Sagrada Familia B
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 22-40.
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor [(de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor») y para entregar la oblación (como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones»).
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir con él lo previsto por la ley), Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo, Israel.
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre:
—Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel].
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es todavía un niño, un niño débil, indefenso, amenazado... pero Ana, hija de Panuel, comienza a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a cuantos esperaban la liberación de Israel. La oración y los ayunos habían afinado tanto la sensibilidad de esta mujer que es capaz de darse cuenta de que aquel niño es el Enviado de Dios para liberar a su pueblo.
Si rezásemos más y ayunemos de todo aquello que nos aleja de Dios, también nosotros sabríamos descubrir la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestra vida.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
La gracia de Dios acompañaba a Jesús. La gracia de Dios te acompaña a ti para que crezcas cada día más en entrega, en felicidad, en esperanza, en sabiduría, en fe...
“Señor, acompáñame, aunque a veces te olvide”
“Ayúdanos a descubrir tu cercanía”
“Enséñanos a ser buenos acompañantes”
En este día, damos gracias por nuestra familia, por todo lo que Dios nos ha dado a través de ella. Pedimos por todas las familias, especialmente por aquéllas que sufren problemas económicos, enfermedad, falta de entendimiento...
Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.
Te pedimos humildemente por todas las familias, especialmente por las que sufren. Descienda, Señor, sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.
Que en la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.
Que la Comunión contigo, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 31 de diciembre de 2017
sábado, 30 de diciembre de 2017
Sábado 30 de diciembre
30 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2,36‑40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es todavía un niño, un niño débil, indefenso, amenazado... pero Ana, hija de Panuel, comienza a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a cuantos esperaban la liberación de Israel. La oración y los ayunos habían afinado tanto la sensibilidad de esta mujer que es capaz de darse cuenta de que aquel niño es el Enviado de Dios para liberar a su pueblo.
Si rezásemos más y ayunemos de todo aquello que nos aleja de Dios, también nosotros sabríamos descubrir la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestra vida.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
La gracia de Dios acompañaba a Jesús. La gracia de Dios te acompaña a ti para que crezcas cada día más en entrega, en felicidad, en esperanza, en sabiduría, en fe...
“Señor, acompáñame, aunque a veces te olvide”
“Ayúdanos a descubrir tu cercanía”
“Enséñanos a ser buenos acompañantes”
Donde acaba la ciudad
y empieza el miedo,
donde terminan los caminos
y empiezan las preguntas,
cerca de los pastores
y lejos de los dueños,
en el calor de María
y en el frío del invierno,
viniendo de la eternidad
y gestándose en el tiempo,
salvación poderosa para todos
en una fragilidad recién nacida,
liberador de todos los yugos
atado a un edicto del imperio,
rebajado hasta un pesebre de animales
el que a todos nos sube hasta los cielos,
nació el Hijo del Padre,
Jesús, el hijo de María.
Sólo abajo está el Señor del mundo
que nosotros soñamos en lo alto.
Aquí se ve la grandeza de Dios
contemplando la humildad de este pequeño.
Aquí está la lógica de Dios,
rompiendo el discurso de los sabios.
Aquí ya está toda la salvación de Dios
que llenará todos los pueblos y los siglos.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2,36‑40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es todavía un niño, un niño débil, indefenso, amenazado... pero Ana, hija de Panuel, comienza a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a cuantos esperaban la liberación de Israel. La oración y los ayunos habían afinado tanto la sensibilidad de esta mujer que es capaz de darse cuenta de que aquel niño es el Enviado de Dios para liberar a su pueblo.
Si rezásemos más y ayunemos de todo aquello que nos aleja de Dios, también nosotros sabríamos descubrir la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestra vida.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
La gracia de Dios acompañaba a Jesús. La gracia de Dios te acompaña a ti para que crezcas cada día más en entrega, en felicidad, en esperanza, en sabiduría, en fe...
“Señor, acompáñame, aunque a veces te olvide”
“Ayúdanos a descubrir tu cercanía”
“Enséñanos a ser buenos acompañantes”
Donde acaba la ciudad
y empieza el miedo,
donde terminan los caminos
y empiezan las preguntas,
cerca de los pastores
y lejos de los dueños,
en el calor de María
y en el frío del invierno,
viniendo de la eternidad
y gestándose en el tiempo,
salvación poderosa para todos
en una fragilidad recién nacida,
liberador de todos los yugos
atado a un edicto del imperio,
rebajado hasta un pesebre de animales
el que a todos nos sube hasta los cielos,
nació el Hijo del Padre,
Jesús, el hijo de María.
Sólo abajo está el Señor del mundo
que nosotros soñamos en lo alto.
Aquí se ve la grandeza de Dios
contemplando la humildad de este pequeño.
Aquí está la lógica de Dios,
rompiendo el discurso de los sabios.
Aquí ya está toda la salvación de Dios
que llenará todos los pueblos y los siglos.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 29 de diciembre de 2017
Viernes 29 de diciembre
29 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 22-35
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor» y para entregar la oblación, con lo dice la ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones».
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque Mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.»
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de Muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Simeón aguardaba el Consuelo de Israel. Llevaba esperando muchos años, quizá toda su vida. Esperaba en Dios, esperaba en las promesas que Dios había hecho al pueblo, esperaba al Mesías, esperaba... Y nosotros ¿esperamos? ¿o queremos las cosas ya, en el momento en el que las deseamos? Tenemos demasiada prisa. Sin embargo, el crecimiento personal y la relación con Dios y con los hermanos requieren tiempo, crecen en la espera.
B. Hay deseos y deseos... Simeón esperaba ver al Mesías. Y a ti ¿qué te gustaría ver? ¿qué esperas con todo el corazón? A veces, nuestros deseos son mezquinos. Pedimos a Dios que purifique y ensanche nuestros deseos.
C. "Luz para alumbrar a las naciones". Jesús es la luz. Y nosotros cristianos queremos vernos y ver la realidad con la luz de Jesús, desde su evangelio. Sin embargo, en muchas ocasiones utilizamos luces bien distintas...
Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.
Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían en Ti toda su confianza,
cumplían tu voluntad, observaban la ley.
Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas,
no dejes que tenga otro Dios fuera de Ti
y ayúdame a vivir siempre atento a Ti y a tu palabra.
No permitas que confíe demasiado en las personas,
ni siquiera en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti.
Ayúdame a estar siempre disponible para caminar hacia Ti,
para compartir todo lo que tengo con total generosidad,
sin dejarme atar por ninguna propiedad.
Dame sabiduría y fuerza para ser libre de verdad,
para renunciar a todo lo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 22-35
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor» y para entregar la oblación, con lo dice la ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones».
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque Mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.»
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de Muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Simeón aguardaba el Consuelo de Israel. Llevaba esperando muchos años, quizá toda su vida. Esperaba en Dios, esperaba en las promesas que Dios había hecho al pueblo, esperaba al Mesías, esperaba... Y nosotros ¿esperamos? ¿o queremos las cosas ya, en el momento en el que las deseamos? Tenemos demasiada prisa. Sin embargo, el crecimiento personal y la relación con Dios y con los hermanos requieren tiempo, crecen en la espera.
B. Hay deseos y deseos... Simeón esperaba ver al Mesías. Y a ti ¿qué te gustaría ver? ¿qué esperas con todo el corazón? A veces, nuestros deseos son mezquinos. Pedimos a Dios que purifique y ensanche nuestros deseos.
C. "Luz para alumbrar a las naciones". Jesús es la luz. Y nosotros cristianos queremos vernos y ver la realidad con la luz de Jesús, desde su evangelio. Sin embargo, en muchas ocasiones utilizamos luces bien distintas...
Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.
Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían en Ti toda su confianza,
cumplían tu voluntad, observaban la ley.
Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas,
no dejes que tenga otro Dios fuera de Ti
y ayúdame a vivir siempre atento a Ti y a tu palabra.
No permitas que confíe demasiado en las personas,
ni siquiera en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti.
Ayúdame a estar siempre disponible para caminar hacia Ti,
para compartir todo lo que tengo con total generosidad,
sin dejarme atar por ninguna propiedad.
Dame sabiduría y fuerza para ser libre de verdad,
para renunciar a todo lo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 28 de diciembre de 2017
Jueves 28 de diciembre
Santos Inocentes
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 2,13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
-«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:
«Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús, María y José también fueron emigrantes, refugiados…
Cuando acabaste la creación
dicen que dijiste firmemente
a los cuatro puntos cardinales:
Que todo el mundo viva feliz,
en paz, libremente y con dignidad,
en la tierra que le vio nacer.
Que si alguien abandona su país
no sea porque muere de injusticia y hambre.
sino por conocer otros paraísos terrenales.
Que siempre, y en todo lugar,
se respeten los derechos de las personas,
sean del color y condición que sean.
Que nadie esclavice a su semejante
y nadie se haga esclavo de nadie,
pues yo os he creado hermanos y libres.
Que nadie se arrogue el derecho
de ser ciudadano y dar a otros papeles,
pues todos sois iguales y muy diferentes.
Y dicen que, como casi siempre,
muchos jugamos a ser dioses
o, simplemente, señores prepotentes.
Y otros muchos tuvieron que salir,
y ser emigrantes sin papeles,
con mucha injusticia y hambre.
Y dicen que dijiste más firmemente:
Pues no me voy de esta tierra,
y seré uno más entre los emigrantes.
Padre/Madre, que estás en esta tierra:
rompe nuestros miedos e imágenes tuyas
para que tu proyecto siga adelante.
Florentino Ulibarri
--------------
Nada más nacer,
y ya en el camino,
su techo es el cielo,
la tierra es el lecho
que guarda los sueños,
de un hombre sencillo
de una mujer buena
de un recién nacido.
Detrás, a lo lejos,
violencia en las calles
nacida del miedo.
Dolor en las vidas
de tanto inocente.
Víctimas sin culpa,
llantos sin consuelo.
El constante juego
de los poderosos
cobrándose el diezmo
de los más pequeños.
Volverás de Egipto
rasgarás el muro
que divide al hombre
que provoca duelos,
le darás la vuelta
al maldito ciclo
de tanta barbarie,
de tanto desierto
donde nada crece.
Brotarán, de nuevo,
esperanzas altas,
amores perpetuos,
humanas caricias,
profundos anhelos
que desde la entraña
llaman a lo eterno.
Ahora duerme, niño,
que de tu suspiro
pende el universo.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
B. Herodes teme perder su poder. Teme que un niño pobre, recién nacido, le arrebate su corona. Y para no perder su sillón es capaz de acabar con todos los niños pequeños del país. La historia se repite. La repetimos. Podemos hacer mucho daño a personas inocentes, cuando nos sentimos atacados.
Señor, contemplamos tu bondad y tu ternura,
en la pobreza y humildad del portal de Belén.
Y nuestro corazón se llena de paz y alegría.
Pero hasta la ternura a veces es mal recibida.
Herodes te recibió con miedo y violencia.
Tu bondad resultó peligrosa para muchos
y acabaste colgado en el madero de la cruz.
Nos parece increíble, pero esto sigue pasando:
muchas personas que aman son incomprendidas,
porque su bondad supone una denuncia de la maldad,
porque preferimos la mediocridad a la santidad.
Señor, no dejes que otros paguen mis temores y enfados,
Perdona el mal que hacemos a muchas personas buenas.
Danos fuerza para compensar con amor nuestros errores
y para defender a los Santos Inocentes de este tiempo.
C. En nuestras sociedades ”avanzadas” muchos niños inocentes siguen muriendo, en las guerras, en las hambrunas de tantos países; algunos ni siquiera tienen la oportunidad de gritar, de llorar, víctimas del aborto.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 2,13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
-«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:
«Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús, María y José también fueron emigrantes, refugiados…
Cuando acabaste la creación
dicen que dijiste firmemente
a los cuatro puntos cardinales:
Que todo el mundo viva feliz,
en paz, libremente y con dignidad,
en la tierra que le vio nacer.
Que si alguien abandona su país
no sea porque muere de injusticia y hambre.
sino por conocer otros paraísos terrenales.
Que siempre, y en todo lugar,
se respeten los derechos de las personas,
sean del color y condición que sean.
Que nadie esclavice a su semejante
y nadie se haga esclavo de nadie,
pues yo os he creado hermanos y libres.
Que nadie se arrogue el derecho
de ser ciudadano y dar a otros papeles,
pues todos sois iguales y muy diferentes.
Y dicen que, como casi siempre,
muchos jugamos a ser dioses
o, simplemente, señores prepotentes.
Y otros muchos tuvieron que salir,
y ser emigrantes sin papeles,
con mucha injusticia y hambre.
Y dicen que dijiste más firmemente:
Pues no me voy de esta tierra,
y seré uno más entre los emigrantes.
Padre/Madre, que estás en esta tierra:
rompe nuestros miedos e imágenes tuyas
para que tu proyecto siga adelante.
Florentino Ulibarri
--------------
Nada más nacer,
y ya en el camino,
su techo es el cielo,
la tierra es el lecho
que guarda los sueños,
de un hombre sencillo
de una mujer buena
de un recién nacido.
Detrás, a lo lejos,
violencia en las calles
nacida del miedo.
Dolor en las vidas
de tanto inocente.
Víctimas sin culpa,
llantos sin consuelo.
El constante juego
de los poderosos
cobrándose el diezmo
de los más pequeños.
Volverás de Egipto
rasgarás el muro
que divide al hombre
que provoca duelos,
le darás la vuelta
al maldito ciclo
de tanta barbarie,
de tanto desierto
donde nada crece.
Brotarán, de nuevo,
esperanzas altas,
amores perpetuos,
humanas caricias,
profundos anhelos
que desde la entraña
llaman a lo eterno.
Ahora duerme, niño,
que de tu suspiro
pende el universo.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
B. Herodes teme perder su poder. Teme que un niño pobre, recién nacido, le arrebate su corona. Y para no perder su sillón es capaz de acabar con todos los niños pequeños del país. La historia se repite. La repetimos. Podemos hacer mucho daño a personas inocentes, cuando nos sentimos atacados.
Señor, contemplamos tu bondad y tu ternura,
en la pobreza y humildad del portal de Belén.
Y nuestro corazón se llena de paz y alegría.
Pero hasta la ternura a veces es mal recibida.
Herodes te recibió con miedo y violencia.
Tu bondad resultó peligrosa para muchos
y acabaste colgado en el madero de la cruz.
Nos parece increíble, pero esto sigue pasando:
muchas personas que aman son incomprendidas,
porque su bondad supone una denuncia de la maldad,
porque preferimos la mediocridad a la santidad.
Señor, no dejes que otros paguen mis temores y enfados,
Perdona el mal que hacemos a muchas personas buenas.
Danos fuerza para compensar con amor nuestros errores
y para defender a los Santos Inocentes de este tiempo.
C. En nuestras sociedades ”avanzadas” muchos niños inocentes siguen muriendo, en las guerras, en las hambrunas de tantos países; algunos ni siquiera tienen la oportunidad de gritar, de llorar, víctimas del aborto.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 27 de diciembre de 2017
Miércoles 27 de diciembre
27 de diciembre. San Juan Apóstol y Evangelista
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20, 2-8
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Celebramos la fiesta de San Juan. En su evangelio nos cuenta la experiencia de su encuentro con Jesús, una experiencia que se resume con una palabra: amor. Por amor, el Señor nació. Por amor, curó. Por amor, predicó. Por amor, murió y resucitó.
