Martes de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole: ¡Señor,
sálvanos, que nos hundimos! El les dijo: ¡Cobardes ! ¡Qué poca fe ! Se
puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces
hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras
parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios
porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha
nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio,
sino nuestra cobardía.
“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”
Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto
nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros
mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos
que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús
es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los
desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser
valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se
desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios
premia sus ansias y su amor, su fidelidad.
¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy
retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga
que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en
medio de la tempestad y de la noche.
Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote,
invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad
de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza
por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.
Adpatación de un texto de PARAMAHANSA YOGANANDA
-----------------------
Como viajeros perdidos y sin rumbo
en un desierto ardiente y sin agua,
a ti gritamos, Señor.
Como peregrinos con los pies destrozados
que no encuentran albergue,
a ti gritamos, Señor.
Como náufragos varados
en una costa abandonada,
a ti gritamos, Señor.
Como mendigos hambrientos
que extienden la mano para recibir alimento,
a ti gritamos, Señor.
Como ciegos sin lazarillo
que tropiezan con todo lo que hay en el camino,
a ti gritamos, Señor.
Como enfermos crónicos
que ya no saben qué es la salud,
a ti gritamos, Señor.
Como emigrantes sin papeles
en un país que no conocen,
a ti gritamos, Señor.
Como refugiados en campamentos
que pensaban eran lugar seguro,
a ti gritamos, Señor.
Como prisioneros inocentes
arrojados en cárcel húmeda y maloliente,
a ti gritamos, Señor.
Como pobres sin derechos
a los que nadie hace caso,
a ti gritamos, Señor.
Como personas desahuciadas de sus casas
por la prepotencia de unos y la desidia de otros,
a ti gritamos, Señor.
Como ciudadanos siempre olvidados
que no pueden ejercer sus derechos,
a ti gritamos, Señor.
Como personas torturadas
por haber acogido a otra de etnia distinta,
a ti gritamos, Señor.
Como los padres y madres que no pueden hacer nada
cuando les arrebatan sus hijos,
a ti gritamos, Señor.
Como el niño a quien roban su único trozo de pan
mientras sus padres yacen a su lado,
a ti gritamos, Señor.
Como el joven obligado a matar
para que no le maten,
a ti gritamos, Señor.
Como esa persona inocente
convertida en chivo expiatorio de nuestros desmanes,
a ti gritamos, Señor.
Como tú, Señor, que en lo alto de la cruz osaste gritar
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?",
a ti gritamos, Señor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 30 de junio de 2020
lunes, 29 de junio de 2020
Lunes 29 de junio
San Pedro y San Pablo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los Evangelios dejan clara la preponderancia de Pedro sobre los demás apóstoles. En el Evangelio de hoy, Pedro confiesa la fe en Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido por Jesús como la piedra sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por qué Jesús elige a Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para apacentar a su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.
2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e instituciones que le ayudan en su tarea.
Aunque el Evangelio de hoy no hable de San Pablo, hoy también celebramos su fiesta. San Pablo es el perseguidor convertido en evangelizador, el que lleva el Evangelio a nuevos pueblos, con nuevos lenguajes, el animador de las comunidades que fundaba...
Damos gracias a Dios por Pablo y por todos los evangelizadores que la Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por la Iglesia, para que no pierda pulso misionero, por nosotros mismos, para que seamos capaces de comunicar la fe que hemos recibido a las personas con las que convivimos.
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas, como llamaste a Pedro, un pescador sencillo, apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas conmigo y me llamas, Como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente, fanático, intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como él.
Te doy gracias por Pedro y por todas las personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro. Gracias a tu perdón, Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los Evangelios dejan clara la preponderancia de Pedro sobre los demás apóstoles. En el Evangelio de hoy, Pedro confiesa la fe en Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido por Jesús como la piedra sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por qué Jesús elige a Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para apacentar a su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.
2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e instituciones que le ayudan en su tarea.
Aunque el Evangelio de hoy no hable de San Pablo, hoy también celebramos su fiesta. San Pablo es el perseguidor convertido en evangelizador, el que lleva el Evangelio a nuevos pueblos, con nuevos lenguajes, el animador de las comunidades que fundaba...
Damos gracias a Dios por Pablo y por todos los evangelizadores que la Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por la Iglesia, para que no pierda pulso misionero, por nosotros mismos, para que seamos capaces de comunicar la fe que hemos recibido a las personas con las que convivimos.
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas, como llamaste a Pedro, un pescador sencillo, apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas conmigo y me llamas, Como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente, fanático, intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como él.
Te doy gracias por Pedro y por todas las personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro. Gracias a tu perdón, Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.
Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 28 de junio de 2020
Domingo 28 de junio
Domingo de la 13ª semana de tiempo ordinario A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 37‑42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno
de mí.
El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
Hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
Estamos llamados a acoger a los profetas, a los que actúan y hablan en nombre de Jesús. No quedaremos sin recompensa. Acoger a un profeta es acoger a Jesús, acoger su salvación, disfrutar de la vida que Él nos trae.
“Enséñanos a reconocer y a acoger a tus profetas”
Caminaré siempre en tu presencia
por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo de saber que eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras
Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables.
Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable
de mis caídas y tribulaciones.
Y enséñame a gozar en el camino
de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá
sin quedarme en las cunetas de los caminos.
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor,
mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones,
mis horas de amarguras.
Camina, Señor, conmigo;
Acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la donación,
alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida,
al gastarse en tu servicio. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 37‑42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno
de mí.
El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
Hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
Estamos llamados a acoger a los profetas, a los que actúan y hablan en nombre de Jesús. No quedaremos sin recompensa. Acoger a un profeta es acoger a Jesús, acoger su salvación, disfrutar de la vida que Él nos trae.
“Enséñanos a reconocer y a acoger a tus profetas”
Caminaré siempre en tu presencia
por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo de saber que eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras
Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables.
Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable
de mis caídas y tribulaciones.
Y enséñame a gozar en el camino
de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá
sin quedarme en las cunetas de los caminos.
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor,
mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones,
mis horas de amarguras.
Camina, Señor, conmigo;
Acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la donación,
alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida,
al gastarse en tu servicio. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 27 de junio de 2020
Sábado 27 de junio
Sábado de la 12ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.
El le contestó: Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve» , y va; al otro, «ven» , y viene; a mi criado, «haz esto» , y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Sorprendió a Jesús la fe la fe del centurión. Quedó admirado: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Relee el texto, imagina la escena, ponte en el lugar del centurión. Es impresionante.
La fe es la puerta por la que Dios se adentra en nuestras vidas, es la ventana por la que entra en el alma la luz y el calor del amor de Dios, es el permiso que Dios nos pide para poder hacer maravillas en nuestro corazón.
La fe es don de Dios. Un don que debemos pedir con insistencia.
La fe es un talento, un regalo que Dios ha puesto en nuestras manos para que pueda crecer con nuestro cuidado. La fe se alimenta en la comunidad cristiana, crece con la oración y la formación. Y sobre todo, la fe se desarrolla cuando nos la jugamos por Jesús y tenemos la experiencia de que Él nunca falla.
Aquel centurión no pedía para sí mismo, pedía para su criado. La fe es invencible cuando se une a la generosidad.
He oído hablar de Ti, Señor,
y ando tras tus pasos hace tiempo
porque me seducen tus caminos;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Te admiro en secreto,
te escucho a distancia,
te creo como a nadie he creído;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Ya sé que no hay castas ni clases,
que todos somos hermanos
a pesar de la cultura, de la etnia y el talle;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Sé que lo puedes hacer,
pues tu poder es más grande que mi querer.
Sabes que anhelo abrazarte y conocerte;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Agradezco que vengas a verme,
que quieras compartir techo,
costumbres, esperanzas y preocupaciones;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.
El le contestó: Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve» , y va; al otro, «ven» , y viene; a mi criado, «haz esto» , y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Sorprendió a Jesús la fe la fe del centurión. Quedó admirado: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Relee el texto, imagina la escena, ponte en el lugar del centurión. Es impresionante.
La fe es la puerta por la que Dios se adentra en nuestras vidas, es la ventana por la que entra en el alma la luz y el calor del amor de Dios, es el permiso que Dios nos pide para poder hacer maravillas en nuestro corazón.
La fe es don de Dios. Un don que debemos pedir con insistencia.
La fe es un talento, un regalo que Dios ha puesto en nuestras manos para que pueda crecer con nuestro cuidado. La fe se alimenta en la comunidad cristiana, crece con la oración y la formación. Y sobre todo, la fe se desarrolla cuando nos la jugamos por Jesús y tenemos la experiencia de que Él nunca falla.
Aquel centurión no pedía para sí mismo, pedía para su criado. La fe es invencible cuando se une a la generosidad.
He oído hablar de Ti, Señor,
y ando tras tus pasos hace tiempo
porque me seducen tus caminos;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Te admiro en secreto,
te escucho a distancia,
te creo como a nadie he creído;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Ya sé que no hay castas ni clases,
que todos somos hermanos
a pesar de la cultura, de la etnia y el talle;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Sé que lo puedes hacer,
pues tu poder es más grande que mi querer.
Sabes que anhelo abrazarte y conocerte;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Agradezco que vengas a verme,
que quieras compartir techo,
costumbres, esperanzas y preocupaciones;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 26 de junio de 2020
Viernes 26 de junio
Viernes de la 12ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: .
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio ! Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Se acercó un leproso: enfermo, marginado, necesitado de salud y de amistad. No lo tuvo fácil: se acercó rompiendo la ley que les prohibía aproximarse a las personas sanas.
“Señor, quiero acercarme a ti,
enséñame a reconocer mis enfermedades, del cuerpo y del alma
y dame fuerza para superar los obstáculos que me separan de ti”
Se arrodilló. Reconoció así su pequeñez y la grandeza de Jesús. Se arrodilló para pedir sin poder dar nada a cambio. Se arrodilló con humildad y confianza, ahogando el orgullo que le pudiera quedar.
¿Cómo te acercas tú a Jesús, con las actitudes del leproso? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Hace 2000 años, Jesús hizo el milagro. Hoy, ahora mismo, Jesús está deseando hacer un milagro contigo, con cada persona. Pídelo con fe. Y espera en el Señor. Él te dará mucho más de lo que pidas; su don desbordará tus expectativas.
