sábado, 27 de julio de 2024

Sábado, 27 de julio 2024

 Sábado de la 16ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.

Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"

Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'"

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El trigo y la cizaña conviven en el mismo campo, en la misma espiga, y a veces hasta en el mismo grano. En esta tierra nadie es trigo puro o pura cizaña. Por eso, no conviene actuar con precipitación, no sea que queriendo arrancar la cizaña, arranquemos también el trigo. Pero no todo da lo mismo. Al final la cizaña se quemará y el trigo se recogerá en el granero.

Nosotros, cada uno de nosotros somos ese campo en el que Dios siempre la semilla y el enemigo la cizaña. El campo nada puede hacer para librarse de la cizaña, nosotros, en cambio, podemos acercarnos al sembrador de trigo o al de cizaña.

A veces somos cizaña, sembradores de cizaña en nuestros ambientes. Y estamos llamados a ser trigo, el trigo que Dios siembra en el campo del mundo.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


¡Qué fácil vemos lo negativo de los demás!
Esta es la fragilidad del ser humano. Así nos creaste, Señor,
con maravillas y deficiencias, con generosidades y roñoserías,
con excesos y con defectos, con luces y con sombras.

Tú nos has entretejido en las entrañas maternas,
Tú tienes cada uno de nuestros cabellos contados,
Tú nos envuelves con tu abrazo,
Tú sabes más de nosotros que nosotros mismos…

Ayúdanos, Padre, a aceptarnos del todo,
a reconocer nuestras deficiencias,
a alegrarnos de nuestras cualidades personales y únicas,
a desarrollar contigo todo el potencial inmenso
que has puesto en cada uno,
a animar a que otros también desarrollen el suyo.

Enséñanos, Padre,
a perdonarnos los errores,
a convivir con nuestras incoherencias,
a ser misericordiosos con nuestra naturaleza humana
para así serlo aún más con los otros hermanos,
que también llevan el peso de su propia fragilidad y maravilla.

Gracias por crearnos así, con trigo y con cizaña, Padre.

Mari Patxi Ayerra y Álvaro Ginel

 
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 26 de julio de 2024

Viernes, 26 de julio 2024. Santos Joaquín y Ana

 Viernes de la 16ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿En qué grupo nos situamos nosotros? Seguramente que en todos un poco, aunque quizá nos identifiquemos más con alguno:
- ¿Se ha endurecido nuestro corazón como un camino, de tal manera que no podemos ni siquiera acoger la palabra de Dios?
- ¿Somos de los que empezamos con alegría muchos proyectos y no acabamos ninguno?
- ¿Qué domina más en nuestra vida real, el amor a Jesucristo o los afanes de este mundo?
- Seguro que también estamos dando frutos. Es necesario reconocerlo para dar gracias a Dios y para animar la esperanza.

Después de hacer tu radiografía personal, piensa delante de Dios:
- cómo puede roturar tus zonas más duras y cerradas,
- que significa para ti quitar piedras y zarzas.

¿Qué te dice Dios?

Sois semillas del Reino
plantadas en la historia.
Sois buenas
y tiernas,
llenas de vida.
Os tengo en mi mano,
os acuno y quiero,
y por eso os lanzo al mundo:
¡Perdeos!

No tengáis miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
Bebed de los pobres
y empapaos de mi rocío.

Fecundaos,
reventad,
no os quedéis enterradas.
Floreced
y dad fruto.
Dejaos mecer por el viento.

Que todo viajero
que ande por sendas y caminos,
buscando o perdido,
al veros,
sienta un vuelco
y pueda amaros.
¡Sois semillas de mi Reino!

