Solemnidad de Pentecostés A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20, 19‑23.
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los
discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los
judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la solemnidad de Pentecostés, la fiesta del Espíritu. La alegría de la Pascua se hace más plena por el don del Espíritu.
Jesús quiere dar a nuestro pobre corazón el Espíritu del Amor, a nuestra
cabeza el Espíritu de Sabiduría, a nuestra débil voluntad, el Espíritu
de Fortaleza, y para liberarnos del miedo, el Espíritu de la valentía...
El Espíritu Santo es nuestro defensor, nos la paz, nos hace testigos de su misericordia y su perdón.
Demos gracias a Dios por el don que se nos ofrece y abramos de par en
par nuestra vida para que el Espíritu Santo penetre hasta lo más
profundo de nuestra existencia.
A tiempo y a destiempo,
en cualquier lugar,
a cualquier hora,
con el viento de espalda
o un huracán a la contra;
alegre o afligido,
sereno o exaltado,
descansado o exhausto,
lleva el Amor por bandera.
No cejes en el intento
de compartir la justicia.
No acomodes la Palabra
en nombre de la prudencia,
no adulteres la esperanza,
proclama la Vida plena
de quien con su voz nos llama
y con su historia nos llena.
No niegues que eres apóstol,
no olvides que eres profeta,
portador de una noticia
que ha de atravesar la guerra,
que ha de romper las paredes
y ha de fecundar la tierra.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
----------------------
Mi paz os dejo, mi paz os doy...
fue tu saludo sincero,
tu palabra entrañable
y tu buena noticia más visible
para todos lo que encontraste.
A nosotros nos cuesta recordarlo,
entenderlo y aceptarlo,
y más aún darlo y gustarlo,
pues somos egoístas,
engreídos y orgullosos.
Hoy que tanto nos cuesta convivir
con los que son diferentes,
con los inmigrantes,
con los que cuestionan nuestra paz
al buscar la suya simplemente...
Hoy que tanto nos cuesta respetar
la creación,
asumir la historia
y vivir en paz
con los otros y con nosotros mismos...
Hoy que tanto nos cuesta abrir
las puertas y ventanas
de nuestro ser, Iglesia y casa,
y que nos hemos habituado
al secretismo, doblez y oscuridad...
Hoy que tanto nos cuesta besar
y curar las llagas
que siempre acompañan
a nuestros hermanos más débiles
todos los días de la semana...
Susúrranos nuevamente tu saludo,
tu palabra entrañable,
tu buena noticia más visible;
y danos tu Espíritu
para ser fieles y felices.
Haznos personas de paz:
que podamos conocerla,
cultivarla, recrearla
gustarla, compartirla
y transmitirla.
Florentino Ulibarri
--------------------
Secuencia de la fiesta de Pentecostés
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo
que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 31 de mayo de 2020
sábado, 30 de mayo de 2020
Sábado 30 de mayo
Sábado de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 21,20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?" Al verlo, Pedro dice a Jesús: "Señor, y éste ¿qué?" Jesús le contesta: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme." Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?"
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Muchas veces, cuando descubrimos que alguien sigue un camino distinto al nuestro, vacilamos, nos quejamos... Y Jesús nos tiene que repetir: ¿a ti qué? Tú sígueme.
A cada uno el Señor nos marca un camino. No hay ninguno igual, tampoco hay uno más importante que otro. Sólo es más importante el camino que se recorre con más amor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque eres bueno
porque tu misericordia es infinita
Has puesto tu mirada en mí, Dios de amor.
¡Que puedo decirte si Tú me conoces del todo!
Me he quedado mudo ante tu presencia
porque soy poca cosa y, sin embargo, me amas.
Al más infiel de tus siervos
muestras tu mirada de amor
y le dices: ¡Levántate! ¡Sígueme!
Y yo, escuché tu voz y confié en ti.
Señor confío en ti, porque tú eres amor,
justicia y misericordia infinita.
El Evangelio ha sido escrito para dar testimonio del amor de Dios Padre que se ha manifestado en la vida, muerte y resurrección de Jesús, con el don del Espíritu Santo.
Nuestra vida ha de ser como un libro abierto donde todos puedan leer que tenemos un Padre con un corazón lleno de amor, un Hermano que nos ha mostrado con su cruz y resurrección el camino de la vida y una Fuerza para superar los obstáculos y avanzar hacia el Padre.
Cuando la inquietud nos lleva una y otra vez
a las tareas de siempre con esperanza nueva,
a encarnarnos donde no se estila,
Tú estás con nosotros,
aunque te creamos ausente.
Cuando remamos a oscuras en medio de la noche,
y nos sentimos cansados y solos
al ver nuestras redes vacías,
Tú estás presente,
aunque nuestros ojos no sepan reconocerte.
De madrugada, cuando la luz vence a las tinieblas,
después de una jornada larga y monótona,
Tú estás en la orilla,
para iluminar nuestras sombras
y hacernos nuevas propuestas.
Cuando las redes se nos llenan .
y la vida llega en abundancia,
Tú estás abriendo nuestro horizonte;
somos capaces de reconocer tu presencia
y saltar al agua sin nada encima.
A la hora de comer,
preparada la mesa,
Tú bendices la comida
y, mientras compartimos y miramos,
todos sabemos que eres el amigo de siempre.
Cuando tomas la palabra y me preguntas,
en público o en privado, si te amo,
Tú sabes que te quiero;
y, aunque me lleves a donde no me gusta,
extiendo mis manos para agarrar las tuyas.
------------------------
Ven Espíritu de Gracia,
quebranta el corazón endurecido,
derriba las barreras de mi alma,
destierra las tormentas al olvido.
Desata los nudos que en mi vida
encadenan mis horas al pasado,
libera las sonrisas escondidas
y arranca de mi carne su pecado.
Suelta mi lengua para la alabanza,
extiende mi mente a tu memoria,
ensancha el corazón para que abra
las puertas de mi ser para tu Gloria.
Abre mis oídos a tu canto,
unge mis manos y mi frente,
fortalece mis piernas, Fuego Santo
para correr al lugar donde tu quieres.
¡Impúlsame! torbellino y arrebato
huracanado con tus siete dones
al mundo que adolece de tu encanto
y desata los carismas que en mi escondes.
Muéleme en el fragor de tu tormenta
e ilumina mis ojos por las noches;
toma en tus llamas mi vida toda entera
y quémala en el mar de tus fulgores.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 21,20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?" Al verlo, Pedro dice a Jesús: "Señor, y éste ¿qué?" Jesús le contesta: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme." Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: "Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?"
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Muchas veces, cuando descubrimos que alguien sigue un camino distinto al nuestro, vacilamos, nos quejamos... Y Jesús nos tiene que repetir: ¿a ti qué? Tú sígueme.
A cada uno el Señor nos marca un camino. No hay ninguno igual, tampoco hay uno más importante que otro. Sólo es más importante el camino que se recorre con más amor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque eres bueno
porque tu misericordia es infinita
Has puesto tu mirada en mí, Dios de amor.
¡Que puedo decirte si Tú me conoces del todo!
Me he quedado mudo ante tu presencia
porque soy poca cosa y, sin embargo, me amas.
Al más infiel de tus siervos
muestras tu mirada de amor
y le dices: ¡Levántate! ¡Sígueme!
Y yo, escuché tu voz y confié en ti.
Señor confío en ti, porque tú eres amor,
justicia y misericordia infinita.
El Evangelio ha sido escrito para dar testimonio del amor de Dios Padre que se ha manifestado en la vida, muerte y resurrección de Jesús, con el don del Espíritu Santo.
Nuestra vida ha de ser como un libro abierto donde todos puedan leer que tenemos un Padre con un corazón lleno de amor, un Hermano que nos ha mostrado con su cruz y resurrección el camino de la vida y una Fuerza para superar los obstáculos y avanzar hacia el Padre.
Cuando la inquietud nos lleva una y otra vez
a las tareas de siempre con esperanza nueva,
a encarnarnos donde no se estila,
Tú estás con nosotros,
aunque te creamos ausente.
Cuando remamos a oscuras en medio de la noche,
y nos sentimos cansados y solos
al ver nuestras redes vacías,
Tú estás presente,
aunque nuestros ojos no sepan reconocerte.
De madrugada, cuando la luz vence a las tinieblas,
después de una jornada larga y monótona,
Tú estás en la orilla,
para iluminar nuestras sombras
y hacernos nuevas propuestas.
Cuando las redes se nos llenan .
y la vida llega en abundancia,
Tú estás abriendo nuestro horizonte;
somos capaces de reconocer tu presencia
y saltar al agua sin nada encima.
A la hora de comer,
preparada la mesa,
Tú bendices la comida
y, mientras compartimos y miramos,
todos sabemos que eres el amigo de siempre.
Cuando tomas la palabra y me preguntas,
en público o en privado, si te amo,
Tú sabes que te quiero;
y, aunque me lleves a donde no me gusta,
extiendo mis manos para agarrar las tuyas.
------------------------
Ven Espíritu de Gracia,
quebranta el corazón endurecido,
derriba las barreras de mi alma,
destierra las tormentas al olvido.
Desata los nudos que en mi vida
encadenan mis horas al pasado,
libera las sonrisas escondidas
y arranca de mi carne su pecado.
Suelta mi lengua para la alabanza,
extiende mi mente a tu memoria,
ensancha el corazón para que abra
las puertas de mi ser para tu Gloria.
Abre mis oídos a tu canto,
unge mis manos y mi frente,
fortalece mis piernas, Fuego Santo
para correr al lugar donde tu quieres.
¡Impúlsame! torbellino y arrebato
huracanado con tus siete dones
al mundo que adolece de tu encanto
y desata los carismas que en mi escondes.
Muéleme en el fragor de tu tormenta
e ilumina mis ojos por las noches;
toma en tus llamas mi vida toda entera
y quémala en el mar de tus fulgores.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 29 de mayo de 2020
Viernes 29 de mayo
Viernes de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le contesta: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Él le dice: "Pastorea mis ovejas." Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras." Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Lee de nuevo el Evangelio y sustituye el nombre de Pedro por el tuyo. Escucha a Jesús. Él conoce tus pecados y todas tus buenas intenciones. Te pregunta, te habla con cariño y espera tu respuesta.
¿Me amas más que éstos?
¿Me amas?
¿Me quieres?
Apacienta mis corderos
Otro te llevará a donde no quieras
Sígueme.
“Señor, tú lo sabes todo,
sabes que te amo con todas las fuerzas de mi pobre corazón,
sabes que soy capaz de jugármela por ti ahora
y gritar que no te conozco dentro de un rato.
Así soy Señor: débil y fuerte a la vez.
Así es mi corazón: valiente y cobarde a un tiempo.
Mis días son cartas de amor y egoísmo barajadas.
Sé que me quieres, Señor,
y que nada ni nadie puede separar tu amor de mi pobreza.
Te doy gracias porque cuentas conmigo Señor
para cuidar a tus hijos, para mostrarles tu amor.
Te seguiré, Señor, envíame,
aunque me ciñan las incomprensiones
y me conduzcan al dolor que menos quiero,
Gracias, Señor, por poder vivir contigo esta historia de amor.”
-----------------------------
Oh llama que ardes sin consumir el leño,
que calientas, iluminas, invades y enamoras.
Oh amor enamorado que abrasas y devoras
Desde las entrañas mismas de mis sueños.
Erupción de eternidad que desde las profundidades de mi alma
todo lo llenas y sometiéndome me embriagas;
saciedad de un deseo de Amor que no se apaga;
dulzura, paz y gozo de un peregrino del Amor buscando calma.
Santidad que en el beso de tu presencia encuentras
un pecador abierto desde las profundidades de su nada
ofreciendo la pobreza de un alma simplemente enamorada
que en busca de tu abrazo se entregó y abrió sus puertas.
Cumple tu obra y termina de quemar lo que quemaste,
consume de una vez la vida que en un rapto me robaste,
termina en el Amor que no se apaga la obra que empezaste
y en fuego dos seremos uno en un abrazo interminable.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 21,15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" Él le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis corderos." Por segunda vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Él le contesta: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero." Él le dice: "Pastorea mis ovejas." Por tercera vez le pregunta: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero." Jesús le dice: "Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras." Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: "Sígueme."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Lee de nuevo el Evangelio y sustituye el nombre de Pedro por el tuyo. Escucha a Jesús. Él conoce tus pecados y todas tus buenas intenciones. Te pregunta, te habla con cariño y espera tu respuesta.
¿Me amas más que éstos?
¿Me amas?
¿Me quieres?
Apacienta mis corderos
Otro te llevará a donde no quieras
Sígueme.
