domingo, 28 de febrero de 2021

Domingo, 28 de febrero de 2021

 Domingo de la 2ª semana de Cuaresma B


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 1-10

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es un buen maestro. Enseña con claridad cuál es el camino a seguir: coger la cruz, dar la vida... Pero también muestra el fin del camino: la vida, la felicidad, la alegría; en definitiva: la resurrección.

Si los rechazos sufridos por Jesús son anticipo de su muerte, la transfiguración es un anticipo de la resurrección.

Y con un anticipo de la resurrección, la cruz sigue siendo cruz, pero la podemos abrazar con esperanza.

En la escuela de la vida el Señor nos enseña a precisamente a vivir. Tenemos que estar atentos a lo que hacemos, a lo que sentimos. Si estamos atentos nos daremos cuenta de que la cruz del Señor, a la larga, es la más ligera; y la vida que nos ofrece, la más grande.
    "Señor, levanta nuestra esperanza"
    "Cura nuestra desilusión"
    "Enséñanos en camino de la vida"

Necesitamos buscar "espacios de transfiguración", espacios para estar a gusto con el Señor, para gozar de su presencia. Los podemos encontrar en momentos de oración, en la celebración de los sacramentos, en la gente que nos quiere, en los lugares que nos resultan acogedores. ¿Cómo vas a buscar estos espacios? ¿cómo los vas a ofrecer a los demás? Cuéntaselo a Jesús.

Las personas con espíritu,
y las que sufren y lloran por el camino.
Los niños que viven, sonríen y besan,
y los que tienen un cruel destino.

Los horizontes limpios y abiertos,
y los bosques con penumbra y espesos.
Los rincones con duende
y el centro de las ciudades.

Manantiales, ríos y fuentes,
y los desiertos y oasis de siempre.
Las altas cumbres no holladas
y las sendas que van y vienen.

Los mares que acarician y mecen,
y los bravíos que se enfurecen.
Las oscuras tormentas de verano
y los olores que dejan a su paso.

Las alboradas frescas y claras.
y los rojos y serenos atardeceres.
El silencio de la noche que se expande,
y el murmullo de las criaturas vivientes.

Los frutos de los árboles de secano,
y el aceite de oliva virgen.
Las blancas salinas que reverberan,
y las playas y calas serenas.

El frescor y la paz de las iglesias,
y sus obras de arte siempre a la vista.
La luna y las estrellas lejanas,
y la terraza de nuestra casa.

La sonrisa clara de quienes aman,
y la despedida de quienes se marchan.
Los hijos que se tienen y crecen,
y los padres y madres que ejercen.

Los besos gratuitos y los furtivos,
dados, recibidos, compartidos.
El lenguaje con que nos comunicamos,
y las manos con que nos acariciamos.

Las cosas sencillas de siempre
sin dogmas, sin comentarios y sin moniciones,
y las sorpresas que nos deparan
a lo largo de toda la jornada.

Este cuerpo que nos has dado
para comunicarnos y gozarnos,
y los miedos y sorpresas que se cuelan
todos los días en nuestras venas.

A veces el sagrario, a veces las ermitas,
a veces las nobles catedrales,
a veces, hasta el agua bendita...
¡Siempre, tu rostro hermano en la calle!

Tabores cotidianos,
Tabores gratuitos,
Tabores evangélicos,
Tabores muy humanos.

Son tantos y tantos los Tabores
para encontrarte y encontrarnos en el camino,
que hoy me siento envuelto en tu misterio
con el corazón y el rostro resplandecidos.

Florentino Ulibarri


A ti, Señor, levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo y entre los hijos de los hombres.
Levanto mis ojos de donde viene mi esperanza.
La esperanza me llega a borbotones de tu inmenso amor,
de que no te olvidas nunca de mí.

Muchos hombres ponen su esperanza
en que tengan suerte en el juego,
en que todo les salga bien,
en la solución de sus problemas.

Mi esperanza es pronunciar tu nombre.
Mi alegría se llama conocerte,
saber de tu bondad infinita,
más allá de donde alcanza mi razón.
Tú eres una puerta abierta,
una ventana llena de luz.

Cuando los hombres me miran,
me preguntan por qué sigo creyendo,
por qué Tú sigues siendo mi esperanza, me digo:
si te conocieran, si supieran sólo un poco de ti,
si ellos descubrieran lo que tú me has dado,
estoy seguro de que no dirían lo que dicen;
pues Tú eres maravilloso, acoges mis pies cansados.

Por eso, por todo y por siempre,
Tú, Señor, eres mi esperanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén


Venid a un sitio tranquilo;
a un lugar apartado del bullicio agobiante
que nos acompaña día y noche;
a un lugar retirado
de vuestros negocios y preocupaciones,
de vuestras falsas necesidades;
a un lugar apropiado para encontraros
con Dios, entre vosotros y con vosotros mismos.
Venid a un sitio adecuado
para reparar fuerzas.

Y descansad un poco.
Detened vuestro ritmo alocado.
Haced un alto en el camino.
Sosegaos de tanto ajetreo.
Que se calmen vuestros nervios.
Que se serene vuestro espíritu.
Dejad la mochila a un lado,
quitaos las sandalias
y lavaos el cuerpo entero
para reparar fuerzas.

Los que estáis rendidos y agobiados,
los que vivís bajo el yugo de las responsabilidades,
los que soportáis el peso de los compromisos
y de las obligaciones ineludibles,
los que camináis con los ojos tristes
y la espalda doblada,
los que ya sólo divisáis niebla en el horizonte,
los que no sabéis vivir sin cargas y cruces,
echad el freno y apearos
para reparar fuerzas.

Yo os aliviaré.
Os sanaré la mente.
Tonificaré vuestro corazón.
Curaré vuestras heridas.
Vigorizaré vuestro cuerpo.
Calmaré vuestra ansiedad.
Os quitaré las pesadillas...
Estaré con vosotros en todo momento.
Tomaos un respiro conmigo
para reparar fuerzas.

Venid conmigo, amigos.
Gozad este momento y lugar.
Gustad todo lo suyo –que es vuestro–:
las verdes praderas, las aguas frescas,
los árboles frondosos,
el horizonte abierto...
Descansad sin prisas y sin miedo.
Cargad las pilas hasta rebosar
y escuchad mi buena nueva...
para reparar fuerzas.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

sábado, 27 de febrero de 2021

Sábado, 27 de febrero de 2021

 Sábado de la 1ª semana de Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Este evangelio nos dice: “sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto”. En otras páginas de la Biblia leemos: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” y “sed santos como vuestro Padre es santo”. Parece claro que para Dios ser santos, ser perfectos y ser misericordiosos es la misma cosa.

“Miseri-cor-dia” = “miserables-corazón-dar”, significa dar el corazón a los miserables, a los pobres, a los que no pueden o no quieren devolveros el favor. Dios es misericordioso porque nos ha dado su corazón, su amor, a nosotros, que nunca podremos devolverle ni una centésima parte.

En esta Cuaresma, ¿a que “indeseable” tengo que amar, por que “enemigo” tengo que rezar, a que “insociable” tengo que saludar? Quizá si le amamos, si rezamos por él, si le saludamos... descubrimos que no es ni tan indeseable, ni tan enemigo, ni tan insociable.

Padre bueno, que nos descubriste mediante tu Hijo, la alegría del perdón, la valentía del amor al enemigo, el imperativo de "no juzgar", te pedimos que borres tus reclamaciones de nuestro libro, como haremos nosotros con las nuestras.

Así conseguiremos un libro blanco y limpio, dispuesto para los mensajes de alegría de bondad, de fraternidad, de amor.

