viernes, 17 de diciembre de 2021

Viernes 17 de diciembre de 2021

Feria mayor del 17 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 1‑17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zara, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manases, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendro a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendro a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. ¿Qué nos quiere decir la Palabra de Dios con esta lista de nombres? El Evangelista quiere que caigamos en la cuenta de que el nacimiento de Jesús no ocurre en un momento cualquiera de la historia. Dios ha ido preparando a lo largo de muchos siglos este acontecimiento. Dios fue educando con paciencia el corazón de la humanidad hasta que pudiera acoger a su mismo Hijo. Así nos lo explica la carta a los hebreos: "En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo".
     "Señor, gracias por preparar el corazón del mundo para recibir a tu Hijo"
     "Enséñanos también a nosotros a acogerlo en esta Navidad"
     "Ayúdanos a ser pacientes, como tú eres paciente con nosotros"

B. Dice el teólogo navarro Cabodebilla: "Los escritores bíblicos no ocultan que Cristo desciende de bastardos". En efecto, en la lista aparece Farés, hijo incestuoso de Judá, y Salomón, hijo adulterino de David. Los evangelistas no ocultan siquiera la presencia de una prostituta. Y en esta historia de virtud y de pecado, Dios permanece fiel en su amor y conduce al mundo a la salvación, es decir, a Jesucristo.   
    "Dame Señor verdad para reconocer la bondad y la maldad de mí mismo"
     "Gracias Señor porque respondes con fidelidad a nuestras infidelidades"
     "Danos luz para descubrir tu presencia en las sombras del mundo"

Señor, te damos gracias porque, al hacerte humano, asumiste la historia de tu pueblo, la historia de la humanidad, una historia cuajada de nombres, nombres de héroes y villanos, de prostitutas y de santos, de gente mediocre como yo.

Gracias por amarnos, con nuestras luces y sombras, con nuestras coherencias y contradicciones. Gracias por dar la vida por personas que no lo merecemos.

Jesús, tú nos enseñas el camino de la Encarnación. Contigo podemos amar historias heridas, la historia de nuestro pueblo y de nuestra iglesia, la historia de nuestra familia y de nuestro grupo de fe.

Señor, haznos generosos para servir a todos, también a los pecadores, a los desagradecidos. Danos tu Espíritu para encarnarnos, amar, servir, entregarnos y morir, a fin de que nuestra historia se acerque más a Ti, a la corriente de amor y perdón que brota de tu corazón. Amén,


C. A partir de hoy la preparación del Adviento se intensifica, porque dentro de una semana nace Jesús. Y en la liturgia se rezan las antífonas O, llamadas así porque comienzan la exclamación "Oh". Pueden ser útiles para nuestra oración. Ésta es la de hoy:
    Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
    abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad,
    ¡ven y muéstranos el camino de la salvación!

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 16 de diciembre de 2021

Jueves 16 de diciembre de 2021

 Jueves de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Lucas 7, 24‑30

Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios.
Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti."
Os digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.»
Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que hablan recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Juan es un profeta. Es decir un enviado de Dios. Nosotros también somos profetas, o al menos estamos llamados a ser profetas. Pero, en nuestra tarea  en la iglesia, en la familia o en la sociedad ¿nos sentimos enviados por el Señor? ¿Qué dices a Dios?

Juan es un profeta que vive de acuerdo con lo que predica: es un hombre con grandes convicciones (no se deja sacudir por el viento) y austero (no va vestido con lujo ni vive en palacios). ¿Cómo andamos nosotros en coherencia? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Juan es profeta que prepara el camino de Jesús. Nosotros también estamos llamados a preparar el corazón de las personas, las familias y los pueblos, para que puedan acoger a Jesús. Es difícil ¿verdad? Pero ¿lo intentamos? ¿intentamos, al menos, preparar el corazón de una persona?

Pide al Señor fuerza para poder cumplir con nuestra misión de profetas.

Juan Bautista, que saltaste de alegría en el seno de tu madre Isabel cuando María, la madre de Jesús, la saludó al visitarla. Ayúdanos a que nuestras vidas se llenen de alegría al experimentar la cercanía de María y de Jesús.

Juan Bautista, tú fuiste enviado para dar testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que tú decías.  Ayúdanos a vivir en la luz de Cristo y a transmitirla.

Juan Bautista, fuiste enviado para preparar al pueblo para acoger al Señor. Que el testimonio de nuestra vida y nuestra palabra animen a los que nos rodean a acoger al Señor.

Juan Bautista, tú dijiste a la gente que deberían volver a Dios y anunciaste que todo árbol que no da buen fruto, se corta y se echa al fuego. Que sepamos convertirnos y ayudemos a los demás a hacerlo.

Juan Bautista, tú predicaste que quien tuviese dos trajes le diese uno al que no tuviera ninguno. Que tengamos un corazón generoso y solidario con los más pobres.

Juan Bautista, que pedías a los comerciantes y funcionarios públicos que no cobrasen más de lo que correspondía. Que trabajemos todos por una sociedad justa y honrada.