“Señor, tú lo sabes todo,
sabes que te amo con todas las fuerzas de mi pobre corazón,
sabes que soy capaz de jugármela por ti ahora
y gritar que no te conozco dentro de un rato.
Así soy Señor: débil y fuerte a la vez.
Así es mi corazón: valiente y cobarde a un tiempo.
Mis días son cartas de amor y egoísmo barajadas.
Sé que me quieres, Señor,
y que nada ni nadie puede separar tu amor de mi pobreza.
Te doy gracias porque cuentas conmigo Señor
para cuidar a tus hijos, para mostrarles tu amor.
Te seguiré, Señor, envíame,
aunque me ciñan las incomprensiones
y me conduzcan al dolor que menos quiero,
Gracias, Señor, por poder vivir contigo esta historia de amor.”
-----------------------------
Oh llama que ardes sin consumir el leño,
que calientas, iluminas, invades y enamoras.
Oh amor enamorado que abrasas y devoras
Desde las entrañas mismas de mis sueños.
Erupción de eternidad que desde las profundidades de mi alma
todo lo llenas y sometiéndome me embriagas;
saciedad de un deseo de Amor que no se apaga;
dulzura, paz y gozo de un peregrino del Amor buscando calma.
Santidad que en el beso de tu presencia encuentras
un pecador abierto desde las profundidades de su nada
ofreciendo la pobreza de un alma simplemente enamorada
que en busca de tu abrazo se entregó y abrió sus puertas.
Cumple tu obra y termina de quemar lo que quemaste,
consume de una vez la vida que en un rapto me robaste,
termina en el Amor que no se apaga la obra que empezaste
y en fuego dos seremos uno en un abrazo interminable.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 28 de mayo de 2020
Jueves 28 de mayo
Jueves de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La oración de Jesús es la de un enamorado. Sus palabras hablan de nosotros con delicadeza y ternura. Lee despacio este Evangelio y siente la caricia de Jesús, que sigue rezando al Padre por ti, por todos los creyentes.
“Señor, gracias por poder sentir la caricia de tu amor”
“Perdona nuestras palabras agresivas, amenazantes”
Jesús reza por los suyos. Su oración es el reflejo de su vida entregada a los demás. Un hombre que lo da todo, reza por todos. Sin embargo nuestra oración a veces es tan corta como nuestra entrega, tan centrada en nuestros problemas y alegrías, tan egoísta...
“Señor, convierte nuestra vida y nuestra oración al amor”
“Perdona y cura nuestra mirada corta, nuestra plegaria egoísta”
Pide al Señor por las personas que quieres, por todos los hombres y mujeres del mundo.
Jesús pide por la unidad, pide insistentemente. Sabe que nos cuesta tan poco creernos los mejores, cerrarnos en nuestro grupitos, alejarnos de la comunidad, de la Iglesia.
Pide perdón de los pecados contra la unidad y únete a la oración de Jesús por la unidad.
Decir Tú
es descentrarme de mi yo,
de mis soledades y ambiciones,
de mis egoísmos y construcciones,
de mis miedos y seguridades.
Decir Tú
es agarrarme al diálogo,
al encuentro, al hallazgo,
a la novedad que trae vida
y que recrea todo lo que comparto.
Decir Tú
es jugar a las claridades,
a dar nombres y sentirme nombrado,
a tener comunidad e intuir trinidades,
a bañarme en tus realidades.
Decir Tú
es romper círculos y prisiones,
prenderme a tus alas para vivir libertades,
llamar tu atención osadamente
y reconocer que me quieres e intento quererte.
Tú...
Florentino Ulibarri
-------------
Cuando llenas mis velas
e impulsas mi navío hacia adelante,
hacia la luz que surge en el levante,
ella me atrapa y todo lo recrea.
Cuando soplas como el viento de la tarde
y tu presencia me envuelve y me transporta
se rompen las amarras, ya no importa
conocer el camino, Tú lo sabes.
Tú que trazas sendas siempre nuevas
y en las estrellas señalas el camino,
Tú que haces del horizonte mi destino
y arrancas mi bajel de la escollera.
Dame de tu brisa la sabiduría
para escuchar su Palabra y comprenderla
para abrir el corazón y contenerla
y en su Pasión emprender la travesía.
Tú que eres la brisa que besa la mañana
arrancando a las olas su sonrisa,
Tú que eres el manto tibio que suaviza
el frío que me trae la madrugada.
Acaricia con tu voz mi pensamiento
iluminando profecías en mi alma,
lléname de tu paz y de tu calma
y enciende en tu Amor mis sentimientos.
Tú que eres la pureza de una noche limpia
en la que el mapa del cielo se desvela
Tú que eres la luz que en misterio se revela
y das sentido a la historia que inhabitas.
Dame tus ojos para ver lo que Tú quieres
y la mirada que penetra los misterios,
rompe las cadenas de mi cautiverio
y hazme libre para elegir lo que prefieres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La oración de Jesús es la de un enamorado. Sus palabras hablan de nosotros con delicadeza y ternura. Lee despacio este Evangelio y siente la caricia de Jesús, que sigue rezando al Padre por ti, por todos los creyentes.
“Señor, gracias por poder sentir la caricia de tu amor”
“Perdona nuestras palabras agresivas, amenazantes”
Jesús reza por los suyos. Su oración es el reflejo de su vida entregada a los demás. Un hombre que lo da todo, reza por todos. Sin embargo nuestra oración a veces es tan corta como nuestra entrega, tan centrada en nuestros problemas y alegrías, tan egoísta...
“Señor, convierte nuestra vida y nuestra oración al amor”
“Perdona y cura nuestra mirada corta, nuestra plegaria egoísta”
Pide al Señor por las personas que quieres, por todos los hombres y mujeres del mundo.
Jesús pide por la unidad, pide insistentemente. Sabe que nos cuesta tan poco creernos los mejores, cerrarnos en nuestro grupitos, alejarnos de la comunidad, de la Iglesia.
Pide perdón de los pecados contra la unidad y únete a la oración de Jesús por la unidad.
Decir Tú
es descentrarme de mi yo,
de mis soledades y ambiciones,
de mis egoísmos y construcciones,
de mis miedos y seguridades.
Decir Tú
es agarrarme al diálogo,
al encuentro, al hallazgo,
a la novedad que trae vida
y que recrea todo lo que comparto.
Decir Tú
es jugar a las claridades,
a dar nombres y sentirme nombrado,
a tener comunidad e intuir trinidades,
a bañarme en tus realidades.
Decir Tú
es romper círculos y prisiones,
prenderme a tus alas para vivir libertades,
llamar tu atención osadamente
y reconocer que me quieres e intento quererte.
Tú...
Florentino Ulibarri
-------------
Cuando llenas mis velas
e impulsas mi navío hacia adelante,
hacia la luz que surge en el levante,
ella me atrapa y todo lo recrea.
Cuando soplas como el viento de la tarde
y tu presencia me envuelve y me transporta
se rompen las amarras, ya no importa
conocer el camino, Tú lo sabes.
Tú que trazas sendas siempre nuevas
y en las estrellas señalas el camino,
Tú que haces del horizonte mi destino
y arrancas mi bajel de la escollera.
Dame de tu brisa la sabiduría
para escuchar su Palabra y comprenderla
para abrir el corazón y contenerla
y en su Pasión emprender la travesía.
Tú que eres la brisa que besa la mañana
arrancando a las olas su sonrisa,
Tú que eres el manto tibio que suaviza
el frío que me trae la madrugada.
Acaricia con tu voz mi pensamiento
iluminando profecías en mi alma,
lléname de tu paz y de tu calma
y enciende en tu Amor mis sentimientos.
Tú que eres la pureza de una noche limpia
en la que el mapa del cielo se desvela
Tú que eres la luz que en misterio se revela
y das sentido a la historia que inhabitas.
Dame tus ojos para ver lo que Tú quieres
y la mirada que penetra los misterios,
rompe las cadenas de mi cautiverio
y hazme libre para elegir lo que prefieres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 27 de mayo de 2020
Miércoles 27 de mayo
Miércoles de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús pide al padre para nosotros el don de la unidad. Cuando estamos unidos, nuestra debilidad se fortalece, anunciamos sin palabras el Reino de Dios, Reino de paz, de fraternidad, de comunión...
Nos unimos a la oración de Jesús pidiendo la unidad para nuestras familias, para nuestros grupos, movimientos y comunidades, para nuestras parroquias y diócesis, para la Iglesia entera, para el mundo.
No es fácil la misión que nos ha dejado Jesús. Es difícil estar en el mundo sin ser del mundo:
- Es difícil vivir en una sociedad consumista y compartir el tiempo, el saber, el dinero.
- Cuesta mucho devolver bien por mal en un mundo tan violento.
- Es casi heróico vivir el amor limpiamente en medio de un ambiente plagado de estímulos eróticos.
- Cuando ha crecido tanto el individualismo a nuestro alrededor, resulta difícil dar la cara por los demás.
- En un mundo lleno de ruido, de prisa, de incomunicación, cuesta hacer hueco al silencio, al sosiego, a la oración.
¿Cómo vives estar en el mundo sin ser del mundo? Cuéntaselo a Dios. Pídele fuerza para ser fiel, para que seamos fieles.
Señor, ayúdanos a estar en el mundo,
sin miedo a mancharnos o a equivocarnos,
sin contagiarnos de sus miserias;
Ayúdanos a emplear el dinero y todo lo que tenemos
sin convertirlo en un dios, con espíritu generoso.
Ayúdanos a convivir con las personas y los grupos
sin utilizar a nadie, con espíritu fraterno.
Ayúdanos a esforzarnos en el estudio y el trabajo,
sin buscar únicamente el dinero, con espíritu solidario.
Ayúdanos a disfrutar de la diversión y la fiesta,
sin perder la cabeza, con espíritu alegre.
Ayúdanos a participar en la política y en la economía,
sin buscar nuestro interés, con espíritu de servicio.
Ayúdanos a utilizar las nuevas tecnologías,
sin depender de ellas, con espíritu de encuentro.
Ayúdanos a apostar por la familia y por la Iglesia,
sin encerrarnos en ellas, con espíritu universal.
Ayúdanos a aportar nuestras ideas y propuestas
sin condenar a nadie, con espíritu humilde.
Señor, ayúdanos a estar en el mundo,
contagiando el amor y la esperanza que Tú nos das
y aprendiendo de todas las personas de buena voluntad.
Amén.
-------------------------
En Ti vivimos, nos movemos y existimos,
atmósfera divina que todo lo contienes,
eres el oxígeno que en el Amor mantienes
a los hombres que llamaste a tu servicio.
Tú eres el aliento de la oración enamorada,
el soplo de infinito que envuelve con su encanto
los rezos , las lágrimas, la adoración y el canto
de las alabanzas que levanta la alborada.
En Ti la gracia y la ilusión nos hace niños,
recuperando la paz y la confianza,
caminando de su mano en la esperanza
de abrazarnos a su cuello con cariño.
Eres la serenidad después de la tormenta,
la calma que en su amor sosiega el alma;
ternura de una madre en que se calma
la inquietud de caminar hacia su meta.
En Ti la unción se derrama sin medida,
la consagración florece en alabanza,
las manos se tienden con confianza
y del dolor pasado brota nueva vida.
Eres el defensor y el abogado prometido,
el enviado que congrega y que nos sacia
del agua viva que nos lava en su Palabra
y en la trinidad nos mantiene sumergidos.
Eres el manto tierno de la misericordia
que envuelve las horas de mi vida,
el bálsamo de suavidad que sana las heridas,
el amor divino en la trama de mi historia.
En Ti Jesús es compañero de camino,
su verdad penetra la inteligencia y la memoria;
su vida misma es anticipo de la gloria
y la santidad enamorada es mi destino.
En Ti proclamación se hace martirio,
La muerte es absorbida en la victoria,
Las cosas de este mundo se vuelven ilusorias
y el Reino del Amor se hará definitivo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,11b-19
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús pide al padre para nosotros el don de la unidad. Cuando estamos unidos, nuestra debilidad se fortalece, anunciamos sin palabras el Reino de Dios, Reino de paz, de fraternidad, de comunión...
Nos unimos a la oración de Jesús pidiendo la unidad para nuestras familias, para nuestros grupos, movimientos y comunidades, para nuestras parroquias y diócesis, para la Iglesia entera, para el mundo.
No es fácil la misión que nos ha dejado Jesús. Es difícil estar en el mundo sin ser del mundo:
- Es difícil vivir en una sociedad consumista y compartir el tiempo, el saber, el dinero.
- Cuesta mucho devolver bien por mal en un mundo tan violento.