Haznos sentir el perdón como un tesoro recibido de ti y generador de convivencia pacifica, hasta tal punto que no necesitemos volver a reclamar, porque todos los rencores quedarán ahogados.

Tú, que nos conoces por dentro y que podrías llenar mil páginas con los fallos de nuestra biografía personal pero prefieres la indulgencia, haznos capaces de imitarte en nuestras relaciones difíciles con el prójimo.
Te lo pedimos por Jesucristo, tu hijo y Señor nuestro. Amen.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

viernes, 26 de febrero de 2021

Viernes, 26 de febrero de 2021

 Viernes de la 1ª semana de Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 5,20-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego.
Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A veces oímos o decimos: “yo ni mato, ni robo”. Sin embargo, nos cuesta muy poco criticar, insultar, hablar mal... Y, aunque nos parezcan inocentes nuestros comentarios, a veces herimos, herimos mucho.
“Señor, perdona nuestras críticas ácidas”
“Danos un corazón sensible y una palabra delicada”
“Gracias por las personas que tienen un corazón bueno”

No es compatible el amor a Dios y el odio al hermano, aunque nos haya hecho mucho daño. No es compatible. Quizá anide en nuestro corazón algún resentimiento, algún rencor, algún deseo de venganza. Pongamos todo en manos de Dios, para que la oración y las penitencias de la Cuaresma nos conduzcan a la reconciliación y la paz de la Pascua.

Señor, concédeme el regalo de un corazón reconciliado;
que sepa comprender, antes que condenar;
que busque la unión en vez de la división;
que se deje conducir por el amor y no por interés,
que esté siempre dispuesto a perdonar y a pedir perdón.

Que sepa construir y reconstruir la paz en la familia,
que sea consciente de todo lo que recibo de ella
y de los mucho que los quiero y añoro,
aunque a veces me pongan de los nervios.

Que sepa ser puente de comunicación entre mis amigos,
que no deje crecer las críticas que se hacen a la espalda,
que busque más lo que nos une de los que nos separa;
que sea cercano con quien más necesite el calor de la amistad.

Qué sepa trabajar por la comunión en la comunidad,
que no me deje llevar por estériles protagonismos
y sepa propover la participación de todos,
cada uno con las capacidades que Dios le ha dado.

Qué sepa instrumento de paz en el pueblo o en el barrio, en el mundo;
que tenga especial cuidado y empeño en integrar a todos:
a los pobres, a los marginados, a los que no cuentan;
que no busque la confrontación, sino la comunicación.

Señor, que cada día sepa descubrir tu amor infinito,
muchísimo más grande que todos mis pecados y errores;
para que, a fuerza de acoger tu perdón de Padre y Madre,
sepa contagiar la alegría de vivir como hermanas y hermanos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

jueves, 25 de febrero de 2021

Jueves, 25 de febrero de 2021

 Jueves de la 1ª semana de Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 7,7-12

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

   Dios pide nuestra conversión, mejor dicho, Dios pide que nos dejemos reconciliar por Él. La conversión, antes que un esfuerzo de nuestra parte es un don de Dios, un don que tenemos que acoger. Y lo acogemos en la medida en que lo pedimos.
“Señor, concédenos el don de la conversión”

Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo... Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.

Dios y Padre nuestro, fuente de todo bien,
es necesario pedirte con confianza cuanto precisamos;
es justo darte gracias por todo lo que recibimos;
es bueno rezar, siempre, en la alegría y la tristeza,
y en todo lugar: en la calle y en el monte,  en casa y en la iglesia…

Aunque conoces nuestros deseos antes de contártelos,
aunque no precisas nuestra oración para bendecirnos,
nosotros necesitamos rezar
para abrir el corazón y acoger tus dones,
para sentir tu cercanía, tu ternura, tu amor, tu fuerza...

Gracias, Padre, porque tú inspiras nuestra oración.
porque tus oídos nunca están cerrados a nuestras súplicas
y nos ofreces el regalo, siempre nuevo, de tu Palabra.

Gracias, porque acoges con alegría nuestra oración,
para que nos sirva de salvación,
porque rezar nos ayuda a vivir más felices,
al sentirnos hijos tuyos, hijos amados,
y hermanos de todas las personas. Amén.

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Tú, mi esperanza,
óyeme para que no sucumba al desaliento.
Tú, mi anhelo,
óyeme para que no me dé por satisfecho.
Tú, vida para mi vida,
óyeme para que no deje de buscarte.

Buscarte día a día,
en soledad y compañía,
en los momentos de euforia y alegría,
y en los de tedio y desgana.
Buscarte compartiendo y recibiendo,
buscando y preguntando,
sirviendo y sembrando,
luchando y amando,
orando y glorificando,
trabajando y estudiando,
dialogando y soñando,
muriendo y creando,
viviendo sin fronteras ni murallas.

¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!

Saliste a mi encuentro cuando no te esperaba.
Atravesaste puertas y ventanas,
valles y montañas
ríos y murallas,
desiertos y playas,
calles y plazas,
tugurios e iglesias,
tabernas y fábricas...
Te hiciste el encontradizo.
Me sorprendiste a tu manera.
Me tomaste de la mano
como si nos conociéramos de toda la vida.
Y estuvimos un rato juntos.

Te vi un poco,
te sentí junto a mí.
Quiero conocerte más
y tenerte más cerca.
Quiero sentir el calor de tu regazo,
la ternura de tus entrañas,
la pasión de tu corazón,
la angustia de tu alma,
las palabras de tu boca,
el aliento de tu espíritu...
No te hagas esperar.
Te estoy llamando.
Ábreme y déjame entrar...

¡Te busco, Dios!
¡Quiero ver tu rostro!
¡¡Quiero ver tu rostro!!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

miércoles, 24 de febrero de 2021

Miércoles, 24 de febrero de 2021

 Miércoles de la 1ª semana de Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 11,29-32

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

 Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y ponemos excusas y justificaciones, algunas realmente buenas; pero excusas, al fin y al cabo: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios cambiara mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo tendríamos que inventar.

Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Los ciudadanos de Nínive se convierten por la predicación de Jonás, y la reina del Sur al escuchar la sabiduría de Salomón.

Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha hecho en nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos, crecería nuestra esperanza y viviríamos más felices.

“Danos Señor un corazón y unos ojos nuevos
  para descubrir y agradecer las maravillas
  que haces en los corazones de las personas
  y en la historia de mundo.
  Y danos la fuerza de tu Espíritu
  para que no pase esta Cuaresma
  sin habernos convertido un poco más a Ti”

Yo se que me quieres, Señor, porque eres bueno.
Porque tienes un corazón sensible, perdóname;
limpia mi vida de todos mis pecados
y de mis continuas caídas, levántame.

Que alegría tan grande saber que eres mi Padre,
y que juzgas a todos con misericordia.
Dame tu abrazo de perdón y tu amor cambiará mi corazón,
sé mi amigo y caminaré siempre en tu presencia.

Devuelveme el gozo y la alegría, que toda mi vida salte de gozo.
Somos amigos: olvida el mal que hice,
ayúdame con tu amistad a renovarme
y haz que nunca más me separe de Ti .

Que nazca en mí, como una fuente, un corazón puro,
y que una voluntad firme crezca en mi.
Quiero ver tu rostro alegre a mi lado,
y que tu fuerza me acompañe siempre, Señor.

Dame alegría de tu salvación
y un corazón generoso para amarte toda la vida.
Les diré a mis amigos que tus caminos son formidables,
y a los que pecan sin conocerte, lo bueno que Tú eres.

