viernes, 31 de mayo de 2019

Viernes 31 de mayo

Visitación de María a su prima Isabel

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
            “Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
            “Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
            “Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”

El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
            “Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
            “Gracias por estar siempre a nuestro lado”
            “Cura nuestra tristeza y desesperanza”

María da gracias a Dios. Haz tuyas las palabras de María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor...”

Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María,
porque te turbaste
–¿quién no lo haría ante tal noticia?–;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.

Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
–aunque fuera mensaje divino–,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.

Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 30 de mayo de 2019

Jueves 30 de mayo

Jueves de la 6ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver." Comentaron entonces algunos discípulos: "¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?" Y se preguntaban: "¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice." Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: "¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Podemos rezar este Evangelio junto con el salmo 73:

Parece que salen ganando los egoístas, violentos, mentirosos...
El mundo estará alegré.
            No hay congojas para los pecadores,
            sano y rollizo está su cuerpo,
            no comparten la pena de los hombres,
            con los humanos no son atribulados.
            El orgullo es su collar,
            la violencia es el vestido que los cubre,
            la malicia les cunde de la grasa,
            de artimañas su corazón desborda.
            Se sonríen, pregonan la maldad,
            hablan altivamente de violencia.
            Dicen: ¿cómo va a saber Dios?
            y, siempre tranquilos, aumentan su riqueza.


Parece que no tiene sentido seguir a Jesús, esforzarse por ser bueno.
Vosotros estaréis tristes.
            Así que en vano guardé el corazón puro,
            y lavando mis manos en la inocencia,
            cuando era golpeado todo el día
            y cada mañana sufría mi castigo.


Sin embargo, al final se descubre la verdad: el amor vence y los que aman son felices, su vida tiene sentido; mientras que los que se dejan llevar por el espíritu de este mundo son infelices, su vida no tiene sentido.
Vuestra tristeza se convertirá en alegría.
            Que pronto quedan los pecadores hechos un horror,
            cómo desaparecen sumidos en vapores.
            Si, cuando mi corazón dudaba
            cuando torturaba mi conciencia
            estúpido de mi, no comprendía
            era como una bestia ante ti.
            Pero a mí, que estoy siempre contigo
            de la mano derecha me has tomado;
            me guiarás con tu consejo
            y tras la gloria me llevarás.


¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No siempre te siento a mi lado, Señor
Parece que lugar no está ahora aquí, sino en el cielo.
A veces echo de menos verte con más claridad.
No entiendo porque no eres más evidente, más claro, más definitivo para todos.
O por qué dejas tanto espacio para la duda.
Ya sabes, Señor, que en horas difíciles, esto me provoca tristeza.

Pero confío en tu Palabra
es mejor para mí que Tú estés así, ausente y presente.
Serás mi Espíritu defensor.
Luz en mis noches.
Sabiduría en mis caminos.
Compasión en mis entrañas.
Amor en mi mirada.

Y tu Espíritu, cuando lo acojo,
cuando va haciéndose lugar en el mundo,
nos muestra que la fe es el camino para la plenitud.
que la justicia de Dios es más fuerte que la injusticia humana.
que, contra toda apariencia, el Amor vence.

Entonces,
mi corazón canta…
y ama de verdad.

Rezandovoy (adaptación)


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 29 de mayo de 2019

Miércoles 29 de mayo

Miércoles de la 6ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es un buen maestro. No lo dice todo de golpe. Nos invita a seguirle y conforme vamos asimilando las primeras lecciones, nos va descubriendo las siguientes; primero nos alimenta con papillas y cuando llega el tiempo oportuno nos da pescados y carne. Esta actitud de Jesús contrasta con nuestra prisa, con nuestra falta de paciencia. Nos gustaría saberlo todo ya, hacerlo todo enseguida, ser santos de un día para otro...
            “Señor, gracias por tu paciencia para con nosotros”
            “Ayúdame a ser paciente conmigo mismo”
            “Perdona y cura mi impaciencia”
       
La pedagogía de Jesús, su modo de enseñar es un ejemplo para los padres, los educadores, los sacerdotes... Por un lado respeta los ritmos de las personas, por otro anima constantemente a trabajar los valores, los talentos recibidos.
            “Señor, que nuestra palabra comprenda y anime,
              consuele y llame a la conversión,
              respete y ayude a crecer”

Nos estamos acercando a Pentecostés. Preparemos nuestro corazón para recibir el don del Espíritu, pidiéndolo con insistencia, con confianza.

Ven Espíritu Santo, a regalarme tu vida siempre nueva.
Lléname del asombro de un niño para admirar el mundo y la vida.
Que no me acostumbre a la vida, que me deje sorprender cada día.
Porque detrás de cada cosa está tu amor, Dios mío.

Ayúdame a reconocer que la rutina no existe,
porque cada día es nuevo cada día, porque siempre
hay algo que está comenzando.
En cada momento algo precioso está naciendo,
y la vida vuelve a brotar por todas partes.

Quiero aceptar los nuevos desafíos que me presentes, Espíritu Santo.
Que pueda mirar siempre el horizonte con ilusión,
esperanza y entusiasmo.

Toma toda mi vida, Espíritu Santo
y llénala de la eterna novedad de tu amor.
Que este día no pase en vano, y pueda descubrir
el mensaje que hoy tienes para mi vida.
¡Ven, Espíritu Santo! Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 28 de mayo de 2019

Martes 28 de mayo

Martes de la 6ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,5-11

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús se va y los discípulos están tristes. Jesús intenta convencerles de que conviene que él se vaya. Jesús también nos tiene que convencer de que, a veces, conviene que sucedan cosas que no nos gustan:

Jesús, a veces me siento solo,
se alejan las personas que más quiero,
no tengo más remedio que dejar los caminos de siempre
porque la vida me lleva por senderos nuevos.

¡Cuánto me cuesta cambiar, Señor!
No quiero avanzar por miedo a perder lo que tengo.
Pero hay una luz que me atrae: tu luz
y una voz que me dice: "No tengas miedo, no te pares"

Necesito sentir, o al menos saber, que me acompañas,
Quiero emprender contigo la aventura de vivir cada día
con la confianza de que Tú nunca defraudas
al que confía en Ti y procura seguir tus caminos.