- Es casi heróico vivir el amor limpiamente en medio de un ambiente plagado de estímulos eróticos.
- Cuando ha crecido tanto el individualismo a nuestro alrededor, resulta difícil dar la cara por los demás.
- En un mundo lleno de ruido, de prisa, de incomunicación, cuesta hacer hueco al silencio, al sosiego, a la oración.
¿Cómo vives estar en el mundo sin ser del mundo? Cuéntaselo a Dios. Pídele fuerza para ser fiel, para que seamos fieles.
Señor, ayúdanos a estar en el mundo,
sin miedo a mancharnos o a equivocarnos,
sin contagiarnos de sus miserias;
Ayúdanos a emplear el dinero y todo lo que tenemos
sin convertirlo en un dios, con espíritu generoso.
Ayúdanos a convivir con las personas y los grupos
sin utilizar a nadie, con espíritu fraterno.
Ayúdanos a esforzarnos en el estudio y el trabajo,
sin buscar únicamente el dinero, con espíritu solidario.
Ayúdanos a disfrutar de la diversión y la fiesta,
sin perder la cabeza, con espíritu alegre.
Ayúdanos a participar en la política y en la economía,
sin buscar nuestro interés, con espíritu de servicio.
Ayúdanos a utilizar las nuevas tecnologías,
sin depender de ellas, con espíritu de encuentro.
Ayúdanos a apostar por la familia y por la Iglesia,
sin encerrarnos en ellas, con espíritu universal.
Ayúdanos a aportar nuestras ideas y propuestas
sin condenar a nadie, con espíritu humilde.
Señor, ayúdanos a estar en el mundo,
contagiando el amor y la esperanza que Tú nos das
y aprendiendo de todas las personas de buena voluntad.
Amén.
-------------------------
En Ti vivimos, nos movemos y existimos,
atmósfera divina que todo lo contienes,
eres el oxígeno que en el Amor mantienes
a los hombres que llamaste a tu servicio.
Tú eres el aliento de la oración enamorada,
el soplo de infinito que envuelve con su encanto
los rezos , las lágrimas, la adoración y el canto
de las alabanzas que levanta la alborada.
En Ti la gracia y la ilusión nos hace niños,
recuperando la paz y la confianza,
caminando de su mano en la esperanza
de abrazarnos a su cuello con cariño.
Eres la serenidad después de la tormenta,
la calma que en su amor sosiega el alma;
ternura de una madre en que se calma
la inquietud de caminar hacia su meta.
En Ti la unción se derrama sin medida,
la consagración florece en alabanza,
las manos se tienden con confianza
y del dolor pasado brota nueva vida.
Eres el defensor y el abogado prometido,
el enviado que congrega y que nos sacia
del agua viva que nos lava en su Palabra
y en la trinidad nos mantiene sumergidos.
Eres el manto tierno de la misericordia
que envuelve las horas de mi vida,
el bálsamo de suavidad que sana las heridas,
el amor divino en la trama de mi historia.
En Ti Jesús es compañero de camino,
su verdad penetra la inteligencia y la memoria;
su vida misma es anticipo de la gloria
y la santidad enamorada es mi destino.
En Ti proclamación se hace martirio,
La muerte es absorbida en la victoria,
Las cosas de este mundo se vuelven ilusorias
y el Reino del Amor se hará definitivo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 26 de mayo de 2020
Martes 26 de mayo. San Felipe Neri
Martes de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,1-11a
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La vida eterna es conocer a Dios, es saborear su amor, es gustar de su presencia, es dejarse conducir por Él, es amarle con todo el corazón, es ofrecerle todo lo que somos, todo lo que Él nos ha dado.
“Jesús, gracias por darnos a conocer al Padre”
“Danos tu Espíritu para que le amemos con todo el corazón”
Jesús dedicó su vida a ofrecer a las personas la vida, la vida eterna; dicho de otra manera, Jesús nació, predicó, curó, sufrió, murió y resucitó para dar a conocer el amor del Padre. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo, a gritar con nuestras obras y palabras que Dios nos ama y que en Él podemos ser plenamente felices.
“Gracias por darnos gratis el tesoro del a fe”
“Enséñanos, Jesús a compartir nuestra fe”
“Perdona Señor nuestra falta de testimonio, cura nuestros miedos”
Jesús reza por nosotros, se preocupa por nosotros, porque nos ama. Ojalá sintamos cada día más este amor y también nosotros nos preocupemos y recemos por los demás.
La oración de Jesús no es egoísta. Siguiendo su ejemplo, también nosotros rezamos, por nosotros mismos y por todas las personas que necesitan ayuda.
Señor,
se despierta el orbe, se levanta el mundo,
amanece y al contemplar cómo está todo y leer las noticias,
una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
al iniciar esta jornada,
al examinar qué me duele,
qué no está en su sitio,
qué necesita cambio, transformación, conversión…
qué podría ser de otro modo, mejor, más bueno,
una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
ahora que de nuevo nos ponemos en camino
te doy gracias por tantas cosas que tenemos,
que sabemos y que hemos logrado,
pero también me angustia, no poco,
tantas otras cosas que aún no hemos estrenado como debiéramos:
trabajo para todos, educación para todos,
agua y alimento para todos, justicia -la misma- para todos,
por eso una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
en este nuevo día te pido que me colmes de pasión,
que mis pasiones sean siempre por otros y con otros,
que me compadezca de quien no puede, no tiene, no sabe, no es…
y practique con él la compasión que libera,
que dignifica y que hermana.
En esta mañana, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Así sea.
------------------------------
Espíritu y Vida Nueva
que llenas los corazones
de esperanzas e ilusiones
que en el Amor se renuevan.
Infúndenos tu confianza
para caminar seguros
por caminos de Amor puro
por senderos de esperanza.
Para predicar el Reino
que se realiza en tu seno,
el Amor de un Padre bueno
que nos da su Amor Eterno.
Para anunciar la llegada
de la gracia que se entrega
el fin de una larga espera
la humanidad ya lograda.
Para anunciar la esperanza
donde vemos ojos tristes
pues sabemos que viniste
a fundar nuestra confianza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 17,1-11a
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La vida eterna es conocer a Dios, es saborear su amor, es gustar de su presencia, es dejarse conducir por Él, es amarle con todo el corazón, es ofrecerle todo lo que somos, todo lo que Él nos ha dado.
“Jesús, gracias por darnos a conocer al Padre”
“Danos tu Espíritu para que le amemos con todo el corazón”
Jesús dedicó su vida a ofrecer a las personas la vida, la vida eterna; dicho de otra manera, Jesús nació, predicó, curó, sufrió, murió y resucitó para dar a conocer el amor del Padre. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo, a gritar con nuestras obras y palabras que Dios nos ama y que en Él podemos ser plenamente felices.
“Gracias por darnos gratis el tesoro del a fe”
“Enséñanos, Jesús a compartir nuestra fe”
“Perdona Señor nuestra falta de testimonio, cura nuestros miedos”
Jesús reza por nosotros, se preocupa por nosotros, porque nos ama. Ojalá sintamos cada día más este amor y también nosotros nos preocupemos y recemos por los demás.
La oración de Jesús no es egoísta. Siguiendo su ejemplo, también nosotros rezamos, por nosotros mismos y por todas las personas que necesitan ayuda.
Señor,
se despierta el orbe, se levanta el mundo,
amanece y al contemplar cómo está todo y leer las noticias,
una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
al iniciar esta jornada,
al examinar qué me duele,
qué no está en su sitio,
qué necesita cambio, transformación, conversión…
qué podría ser de otro modo, mejor, más bueno,
una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
ahora que de nuevo nos ponemos en camino
te doy gracias por tantas cosas que tenemos,
que sabemos y que hemos logrado,
pero también me angustia, no poco,
tantas otras cosas que aún no hemos estrenado como debiéramos:
trabajo para todos, educación para todos,
agua y alimento para todos, justicia -la misma- para todos,
por eso una mañana más, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Señor,
en este nuevo día te pido que me colmes de pasión,
que mis pasiones sean siempre por otros y con otros,
que me compadezca de quien no puede, no tiene, no sabe, no es…
y practique con él la compasión que libera,
que dignifica y que hermana.
En esta mañana, a mí sólo me queda decirte:
Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Así sea.
------------------------------
Espíritu y Vida Nueva
que llenas los corazones
de esperanzas e ilusiones
que en el Amor se renuevan.
Infúndenos tu confianza
para caminar seguros
por caminos de Amor puro
por senderos de esperanza.
Para predicar el Reino
que se realiza en tu seno,
el Amor de un Padre bueno
que nos da su Amor Eterno.
Para anunciar la llegada
de la gracia que se entrega
el fin de una larga espera
la humanidad ya lograda.
Para anunciar la esperanza
donde vemos ojos tristes
pues sabemos que viniste
a fundar nuestra confianza.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 25 de mayo de 2020
Lunes 25 de mayo
Lunes de la 7ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,29-33
En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: "Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios." Les contestó Jesús: "¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Os dispersaréis y me dejaréis solo. Cuando nos dispersamos, cuando rompemos la comunidad, terminamos por alejarnos del Señor. La fidelidad al Señor pasa inexcusablemente por la permanencia en la comunidad de los creyentes.
“Señor, perdona nuestro pecado contra la comunidad”
“Señor, atráenos hacia ti. Nos cuesta tan poco alejarnos”
“Espíritu de Jesús, acércanos a la Iglesia, a Jesús”
Está conmigo el Padre. Siempre está conmigo, cuando lo siento y cuando no, cuando su presencia me consuela o cuando me pide arriesgar la vida.
“Padre, aviva nuestra fe para descubrirte a nuestro lado”
“Señor, danos sabiduría para mostrar tu cercanía a las personas”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
Tendréis luchas... cuando queremos ser fieles a Jesús, cuando trabajamos por los pobres, cuando denunciamos injusticias, cuando ponemos el dedo en la llaga...
Tened valor... no dejéis el camino del Evangelio, no os canséis de luchar, Jesús ha vencido a todo y tú puedes vences con la fuerza del Espíritu que Él te da.
Señor, la vida es una lucha.
Tienes razón.
Lucho para que no me arrastre la moda, la comodidad o la prisa,
para ser el conductor de mi propia vida.
Lucho para no dejarme llevar por voces y sensaciones negativas;
para escuchar la voz de la verdad, de la esperanza... tu voz.
Lucho para no pararme cuando tengo miedo o dudas;
para seguir adelante con confianza y esperanza.
Lucho para no cerrarme en mis caprichos,
para tener abiertos los ojos, los oídos, el corazón, las manos, la cartera...
Lucho a veces contra Ti, Señor,
porque todavía creo que tengo que agradarte para que me ames
y me olvido de que tu amor es gratuito, como el agua o el sol;
porque no acabo de entrar en Ti, de abrirte la puerta para que entres en mí
y olvido que la felicidad y la libertad más grandes nacen en Ti.
Te presento, Señor, todas mis luchas...
Muchos luchan para poder comer, para vivir en paz...
Su lucha, Señor, es tu lucha.
Que su lucha sea también mi lucha.
Pongo en tus manos mis luchas y mis esperanzas;
mis dudas y mis certezas, mi vida...
la lucha de todas las personas de buena voluntad.
Tú has vencido al egoísmo y a la mentira,
al pecado y a la muerte.
Y junto a Ti,
aunque a veces me sienta derrotada,
aunque a veces parezca que ganan "los malos",
yo también venceré;
el amor, la verdad, la justicia y la paz vencerán.
Gracias, Señor, por esta esperanza.
---------------------
Ven Espíritu de vida
océano de clemencia
y llénanos de tu ciencia
de tu Amor y tu alegría.
Danos la dicha de unirnos
en el mundo como hermanos
defiéndenos soberano
del cáncer del egoísmo.
Tú que eres revelador
de los misterios profundos,
Tú que renuevas el mundo
en el soplo del creador.
Hincha nuestras velas quietas
con el soplo de tu aliento
e impúlsanos con el viento
que nos lleva hacia la meta.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,29-33
En aquel tiempo, dijeron los discípulos a Jesús: "Ahora sí que hablas claro y no usas comparaciones. Ahora vemos que lo sabes todo y no necesitas que te pregunten; por ello creemos que saliste de Dios." Les contestó Jesús: "¿Ahora creéis? Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo, porque está conmigo el Padre. Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Os dispersaréis y me dejaréis solo. Cuando nos dispersamos, cuando rompemos la comunidad, terminamos por alejarnos del Señor. La fidelidad al Señor pasa inexcusablemente por la permanencia en la comunidad de los creyentes.