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar";
de nuestros horizontes chatos;
de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo,
de la violencia con la que nos tratamos,
de la indiferencia incluso con los más cercanos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestras hipocresías,
de nuestros cansancios y desencantos,
de vivir como si no existieras,
de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Vos...
Si quieres Señor, puedes purificarnos...
de nuestras faltas de confianza,
de nuestras inseguridades,
de nuestro regateo de amor.
Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión,
despertarnos tus sueños,
fascinarnos con tu persona y con tu mensaje,
tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino,
hacernos disponibles a tu llamada.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 1-4
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: .
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio ! Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Se acercó un leproso: enfermo, marginado, necesitado de salud y de amistad. No lo tuvo fácil: se acercó rompiendo la ley que les prohibía aproximarse a las personas sanas.
“Señor, quiero acercarme a ti,
enséñame a reconocer mis enfermedades, del cuerpo y del alma
y dame fuerza para superar los obstáculos que me separan de ti”
Se arrodilló. Reconoció así su pequeñez y la grandeza de Jesús. Se arrodilló para pedir sin poder dar nada a cambio. Se arrodilló con humildad y confianza, ahogando el orgullo que le pudiera quedar.
¿Cómo te acercas tú a Jesús, con las actitudes del leproso? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Hace 2000 años, Jesús hizo el milagro. Hoy, ahora mismo, Jesús está deseando hacer un milagro contigo, con cada persona. Pídelo con fe. Y espera en el Señor. Él te dará mucho más de lo que pidas; su don desbordará tus expectativas.
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar";
de nuestros horizontes chatos;
de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo,
de la violencia con la que nos tratamos,
de la indiferencia incluso con los más cercanos...
Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestras hipocresías,
de nuestros cansancios y desencantos,
de vivir como si no existieras,
de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Vos...
Si quieres Señor, puedes purificarnos...
de nuestras faltas de confianza,
de nuestras inseguridades,
de nuestro regateo de amor.
Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión,
despertarnos tus sueños,
fascinarnos con tu persona y con tu mensaje,
tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino,
hacernos disponibles a tu llamada.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 25 de junio de 2020
Jueves 25 de junio
Jueves de la 12ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido.
Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron.
contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los letrados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy el Evangelio nos recuerda que ser cristiano es vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, es cumplir la voluntad de Dios en cada momento del día. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con rezar, con ir a misa... Olvidamos ser cristianos en la familia, en el lugar de estudio o trabajo, con los amigos... En definitiva, somos cristianos a ratos, cuando nos resulta más sencillo y menos arriesgado. Y ponemos mil excusas para justificarnos.
A veces nos asusta "cumplir la voluntad de Dios". Parece que vamos a perder nuestra libertad. Tenemos miedo de escuchar a Dios, no vaya a ser que nos pida hacer lo que no nos apetece. La experiencia de los que se fían de Dios y cumplen su palabra nos dice más bien lo contrario. Aunque parezca incomprensible para la razón, la experiencia nos enseña que cuanto más obedeces a Dios, más libre eres. ¿Ha habido alguien más obediente al Padre que Jesús? No. ¿Ha habido alguna persona más libre que Jesús? Nadie. ¿Queremos seguir su ejemplo? Pedimos al Espíritu que nos ayude a avanzar por este camino.
Siguiendo la voluntad de Dios, no estamos a salvo de vientos, lluvias y ríos desbordados. Los problemas llegan a todos. Es más, en ocasiones las dificultades vendrán precisamente por vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Entonces surgen las dudas y crecen las ganas de seguir otros caminos más fáciles... ¿Qué hacer? Confiar en Jesús: él está con nosotros y nuestra casa, nuestra vida no se hundirá.
Cantar tu nombre, Señor,
con palabras,
pero sobre todo con vida.
Contar tu historia, Señor,
con relatos,
pero sobre todo con vida.
Repetir tu enseñanza, Señor,
con historias,
pero sobre todo con vida.
Traer tu esperanza, Señor,
con promesas,
pero sobre todo con vida.
Construir tu Reino, Señor,
con proyectos,
pero ante todo con vida.
Porque una vida que te canta
y que te cuenta,
que te anuncia y te acerca,
es una vida plena.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido.
Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron.
contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los letrados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy el Evangelio nos recuerda que ser cristiano es vivir de acuerdo con la Palabra de Dios, es cumplir la voluntad de Dios en cada momento del día. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con rezar, con ir a misa... Olvidamos ser cristianos en la familia, en el lugar de estudio o trabajo, con los amigos... En definitiva, somos cristianos a ratos, cuando nos resulta más sencillo y menos arriesgado. Y ponemos mil excusas para justificarnos.
A veces nos asusta "cumplir la voluntad de Dios". Parece que vamos a perder nuestra libertad. Tenemos miedo de escuchar a Dios, no vaya a ser que nos pida hacer lo que no nos apetece. La experiencia de los que se fían de Dios y cumplen su palabra nos dice más bien lo contrario. Aunque parezca incomprensible para la razón, la experiencia nos enseña que cuanto más obedeces a Dios, más libre eres. ¿Ha habido alguien más obediente al Padre que Jesús? No. ¿Ha habido alguna persona más libre que Jesús? Nadie. ¿Queremos seguir su ejemplo? Pedimos al Espíritu que nos ayude a avanzar por este camino.
Siguiendo la voluntad de Dios, no estamos a salvo de vientos, lluvias y ríos desbordados. Los problemas llegan a todos. Es más, en ocasiones las dificultades vendrán precisamente por vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Entonces surgen las dudas y crecen las ganas de seguir otros caminos más fáciles... ¿Qué hacer? Confiar en Jesús: él está con nosotros y nuestra casa, nuestra vida no se hundirá.
Cantar tu nombre, Señor,
con palabras,
pero sobre todo con vida.
Contar tu historia, Señor,
con relatos,
pero sobre todo con vida.
Repetir tu enseñanza, Señor,
con historias,
pero sobre todo con vida.
Traer tu esperanza, Señor,
con promesas,
pero sobre todo con vida.
Construir tu Reino, Señor,
con proyectos,
pero ante todo con vida.
Porque una vida que te canta
y que te cuenta,
que te anuncia y te acerca,
es una vida plena.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 24 de junio de 2020
Miércoles 24 de junio
Nacimiento De San Juan Bautista
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Leyendo el Evangelio del Nacimiento de Juan Bautista llama la atención la importancia que se da al nombre del recién nacido.
Juan procede del hebreo Yo-hasnam, con el significado de "Dios es misericordioso". Otra etimología muy cercana es la de Jo-hanan o Jo-hannes, que significa "Dios está a mi favor".
Juan era el nombre que mejor reflejaba lo que significaba el nacimiento de aquel niño para sus padres. Dios ha cumplido su palabra: Isabel había tenido un hijo en su ancianidad. Sentían que el nacimiento de Juan era una bendición de Dios para ellos y para todo el pueblo.
Dios también bendice tu vida, es misericordioso contigo, con la humanidad. ¿Qué dices a Dios?
El mismo Jesús atestigua la importancia de San Juan Bautista: “Entre los nacidos de mujer, nadie más grande que Juan el Bautista". Por otra parte, es el único santo del que se celebra el nacimiento, coincidiendo con el solsticio de verano, cuando los días son más largos y las noches más cortas.
Recordemos algunos rasgos de su vida:
- Juan llama a la conversión: Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos... Dad, pues, fruto digno de conversión.
- No busca protagonismos: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
- Anuncia la venida del Mesías y señala su presencia: Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. He ahí el Cordero de Dios. He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
- No tiene miedo: Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
- Vivió la pobreza y la austeridad: Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
¿Qué te dice Dios a través de la vida de Juan Bautista? ¿Qué le dices?
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso.
Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás.
Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase.
Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices,
viviendo como hermanos que aman y se ayudan,
como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti,
que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas
que, con su presencia, su cariño y su palabra,
me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte.
Gracias por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan,
para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados,
yo sea una bendición para mi familia y mis amigos,
para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí.
Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu.
Tus manos de madre me acarician y protegen.
Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Leyendo el Evangelio del Nacimiento de Juan Bautista llama la atención la importancia que se da al nombre del recién nacido.
Juan procede del hebreo Yo-hasnam, con el significado de "Dios es misericordioso". Otra etimología muy cercana es la de Jo-hanan o Jo-hannes, que significa "Dios está a mi favor".
Juan era el nombre que mejor reflejaba lo que significaba el nacimiento de aquel niño para sus padres. Dios ha cumplido su palabra: Isabel había tenido un hijo en su ancianidad. Sentían que el nacimiento de Juan era una bendición de Dios para ellos y para todo el pueblo.
Dios también bendice tu vida, es misericordioso contigo, con la humanidad. ¿Qué dices a Dios?
El mismo Jesús atestigua la importancia de San Juan Bautista: “Entre los nacidos de mujer, nadie más grande que Juan el Bautista". Por otra parte, es el único santo del que se celebra el nacimiento, coincidiendo con el solsticio de verano, cuando los días son más largos y las noches más cortas.
Recordemos algunos rasgos de su vida:
- Juan llama a la conversión: Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos... Dad, pues, fruto digno de conversión.
- No busca protagonismos: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
- Anuncia la venida del Mesías y señala su presencia: Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. He ahí el Cordero de Dios. He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
- No tiene miedo: Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
- Vivió la pobreza y la austeridad: Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
¿Qué te dice Dios a través de la vida de Juan Bautista? ¿Qué le dices?
Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso.
Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás.
Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase.
Estás al lado de cada persona, de todas las personas.
Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices,
viviendo como hermanos que aman y se ayudan,
como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti,
que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.
Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas
que, con su presencia, su cariño y su palabra,
me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte.
Gracias por… (recuerdo sus nombres).
Señor, Tú me has llamado, como a Juan,
para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados,
yo sea una bendición para mi familia y mis amigos,
para mi comunidad cristiana y para el mundo.
Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí.
Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu.
Tus manos de madre me acarician y protegen.
Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 23 de junio de 2020
Martes 23 de junio
Martes de la 12ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha.
Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos. ¡Qué duras son las palabras de Jesús! Son tan duras como verdaderas. A veces ofrecemos lo mejor de nosotros mismos, los tesoros de nuestra fe, las perlas de nuestra intimidad a personas que, con culpa o sin ella, no están capacitadas para comprender, para acoger con respeto, para valorar el don que se les ofrece.