Dame vida, pues yo amo el vivir,
Tú que eres el Dios de la Vida,
y con ella diré a las gentes que contigo todo es posible.
Abre mi corazón y mis labios para decirte cuánto te quiero.

Ya sé que no te contentas con poco
y que no quieres de mí palabras vacías.
Lo que me pides es un corazón arrepentido;
un corazón sincero y noble es lo que quieres.

Sé bueno conmigo y con los otros
y fortalece nuestras vidas indefensas.
A Tí te ofrecemos nuestra vida cada día,
todo lo que somos y tenemos, todo es tuyo.

Devuélvenos, te lo pedimos, el gozo y la alegría,
y toda nuestra vida salte hoy en fiesta.
Somos amigos: olvida el mal que hemos hecho
y ayúdanos con tu amistad a convertirnos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

martes, 23 de febrero de 2021

Martes, 23 de febrero de 2021

 Martes de la 1ª semana de Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 6,7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros rezad así: "Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno." Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

No uséis muchas palabras. Dios sabe lo que nos hace falta…

No puedo abrumarte
con tercos argumentos
ni con obsesivas oraciones,
para que me concedas
salud para servirte,
vida larga para hacer más cosas,
honra para encontrar
las puertas abiertas,
abundantes recursos
para ser más eficiente.

No puedo pedir tampoco
sufrimientos
presumiendo de mis fuerzas,
como si tú necesitases
una cuota de dolor
para concedernos
las cosas necesarias.

Yo sólo quiero pedirte
lo que tú siempre me ofreces,
tu amor y tu gracia
que engendran vida,
pero pueden llevar a la muerte
por defender a los asaltados,
que crean salud,
pero pueden llevar a perderla
en el servicio de los débiles,
que nos hacen amables,
pero pueden provocar
descalificación social
por no amoldarnos a las leyes,
que fructifican la tierra
con todos los bienes necesarios,
pero pueden dejarnos sin nada
por hacernos hermanos
de los echados de tu mundo.

Yo sólo quiero pedirte
tu amor y tu gracia.
Que los acoja en mí
como la última verdad
y que mi corazón diga:
«Me basta». [EE. EE. 234]


El Evangelio y la liturgia son buenos maestros. El Evangelio de ayer nos hablaba de compromiso con los pobres; y el de hoy del Padre Nuestro. No podemos separar lo que Dios ha unido: acción y oración. Para que toda la vida sea oración, ha de haber momentos dedicados sólo a la oración. Y la oración auténtica se verifica en el amor comprometido por los hermanos.
“Haznos Señor contemplativos en el trabajo de cada día”
“Que cuando rece, huya del ruido, no de las personas”

Reza con el Padre Nuestro. Ve repitiendo cada palabra. Piensa con qué sentimientos las pronunciaría Jesús... Él reza contigo, más aún, tú rezas en Él, tú te unes a esa oración constante de Jesús con su Padre, con nuestro Padre.

¡Padre nuestro! Estoy tan acostumbrado a decirte “Padre”, que casi lo hago sin darme cuenta.
Sin embargo... cuando lo pienso más en serio, tiemblo un poco.
Porque si eres mi Padre, yo soy tu hijo... Y el hijo tiene la carne y la sangre del padre.
Hoy te pido, Padre mío (y Padre de tantos otros hijos, de tantos hermanos míos),
que jamás deje de llamarte así, que jamás deje de ser el que engendraste para que te ame y para ser amado por Ti.
¡Padre nuestro! ¡Padre de Cristo! Que nunca deje de recordar la misericordia que nos mostraste en Jesús.
No permitas que abandone nunca tu casa.
Si estoy lejos de ella (por tantas locuras, por tantas maldades, por tantas tonterías),
dame fuerzas para volver ahora mismo:
¡Tú me amas y eres más grande que todos mis pecados juntos!
Y si me das la gracia de vivir siempre en tu casa, disfrutando de todo lo tuyo,
dame generosidad para compartir todo lo mío;
dame humildad para comprender a mis hermanos y recibirlos en nuestra casa siempre, como Tú los recibes. ¡Así sea!
(Héctor Muñoz)


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

lunes, 22 de febrero de 2021

Lunes, 22 de febrero de 2021

 Cátedra de San Pedro


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16,13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús
preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hambre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías
o uno de los profetas.»
El les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder
del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Quién es Jesús? ¿Quién es Jesús para ti? ¿un maestro de vida? ¿un amigo al que acudo cuando lo necesito? ¿un hombre excepcional? ¿el Señor que conduce mi vida? ¿el salvador de mis miedos y mis pecados? ¿el Mesías, el Hijo de Dios, que revela el rostro del Padre? ¿el Amado?
No respondas sólo con la cabeza, responde también con la vida.

Piensa también ¿Quién debería ser Jesús en ti? ¿qué pasos tienes que dar para avanzar hacia ese ideal?

Tú eres
la brisa que alienta todas mis horas,
la lluvia que empapa mis células,
la luz que ilumina mi caminar,
el friego que acrisola mi vida entera.
La nube que nos acompaña de día y de noche,
la roca de manantiales de agua limpia y fresca,
el perfume que penetra por todas las rendijas,
el techo que nos cobija de toda inclemencia,
eres Tú.

Tú,
tienda de lona en el desierto;
flor que florece todas las primaveras;
campo de cultivo, tierra mullida;
aljibe comunal a la vera del camino.
La mano que sostiene,
la sonrisa que relaja,
el rostro que serena,
el regazo que acoge,

Tú.
Tú has puesto en lo más íntimo de mi ser
el anhelo de vivir y gozar,
el deseo de abrir mi corazón,
de contemplar la amplitud del mundo,
de conocerte más y más,
de estar en silencio... contigo.

Florentino Ulibarri


 Hoy es la fiesta de la Cátedra de San Pedro, una Cátedra desde la que los sucesores de Pedro presiden a todas las Iglesias para que permanezcan unidas en la misma fe que un día San Pedro confesara en Cesarea de Filipo. Damos gracias a Dios por el Papa, por su magisterio; Rezamos por el Papa y por todos los pastores de la Iglesia, para que sean transparencia de Jesús, el Buen Pastor:

Señor, no has querido salvarnos aisladamente. Nos has dado una gran familia, una gran comunidad de hermanas y hermanos, todos pequeños y pecadores, todos con valores y carismas. Unos destacan por su capacidad de escucha, otros por su talento para organizar. Algunos se juegan su vida en países y en ambientes difíciles, otros tienen más desarrollado el don de la oración. Unos aportan su esperanza y su buen humor, otros destacan por su inteligencia o su compromiso para cambiar la sociedad…

Gracias por la Iglesia, por mi parroquia y mi comunidad. Aunque haya cosas que no me gusten, debo reconocer y quiero agradecer que gracias a la Iglesia te he conocido a ti, Jesús, y he podido disfrutar de tu amistad, de tu fuerza y de tantas personas buenas, cuya vida me inspira y me anima a seguirte y a amarte.

Gracias por el Sucesor de Pedro. Gracias por Francisco. Gracias, porque su fe sostiene nuestra fe; su palabra nos guía y nos ayuda a vivir el Evangelio en las circunstancias actuales. Gracias por su testimonio de amor a Ti. Gracias por sus gestos de ternura a los pequeños, a los descartados, a los enfermos, a los inmigrantes, a los marginados por cualquier causa.

Que también yo sea un miembro activo de la Iglesia, colaborando generosamente con mis capacidades y talentos. Amén.

--------------------

El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes prados me apacienta,
me conduce hacia fuentes de descanso
y repara mis fuerzas.