"Señor haznos testigos de tu amor"
B. En el evangelio de hoy, Pedro y Juan se encuentran con el sepulcro de Jesús abierto y las vendas por el suelo: los primeros signos de la resurrección del Maestro.
"Damos Una mirada nueva para descubrir los signos de la resurrección
en mi vida, en las familias, en la Iglesia, en el mundo"
C. Juan corría más que Pedro, pero lo esperó. Es un detalle interesante. En nuestras familias, en la Iglesia ocurre algo similar: unos corren más rápidos que otros, unos son más "avanzados", otros más "prudentes". Es más importante llegar juntos que llegar el primero.
"Señor, concédenos el don de la unidad"
"Perdona nuestras prisas"
"Gracias por las personas que saben esperar"
Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a responderte, con la misma decisión y generosidad de Juan Evangelista. Cuando lo llamaste, a orillas del lago Tiberiades, inmediatamente dejo la barca y a su padre y te siguió. No lo dejó para dentro de un rato, o para mañana. Casi no te conocía. No sabía qué le esperaba, pero tu voz resonó en su corazón con tal fuerza que lo dejó todo y te siguió. Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a responderte, con decisión y generosidad.
Señor, ayúdame a acercarme a ti cada día y a dejar que tu cercanía me transforme, como a Juan. Juan y su hermano Santiago iban en busca de privilegios. Pero estar a tu lado les fue cambiando. Entendieron que es menester beber el cáliz del amor, del servicio y de la entrega hasta la última gota. Experimentaron que el camino de la gloria pasa por Getsemaní y por el Calvario. Señor, ayúdame a acercarme a ti cada día y a dejar que tu cercanía me transforme.
Señor, ayúdame a cuidar mi relación contigo, a dejarme amar por ti, como Juan. Él es "el discípulo a quien Jesús amaba", "el discípulo predilecto", el que se siente amado “hasta el extremo”. También yo soy amado por amado por ti. Tú me amas como si yo fuera tu único amigo y como si tú fueras el único amor que hay en mi vida. Tú quieres que yo sea tu amigo y en ocasiones parece que me conformo con ser tu siervo. Señor, ayúdame a cuidar mi relación contigo, a dejarme amar por ti.
Señor, ayúdame a ser miembro activo de mi comunidad cristiana, de la Iglesia, como Juan. Es él una “columna” de la comunidad de Jerusalén. Que sepa agradecer los talentos y capacidades que me has dado, poniéndolos al servicio de la comunidad. Que sepa apoyar mi fe en las columnas de mis hermanos y que mi fe sea columna donde otros puedan encontrar seguridad y fuerza. Señor, ayúdame a ser miembro activo de mi comunidad cristiana, de la Iglesia.
Señor, dame valentía, humildad y alegría para vivir, compartir y defender nuestra fe en Ti, como Juan. Ante el Sanedrín que perseguía a los primeros cristianos, Juan dijo: "No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído". Ayúdanos a proclamar nuestra fe, ante el sanedrín de los que te niegan y los que te buscan, ante el sanedrín de facebook y twitter, ante el sanedrín de la injusticia y la pobreza. Señor, dame valentía, humildad y alegría para vivir, compartir y defender nuestra fe.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20, 2-8
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Celebramos la fiesta de San Juan. En su evangelio nos cuenta la experiencia de su encuentro con Jesús, una experiencia que se resume con una palabra: amor. Por amor, el Señor nació. Por amor, curó. Por amor, predicó. Por amor, murió y resucitó.
"Señor haznos testigos de tu amor"
B. En el evangelio de hoy, Pedro y Juan se encuentran con el sepulcro de Jesús abierto y las vendas por el suelo: los primeros signos de la resurrección del Maestro.
"Damos Una mirada nueva para descubrir los signos de la resurrección
en mi vida, en las familias, en la Iglesia, en el mundo"
C. Juan corría más que Pedro, pero lo esperó. Es un detalle interesante. En nuestras familias, en la Iglesia ocurre algo similar: unos corren más rápidos que otros, unos son más "avanzados", otros más "prudentes". Es más importante llegar juntos que llegar el primero.
"Señor, concédenos el don de la unidad"
"Perdona nuestras prisas"
"Gracias por las personas que saben esperar"
Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a responderte, con la misma decisión y generosidad de Juan Evangelista. Cuando lo llamaste, a orillas del lago Tiberiades, inmediatamente dejo la barca y a su padre y te siguió. No lo dejó para dentro de un rato, o para mañana. Casi no te conocía. No sabía qué le esperaba, pero tu voz resonó en su corazón con tal fuerza que lo dejó todo y te siguió. Señor, ayúdame a escuchar tu voz y a responderte, con decisión y generosidad.
Señor, ayúdame a acercarme a ti cada día y a dejar que tu cercanía me transforme, como a Juan. Juan y su hermano Santiago iban en busca de privilegios. Pero estar a tu lado les fue cambiando. Entendieron que es menester beber el cáliz del amor, del servicio y de la entrega hasta la última gota. Experimentaron que el camino de la gloria pasa por Getsemaní y por el Calvario. Señor, ayúdame a acercarme a ti cada día y a dejar que tu cercanía me transforme.
Señor, ayúdame a cuidar mi relación contigo, a dejarme amar por ti, como Juan. Él es "el discípulo a quien Jesús amaba", "el discípulo predilecto", el que se siente amado “hasta el extremo”. También yo soy amado por amado por ti. Tú me amas como si yo fuera tu único amigo y como si tú fueras el único amor que hay en mi vida. Tú quieres que yo sea tu amigo y en ocasiones parece que me conformo con ser tu siervo. Señor, ayúdame a cuidar mi relación contigo, a dejarme amar por ti.
Señor, ayúdame a ser miembro activo de mi comunidad cristiana, de la Iglesia, como Juan. Es él una “columna” de la comunidad de Jerusalén. Que sepa agradecer los talentos y capacidades que me has dado, poniéndolos al servicio de la comunidad. Que sepa apoyar mi fe en las columnas de mis hermanos y que mi fe sea columna donde otros puedan encontrar seguridad y fuerza. Señor, ayúdame a ser miembro activo de mi comunidad cristiana, de la Iglesia.
Señor, dame valentía, humildad y alegría para vivir, compartir y defender nuestra fe en Ti, como Juan. Ante el Sanedrín que perseguía a los primeros cristianos, Juan dijo: "No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído". Ayúdanos a proclamar nuestra fe, ante el sanedrín de los que te niegan y los que te buscan, ante el sanedrín de facebook y twitter, ante el sanedrín de la injusticia y la pobreza. Señor, dame valentía, humildad y alegría para vivir, compartir y defender nuestra fe.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 26 de diciembre de 2017
Martes 26 de diciembre
San Esteban
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando todavía estamos saboreando la ternura del niño Dios, celebramos la fiesta del primer mártir: San Esteban. Por eso, el evangelio nos habla de persecuciones, odios y sufrimientos. Parece que no tiene ninguna relación, pero, desgraciadamente, la ternura no sólo causa alegría, también provoca el odio de los violentos.
"Gracias por las personas que manifiestan tu bondad hasta las últimas consecuencias"
"Ayúdanos a manifestar ternura, cuando seamos perseguidos"
B. Nos duele ser incomprendidos por cualquier persona. Sin embargo, nos hiere de una forma especial el rechazo de los más cercanos: de los padres, de los hijos, de los amigos más cercanos, de los que tienen la misma fe o las mismas ideas...