Ayúdame a creer más, a apoyarme más en Ti,
a valorar la fuerza que has puesto en mi corazón,
a descubrir la belleza de una sonrisa desconocida,
a afrontar la vida con ilusión, esfuerzo y esperanza. Amén.

El Espíritu nos muestra la verdad más profunda de las cosas, nos ayuda a ver más allá de las apariencias:
-          Parecía que todo acabó para Jesús el viernes santo. En nuestra sociedad parece que Jesús ha muerto. Sin embargo, el Espíritu nos muestra que está vivo, resucitado junto al Padre.
-          Parecía (y sigue pareciendo) que el príncipe de este mundo, el príncipe del mal avanza victorioso... Parece que Dios cuenta cada vez menos y que el amor está arrinconado. Sin embargo, el Espíritu nos acerca a una verdad más profunda: el Príncipe de este mundo ha sido condenado, el mal no tiene la última palabra, al final vencerá Dios, vencerá el Amor.
-          Parece que da lo mismo creer o no en Jesús. El Espíritu nos revela otra realidad: Conocer a Jesús y no creer en Él es un pecado, nos empobrece, nos hace infelices, infecundos...

Juzgaste certeramente
las mentiras sociales
y las injusticias del mundo.
Tomaste partido,
empeñaste tu palabra y vida,
y diste un veredicto inapelable
que hirió a los más grandes,
a los ricos de siempre,
a todos los pudientes.

Y a nosotros nos hiciste caer en cuenta
de lo implicados que estamos
en esta situación colectiva de pecado:
todo un entramado social
que no respeta los derechos humanos,
que no hace hijos
ni hermanos
ni ciudadanos,
y es contrario a la voluntad del Padre.

Justificamos nuestro status
porque hemos hecho del lujo necesidad,
y de la abundancia dignidad,
aún a sabiendas
de que no es sostenible nuestro bienestar
sin expolio,
sin desigualdad,
sin defensas,
sin mentiras.

Y nosotros, cómplices
–conscientes o inconscientes–
de este pecado colectivo,
en momentos de lucidez,
nos reconocemos corresponsables.

Con nuestra connivencia y nuestra omisión,
con nuestras normas y murallas
fomentamos y perpetuamos
el pecado del mundo.

Tú, que viniste a quitar el pecado
y te sumergiste hasta el fondo
en nuestra historia,
bautízanos con agua
y, sobre todo, con tu Espíritu,
para que, contigo,
podamos hacernos cargo de la realidad,
cargar humildemente con ella,
y encargarnos de que sea
lo que Dios quiere y sueña,
y no lo que a nosotros nos interesa.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 27 de mayo de 2019

Lunes 27 de mayo

Lunes de la 6ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,26-16,4a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no tambaleéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no pinta a sus seguidores un mundo de color de rosa. Jesús advierte: os excomulgarán, el que os dé muerte pensará que da culto a Dios...
Creer y seguir a Jesús no es tener un pararrayos que nos libre del dolor.
            “Señor, gracias por decirnos la verdad”
            “Líbranos de la mentira, del engaño”
            “Ayúdanos a aceptar y a decir la verdad, aunque nos duela”

Ante la dificultad, ante el dolor, Jesús nos asegura: Os enviaré desde el Padre al Defensor, al Espíritu. El Espíritu nos da entereza y esperanza, y también vosotros daréis testimonio:

            “Envíanos Señor tu Espíritu de verdad y fortaleza”
            “Envía tu Espíritu Defensor a los que ya se doblan”

Con el Espíritu, los malos momentos se convierten en oportunidad para dar testimonio. Los mártires han dado testimonio de fe desde el dolor y la muerte. Muchas personas enfermas, encarceladas, con problemas familiares, laborales y sociales... dan testimonio de su fe, dan testimonio de la grandeza de Dios en la debilidad de su vida.

Inunda, oh Dios, con el torrente de tu audacia
al hombre llamado a ser tu testigo:
que su compromiso a favor de los pobres
y su estar al lado del necesitado y desvalido
ayuden a desvelar tu imagen
de un Dios que aborrece toda iniquidad;
que la experiencia de tu amor en su vida
sea como lluvia y rocio
que hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas;
que la paz de su corazón y de sus palabras
hagan posible el abrazo de todas las ideas y creencias;
y que nos ayude a comprender que el único enemigo del  hombre es que niega o hace imposible al hermano
su vocación de amor universal.

Caigan rendidos ante la fuerza de su testimonio
los que defendían la necesidad de la guerra
e incrementaban el poder de las armas aniquiladoras;
que los poderosos de este mundo alcancen a ver en él
que todo poder es corrupción
cuando no es servicio desinteresado.
Pues la vida de un desheredado es más valiosa a tus ojos,
Señor, que todas las culturas y civilizaciones
que se sostienen a costa de la miseria de muchos.

¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!
Sólo él hará ahondar en la perfecta alegría,
porque cambiará nuestros cultivos de egoísmo
en campos ubérrimos de comunión y amistad;
sólo él conseguirá que sea bendición
la maldición de mutua desconfianza
que hoy pesa sobre el hombre;
sólo él, porque aceptó, con el sacrificio de su vida,
ser sendero de Dios entre los hombres:
aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.

¡Bendito el Dios de rostro humano,
único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!
¡Bendito el Dios que nos envía signos clarividentes
de su amor hecho carne, presencia, riesgo!
¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegido
con el cuenco abundante de la esperanza
que derriba todo muro de lo imposible!

La tierra estrenará nuevo traje de fiesta
allí donde los oídos se abran
a la palabra hecha carne del testigo de Dios.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 26 de mayo de 2019

Domingo 26 de mayo

Domingo de la 6ª semana de Pascua C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La Paz os dejo, mi Paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado.» Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

¡Oh, Trinidad Santísima!, origen de todo.
Misterio tan profundo, que me hace exclamar
del fondo de mi corazón ‘Santo, Santo, Santo’.

Te encuentro en el fondo mismo de mi ser
amándome, creándome,
trabajando por mí, para mí, conmigo
en una comunión misteriosa de amor.

Dame, Señor, que yo comience a ver
con otros ojos todas las cosas,
a discernir y leer los signos de los tiempos,
a gustar de tus cosas y saber comunicarlas.

Pongo la preferencia de mi oración
en la contemplación de la Trinidad,
en el amor y unión de caridad,
que abraza también a mis prójimos.