Juan Bautista, que insistías a los soldados que no le quitasen nada a nadie. Que no haya prepotencia ni abuso con los más débiles por parte de los que tienen poder y fuerza.

Juan Bautista, que mostraste la persona de Jesús a tus discípulos y diste testimonio que era el Hijo de Dios. Que seamos misioneros para acercar a los demás hasta Jesús.

Juan Bautista, tú que enseñabas a orar a tus discípulos. Ayúdanos a tener y desarrollar el espíritu de oración.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Miércoles 15 de diciembre de 2021

 Miércoles de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 19‑23

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:
—«¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
—«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
—«Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dichoso el que no se escandalice de mí. Dichoso el que no pierda su confianza en mí. Jesús sabe que con mucha facilidad nos llega la duda: ¿tiene sentido ser cristiano? ¿Dios me ayuda o no? y la más radical ¿existe Dios o es un invento mío? Y en esos momentos podemos hacer fundamentalmente dos cosas:
-     Acercarnos a Dios para expresar nuestra confusión, nuestras dudas, nuestro enfado. Así lo hizo Juan, mandando a sus discípulos a que preguntaran a Jesús.
-    Alejarnos de Dios. Y dejar que se pudran en nuestro interior las confusiones, dudas y enfados.
¿Cuál es tu actitud en estos casos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Convierte mi mirada, Señor,
para que sepa ver el amor escondido,
para que descubra las heridas de
quienes me rodean, y quiera curarlas,
para que vea más problemas reales
y menos figurados; para que perciba
las lágrimas ajenas.

Transforma mi mirada, Señor,
para que intuya las posibilidades de paz,
de concordia, de justicia, de amor.

Convierte mi mirada, Señor.
Convertirse es comprometerse
un poco más, un poco mejor.

Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.
Ayúdame a luchar por mi familia.
Dame coraje para perseverar
cuando el camino se haga difícil.
Dame paciencia para sobrellevar
los obstáculos sin rendirme.

Dame ilusión para seguir creyendo
cuando me quede sin apoyos.
Dame fuerza para complicarme
en batallas buenas.
Dame manos para acariciar,
pies para caminar, palabra para cantar,
siempre a favor de un mundo bueno.

Hazme alguien comprometido
con mi mundo, Señor.


Cuando desde nuestras dudas y enfados nos abrimos al Señor, nuestra fe crece, se purifica, madura. Si no nos abrimos al Señor, corremos el riesgo de perder la fe. Los malos momentos pueden convertirse en los mejores, en los más fecundos para nuestra vida y nuestra fe
            “Señor, que no pierda tu confianza en ti”
            “Dame Señor esperanza para asumir la cruz de cada día”
            “Perdona mi falta de confianza en tu amor”.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 14 de diciembre de 2021

Martes 14 de diciembre de 2021

 Martes de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 28‑32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron:
—«El primero.»
Jesús les dijo:
—«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera. en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Teóricamente nosotros somos del grupo que hemos respondido generosamente a la llamada de Dios a trabajar en su viña, pero en la realidad ¿trabajamos o no? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

 ¿Estamos atentos para que Dios nos pueda llamar a trabajar en su viña? La mejor manera de no tener que trabajar es estar sordo a las llamadas de Dios. Y Dios nos llama desde su palabra, desde las personas que nos rodean, desde el interior del corazón...
¿Cómo podrías escuchar mejor al Señor? ¿Qué te dice? ¿Qué le dices?

Además Jesús nos promete sorpresas: Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. En el reino de Dios no valen títulos, ni denominación de origen. Se trata de creer en Jesús y avanzar por el camino de la justicia.

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, yo quiero acogerte en este adviento, en esa navidad, quiero abrirte las puertas de mi corazón de par en par.

Sabes que mi mayor deseo es trabajar en tu viña, para que la esperanza y el amor de la Navidad lleguen a todos.

Señor, quiero acogerte, pero pocas veces encuentro tiempo, deseo trabajar en tu viña, pero me dedico a otras cosas.

Ayúdame, Señor, a no dejarme llevar por el orgullo, la pereza, el miedo, la prisa, el qué dirán, los compromisos que me fabrico para sentirme importante...

Líbrame de todo lo que me aleja de lo que más quiero y deseo: vivir contigo, acoger tu amor, trabajar a tu lado, en favor de los más débiles, para construir juntos tu Reino.

Señor, que no sea de los primeros en querer y desear y de los últimos en ponerme manos a la obra. Amén.
 

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Todas tus parábolas, una vez iniciadas,
tienen un final
que nos alcanza como lanza afilada.

Recogen, en síntesis, lo que es historia cotidiana
de pugna y respuesta
a tu respetuosa invitación y llamada.

Y expresan en pocas palabras humanas
nuestra rebeldía
que algo tendrá que ver con tu espíritu y semejanza.

Los hay que saben expresar muy dignamente
respeto y obediencia:
es lo que se espera de gente religiosa y prudente.

Pero se quedan en la caravana en la que estaban;
no les da la gana
de interpretar tus gestos, hechos y palabras.