"Dame Señor fuerza para comprender y perdonar siempre"
C. El que persevere hasta el final se salvará. Es fácil amar cuando nos pagan con amor. Cuesta mucho más cuando recibimos indiferencia o críticas. Sólo con la ayuda de Dios podemos perseverar en la adversidad. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
Al leer hoy tu Palabra me pregunto:
¿Cómo doy testimonio de ti?
¿Qué hace de un creyente ser profeta?
¿Qué me pides como profeta de tu reino?
Y sé que quieres que más que profeta sea profecía,
anuncio comprometido, denuncia subversiva,
alegría desbordante, optimismo movilizador
y esperanza fundamentada.
Y sé que quieres que afronte con serenidad
el rechazo que vivo cuando te vivo,
el rechazo que experimento cuando te anuncio,
el rechazo que en mi propia “tierra” veo
que causa la radicalidad de tu mensaje y el escándalo de la cruz.
Al leer hoy tu Palabra me pregunto:
¿Qué tipo de profeta soy? ¿Qué genera en mí ser profeta?
¿Qué me exige ser profeta?
Y me doy cuenta que a veces me puede la cobardía
o la incoherencia o mi falta de autenticidad y valentía.
Y me doy cuenta de que confías siempre en mí.
¡Mucho más de lo que a veces creo!
¡Mucho más de lo que a veces aprovecho!
¡Mucho más de lo que a veces me merezco!
Señor, hazme profeta.
Hazme profecía.
Señor, que no tema tanto el rechazo
como la esterilidad que produce hacer lo de siempre,
lo que todos, lo que se lleva…
simplemente por evitar el conflicto
y la reacción que provoca escuchar tu Palabra
y ponerla en práctica,
ponerla en práctica y dar testimonio profético
de que lo de tu reino es verdad y vida verdaderas. Así sea
oscaralonso©oracionesdiarias
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán.
Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando todavía estamos saboreando la ternura del niño Dios, celebramos la fiesta del primer mártir: San Esteban. Por eso, el evangelio nos habla de persecuciones, odios y sufrimientos. Parece que no tiene ninguna relación, pero, desgraciadamente, la ternura no sólo causa alegría, también provoca el odio de los violentos.
"Gracias por las personas que manifiestan tu bondad hasta las últimas consecuencias"
"Ayúdanos a manifestar ternura, cuando seamos perseguidos"
B. Nos duele ser incomprendidos por cualquier persona. Sin embargo, nos hiere de una forma especial el rechazo de los más cercanos: de los padres, de los hijos, de los amigos más cercanos, de los que tienen la misma fe o las mismas ideas...
"Dame Señor fuerza para comprender y perdonar siempre"
C. El que persevere hasta el final se salvará. Es fácil amar cuando nos pagan con amor. Cuesta mucho más cuando recibimos indiferencia o críticas. Sólo con la ayuda de Dios podemos perseverar en la adversidad. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
Al leer hoy tu Palabra me pregunto:
¿Cómo doy testimonio de ti?
¿Qué hace de un creyente ser profeta?
¿Qué me pides como profeta de tu reino?
Y sé que quieres que más que profeta sea profecía,
anuncio comprometido, denuncia subversiva,
alegría desbordante, optimismo movilizador
y esperanza fundamentada.
Y sé que quieres que afronte con serenidad
el rechazo que vivo cuando te vivo,
el rechazo que experimento cuando te anuncio,
el rechazo que en mi propia “tierra” veo
que causa la radicalidad de tu mensaje y el escándalo de la cruz.
Al leer hoy tu Palabra me pregunto:
¿Qué tipo de profeta soy? ¿Qué genera en mí ser profeta?
¿Qué me exige ser profeta?
Y me doy cuenta que a veces me puede la cobardía
o la incoherencia o mi falta de autenticidad y valentía.
Y me doy cuenta de que confías siempre en mí.
¡Mucho más de lo que a veces creo!
¡Mucho más de lo que a veces aprovecho!
¡Mucho más de lo que a veces me merezco!
Señor, hazme profeta.
Hazme profecía.
Señor, que no tema tanto el rechazo
como la esterilidad que produce hacer lo de siempre,
lo que todos, lo que se lleva…
simplemente por evitar el conflicto
y la reacción que provoca escuchar tu Palabra
y ponerla en práctica,
ponerla en práctica y dar testimonio profético
de que lo de tu reino es verdad y vida verdaderas. Así sea
oscaralonso©oracionesdiarias
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 25 de diciembre de 2017
Lunes 25 de diciembre
Solemnidad de Navidad
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2,1-14.
En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo: —No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este no es un día para comentar el Evangelio. Es día para contemplar a Jesús, recién nacido, para dejarse impresionar por su ternura, para alabar a Dios, que nos ha manifestado su amor infinito:
Jesús, al nacer te hiciste pequeño y humilde, para que no te tengamos miedo y te acojamos, para curar nuestros aires de grandeza.
Jesús, fuiste un bebé para mostrarnos tu ternura, para que podamos sentir y gozar con tu cariño, para que nuestro corazón sepa recibir y regalar amor.
Jesús, te has acercado a nosotros, a todas las personas, para encontrarte con nosotros y darnos tu alegría, para que nos acerquemos a cuantos nos necesitan.
Jesús, viniste hace 2000 años y hoy sigues a nuestro lado, en el corazón de cada persona, en el pan que comulgamos. Gracias por tu cercanía, por tu alegría, por tu paz.
---------------------
En las plazas y en las iglesias,
siempre estás tú.
En los mercados y en los claustros,
siempre estás tú.
En las ciudades y en los desiertos,
siempre estás tú.
En los valles y en las montañas,
siempre estás tú.
En las fábricas y salas de fiesta,
siempre estás tú.
En las playas y en los monasterios,
siempre estás tú.
En las cumbres nevadas y en los oasis,
Siempre estás tú.
En las calles y en los corazones,
siempre estás tú...
Aunque ya no haya estrellas
y yo vaya por caminos inciertos,
tú siempre estás...
Aunque no te ofrezca nada
-ni oro ni incienso ni mirra-
tú siempre estás.
Aunque vuelva a mi hogar
en busca de paz y seguridad,
tú siempre estás.
Te veo junto a mí
en los días de éxito y favor
y en los oscuros y de tribulación.
Te veo junto a mí,
a veces delante, a veces detrás,
y también en mis flancos débiles y sin cubrir.
Te veo junto a mí
rodeándome y protegiéndome
y también sacándome al horizonte.
Te veo junto a mí
cuando ando entre la gente
y contemplo el rostro de quienes van y vienen.
Y cuando abro mis ojos,
ora camine ora me detenga,
es tu rostro el que me ilumina y emociona.
En todos los lugares en los que estoy, estás.
A todas las horas que estoy, estás;
y tu rostro encarnado, siempre me ama más.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2,1-14.
En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor.
El ángel les dijo: —No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este no es un día para comentar el Evangelio. Es día para contemplar a Jesús, recién nacido, para dejarse impresionar por su ternura, para alabar a Dios, que nos ha manifestado su amor infinito:
Jesús, al nacer te hiciste pequeño y humilde, para que no te tengamos miedo y te acojamos, para curar nuestros aires de grandeza.
Jesús, fuiste un bebé para mostrarnos tu ternura, para que podamos sentir y gozar con tu cariño, para que nuestro corazón sepa recibir y regalar amor.
Jesús, te has acercado a nosotros, a todas las personas, para encontrarte con nosotros y darnos tu alegría, para que nos acerquemos a cuantos nos necesitan.