“Señor, perdona nuestro pecado contra la comunidad”
“Señor, atráenos hacia ti. Nos cuesta tan poco alejarnos”
“Espíritu de Jesús, acércanos a la Iglesia, a Jesús”
Está conmigo el Padre. Siempre está conmigo, cuando lo siento y cuando no, cuando su presencia me consuela o cuando me pide arriesgar la vida.
“Padre, aviva nuestra fe para descubrirte a nuestro lado”
“Señor, danos sabiduría para mostrar tu cercanía a las personas”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
Tendréis luchas... cuando queremos ser fieles a Jesús, cuando trabajamos por los pobres, cuando denunciamos injusticias, cuando ponemos el dedo en la llaga...
Tened valor... no dejéis el camino del Evangelio, no os canséis de luchar, Jesús ha vencido a todo y tú puedes vences con la fuerza del Espíritu que Él te da.
Señor, la vida es una lucha.
Tienes razón.
Lucho para que no me arrastre la moda, la comodidad o la prisa,
para ser el conductor de mi propia vida.
Lucho para no dejarme llevar por voces y sensaciones negativas;
para escuchar la voz de la verdad, de la esperanza... tu voz.
Lucho para no pararme cuando tengo miedo o dudas;
para seguir adelante con confianza y esperanza.
Lucho para no cerrarme en mis caprichos,
para tener abiertos los ojos, los oídos, el corazón, las manos, la cartera...
Lucho a veces contra Ti, Señor,
porque todavía creo que tengo que agradarte para que me ames
y me olvido de que tu amor es gratuito, como el agua o el sol;
porque no acabo de entrar en Ti, de abrirte la puerta para que entres en mí
y olvido que la felicidad y la libertad más grandes nacen en Ti.
Te presento, Señor, todas mis luchas...
Muchos luchan para poder comer, para vivir en paz...
Su lucha, Señor, es tu lucha.
Que su lucha sea también mi lucha.
Pongo en tus manos mis luchas y mis esperanzas;
mis dudas y mis certezas, mi vida...
la lucha de todas las personas de buena voluntad.
Tú has vencido al egoísmo y a la mentira,
al pecado y a la muerte.
Y junto a Ti,
aunque a veces me sienta derrotada,
aunque a veces parezca que ganan "los malos",
yo también venceré;
el amor, la verdad, la justicia y la paz vencerán.
Gracias, Señor, por esta esperanza.
---------------------
Ven Espíritu de vida
océano de clemencia
y llénanos de tu ciencia
de tu Amor y tu alegría.
Danos la dicha de unirnos
en el mundo como hermanos
defiéndenos soberano
del cáncer del egoísmo.
Tú que eres revelador
de los misterios profundos,
Tú que renuevas el mundo
en el soplo del creador.
Hincha nuestras velas quietas
con el soplo de tu aliento
e impúlsanos con el viento
que nos lleva hacia la meta.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 24 de mayo de 2020
Domingo 24 de mayo
Domingo de la 7ª semana de Pascua A. Ascensión del Señor
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La Ascensión es la última aparición de Jesús resucitado a sus discípulos. A partir de ese momento, ya no podrán ver con los ojos de la carne al Maestro. Comienza el tiempo de la misión de la Iglesia, una misión que todos debemos considerar como nuestra: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.
Ante las dificultades que surjan, Jesús no nos deja solos: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días”
Hay que prepararse para recibir la fuerza de lo alto, para acoger al Espíritu Santo, para celebrar la fiesta de Pentecostés. Estas palabras, que ponemos en los labios de Jesús, nos pueden ayudar:
Haced discípulos míos, no maestros;
haced personas, no esclavos;
haced caminantes, no gente asentada;
haced servidores, no jefes.
Haced hermanos.
Haced creyentes, no gente creída;
haced buscadores de verdad, no amos de certezas;
haced creadores, no plagistas;
haced ciudadanos, no extranjeros.
Haced hermanos.
Haced poetas, no pragmáticos;
haced gente de sueños y memoria,
no de títulos, arcas y mapas;
haced personas arriesgadas, no espectadores.
Haced hermanos.
Haced profetas, no cortesanos;
haced gente inquieta, no satisfecha;
haced personas libres, no leguleyas;
haced gente evangélica, no agorera.
Haced hermanos.
Haced sembradores, no coleccionistas;
haced artistas, no soldados;
haced testigos, no inquisidores;
haced amigos de camino, no enemigos.
Haced hermanos.
Haced personas de encuentro,
con entrañas y ternura,
con promesas y esperanzas,
con presencia y paciencia,
con misión y envío.
Haced hermanos.
Haced discípulos míos;
dadles todo lo que os he dado;
descargad vuestras espaldas
y sentíos hermanos.
Florentino Ulibarri
-----------------------
Te donaré mi Espíritu de Vida,
te ofreceré la gracia que esperabas,
calmaré en ti el anhelo de tus ansias
y serás primavera de alegría.
Derramaré mi Espíritu en tu alma
serás una sola cosa en mi ternura,
beberás de mi fuente la dulzura,
las delicias de un manjar que se derrama.
Colmarás en mi amor tu sed profunda,
apagaré tu sed de vida y esperanza,
se volverá una fuente de Alabanza
la tierra labrada que mi Amor fecunda.
Te daré fortaleza en las penurias,
templanza en las pasiones y esperanza,
una fe encendida que mueva las montañas,
un Amor que perdona las injurias.
Fundirás tu Espíritu en el mío
y serás bendición para mi pueblo,
profecía de mi Amor en el destierro,
un fuego que en mi llama se ha encendido.
Aquel día serás como una zarza ardiendo:
sin consumirte consumirás tus días y tus horas,
te encenderás en el Amor que todo lo enamora
y en este Amor irás tus días recorriendo.
Infundiré mi Espíritu en tus labios
y serás Palabra siempre nueva,
profecía de mi Amor sobre la tierra,
sabiduría del Amor para los sabios.
Serás parábola del Amor perfecto,
de la misericordia que todo lo perdona,
amor sin condiciones que se dona,
benévola mirada de mi afecto.
Te volveré luz de las naciones,
reflejo de la luz que me ilumina,
orientación del peregrino que camina,
coraje en la penumbra, lucero de sus noches.
Te donaré mi Espíritu infundiendo
mi Amor en el corazón con que me amas
y sabrás que no es tuyo el Amor que en Mi derramas
cuando en mi fuente te vayas sumergiendo.
Allí seremos uno: un Amor, un Espíritu, una Vida;
el Amor que sin reservas se ha entregado,
el Espíritu que en mi luz te tiene iluminado,
la Vida en el banquete nupcial que no termina.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La Ascensión es la última aparición de Jesús resucitado a sus discípulos. A partir de ese momento, ya no podrán ver con los ojos de la carne al Maestro. Comienza el tiempo de la misión de la Iglesia, una misión que todos debemos considerar como nuestra: “Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.
Ante las dificultades que surjan, Jesús no nos deja solos: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días”
Hay que prepararse para recibir la fuerza de lo alto, para acoger al Espíritu Santo, para celebrar la fiesta de Pentecostés. Estas palabras, que ponemos en los labios de Jesús, nos pueden ayudar:
Haced discípulos míos, no maestros;
haced personas, no esclavos;
haced caminantes, no gente asentada;
haced servidores, no jefes.
Haced hermanos.
Haced creyentes, no gente creída;
haced buscadores de verdad, no amos de certezas;
haced creadores, no plagistas;
haced ciudadanos, no extranjeros.
Haced hermanos.
Haced poetas, no pragmáticos;
haced gente de sueños y memoria,
no de títulos, arcas y mapas;
haced personas arriesgadas, no espectadores.
Haced hermanos.
Haced profetas, no cortesanos;
haced gente inquieta, no satisfecha;
haced personas libres, no leguleyas;
haced gente evangélica, no agorera.
Haced hermanos.
Haced sembradores, no coleccionistas;
haced artistas, no soldados;
haced testigos, no inquisidores;
haced amigos de camino, no enemigos.
Haced hermanos.
Haced personas de encuentro,
con entrañas y ternura,
con promesas y esperanzas,
con presencia y paciencia,
con misión y envío.
Haced hermanos.
Haced discípulos míos;
dadles todo lo que os he dado;
descargad vuestras espaldas
y sentíos hermanos.
Florentino Ulibarri
-----------------------
Te donaré mi Espíritu de Vida,
te ofreceré la gracia que esperabas,
calmaré en ti el anhelo de tus ansias
y serás primavera de alegría.
Derramaré mi Espíritu en tu alma
serás una sola cosa en mi ternura,
beberás de mi fuente la dulzura,
las delicias de un manjar que se derrama.
Colmarás en mi amor tu sed profunda,
apagaré tu sed de vida y esperanza,
se volverá una fuente de Alabanza
la tierra labrada que mi Amor fecunda.
Te daré fortaleza en las penurias,
templanza en las pasiones y esperanza,
una fe encendida que mueva las montañas,
un Amor que perdona las injurias.
Fundirás tu Espíritu en el mío
y serás bendición para mi pueblo,
profecía de mi Amor en el destierro,
un fuego que en mi llama se ha encendido.
Aquel día serás como una zarza ardiendo:
sin consumirte consumirás tus días y tus horas,
te encenderás en el Amor que todo lo enamora
y en este Amor irás tus días recorriendo.
Infundiré mi Espíritu en tus labios
y serás Palabra siempre nueva,
profecía de mi Amor sobre la tierra,
sabiduría del Amor para los sabios.
Serás parábola del Amor perfecto,
de la misericordia que todo lo perdona,
amor sin condiciones que se dona,
benévola mirada de mi afecto.
Te volveré luz de las naciones,
reflejo de la luz que me ilumina,
orientación del peregrino que camina,
coraje en la penumbra, lucero de sus noches.
Te donaré mi Espíritu infundiendo
mi Amor en el corazón con que me amas
y sabrás que no es tuyo el Amor que en Mi derramas
cuando en mi fuente te vayas sumergiendo.
Allí seremos uno: un Amor, un Espíritu, una Vida;
el Amor que sin reservas se ha entregado,
el Espíritu que en mi luz te tiene iluminado,
la Vida en el banquete nupcial que no termina.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 23 de mayo de 2020
Sábado 23 de mayo
Sábado de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos anima a pedir al Padre, a pedir en su nombre, a pedir como Él y con Él, a pedir con sus sentimientos, con su confianza en el Padre...
No nos hubiéramos atrevido,
si él no lo hubiera hecho
y no nos hubiera invitado
a seguir sus pasos
y a usar sus gestos y palabras
para expresar los sentimientos
más hondos de nuestras entrañas
cuando queremos hablar Contigo.
No nos hubiéramos atrevido,
pero al hacerlo Él, en su vida tan cotidiano,
forzó nuestras resistencias Contigo,
tan viejas, que se remontan al lío del Paraíso,
tan nuevas, que nos ofuscan la vista todavía
y dejan herida nuestra confianza
en Ti, en la vida y en nosotros mismos
haciéndote un desconocido.
No nos hubiéramos atrevido,
mas Él nos donó su Espíritu
para que no fuéramos esclavos
sino hijos libres y hermanos,
que no recaen en el temor nuevamente
sino que gozan de su condición de hijos
sabiendo que a Ti te agrada ser Padre
aunque nosotros seamos olvidadizos.
No nos hubiéramos atrevido
si Él no nos hubiera convencido
y no se hubiera decidido a orar con nosotros
en los buenos y malos momentos
para que gustáramos del diálogo Contigo,
de tu amor fiel, firme y gratuito
y de las caricias más tiernas
que salen de tus manos de alfarero.
No nos hubiéramos atrevido,
a pesar de ser tus hijos,
a llamarte Abba,
Padre nuestro,
Papaíto,
con gracia y respeto
como los niños.
Florentino Ulibarri
Sin embargo, a veces nos cuesta pedir. Decimos: “Dios ya sabe lo que necesito. Me lo dará sin que se lo pida”. Es verdad que Dios no precisa nuestra petición para ser generoso, pero nosotros si necesitamos pedir:
para hacernos conscientes con humildad de nuestras limitaciones,
para reconocer agradecidos que todo bien viene de Dios,
para comprometernos en favor de lo que pedimos,
para poder acoger los dones que Dios constantemente nos regala y que no disfrutamos por tener el corazón cerrado.
Nos cuesta pedir bien. A veces no sabemos lo que pedimos, no pedimos lo que nos interesa verdaderamente, pedimos pequeñeces cuando Dios quiere darnos lo mejor de sí; pedimos con un corazón tan egoísta que nos olvidamos de las necesidades de los hermanos.