Padre Eterno, confírmame;
Hijo Eterno, confírmame;
Espíritu Santo, confírmame;
Santa Trinidad, confírmame;
un solo Dios, confírmame.

sobre textos del Padre Arrupe


Jesús es el mensaje y el mensajero de Dios, el profeta y la Palabra de Dios. En él y por él todo ha quedado dicho, todo lo que Dios tenía que decirnos. Pero no todo ha quedado comprendido. Cuando se vaya Jesús, el Padre enviará al Paráclito (el Consolador) y éste enseñará a los discípulos y les introducirá en la plenitud de la verdad.
            “Envíanos Señor tu Espíritu”

Jesús no da la paz como la gente, ni tan siquiera la paz que la gente puede dar. Jesús da su paz, y él mismo es la verdadera paz.

Paz a vosotros, mis amigos,
que estáis tristes y abatidos
rumiando lo que ha sucedido
tan cerca de todos y tan rápido.

Paz a vuestros corazones de carne,
paz a todas las casas y hogares,
paz a los pueblos y ciudades,
paz en la tierra, los cielos y mares.

Paz en el trabajo y en el descanso,
paz en las protestas y en la fiesta,
paz en la mesa, austera o llena,
paz en el debate y el diálogo sano.

Paz en los sueños y retos sociales,
paz en los surcos abiertos de las labores,
paz en la pasión pequeña o grande,
paz a todos, niños, mujeres y hombres.

Paz en las plazas y caminos,
paz en los asuntos políticos,
paz en vuestras alcobas y ritos,
paz en todos vuestros destinos.

Paz luminosa y siempre florecida,
paz que, al alba, se levante viva
y a la noche, nunca muera,
paz para vivir en fraterna armonía.

Paz que abre puertas y ventanas,
paz que no tiene miedo a las visitas,
paz que acoge, perdona y sana,
paz dichosa y llena de vida.

La paz que canta la creación entera,
que el viento transporta y acuna,
que las flores le ponen perfume y hermosura,
y todos los seres vivos con ella se alegran.

Paz que nace del amor y la entrega
y se desparrama por mis llagas
para llegar a vuestras entrañas
y haceros personas nuevas.

Mi paz más tierna y evangélica,
la que os hace hijos y hermanos,
la que os sostiene, recrea y anima,
es para vosotros, hoy y siempre, mi regalo.

¡Vivid en paz, gozad la paz.
Recibidla y dadla con generosidad.
Sembradla con ternura y lealtad,
y anunciadla en todo tiempo y lugar!

Florentino Ulibarri


La ausencia de Jesús es para inaugurar un nuevo modo de presencia en los que crean en él. Por tanto, debemos ser animosos y no tener miedo: el Señor está con nosotros, a nuestro lado. Por la fe habita en nuestros corazones y, si le amamos y guardamos su palabra, lo encontraremos también en el prójimo.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 25 de mayo de 2019

Sábado 25 de mayo

Sábado de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,18-21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: "No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra." Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Qué es el mundo en este evangelio? No se refiere a aquello que está fuera de la religión o de la Iglesia. El mundo es la parte de humanidad, de nosotros mismos que se opone al plan de Dios. Todos somos un poco mundo. Nadie es bueno del todo o malo del todo.
            “Señor, danos sabiduría para descubrir el mundo que me rodea”
            “A veces también yo estoy en contra de tu proyecto. Perdóname”

Por eso, cuando emprendemos trabajamos por el Reino de Dios, cuando nos comprometemos en favor de los demás, cuando queremos seguir en serio a Jesús, nos tropezamos con dificultades en nuestro propio corazón, en la familia, en la sociedad y hasta en la Iglesia. No nos debe extrañar. Jesús nos lo advierte con claridad: Si a mí me han perseguido, a vosotros también os perseguirán.
            “Jesús, enséñame a encajar las dificultades, como tú,
              dame misericordia para perdonar a los que me persiguen, como tú,
              concédeme fuerza para ser fiel al Padre y a su Reino, contigo”

Señor:
¡Ahora si que es demasiado,
ya no puedo más!
Estoy agotado,
consumido de dolor,
agobiado de cargas,
doblado por el esfuerzo,
humillado por mis hermanos,
incomprendido por mis amigos.
Siento ganas de huir,
de escapar de todo lo que me hace sufrir.
Compréndeme, Señor:
He compartido mis conocimientos
y me han rechazado con desprecio.
He ofrecido mi ternura
y me han respondido con insultos.
He trabajado por la concordia
y me han arrinconado sin motivo.
He invertido mi tiempo por mejorar el mundo
y muchos sospechan de mis intenciones.
He anunciado tu amor y tu cercanía
y me miran como a un bicho raro.
¡Ah, Señor!
¿No es todo demasiado injusto?
Señor, ayúdame a comprender mis fracasos,
a darme cuenta de que si a ti te han rechazado
también a mi me rechazarán.
Ayúdame a reconocer y a pedir perdón 
porque también yo hago sufrir a personas buenas.
Señor, Tú me comprendes,
porque también Tú fuiste rechazado,
tuviste la sensación de que tu entrega era inútil,
sufriste la tentación de no beber el cáliz de la pasión
y quisiste refugiarte en la casa de los placeres sin compromiso.
Pero Tú seguiste adelante,
venciste al fracaso, al miedo, a la comodidad y al egoísmo.
Y ofreciste tu vida sin regateos,
lo diste todo, te diste del todo.
Señor, ayúdame a escuchar tu susurro que me dice:
"Ánimo. No tengas miedo. Sigue adelante.
Yo he vencido incluso a la muerte.
Y tú también vencerás.
Las semillas que sembraste darán el ciento por uno
y yo compartiré contigo mi vida resucitada".

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 24 de mayo de 2019

Viernes 24 de mayo

Viernes de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,12-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
            “En mi trabajo, con los amigos y la familia,
              cómo puedo dar la vida, Señor?”
            “Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
            “Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”

Amaos
como yo os he amado y amo;
éste es mi deseo más íntimo
y mi único mandato;
es mi testamento y evangelio
porque quiero que seáis  mis amigos
y hermanos con los que comparto todo,
y no siervos, pedigüeños y esclavos.

Amaos,
y os sentiréis vivos,
y vuestro gozo se desbordará a raudales,
y os pondréis en camino sin miedo,
y daréis un fruto duradero,
y la tristeza quedará desterrada de vuestras entrañas,
y compartiréis mi alegría con todos,
y viviréis con plenitud día a día.