Conoce mi corazón y mis entrañas,
mis proyectos e ilusiones,
me guía por caminos de justicia,
me enseña los tesoros de la vida
y silba canciones de alegría,
por el amor de su nombre.

Aunque pase por cañadas oscuras
no tengo miedo a nada,
pues él está junto a mí
protegiéndome de ideologías
y huecas promesas,
de trampas y enemigos,
Su vara y su cayado me dan seguridad.

Aunque mis trabajos sean duros y urgentes
no me agobio ni pierdo la paz,
pues su compañía procura serenidad a mi obrar,
plenifica mis anhelos y mi ser,
y hace inútil todo febril activismo.

Cada día, con gracia renovada,
pronuncia mi nombre con ternura
y me llama junto a él.
Cada mañana me unge con perfume;
y me permite brindar, cada anochecer,
con la copa rebosante de paz.

El Señor es mi pastor.
Él busca a las que están perdidas,
sana a las enfermas,
enseña a las erradas,
cura a las heridas,
carga con las cansadas,
alimenta a las hambrientas,
mima a las preñadas
y da vida a todas.

¡El Señor es el único líder que no avasalla!
Él hace honor a su nombre
dando a nuestras vidas dignidad y talla.
Nada temo a los profetas de calamidades,
ni a la tiranía de los poderosos,
ni al susurro de los mediocres,
¡porque tú vas conmigo!

Has preparado un banquete de amor fraterno
para celebrar mi caminar por el mundo.
En él me revelas quiénes son tus preferidos
y cuáles han de ser mis sendas del futuro.
¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía
con su presencia cargada de vida!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración  
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

domingo, 21 de febrero de 2021

Domingo, 21 de febrero de 2021

 Domingo de la 1ª semana de Cuaresma B


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Marcos 1,12-15

En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
-Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En el Evangelio de este primer domingo de Cuaresma, San Marcos nos cuenta, sin aportarnos muchos detalles, como Jesús, después de su bautismo, fue llevado al desierto por el Espíritu y allí permaneció 40 días, dejándose tentar por Satanás.

El Espíritu no separa a Jesús de la historia y de la ambigüedad; al contrario, lo coloca dentro de la historia y en el interior de la lucha que en ella se desarrolla. En esta batalla, Jesús se enfrenta con el "fuerte" (Satanás) y cuenta con la ayuda del "más fuerte" (Dios), representada por los ángeles.

Al comenzar la Cuaresma nos puede venir bien reconocer cuáles son los enemigos de nuestra vida cristiana, de nuestra felicidad: el pesimismo, la pereza, el egoísmo, la envidia, el rencor… Cada cual haga su particular examen.

Y después de ser conscientes de los peligros, recordemos a Buena Noticia del Evangelio: Dios está cerca, es el más fuerte, está de nuestra parte, nos ama apasionadamente y nos ofrece su ayuda para que podamos vencer en la lucha de cada día.

Hoy al rezar el Padre Nuestro podemos pararnos en la frase: “No nos dejes caer en la tentación”


Cuando sea tentado por el hambre,
no me dejes caer en soluciones fáciles.
No a la gula,
no a la pereza,
no a la vida cómoda y satisfecha.
Dame sólo el pan nuestro de cada día.

Cuando sea tentado por la fama,
no me dejes caer en la soberbia.
No a la imagen,
no al orgullo,
no a una vida ambiciosa y fácil.
Dame sólo la grandeza de tener hermanos y Padre.

Cuando sea tentado por el poder,
no me dejes caer en sus redes.
No al uso de su fuerza,
no al dominio,
no a una vida arrogante y prepotente.
Dame sólo el gozo del servicio humilde.
Cuando sea tentado por lo que sea,

no me dejes solo con mi pena ni con mi osadía.
Y aunque no te lo pida,
ni haya apreciado tu ejemplo y propuesta,
dame tu segura compañía
para andar por la vida.

Y mientras caminemos por el desierto,
que tu Espíritu, sólo tu Espíritu,
me empuje y guíe
a los corazones y a los oasis
en los que Tú estás presente,
aunque no lo invoque.

¡No me dejes caer en estas
ni en otras tentaciones!

Florentino Ulibarri


Gracias Señor porque la Cuaresma llama a la puerta
y nos ofrece una nueva oportunidad:
que nos preparemos para acoger el misterio de la muerte
y resurrección del Señor que celebraremos dentro de cuarenta días.

Ayúdame a hacer silencio, quiero escuchar tu voz.
Toma mi mano, guíame al desierto,
que nos encontremos solos Tú y yo.

Necesito contemplar tu Rostro,
me hace falta la calidez de tu voz.
caminar juntos…. callar para que hables Tú.

Me pongo en tus manos,
quiero revisar mi vida,
descubrir en qué tengo que cambiar,
afianzar lo que anda bien,
sorprenderme con lo nuevo que me pides.

Ayúdame a dejar de un lado las prisas,
las preocupaciones que llenan mi cabeza,
barre mis dudas e inseguridades,
ayúdame a archivar mis respuestas hechas,
quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado.

Me tienta la seguridad, el “saberlas todas”
tenerla “clara”, no necesitarte.
Me tienta el activismo, hay que hacer, hacer y hacer.
Y me olvido del silencio y la oración.

Me tienta la incoherencia,
hablar mucho y hacer poco
Mostrar facha de buena cristiana,
pero adentro,
donde Tu y yo conocemos,
hay mucho para cambiar.

Me tienta ser el centro del mundo
Que los demás giren a mi alrededor,
que me sirvan en lugar de servir.
Me tienta la idolatría,
Fabricarme un ídolo con mis proyectos, mis convicciones,
mis certezas, y mis conveniencias
y ponerle tu nombre de Dios.

Me tienta la falta de compromiso.
Es más fácil pasar de largo
que bajarse del caballo
y hacer la del samaritano.
¡Hay tantos caídos a mi lado Señor
y yo me hago el distraído!
Me tienta la falta de sensibilidad,
no tener compasión,
acostumbrarme a que otros sufren
y tener excusas, razones, explicaciones…
que no tienen nada de Evangelio ,
pero que me conforman, un rato…. Señor
porque en el fondo no puedo engañarte.
Me tienta separar la fe y la vida.
Leer el diario, ver las noticias,
sin indignarme evangélicamente
por la ausencia de justicia
y la falta de solidaridad.

Me tienta mirar la realidad
sin la mirada del Reino.
Me tienta el tener tiempo para todo
menos para lo importante.

Y lamentarlo pero no hacer nada para cambiarlo.
Me tienta, Señor, el desaliento,
lo difícil que a veces se presentan las cosas.

Me tienta la desesperanza, la falta de utopía.
Me tienta el dejarlo para mañana,
cuando hay que empezar a cambiar hoy.

Me tienta creer que te escucho,
cuando escucho mi voz.

¡Enséñame a discernir!
Dame luz para distinguir tu Rostro.

Llévame al desierto Señor,
despójame de lo que me ata,
sacúdeme mis certezas
y pon a prueba mi amor y mi fe.
Para empezar de nuevo,
humilde, sencilla,
con fuerza y espíritu, para vivir fiel a Ti.

Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

sábado, 20 de febrero de 2021

Sábado, 20 de febrero de 2021

 Sábado después de Ceniza - Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 27‑32

En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
—«Sígueme.»
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo:
—«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les replicó:
—«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

No soy cristiano porque me apetece o por que me va bien. Como un día a Leví, Jesús me llama a mi por mi nombre y yo intento seguirlo, con la ayuda del Espíritu Santo.

Mi ser cristiano no se realiza en una comunidad de justos, de salvados, de redimidos. Mi ser discípulo se desarrolla, desde la Iglesia comunidad de discípulos, en medio de los hombres y de las mujeres, continuando la misión de Jesús que “no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”.