Jesús, viniste hace 2000 años y hoy sigues a nuestro lado, en el corazón de cada persona, en el pan que comulgamos. Gracias por tu cercanía, por tu alegría, por tu paz.
---------------------
En las plazas y en las iglesias,
siempre estás tú.
En los mercados y en los claustros,
siempre estás tú.
En las ciudades y en los desiertos,
siempre estás tú.
En los valles y en las montañas,
siempre estás tú.
En las fábricas y salas de fiesta,
siempre estás tú.
En las playas y en los monasterios,
siempre estás tú.
En las cumbres nevadas y en los oasis,
Siempre estás tú.
En las calles y en los corazones,
siempre estás tú...
Aunque ya no haya estrellas
y yo vaya por caminos inciertos,
tú siempre estás...
Aunque no te ofrezca nada
-ni oro ni incienso ni mirra-
tú siempre estás.
Aunque vuelva a mi hogar
en busca de paz y seguridad,
tú siempre estás.
Te veo junto a mí
en los días de éxito y favor
y en los oscuros y de tribulación.
Te veo junto a mí,
a veces delante, a veces detrás,
y también en mis flancos débiles y sin cubrir.
Te veo junto a mí
rodeándome y protegiéndome
y también sacándome al horizonte.
Te veo junto a mí
cuando ando entre la gente
y contemplo el rostro de quienes van y vienen.
Y cuando abro mis ojos,
ora camine ora me detenga,
es tu rostro el que me ilumina y emociona.
En todos los lugares en los que estoy, estás.
A todas las horas que estoy, estás;
y tu rostro encarnado, siempre me ama más.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 24 de diciembre de 2017
Domingo 24 de diciembre
Domingo de la 4ª semana de Adviento B
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Zacarías da gracias, bendice a Dios... Reza despacio con sus palabras. Dios sigue haciendo hoy las mismas maravillas que relata el padre de Juan Bautista. La Iglesia llama a esta oración de Zacarías "Benedictus".
Sol que naces de lo alto
sin querer quedarte arriba.
Luz que brillas en el cielo
para hacer crecer la vida.
Vuelve a nuestro mundo soñoliento
la paz que le es robada sin saberlo,
la sed del que marcha hacia una meta
y el hambre insaciMaría es la mujer del Adviento, la mujer que espera a Dios, acoge a Dios, se deja transformar por Dios... Le pedimos que nos ayude a esperar todo de Dios, a acogerlo en todo momento, a dejarnos transformar por sus designios.
María es la mujer que se fía. No sabe cómo será eso que le anuncia el ángel. Tampoco sabe cómo vendrá a ella la fuerza del Altísimo, cómo va a ser la madre del Hijo de Dios. Pero se fía. Dios sabrá. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Podemos rezar repitiendo las palabras finales de este Evangelio: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Gracias, Señor, porque cuentas con personas pequeñas y humildes, por fijarte y llamar a María, por contar conmigo.
Gracias porque jamás avasallas; propusiste, no impusiste a María la misión de ser Madre de Jesús y esperaste su respuesta.
También a mí me muestras una misión y esperas, a veces muchos años, mi aceptación.
Gracias, Señor, porque tú haces posible lo imposible, en María, en mí y en todas las personas que se fían de ti y cumplen tu voluntad.
Gracias, Señor, por tu Espíritu Santo, el Espíritu creador de vida, en el alma y en el cuerpo de María, en nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo.
Gracias, María; por enseñarnos a preguntar a Dios lo que no entendemos; por fiarte de Él; por ayudarnos a decir contigo y como tú: "Hágase en mi según tu palabra".
---------------------
Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.
Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando a lo que va viniendo.
Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.
Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día,
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!
Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.
Esperar trabajando y profetizando.
Esperar sufriendo, pero enamorándonos.
Esperar pregonando lo que nos has dado.
Esperar con las entrañas listas para la acogida.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar con mucho gozo y osadía.
Esperar con humildad atentos a toda brisa.
Esperar que el Espíritu fecunde nuestra vida,
Esperar el milagro de tu presencia viva.
Esperar tu encarnación definitiva en esta tierra.
¡Esperar como María!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Zacarías da gracias, bendice a Dios... Reza despacio con sus palabras. Dios sigue haciendo hoy las mismas maravillas que relata el padre de Juan Bautista. La Iglesia llama a esta oración de Zacarías "Benedictus".
Sol que naces de lo alto
sin querer quedarte arriba.
Luz que brillas en el cielo
para hacer crecer la vida.
Vuelve a nuestro mundo soñoliento
la paz que le es robada sin saberlo,
la sed del que marcha hacia una meta
y el hambre insaciMaría es la mujer del Adviento, la mujer que espera a Dios, acoge a Dios, se deja transformar por Dios... Le pedimos que nos ayude a esperar todo de Dios, a acogerlo en todo momento, a dejarnos transformar por sus designios.
María es la mujer que se fía. No sabe cómo será eso que le anuncia el ángel. Tampoco sabe cómo vendrá a ella la fuerza del Altísimo, cómo va a ser la madre del Hijo de Dios. Pero se fía. Dios sabrá. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Podemos rezar repitiendo las palabras finales de este Evangelio: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Gracias, Señor, porque cuentas con personas pequeñas y humildes, por fijarte y llamar a María, por contar conmigo.
Gracias porque jamás avasallas; propusiste, no impusiste a María la misión de ser Madre de Jesús y esperaste su respuesta.
También a mí me muestras una misión y esperas, a veces muchos años, mi aceptación.
Gracias, Señor, porque tú haces posible lo imposible, en María, en mí y en todas las personas que se fían de ti y cumplen tu voluntad.
Gracias, Señor, por tu Espíritu Santo, el Espíritu creador de vida, en el alma y en el cuerpo de María, en nuestra vida, en la Iglesia y en el mundo.
Gracias, María; por enseñarnos a preguntar a Dios lo que no entendemos; por fiarte de Él; por ayudarnos a decir contigo y como tú: "Hágase en mi según tu palabra".
---------------------
Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.
Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando a lo que va viniendo.
Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.
Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día,
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!
Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.
Esperar trabajando y profetizando.
Esperar sufriendo, pero enamorándonos.
Esperar pregonando lo que nos has dado.
Esperar con las entrañas listas para la acogida.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar con mucho gozo y osadía.
Esperar con humildad atentos a toda brisa.
Esperar que el Espíritu fecunde nuestra vida,
Esperar el milagro de tu presencia viva.
Esperar tu encarnación definitiva en esta tierra.
¡Esperar como María!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 23 de diciembre de 2017
Sábado 23 de diciembre
23 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57‑66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le habla hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: —«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: ‑«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre como quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le salto la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: —«¿Que va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con el.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de muchos años esperando, Dios cumple sus promesas: Isabel, en su ancianidad, da a luz un hijo. Podemos fiarnos de Dios, hasta de sus palabras más difíciles de creer: felices los pobres, felices los que sufren, vende lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, os llevaré conmigo, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna... Aunque a veces parezca que seguir la Palabra de Dios no nos da la felicidad que buscamos, al final Dios nos da mucho más de lo que podemos imaginar.