¡Somos semillas de tu Reino!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 25 de julio de 2024

Jueves, 25 de julio 2024. Santiago Apóstol

 Santiago Apóstol

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 20,20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: "¿Qué deseas?"
Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda."
Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?"
Contestaron: "Lo somos."
Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y su hermano se acercan a Jesús acompañados por su madre, buscando honores y privilegios. Sin embargo, el Señor les va cambiando el corazón, poco a poco descubren que ser grande y ser servidor es lo mismo y que el mayor título de un seguidor es dar la vida como el Maestro.
            “Señor, a veces te seguimos buscando sólo ventajas
             cambia nuestro modo de pensar
             y haznos buenos seguidores tuyos.”
         
No sabemos porque se enfadan los otros discípulos. Quizá ellos estén buscando lo mismo que los Zebedeos, aunque no se atrevan a expresarlo. En todo caso, esa no es la actitud adecuada, el que está equivocado necesita comprensión y paciencia. Sólo así podrá cambiar.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Santiago, como todos los apóstoles, es mensajero del Evangelio. Según dice la tradición, evangelizó España, en medio de toda clase de dificultades. Hoy es un buen día para dar gracias a Dios por el tesoro del Evangelio, anunciado por Santiago y por los cristianos que tomaron y transmitieron la antorcha de la fe hasta llegar a nosotros, una antorcha que tenemos que seguir transmitiendo. Buenos días!!!! En la fiesta del apóstol Santiago, compartimos esta oración:

Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Santiago, cuando estaba en la barca con su padre y su hermano. Y yo quiero responderte como él, sin excusas, sin dejarlo para mañana; quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la conciencia y de los hermanos, con prontitud, inmediatamente.

Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron radicalmente la vida del Apóstol. Aquel hombre violento, hijo del trueno, buscador de grandezas, dispuesto a pedir fuego del cielo para consumir una ciudad que no te recibió; no muchos años después, cuando llegó el momento de morir martirizado, no se echó atrás y lo dio todo. Ayúdanos a estar cerca de ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que nuestra vida cambie, como se transforma el barro en manos del alfarero.

Señor, Tú hiciste de Santiago un gran evangelizador. Con la ayuda de la Virgen, tuvo claro que no se podía guardar para sí el tesoro de su fe y la anunció con mucho valor a pesar de dificultades y persecuciones, convencido de que cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios Padre. Qué nuestras palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.
       

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 24 de julio de 2024

Miércoles, 24 de julio de 2024

 Miércoles de la 16ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas: Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó de seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Salió Jesús de su casa, salió de la casa del Padre para encontrarse con la humanidad, con nosotros. En la oración, Dios toma siempre la iniciativa. Podríamos decir que Dios nos reza, nos llama, antes que nosotros le respondamos. La oración es don de Dios.
            “Señor, gracias por acercarte a mí. Gracias por poder orar”

Y la gente acudió. Dios se acerca, pero también nosotros tenemos que acercarnos, tenemos que salir de nuestra casa, de nuestras tareas cotidianas, incluso de los lugares habituales para encontrarnos con Jesús. La oración es tarea nuestra.
            “Señor, perdona y cura nuestra pereza para rezar”
            “Danos fuerza para salir a tu encuentro cada día”

Les hablaba en parábolas, con sencillez, con ejemplos que pudieran entender, acomodándose a su forma de ser... También nosotros estamos llamados a anunciar el evangelio con un lenguaje apropiado, que pueda ser comprendido.
            “Señor danos sabiduría para proclamar el Evangelio”

Siembra,
lo importante es sembrar
-poco, mucho, todo -
el grano de la esperanza.

Siembra tu alegría,
para que resplandezca
a tu alrededor.

Siembra tu energía,
para enfrentar con fortaleza
las batallas de la vida.

Siembra tu coraje,
para alentar el coraje
de los otros.

Siembra tu entusiasmo,
tu fe o tu amor.

Siembra las cosas mínimas,
aquello que parece no contar.

Siembra y ten confianza:
cada grano enriquecerá
un rinconcito de la tierra.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 23 de julio de 2024

Martes, 23 de julio 2024. Santa Brígida, patrona de Europa

 Santa Brígida, patrona de Europa

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.

Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.

A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.

Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...  Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.

“Santa Brígida, ayúdanos a seguir tu ejemplo, a permanecer siempre unidos a Jesucristo”

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Quiero ser verdadero sarmiento, sarmiento que permanece pegado a la parra que lo sostiene, y que, por ella, recibe el alimento para mantenerse vivo y fecundo.

Quiero ser sarmiento que se limpia de todo aquello que le amenaza arrancarlo de la vid, de la vid que le da la savia verdadera para fertilizarse y dar hermosos frutos.

Quiero ser sarmiento que recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid, sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.

Quiero ser injerto tuyo, Dios mío, para que nunca tu Amor quede cortado en el camino a mi corazón, y siempre esté regado por tu bendición y tu compasión. Quiero ser sarmiento que vive de su Viña y que da los frutos que la Viña espera. Buenos frutos que sacian el hambre y la sed de los que se acercan a ella. Amén.

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Porque nuestros proyectos se desmoronan y fracasan
y el éxito no nos llena como ansiamos.
Porque el amor más grande deja huecos de soledad,
porque nuestras miradas no rompen barreras,
porque queriendo amar nos herimos,
porque chocamos continuamente con nuestra fragilidad,
porque nuestras utopías son de cartón
y nuestros sueños se evaporan al despertar.
Porque nuestra salud descubre mentiras de omnipotencia
y la muerte es una pregunta que no sabemos responder.
Porque el dolor es un amargo compañero
y la tristeza una sombra en la oscuridad.
Porque esta sed no encuentra fuente
y nos engañamos con tragos de sal.

Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu Sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu Mirada acaricia mi ser,
sólo tu Amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso

Javier Montes Maury, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha

lunes, 22 de julio de 2024

Lunes, 22 de julio 2024. Santa María Magdalena

 Santa María Magdalena

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20,1.11-18

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando.
Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?"
Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto."
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré."
Jesús le dice: "¡María!"
Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!"
Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

María Magdalena había sido curada por Jesús. Era una mujer agradecida. Amaba a Jesús con toda la fuerza de su corazón. María sigue a Jesús cuando es abandonado por casi todos. Lo acompaña cuando Jesús sube al Calvario, es testigo de su muerte, está allí cuando es colocado en el sepulcro. Y en la mañana del domingo María la encontramos junto al sepulcro de Jesús, llorando.
            “Señor, dame un corazón agradecido que sepa amarte”
            “Dame la fuerza de tu Espíritu para acompañarte siempre”
            “También a mí me has curado. Te amo, Señor. Gracias”

María ama, pero no cree que Jesús pueda estar vivo. Su pena y sus lágrimas no le dejan ver claro: no se da cuenta de que le hablan dos ángeles, confunde al Señor con el hortelano...
Jesús la llama por su nombre: ¡María! Y aquella mujer se vuelve, clava su mirada en Jesús, su corazón se estremece y las lágrimas de la pena toman el brillo de la alegría: ¡Maestro!
El Señor pronuncia tu nombre. Escúchalo en el silencio del corazón para que tu alegría sea como la de María, y seamos, como ella, testigos de su resurrección.
            “También a mí me llamas por mi nombre. Te escucho, Señor”

Señor, tú expulsaste siete demonios de María Magdalena y, hoy, ahuyentas de mi corazón miedos y desesperanzas, egoísmos y tristezas. Gracias, Señor, por lo que hiciste con Magdalena y por lo que haces por mí.

Señor, María Magdalena fue agradecida, te amaba con todo su corazón de mujer y dedicó toda su vida a seguirte y servirte. Que también yo, Señor, sea agradecido, te ame, te siga con confianza y te sirva con generosidad.

Señor, Magdalena estuvo siempre a tu lado, en tu pasión, muerte y sepultura. Que también yo esté junto a Ti, en los que sufren, cuando no te sienta cerca y cuando la fe me traiga más problemas que satisfacciones.