“Señor Jesús, enséñanos a orar,
para que podamos saborear el amor del Padre;
enséñanos a pedir por todos y para todos,
no sólo por nuestras pequeñas preocupaciones;
enséñanos a pedir sobre todo el don del Espíritu,
el don de conocer y cumplir siempre tu voluntad”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,23b-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo os aseguro, si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa. Os he hablado de esto en comparaciones; viene la hora en que ya no hablaré en comparaciones, sino que os hablaré del Padre claramente. Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios. Salí del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y me voy al Padre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos anima a pedir al Padre, a pedir en su nombre, a pedir como Él y con Él, a pedir con sus sentimientos, con su confianza en el Padre...
No nos hubiéramos atrevido,
si él no lo hubiera hecho
y no nos hubiera invitado
a seguir sus pasos
y a usar sus gestos y palabras
para expresar los sentimientos
más hondos de nuestras entrañas
cuando queremos hablar Contigo.
No nos hubiéramos atrevido,
pero al hacerlo Él, en su vida tan cotidiano,
forzó nuestras resistencias Contigo,
tan viejas, que se remontan al lío del Paraíso,
tan nuevas, que nos ofuscan la vista todavía
y dejan herida nuestra confianza
en Ti, en la vida y en nosotros mismos
haciéndote un desconocido.
No nos hubiéramos atrevido,
mas Él nos donó su Espíritu
para que no fuéramos esclavos
sino hijos libres y hermanos,
que no recaen en el temor nuevamente
sino que gozan de su condición de hijos
sabiendo que a Ti te agrada ser Padre
aunque nosotros seamos olvidadizos.
No nos hubiéramos atrevido
si Él no nos hubiera convencido
y no se hubiera decidido a orar con nosotros
en los buenos y malos momentos
para que gustáramos del diálogo Contigo,
de tu amor fiel, firme y gratuito
y de las caricias más tiernas
que salen de tus manos de alfarero.
No nos hubiéramos atrevido,
a pesar de ser tus hijos,
a llamarte Abba,
Padre nuestro,
Papaíto,
con gracia y respeto
como los niños.
Florentino Ulibarri
Sin embargo, a veces nos cuesta pedir. Decimos: “Dios ya sabe lo que necesito. Me lo dará sin que se lo pida”. Es verdad que Dios no precisa nuestra petición para ser generoso, pero nosotros si necesitamos pedir:
para hacernos conscientes con humildad de nuestras limitaciones,
para reconocer agradecidos que todo bien viene de Dios,
para comprometernos en favor de lo que pedimos,
para poder acoger los dones que Dios constantemente nos regala y que no disfrutamos por tener el corazón cerrado.
Nos cuesta pedir bien. A veces no sabemos lo que pedimos, no pedimos lo que nos interesa verdaderamente, pedimos pequeñeces cuando Dios quiere darnos lo mejor de sí; pedimos con un corazón tan egoísta que nos olvidamos de las necesidades de los hermanos.
“Señor Jesús, enséñanos a orar,
para que podamos saborear el amor del Padre;
enséñanos a pedir por todos y para todos,
no sólo por nuestras pequeñas preocupaciones;
enséñanos a pedir sobre todo el don del Espíritu,
el don de conocer y cumplir siempre tu voluntad”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 22 de mayo de 2020
Viernes 22 de mayo
Viernes de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La separación de Jesús es para los discípulos tan triste como necesaria.
En muchos momentos lo que nos conviene no coincide con lo que nos gusta. Los verbos apetecer y convenir no siempre van de la mano.
“Señor, enséñanos a hacer tu voluntad
aunque no nos apetezca,
aunque entristezca a algunos.
Danos la fuerza de tu Espíritu”
Vuestra tristeza se convertirá en alegría. Los dolores darán a luz la vida, la angustia será fuente de paz, de la muerte surgirá la vida más plena.
Parece imposible, increíble... Pero así es el misterio de la Pascua, el misterio de la vida; ésta es nuestra fe, la esencia de nuestra fe.
Piensa en tu historia. Recuerda experiencias difíciles que han sido para ti el origen de una vida más humana, más cristiana, más feliz, más plena. Y da gracias a Dios, al Dios que te resucita cada día.
Señor, a veces me toca llorar y lamentarme, mientras alrededor me parece que el mundo se divierte, que todo el mundo tiene motivos para la alegría.
A veces estoy triste, me pesan tus palabras, me falla el amor o me falta tu justicia. Pero confío en tu promesa. Sé que mi tristeza se convertirá en alegría.
Como la mujer que va a dar a luz y está preocupada antes del parte; cuando ha nacido su bebé ya no se acuerda del temor, y al tener a su hijo en brazos no puede contener la alegría.
Como el niño que espera, con desasosiego, un regalo que no termina de llegar, pero que cuando al fin lo tiene se entrega al juego con júbilo.
Como el hombre que no encuentra trabajo y pelea con el desaliento, pero el día que al fin consigue un contrato es el más feliz del mundo.
Como el enfermo que recibe un diagnóstico liberador. Como el enamorado que se atreve a declararse, y descubre por fin que su amor es correspondido. Yo a veces estoy triste, pero luego, de maneras inesperadas, me vuelves a visitar, y me llenas de una alegría que nadie me puede quitar.
-----------------------------
Donde menos lo imaginas,
cuando menos lo esperas,
donde todo es gris de tristeza,
cuando la pesadumbre pesa,
donde nadie imagina ni sueña,
cuando el horizonte se nubla...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En la tierra callada,
en el surco abierto,
en el bosque perdido,
en el barro del camino,
en las montañas áridas,
en los valles secretos...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En los ojos que miran,
en las manos que aprietan,
en las palabras no dichas,
en las entrañas que gimen,
en los regazos que acunan,
en tu corazón cambiante...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,20-23a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La separación de Jesús es para los discípulos tan triste como necesaria.
En muchos momentos lo que nos conviene no coincide con lo que nos gusta. Los verbos apetecer y convenir no siempre van de la mano.
“Señor, enséñanos a hacer tu voluntad
aunque no nos apetezca,
aunque entristezca a algunos.
Danos la fuerza de tu Espíritu”
Vuestra tristeza se convertirá en alegría. Los dolores darán a luz la vida, la angustia será fuente de paz, de la muerte surgirá la vida más plena.
Parece imposible, increíble... Pero así es el misterio de la Pascua, el misterio de la vida; ésta es nuestra fe, la esencia de nuestra fe.
Piensa en tu historia. Recuerda experiencias difíciles que han sido para ti el origen de una vida más humana, más cristiana, más feliz, más plena. Y da gracias a Dios, al Dios que te resucita cada día.
Señor, a veces me toca llorar y lamentarme, mientras alrededor me parece que el mundo se divierte, que todo el mundo tiene motivos para la alegría.
A veces estoy triste, me pesan tus palabras, me falla el amor o me falta tu justicia. Pero confío en tu promesa. Sé que mi tristeza se convertirá en alegría.
Como la mujer que va a dar a luz y está preocupada antes del parte; cuando ha nacido su bebé ya no se acuerda del temor, y al tener a su hijo en brazos no puede contener la alegría.
Como el niño que espera, con desasosiego, un regalo que no termina de llegar, pero que cuando al fin lo tiene se entrega al juego con júbilo.
Como el hombre que no encuentra trabajo y pelea con el desaliento, pero el día que al fin consigue un contrato es el más feliz del mundo.
Como el enfermo que recibe un diagnóstico liberador. Como el enamorado que se atreve a declararse, y descubre por fin que su amor es correspondido. Yo a veces estoy triste, pero luego, de maneras inesperadas, me vuelves a visitar, y me llenas de una alegría que nadie me puede quitar.
-----------------------------
Donde menos lo imaginas,
cuando menos lo esperas,
donde todo es gris de tristeza,
cuando la pesadumbre pesa,
donde nadie imagina ni sueña,
cuando el horizonte se nubla...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En la tierra callada,
en el surco abierto,
en el bosque perdido,
en el barro del camino,
en las montañas áridas,
en los valles secretos...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
En los ojos que miran,
en las manos que aprietan,
en las palabras no dichas,
en las entrañas que gimen,
en los regazos que acunan,
en tu corazón cambiante...
¡es posible la vida
con la fuerza del Espíritu!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 21 de mayo de 2020
Jueves 21 de mayo
Jueves de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver." Comentaron entonces algunos discípulos: "¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?" Y se preguntaban: "¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice." Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: "¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Podemos rezar este Evangelio junto con el salmo 73:
Parece que salen ganando los egoístas, violentos, mentirosos...
El mundo estará alegré.
No hay congojas para los pecadores,
sano y rollizo está su cuerpo,
no comparten la pena de los hombres,
con los humanos no son atribulados.
El orgullo es su collar,
la violencia es el vestido que los cubre,
la malicia les cunde de la grasa,
de artimañas su corazón desborda.
Se sonríen, pregonan la maldad,
hablan altivamente de violencia.
Dicen: ¿cómo va a saber Dios?
y, siempre tranquilos, aumentan su riqueza.
Parece que no tiene sentido seguir a Jesús, esforzarse por ser bueno.
Vosotros estaréis tristes.
Así que en vano guardé el corazón puro,
y lavando mis manos en la inocencia,
cuando era golpeado todo el día
y cada mañana sufría mi castigo.
Sin embargo, al final se descubre la verdad: el amor vence y los que aman son felices, su vida tiene sentido; mientras que los que se dejan llevar por el espíritu de este mundo son infelices, su vida no tiene sentido.
Vuestra tristeza se convertirá en alegría.
Que pronto quedan los pecadores hechos un horror,
cómo desaparecen sumidos en vapores.
Si, cuando mi corazón dudaba
cuando torturaba mi conciencia
estúpido de mi, no comprendía
era como una bestia ante ti.
Pero a mí, que estoy siempre contigo
de la mano derecha me has tomado;
me guiarás con tu consejo
y tras la gloria me llevarás.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No siempre te siento a mi lado, Señor
Parece que lugar no está ahora aquí, sino en el cielo.
A veces echo de menos verte con más claridad.
No entiendo porque no eres más evidente, más claro, más definitivo para todos.
O por qué dejas tanto espacio para la duda.
Ya sabes, Señor, que en horas difíciles, esto me provoca tristeza.
Pero confío en tu Palabra
es mejor para mí que Tú estés así, ausente y presente.
Serás mi Espíritu defensor.
Luz en mis noches.
Sabiduría en mis caminos.
Compasión en mis entrañas.
Amor en mi mirada.
Y tu Espíritu, cuando lo acojo,
cuando va haciéndose lugar en el mundo,
nos muestra que la fe es el camino para la plenitud.
que la justicia de Dios es más fuerte que la injusticia humana.
que, contra toda apariencia, el Amor vence.
Entonces,
mi corazón canta…
y ama de verdad.
Rezandovoy (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,16-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver." Comentaron entonces algunos discípulos: "¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?" Y se preguntaban: "¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice." Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: "¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Podemos rezar este Evangelio junto con el salmo 73:
Parece que salen ganando los egoístas, violentos, mentirosos...
El mundo estará alegré.
No hay congojas para los pecadores,
sano y rollizo está su cuerpo,
no comparten la pena de los hombres,
con los humanos no son atribulados.
El orgullo es su collar,
la violencia es el vestido que los cubre,
la malicia les cunde de la grasa,
de artimañas su corazón desborda.
Se sonríen, pregonan la maldad,
hablan altivamente de violencia.
Dicen: ¿cómo va a saber Dios?
y, siempre tranquilos, aumentan su riqueza.
Parece que no tiene sentido seguir a Jesús, esforzarse por ser bueno.
Vosotros estaréis tristes.
Así que en vano guardé el corazón puro,
y lavando mis manos en la inocencia,
cuando era golpeado todo el día
y cada mañana sufría mi castigo.
Sin embargo, al final se descubre la verdad: el amor vence y los que aman son felices, su vida tiene sentido; mientras que los que se dejan llevar por el espíritu de este mundo son infelices, su vida no tiene sentido.
Vuestra tristeza se convertirá en alegría.
Que pronto quedan los pecadores hechos un horror,
cómo desaparecen sumidos en vapores.
Si, cuando mi corazón dudaba
cuando torturaba mi conciencia
estúpido de mi, no comprendía
era como una bestia ante ti.
Pero a mí, que estoy siempre contigo
de la mano derecha me has tomado;
me guiarás con tu consejo
y tras la gloria me llevarás.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No siempre te siento a mi lado, Señor
Parece que lugar no está ahora aquí, sino en el cielo.
A veces echo de menos verte con más claridad.
No entiendo porque no eres más evidente, más claro, más definitivo para todos.
O por qué dejas tanto espacio para la duda.
Ya sabes, Señor, que en horas difíciles, esto me provoca tristeza.