B. ¡Qué importante es el nombre para los semitas! El nombre refleja la identidad de la persona. Juan significa "Dios se ha compadecido" y "El que manifiesta a Dios". Juan anuncia la compasión de Dios y manifiesta a Dios, señala su presencia. Los cristianos estamos llamados a descubrir el amor de Dios y a ayudar a otros a descubrirlo-
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso. Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás. Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase. Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices, viviendo como hermanos que aman y se ayudan, como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti, que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas que, con su presencia, su cariño y su palabra, me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte. Gracias por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan, para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados, yo sea una bendición para mi familia y mis amigos, para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí. Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu. Tus manos de madre me acarician y protegen. Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
C. Antífona de la O de hoy:
OH ENMANUEL,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos,
Señor Dios nuestro..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57‑66
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le habla hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: —«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: ‑«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre como quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le salto la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: —«¿Que va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con el.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de muchos años esperando, Dios cumple sus promesas: Isabel, en su ancianidad, da a luz un hijo. Podemos fiarnos de Dios, hasta de sus palabras más difíciles de creer: felices los pobres, felices los que sufren, vende lo que tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, os llevaré conmigo, el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna... Aunque a veces parezca que seguir la Palabra de Dios no nos da la felicidad que buscamos, al final Dios nos da mucho más de lo que podemos imaginar.
B. ¡Qué importante es el nombre para los semitas! El nombre refleja la identidad de la persona. Juan significa "Dios se ha compadecido" y "El que manifiesta a Dios". Juan anuncia la compasión de Dios y manifiesta a Dios, señala su presencia. Los cristianos estamos llamados a descubrir el amor de Dios y a ayudar a otros a descubrirlo-
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso. Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás. Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase. Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices, viviendo como hermanos que aman y se ayudan, como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti, que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas que, con su presencia, su cariño y su palabra, me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte. Gracias por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan, para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados, yo sea una bendición para mi familia y mis amigos, para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí. Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu. Tus manos de madre me acarician y protegen. Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
C. Antífona de la O de hoy:
OH ENMANUEL,
Rey y Legislador nuestro,
esperanza de las naciones
y salvador de los pueblos,
ven a salvarnos,
Señor Dios nuestro..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 22 de diciembre de 2017
Viernes 22 de diciembre
22 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 46‑56
En aquel tiempo, María dijo:
—«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María canta agradecida. Puedes rezar con sus mismas palabras, recogidas en el Evangelio de hoy. También puede servirte esta oración.
Tengo necesidad de decirlo, porque lo siento dentro como una tormenta.
Tengo que proclamar bien fuerte lo que Tú, Señor, has hecho conmigo,
lo que haces en la historia de la humanidad.
Tú, Dios creador del cielos y la tierra,
me amaste, aún antes de que yo abriera los ojos a la luz de este mundo.
Cada Navidad y cada día te vistes de carne, para que te vea.
Me miraste con cariño, sonriendo, y me invitaste a seguirte,
a vivir contigo y como Tú.
Diste tu vida por mí, porque me amas, para que te ame.
Abriste tu corazón para que entrara;
me regalaste tu mismo Espíritu para que reviviera.
Contaré lo que Tú, Señor, has hecho conmigo.
Viniste un día a mí y te quedaste conmigo.
Me dijiste que me amabas y que contabas conmigo.
Me hablaste de mis hermanos, los hombres y mujeres
y me diste el deseo de entregarles mi cariño, mi tiempo, mi vida.
Me sedujiste y acepté el reto, un reto que se repite cada día,
una misión que da sentido a mi vida.
Contaré lo que Tú, Señor, haces en la historia del mundo.
Dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes.
A los hambrientos los colmas de bienes y a los ricos los despides vacíos.
Auxilias con misericordia a los pequeños, a los pobres, a los que sufren.
Diré también lo que Tú, Señor, me pides: que ame, sólo eso,
Que te ame a ti y a mis hermanos y hermanas.
Me aseguras tu fidelidad, que nunca se aparta de mi vida,
porque aunque yo falle, Tú siempre estás conmigo.
Todo esto y mucho más has hecho, Señor.
Tenía necesidad de decirlo.
de alabarte y darte gracias, como lo hizo María de Nazaret, en su canto de alabanza:
PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DE TU AMOR. MIL GRACIAS, SEÑOR.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 46‑56
En aquel tiempo, María dijo:
—«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María canta agradecida. Puedes rezar con sus mismas palabras, recogidas en el Evangelio de hoy. También puede servirte esta oración.
Tengo necesidad de decirlo, porque lo siento dentro como una tormenta.
Tengo que proclamar bien fuerte lo que Tú, Señor, has hecho conmigo,
lo que haces en la historia de la humanidad.
Tú, Dios creador del cielos y la tierra,
me amaste, aún antes de que yo abriera los ojos a la luz de este mundo.
Cada Navidad y cada día te vistes de carne, para que te vea.
Me miraste con cariño, sonriendo, y me invitaste a seguirte,
a vivir contigo y como Tú.
Diste tu vida por mí, porque me amas, para que te ame.
Abriste tu corazón para que entrara;
me regalaste tu mismo Espíritu para que reviviera.
Contaré lo que Tú, Señor, has hecho conmigo.
Viniste un día a mí y te quedaste conmigo.
Me dijiste que me amabas y que contabas conmigo.
Me hablaste de mis hermanos, los hombres y mujeres
y me diste el deseo de entregarles mi cariño, mi tiempo, mi vida.
Me sedujiste y acepté el reto, un reto que se repite cada día,
una misión que da sentido a mi vida.
Contaré lo que Tú, Señor, haces en la historia del mundo.
Dispersas a los soberbios y enalteces a los humildes.
A los hambrientos los colmas de bienes y a los ricos los despides vacíos.
Auxilias con misericordia a los pequeños, a los pobres, a los que sufren.
Diré también lo que Tú, Señor, me pides: que ame, sólo eso,
Que te ame a ti y a mis hermanos y hermanas.
Me aseguras tu fidelidad, que nunca se aparta de mi vida,
porque aunque yo falle, Tú siempre estás conmigo.
Todo esto y mucho más has hecho, Señor.
Tenía necesidad de decirlo.
de alabarte y darte gracias, como lo hizo María de Nazaret, en su canto de alabanza:
PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DE TU AMOR. MIL GRACIAS, SEÑOR.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 21 de diciembre de 2017
Jueves 21 de diciembre
21 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
“Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
“Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
“Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”
El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
“Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
“Gracias por estar siempre a nuestro lado”
“Cura nuestra tristeza y desesperanza”
Antífona de la 0 de hoy:
OH SOL,
que naces de lo alto,
Resplandor de la luz eterna,
Sol de justicia,
ven ahora a iluminar
a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte.
Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas,
para servir a quién lo necesite, como los María.
Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.
Gracias por las personas acogedoras, como Isabel.
Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme.
Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial.
Gracias por las personas que confían en mí.
Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe,
con las que puedo comprobar que mi fe no es una locura,
con las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil,
con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-45
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
“Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
“Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
“Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”
El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
“Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
“Gracias por estar siempre a nuestro lado”
“Cura nuestra tristeza y desesperanza”
Antífona de la 0 de hoy:
OH SOL,
que naces de lo alto,
Resplandor de la luz eterna,
Sol de justicia,
ven ahora a iluminar
a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte.
Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas,
para servir a quién lo necesite, como los María.
Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.
Gracias por las personas acogedoras, como Isabel.
Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme.
Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial.
Gracias por las personas que confían en mí.
Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe,
con las que puedo comprobar que mi fe no es una locura,
con las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil,
con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 20 de diciembre de 2017
Miércoles 20 de diciembre
20 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Para que Jesucristo naciera hace 2000 años, Dios necesitó el "si" de una mujer: María. Para que Dios nazca hoy en ti, en tu familia, en tu mundo, Dios necesita tu "si" ¿Escuchas su propuesta?
B. Dios quiere nacer y quiere que tú lo des a luz. ¿No te lo crees? ¿Te parece una bobada? ¿Te parece imposible? Recuerda: para Dios nada hay imposible, El Espíritu de Dios vendrá sobre ti...
Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu camino.
Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente, a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo.
Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida.
Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti
-------------------------
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
-¿quién no lo haría ante tal noticia?-;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
-aunque fuera mensaje divino-,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Para que Jesucristo naciera hace 2000 años, Dios necesitó el "si" de una mujer: María. Para que Dios nazca hoy en ti, en tu familia, en tu mundo, Dios necesita tu "si" ¿Escuchas su propuesta?
B. Dios quiere nacer y quiere que tú lo des a luz. ¿No te lo crees? ¿Te parece una bobada? ¿Te parece imposible? Recuerda: para Dios nada hay imposible, El Espíritu de Dios vendrá sobre ti...
Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu camino.
Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente, a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo.
Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida.
Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti
-------------------------
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
-¿quién no lo haría ante tal noticia?-;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
-aunque fuera mensaje divino-,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 19 de diciembre de 2017
Martes 19 de diciembre
19 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 5‑25
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
—«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel:
—«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó:
—«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
—«Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Tu ruego ha sido escuchado". Dios siempre escucha nuestras oraciones y cumple sus promesas, aunque sea en edad avanzada. Nos da en cada momento lo que necesitamos. Pero muchas veces creemos que nadie nos oye, que se ha olvidado de nosotros, que nos castiga... En el fondo nos falta confianza en Dios, creemos que Dios no sabe hacer su oficio, que nosotros lo haríamos mejor.
B. ¿Cómo estaré seguro de eso? Queremos estar seguros, demasiado seguros… ¿Te fías de Dios? ¿Qué le dices?
"Tu ruego ha sido escuchado" nos dices.
Sin embargo, muchas veces creemos que nadie nos oye, que te has olvidado de nosotros, que nos castigas...
Nosotros, como Zacarías, también te decimos: "¿Cómo estaré seguro de eso?"
Queremos estar seguros, seguros del todo.
Aunque presumamos de aventureros, lo cierto es que nos cuesta el riesgo.
Danos sabiduría para aceptar que en las decisiones más importantes de la vida
nunca tenemos plena seguridad.
Cuando Tú nos llamas, nunca podemos tener todo controlado.
Para poder vivir, para poder avanzar en la vida, como personas y como cristianos,
necesitamos confianza.
Sin confianza, sin riesgo, no puede haber avances.
Señor, nos falta confianza en Ti, creemos que no sabes hacer tu oficio de Dios.
Perdona y cura nuestras impaciencias y desconfianzas.
Aumenta nuestra fe en Ti, porque sólo Tú escuchas siempre nuestras oraciones,
cumples todas tus promesas y nos das en cada momento lo que más nos conviene.
C. Antífona de la O de hoy:
Oh renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo por los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 5‑25
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
—«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel:
—«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó:
—«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
—«Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Tu ruego ha sido escuchado". Dios siempre escucha nuestras oraciones y cumple sus promesas, aunque sea en edad avanzada. Nos da en cada momento lo que necesitamos. Pero muchas veces creemos que nadie nos oye, que se ha olvidado de nosotros, que nos castiga... En el fondo nos falta confianza en Dios, creemos que Dios no sabe hacer su oficio, que nosotros lo haríamos mejor.
B. ¿Cómo estaré seguro de eso? Queremos estar seguros, demasiado seguros… ¿Te fías de Dios? ¿Qué le dices?
"Tu ruego ha sido escuchado" nos dices.
Sin embargo, muchas veces creemos que nadie nos oye, que te has olvidado de nosotros, que nos castigas...
Nosotros, como Zacarías, también te decimos: "¿Cómo estaré seguro de eso?"
Queremos estar seguros, seguros del todo.
Aunque presumamos de aventureros, lo cierto es que nos cuesta el riesgo.
Danos sabiduría para aceptar que en las decisiones más importantes de la vida
nunca tenemos plena seguridad.
Cuando Tú nos llamas, nunca podemos tener todo controlado.
Para poder vivir, para poder avanzar en la vida, como personas y como cristianos,
necesitamos confianza.
Sin confianza, sin riesgo, no puede haber avances.
Señor, nos falta confianza en Ti, creemos que no sabes hacer tu oficio de Dios.
Perdona y cura nuestras impaciencias y desconfianzas.
Aumenta nuestra fe en Ti, porque sólo Tú escuchas siempre nuestras oraciones,
cumples todas tus promesas y nos das en cada momento lo que más nos conviene.
C. Antífona de la O de hoy:
Oh renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo por los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 18 de diciembre de 2017
Lunes 18 de diciembre
18 de diciembre
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Antes de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son los planes de Dios! Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos". Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos domesticar los planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su camino, controlar sus sorpresas...
Calma nuestras impaciencias;
que aprendamos, como José,
a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio,
sin bloquearnos por la protesta,
sin rechazar al diferente,
sin juzgar con dureza.
Danos la sabiduría de José,
para pensar bien de la gente,
para dejar obrar a Dios,
y para apostar por la bondad del otro.
Haznos generosos como María,
para darte el sí,
para estar disponibles siempre
aunque no entendamos.
Ayúdanos a cuidar nuestra familia,
a mantener viva la comunicación,
a generar ternuras y detalles
y a estar atentos a lo que necesita el otro.
B. Antífona O de hoy:
"Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
ven a librarnos con el poder de tu brazo"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Antes de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son los planes de Dios! Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos". Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos domesticar los planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su camino, controlar sus sorpresas...
Calma nuestras impaciencias;
que aprendamos, como José,
a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio,
sin bloquearnos por la protesta,
sin rechazar al diferente,
sin juzgar con dureza.
Danos la sabiduría de José,
para pensar bien de la gente,
para dejar obrar a Dios,
y para apostar por la bondad del otro.
Haznos generosos como María,
para darte el sí,
para estar disponibles siempre
aunque no entendamos.
Ayúdanos a cuidar nuestra familia,
a mantener viva la comunicación,
a generar ternuras y detalles
y a estar atentos a lo que necesita el otro.
B. Antífona O de hoy:
"Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley,
ven a librarnos con el poder de tu brazo"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 17 de diciembre de 2017
Domingo 17 de diciembre
Domingo de la 3ª semana de Adviento B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 6‑8. 19‑28.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: —¿Tú quién eres ?
El confesó sin reservas: —Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron: —Entonces ¿qué ? ¿Eres tú Elías?
Él dijo: —No lo soy.
—¿Eres tú el Profeta?
Respondió: —No.
Y le dijeron: —¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó: —Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: —Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mi, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. En medio de vosotros hay uno que no conocéis… un Dios discreto, que no apabulla, ni espanta…
No hay que dar órdenes
al corazón tan fiel,
ni a las células sin nombre,
para que luchen por la vida
hasta el último aliento.
No hay que amenazar
a los pájaros para que canten,
ni vigilar a los trigales
para que crezcan,
ni espiar la semilla de arroz
para que se transforme
en el secreto de la tierra.
En su dosis exacta
de luz y color,
de canto y silencio,
nos llega la vida sin notarlo,
don incesantemente tuyo,
trabajador sin sábado,
Dios discreto.
Para que tu infinitud
no nos espante
te regalas en el don
en que te escondes.
Benjamín González Buelta, sj
B. ¡Allanad los caminos de vuestra vida, porque el Señor está cerca!
Jesús, vendrás y llenarás de esperanza a los que la han perdido y están frustrados y tristes.
Vendrás y traerás la paz a los que andamos preocupados y no sabemos descansar en ningún regazo.
Vendrás y serás nuestra luz en medio de la noche y las tinieblas, para que no nos perdamos.
Vendrás y nos ofrecerás tu compañía, para que nadie se sienta solo y abandonado en las frías entrañas de la tierra.
Vendrás y te convertirás en guía de quienes están cansados y rendidos, y de los eternos desilusionados.
A través de Juan Bautista me dices: ¡Allanad los caminos de vuestra vida porque Tú, Jesús, está cerca!