No nos quiere decir Jesús esas personas no merezcan nuestro amor. El amor debe ser generoso, pero no puede ser ciego, ha de ser inteligente. Un amor ciego no ayuda ni al amante ni al amado.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Para actuar así hay que ponerse en la piel del otro, descubrir las necesidades profundas y tratar de responder a esas necesidades. No significa simplemente dar a cada uno lo que pide. A veces necesitamos ánimo, otras veces freno; en algunas ocasiones precisamos comprensión, en otras crítica; hay momentos en los que nos hace bien un pellizco y en otros un caricia...
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Entrad por la puerta estrecha y avanzad por el camino angosto. Entrad porque conducen a la Vida.
¿Cómo son las puertas y el camino de tu vida? ¿A dónde conducen? ¿Qué le dices a Dios?
Mi equipaje será ligero,
para poder avanzar rápido.
Tendré que dejar tras de mí la carga inútil:
las dudas que paralizan
y no me dejan moverme.
Los temores que me impiden
saltar al vacío contigo.
Las cosas que me encadenan y me aseguran.
Tendré que dejar tras de mí
el espejo de mí mismo,
el “yo” como únicas gafas,
mi palabra ruidosa.
Y llevaré
todo aquello que no pesa:
Muchos nombres con su historia,
mil rostros en el recuerdo,
la vida en el horizonte,
proyectos para el camino.
Valor si tú me lo das,
amor que cura y no exige.
Tú como guía y maestro,
y una oración que te haga presente:
“A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío,
no me dejes. Enséñame tu camino,
Mira mi esfuerzo. Perdona mis faltas.
Ilumina mi vida, porque espero en ti".
José M. R. Olaizola
------------------
Son tantos los lugares recorridos
y tantos los sueños tenidos
creyendo y afirmando
que no hay más caminos
que aquellos que marca el caminante,
que hoy mi palabra duda y teme alzarse.
Pero desde este lugar en que me encuentro,
a veces sin rumbo y perdido,
a veces cansado y roto,
a veces triste y desilusionado,
a veces como al inicio,
te susurro y suplico:
Enséñame, Señor, tus caminos;
tus caminos verdaderos,
tus caminos desvelados y ofrecidos,
seguros, limpios y fraternos,
tus caminos de gracia, brisa y vida,
tus caminos más queridos,
tus caminos de "obligado cumplimiento",
tus caminos a contracorriente
de lo que la propaganda ofrece,
que se recorren en compañía
y nos dejan a la puerta de tu casa solariega.
Llévame por tus avenidas de paz y justicia,
por tus rotondas solidarias y humanas,
por tus autopistas de libertad y dignidad,
por tus cañadas de austeridad y pobreza,
por tus sendas de utopía y novedad,
y si es preciso, campo a través siguiendo tus huellas
y por la calle real de la compasión y misericordia.
Y que al llegar a la puerta de tu casa solariega
pueda lavarme y descansar en el umbral,
oír tu voz que me llama, y entrar
para comer y beber contigo
y sentirme hijo y hermano en el banquete
preparado por ti y tus amigos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas.
Entrad por la puerta estrecha.
Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas a los cerdos. ¡Qué duras son las palabras de Jesús! Son tan duras como verdaderas. A veces ofrecemos lo mejor de nosotros mismos, los tesoros de nuestra fe, las perlas de nuestra intimidad a personas que, con culpa o sin ella, no están capacitadas para comprender, para acoger con respeto, para valorar el don que se les ofrece.
No nos quiere decir Jesús esas personas no merezcan nuestro amor. El amor debe ser generoso, pero no puede ser ciego, ha de ser inteligente. Un amor ciego no ayuda ni al amante ni al amado.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Para actuar así hay que ponerse en la piel del otro, descubrir las necesidades profundas y tratar de responder a esas necesidades. No significa simplemente dar a cada uno lo que pide. A veces necesitamos ánimo, otras veces freno; en algunas ocasiones precisamos comprensión, en otras crítica; hay momentos en los que nos hace bien un pellizco y en otros un caricia...
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Entrad por la puerta estrecha y avanzad por el camino angosto. Entrad porque conducen a la Vida.
¿Cómo son las puertas y el camino de tu vida? ¿A dónde conducen? ¿Qué le dices a Dios?
Mi equipaje será ligero,
para poder avanzar rápido.
Tendré que dejar tras de mí la carga inútil:
las dudas que paralizan
y no me dejan moverme.
Los temores que me impiden
saltar al vacío contigo.
Las cosas que me encadenan y me aseguran.
Tendré que dejar tras de mí
el espejo de mí mismo,
el “yo” como únicas gafas,
mi palabra ruidosa.
Y llevaré
todo aquello que no pesa:
Muchos nombres con su historia,
mil rostros en el recuerdo,
la vida en el horizonte,
proyectos para el camino.
Valor si tú me lo das,
amor que cura y no exige.
Tú como guía y maestro,
y una oración que te haga presente:
“A ti, Señor, levanto mi alma, en ti confío,
no me dejes. Enséñame tu camino,
Mira mi esfuerzo. Perdona mis faltas.
Ilumina mi vida, porque espero en ti".
José M. R. Olaizola
------------------
Son tantos los lugares recorridos
y tantos los sueños tenidos
creyendo y afirmando
que no hay más caminos
que aquellos que marca el caminante,
que hoy mi palabra duda y teme alzarse.
Pero desde este lugar en que me encuentro,
a veces sin rumbo y perdido,
a veces cansado y roto,
a veces triste y desilusionado,
a veces como al inicio,
te susurro y suplico:
Enséñame, Señor, tus caminos;
tus caminos verdaderos,
tus caminos desvelados y ofrecidos,
seguros, limpios y fraternos,
tus caminos de gracia, brisa y vida,
tus caminos más queridos,
tus caminos de "obligado cumplimiento",
tus caminos a contracorriente
de lo que la propaganda ofrece,
que se recorren en compañía
y nos dejan a la puerta de tu casa solariega.
Llévame por tus avenidas de paz y justicia,
por tus rotondas solidarias y humanas,
por tus autopistas de libertad y dignidad,
por tus cañadas de austeridad y pobreza,
por tus sendas de utopía y novedad,
y si es preciso, campo a través siguiendo tus huellas
y por la calle real de la compasión y misericordia.
Y que al llegar a la puerta de tu casa solariega
pueda lavarme y descansar en el umbral,
oír tu voz que me llama, y entrar
para comer y beber contigo
y sentirme hijo y hermano en el banquete
preparado por ti y tus amigos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 22 de junio de 2020
Lunes 22 de junio
Lunes de la 12ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis y no os juzgarán.
Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dicen que todos los aficionados al fútbol tienen alma de seleccionador nacional. Pero parece que todavía tenemos más afición a ser jueces, jueces de los demás, por supuesto; jueces de lo que hacen, de lo que dicen, de lo que callan... Juzgamos la ropa y el peinado, las apariencias y el corazón, la alegría y la tristeza del vecino... Si somos clásicos juzgamos y criticamos a los más modernos, y viceversa.
No juzguéis y no seréis juzgados –dice el Señor-.
Padre bueno,
que nos descubriste, mediante tu Hijo,
la alegría del perdón,
la valentía del amor al enemigo,
el imperativo de "no juzgar",
te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro,
como haremos nosotros con las nuestras.
Así conseguiremos un libro blanco y limpio,
dispuesto para los mensajes de alegría,
de bondad, de fraternidad, de amor.
Haznos sentir el perdón
como un tesoro recibido de ti
y generador de convivencia pacifica,
hasta tal punto
que no necesitemos volver a reclamar,
porque todos los rencores
quedarán ahogados.
Tú, que nos conoces por dentro
y que podrías llenar mil páginas
con los fallos de nuestra biografía personal,
pero prefieres la indulgencia,
haznos capaces de imitarte
en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo,
tu hijo y Señor nuestro. Amen.
Qué bien está quitar la mota del ojo del prójimo si antes nos dejamos quitar la viga del nuestro. A veces parecemos estar muy dispuestos a ayudar a los demás, llenos de buena intención, olvidando que también nosotros necesitamos ayuda, conversión y curación. Amar y ser amados, curar y ser curados... Esta es nuestra vocación.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 1-5
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No juzguéis y no os juzgarán.
Porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: «Déjame que te saque la mota del ojo, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita: sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dicen que todos los aficionados al fútbol tienen alma de seleccionador nacional. Pero parece que todavía tenemos más afición a ser jueces, jueces de los demás, por supuesto; jueces de lo que hacen, de lo que dicen, de lo que callan... Juzgamos la ropa y el peinado, las apariencias y el corazón, la alegría y la tristeza del vecino... Si somos clásicos juzgamos y criticamos a los más modernos, y viceversa.
No juzguéis y no seréis juzgados –dice el Señor-.
Padre bueno,
que nos descubriste, mediante tu Hijo,
la alegría del perdón,
la valentía del amor al enemigo,
el imperativo de "no juzgar",
te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro,
como haremos nosotros con las nuestras.
Así conseguiremos un libro blanco y limpio,
dispuesto para los mensajes de alegría,
de bondad, de fraternidad, de amor.
Haznos sentir el perdón
como un tesoro recibido de ti
y generador de convivencia pacifica,
hasta tal punto
que no necesitemos volver a reclamar,
porque todos los rencores
quedarán ahogados.
Tú, que nos conoces por dentro
y que podrías llenar mil páginas
con los fallos de nuestra biografía personal,
pero prefieres la indulgencia,
haznos capaces de imitarte
en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo,
tu hijo y Señor nuestro. Amen.
Qué bien está quitar la mota del ojo del prójimo si antes nos dejamos quitar la viga del nuestro. A veces parecemos estar muy dispuestos a ayudar a los demás, llenos de buena intención, olvidando que también nosotros necesitamos ayuda, conversión y curación. Amar y ser amados, curar y ser curados... Esta es nuestra vocación.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 21 de junio de 2020
Domingo 21 de junio
Domingo de la 12ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 26‑33
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles :
—No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? y, sin embargo, ni uno sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Conocemos bien la historia de Jesús. Hemos leído muchas veces el Evangelio. Ya no nos sorprende que a Jesús lo llamaran Belzebú por expulsar demonios, y que a cambio de una vida entregada a los demás le dieran una cruz, tres clavos y una muerte cruel.