Pero confío en tu Palabra
es mejor para mí que Tú estés así, ausente y presente.
Serás mi Espíritu defensor.
Luz en mis noches.
Sabiduría en mis caminos.
Compasión en mis entrañas.
Amor en mi mirada.
Y tu Espíritu, cuando lo acojo,
cuando va haciéndose lugar en el mundo,
nos muestra que la fe es el camino para la plenitud.
que la justicia de Dios es más fuerte que la injusticia humana.
que, contra toda apariencia, el Amor vence.
Entonces,
mi corazón canta…
y ama de verdad.
Rezandovoy (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 20 de mayo de 2020
Miércoles 20 de mayo
Miércoles de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es un buen maestro. No lo dice todo de golpe. Nos invita a seguirle y conforme vamos asimilando las primeras lecciones, nos va descubriendo las siguientes; primero nos alimenta con papillas y cuando llega el tiempo oportuno nos da pescados y carne. Esta actitud de Jesús contrasta con nuestra prisa, con nuestra falta de paciencia. Nos gustaría saberlo todo ya, hacerlo todo enseguida, ser santos de un día para otro...
“Señor, gracias por tu paciencia para con nosotros”
“Ayúdame a ser paciente conmigo mismo”
“Perdona y cura mi impaciencia”
La pedagogía de Jesús, su modo de enseñar es un ejemplo para los padres, los educadores, los sacerdotes... Por un lado respeta los ritmos de las personas, por otro anima constantemente a trabajar los valores, los talentos recibidos.
“Señor, que nuestra palabra comprenda y anime,
consuele y llame a la conversión,
respete y ayude a crecer”
Nos estamos acercando a Pentecostés. Preparemos nuestro corazón para recibir el don del Espíritu, pidiéndolo con insistencia, con confianza.
Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva.
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada día.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.
Ayúdame a reconocer que la rutina no existe,
porque cada día es nuevo cada día, porque siempre
hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.
Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión,
esperanza y entusiasmo.
Toma toda mi vida, Espíritu Santo
y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano, y pueda descubrir
el mensaje que hoy tienes para mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo! Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,12-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es un buen maestro. No lo dice todo de golpe. Nos invita a seguirle y conforme vamos asimilando las primeras lecciones, nos va descubriendo las siguientes; primero nos alimenta con papillas y cuando llega el tiempo oportuno nos da pescados y carne. Esta actitud de Jesús contrasta con nuestra prisa, con nuestra falta de paciencia. Nos gustaría saberlo todo ya, hacerlo todo enseguida, ser santos de un día para otro...
“Señor, gracias por tu paciencia para con nosotros”
“Ayúdame a ser paciente conmigo mismo”
“Perdona y cura mi impaciencia”
La pedagogía de Jesús, su modo de enseñar es un ejemplo para los padres, los educadores, los sacerdotes... Por un lado respeta los ritmos de las personas, por otro anima constantemente a trabajar los valores, los talentos recibidos.
“Señor, que nuestra palabra comprenda y anime,
consuele y llame a la conversión,
respete y ayude a crecer”
Nos estamos acercando a Pentecostés. Preparemos nuestro corazón para recibir el don del Espíritu, pidiéndolo con insistencia, con confianza.
Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva.
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada día.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.
Ayúdame a reconocer que la rutina no existe,
porque cada día es nuevo cada día, porque siempre
hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.
Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión,
esperanza y entusiasmo.
Toma toda mi vida, Espíritu Santo
y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano, y pueda descubrir
el mensaje que hoy tienes para mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo! Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 19 de mayo de 2020
Martes 19 de mayo
Martes de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se va y los discípulos están tristes. Jesús intenta convencerles de que conviene que él se vaya. Jesús también nos tiene que convencer de que, a veces, conviene que sucedan cosas que no nos gustan:
Jesús, a veces me siento solo,
se alejan las personas que más quiero,
no tengo más remedio que dejar los caminos de siempre
porque la vida me lleva por senderos nuevos.
¡Cuánto me cuesta cambiar, Señor!
No quiero avanzar por miedo a perder lo que tengo.
Pero hay una luz que me atrae: tu luz
y una voz que me dice: "No tengas miedo, no te pares"
Necesito sentir, o al menos saber, que me acompañas,
Quiero emprender contigo la aventura de vivir cada día
con la confianza de que Tú nunca defraudas
al que confía en Ti y procura seguir tus caminos.
Ayúdame a creer más, a apoyarme más en Ti,
a valorar la fuerza que has puesto en mi corazón,
a descubrir la belleza de una sonrisa desconocida,
a afrontar la vida con ilusión, esfuerzo y esperanza. Amén.
El Espíritu nos muestra la verdad más profunda de las cosas, nos ayuda a ver más allá de las apariencias:
- Parecía que todo acabó para Jesús el viernes santo. En nuestra sociedad parece que Jesús ha muerto. Sin embargo, el Espíritu nos muestra que está vivo, resucitado junto al Padre.
- Parecía (y sigue pareciendo) que el príncipe de este mundo, el príncipe del mal avanza victorioso... Parece que Dios cuenta cada vez menos y que el amor está arrinconado. Sin embargo, el Espíritu nos acerca a una verdad más profunda: el Príncipe de este mundo ha sido condenado, el mal no tiene la última palabra, al final vencerá Dios, vencerá el Amor.
- Parece que da lo mismo creer o no en Jesús. El Espíritu nos revela otra realidad: Conocer a Jesús y no creer en Él es un pecado, nos empobrece, nos hace infelices, infecundos...
Juzgaste certeramente
las mentiras sociales
y las injusticias del mundo.
Tomaste partido,
empeñaste tu palabra y vida,
y diste un veredicto inapelable
que hirió a los más grandes,
a los ricos de siempre,
a todos los pudientes.
Y a nosotros nos hiciste caer en cuenta
de lo implicados que estamos
en esta situación colectiva de pecado:
todo un entramado social
que no respeta los derechos humanos,
que no hace hijos
ni hermanos
ni ciudadanos,
y es contrario a la voluntad del Padre.
Justificamos nuestro status
porque hemos hecho del lujo necesidad,
y de la abundancia dignidad,
aún a sabiendas
de que no es sostenible nuestro bienestar
sin expolio,
sin desigualdad,
sin defensas,
sin mentiras.
Y nosotros, cómplices
–conscientes o inconscientes–
de este pecado colectivo,
en momentos de lucidez,
nos reconocemos corresponsables.
Con nuestra connivencia y nuestra omisión,
con nuestras normas y murallas
fomentamos y perpetuamos
el pecado del mundo.
Tú, que viniste a quitar el pecado
y te sumergiste hasta el fondo
en nuestra historia,
bautízanos con agua
y, sobre todo, con tu Espíritu,
para que, contigo,
podamos hacernos cargo de la realidad,
cargar humildemente con ella,
y encargarnos de que sea
lo que Dios quiere y sueña,
y no lo que a nosotros nos interesa.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se va y los discípulos están tristes. Jesús intenta convencerles de que conviene que él se vaya. Jesús también nos tiene que convencer de que, a veces, conviene que sucedan cosas que no nos gustan:
Jesús, a veces me siento solo,
se alejan las personas que más quiero,
no tengo más remedio que dejar los caminos de siempre
porque la vida me lleva por senderos nuevos.
¡Cuánto me cuesta cambiar, Señor!
No quiero avanzar por miedo a perder lo que tengo.
Pero hay una luz que me atrae: tu luz
y una voz que me dice: "No tengas miedo, no te pares"
Necesito sentir, o al menos saber, que me acompañas,
Quiero emprender contigo la aventura de vivir cada día
con la confianza de que Tú nunca defraudas
al que confía en Ti y procura seguir tus caminos.
Ayúdame a creer más, a apoyarme más en Ti,
a valorar la fuerza que has puesto en mi corazón,
a descubrir la belleza de una sonrisa desconocida,
a afrontar la vida con ilusión, esfuerzo y esperanza. Amén.
El Espíritu nos muestra la verdad más profunda de las cosas, nos ayuda a ver más allá de las apariencias:
- Parecía que todo acabó para Jesús el viernes santo. En nuestra sociedad parece que Jesús ha muerto. Sin embargo, el Espíritu nos muestra que está vivo, resucitado junto al Padre.
- Parecía (y sigue pareciendo) que el príncipe de este mundo, el príncipe del mal avanza victorioso... Parece que Dios cuenta cada vez menos y que el amor está arrinconado. Sin embargo, el Espíritu nos acerca a una verdad más profunda: el Príncipe de este mundo ha sido condenado, el mal no tiene la última palabra, al final vencerá Dios, vencerá el Amor.
- Parece que da lo mismo creer o no en Jesús. El Espíritu nos revela otra realidad: Conocer a Jesús y no creer en Él es un pecado, nos empobrece, nos hace infelices, infecundos...
Juzgaste certeramente
las mentiras sociales
y las injusticias del mundo.
Tomaste partido,
empeñaste tu palabra y vida,
y diste un veredicto inapelable
que hirió a los más grandes,
a los ricos de siempre,
a todos los pudientes.
Y a nosotros nos hiciste caer en cuenta
de lo implicados que estamos
en esta situación colectiva de pecado:
todo un entramado social
que no respeta los derechos humanos,
que no hace hijos
ni hermanos
ni ciudadanos,
y es contrario a la voluntad del Padre.
Justificamos nuestro status
porque hemos hecho del lujo necesidad,
y de la abundancia dignidad,
aún a sabiendas
de que no es sostenible nuestro bienestar
sin expolio,
sin desigualdad,
sin defensas,
sin mentiras.
Y nosotros, cómplices
–conscientes o inconscientes–
de este pecado colectivo,
en momentos de lucidez,
nos reconocemos corresponsables.
Con nuestra connivencia y nuestra omisión,
con nuestras normas y murallas
fomentamos y perpetuamos
el pecado del mundo.
Tú, que viniste a quitar el pecado
y te sumergiste hasta el fondo
en nuestra historia,
bautízanos con agua
y, sobre todo, con tu Espíritu,
para que, contigo,
podamos hacernos cargo de la realidad,
cargar humildemente con ella,
y encargarnos de que sea
lo que Dios quiere y sueña,
y no lo que a nosotros nos interesa.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 18 de mayo de 2020
Lunes 18 de mayo
Lunes de la 6ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,26-16,4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no pinta a sus seguidores un mundo de color de rosa. Jesús advierte: os excomulgarán, el que os dé muerte pensará que da culto a Dios...
Creer y seguir a Jesús no es tener un pararrayos que nos libre del dolor.
“Señor, gracias por decirnos la verdad”
“Líbranos de la mentira, del engaño”
“Ayúdanos a aceptar y a decir la verdad, aunque nos duela”
Ante la dificultad, ante el dolor, Jesús nos asegura: Os enviaré desde el Padre al Defensor, al Espíritu. El Espíritu nos da entereza y esperanza, y también vosotros daréis testimonio:
“Envíanos Señor tu Espíritu de verdad y fortaleza”
“Envía tu Espíritu Defensor a los que ya se doblan”
Con el Espíritu, los malos momentos se convierten en oportunidad para dar testimonio. Los mártires han dado testimonio de fe desde el dolor y la muerte. Muchas personas enfermas, encarceladas, con problemas familiares, laborales y sociales... dan testimonio de su fe, dan testimonio de la grandeza de Dios en la debilidad de su vida.
Inunda, oh Dios, con el torrente de tu audacia
al hombre llamado a ser tu testigo:
que su compromiso a favor de los pobres
y su estar al lado del necesitado y desvalido
ayuden a desvelar tu imagen
de un Dios que aborrece toda iniquidad;
que la experiencia de tu amor en su vida
sea como lluvia y rocio
que hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas;
que la paz de su corazón y de sus palabras
hagan posible el abrazo de todas las ideas y creencias;
y que nos ayude a comprender que el único enemigo del hombre es que niega o hace imposible al hermano
su vocación de amor universal.
Caigan rendidos ante la fuerza de su testimonio
los que defendían la necesidad de la guerra
e incrementaban el poder de las armas aniquiladoras;
que los poderosos de este mundo alcancen a ver en él
que todo poder es corrupción
cuando no es servicio desinteresado.
Pues la vida de un desheredado es más valiosa a tus ojos,
Señor, que todas las culturas y civilizaciones
que se sostienen a costa de la miseria de muchos.
¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!
Sólo él hará ahondar en la perfecta alegría,
porque cambiará nuestros cultivos de egoísmo
en campos ubérrimos de comunión y amistad;
sólo él conseguirá que sea bendición
la maldición de mutua desconfianza
que hoy pesa sobre el hombre;
sólo él, porque aceptó, con el sacrificio de su vida,
ser sendero de Dios entre los hombres:
aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.