Intento vivir esta cuaresma como una llamada de Jesús a la conversión, al cambio.

Señor, hoy he escuchado tus golpes a mi puerta,
fuertes pero delicados,
inesperados pero inconfundibles
("He aquí que estoy a la puerta y llamo":
"Ya es hora de despertar").

Puedo dar un nuevo giro a la llave
y atrancar por dentro
(no sería la primera vez).

Tú seguirías a mi puerta, cubierto de rocío,
esperando,
respetando mi libertad,
y yo iría perdiendo sensibilidad
para percibir el timbre de tu voz,
la fuerza insobornable de tus latidos
en el silencio de la noche.

Señor, no quiero seguir adormilado,
no me resigno a que despierte sólo
mi "yo superficial":
el yo de los sentidos y de las apariencias,
el yo que vive a flor de piel,
el yo que muere y se deshace,
el que no pasa la frontera.

Sacude las raíces más hondas de mi ser,
y haz que abra los ojos
ese "yo profundo" donde tú habitas
y te revelas,
donde resuena tu palabra
llamando a la conversión,
donde se realiza misteriosamente
la comunión de alma contigo.

Que no me quede en la corteza, Señor.
Enséñame a gritarte desde lo hondo,
a escucharte desde lo hondo,
a contemplarte con "los ojos del corazón",
a esperar como el guardián que no duerme
o como las vírgenes que esperan
con las lámparas encendidas.

Que toda mi historia, Señor,
se vaya convirtiendo en una vigilia
cada vez más clara, más lúcida, más luminosa.
Gracias a que tu cercanía acorta las distancias
y destruye la oscuridad.

Enséñame a reconocer tus señales
y a convivir contigo en la morada secreta
para poder luego darme a los hermanos.
Te lo pido para mí
y para todos y cada uno de ellos. Amén


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

viernes, 19 de febrero de 2021

Viernes, 19 de febrero de 2021

 Viernes después de Ceniza - Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole:
—«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo:
—«¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»
mi causa la salvará. ¿De qué le sirve  a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los discípulos de Jesús no hacemos las cosas por no llamar la atención o seguir la corriente a los demás; ni tampoco para llevar la contraria a los que no comparten nuestras convicciones. Hacemos las cosas para seguir a Jesús, para vivir como Él y estar en comunión con Él.

            El ayuno no es lo más importante, no tiene valor en sí mismo; nos sirve si es para nosotros un medio para estar con Jesús; nos aparta de Dios si lo absolutizamos y hacemos del privarnos de cosas algo más importante que el llenarnos de Dios.

            Esta es la llamada que nos hace la Palabra para dar sentido a nuestra “abstinencia” en este primer viernes de Cuaresma.

Señor Jesús, enséñanos el sentido del ayuno.
Concédenos sentir la necesitad de purificación interior;
para desintoxicarnos de la contaminación del pecado y del mal;
para templar nuestro espíritu en las saludables renuncias,
que nos libran de la esclavitud del egoísmo y los caprichos,
que nos ayudan a dominarnos y conducirnos a nosotros mismos.

Que sepamos ayunar de todo lo que nos separe de Ti,
aunque sea bueno,
de todo lo que nos encierra en nosotros mismos
y no nos deja mirar y amar a los hermanos.

Que nuestro ayuno de alimento y de cosas
nos impulse a comer el “alimento verdadero”,
que es hacer la voluntad del Padre;
nos anime a fortalecer la amistad contigo
y a alimentarnos de tu Palabra, de tu amor.

Que el ayuno nos ayude a vivir no para nosotros mismos,
a vivir para Ti, Señor, que nos amaste hasta la entrega,
y a vivir, también, para los hermanos.

Qué nuestro ayuno cuaresmal
sirva para compartir el hambre
de los que no tienen pan y amistad;
para sentir en nuestras carnes la angustia
de los que no pueden alimentar a los suyos;
para compartir con ellos lo nuestro
con más amor y más generosidad. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

jueves, 18 de febrero de 2021

Jueves, 18 de febrero de 2021

 Jueves después de Ceniza - Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 22‑25

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos  sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
—«El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga  conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve  a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?» Palabra del Señor.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El verbo triunfar no existe en el Evangelio. Jesús no recorre un camino de éxito humano, si no un camino de rechazo, de sufrimiento, de muerte. Y nos invita a seguirlo, a caminar a su lado: “en pos de mi”.
         
Jesús no es un masoquista, no busca el sufrimiento, no se fabrica la cruz ni se la pone encima. Jesús asume la cruz que le toca desde la experiencia del amor del Padre.
         
Jesús no nos invita a sufrir, nos invita a seguirlo, y para ello hay que cargar con nuestra cruz, no con la que me gustaría o la que masoquistamente me fabrico, sino con la que me toca. Ese camino de seguimiento pasa por el dolor pero lleva a la Vida que no se acaba, a la felicidad auténtica, profunda y verdadera; ese camino me lleva a ganarme a mi mismo a ser y a vivir como Hijo de Dios.
         
¿Cuál es en esta cuaresma mi verdadera cruz? ¿Con qué actitudes la asumo y la llevo? ¿Me siento acompañado y sostenido por Jesús y unido a las demás personas con sus cruces?

Sí importa lo que vivimos,
cada decisión,
los caminos elegidos
y los abandonados.

Las palabras importan,
y los silencios,
y las preguntas.

Las encrucijadas
nos conducen
al amor o al vacío,
a lo cálido o a lo inhóspito
al prójimo o al espejo.

Cada paso deja una huella
en el mundo,
en el alma de los nuestros,
en la misma tierra que somos,
y en Dios.

Dios carga con muchos golpes
y algún que otro abrazo.
Sigue creyendo en nosotros.
Dios a veces llora,
y espera.

Somos libres,
y eso asusta.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Señor,
¡qué difícil es no intentar
guardar la propia vida!
A fin de cuentas es lo único que tenemos.
Quizás no hemos entendido aun que nuestra vida no es nuestra sino tuya,
que somos un regalo,
que nos quieres incondicionalmente,
que somos creados por ti a tu imagen y semejanza.

Pretender guardar la propia vida
es quizás un modo de expresar
nuestro deseo de que no pase el tiempo,
de que no nos hagamos mayores,
de que queremos vivir sin final,
de que nos asusta el misterio de la vida.

Señor,
perder la vida se puede perder por muchas razones: por irresponsabilidad,
por egoísmo, por imprudencia,
por desgaste, por hacer demasiadas cosas…
Pero tú quieres que la perdamos para ganarla, nos recuerdas
que hay que morir para resucitar,
que hay que comprometerse con la vida para que la vida sea plena,
que hay que gastarse
para que nuestra vida dé frutos.

Señor,
haz que no pretenda tanto guardar mi vida como perderla,
preservarla sino ponerla al servicio
de los otros,
poseerla sino entregarla generosa
y confiadamente.
Sólo así viviré con hondura
según tu voluntad.
Que así sea.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

miércoles, 17 de febrero de 2021

Miércoles, 17 de febrero de 2021

 Miércoles de Ceniza - Cuaresma


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 6, 1‑6. 16‑18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La Palabra de Dios en el comienzo de la Cuaresma nos propone la línea para un programa de conversión, de superación de nuestra mediocridad, de acercamiento a Dios y a las demás personas.

Jesús no nos anima a hacer cosas nuevas o extrañas, sobre todo, nos invita a purificar nuestras intenciones, nuestros objetivos: hacer las cosas, no para sentirnos mejor, ni para que los demás nos aplaudan, sino para que nos vea nuestro Padre que está en lo escondido.