Sin embargo, nos sorprende mucho que cuando nos decidimos a hacer algo por la parroquia, por los pobres, por la comunidad de vecinos... comenzamos a recibir críticas injustas, malas caras, desprecios. Jesús nos advierte de esta realidad, para que no nos coja desprevenidos.
Pero, sobre todo, nos llama a la confianza. Dios cuida de nosotros, nos ama con todo el corazón. Ni siquiera se cae un cabello de nuestra cabeza sin que Dios lo permita. Es nuestro mejor seguro. Nunca nos fallará. Está de nuestra parta
¿Cómo te sientes cuando pagan tu compromiso con desprecios?
Pedimos a Dios que nos conceda ser fieles a la misión en esos momentos.
Damos gracias a Dios porque está siempre pendiente de nosotros.
Pedimos perdón por nuestra falta de confianza.
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 26‑33
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles :
—No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse.
Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que os digo al oído pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? y, sin embargo, ni uno sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Conocemos bien la historia de Jesús. Hemos leído muchas veces el Evangelio. Ya no nos sorprende que a Jesús lo llamaran Belzebú por expulsar demonios, y que a cambio de una vida entregada a los demás le dieran una cruz, tres clavos y una muerte cruel.
Sin embargo, nos sorprende mucho que cuando nos decidimos a hacer algo por la parroquia, por los pobres, por la comunidad de vecinos... comenzamos a recibir críticas injustas, malas caras, desprecios. Jesús nos advierte de esta realidad, para que no nos coja desprevenidos.
Pero, sobre todo, nos llama a la confianza. Dios cuida de nosotros, nos ama con todo el corazón. Ni siquiera se cae un cabello de nuestra cabeza sin que Dios lo permita. Es nuestro mejor seguro. Nunca nos fallará. Está de nuestra parta
¿Cómo te sientes cuando pagan tu compromiso con desprecios?
Pedimos a Dios que nos conceda ser fieles a la misión en esos momentos.
Damos gracias a Dios porque está siempre pendiente de nosotros.
Pedimos perdón por nuestra falta de confianza.
Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré hoy y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos,
también cuando el viento sople y tu barca corra peligro de hundirse.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
No temas. Siempre estaré contigo. Te lo prometo.
No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
No temas. Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
No temas. Confía en mí. Nunca te defraudaré.
Y comparte tu paz y tu esperanza con los que tienen miedo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 20 de junio de 2020
Sábado 20 de junio
Inmaculado corazón de María
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ningún ser humano ha tenido un corazón tan parecido al de Jesús como el de su madre. Releamos el texto del Evangelio de hoy para dejarnos contagiar por los sentimientos del corazón de María.
Imaginemos la escena: Jesús ha cumplido los doce años. Y entra con sus padres en el gran templo de Jerusalén. Los ojos de Jesús se fijan en los cambistas de monedas, en los vendedores de animales, en los sacerdotes, en los sacrificios de templo... Todo era nuevo para él. Siente curiosidad y algo más profundo: intuye que su misión tiene mucho que ver con todo aquello. En la cabeza de este muchacho despierto se agolpan las preguntas, busca respuestas y por eso, se acerca a los maestros.
Mientras tanto, la madre y el padre se dan cuenta de que su hijo no está con ellos. Sus corazones se preocupan, se ponen a buscar, hasta que lo encuentran. María lanza a Jesús un pequeño reproche y Jesús responde a la madre con palabras que María no puede comprender tan de golpe.
Una vez más, María no comprende, y una vez más María conserva en su corazón todo lo sucedido, y, con fe, espera que un día el Señor le revele el sentido de aquél momento, de aquellas palabras.
¿Qué te dice Dios a través del corazón de María? ¿Qué le dices?
Tú eres, María, la experiencia más bella del Evangelio. En ti Dios se ha hecho Noticia Buena para el hombre. Eres como la luz del alba que abre camino al Sol; eres esa estrella matutina que anuncia el Día. Eres la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra; la mujer joven que entra en el plan de Dios libre y gozosa. Eres estilo de vida, nuevo y fascinante en la Historia; eres, María, la virgen bella y fecunda de Nazaret.
Mi corazón joven se alegra ante tu presencia luminosa; mi corazón joven busca en el tuyo un camino de verdad; mi corazón joven se abre a tu vida limpia y profunda; mi corazón joven busca en tus ojos un camino de libertad. Me siento feliz porque eres madre y eres virgen; me siento feliz porque eres como un lago profundo de paz; me siento feliz porque eres limpia como la luz de las estrellas: me siento feliz porque eres libre como agua del manantial.
Eras joven, María, cuando revolucionaste la Historia; eras joven cuando Dios, de puntillas, llamó a tu puerta; eras joven cuando dijiste “sí” a su proyecto de vida; eras joven cuando diste decidida, a su plan, respuesta. Eras joven y te abriste a Dios como la flor al sol; eras joven y dejaste a Dios que entrara libre en tu tienda; eras joven y tus alas alzaron el vuelo hasta la cumbre; eras joven y en tu vida, con Dios, entró el ritmo de la fiesta.
Tu corazón joven dijo: ¿Cómo podrá ser eso? ¿Cómo? Tu corazón joven dijo: He aquí la esclava; he aquí. Tu corazón joven dijo: Mi alma glorifica al Señor, mi alma. Tu corazón joven dijo: Hágase en mí según tu Palabra; tu Palabra. Tu corazón joven dijo: Tus caminos son mis caminos, mis caminos. Tu corazón joven dijo: ¿qué quieres, Señor, q yo haga? Tu corazón joven dijo: Tu proyecto es mi proyecto; mi proyecto. Tu corazón joven dijo: Me alegro en el Dios que me salva.
Gracias, María, por tu corazón bueno y disponible. Gracias, María, por tu corazón de ojos limpios y puros. Gracias, María, por tu corazón sincero y transparente. Gracias, María, por tu corazón claro y luminoso. Gracias, María, por tu corazón sencillo y humilde. Gracias, María, por tu corazón lleno de luz y de amor. Gracias, María, por tu corazón abierto al infinito. Gracias, María, por tu corazón joven, sencillamente, joven.
Aquí me tienes, en busca de un camino de libertad y fe. Aquí me tienes, en busca de un proyecto de vida. Aquí me tienes, en busca de Alguien en quien dejar mi amor. Aquí me tienes, en busca de semillas de alegría. Aquí me tienes, en busca de paz y de bien. Aquí me tienes, en busca de un sendero de justicia. Aquí me tienes, en busca del rostro del Dios vivo. Aquí me tienes, en busca de la libertad perdida.
¡Gloria a ti, María, Casa donde Dios mora! ¡Gloria a ti, María, Madre de Cristo y Madre mía!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
-«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ningún ser humano ha tenido un corazón tan parecido al de Jesús como el de su madre. Releamos el texto del Evangelio de hoy para dejarnos contagiar por los sentimientos del corazón de María.
Imaginemos la escena: Jesús ha cumplido los doce años. Y entra con sus padres en el gran templo de Jerusalén. Los ojos de Jesús se fijan en los cambistas de monedas, en los vendedores de animales, en los sacerdotes, en los sacrificios de templo... Todo era nuevo para él. Siente curiosidad y algo más profundo: intuye que su misión tiene mucho que ver con todo aquello. En la cabeza de este muchacho despierto se agolpan las preguntas, busca respuestas y por eso, se acerca a los maestros.
Mientras tanto, la madre y el padre se dan cuenta de que su hijo no está con ellos. Sus corazones se preocupan, se ponen a buscar, hasta que lo encuentran. María lanza a Jesús un pequeño reproche y Jesús responde a la madre con palabras que María no puede comprender tan de golpe.
Una vez más, María no comprende, y una vez más María conserva en su corazón todo lo sucedido, y, con fe, espera que un día el Señor le revele el sentido de aquél momento, de aquellas palabras.
¿Qué te dice Dios a través del corazón de María? ¿Qué le dices?
Tú eres, María, la experiencia más bella del Evangelio. En ti Dios se ha hecho Noticia Buena para el hombre. Eres como la luz del alba que abre camino al Sol; eres esa estrella matutina que anuncia el Día. Eres la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra; la mujer joven que entra en el plan de Dios libre y gozosa. Eres estilo de vida, nuevo y fascinante en la Historia; eres, María, la virgen bella y fecunda de Nazaret.
Mi corazón joven se alegra ante tu presencia luminosa; mi corazón joven busca en el tuyo un camino de verdad; mi corazón joven se abre a tu vida limpia y profunda; mi corazón joven busca en tus ojos un camino de libertad. Me siento feliz porque eres madre y eres virgen; me siento feliz porque eres como un lago profundo de paz; me siento feliz porque eres limpia como la luz de las estrellas: me siento feliz porque eres libre como agua del manantial.
Eras joven, María, cuando revolucionaste la Historia; eras joven cuando Dios, de puntillas, llamó a tu puerta; eras joven cuando dijiste “sí” a su proyecto de vida; eras joven cuando diste decidida, a su plan, respuesta. Eras joven y te abriste a Dios como la flor al sol; eras joven y dejaste a Dios que entrara libre en tu tienda; eras joven y tus alas alzaron el vuelo hasta la cumbre; eras joven y en tu vida, con Dios, entró el ritmo de la fiesta.
Tu corazón joven dijo: ¿Cómo podrá ser eso? ¿Cómo? Tu corazón joven dijo: He aquí la esclava; he aquí. Tu corazón joven dijo: Mi alma glorifica al Señor, mi alma. Tu corazón joven dijo: Hágase en mí según tu Palabra; tu Palabra. Tu corazón joven dijo: Tus caminos son mis caminos, mis caminos. Tu corazón joven dijo: ¿qué quieres, Señor, q yo haga? Tu corazón joven dijo: Tu proyecto es mi proyecto; mi proyecto. Tu corazón joven dijo: Me alegro en el Dios que me salva.
Gracias, María, por tu corazón bueno y disponible. Gracias, María, por tu corazón de ojos limpios y puros. Gracias, María, por tu corazón sincero y transparente. Gracias, María, por tu corazón claro y luminoso. Gracias, María, por tu corazón sencillo y humilde. Gracias, María, por tu corazón lleno de luz y de amor. Gracias, María, por tu corazón abierto al infinito. Gracias, María, por tu corazón joven, sencillamente, joven.