Amaos:
alzad la vista,
otead el horizonte,
fijaos en los detalles,
descubrid vuestros tesoros,
penetrad el misterio,
ved los signos nuevos,
¡miraos a los ojos!

Amaos:
respetad vuestras diferencias,
gozad vuestras riquezas,
abrid vuestro corazón,
daos;
no os retengáis,
no os adueñéis,
no os esclavicéis.

Amaos:
sed arco iris de color y vida,
de diversidad y unidad
de paz y compromiso,
de pluralidad y respeto,
de luz y solidaridad,
de esperanza y liberación,
de buenas noticias y liberación.

¡Amaos como yo os he amado y amo!
¡Y gozaros!

Florentino Ulibarri

-----------------------

Señor, perdóname, porque muchas veces trato a los demás como ellos me tratan a mí;
me dejo llevar por lo que me apetece en cada momento.
Tú, en cambio, no me tratas como merecen mis pecados:
tu amor desborda todos mis merecimientos y deseos.
Señor Jesús, enséñame a vivir, enséñame a amar, como Tú.
Que sepa hablar con amor y por amor, como tú.
Que sepa rezar con amor y por amor, como tú.
Que sepa poner a Dios Padre por encima de todo y de todos. con amor y por amor, como tú.
Que sepa trabajar con amor y por amor, como tú.
Que sepa obedecer y rebelarme con amor y por amor, cómo tú.
Que sepa transmitir la fe con amor y por amor, como tú.
Que sepa cumplir los mandamientos con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir con amor y por amor, como tú.
Que sepa renunciar a todo lo que nos separa de Dios con amor y por amor, como tú.
Que sepa servir con amor y por amor, como tú.
Que sepa llevar la cruz con amor y por amor, como tú.
Que sepa compartir mi tiempo y mi vida con amor y por amor, como tú.
Señor Jesús, que sepa vivir y amar como tú y unido a ti. Amén.

Jesús nos ha elegido. Nos ha elegido por amor, no por nuestra valía ni nuestros méritos. Nos ha elegido porque nos ama, porque quiere nuestra felicidad. Y nos ha elegido para enviarnos, para cumplir su misión, para hacer presente su amor en el mundo, en este mundo nuestro, tan dolorido como hambriento de amor.
            “Señor, gracias por pensar en mi, gracias por contar conmigo”
            “Ayúdame a ser transparencia de tu amor”
            “Enséñanos a curar las heridas del odio con el bálsamo de amor”

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 23 de mayo de 2019

Jueves 23 de mayo

Jueves de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 16,16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver." Comentaron entonces algunos discípulos: "¿Qué significa eso de "dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver", y eso de "me voy con el Padre"?" Y se preguntaban: "¿Qué significa ese "poco"? No entendemos lo que dice." Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo: "¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: "Dentro de poco ya no me veréis, pero poco más tarde me volveréis a ver"? Pues sí, os aseguro que lloraréis y os lamentaréis vosotros, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Podemos rezar este Evangelio junto con el salmo 73:

Parece que salen ganando los egoístas, violentos, mentirosos...
El mundo estará alegré.
            No hay congojas para los pecadores,
            sano y rollizo está su cuerpo,
            no comparten la pena de los hombres,
            con los humanos no son atribulados.
            El orgullo es su collar,
            la violencia es el vestido que los cubre,
            la malicia les cunde de la grasa,
            de artimañas su corazón desborda.
            Se sonríen, pregonan la maldad,
            hablan altivamente de violencia.
            Dicen: ¿cómo va a saber Dios?
            y, siempre tranquilos, aumentan su riqueza.


Parece que no tiene sentido seguir a Jesús, esforzarse por ser bueno.
Vosotros estaréis tristes.
            Así que en vano guardé el corazón puro,
            y lavando mis manos en la inocencia,
            cuando era golpeado todo el día
            y cada mañana sufría mi castigo.


Sin embargo, al final se descubre la verdad: el amor vence y los que aman son felices, su vida tiene sentido; mientras que los que se dejan llevar por el espíritu de este mundo son infelices, su vida no tiene sentido.
Vuestra tristeza se convertirá en alegría.
            Que pronto quedan los pecadores hechos un horror,
            cómo desaparecen sumidos en vapores.
            Si, cuando mi corazón dudaba
            cuando torturaba mi conciencia
            estúpido de mi, no comprendía
            era como una bestia ante ti.
            Pero a mí, que estoy siempre contigo
            de la mano derecha me has tomado;
            me guiarás con tu consejo
            y tras la gloria me llevarás.


¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

No siempre te siento a mi lado, Señor
Parece que lugar no está ahora aquí, sino en el cielo.
A veces echo de menos verte con más claridad.
No entiendo porque no eres más evidente, más claro, más definitivo para todos.
O por qué dejas tanto espacio para la duda.
Ya sabes, Señor, que en horas difíciles, esto me provoca tristeza.

Pero confío en tu Palabra
es mejor para mí que Tú estés así, ausente y presente.
Serás mi Espíritu defensor.
Luz en mis noches.
Sabiduría en mis caminos.
Compasión en mis entrañas.
Amor en mi mirada.

Y tu Espíritu, cuando lo acojo,
cuando va haciéndose lugar en el mundo,
nos muestra que la fe es el camino para la plenitud.
que la justicia de Dios es más fuerte que la injusticia humana.
que, contra toda apariencia, el Amor vence.

Entonces,
mi corazón canta…
y ama de verdad.

Rezandovoy (adaptación)


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Miércoles 22 de mayo

Miércoles de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.

Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.

A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.

Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...
Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Como el Amor es la fuente
de ternura y siembra,
de puertas abiertas,
de promesas ciertas.

Como la Justicia es fuente
de miradas limpias,
de opciones honestas,
de normas humanas.

Como la Paz es fuente
del arma desterrada,
de extintas barreras,
de muros tirados.

Como la Palabra es fuente
de verdad desnuda,
de la fe intuida,
de bendición sincera.

Como el Pan es fuente
de estómagos llenos,
de mesas provistas,
de días de encuentro.