¡Bendito el Dios de rostro humano,
único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!
¡Bendito el Dios que nos envía signos clarividentes
de su amor hecho carne, presencia, riesgo!
¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegido
con el cuenco abundante de la esperanza
que derriba todo muro de lo imposible!
La tierra estrenará nuevo traje de fiesta
allí donde los oídos se abran
a la palabra hecha carne del testigo de Dios.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,26-16,4a
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no pinta a sus seguidores un mundo de color de rosa. Jesús advierte: os excomulgarán, el que os dé muerte pensará que da culto a Dios...
Creer y seguir a Jesús no es tener un pararrayos que nos libre del dolor.
“Señor, gracias por decirnos la verdad”
“Líbranos de la mentira, del engaño”
“Ayúdanos a aceptar y a decir la verdad, aunque nos duela”
Ante la dificultad, ante el dolor, Jesús nos asegura: Os enviaré desde el Padre al Defensor, al Espíritu. El Espíritu nos da entereza y esperanza, y también vosotros daréis testimonio:
“Envíanos Señor tu Espíritu de verdad y fortaleza”
“Envía tu Espíritu Defensor a los que ya se doblan”
Con el Espíritu, los malos momentos se convierten en oportunidad para dar testimonio. Los mártires han dado testimonio de fe desde el dolor y la muerte. Muchas personas enfermas, encarceladas, con problemas familiares, laborales y sociales... dan testimonio de su fe, dan testimonio de la grandeza de Dios en la debilidad de su vida.
Inunda, oh Dios, con el torrente de tu audacia
al hombre llamado a ser tu testigo:
que su compromiso a favor de los pobres
y su estar al lado del necesitado y desvalido
ayuden a desvelar tu imagen
de un Dios que aborrece toda iniquidad;
que la experiencia de tu amor en su vida
sea como lluvia y rocio
que hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas;
que la paz de su corazón y de sus palabras
hagan posible el abrazo de todas las ideas y creencias;
y que nos ayude a comprender que el único enemigo del hombre es que niega o hace imposible al hermano
su vocación de amor universal.
Caigan rendidos ante la fuerza de su testimonio
los que defendían la necesidad de la guerra
e incrementaban el poder de las armas aniquiladoras;
que los poderosos de este mundo alcancen a ver en él
que todo poder es corrupción
cuando no es servicio desinteresado.
Pues la vida de un desheredado es más valiosa a tus ojos,
Señor, que todas las culturas y civilizaciones
que se sostienen a costa de la miseria de muchos.
¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!
Sólo él hará ahondar en la perfecta alegría,
porque cambiará nuestros cultivos de egoísmo
en campos ubérrimos de comunión y amistad;
sólo él conseguirá que sea bendición
la maldición de mutua desconfianza
que hoy pesa sobre el hombre;
sólo él, porque aceptó, con el sacrificio de su vida,
ser sendero de Dios entre los hombres:
aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.
¡Bendito el Dios de rostro humano,
único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!
¡Bendito el Dios que nos envía signos clarividentes
de su amor hecho carne, presencia, riesgo!
¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegido
con el cuenco abundante de la esperanza
que derriba todo muro de lo imposible!
La tierra estrenará nuevo traje de fiesta
allí donde los oídos se abran
a la palabra hecha carne del testigo de Dios.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 17 de mayo de 2020
Domingo 17 de mayo
Domingo de la 6ª semana de Pascua A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14, 15‑21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Guardar los mandamientos de Jesús es vivir en el amor. El amor es el gran mandamiento. Amar es la palabra que resume la misión del cristiano. Si no guardamos los mandamientos de Jesús, si no vivimos el mandamiento del amor es que no amamos a Jesús.
“Señor, perdona y cura nuestra falta de amor”
“Danos un corazón que sepa acoger y compartir tu amor”
El tiempo de las apariciones se termina y Jesús, antes de su Ascensión, consuela a los apóstoles, a sus discípulos. No los dejará desamparados. No nos deja desamparados. Nos da su Espíritu. No es un regalo de segunda. El mismo Espíritu que movió la vida de Jesús, moverá también nuestra vida, eso si, si le dejamos.
“Ayúdanos a reconocer a tu Espíritu Señor”
“Gracias por regalarnos tu Espíritu”
“Perdona porque a veces no creemos en la fuerza del Espíritu”
EL destino de Jesús es vivir eternamente unido al Padre por el Espíritu. Nuestro destino es estar con Jesucristo: nosotros con él y él con nosotros. Y Dios quiere que se haga realidad este destino ¿Qué vas a hacer para que se cumpla este deseo de Dios? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Abre nuestro corazón, Jesús, a tu Espíritu.
Donde está el Espíritu, no hay soledad ni aburrimiento.
Donde está el Espíritu, la vida y la alegría se ensanchan.
Donde está el Espíritu, la valentía y la humildad se alían.
Donde está el Espíritu, crecen la justicia y la paz.
Donde está el Espíritu, sentimos tu presencia amorosa.
Donde está el Espíritu, la fe mueve montañas.
Donde está el Espíritu, la esperanza vence a la muerte.
Donde está el Espíritu, el amor es capaz de dar la vida.
Abre nuestro corazón, Jesús, a tu Espíritu.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14, 15‑21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Guardar los mandamientos de Jesús es vivir en el amor. El amor es el gran mandamiento. Amar es la palabra que resume la misión del cristiano. Si no guardamos los mandamientos de Jesús, si no vivimos el mandamiento del amor es que no amamos a Jesús.
“Señor, perdona y cura nuestra falta de amor”
“Danos un corazón que sepa acoger y compartir tu amor”
El tiempo de las apariciones se termina y Jesús, antes de su Ascensión, consuela a los apóstoles, a sus discípulos. No los dejará desamparados. No nos deja desamparados. Nos da su Espíritu. No es un regalo de segunda. El mismo Espíritu que movió la vida de Jesús, moverá también nuestra vida, eso si, si le dejamos.
“Ayúdanos a reconocer a tu Espíritu Señor”
“Gracias por regalarnos tu Espíritu”
“Perdona porque a veces no creemos en la fuerza del Espíritu”
EL destino de Jesús es vivir eternamente unido al Padre por el Espíritu. Nuestro destino es estar con Jesucristo: nosotros con él y él con nosotros. Y Dios quiere que se haga realidad este destino ¿Qué vas a hacer para que se cumpla este deseo de Dios? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Abre nuestro corazón, Jesús, a tu Espíritu.
Donde está el Espíritu, no hay soledad ni aburrimiento.
Donde está el Espíritu, la vida y la alegría se ensanchan.
Donde está el Espíritu, la valentía y la humildad se alían.
Donde está el Espíritu, crecen la justicia y la paz.
Donde está el Espíritu, sentimos tu presencia amorosa.
Donde está el Espíritu, la fe mueve montañas.
Donde está el Espíritu, la esperanza vence a la muerte.
Donde está el Espíritu, el amor es capaz de dar la vida.
Abre nuestro corazón, Jesús, a tu Espíritu.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 16 de mayo de 2020
Sábado 16 de mayo
Sábado de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Qué es el mundo en este evangelio? No se refiere a aquello que está fuera de la religión o de la Iglesia. El mundo es la parte de humanidad, de nosotros mismos que se opone al plan de Dios. Todos somos un poco mundo. Nadie es bueno del todo o malo del todo.
“Señor, danos sabiduría para descubrir el mundo que me rodea”
“A veces también yo estoy en contra de tu proyecto. Perdóname”
Por eso, cuando emprendemos trabajamos por el Reino de Dios, cuando nos comprometemos en favor de los demás, cuando queremos seguir en serio a Jesús, nos tropezamos con dificultades en nuestro propio corazón, en la familia, en la sociedad y hasta en la Iglesia. No nos debe extrañar. Jesús nos lo advierte con claridad: Si a mí me han perseguido, a vosotros también os perseguirán.
“Jesús, enséñame a encajar las dificultades, como tú,
dame misericordia para perdonar a los que me persiguen, como tú,
concédeme fuerza para ser fiel al Padre y a su Reino, contigo”
Señor:
¡Ahora si que es demasiado,
ya no puedo más!
Estoy agotado,
consumido de dolor,
agobiado de cargas,
doblado por el esfuerzo,
humillado por mis hermanos,
incomprendido por mis amigos.
Siento ganas de huir,
de escapar de todo lo que me hace sufrir.
Compréndeme, Señor:
He compartido mis conocimientos
y me han rechazado con desprecio.
He ofrecido mi ternura
y me han respondido con insultos.
He trabajado por la concordia
y me han arrinconado sin motivo.
He invertido mi tiempo por mejorar el mundo
y muchos sospechan de mis intenciones.
He anunciado tu amor y tu cercanía
y me miran como a un bicho raro.
¡Ah, Señor!
¿No es todo demasiado injusto?
Señor, ayúdame a comprender mis fracasos,
a darme cuenta de que si a ti te han rechazado
también a mi me rechazarán.
Ayúdame a reconocer y a pedir perdón
porque también yo hago sufrir a personas buenas.
Señor, Tú me comprendes,
porque también Tú fuiste rechazado,
tuviste la sensación de que tu entrega era inútil,
sufriste la tentación de no beber el cáliz de la pasión
y quisiste refugiarte en la casa de los placeres sin compromiso.
Pero Tú seguiste adelante,
venciste al fracaso, al miedo, a la comodidad y al egoísmo.
Y ofreciste tu vida sin regateos,
lo diste todo, te diste del todo.
Señor, ayúdame a escuchar tu susurro que me dice:
"Ánimo. No tengas miedo. Sigue adelante.
Yo he vencido incluso a la muerte.
Y tú también vencerás.
Las semillas que sembraste darán el ciento por uno
y yo compartiré contigo mi vida resucitada".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,18-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Qué es el mundo en este evangelio? No se refiere a aquello que está fuera de la religión o de la Iglesia. El mundo es la parte de humanidad, de nosotros mismos que se opone al plan de Dios. Todos somos un poco mundo. Nadie es bueno del todo o malo del todo.
“Señor, danos sabiduría para descubrir el mundo que me rodea”
“A veces también yo estoy en contra de tu proyecto. Perdóname”
Por eso, cuando emprendemos trabajamos por el Reino de Dios, cuando nos comprometemos en favor de los demás, cuando queremos seguir en serio a Jesús, nos tropezamos con dificultades en nuestro propio corazón, en la familia, en la sociedad y hasta en la Iglesia. No nos debe extrañar. Jesús nos lo advierte con claridad: Si a mí me han perseguido, a vosotros también os perseguirán.
“Jesús, enséñame a encajar las dificultades, como tú,
dame misericordia para perdonar a los que me persiguen, como tú,
concédeme fuerza para ser fiel al Padre y a su Reino, contigo”
Señor:
¡Ahora si que es demasiado,
ya no puedo más!
Estoy agotado,
consumido de dolor,
agobiado de cargas,
doblado por el esfuerzo,
humillado por mis hermanos,
incomprendido por mis amigos.
Siento ganas de huir,
de escapar de todo lo que me hace sufrir.
Compréndeme, Señor:
He compartido mis conocimientos
y me han rechazado con desprecio.
He ofrecido mi ternura
y me han respondido con insultos.
He trabajado por la concordia
y me han arrinconado sin motivo.
He invertido mi tiempo por mejorar el mundo
y muchos sospechan de mis intenciones.
He anunciado tu amor y tu cercanía
y me miran como a un bicho raro.
¡Ah, Señor!
¿No es todo demasiado injusto?
Señor, ayúdame a comprender mis fracasos,
a darme cuenta de que si a ti te han rechazado
también a mi me rechazarán.
Ayúdame a reconocer y a pedir perdón
porque también yo hago sufrir a personas buenas.
Señor, Tú me comprendes,
porque también Tú fuiste rechazado,
tuviste la sensación de que tu entrega era inútil,
sufriste la tentación de no beber el cáliz de la pasión
y quisiste refugiarte en la casa de los placeres sin compromiso.
Pero Tú seguiste adelante,
venciste al fracaso, al miedo, a la comodidad y al egoísmo.
Y ofreciste tu vida sin regateos,
lo diste todo, te diste del todo.
Señor, ayúdame a escuchar tu susurro que me dice:
"Ánimo. No tengas miedo. Sigue adelante.
Yo he vencido incluso a la muerte.
Y tú también vencerás.
Las semillas que sembraste darán el ciento por uno
y yo compartiré contigo mi vida resucitada".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 15 de mayo de 2020
Viernes 15 de mayo
Viernes de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
“En mi trabajo, con los amigos y la familia,
cómo puedo dar la vida, Señor?”
“Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
“Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”
Amaos
como yo os he amado y amo;
éste es mi deseo más íntimo
y mi único mandato;
es mi testamento y evangelio
porque quiero que seáis mis amigos
y hermanos con los que comparto todo,
y no siervos, pedigüeños y esclavos.
Amaos,
y os sentiréis vivos,
y vuestro gozo se desbordará a raudales,
y os pondréis en camino sin miedo,
y daréis un fruto duradero,
y la tristeza quedará desterrada de vuestras entrañas,
y compartiréis mi alegría con todos,
y viviréis con plenitud día a día.
Amaos:
alzad la vista,
otead el horizonte,
fijaos en los detalles,
descubrid vuestros tesoros,
penetrad el misterio,
ved los signos nuevos,
¡miraos a los ojos!
Amaos:
respetad vuestras diferencias,
gozad vuestras riquezas,
abrid vuestro corazón,
daos;
no os retengáis,
no os adueñéis,
no os esclavicéis.
Amaos:
sed arco iris de color y vida,
de diversidad y unidad
de paz y compromiso,
de pluralidad y respeto,
de luz y solidaridad,
de esperanza y liberación,
de buenas noticias y liberación.
¡Amaos como yo os he amado y amo!
¡Y gozaros!
Florentino Ulibarri
-----------------------
Señor, perdóname, porque muchas veces trato a los demás como ellos me tratan a mí;
me dejo llevar por lo que me apetece en cada momento.
Tú, en cambio, no me tratas como merecen mis pecados:
tu amor desborda todos mis merecimientos y deseos.
Señor Jesús, enséñame a vivir, enséñame a amar, como Tú.
Que sepa hablar con amor y por amor, como tú.
Que sepa rezar con amor y por amor, como tú.
Que sepa poner a Dios Padre por encima de todo y de todos. con amor y por amor, como tú.
Que sepa trabajar con amor y por amor, como tú.
Que sepa obedecer y rebelarme con amor y por amor, cómo tú.
Que sepa transmitir la fe con amor y por amor, como tú.
Que sepa cumplir los mandamientos con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir con amor y por amor, como tú.
Que sepa renunciar a todo lo que nos separa de Dios con amor y por amor, como tú.
Que sepa servir con amor y por amor, como tú.
Que sepa llevar la cruz con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir mi tiempo y mi vida con amor y por amor, como tú.
Señor Jesús, que sepa vivir y amar como tú y unido a ti. Amén.
Jesús nos ha elegido. Nos ha elegido por amor, no por nuestra valía ni nuestros méritos. Nos ha elegido porque nos ama, porque quiere nuestra felicidad. Y nos ha elegido para enviarnos, para cumplir su misión, para hacer presente su amor en el mundo, en este mundo nuestro, tan dolorido como hambriento de amor.
“Señor, gracias por pensar en mi, gracias por contar conmigo”
“Ayúdame a ser transparencia de tu amor”
“Enséñanos a curar las heridas del odio con el bálsamo de amor”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,12-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
“En mi trabajo, con los amigos y la familia,
cómo puedo dar la vida, Señor?”
“Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
“Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”
Amaos
como yo os he amado y amo;
éste es mi deseo más íntimo
y mi único mandato;
es mi testamento y evangelio
porque quiero que seáis mis amigos
y hermanos con los que comparto todo,
y no siervos, pedigüeños y esclavos.
Amaos,
y os sentiréis vivos,
y vuestro gozo se desbordará a raudales,
y os pondréis en camino sin miedo,
y daréis un fruto duradero,
y la tristeza quedará desterrada de vuestras entrañas,
y compartiréis mi alegría con todos,
y viviréis con plenitud día a día.
Amaos:
alzad la vista,
otead el horizonte,
fijaos en los detalles,
descubrid vuestros tesoros,
penetrad el misterio,
ved los signos nuevos,
¡miraos a los ojos!
Amaos:
respetad vuestras diferencias,
gozad vuestras riquezas,
abrid vuestro corazón,
daos;
no os retengáis,
no os adueñéis,
no os esclavicéis.
Amaos:
sed arco iris de color y vida,
de diversidad y unidad
de paz y compromiso,
de pluralidad y respeto,
de luz y solidaridad,
de esperanza y liberación,
de buenas noticias y liberación.
¡Amaos como yo os he amado y amo!
¡Y gozaros!
Florentino Ulibarri
-----------------------
Señor, perdóname, porque muchas veces trato a los demás como ellos me tratan a mí;
me dejo llevar por lo que me apetece en cada momento.
Tú, en cambio, no me tratas como merecen mis pecados:
tu amor desborda todos mis merecimientos y deseos.
Señor Jesús, enséñame a vivir, enséñame a amar, como Tú.
Que sepa hablar con amor y por amor, como tú.
Que sepa rezar con amor y por amor, como tú.
Que sepa poner a Dios Padre por encima de todo y de todos. con amor y por amor, como tú.
Que sepa trabajar con amor y por amor, como tú.
Que sepa obedecer y rebelarme con amor y por amor, cómo tú.
Que sepa transmitir la fe con amor y por amor, como tú.
Que sepa cumplir los mandamientos con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir con amor y por amor, como tú.
Que sepa renunciar a todo lo que nos separa de Dios con amor y por amor, como tú.
Que sepa servir con amor y por amor, como tú.
Que sepa llevar la cruz con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir mi tiempo y mi vida con amor y por amor, como tú.
Señor Jesús, que sepa vivir y amar como tú y unido a ti. Amén.
Jesús nos ha elegido. Nos ha elegido por amor, no por nuestra valía ni nuestros méritos. Nos ha elegido porque nos ama, porque quiere nuestra felicidad. Y nos ha elegido para enviarnos, para cumplir su misión, para hacer presente su amor en el mundo, en este mundo nuestro, tan dolorido como hambriento de amor.
“Señor, gracias por pensar en mi, gracias por contar conmigo”
“Ayúdame a ser transparencia de tu amor”
“Enséñanos a curar las heridas del odio con el bálsamo de amor”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 14 de mayo de 2020
Jueves 14 de mayo
San Matías
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Jn 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
“En mi trabajo, con los amigos y la familia,
cómo puedo dar la vida, Señor?”
“Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
“Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”
Jesús nos ha elegido. Dios siempre se nos adelanta.
Iba a ponerme en tu camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.
Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.
Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.
Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.
Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?
Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote. Fue elegido el último y de forma muy especial. No importa el tiempo ni la forma en que seamos llamados. Lo importante es escuchar la llamada y responder.
“San Matías, ruega por nosotros,
para que tengamos siempre abiertos nuestros oídos
y dispuestos nuestros pies para seguir a Jesús
por los caminos que nos vaya mostrando”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Jn 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
“En mi trabajo, con los amigos y la familia,
cómo puedo dar la vida, Señor?”
“Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
“Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”
Jesús nos ha elegido. Dios siempre se nos adelanta.
Iba a ponerme en tu camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.
Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.
Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.
Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.
Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?
Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote. Fue elegido el último y de forma muy especial. No importa el tiempo ni la forma en que seamos llamados. Lo importante es escuchar la llamada y responder.
“San Matías, ruega por nosotros,
para que tengamos siempre abiertos nuestros oídos
y dispuestos nuestros pies para seguir a Jesús
por los caminos que nos vaya mostrando”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 13 de mayo de 2020
Miércoles 13 de mayo. N. Sra. de Fátima
Miércoles de la 5ª semana de Pascua
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.
Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.
A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.
Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Como el Amor es la fuente
de ternura y siembra,
de puertas abiertas,
de promesas ciertas.
Como la Justicia es fuente
de miradas limpias,
de opciones honestas,
de normas humanas.
Como la Paz es fuente
del arma desterrada,
de extintas barreras,
de muros tirados.
Como la Palabra es fuente
de verdad desnuda,
de la fe intuida,
de bendición sincera.
Como el Pan es fuente
de estómagos llenos,
de mesas provistas,
de días de encuentro.
Tú eres la vid,
y nosotros los sarmientos,
que han de florecer
con frutos de amor y justicia,
de paz y palabra,
de pan que saciará
el hambre de todos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
-------------------------
La poda es algo muy frecuente en el campo.
Campesinos y hortelanos son diestros en ella.
Incluso en la ciudad,
los amantes de los árboles y de las plantas
las podan en tiempos señalados.
Obtienen así ejemplares más bellos, más fuertes, más sanos...
Pero con ser una operación tan corriente,
necesaria y positiva,
nos resulta una energía extraña,
cuando no una anti-energía o muerte.
Sin embargo, la poda es ley de vida y crecimiento
de las plantas,... de las personas y de los grupos.
Controla, encauza y orienta las fuerzas;
impide la dispersión, da nuevas energías.
Nos hace crecer y ser nosotros mismos.
Nos poda el Padre, eso dices Tú.
Poda a los que dan fruto, para que den más.
Nos poda a los que bien nos quiere.
Nos corta las alas de la soberbia y de la comodidad
que nos impiden dar fruto y malgastan energía.
¡Corta brotes "naturales", que parecen ser expresión de vida,
para que demos más y mejor fruto!
Nos podan los amigos, el grupo, la comunidad,
a través de relaciones claras y fraternales;
a través de la ayuda, la crítica y la exigencia.
Nos podan cuando ponen en crisis
nuestro estilo de vida y escala de valores;
cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser.
Algunos se podan a sí mismos para dar más fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y objetivos dignos
para conseguir bienes mayores y tesoros escondidos.
¡Dichosos esos hombres y mujeres!
Dichosos los que viven con ellos, porque participan de su fruto.
La mayoría de las podas vienen sin buscarlas.
Las trae la vida cuando menos lo esperas;
son podas involuntarias, imprevistas, a veces duras y dolorosas,
y no siempre las aceptamos como algo positivo.
Involuntaria o voluntaria
a tiempo o a destiempo,
asumida o rechazada,
la poda es el secreto
de las personas que se han hecho fuertes,
de los hombres y las mujeres que dan fruto,
de quienes tienen vida.
¡Pódanos, Señor!
¡Pódame, Señor!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.
Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.
A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.
Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Como el Amor es la fuente
de ternura y siembra,
de puertas abiertas,
de promesas ciertas.
Como la Justicia es fuente
de miradas limpias,
de opciones honestas,
de normas humanas.
Como la Paz es fuente
del arma desterrada,
de extintas barreras,
de muros tirados.
Como la Palabra es fuente
de verdad desnuda,
de la fe intuida,
de bendición sincera.
Como el Pan es fuente
de estómagos llenos,
de mesas provistas,
de días de encuentro.
Tú eres la vid,
y nosotros los sarmientos,
que han de florecer
con frutos de amor y justicia,
de paz y palabra,
de pan que saciará
el hambre de todos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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La poda es algo muy frecuente en el campo.
Campesinos y hortelanos son diestros en ella.
Incluso en la ciudad,
los amantes de los árboles y de las plantas
las podan en tiempos señalados.
Obtienen así ejemplares más bellos, más fuertes, más sanos...
Pero con ser una operación tan corriente,
necesaria y positiva,
nos resulta una energía extraña,
cuando no una anti-energía o muerte.
Sin embargo, la poda es ley de vida y crecimiento
de las plantas,... de las personas y de los grupos.
Controla, encauza y orienta las fuerzas;
impide la dispersión, da nuevas energías.
Nos hace crecer y ser nosotros mismos.
Nos poda el Padre, eso dices Tú.
Poda a los que dan fruto, para que den más.
Nos poda a los que bien nos quiere.
Nos corta las alas de la soberbia y de la comodidad
que nos impiden dar fruto y malgastan energía.
¡Corta brotes "naturales", que parecen ser expresión de vida,
para que demos más y mejor fruto!
Nos podan los amigos, el grupo, la comunidad,
a través de relaciones claras y fraternales;
a través de la ayuda, la crítica y la exigencia.
Nos podan cuando ponen en crisis
nuestro estilo de vida y escala de valores;
cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser.
Algunos se podan a sí mismos para dar más fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y objetivos dignos
para conseguir bienes mayores y tesoros escondidos.
¡Dichosos esos hombres y mujeres!
Dichosos los que viven con ellos, porque participan de su fruto.
La mayoría de las podas vienen sin buscarlas.
Las trae la vida cuando menos lo esperas;
son podas involuntarias, imprevistas, a veces duras y dolorosas,
y no siempre las aceptamos como algo positivo.
Involuntaria o voluntaria
a tiempo o a destiempo,
asumida o rechazada,
la poda es el secreto
de las personas que se han hecho fuertes,
de los hombres y las mujeres que dan fruto,
de quienes tienen vida.
¡Pódanos, Señor!
¡Pódame, Señor!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
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