Aquí me tienes, en busca de un camino de libertad y fe. Aquí me tienes, en busca de un proyecto de vida. Aquí me tienes, en busca de Alguien en quien dejar mi amor. Aquí me tienes, en busca de semillas de alegría. Aquí me tienes, en busca de paz y de bien. Aquí me tienes, en busca de un sendero de justicia. Aquí me tienes, en busca del rostro del Dios vivo. Aquí me tienes, en busca de la libertad perdida.
¡Gloria a ti, María, Casa donde Dios mora! ¡Gloria a ti, María, Madre de Cristo y Madre mía!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 19 de junio de 2020
Viernes 19 de junio
Sagrado Corazón de Jesús A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El corazón representa la sede de los sentimientos. Hoy queremos adentrarnos en las profundidades del corazón de Jesús, queremos conocer y saborear un poco mejor sus sentimientos, para que los nuestros sean cada vez más parecidos a los suyos.
En el corazón de Jesús ocupan un lugar especial la gente sencilla, los mansos y humildes de corazón, las personas que están solas y sufren, que no disfrutan la cercanía del Padre y el calor de los hermanos.
¿Qué sentimientos ocupan tu corazón? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El corazón de Jesús no se contenta con el lamento, es un corazón capaz de movilizar las piernas, de agudizar la visión, de poner en marcha la cabeza. para aliviar cargas, agobios, cansancios... El amor de Jesús es creativo, imaginativo, busca el camino más adecuado para encontrar a las ovejas perdidas.
¿Cómo es tu amor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús se alegra al contemplar la acción del Padre en la gente sencilla. ¿Cuál es la razón de tu alegría? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Me acerco a ti porque necesito respiro
y confío en tu palabra de maestro y amigo:
Venid a mí todos los que estáis abrumados
y no sabéis disfrutar el necesario descanso.
En el diario vivir dame, Señor, tu paz,
tu paz de resucitado siempre prometida.
En medio del ajetreo de cada día
enséñame a vivir con serenidad.
Que no me agobie, que no me estrese,
que no me abrume, que no me queme.
Que no me sienta urgido a llevar
cargas o yugos que doblan la espalda.
Que nada me turbe en este mundo en crisis;
que me sienta seguro en tu regazo día y noche.
Que no sea demasiado ambicioso en el trabajo
ni egoísta ni rácano con el descanso necesario.
Que nada me altere y malhumore:
ni la fatiga psíquica ni los fallos morales.
Que no me exija demasiado para estar contigo
ni lo haga a quienes quiero y viven a mi lado.
Contigo a mi lado, Señor y hermano,
que nunca me sienta sobrecargado,
pues las espaldas dobladas o mojadas
te duelen en tus entrañas humanas.
Y porque tu yugo es ligero y llevadero,
gracias te doy por haberme invadido
y revelado tu rostro y evangelio.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El corazón representa la sede de los sentimientos. Hoy queremos adentrarnos en las profundidades del corazón de Jesús, queremos conocer y saborear un poco mejor sus sentimientos, para que los nuestros sean cada vez más parecidos a los suyos.
En el corazón de Jesús ocupan un lugar especial la gente sencilla, los mansos y humildes de corazón, las personas que están solas y sufren, que no disfrutan la cercanía del Padre y el calor de los hermanos.
¿Qué sentimientos ocupan tu corazón? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
El corazón de Jesús no se contenta con el lamento, es un corazón capaz de movilizar las piernas, de agudizar la visión, de poner en marcha la cabeza. para aliviar cargas, agobios, cansancios... El amor de Jesús es creativo, imaginativo, busca el camino más adecuado para encontrar a las ovejas perdidas.
¿Cómo es tu amor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús se alegra al contemplar la acción del Padre en la gente sencilla. ¿Cuál es la razón de tu alegría? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Me acerco a ti porque necesito respiro
y confío en tu palabra de maestro y amigo:
Venid a mí todos los que estáis abrumados
y no sabéis disfrutar el necesario descanso.
En el diario vivir dame, Señor, tu paz,
tu paz de resucitado siempre prometida.
En medio del ajetreo de cada día
enséñame a vivir con serenidad.
Que no me agobie, que no me estrese,
que no me abrume, que no me queme.
Que no me sienta urgido a llevar
cargas o yugos que doblan la espalda.
Que nada me turbe en este mundo en crisis;
que me sienta seguro en tu regazo día y noche.
Que no sea demasiado ambicioso en el trabajo
ni egoísta ni rácano con el descanso necesario.
Que nada me altere y malhumore:
ni la fatiga psíquica ni los fallos morales.
Que no me exija demasiado para estar contigo
ni lo haga a quienes quiero y viven a mi lado.
Contigo a mi lado, Señor y hermano,
que nunca me sienta sobrecargado,
pues las espaldas dobladas o mojadas
te duelen en tus entrañas humanas.
Y porque tu yugo es ligero y llevadero,
gracias te doy por haberme invadido
y revelado tu rostro y evangelio.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 18 de junio de 2020
Jueves 18 de junio
Jueves de la 11ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.
No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.
Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.
Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En la oración, no son necesarias muchas palabras. Dios sabe lo que necesitamos…
No puedo abrumarte
con tercos argumentos
ni con obsesivas oraciones,
para que me concedas
salud para servirte,
vida larga para hacer más cosas,
honra para encontrar
las puertas abiertas,
abundantes recursos
para ser más eficiente.
No puedo pedir tampoco
sufrimientos
presumiendo de mis fuerzas,
como si tú necesitases
una cuota de dolor
para concedernos
las cosas necesarias.
Yo sólo quiero pedirte
lo que tú siempre me ofreces,
tu amor y tu gracia
que engendran vida,
pero pueden llevar a la muerte
por defender a los asaltados,
que crean salud,
pero pueden llevar a perderla
en el servicio de los débiles,
que nos hacen amables,
pero pueden provocar
descalificación social
por no amoldarnos a las leyes,
que fructifican la tierra
con todos los bienes necesarios,
pero pueden dejarnos sin nada
por hacernos hermanos
de los echados de tu mundo.
Yo sólo quiero pedirte
tu amor y tu gracia.
Que los acoja en mí
como la última verdad
y que mi corazón diga:
«Me basta». [EE. EE. 234]
Pocas explicaciones necesita el Padre nuestro. Te proponemos que los reces despacio una vez y después te centres en aquellas palabras en las que hayas encontrado consuelo, o sentido una llamada, o te hayan provocado alguna resistencia interior.
Si quieres, puedes leer el Padrenuestro de Dios, compuesto por José Luis Martín Descalzo:
"Hijo mío, que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado.
Yo conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo.
No, no estás solo, sino habitado por Mí, y juntos construimos este Reino del que tú vas a ser el heredero.
Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente.
Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.
Sabes que perdono todas tus ofensas antes incluso de que las cometas, por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.
Para que nunca caigas en la tentación tómate fuertemente de mi mano y yo te libraré del mal pobre y querido hijo mío."
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando recéis no uséis muchas palabras como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.
No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis.
Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.
Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros.
Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En la oración, no son necesarias muchas palabras. Dios sabe lo que necesitamos…
No puedo abrumarte
con tercos argumentos
ni con obsesivas oraciones,
para que me concedas
salud para servirte,
vida larga para hacer más cosas,
honra para encontrar
las puertas abiertas,
abundantes recursos
para ser más eficiente.
No puedo pedir tampoco
sufrimientos
presumiendo de mis fuerzas,
como si tú necesitases
una cuota de dolor
para concedernos
las cosas necesarias.
Yo sólo quiero pedirte
lo que tú siempre me ofreces,
tu amor y tu gracia
que engendran vida,
pero pueden llevar a la muerte
por defender a los asaltados,
que crean salud,
pero pueden llevar a perderla
en el servicio de los débiles,
que nos hacen amables,
pero pueden provocar
descalificación social
por no amoldarnos a las leyes,
que fructifican la tierra
con todos los bienes necesarios,
pero pueden dejarnos sin nada
por hacernos hermanos
de los echados de tu mundo.
Yo sólo quiero pedirte
tu amor y tu gracia.
Que los acoja en mí
como la última verdad
y que mi corazón diga:
«Me basta». [EE. EE. 234]
Pocas explicaciones necesita el Padre nuestro. Te proponemos que los reces despacio una vez y después te centres en aquellas palabras en las que hayas encontrado consuelo, o sentido una llamada, o te hayan provocado alguna resistencia interior.
Si quieres, puedes leer el Padrenuestro de Dios, compuesto por José Luis Martín Descalzo:
"Hijo mío, que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado.
Yo conozco perfectamente tu nombre y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo.
No, no estás solo, sino habitado por Mí, y juntos construimos este Reino del que tú vas a ser el heredero.
Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente.
Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy, no te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos.
Sabes que perdono todas tus ofensas antes incluso de que las cometas, por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden.
Para que nunca caigas en la tentación tómate fuertemente de mi mano y yo te libraré del mal pobre y querido hijo mío."
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 17 de junio de 2020
Miércoles 17 de junio
Miércoles 11ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente.
Os aseguro que ya han recibido su paga.
Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan.
Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Señor nos pide que vayamos afinando cada vez más el comportamiento. Con el comportamiento se afinará también el corazón. No se trata solamente de hacer el bien y evitar el mal, se trata de hacer el bien (el ayuno, la limosna y la oración) de forma discreta, sin buscar ser vistos, reconocidos, aplaudidos...
Si no luchamos contra la búsqueda del reconocimiento, acabaremos siendo esclavos del aplauso y haremos solamente aquello que nos reporte algún tipo de beneficio, nuestro amor ira perdiendo los quilates de la gratuidad ... y al fin, no dejaremos sitio en el corazón para Dios.
En cambio, si vamos educándonos en la escuela de la gratuidad, si no sabe la mano izquierda lo que hace la derecha, la oración y las relaciones con las personas crecerán en calidad. Disfrutaremos de una felicidad más honda, menos pasajera, más cristiana.
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente.
Os aseguro que ya han recibido su paga.
Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan.
Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Señor nos pide que vayamos afinando cada vez más el comportamiento. Con el comportamiento se afinará también el corazón. No se trata solamente de hacer el bien y evitar el mal, se trata de hacer el bien (el ayuno, la limosna y la oración) de forma discreta, sin buscar ser vistos, reconocidos, aplaudidos...