Tú eres la vid,
y nosotros los sarmientos,
que han de florecer
con frutos de amor y justicia,
de paz y palabra,
de pan que saciará
el hambre de todos.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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La poda es algo muy frecuente en el campo.
Campesinos y hortelanos son diestros en ella.
Incluso en la ciudad,
los amantes de los árboles y de las plantas
las podan en tiempos señalados.
Obtienen así ejemplares más bellos, más fuertes, más sanos...

Pero con ser una operación tan corriente,
necesaria y positiva,
nos resulta una energía extraña,
cuando no una anti-energía o muerte.

Sin embargo, la poda es ley de vida y crecimiento
de las plantas,... de las personas y de los grupos.
Controla, encauza y orienta las fuerzas;
impide la dispersión, da nuevas energías.
Nos hace crecer y ser nosotros mismos.

Nos poda el Padre, eso dices Tú.
Poda a los que dan fruto, para que den más.
Nos poda a los que bien nos quiere.
Nos corta las alas de la soberbia y de la comodidad
que nos impiden dar fruto y malgastan energía.
¡Corta brotes "naturales", que parecen ser expresión de vida,
para que demos más y mejor fruto!

Nos podan los amigos, el grupo, la comunidad,
a través de relaciones claras y fraternales;
a través de la ayuda, la crítica y la exigencia.
Nos podan cuando ponen en crisis
nuestro estilo de vida y escala de valores;
cuando nos hacen afrontar las incoherencias
y zonas oscuras de nuestro ser.

Algunos se podan a sí mismos para dar más fruto.
Saben decir no a ciertas cosas.
Saben renunciar a bienes positivos y objetivos dignos
para conseguir bienes mayores y tesoros escondidos.
¡Dichosos esos hombres y mujeres!
Dichosos los que viven con ellos, porque participan de su fruto.

La mayoría de las podas vienen sin buscarlas.
Las trae la vida cuando menos lo esperas;
son podas involuntarias, imprevistas, a veces duras y dolorosas,
y no siempre las aceptamos como algo positivo.

Involuntaria o voluntaria
a tiempo o a destiempo,
asumida o rechazada,
la poda es el secreto
de las personas que se han hecho fuertes,
de los hombres y las mujeres que dan fruto,
de quienes tienen vida.

¡Pódanos, Señor!
¡Pódame, Señor!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 21 de mayo de 2019

Martes 21 de mayo

Martes de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,27-31a

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe del mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre, y que lo que el Padre me manda yo lo hago."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La Paz es un don de la Pascua, de Jesús resucitado. No nos la da como la da el mundo (a cambio de injusticias y sometimientos). La Paz de Jesús es gratis. Jesús nos ofrece la Paz con Dios, la Paz con los hermanos, con la creación, con nosotros mismos.
            “En mi corazón Señor hay mucha violencia, dame tu Paz”
            “A veces me cuesta aceptarme, perdonarme; dame tu Paz”
            “Gracias Señor por el don de la Paz”

Los apóstoles están tristes porque el Maestro les anuncia su marcha. Y Jesús les dice: “Si me amaráis, os alegraríais”. A todos nos cuesta ver cómo se alejan las personas amadas. Pero no tenemos en propiedad a los amigos, ni a la familia. Tampoco pertenecemos a nadie, sólo a Dios. Y Dios respeta nuestra libertad; es más, la multiplica. Tú y yo, y cada persona tiene el derecho y el deber de seguir su camino, de cumplir su vocación.
            “Danos Señor un amor limpio, que no provoque dependencias”
            “Ayúdanos a encontrar y seguir el camino que nos conduce a Ti”
            “Perdona Señor nuestros intentos de dominar, de quitar libertad”
            “Gracias por habernos creado libres, por querernos siempre”
            “Cura el pecado que hiere y mata la libertad y la felicidad"

Pedimos la Paz del resucitado con esta oración del Obispo Pedro Casaldáliga:

Danos, Señor, aquella Paz extraña
que brota en plena lucha como una flor de fuego;
que rompe en plena noche como un canto escondido;
que llega en plena muerte como el beso esperado.

Danos la Paz de los que andan siempre, desnudos de ventajas,
vestidos por el viento de una esperanza núbil.
Aquella Paz del pobre que ya ha vencido el miedo.
Aquella Paz del libre que se aferra a la vida.
La Paz que se comparte en igualdad fraterna como el agua y la Hostia.”

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 20 de mayo de 2019

Lunes 20 de mayo

Lunes de la 5ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,21-26

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para Jesús, el amor ocupa la cima de todo, porque Dios es Amor. Por eso, el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Pero, ¿cómo se manifiesta el amor a Dios, el amor a Jesús? Él mismo nos da la respuesta: el que me ama, guardará mis mandamientos.
            “Te amo, Señor, y te quiero amar cada día más y mejor”
            “Te amo, Señor, pero me cuesta cumplir tu voluntad. Ayúdame”
            “Perdona y cura mi amor incoherente”

El amor es la puerta por la que Dios entra en nuestro corazón y nos permite descubrir el Amor que Él siente por nosotros.
            “Gracias Señor por hacer morada en mi”
            “Gracias por poder disfrutar de tu amor incondicional”
         
El Espíritu Santo es el maestro, el defensor, el guía…

Espíritu de Dios…

Enséñame la humildad y la sencillez
de vivir contento con lo que tengo,
de no querer más, de no esperar más.

Enséñame que solo se vive en cristiano
cuando se tiende la mano al que sufre,
se busca sin fin al perdido y se abre la casa al de fuera.

Enséñame esa ley misteriosa de la vida
de que abrazar lo nuevo exige soltar lo gastado
Y el sonido diferente de la vida solo lo enseña el silencio.

Recuérdame que Dios me quiere
sin límite, sin medida, sin fecha de caducidad.
y que sus abrazos, duran siempre, al menos, tres minutos.

Recuérdame, una y otra vez, que todos somos hermanos,
que no hay extranjero ni asesino
que quede fuera de mi fraternidad.

Recuérdame, en fin, que el paso del tiempo
no gasta las cosas ni mata los sueños
que tienen aroma de eternidad.

Severino Lázaro, sj

Esta oración, inspirada en las Confesiones de San Agustín, nos puede ayudar a sentir la Presencia de Dios que nos habita:

Angosta es la casa de mi alma para que vengas a ella: sea ensanchada por ti. Ruinosa está: repárala. Hay en ella cosas que ofenden tus ojos: lo confieso y lo sé; pero ¿quién la limpiará o a quién otro clamaré fuera de ti? De todos mis pecados líbrame, Señor.

