Cuerpo y Sangre de Cristo C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 11b‑17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
—«Despide
a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar
alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó:
—«Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron:
—«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.»
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
—«Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él,
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo,
pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los
discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se
saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy es la Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Hoy es la fiesta de la Eucaristía.
Buen
día para agradecer de corazón al Señor el regalo de la comunidad
cristiana reunida para celebrar cada domingo la fe, para mostrar a Dios
nuestra gratitud por el regalo de su Palabra, para alabar a Jesucristo
que quiere saciar nuestra hambre y nuestra sed con los mejores manjares:
su propio Cuerpo y su misma sangre.
Buen día para revisar
nuestra participación en la Eucaristía, y para pedir perdón por todo
aquello que nos impide disfrutarla de verdad: la rutina, la desgana, la
falta de preparación, la prisa ...
Buen día para pensar cómo
vivimos la Eucaristía cuando no estamos en la Iglesia. ¿Somos mujeres y
hombre de comunión? ¿Escuchamos a Dios en las personas? Ofrecemos al
Señor los cinco panes y los dos peces de nuestro tiempo, nuestros
saberes, de nuestra vida para que Él pueda multiplicarlos en bien del
mundo?
Y recuerda que el Señor te espera no sólo en la Eucaristía
de cada domingo o de cada día. Él está presente de una forma especial
en el Sagrario de cada Iglesia.
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Seré vuestro camino de vida,
la luz que alumbre vuestras noches y días,
el agua que os refresque en vuestras fatigas,
la puerta que os dé entrada y acogida,
la raíz vitalizadora de todas vuestras empresas,
el amigo y guía que siempre os hará compañía...
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Pero también seré, y que no os pille de sorpresa,
el fuego que acrisola vuestro ser y pertenencias,
el viento que os empuja siempre fuera,
la verdad que rompe todos vuestros esquemas,
el ladrón que os adelgaza y aligera
y el Señor que os quiere en la tierra.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Y esta es la fórmula de mi definitiva alianza
con vosotros y la Humanidad entera:
vosotros seréis mi cuerpo visible
y mi sangre que da vida;
y yo seré el pan que os alimenta
y el vino que os alegra e ilusiona.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Yo alimentaré vuestro cuerpo
y vuestra esperanza desestimada.
Yo mantendré vuestra llama y amor
y os haré fuertes contra el dolor.
Yo os invito a crecer y madurar
hasta llegar a la sazón.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Vosotros elevaréis, allí donde viváis,
el signo de un Dios comprometido con todos,
siendo pan hecho carne,
vino convertido en sangre,
palabra corporal y verdadera
y encarnación en nuestra historia.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
¡Misterio de intimidad humana y divina!
Vosotros seréis, en adelante, mi pascua,
mi presencia tierna y salvadora,
mi encarnación en la tierra,
la buena noticia que todos anhelan,
la primicia de lo que os espera.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Mis brazos para estrechar soledades,
mi boca para clamar contra seculares injusticias
que se clavan en la carne de los más débiles,
mis pies para salir tras los perdidos y olvidados,
mi corazón para latir al unísono
con todos los corazones que desfallecen.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Estaré con vosotros todos los días.
A cualquier hora y en cualquier lugar.
Siempre. Es mi palabra y mi promesa-.
Es tu palabra y tu promesa, Señor
Florentino Ulibarri
Si quieres, puedes rezar con alguno de estos poemas de José María Fernández Nieto:
Este es el tiempo del Amor, la hora
en que se da el Señor en Pan y en Vino
para poder andar este camino
que va desde la Cruz hasta la Aurora.
Dios, Panadero y Pan, ayer y ahora,
Vendimiador y Viña y Catavino.
Divinidad de Amor, Dios Uno y Trino
tendiéndonos su mano salvadora.
Que se nos dá en bebida y alimento,
que se derrama enamoradamente
en cada corazón y en cada vida.
Dios que se nos entrega en testamento,
que se nos sigue dando eternamente
y que a ser para siempre nos convida.
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A cambio de la pena de no verte
me das, Señor, el júbilo de amarte
que si ayuno de amor por contemplarte
puedo saciar mis ansias de comerte.
Oh, Señor de la vida y de la muerte,
tanto es tu Amor que necesitas darte
enteramente todo en cada parte
cuando el pan en tu Cuerpo se convierte.
Tu Amor es como un mar que no se agota,
como un vino que nunca se termina
o una fuente que mana y que no cesa.
Un mar que cabe entero en una gota,
un sol donado en ósculo de harina,
Dios en vino y en pan sobre una mesa.
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Señor, cuánto agradezco que me digas
lo que me dices sin decir, callado,
derramando tu Amor sacramentado
como el sol se derrama en las espigas.
Qué júbilo, Señor, que me bendigas
como la lluvia que bendice al prado
y que de rosas hayas enjambrado
mi corazón de cardos y de ortigas.
Señor, cuánto agradezco que me ames
como si fuera yo el único amado
y Tú el único Amor que hay en mi vida.
Que en vino generoso te derrames,
que te me des en pan recién cortado,
que me ames tan sin peso y sin medida.
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También María está, se la presiente
pudorosa como una primavera.
Se la nota en el gesto, en la manera
de Jesús al partir el pan reciente.
Junto al Amor, junto a la Cruz, valiente,
en pié, rota por dentro pero entera,
Madre Consoladora y enfermera,
que ante el dolor ¡qué pronto se la siente!
Que sabiéndole harina de su harina,
Pan de su pan y Amor de sus amores,
María siempre está junto al Sagrario.
Porque es la luz que todo lo ilumina,
el bálsamo de todos los dolores,
la Madre que reparte el pan diario.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.