Si no luchamos contra la búsqueda del reconocimiento, acabaremos siendo esclavos del aplauso y haremos solamente aquello que nos reporte algún tipo de beneficio, nuestro amor ira perdiendo los quilates de la gratuidad ... y al fin, no dejaremos sitio en el corazón para Dios.
En cambio, si vamos educándonos en la escuela de la gratuidad, si no sabe la mano izquierda lo que hace la derecha, la oración y las relaciones con las personas crecerán en calidad. Disfrutaremos de una felicidad más honda, menos pasajera, más cristiana.
Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.
Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.
Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.
Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.
Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.
Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.
Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.
Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.
Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 16 de junio de 2020
Martes 16 de junio
Martes de la 11ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es tan fácil de entender como difícil de vivir. Pero es posible hacerlo realidad si lo pedimos insistentemente en la oración y nos empeñamos cada día en cumplirlo.
Pedimos perdón por nuestros pecados contra el amor y la paz.
Damos gracias a Dios por su amor gratuito y fiel,
porque nos ama cuando incluso cuando nos alejamos de Él,
cuando hacemos daño a sus hijos, nuestros hermanos,
porque perdona a los que lo están matando
calienta con el sol de su amor a malos y buenos
y manda la lluvia de su misericordia sobre justos e injustos
Damos gracias por el don de su Espíritu, Espíritu de amor,
y por todas las personas pacíficas y pacificadoras.
Nos empeñamos en apropiarnos de todo
y nos quedamos solo con la frustración.
Queremos programar cada instante
pero la vida se nos escapa de las manos.
Nos gustaría conocerlo todo
y nos descubrimos los más ignorantes.
Soñamos con triunfar en cada proyecto
pero el fracaso nos devuelve a nuestro sitio.
Lo tuyo es dar, darte, sin calcular.
Lo nuestro es recibir, acoger, sin preguntar.
Sólo me conozco al mirarme en Ti.
Eres el manantial del que todo brota,
donde veo la primera luz y empiezo a correr.
Eres el mar, donde todo acaba
hacia allá me dirijo, en Ti quiero descansar.
Javier Montes, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es tan fácil de entender como difícil de vivir. Pero es posible hacerlo realidad si lo pedimos insistentemente en la oración y nos empeñamos cada día en cumplirlo.
Pedimos perdón por nuestros pecados contra el amor y la paz.
Damos gracias a Dios por su amor gratuito y fiel,
porque nos ama cuando incluso cuando nos alejamos de Él,
cuando hacemos daño a sus hijos, nuestros hermanos,
porque perdona a los que lo están matando
calienta con el sol de su amor a malos y buenos
y manda la lluvia de su misericordia sobre justos e injustos
Damos gracias por el don de su Espíritu, Espíritu de amor,
y por todas las personas pacíficas y pacificadoras.
Nos empeñamos en apropiarnos de todo
y nos quedamos solo con la frustración.
Queremos programar cada instante
pero la vida se nos escapa de las manos.
Nos gustaría conocerlo todo
y nos descubrimos los más ignorantes.
Soñamos con triunfar en cada proyecto
pero el fracaso nos devuelve a nuestro sitio.
Lo tuyo es dar, darte, sin calcular.
Lo nuestro es recibir, acoger, sin preguntar.
Sólo me conozco al mirarme en Ti.
Eres el manantial del que todo brota,
donde veo la primera luz y empiezo a correr.
Eres el mar, donde todo acaba
hacia allá me dirijo, en Ti quiero descansar.
Javier Montes, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 15 de junio de 2020
Lunes 15 de junio
Lunes de la 11ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente».
Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia.
Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús sabe que a la violencia sólo se le puede ganar a fuerza de amor, al egoísmo con el poder de la generosidad, y al odio a base de perdón. Este es el camino que Jesús nos presenta en su Evangelio.
“Perdona y cura la violencia, el egoísmo y el odio de mi corazón.
Gracias por presentarme tu otra mejilla,
por darme no sólo la túnica, sino tu propia vida,,
por acompañarme, aún cuando quiero caminar solo,
por darme, aún antes de pedirte nada,
por no rehuirme y hacerte una y mil veces el encontradizo.
Enséñame a ser como Tú, Señor”
Poner la otra mejilla es
- amar al que no te corresponde,
- trabajar por los demás a cambio de rechazos
- ofrecer la amistad a quien te odia
- seguir intentándolo cuando un proyecto sale mal
Poner la mejilla es un don de Dios que tenemos que pedir y una tarea en la que debemos empeñarnos cada día.
¿A quiénes, en qué momentos debo poner la otra mejilla? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Elige amar en vez de odiar,
crear en vez de destruir,
perseverar en vez de claudicar,
alabar en vez de criticar,
curar en vez de herir,
reconciliar en vez de pelear,
enseñar en vez de esconder,
compartir en vez de robar,
actuar en vez de aplazar,
crecer en vez de conservar,
comprender en vez de juzgar,
unir en vez de separar,
alumbrar en vez de esconder,
bendecir en vez de blasfemar,
compartir en vez de almacenar,
sembrar en vez de cosechar...
y en vez de morir vivirás.
Y sabrás por qué mi palabra es palabra de vida
y mi evangelio buena noticia;
por qué de nada sirve, aunque se estile,
echar a vestido viejo remiendo de paño nuevo
y vino nuevo en odres viejos.
Deja ya de soñar en rebajas,
en normas y en trampas legales,
y no intentes comprar el reino de mi Padre.
No te arrastres bajo el peso de la ley;
corre libremente impulsado por el amor.
Y, en vez de morir, ¡vive!
¡Empieza a ser cristiano!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 38-42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente».
Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia.
Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñalo dos; a quien te pide, dale; y al que te pide prestado, no lo rehuyas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús sabe que a la violencia sólo se le puede ganar a fuerza de amor, al egoísmo con el poder de la generosidad, y al odio a base de perdón. Este es el camino que Jesús nos presenta en su Evangelio.
“Perdona y cura la violencia, el egoísmo y el odio de mi corazón.
Gracias por presentarme tu otra mejilla,
por darme no sólo la túnica, sino tu propia vida,,
por acompañarme, aún cuando quiero caminar solo,
por darme, aún antes de pedirte nada,
por no rehuirme y hacerte una y mil veces el encontradizo.
Enséñame a ser como Tú, Señor”
Poner la otra mejilla es
- amar al que no te corresponde,
- trabajar por los demás a cambio de rechazos
- ofrecer la amistad a quien te odia
- seguir intentándolo cuando un proyecto sale mal
Poner la mejilla es un don de Dios que tenemos que pedir y una tarea en la que debemos empeñarnos cada día.
¿A quiénes, en qué momentos debo poner la otra mejilla? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Elige amar en vez de odiar,
crear en vez de destruir,
perseverar en vez de claudicar,
alabar en vez de criticar,
curar en vez de herir,
reconciliar en vez de pelear,
enseñar en vez de esconder,
compartir en vez de robar,
actuar en vez de aplazar,
crecer en vez de conservar,
comprender en vez de juzgar,
unir en vez de separar,
alumbrar en vez de esconder,
bendecir en vez de blasfemar,
compartir en vez de almacenar,
sembrar en vez de cosechar...
y en vez de morir vivirás.
Y sabrás por qué mi palabra es palabra de vida
y mi evangelio buena noticia;
por qué de nada sirve, aunque se estile,
echar a vestido viejo remiendo de paño nuevo
y vino nuevo en odres viejos.
Deja ya de soñar en rebajas,
en normas y en trampas legales,
y no intentes comprar el reino de mi Padre.
No te arrastres bajo el peso de la ley;
corre libremente impulsado por el amor.
Y, en vez de morir, ¡vive!
¡Empieza a ser cristiano!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 14 de junio de 2020
Domingo 14 de junio
Corpus Christi A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6, 51‑59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
—Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hoy es la fiesta de la Eucaristía.
Buen día para agradecer de corazón al Señor el regalo de la comunidad cristiana reunida para celebrar cada domingo la fe, para mostrar a Dios nuestra gratitud por el regalo de su Palabra, para alabar a Jesucristo que quiere saciar nuestra hambre y nuestra sed con los mejores manjares: su propio Cuerpo y su misma sangre.
Buen día para revisar nuestra participación en la Eucaristía, y para pedir perdón por todo aquello que nos impide disfrutarla de verdad: la rutina, la desgana, la falta de preparación, la prisa ...
Buen día para pensar cómo vivimos la Eucaristía cuando no estamos en la Iglesia. ¿Somos mujeres y hombre de comunión? ¿Escuchamos a Dios en las personas? Ofrecemos al Señor los cinco panes y los dos peces de nuestro tiempo, nuestros saberes, de nuestra vida para que Él pueda multiplicarlos en bien del mundo?
Y recuerda que el Señor te espera no sólo en la Eucaristía de cada domingo o de cada día. Él está presente de una forma especial en el Sagrario de cada Iglesia.
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Seré vuestro camino de vida,
la luz que alumbre vuestras noches y días,
el agua que os refresque en vuestras fatigas,
la puerta que os dé entrada y acogida,
la raíz vitalizadora de todas vuestras empresas,
el amigo y guía que siempre os hará compañía...
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Pero también seré, y que no os pille de sorpresa,
el fuego que acrisola vuestro ser y pertenencias,
el viento que os empuja siempre fuera,
la verdad que rompe todos vuestros esquemas,
el ladrón que os adelgaza y aligera
y el Señor que os quiere en la tierra.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Y esta es la fórmula de mi definitiva alianza
con vosotros y la Humanidad entera:
vosotros seréis mi cuerpo visible
y mi sangre que da vida;
y yo seré el pan que os alimenta
y el vino que os alegra e ilusiona.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Yo alimentaré vuestro cuerpo
y vuestra esperanza desestimada.
Yo mantendré vuestra llama y amor
y os haré fuertes contra el dolor.
Yo os invito a crecer y madurar
hasta llegar a la sazón.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Vosotros elevaréis, allí donde viváis,
el signo de un Dios comprometido con todos,
siendo pan hecho carne,
vino convertido en sangre,
palabra corporal y verdadera
y encarnación en nuestra historia.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
¡Misterio de intimidad humana y divina!