Como siempre, y como hacen creyentes de todas las religiones y seguidores de muchas filosofías, Jesús nos invita a:
- Compartir con los demás lo que somos y tenemos (Limosna).
- Estar en contacto con el que nos alimenta y nos da vida (Oración)
- Privarnos de lo que no es imprescindible (Ayuno), para poder compartir con los demás y para que en nuestro corazón tenga sitio el único que es necesario: Dios.

Conviértete de corazón
y no te preocupes tanto por la fachada;
Jesús te conoce de sobra, mejor que tú.

Ubícate bien en la vida,
acude al desierto y no te des a la fuga;
que el evangelio sea tu GPS y guía.

Ayuna como a Dios le gusta:
levántate todos los días con hambre de justicia
y acuéstate con hambre de Dios y de vida.

Reza cerrando las puertas a la desidia,
a los ruidos, cumplimientos y prisas,
y ábrelas a Dios para que se instale como quiera.

Escucha la melodía del Padre que nos enamora
a través de las ondas de la creación entera;
pon tu corazón en sintonía todos los días.

Sana tu cuerpo y espíritu, en este tiempo,
con la brisa, el agua, la cruz y el servicio;
déjate curar por quien ama a los heridos.

Mira a tu alrededor y no andes perdido;
discierne los signos de los tiempos.
y acércate a los que están solos y perdidos.

Sube a las cumbres que te desafían,
baja a los abismos que dan vértigo
y anda erguido por los caminos de la historia.

Ama sin murallas y sin remilgos:
así entenderás al Dios de la vida
y llegarás lista a la pascua florida..

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

martes, 16 de febrero de 2021

Martes, 16 de febrero de 2021

Martes de la 6ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 14-21

En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca.
Jesús les recomendó: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.
Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan.
Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis? Ellos contestaron: Doce ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil? Le respondieron: Siete.
El les dijo: ¿Y no acabáis de entender?

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús advierte a sus discípulos de las malas maneras que gastan los fariseos y Herodes. Pero entienden las palabras de Jesús como un reproche contra ellos. A los discípulos les cuesta entender a Jesús. ¡Es tan distinto a todo lo que han conocido!
A nosotros nos pasa lo mismo. Tenemos dificultades para comprender. Por eso, necesitamos paciencia, mucha paciencia, para asumir que la santidad es una larga carrera, en la que los retrocesos y los parones forman parte de su desarrollo. Lo importante es querer avanzar y poner los medios para hacerlo.
    "Señor, dame paciencia para no tirar la toalla"
    "Ilumíname con tu luz, Señor"
    "Dame la fuerza de tu Espíritu"

Pero no gastemos toda la paciencia con nosotros mismos. Necesitamos también emplearla con los demás. En ocasiones no nos comprenden, o nos comprenden poco o muy lentamente.
    "Señor, perdona mi falta de comprensión"
    "Ayúdame a esperar en mis hermanos"
    "Gracias por las personas que han sido pacientes conmigo"

Señor, me impresiona la paciencia
que tienes conmigo y con todos tus hijos.

Cuando te acercas y yo me alejo,
Tú esperas y alientas mi regreso.

Cuando me enfado contigo y con los hermanos,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu mejor sonrisa.

Cuando me hablas y no comprendo o no te contesto,
Tú esperas y sigues ofreciéndome tu palabra.

Cuando no sé qué camino debo elegir,
Tú esperas y sigues dándome luz y valor.

Cuando me cuesta servir y entregarme,
Tú esperas y das tu vida por mí, sin reservarte nada.

Cuando soy egoísta y no doy buenos frutos,
Tú esperas, me riegas y me abonas.

Cuando me amas y yo no correspondo,
Tú esperas y multiplicas tus gestos de cariño.

En tu paciencia se esconden mis posibilidades de mejorar, de crecer,
de ser yo mismo, de cumplir lo que Tú has soñado para mí, de ser plenamente feliz.

Señor, que sepa aprovechar las oportunidades
que tu paciencia me brinda.

Y que tu paciencia me ayude a ser paciente con los hermanos. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

lunes, 15 de febrero de 2021

Lunes, 15 de febrero de 2021

 Lunes de la 6ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 11-13

En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo.
Jesús dio un profundo suspiro y dijo: ¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.
Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús curaba ciegos, cojos, mudos... Jesús da de comer a miles de personas con unos pocos panes... Jesús espabila la esperanza de los tristes, levanta a los que se caen... Sin embargo para los fariseos no es suficiente. Por eso, piden a Jesús un signo del cielo.

A veces también nosotros somos así. Hemos visto la luz de Dios en algunos momentos, hemos sentido su amor en nuestro corazón... Pero no nos basta. Y estamos pidiendo continuamente a Dios que se nos manifieste, que nos de pruebas de su existencia, de su cercanía, de la vocación a la que nos llama...

Bajo las olas agitadas del odio,
¡cuánta bondad, Señor,
y cuánto amor hay en nuestro mundo!

El bien queda oculto
a las miradas superficiales
y sólo se descubre
con los ojos del corazón.

Hay que sanar el corazón
para poder contemplar las maravillas del Espíritu.

Sorprender al pobre que da a otro pobre
la moneda que él necesitaba para vivir;
encontrar a la mujer que ya ha perdonado
a quien acaba de asesinar a su hijo;
conocer al apóstol
que deja a su padre y a su madre,
que abandona su casa, su lengua, su cultura, su país
y marcha para siempre
a anunciar la Buena Nueva a los pobres.

Señor, ilumina los ojos de nuestro espíritu,
descúbrenos las maravillas que realizas
continuamente en nosotros
y enséñanos a cantar el magnificat
de acción de gracias
para alabanza de tu gloria.
Amén.

Ángel Sanz Arribas, cmf.

Y, hoy como ayer, Jesús suspira profundamente... y marcha a otra parte.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

domingo, 14 de febrero de 2021

Domingo, 14 de febrero de 2021

 Domingo de la 6ª semana del t.o.B


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 40-45

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió, encargándole severamente: No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En tiempos de Jesús, los leprosos eran marginados sociales que debían vivir fuera de lugares habitados y no podían acercarse a los caminos. El contagio acarreaba también la impureza religiosa, por lo que eran excluidos en el sentido pleno de la palabra. ¿A quienes excluimos nosotros?

Pues bien, un leproso se acercó a Jesús pidiendo su curación con gran fe y confianza: «si quieres, puedes limpiarme». Nosotros creemos en Dios, pero ¿confiamos en que él puede curarnos? ¿de qué nos tendría que curar?

Jesús amaba también a aquel leproso y lo curó. Hoy sigue habiendo marginados sociales: drogadictos, discapacitados, presidiarios, mendigos, inmigrantes, extranjeros, etc. Jesús siente lástima y extiende la mano a todos, como a aquel leproso. ¿A quién podría yo tender la mano personalmente? ¿A qué excluidos podríamos dirigir la mirada como parroquia, como movimiento, como comunidad de creyentes?


Señor Jesús, al hacerte humano tocas, abrazas y besas la pobreza de nuestra naturaleza, la debilidad de nuestra carne y de nuestro corazón. Gracias, Jesús, por tocarme, abrazarme y besarme.

En el contacto entre tu mano y la mano del leproso quedó derribada toda barrera entre Dios y la impureza humana, y nos mostraste que tu amor es más fuerte que cualquier mal, incluso más que el más contagioso y horrible. Gracias, Jesús, porque estás siempre de mi parte.