Vendrás como el rocío mañanero, como la luz del alba, como la lluvia que empapa la tierra,
como el sol que calienta nuestra existencia, como el aire que infunde vida, como la nieve que nos cubre de blancura.
Cambiarás nuestros corazones de piedra en corazones de carne cálida y tierna,
lavarás nuestro rostro con agua fresca,
despertarás nuestros ojos dormidos,
ablandarás la dureza de nuestras entrañas,
guiarás nuestros pasos vacilantes
por sendas rectas y llanas,
perfumarás todo nuestro ser con sus fragancias
y fecundarás nuestra vida yerma.
A través de Juan Bautista me dices: ¡Allanad los caminos de vuestra vida porque Tú, Jesús, está cerca!
¡No pases de largo, Señor! ¡Detente, en el umbral de mi casa!
Oración inspirada en un texto de Florentino Ulibarri.
C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema y purifica por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
"Gracias Señor por el don del Espíritu"
"Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
"Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 6‑8. 19‑28.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: —¿Tú quién eres ?
El confesó sin reservas: —Yo no soy el Mesías.
Le preguntaron: —Entonces ¿qué ? ¿Eres tú Elías?
Él dijo: —No lo soy.
—¿Eres tú el Profeta?
Respondió: —No.
Y le dijeron: —¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?
Él contestó: —Yo soy «la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor» (como dijo el Profeta Isaías).
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?
Juan les respondió: —Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mi, que existía antes que yo y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. En medio de vosotros hay uno que no conocéis… un Dios discreto, que no apabulla, ni espanta…
No hay que dar órdenes
al corazón tan fiel,
ni a las células sin nombre,
para que luchen por la vida
hasta el último aliento.
No hay que amenazar
a los pájaros para que canten,
ni vigilar a los trigales
para que crezcan,
ni espiar la semilla de arroz
para que se transforme
en el secreto de la tierra.
En su dosis exacta
de luz y color,
de canto y silencio,
nos llega la vida sin notarlo,
don incesantemente tuyo,
trabajador sin sábado,
Dios discreto.
Para que tu infinitud
no nos espante
te regalas en el don
en que te escondes.
Benjamín González Buelta, sj
B. ¡Allanad los caminos de vuestra vida, porque el Señor está cerca!
Jesús, vendrás y llenarás de esperanza a los que la han perdido y están frustrados y tristes.
Vendrás y traerás la paz a los que andamos preocupados y no sabemos descansar en ningún regazo.
Vendrás y serás nuestra luz en medio de la noche y las tinieblas, para que no nos perdamos.
Vendrás y nos ofrecerás tu compañía, para que nadie se sienta solo y abandonado en las frías entrañas de la tierra.
Vendrás y te convertirás en guía de quienes están cansados y rendidos, y de los eternos desilusionados.
A través de Juan Bautista me dices: ¡Allanad los caminos de vuestra vida porque Tú, Jesús, está cerca!
Vendrás como el rocío mañanero, como la luz del alba, como la lluvia que empapa la tierra,
como el sol que calienta nuestra existencia, como el aire que infunde vida, como la nieve que nos cubre de blancura.
Cambiarás nuestros corazones de piedra en corazones de carne cálida y tierna,
lavarás nuestro rostro con agua fresca,
despertarás nuestros ojos dormidos,
ablandarás la dureza de nuestras entrañas,
guiarás nuestros pasos vacilantes
por sendas rectas y llanas,
perfumarás todo nuestro ser con sus fragancias
y fecundarás nuestra vida yerma.
A través de Juan Bautista me dices: ¡Allanad los caminos de vuestra vida porque Tú, Jesús, está cerca!
¡No pases de largo, Señor! ¡Detente, en el umbral de mi casa!
Oración inspirada en un texto de Florentino Ulibarri.
C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema y purifica por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
"Gracias Señor por el don del Espíritu"
"Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
"Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 16 de diciembre de 2017
Sábado 16 de diciembre
Sábado de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,10‑13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: — «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: ‑«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
B. Elías vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?
Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.
Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.
Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.
Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.
Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.
Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.
Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.
Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.
Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.
¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
Si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!
Florentino Ulibarri
C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo. Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado comprometida...
"Señor, ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
"Quiero acoger tu Palabra, por exigente que sea"
"Tu Palabra Señor es vida".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,10‑13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: — «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: ‑«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:
Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.
Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.
Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.
B. Elías vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?
Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.
Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.
Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.
Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.
Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.
Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.
Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.
Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.
Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.
¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
Si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!
Florentino Ulibarri
C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo. Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado comprometida...
"Señor, ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
"Quiero acoger tu Palabra, por exigente que sea"
"Tu Palabra Señor es vida".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 15 de diciembre de 2017
Viernes 15 de diciembre
Viernes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.
Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento.
Esto es Adviento.
Florentino Ulibarri
----------------
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.
Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.
C. A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su amor de mil formas distintas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas, Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no escuchar a las personas.
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas, más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su Palabra en las palabras.
Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.
Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento.
Esto es Adviento.
Florentino Ulibarri
----------------
Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.
Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.
C. A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su amor de mil formas distintas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 14 de diciembre de 2017
Jueves 14 de diciembre
Jueves de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo. Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 13 de diciembre de 2017
Miércoles 13 de diciembre
Miércoles de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.
B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer? Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.
C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más inútil.
Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.
Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...
Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...
Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.
Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...
Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?
Oración inspirada en rezandovoy.org
------------------
Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 28‑30
En aquel tiempo, exclamó Jesús: —«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando nos sentimos cansamos y agobiados, en la oración no hace falta palabras. Dios nuestro Padre sabe de sobra cómo estamos. Nos acercamos a Él, permanecemos en silencio. Y él es para nosotros descanso y paz.
B. También nosotros los cristianos, seguidores de Jesús estamos llamados a ser descanso y paz para los que se están cansados y agobiados. ¿para qué personas en concreto debo ser descanso y paz? ¿cómo lo voy a hacer? Lo pensamos y pedimos a Dios luz y fuerza para responder a esta llamada.
C. Siempre habríamos creído que ser cristiano es una tarea dura y exigente. Y de alguna manera es verdad. Pero también es cierto que el yugo de Jesús es llevadero y su carga ligera. Cualquier otro camino, a corto o a largo plazo, nos resulta más pesado, menos fecundo, más inútil.
Señor, yo también me siento, a veces, cansado y agobiado, abrumado, temeroso y abatido; a veces la carga que llevo a mis espaldas parece mayor que mis fuerzas.
Me pesa, Señor, la carga de mis obligaciones, la carga del "qué dirán", la carga de la incomprensión, la carga de mis errores...
Y tú, Jesús, me invitas a abandonar en ti mis agobios, a dejar caer los hombros, a sentir tu brazo sobre mis hombros liberados, a dejar atrás el esfuerzo en solitario y seguir adelante contigo...
Señor, llevas a tu espalda mis cargas y me pides que cargue con tu yugo, con el peso de los más pequeños, de los más sobrecargados y oprimidos.
Jesús, cuando tomo tu yugo y la carga de los hermanos, se produce un milagro: se alejan mis propias preocupaciones y me siento descansado, aliviado, animado...
Señor, a quién tengo que ayudar hoy, a quién he de aligerar su carga en este momento?
Oración inspirada en rezandovoy.org
------------------
Dicen que vienes,
y siempre es tiempo,
pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
y los enfermos.
Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 12 de diciembre de 2017
Martes 12 de diciembre
Martes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría? Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento, al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida, porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés, sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría? Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 11 de diciembre de 2017
Lunes 11 de diciembre
Lunes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús: enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando, quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso, Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
---------------------
No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y, separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro, delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús: enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando, quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso, Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
---------------------
No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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