Vosotros seréis, en adelante, mi pascua,
mi presencia tierna y salvadora,
mi encarnación en la tierra,
la buena noticia que todos anhelan,
la primicia de lo que os espera.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Mis brazos para estrechar soledades,
mi boca para clamar contra seculares injusticias
que se clavan en la carne de los más débiles,
mis pies para salir tras los perdidos y olvidados,
mi corazón para latir al unísono
con todos los corazones que desfallecen.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa-.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Florentino Ulibarri
Compartimos dos poemas, uno para dar gracias a Dios por hacerse pan y vino; y otro que nos ayude a ser pan y vino para los demás:
Señor, cuanto agradezco que me digas
lo que me dices, sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado,
como el sol se derrama en las espigas.
Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia, que bendice al prado,
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.
Señor, cuanto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único amor que hay en mi vida.
Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.
José María Fernández Nieto
----------------------------------
Sencillo quiero ser como Tú eres.
El alma transparente como el día;
la voz sin falsear y la mirada
profunda como el mar, pero serena.
No herir, pero inquietar a cada humano
que acuda a preguntarme por tus señas.
Amar, amar, amar, darme a mí mismo
de balde cada día y sin respuesta.
Ser puente y no llegada, ser camino
que se anda y que se olvida, ser ventana
al campo de tus ojos y quererte.
Descanso quiero ser, vaso de vino
de Dios para los hombres cuando vengan
con polvo sobre el alma de buscarte.
Valentín Arteaga
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6, 51‑59
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí:
—¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo:
—Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hoy es la fiesta de la Eucaristía.
Buen día para agradecer de corazón al Señor el regalo de la comunidad cristiana reunida para celebrar cada domingo la fe, para mostrar a Dios nuestra gratitud por el regalo de su Palabra, para alabar a Jesucristo que quiere saciar nuestra hambre y nuestra sed con los mejores manjares: su propio Cuerpo y su misma sangre.
Buen día para revisar nuestra participación en la Eucaristía, y para pedir perdón por todo aquello que nos impide disfrutarla de verdad: la rutina, la desgana, la falta de preparación, la prisa ...
Buen día para pensar cómo vivimos la Eucaristía cuando no estamos en la Iglesia. ¿Somos mujeres y hombre de comunión? ¿Escuchamos a Dios en las personas? Ofrecemos al Señor los cinco panes y los dos peces de nuestro tiempo, nuestros saberes, de nuestra vida para que Él pueda multiplicarlos en bien del mundo?
Y recuerda que el Señor te espera no sólo en la Eucaristía de cada domingo o de cada día. Él está presente de una forma especial en el Sagrario de cada Iglesia.
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Seré vuestro camino de vida,
la luz que alumbre vuestras noches y días,
el agua que os refresque en vuestras fatigas,
la puerta que os dé entrada y acogida,
la raíz vitalizadora de todas vuestras empresas,
el amigo y guía que siempre os hará compañía...
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Pero también seré, y que no os pille de sorpresa,
el fuego que acrisola vuestro ser y pertenencias,
el viento que os empuja siempre fuera,
la verdad que rompe todos vuestros esquemas,
el ladrón que os adelgaza y aligera
y el Señor que os quiere en la tierra.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Y esta es la fórmula de mi definitiva alianza
con vosotros y la Humanidad entera:
vosotros seréis mi cuerpo visible
y mi sangre que da vida;
y yo seré el pan que os alimenta
y el vino que os alegra e ilusiona.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Yo alimentaré vuestro cuerpo
y vuestra esperanza desestimada.
Yo mantendré vuestra llama y amor
y os haré fuertes contra el dolor.
Yo os invito a crecer y madurar
hasta llegar a la sazón.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Vosotros elevaréis, allí donde viváis,
el signo de un Dios comprometido con todos,
siendo pan hecho carne,
vino convertido en sangre,
palabra corporal y verdadera
y encarnación en nuestra historia.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
¡Misterio de intimidad humana y divina!
Vosotros seréis, en adelante, mi pascua,
mi presencia tierna y salvadora,
mi encarnación en la tierra,
la buena noticia que todos anhelan,
la primicia de lo que os espera.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Mis brazos para estrechar soledades,
mi boca para clamar contra seculares injusticias
que se clavan en la carne de los más débiles,
mis pies para salir tras los perdidos y olvidados,
mi corazón para latir al unísono
con todos los corazones que desfallecen.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa-.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Florentino Ulibarri
Compartimos dos poemas, uno para dar gracias a Dios por hacerse pan y vino; y otro que nos ayude a ser pan y vino para los demás:
Señor, cuanto agradezco que me digas
lo que me dices, sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado,
como el sol se derrama en las espigas.
Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia, que bendice al prado,
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.
Señor, cuanto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único amor que hay en mi vida.
Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.
José María Fernández Nieto
----------------------------------
Sencillo quiero ser como Tú eres.
El alma transparente como el día;
la voz sin falsear y la mirada
profunda como el mar, pero serena.
No herir, pero inquietar a cada humano
que acuda a preguntarme por tus señas.
Amar, amar, amar, darme a mí mismo
de balde cada día y sin respuesta.
Ser puente y no llegada, ser camino
que se anda y que se olvida, ser ventana
al campo de tus ojos y quererte.
Descanso quiero ser, vaso de vino
de Dios para los hombres cuando vengan
con polvo sobre el alma de buscarte.
Valentín Arteaga
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 13 de junio de 2020
Sábado 13 de junio. San Antonio de Padua
Sábado de la 10ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no juró ser fiel a la misión que había recibido y sin embargo la cumplió con tanta fidelidad que aceptó la muerte en la cruz. María no juró. Dijo: “Hágase en mi según tu palabra”. Y estas palabras fueron el resumen de toda su vida.
“Gracias Señor por ser fiel a tu palabra, a tu amor”
“Perdona y cura nuestra inconstancia, nuestra débil voluntad”
Jesús no quiere que hagamos juramentos. Es más, nos dice que son cosa del maligno. Pero pide que en nuestras palabras y en nuestra vida reine la verdad. Somos débiles para mantener en secreto una confidencia, para mantener la palabra dada, un compromiso ...
“Perdona Señor mi falta de palabra”
“Dame fuerza para mantener nuestros compromisos”
“Gracias por las personas que se esfuerzan por vivir en la verdad”
Señor, hazme buscador incansable de la verdad,
que no me conforme con mis verdades,
que me abra a las verdades de los hermanos
y a la Verdad con mayúscula que Tú me ofreces;
que cada día descubra quién eres Tú,
quién soy yo para ti y para el mundo.
Que no me deje engañar por la propaganda interesada,
al servicio de los más poderosos.
Que abra los ojos a la realidad del mundo,
con sus luces, sus sombras y sus esperanzas.
Señor, hazme servidor y testigo de la verdad;
que hable con sinceridad, pero sin dogmatismos,
que hable con convicción, pero sin vanidad.
que hable con sencillez, pero sin demagogia.
Que no hable como los fanáticos que tratan de imponer su verdad;
tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella.
Que nunca utilice la verdad para atacar a los demás
y sepa defenderla para el bien de los pobres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 33-37
En aquel tiempo, dijo, Jesús a sus discípulos: Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor».
Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey.
Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.
A vosotros os basta decir sí o no.
Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no juró ser fiel a la misión que había recibido y sin embargo la cumplió con tanta fidelidad que aceptó la muerte en la cruz. María no juró. Dijo: “Hágase en mi según tu palabra”. Y estas palabras fueron el resumen de toda su vida.
“Gracias Señor por ser fiel a tu palabra, a tu amor”
“Perdona y cura nuestra inconstancia, nuestra débil voluntad”
Jesús no quiere que hagamos juramentos. Es más, nos dice que son cosa del maligno. Pero pide que en nuestras palabras y en nuestra vida reine la verdad. Somos débiles para mantener en secreto una confidencia, para mantener la palabra dada, un compromiso ...
“Perdona Señor mi falta de palabra”
“Dame fuerza para mantener nuestros compromisos”
“Gracias por las personas que se esfuerzan por vivir en la verdad”
Señor, hazme buscador incansable de la verdad,
que no me conforme con mis verdades,
que me abra a las verdades de los hermanos
y a la Verdad con mayúscula que Tú me ofreces;
que cada día descubra quién eres Tú,
quién soy yo para ti y para el mundo.
Que no me deje engañar por la propaganda interesada,
al servicio de los más poderosos.
Que abra los ojos a la realidad del mundo,
con sus luces, sus sombras y sus esperanzas.
Señor, hazme servidor y testigo de la verdad;
que hable con sinceridad, pero sin dogmatismos,
que hable con convicción, pero sin vanidad.
que hable con sencillez, pero sin demagogia.
Que no hable como los fanáticos que tratan de imponer su verdad;
tampoco como los funcionarios que la defienden por obligación aunque no crean en ella.
Que nunca utilice la verdad para atacar a los demás
y sepa defenderla para el bien de los pobres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 12 de junio de 2020
Viernes 12 de junio
Viernes de 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 27-32
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos invita evitar ocasiones de peligro, a purificar todas las impurezas internas y externas, más graves y más leves. Todo pecado nos aparta de Dios, nos rompe por dentro, nos separa de los hermanos, retrasa la plena manifestación del Reino de Dios. No podemos perder el “respeto” al pecado. Si minusvaloramos sus efectos, nos vence. No olvidemos que el pecado sabe camuflarse en apariencias de bondad.
¿Cuáles son los pecados que más suelo cometer? ¿Qué ocasiones me llevan a pecar? ¿Qué tendría que quitar de mi vida para llevar una vida más conforme a la voluntad de Dios?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porqué tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acúerdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies del peligro.
Gloria al Padre.....
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 27-32
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.»
Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos invita evitar ocasiones de peligro, a purificar todas las impurezas internas y externas, más graves y más leves. Todo pecado nos aparta de Dios, nos rompe por dentro, nos separa de los hermanos, retrasa la plena manifestación del Reino de Dios. No podemos perder el “respeto” al pecado. Si minusvaloramos sus efectos, nos vence. No olvidemos que el pecado sabe camuflarse en apariencias de bondad.
¿Cuáles son los pecados que más suelo cometer? ¿Qué ocasiones me llevan a pecar? ¿Qué tendría que quitar de mi vida para llevar una vida más conforme a la voluntad de Dios?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, enséñame tus caminos
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porqué tú eres mi Dios y mi Salvador,
y todo el día estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acúerdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies del peligro.
Gloria al Padre.....