Tú nos muestras, Jesús, que la voluntad de Dios Padre es curarnos, purificarnos del mal que nos desfigura y arruina nuestras relaciones, para que vivamos felices, como buenos hijos de Dios Padre, como hermanos de todas las personas. Gracias, Jesús, por curarme, por purificarme, por perdonarme.

Jesús, tomaste sobre ti nuestras enfermedades, te convertiste en «leproso», para que nosotros fuésemos purificados. Gracias por asumir el dolor y la muerte para darnos la salud.

Señor, que tengamos el corazón siempre abierto, para dejarnos tocar y curar por ti, para abrazar y sanar a cuantos nos necesiten.

Inspirada en la audiencia de Benedicto XVI, del 12 de febrero de 2012

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

sábado, 13 de febrero de 2021

Sábado, 13 de febrero de 2021

 Sábado de la 5ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 8, 1-10

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino.
Además, algunos han venido desde lejos.
Le replicaron sus discípulos: ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos? El les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete.
Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran.
Ellos los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también.
La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús siente lástima. Sentir lástima es empatizar, es compartir los sentimientos del otro... Sintió lástima de aquella gente. Y siente lástima de ti, que también tienes hambre de justicia, de paz interior... Dale gracias a Dios y siéntete acompañado y comprendido por Dios en todos tus afanes.

¿Y de donde vamos a sacar comida para tantos? Es la respuesta lógica de los discípulos. A veces nosotros razonamos como ellos: ¿qué puedo hacer yo, si soy tan poca cosa, para mejorar el ambiente de mi familia, del grupo de amigos, del barrio o del pueblo? Si no nos podemos todos de acuerdo no podemos hacer nada.

A Jesús no le valen estas respuestas. Él no espera a tener 1000 panes para ayudar a aquella gente. No se queda cruzado de brazos hasta que todos se ponen manos a la obra. Jesús se pone en marcha, moviliza a sus discípulos... y reza. Esa es la actitud del creyente ante los problemas de las personas de la Iglesia y del mundo: sentir lástima, ponerse en marcha, movilizar a los más cercanos y rezar. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?

Señor Jesús,
 gracias por tu corazón compasivo,
 un corazón que nunca pasa de largo
 que siente nuestras hambres más profundas
 y nos ofrece gratis el mejor alimento.


 Jesús Resucitado,
 gracias por compartir con nosotros
 el pan bendito de tu vida nueva,
 el vino bueno de la alegría eterna,
 el agua fresca de la esperanza cierta.


 Señor nuestro,
 danos un corazón como el tuyo,
 un corazón cercano y generoso
 para compartir el pan, el vino y el agua
 con todos los hambrientos del camino.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

viernes, 12 de febrero de 2021

Viernes, 12 de febrero de 2021

 Viernes de la 5ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis.
Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete» ).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad.
El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Bueno sería que en este día nos pusiéramos el traje de otorrino y nos hiciésemos un chequeo de oído, o mejor aún, un chequeo de escucha. ¿Escuchas a tu familia, a tus amigos, a tus compañeros de estudio o trabajo? ¿y a los que no piensan como tú? ¿y a los que te piden ayuda? Pídele a Jesús que cure tu sordera, con fe.

Y ya que estás en faena ¿por qué no haces otro chequeo a tu oído interior? Dios habla, susurra, grita... a través de las personas, de los acontecimientos, de su Palabra, de tus sentimientos...
    "Gracias Señor por tu Palabra"
    "Perdona mi falta de escucha"

No te quites aún tu traje de otorrino. Hay mucha gente sorda por ahí. A algunos hay que descubrirles la sordera, a otros, hay que ayudarles a superarla. Es tan importante escuchar a las personas y a Dios. Es tan triste estar incomunicado. Dios pide tu colaboración. ¿Qué le dices?

Que los sordos dejen de hacerse los sordos,
que se limpien los oídos a fondo
y salgan a las plazas y caminos,
que se atrevan a oír lo que tienen que oír:
el grito y el llanto, la súplica y el silencio
de las personas que ya no aguantan su situación.

Que los mudos tomen la palabra
y hablen clara y libremente
en esta sociedad confusa y cerrada,
que se quiten miedos y mordazas
y se atrevan a pronunciar las palabras
que todos tienen derecho a oír:
las que nombran, se entienden y no engañan.

¡Danos oídos atentos y lenguas liberadas!

Que nadie deje de oír el clamor de los silenciados,
ni se quede sin palabra ante tantos enmudecidos.
Sed, para los que no oyen, tímpanos que se conmuevan;
palabras vivas para los que no hablan;
micrófonos y altavoces sin trabas ni filtros
para pronunciar la vida y susurrar la esperanza,
en todos los que caminan y buscan.
¡Que los sordos oigan y los mudos hablen!

Que se rompan las barreras
de la incomunicación humana
en personas, familias, pueblos y culturas.
Que todos tengamos voz cercana y clara
y seamos oyentes de la Palabra en las palabras.
Que construyamos redes firmes
para el diálogo, el encuentro y el crecimiento
en diversidad y tolerancia.

¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas!

Que se nos destrabe la lengua
y salga de la boca la Palabra inspirada.
Que se nos abran los oídos para recibir,
la Palabra salvadora, ya pronunciada,
en lo más hondo de nuestras entrañas.
Que se haga el milagro en los sentidos
de nuestra condición humana
para recobrar la dignidad y la esperanza.

Para el grito y la plegaria,
para el canto y la alabanza,
para la música y el silencio,
para el monólogo y le diálogo,
para la brisa y el viento,
para escuchar y pronunciar tus palabras
aquí y ahora, en esta sociedad incomunicada,
Tú que haces oír a sordos y hablar a mudos...

¡Danos oídos atentos y lenguas desatadas!

Florentino Ulibarri

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Señor,
cuando me encierro en mí,
no existe nada:
ni tu cielo y tus montes,
tus vientos y tus mares;
ni tu sol,
ni la lluvia de estrellas.
Ni existen los demás
ni existes Tú,
ni existo yo.
A fuerza de pensarme, me destruyo.
Y una oscura soledad me envuelve,
y no veo nada
y no oigo nada.

Cúrame, Señor, cúrame por dentro,
como a los ciegos, mudos y leprosos,
que te presentaban.
Yo me presento.
Cúrame el corazón, de donde sale,
lo que otros padecen
y donde llevo mudo y reprimido
el amor tuyo, que les debo.
Despiértame, Señor, de este coma profundo,
que es amarme por encima de todo.

Que yo vuelva a ver
a verte, a verles,
a ver tus cosas
a ver tu vida,
a ver tus hijos...
Y que empiece a hablar,
como los niños,
-balbuceando-,
las dos palabras más redondas
de la vida:
¡PADRE NUESTRO!

Ignacio Iglesias, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

jueves, 11 de febrero de 2021

Jueves, 11 de febrero de 2021

 Jueves de la 5ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 24-30

En aquel tiempo, Jesús fue a la región de Tiro.
Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero no lo consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se enteró enseguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era pagana, una fenicia de Siria, y le rogaba que echase el demonio de su hija.
El le dijo: Deja que coman primero los hijos.
No está bien echarles a los perros el pan de los hijos.
Pero ella replicó: Tienes razón, Señor; pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños.
El le contestó: Anda, vete, que por eso que has dicho, el demonio ha salido de tu hija.
Al llegar a su casa, se encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Procurando pasar desapercibido... ¡Cuánto dicen estas palabras! A nosotros también nos gusta pasar desapercibidos, sobre todo cuando nos interesa. Pero ¡cuántas veces llamamos la atención de mil formas (más o menos sutiles) para que se nos tenga en cuenta, para que se reconozca nuestro trabajo. ¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?

