Domingo de la 3ª semana de Adviento C
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 10‑18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no
merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva
y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no
se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan Bautista predica la conversión, una conversión que se manifiesta
en acciones concretos: repartir túnicas y comida, no exigir más de lo
establecido, contentarse con la paga... La conversión del corazón se
manifiesta en las obras. Y las obras nos ayudan a convertir el corazón.
¿Qué me pides Señor en este Adviento?
La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!
La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!
La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!
La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!
B. Muchos creían que Juan era el Mesías. Sin embargo él no se deja
llevar por los que lo alaban: Yo no merezco desatarle la correa de las
sandalias. Cuando la gente habla bien de nosotros, podemos caer en la
tentación de creer que somos los mejores. ¡Cuidado!
"Ayúdame Señor a conocerme y a valorarme con verdad"
"Perdona Señor por las veces que me creo el mejor"
"Perdona Jesús porque a veces no confío en los hermanos"
C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En
el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo
Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema por
dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para
compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento
del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede
hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
"Gracias Señor por el don del Espíritu"
"Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
"Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"
Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.
Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.
Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.
Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.
Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu palabra.
Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu palabra.
Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu palabra.
Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu palabra.
Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio
tu palabra.
Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu palabra.
Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu palabra.
Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu palabra.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.