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 11 de junio de 2020
Jueves 11 de junio
San Bernabé
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10,7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este Evangelio nos ayuda a comprender la vida de San Bernabé y nos muestra un estilo de vida que también nosotros hemos de vivir. Nos fijamos en tres aspectos:
1. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla. ¿Cómo vamos a anunciar que nuestro tesoro es Dios y la fe, si estamos todo el día preocupados por el dinero, por nuestras cosas?
“Señor, haznos pobres y austeros”
“En Ti confiamos. Tú eres nuestra riqueza”
“Perdona y cura nuestro afán de poseer”
2. Quedaos en la casa donde vayáis. El Evangelio no se anuncia en un día, ni en dos, ni en un año. Hay que tener paciencia. Todos necesitamos tiempo para comprender y acoger la Buena Noticia.
“Haznos, Señor, pacientes y confiados”
“Perdona y cura nuestra impaciencia”
“Gracias Señor por las personas que saben esperar”
3. Si alguno no os recibe, cuando salgáis de su casa sacudid el polvo de los pies. Es necesaria la paciencia ¡imprescindible! con todos aquellos que quieren avanzar. Pero no podemos perder el tiempo con los que se cierran al mensaje del Evangelio una y otra vez.
“Señor, haznos lúcidos para saber en cada momento
lo que tenemos que hacer”
“Enséñanos a saber retirarnos sin rencor”
Vamos, amigo,
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro
en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.
Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?
Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie
Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10,7-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
-«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este Evangelio nos ayuda a comprender la vida de San Bernabé y nos muestra un estilo de vida que también nosotros hemos de vivir. Nos fijamos en tres aspectos:
1. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla. ¿Cómo vamos a anunciar que nuestro tesoro es Dios y la fe, si estamos todo el día preocupados por el dinero, por nuestras cosas?
“Señor, haznos pobres y austeros”
“En Ti confiamos. Tú eres nuestra riqueza”
“Perdona y cura nuestro afán de poseer”
2. Quedaos en la casa donde vayáis. El Evangelio no se anuncia en un día, ni en dos, ni en un año. Hay que tener paciencia. Todos necesitamos tiempo para comprender y acoger la Buena Noticia.
“Haznos, Señor, pacientes y confiados”
“Perdona y cura nuestra impaciencia”
“Gracias Señor por las personas que saben esperar”
3. Si alguno no os recibe, cuando salgáis de su casa sacudid el polvo de los pies. Es necesaria la paciencia ¡imprescindible! con todos aquellos que quieren avanzar. Pero no podemos perder el tiempo con los que se cierran al mensaje del Evangelio una y otra vez.
“Señor, haznos lúcidos para saber en cada momento
lo que tenemos que hacer”
“Enséñanos a saber retirarnos sin rencor”
Vamos, amigo,
no te calles ni te achantes,
que has de brillar
como fuego nocturno,
como faro
en la tormenta,
con luz
que nace en la hoguera de Dios.
Vamos, amigo,
no te rindas ni te pares,
que hay quien espera,
anhelante, que compartas
lo que Otro te ha regalado.
¿Aún no has descubierto
que eres rico para darte a manos llenas?
¿Aún no has caído en la cuenta
de la semilla que, en ti,
crece pujante
fértil, poderosa,
y dará frutos de vida y evangelio?
Vamos, amigo.
Ama a todos
con amor único y diferente,
déjate en el anuncio
la voz y las fuerzas,
ríe con la risa contagiosa
de las personas felices,
llora las lágrimas
valientes del que afronta la intemperie
Hasta el último día,
hasta la última gota,
hasta el último verso.
En nombre de Aquel
que pasó por el mundo
amando primero.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 10 de junio de 2020
Miércoles 10 de junio
Miércoles de la 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús actúa con libertad y en ocasiones se salta la ley: no respeta el descanso del sábado, habla a solas con la samaritana... Pero nunca incumple los preceptos por capricho o por conveniencia propia. No ha venido a anular la ley, sino a darle plenitud, a perfeccionarla, para que responda mejor a la voluntad de Dios, para que sea más útil a las personas.
La ley de Dios no esclaviza, da libertad, es camino de felicidad, de salvación.
Tu palabra, Señor, es buena noticia,
semilla fecunda, tesoro escondido,
manantial de agua fresca, luz en las tinieblas,
pregunta que cautiva, historia de vida,
compromiso sellado, y no letra muerta.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, está en el Evangelio,
en nuestras entrañas, en el silencio,
en los pobres, en la historia,
en los hombres de bien, en cualquier esquina
y en tu Iglesia, también en la naturaleza.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, llega a nosotros
por tu Iglesia abierta, por los mártires y profetas,
por los teólogos y catequistas, por las comunidades vivas,
por nuestros padres y familias, por quienes creen en ella,
por tus seguidores, y también por gente de fuera.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, hace de nosotros
personas nuevas, sal y levadura,
comunidad de hermanos, Iglesia sin fronteras,
pueblo solidario con todos los derechos humanos,
y zona liberada de tu Reino.
Alabado seas por tu palabra.
Podemos rezar con las palabras del salmo 118:
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.
¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor;
tu voluntad es mi delicia.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas:
no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús actúa con libertad y en ocasiones se salta la ley: no respeta el descanso del sábado, habla a solas con la samaritana... Pero nunca incumple los preceptos por capricho o por conveniencia propia. No ha venido a anular la ley, sino a darle plenitud, a perfeccionarla, para que responda mejor a la voluntad de Dios, para que sea más útil a las personas.
La ley de Dios no esclaviza, da libertad, es camino de felicidad, de salvación.
Tu palabra, Señor, es buena noticia,
semilla fecunda, tesoro escondido,
manantial de agua fresca, luz en las tinieblas,
pregunta que cautiva, historia de vida,
compromiso sellado, y no letra muerta.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, está en el Evangelio,
en nuestras entrañas, en el silencio,
en los pobres, en la historia,
en los hombres de bien, en cualquier esquina
y en tu Iglesia, también en la naturaleza.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, llega a nosotros
por tu Iglesia abierta, por los mártires y profetas,
por los teólogos y catequistas, por las comunidades vivas,
por nuestros padres y familias, por quienes creen en ella,
por tus seguidores, y también por gente de fuera.
Alabado seas por tu palabra.
Tu palabra, Señor, hace de nosotros
personas nuevas, sal y levadura,
comunidad de hermanos, Iglesia sin fronteras,
pueblo solidario con todos los derechos humanos,
y zona liberada de tu Reino.
Alabado seas por tu palabra.
Podemos rezar con las palabras del salmo 118:
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor,
enséñame tus leyes.
Mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca;
mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidaré tus palabras.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón;
guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos,
y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa
que hiciste a tus fieles.
¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira.
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie,
ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor;
tu voluntad es mi delicia.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 9 de junio de 2020
M;artes 9 de junio
Martes de la 10ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su vida. El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad, de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos...
Sin embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz de nada. Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de la corriente, en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos envía. Es posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? Esta oración, inspirada en un texto de Mahatma Ghandi, nos puede ayudar:
Enséñame a ser sal de la tierra y luz del mundo.
Ayúdame a regalar una sonrisa a quien nunca la ha tenido.
a hacer volar un rayo de sol hasta allí donde reina la noche.
a descubrir una fuente y hacer que se bañe en ella quien vive en el fango.
a tomar una lágrima y ponerla en el rostro de quien nunca ha llorado.
a tomar el valor y ponerlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
a descubrir la vida y contársela a quien no sabe captarla.
a tomar la esperanza y compartirla con quien se siente fracasado
a tomar la bondad y dásela a quien no sabe dar.
a acoger el Amor y darselo a conocer al mundo. Amén.
----------------
Infinito el mar,
la playa inmensa,
inúndanos con tus olas
ahóganos con tu amor
y cuando la marea baje
sea la sal nuestra prenda.
Infinito el sol,
claridad inmensa,
báñanos con tu luz,
haznos arder como un fuego,
ponga calor en el frío
y abrase todas las sombras.
Infinito el mar,
infinito el sol,
signos, Señor,
del amor que se entrega.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 13-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una vela para ponerla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesucristo nos ha traído la mejor sal y la luz más clara: su Evangelio, su vida. El Evangelio de Jesús da sabor de esperanza, de fraternidad, de fe al mundo. La vida de Jesús ilumina nuestra existencia y nos ayuda a descubrir cómo somos en realidad y cómo podríamos ser...
“Gracias Señor por ser la sal de mi vida”
“A veces no me dejo iluminar por ti. Perdóname”
“Que no me aparte nunca de tu luz, Señor”
Pero la sal y la luz de Jesucristo no son sólo para nuestro disfrute personal. Él nos dice: Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo. Tu parroquia ha de ser sal y luz en el barrio, tú tienes que ser sal y luz en medio de tu familia, de tus amigos...
Sin embargo, en muchas ocasiones nos parece que no podemos ser sal y luz de nada. Nos paraliza nuestra pequeñez, nuestros pecados... No da miedo ir en contra de la corriente, en contra de una corriente muy fuerte. Jesús conoce nuestra debilidad y sabe bien de la fuerza del mal, pero confía en nosotros y nos envía. Es posible ser sal y luz desde la pequeñez. Si confiamos y nos apoyamos en Él, su fuerza se manifestará en nuestra debilidad.
¿Cómo eres y cómo podrías ser sal y luz? Esta oración, inspirada en un texto de Mahatma Ghandi, nos puede ayudar:
Enséñame a ser sal de la tierra y luz del mundo.
Ayúdame a regalar una sonrisa a quien nunca la ha tenido.
a hacer volar un rayo de sol hasta allí donde reina la noche.
a descubrir una fuente y hacer que se bañe en ella quien vive en el fango.
a tomar una lágrima y ponerla en el rostro de quien nunca ha llorado.
a tomar el valor y ponerlo en el ánimo de quien no sabe luchar.
a descubrir la vida y contársela a quien no sabe captarla.
a tomar la esperanza y compartirla con quien se siente fracasado
a tomar la bondad y dásela a quien no sabe dar.
a acoger el Amor y darselo a conocer al mundo. Amén.
----------------
Infinito el mar,
la playa inmensa,
inúndanos con tus olas
ahóganos con tu amor
y cuando la marea baje
sea la sal nuestra prenda.
Infinito el sol,
claridad inmensa,
báñanos con tu luz,
haznos arder como un fuego,
ponga calor en el frío
y abrase todas las sombras.
Infinito el mar,
infinito el sol,
signos, Señor,
del amor que se entrega.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)