a los de casa y
ocultando la luz que he recibido?
Nos pusiste, Señor, en esta tierra como luz,
como hoguera abrasadora,
a nosotros que apenas mantenemos
encendida la fe de nuestras almas.
Nos dejaste, Señor, como testigos,
como anuncio brillante entre las gentes,
a nosotros, tus amigos vacilantes.
No te oíran si nosotros nos callamos,
si tus hijos te apartan de sus labios.
No verán el fulgor de tu presencia
si tus fieles te ocultan con sus obras.
¡Ay de aquel que no siembre a manos llenas,
el que guarda en su pecho tus regalos,
el que deja a los ciegos con su noche
y no da de comer a los hambrientos!
¡Ay de aquel que no grita tu evangelio,
el que calla detrás de sus temores,
los que buscan tan solo los negocios
olvidando dar la vida a tu mensaje!
Fortalece, Señor, nuestra flaqueza.
Que tus siervos anuncien tu palabra.
Que resuene tu voz en nuestra boca.
Que tu luz resplandezca en nuestras vidas.
Tú serás fortaleza de tu pueblo,
la victoria del hombre desvalido.
Con tu ayuda serán irresistibles
tus testigos dispersos por la tierra.
«La medida que uséis la usarán con vosotros»: ¿cómo te gustaría que te
trataran? El testimonio ha de ser respetuoso y ha de hablar a todos de
la misericordia de Dios. Esta es la Buena Noticia del Evangelio: Dios no
ha venido a juzgar el mundo, sino a perdonarlo, a amarlo profundamente
con entrañas de misericordia. ¿Eres testigo del amor de Dios a todos?
¿Te gustaría que usaran contigo la medida de la misericordia o la
crítica y el desamor?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 29 de enero de 2025
Miércoles, 29 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago.
Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío se quedó en la oril1a.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: Escuchad:
Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino,
vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la
tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se
abrasó y, por falta de raíz, se secó.
Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano.
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.
Y añadió: El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
El les dijo: A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de
Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para
que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea
que se conviertan y los perdone».
Y añadió: ¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra.
Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero
en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en
ellos.
Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso, al escucharla
la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando
viene una dificultad o persecución por la Palabra, enseguida sucumben.
Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que
escuchan la Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las
riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y
se queda estéril.
Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la
Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del
ciento por uno.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la
que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un
pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía
más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué
aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca
en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra
da siempre frutos.
“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”
Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de
la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que
en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso
parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?
Jesús garantiza el éxito: al final el Reino dará el ciento por uno.
¿Siembro con alegría y optimismo? ¿Hablo de Dios sin complejos, como
quien ha descubierto un tesoro y da una buena noticia?
“Dime Jesús, ¿qué debo cambiar en mi vida?”
“¿Cómo te puedo ayudar a sembrar?
Señor, Jesús, Tú eres el sembrador.
Y yo la tierra en la que esparces la semilla de tu Palabra.
Gracias, Señor, por “perder tu tiempo” conmigo;
gracias por darme la oportunidad de acoger tu semilla,
de ser feliz, dando fruto abundante.
No permitas que mi corazón se endurezca,
como un camino.
No dejes que la vida me petrifique, Señor.
Que no me gane la partida la desconfianza y el escepticismo.
Señor, en ocasiones soy como terreno pedregoso,
Acojo con ilusión tu Palabra, pero no soy constante.
Me gusta probarlo todo, pero no doy la vida por nada.
Ayúdame a sacar las piedras de mi corazón,
para ser tierra buena, con hondura, que dé fruto.
Señor, te doy gracias, por ser tierra buena,
tierra que sería fecunda...
si no estuviera llena de espinas.
Acojo la semilla de tu Palabra en un rincón del corazón,
pero a veces recibo y dedico más tiempo a otras plantas
que asfixian los brotes que nacen de tu semilla.
Señor, dame valor para renunciar a todo lo que me separe de Ti.
Señor, gracias por todas las personas que son buena tierra,
en las que tu palabra crece y fructifica, ahonda y se multiplica.
Gracias por los santos, que producen el ciento por uno.
Gracias porque también yo, con tu ayuda, doy fruto abundante,
frutos de ternura y solidaridad, de justicia y paz.
Señor, gracias por elegirme para ser sembrador.
Gracias por enseñarme que, a pesar de los obstáculos,
todas las semillas, tarde o temprano, producen su fruto.
Ayúdame a sembrar con una mano
y ayudar, con la otra, a que las tierras se conviertan en fecundas.
Dame generosidad para ser como el grano de trigo,
dispuesto a enterrarse y a morir,
para que la tierra del mundo dé los mejores frutos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.