Señor, tú premiaste la fidelidad de la Magdalena saliendo a su encuentro después de tu resurrección, para convertir su duelo en danzas. Señor, que también yo encuentre en Ti la alegría, la paz y la esperanza.

Señor, tú confiaste a María Magdalena la misión de anunciar tu resurrección y cuentas conmigo para transmitir tu vida nueva. Señor, dame tu Espíritu, para cumplir esta misión con la alegría y la entrega de María Magdalena. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 21 de julio de 2024

Domingo, 21 de julio 2024

 Domingo de la 16ª semana del t.o.B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

El les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.

Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El detalle de convivencia entre el Señor y los discípulos de este evangelio puede servirnos para nuestra propia relación con Cristo: Reunidos con Él, le contaban lo que habían hecho y descansaban pacíficamente. Los momentos de oración pueden ser también momentos de reposo con el Señor, de trato amistoso con él, como hacemos con tantos otros amigos.

Descansar en Ti,
a la sombra,
junto al arroyo,
sintiendo la brisa
y con la cabeza en tu hombro.

Descansar en Ti,
sin temores,
sin nostalgias,
sin sucedáneos,
sin ansias, enamorado.

Descansar en Ti,
gozando el momento,
libre de atillos y cargas,
sin prisas para nada
y soñando esperanzas.

Descansar en Ti,
serenamente,
ahora y a cualquier hora,
hasta habituarme
al gozo y a la gracia que me donas.

¡Descansar en Ti
después del éxito
o del fracaso
y compartir gratuitamente
tus más íntimas emociones!

Descansar en Ti,
y darte gracias,
con palabras o sin ellas,
por tu presencia solidaria
en la gente sencilla y llana.

¡Descansar en Ti!

Florentino Ulibarri.

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Tú, que nos hiciste a tu imagen;
Tú, que nos diste el mundo entero por casa;
Tú, que nos despiertas todas las mañanas;
Tú, que nos quieres con entrañas de misericordia;
Tú, a quien debemos que angustias y desgracias
no nos hundan en pozos negros
de soledad y desesperanza:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que venciste a la muerte en su victoria;
Tú, que acunas con ternura todos nuestros días.
Tú, que nos vuelves hacia Ti;
Tú, que nos haces dignos de ser escuchados;
Tú, que nos despojas de lo que no es
para revestimos de lo que es:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que sueñas y preparas nuestro porvenir;
Tú, que nos amas como a las niñas de tus ojos;
Tú, que nos maduras a tu ritmo y calor;
Tú, que cantas y aplaudes nuestro caminar;
Tú, por quien tenemos sed del agua
que, una vez bebida, nos sacia para siempre:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que nos purificas y preparas;
Tú, que nos abres la puerta;
Tú, que nos alzas hasta tu rostro;
Tú, que escuchas nuestro jadeo y nuestro silencio;
Tú, por cuya gracia lo mejor de nosotros
no se ve esclavizado por el poder del Malo:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, Padre bueno,
detén nuestro vagar,
acógenos en tu regazo y...
¡Háblanos de Ti, sin prisas!

Florentino Ulibarri

Estar con el Señor tiene un efecto sobre el corazón: lo hace atento a los otros, lo hace compasivo. ¿Somos sensibles a las necesidades de los demás? ¿Eso nos hace más disponibles, nos da iniciativa, nos hace adelantarnos al servicio de los hermanos? ¿Nuestra compasión alcanza todo el mundo, hasta los problemas acuciantes de tantos países?

Recibir y dar. Ese debería ser el movimiento ordinario y contagioso de un cristiano: atento a los múltiples dones de Dios y de los otros, los acoge con alegría y los comparte. Y se crea entonces un efecto multiplicador, de acción más que de palabras, que genera una atmósfera de paz, de serenidad, de comprensión mutua. Recibir y dar.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.