¿Es verdad, Señor, que hay algo en mí que pueda abarcarte? ¿Acaso te abarca el cielo y la tierra, que tú has creado, y dentro de los cuales me creaste también a mí? ¿O es tal vez que, porque nada de cuanto es puede ser sin ti, te abarca todo lo que es? Pues si yo existo efectivamente, ¿por qué pido que vengas a mí, cuando yo no existiría si tú no estuvieses en mí?

Amonestado a volver a mí mismo, entre en mi interior, guiado por ti; y lo lo pude hacer porque tú te hiciste mi ayuda.
Señor, tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más alto que lo más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían.

Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 19 de mayo de 2019

Domingo 19 de mayo

Domingo de la 5ª semana de Pascua C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 13, 31-33a. 34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: "Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará.
Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cuando Jesús está a punto de morir por amor, nos enseña el mandamiento nuevo, el más importante: amar como Él nos ha amado.
El amor de Jesús es el modelo a seguir: un amor gratuito, servicial, humilde, compasivo, paciente... un amor capaz de perdonarlo todo, en todas las ocasiones, a todos...  un amor sin límites, que no se detiene ante el sufrimiento y la muerte...
Haz memoria agradecida del amor de Dios en la historia de tu vida.
¿Qué te cuesta reflejar más del amor de Jesús? Pídele ayuda.

El amor de Jesús, además de ser el modelo, es la fuerza. Acoger, experimentar y agradecer el amor de Jesús, el amor de Dios, nos da fuerza, nos capacita para amar cada día más y mejor.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Os quiero y querré siempre, amigos;
no he tenido con vosotros secretos
y seguiré compartiendo alegrías y penas,
esperanzas, sueños y proyectos.
Y esto no es un loco arrebato
ni cosa de un momento de ensueño.
Yo os amé primero y no me desdigo.

Os quiero, de por vida, compañeros;
y tanto os amo y deseo hacerlo,
a pesar del poco tiempo transcurrido
desde que os elegí y nos conocemos,
que os abro mi corazón
y os hago testigos de mis secretos,
utopía, reino y evangelio.

Os quiero como a hermanos pequeños
pues tenemos el mismo Padre
aunque seamos tan distintos.
Yo estaré siempre con vosotros;
y no busquéis razones para ello,
es que os quiero y miro
como me enseñaron y me gusta hacerlo.

Os quiero como a mí mismo me quiero,
y aunque parezca locura
no me avergüenza ser mendigo
hacerme servidor vuestro
y dar la vida por entero,
aunque sea Señor y Maestro
y me miréis con respeto.

Os quiero discípulos y amigos,
y sólo anhelo y os pido
que os améis con locura,
con pasión y ternura,
sin medida ni barreras,
como me habéis visto hacerlo.
Es mi único mandamiento.

Os quiero llenos de Espíritu
y mecidos por su brisa y viento,
libres y muy dispuestos
para curar a heridos y enfermos,
ser sal en medio del mundo
y prójimos que ofrecen consuelo.
¡Sed iguales y multiplicad los servicios!

Florentino Ulibarri

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Jesús, al contemplar en tu vida
el modo que Tú tienes de tratar a los demás
me dejo interpelar por tu ternura,
tu forma de amar nos mueve a amar;
tu trato es como el agua cristalina
que limpia y acompaña el caminar.

Jesús, enséñame tu modo
de hacer sentir al otro más humano,
que tus pasos sean mis pasos;
mi modo de proceder.

Jesús, hazme sentir con tus sentimientos,
mirar con tu mirada, comprometer mi acción,
donarme hasta la muerte por el reino,
defender la vida hasta la cruz,
amar a cada uno como amigo,
y en la oscuridad llevar tu luz.

Jesús, yo quiero ser compasivo con quien sufre,
buscando la justicia, compartiendo nuestra fe,
que encuentre una auténtica armonía
entre lo que creo y quiero ser,
mis ojos sean fuente de alegría,
que abrace tu manera de ser.

Quisiera conocerte, Jesús, tal como eres.
Tu imagen sobre mí es lo que transformará
mi corazón en uno como el tuyo
que sale de sí mismo para dar;
capaz de amar al Padre y los hermanos,
que va sirviendo al reino en libertad.

Cristobal Fones sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 18 de mayo de 2019

Sábado 18 de mayo

Sábado de la 4ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,7-14

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

“Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre”. Nunca acabamos de conocer a Jesús, nunca acabaremos de conocerlo. Su grandeza no cabe en nuestra pequeña cabeza, pero podemos conocerlo cada día mejor.

Eres otra cosa, Jesús.
Eres otra cosa.
¿Quién ha dicho que Tú eres triste,
serio, aguafiestas y exigente?
¿Quién ha dicho que el Evangelio
está reñido con la alegría y la fiesta?
¿Quién ha dicho que la fe es una carga inútil
de normas y leyes que ya no rigen?
¿Quién ha dicho que tu mensaje es una cadena
con manto de rosas y promesas huecas?
Tanto tiempo contigo,
trabajando en tu viña,
hablando de nuestras vidas,
y no te entendemos.

Tenemos que cambiar de pies a cabeza
nuestras glándulas resecas,
nuestros miembros sin juego,
nuestras arterias rotas,
nuestra mente cerrada,
nuestro corazón viejo.
Beber vino nuevo
y exponemos al viento de tu Espíritu
sólo con el manto que Tú nos has tejido.
Romper esquemas,
y adquirir estilo, forma y mentalidad nueva
para entenderte y gozarte.

Tanto tiempo contigo,
oyendo tus risas,
compartiendo tus fatigas,
y no te entendemos,
porque seguimos siendo fariseos,
ayunando de tu Evangelio,
y no nos atrevemos a emborrachamos contigo.
Eres otra cosa, Jesús.
Eres otra cosa.