No sabemos bien por qué Jesús uso de tanta dureza con aquella mujer. Quizá para poner a prueba su fe. Y la fe de esta extranjera brilló con toda su fuerza. Tantas veces nos creemos tratados con dureza por Dios. Parece que no nos escucha, que calla, que nos da lo contrario de lo que le pedimos...

Señor, aunque no siempre lo reconocemos,
te necesitamos, como la mujer cananea.
Por eso te decimos: "Ten compasión de mí,
Señor, Señor, socórreme".

A veces no te sentimos a nuestro lado,
parece que estamos en tu lista negra,
que nuestras palabras no llegan a tus oídos
y tu corazón está cerrado a nuestro dolor.

Danos un corazón que no desconfíe,
que sepa pedir y esperar tu ayuda.
Conserva y auméntanos el don de la fe,
para sepamos que Tú estás, aunque no te sintamos.

Era una extranjera. Pero nos da ejemplo de una fe inquebrantable. Hay muchas personas que no son de las nuestros, de nuestro país, de nuestra religión, de nuestro partido, no tienen nuestras costumbres, nuestra cultura... y también nos dan ejemplo.

En este tiempo que nos toca vivir,
en el que todo se programa,
se sopesa, cuenta y mide,
no hay espacio para la sorpresa
ni para admirar tu presencia
junto a nosotros,
en la intimidad más íntima
o en la plaza pública.

Y, sin embargo, yo quiero ser tocado,
conquistado,
embelesado,
fascinado,
ilusionado,
hechizado,
seducido,
enamorado
por tu presencia,
por tus gestos y palabras,
por tus hechos y buena nueva.

Y quiero que me envuelva
tu aliento,
tu autoridad,
tu sonrisa,
tu ternura y fortaleza,
tu fuego y paz,
tu chispa y bondad;
que me atrape tu Espíritu,
me desconcierte tu esperanza
y me extrañe tu ausencia.

Y, ojalá, me admire mi fe,
me sobrecoja tu toque y mi curación
y me maraville de lo que soy para Ti.

Aventura,
sorpresa,
novedad,
curación,
vida vida nueva
Contigo.

¡Y a seguir manteniendo
puertas y ventanas
abiertas!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

miércoles, 10 de febrero de 2021

Miércoles, 10 de febrero de 2021

 Miércoles de la 5ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la comparación.
El les dijo: ¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina.
(Con esto declaraba puros todos los alimentos) Y siguió: Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad.
Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los judíos creían que eran impuros los que comían ciertos alimentos. Se dejaban llevar por las apariencias. A veces también juzgamos (o se nos juzga) por el aspecto exterior, por el color de la piel, por la forma de hablar...
    "Señor, no nos dejes caer en la superficialidad"
    "Enséñanos a descubrir el corazón de las personas"
    "Perdona nuestra juicios precipitados e injustos"

Lo importante es lo que sale del corazón. Por lo tanto, nuestra tarea más importante es "cuidar nuestro corazón". ¿Cómo podemos cuidarlo? Podemos estar atentos para descubrir malos deseos, endurecimientos, falta de ilusión...  y sobre todo, podemos encontrarnos con Jesús, en la oración y en los sacramentos. Él nos lo cuidará mejor que nadie.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos somos obra de Dios, llevamos algo de bueno en el corazón.
Que todos valemos la pena, y nos queda algo de la imagen de Dios.
Que a todos hay que darles otra oportunidad.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos somos dignos de amor, justicia, libertad, perdón.
Que todos somos dignos de compasión, respeto y de muchos derechos.
Que todas las criaturas son mis hermanas.
Que la creación es obra maravillosa de Dios.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que no hay razón para levantar barreras, cerrar fronteras.
Que no hay razón para ninguna clase de discriminación.
Que no hay razón para el fanatismo y para no dialogar con alguien.
Que no hay razón para maldecir, juzgar y condenar a nadie.
Que no hay razón para matar, ni para el racismo.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que todos los ancianos tienen un caudal de sabiduría, y los jóvenes, de ideales.
Que los adolescentes tienen un caudal de planes, y los niños, de amor.
Que las mujeres tienen un caudal de fortaleza, y los enfermos, de paciencia.
Que los pobres tienen un caudal de riqueza,
y los discapacitados, de capacidades.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que hay razón para tender puentes, dar a todos la paz, trabajar por la paz,
amar y defender la creación.
Que hay razón para ser hermanos y seguir siendo amigos.
Que hay razón para sonreír a todos.
Que hay razón para dar a todos los buenos días, dar a todos la mano,
intentar de nuevo hacerlo todo mejor.

Si yo fuera limpio de corazón descubriría…
Que hay razón para seguir viviendo, para vivir en comunidad.
Que hay razón para prestar un oído a lo que dicen los demás.
Que hay razón para servir, amar, sufrir.

Purifica mi corazón. Limpia mi mirada. Y viviré.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

martes, 9 de febrero de 2021

Martes, 9 de febrero de 2021

 Martes de la 5ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 7, 1-13

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos letrados de Jerusalén y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras (es decir, sin lavarse las manos) (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas) Según eso, los fariseos y los letrados preguntaron a Jesús: ¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen tus discípulos la tradición de los mayores ? El les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos».
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.
Y añadió: Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición.
Moisés dijo: «Honra a tu padre y a tu madre» y «el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte».
En cambio vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: «Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo» , ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre; invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los fariseos no amaban al Señor. Al contrario: lo odiaban. Y cualquier razón era buena para criticarlo.
    "Señor no dejes que domine en nosotros el odio"
    "Ayúdanos a descubrir lo bueno de cada persona"

Algunos judíos hacían muchas cosas "piadosas", pero el corazón estaba lejos de Dios. Nosotros vamos a la Eucaristía, tenemos grupos de vida, estamos comprometidos... Pero ¿dónde está nuestro corazón? ¿qué te dice Dios? ¿qué le dices?

Señor, ayúdanos a descubrir nuestras incoherencias,
a no justificar nuestros errores y pecados,
a no acostumbrarnos a nuestra mediocridad.

Compartimos una parte de nuestro dinero,
pero nuestro estilo de vida sigue siendo consumista.

Empleamos tiempo y dinero para arreglarnos por fuera,
pero ¡qué poco cuidamos nuestro interior!

Hablamos mucho de justicia y solidaridad,
pero muy pocos pobres tienen sitio en nuestra casa y en nuestro corazón.

Apoyamos el reciclaje, el medio ambiente, la ecología;
pero seguimos generando toneladas de basura.

Defendemos mucho nuestros derechos,
pero casi no hacemos nada por las personas "sin-derechos".

Acudimos a reuniones, nos gusta encontrarnos con los demás,
pero nuestra vida es demasiado individualista.

Participamos de vez en cuando en oraciones y celebraciones,
pero no nos acabamos de fiar de Dios.

(Cada uno piense cuáles son sus incoherencias personales)

Señor, sabemos que Tú nos quieres tal y como somos,
que tu amor es mucho más grande que nuestra incoherencias;
¡Cuánto te agradezco que me ames, a pesar de todo!

Danos tu luz y tu fuerza para superar contradicciones
para acercarme cada día a lo que tú has soñado para mí,
para que se puedan cumplir nuestros mejores deseos,
para trabajar por la verdad, la justicia y la paz,
para que crezcan en nuestro corazón la alegría y la esperanza.
Amén.


Los judíos buscaban excusas (muy buenas) para no cumplir la ley en lo más importante: para no tener que socorrer a los padres, ofrecen los bienes al templo. ¿Qué excusas ponemos para no cumplir la voluntad de Dios? ¿qué le dices?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.