Florentino Ulibarri

“Yo estoy en el Padre y el Padre en mi”. Dios es un misterio de comunión, de amor. El Padre está en corazón del Hijo y del Espíritu. El Hijo está en el corazón del Padre y del Espíritu. El Espíritu está en el corazón del Padre del Hijo. Nuestras palabras se quedan muy cortas para describir el misterio de Dios.
Pero lo más importante no es tratar de tratar de comprender desde fuera este misterio, lo más importante es aceptar la invitación de Jesús nos a entrar dentro de este misterio de comunión, de amor. También podemos decir a nuestro modo: “yo estoy en el Padre y el Padre está en mí”.
            “Gracias Señor por abrirnos las puertas de tu intimidad”
            “Gracias porque en tu corazón, yo estoy también presente”
            “Señor, quiero acogerte en mí como tú me acoges”
            “Señor, danos tu Espíritu
              para que en nuestro corazón haya sitio para todos"

Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre, 
que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.
Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre,
que renueva a cada persona y al universo entero.

Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, 
tan cortas como nuestros miedos y deseos.
Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.

Señor, transforma mis sentimientos, 
pensamientos y comportamientos;
a fin de que, unido a ti, mi vida sea también 
transparencia de las palabras, la fuerza, 
el perdón y el amor del Padre.”

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 17 de mayo de 2019

Viernes 17 de mayo

Viernes de la 4ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino." Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Las noticias de guerras y terrorismo, el dolor y la muerte de las personas amadas, nuestros errores y fracasos, los desengaños y traiciones... hacen temblar nuestro corazón. Entonces Jesús se acerca y nos dice: “Creed en Dios y creed también en mi”. La fe no nos evita la cruz, pero nos ayuda a cargar con ella con más paz y esperanza.
¿Recuerdas momentos de tu vida en los que la fe haya sido para ti consuelo y fuerza? Da gracias por esas experiencias.
         
Disfrutamos en esta tierra el consuelo y la fuerza de Dios, pero Jesús nos recuerda algo importante: nuestro caminar por este mundo terminará un día y se nos abrirán las puertas de la casa del Padre, una casa en la que todos tenemos preparada una estancia, una estancia preciosa, que huele a fraternidad y felicidad, a familia reunida en torno al Padre de todos, una estancia en la que el dolor y la muerte sólo serán un recuerdo lejano.
            “Señor, gracias por tus palabras consoladoras”
            “Perdona y cura nuestra desesperanza”
            “Danos sabiduría para compartir esta esperanza con todos”

Señor, Tú eres el camino que conduce hacia el Padre, a la salvación. En las encrucijadas de la vida, cuando no sabemos por donde avanzar y tenemos la tentación de tomar los caminos más fáciles y cómodos, recuerdanos, Jesús, que Tú eres el camino más seguro que desemboca en la felicidad más plena y duradera.

Señor, Tú eres la verdad, la verdad sobre Dios, el hombre, la vida y el mundo. Tú nos has revelado que Dios es Padre, que Dios tiene corazón de madre, que el oficio de Dios es amar y perdonar. Tú nos has enseñado que todas las personas estamos llamadas a vivir como hijas de Dios y como hermanas. Tú nos has mostrado que el mundo es un gran campo que necesita brazos dispuestos a transformarlo en una casa abierta a todos. Ayúdanos a vivir de acuerdo con tu Verdad.

Jesús, Tú eres la Vida. Y has puesto en cada persona el deseo ardiente de vivir en plenitud. Solamente Tú, Cristo, puedes colmar el deseo de amor del corazón humano. Nadie como Tú da el valor y la alegría de vivir. Agradezco y acojo, Señor, el torrente de vida que me ofreces gratuitamente.

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¿Por qué este abandono
tras vencer a la muerte?
¿Por qué este alejarte
cuando más con nosotros estabas?
¿Por qué este silencio
de la Palabra más viva?

Nos dejas esperando,
buscadores,
inquietos,
apóstoles,
portadores de tu Luz, pero
confundidos por las sombras
cuando te vistes de misterio.

No te nos escondas mucho,
en este irte que nos deja huérfanos,
en ese enviarnos,
tan desnudos de certezas
como llenos de esperanza.

En tu distancia, sigue cerca,
y a tu modo misterioso
sigue siendo el Amor
que arropa nuestra desnudez.
y sostiene nuestros sueños.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Creemos en Jesús,
presente en la alegría y esperanza del pueblo
marcado por una historia de dolor y pobreza.

Creemos en Jesús,
presente en las personas que atraviesan situaciones críticas
a causas de las decisiones de otras personas.

Creemos en Jesús,
presente en los jóvenes marginados y sin trabajo
por causa de las estructuras que hemos creado.

Creemos en Jesús,
presente en el pobre que sufre,
en el triste y sin futuro,
en el perseguido y encarcelado,
en los emigrantes y exiliados,
en los niños explotados y abandonados,
en las mujeres humilladas y marginadas,
en las personas sin trabajo y sin salario digno,
en los desahuciados y sin techo,
en las personas sin derechos humanos...

Creemos en Jesús,
presente en las personas libres y compasivas,
en los cristianos perseguidos por ser solidarios,
en los creyentes ninguneados en la Iglesia,
en toda persona que lucha por un mundo nuevo,
en sus seguidores y mártires.

Creemos en Jesús,
y reafirmamos nuestra esperanza en él,
y la fuerza sanadora y liberadora
de su amor derramado en nosotros.

Creemos en Jesús, vivo y presente
en nuestro mundo e historia,
en nuestra vida e Iglesia,
en toda Pascua Florida
y acá, en este lugar y día.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 16 de mayo de 2019

Jueves 16 de mayo

Jueves de la 4ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San 13,16-20

Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro, el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: "El que compartía mi pan me ha traicionado." Os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado me recibe a mí; y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hemos leído muchas veces el Evangelio, hemos participado en muchas Eucaristías! Incluso hemos leído libros de teología... ¡Cuantas cosas sabemos de Jesús!  A nosotros también nos dice Jesús: “puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica”. La Palabra de Dios no puede salvarnos, no puede hacernos felices, si nos contentamos con escucharla, con conocerla.

Jesús, Hijo de Dios, hermano nuestro,
nos has revelado tu secreto.
Podemos ser felices y libres, como Tú.

Tú nos aseguras que seremos felices y libres
si las riquezas no nos atan,
si sabemos compartir con los demás,
si aguantamos las ofensas sin vengarnos,
si sentimos en nosotros las desgracias ajenas,
si buscamos la justicia por encima de nuestros intereses,
si tratamos de comprender y perdonar,
si nuestra mirada y nuestro corazón son limpios,
si ponemos paz a nuestro alrededor,
si lavamos los pies y servimos a los hermanos,
si acogemos el amor de Padre como el mejor regalo.

Jesús, tu mensaje es sencillo,
pero nos cuesta mucho ponerlo en práctica.
Por eso, te pedimos ayuda.
Lo que nosotros no podemos
que tu Espíritu lo realice en nosotros
para que cada día seamos más  felices y libres
como Tú y siempre contigo. Amén.

¿Qué recibiremos si ponemos en práctica lo que Jesús nos ha enseñado con sus palabras y obras? Lo mismo que Jesús recibió, porque el siervo no más que su señor: algunos nos traicionaran, nos harán sufrir; otros nos escucharán y nos llenarán el corazón de amor y gratitud... y Dios Padre nos dará en esta tierra el ciento por uno y después vida eterna.
            “Señor, enséñanos a encajar traiciones y cruces”
            “Gracias por las personas que nos acogen con amor”
            “Señor, sabemos que no te dejas ganar en generosidad. Gracias”
            “Perdona y cura nuestra falta de voluntad para vivir como Tú”

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 15 de mayo de 2019

Miércoles 15 de mayo

Miércoles de la 4ª semana de Pascua

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 12,44-50

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: "El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús insiste: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado... Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado”. Viendo a Jesús, vemos al Padre; escuchando a Jesús, escuchamos al Padre. Por eso, cuando leemos el Evangelio, no sólo encontramos el modelo a seguir, estamos llamados a descubrir cuáles son los sentimientos de Dios respecto a las personas.
            “Gracias Padre por desnudar tu corazón lleno de ternura”
            “Gracias Jesús por darnos todo lo que el Padre te dio”
            “Perdona y cura nuestra falta de fe”

Cada cristiano está llamado a decir con verdad: “El que me ve a mí, ve al que me ha enviado”:
Sólo con la fuerza del Espíritu, nuestra vida podrá ser el espejo donde se refleje la vida de Dios.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre,
que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.
Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre,
que renueva a cada persona y al universo entero.

Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios,
tan cortas como nuestros miedos y deseos.
Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.

Señor, transforma mis sentimientos,
pensamientos y comportamientos;
a fin de que, unido a ti, mi vida sea también
transparencia de las palabras, la fuerza,
el perdón y el amor del Padre.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 14 de mayo de 2019

Martes 14 de mayo

San Matías

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Jn 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.

            “En mi trabajo, con los amigos y la familia,
              cómo puedo dar la vida, Señor?”
            “Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
            “Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”


Jesús nos ha elegido. Dios siempre se nos adelanta.

Iba a ponerme en tu camino
cuando ya venías tú hacia mí.

Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.

Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.

Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.

Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.

Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.

Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.

Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.

Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".

Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.

Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.

Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?



Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote. Fue elegido el último y de forma muy especial. No importa el tiempo ni la forma en que seamos llamados. Lo importante es escuchar la llamada y responder.

            “San Matías, ruega por nosotros,
              para que tengamos siempre abiertos nuestros oídos
              y dispuestos nuestros pies para seguir a Jesús
              por los caminos que nos vaya mostrando”


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 13 de mayo de 2019

Lunes 13 de mayo

Lunes de la 4ª semana de Pascua B y C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San San Juan 10, 1‑10

En aquel tiempo, dijo Jesús:
—«Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
—«Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

“Yo soy la puerta”. A través de Cristo-puerta, el Dios invisible y omnipotente, se hace cercano y amoroso par ti. A través de Cristo-puerta nos encontramos con Dios.

Señor, todos queremos ser felices, plenamente felices.
Tú has puesto en nuestro corazón el deseo de una felicidad infinita.
Pero no siempre acertamos a entrar por la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.
Y, a veces, llegamos a pensar que no existe esa puerta,
que nunca podremos disfrutar una felicidad a la medida de nuestro corazón.

Pero tú, Jesús, nos dices que existe una puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.
Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.
Eres la puerta que nunca está cerrada, ni tiene aduanas
que está abierta siempre y a todos, sin exclusiones, sin privilegios;
puerta abierta para entrar y para salir. No quieres que tus hijos te amemos a la fuerza.
Tú eres una puerta abierta, también y de forma especial a los que nos sentimos pecadores.
Tú nos esperas para abrazarnos, para perdonarnos, para curarnos,
para transformar y renovar nuestra vida, para llenarla de alegría plena y duradera.


Entrar por Cristo-puerta significa hacerse como él, adquirir sus modos de actuar, sus sentimientos, sus actitudes; es dejarse transformar por Cristo: cristificarse. San Pablo lo expresó así: “no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).  ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Para ser pastor del hermano, hemos de entrar por la puerta (por Jesús), tenemos que amar con él, con generosidad, gratuitamente, con cercanía, estando dispuestos a entregar la vida. Pedimos al Señor por los que de una manera especial están llamados a ser pastores de los demás, por los gobernantes de todos los pueblos, por los Obispos y los sacerdotes, pastores del Pueblo de Dios.

Nos llamas por nuestro nombre
y nos reconoces por mil gestos y detalles
que llevas grabados en tus pupilas.
Dispuesto a dar la cara y la vida
por nosotros, a pesar de nuestras tonterías,
tus palabras son nuestra seguridad.
Tú eres el buen pastor.

Pastor enérgico que nos sacas del aprisco
y nos pones en camino contigo
en búsqueda de otros pastos y fuentes.
Nos haces repudiar las doctrinas enlatadas,
los ritos repetidos y sin sentido;
y nos dices: Id donde el corazón os lleve.
Tú eres el buen pastor.

Andábamos despistados por ahí,
cada uno en su casa, para sí y a lo suyo,
cuando Tú nos llamaste a tu comunidad.
En tu compañía, al caminar juntos,
hemos abierto los ojos y el corazón
a nuevos y refrescantes horizontes.
Tú eres el buen pastor.

Contigo pasamos de la sumisión
a la fe gozosa y personal,
del gregarismo a la comunión,
del miedo a la libertad,
del individualismo a la solidaridad,
del temor a la filiación.
Tú eres el buen pastor.

Contigo hemos roto el silencio
y nos atrevemos a levantar la voz,
a la denuncia y a la contestación;
y también al canto y a la alabanza
porque bulle la vida en nuestras entrañas
y late de esperanza nuestro corazón.
Tú eres el buen pastor.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.