Dicen sí, porque es la respuesta correcta,
pero no hacen nada
aunque la brisa sople con fuerza y en dirección buena.

Y los hay que, desde el principio, se rebelan
y no quieren ser
ni siervos, ni beatos ni hijos deudores.

Saben recapacitar para encontrar en camino,
respuesta adecuada,
para trabajar la viña y vivir como hijos.

Quizá, Señor, te agrade más la frescura y rebeldía,
nuestra libertad,
que las palabras adecuadas de una respuesta perfecta.

Quizá temas más nuestro ser e historia vacíos
de amor y vida
que todos nuestros cuestionamientos e impertinencias.

No sé lo que dije,
hace un instante...
pero he venido,
me has acogido
y estoy contento...
y muy satisfecho.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 13 de diciembre de 2021

Lunes 13 de diciembre de 2021

 Lunes de la 3ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 23‑27

En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: —«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»

Jesús les replicó: —«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»

Ellos se pusieron a deliberar: —«Si decimos "del cielo", nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído)" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.»

Y respondieron a Jesús: —«No sabemos.»

Él, por su parte, les dijo: —«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio nos daremos cuenta de que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que quieren saber.
     "Dame Señor sabiduría para responder y para callar"
     "Perdona y cura mi mala intención cuando hablo"


B. Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos. Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a una fe más purificada.

Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo;
nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control,
si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida,
según nuestros esquemas, seguridades, gustos....

Y esto nos sucede también contigo.
Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto;
nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza,
dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones;
tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos,
nos saques de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas,
para abrirnos a los tuyos.

Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:
Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva;
Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa;
Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;
los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el vangelio.

Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas
o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?
¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas
o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas,
que han perdido la capacidad darnos y dar las mundo la alegría más grande?
Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad,
con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.

Oración inspirada en una homilía de Francisco (19 de mayo de 2013)

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Domingo 12 de diciembre de 2021

 Domingo de la 3ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 10‑18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan Bautista predica la conversión, una conversión que se manifiesta en acciones concretos: repartir túnicas y comida, no exigir más de lo establecido, contentarse con la paga... La conversión del corazón se manifiesta en las obras. Y las obras nos ayudan a convertir el corazón. ¿Qué me pides Señor en este Adviento?

La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!

La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!

La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!

La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!


B. Muchos creían que Juan era el Mesías. Sin embargo él no se deja llevar por los que lo alaban: Yo no merezco desatarle la correa de las sandalias. Cuando la gente habla bien de nosotros, podemos caer en la tentación de creer que somos los mejores. ¡Cuidado!
     "Ayúdame Señor a conocerme y a valorarme con verdad"
     "Perdona Señor por las veces que me creo el mejor"
     "Perdona Jesús porque a veces no confío en los hermanos"

C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
     "Gracias Señor por el don del Espíritu"
     "Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
     "Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu palabra.

Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio
tu palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu palabra.

Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 11 de diciembre de 2021

Sábado 11 de diciembre de 2021

 Sábado de la 2ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,10‑13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: — «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: ‑«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. A la gente le cuesta reconocer a Juan como el profeta enviado de Dios, le cuesta reconocer a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios. También a nosotros nos cuesta reconocer la cercanía de Dios en nuestra vida:

Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.


B. Elías vendrá y lo renovará todo. El adviento es tiempo de renovación: renovación personal, renovación eclesial, renovación social. Pero ¿es posible la renovación? ¿podemos cambiar? ¿podemos superar esas malas costumbres que tenemos tan arraigadas? Es posible. Esta es una de las buenas noticias del Adviento. Y además Dios mismo viene para dar la vida por esa renovación. Con su fuerza y nuestra colaboración la renovación será realidad. ¿Qué habría que renovar? ¿Qué le dices a Dios?

Llegará un día
en el que vivir no sea una pesada carga,
que doble las espaldas
y sofoque los corazones,
sino una asombrosa experiencia de plenitud
para todas las personas,
sea cual sea su origen, color, país o religión.

Llegará un día
en el que la libertad no sea un sueño,
temeroso de ser perdido
si despierta entre nuestros frágiles brazos,
sino una alegre realidad
capaz de ilusionar y emocionar
a todos los que vivimos y soñamos.

Llegará un día
en el que la igualdad no esté en entredicho
ni necesite discriminación positiva,
sea cual sea la cultura,
la condición social,
la patria, la riqueza
o el sexo de las personas.

Llegará un día
en el que los derechos humanos
no necesiten defensores ni leyes,
pues todos los llevaremos tatuados
en nuestras entrañas
y sabremos transmitirlos
a las generaciones futuras.

Llegará un día
en el que la justicia florecerá
en todos los campos y rincones
de nuestro ser y tierra
y podremos mirar sin temor,
en cualquier dirección,
con ojos limpios y acogedores.

Llegará un día
en el que las fronteras desaparecerán,
y todos los seres humanos
podremos movernos,
sin controles ni tarjetas,
de acá para allá,
como en nuestra propia casa.

Llegará un día
en el que la fraternidad
será la mejor carta de ciudadanía,
de dignidad y de respeto,
y todas las personas serán respetadas,
sean o no compañeras, camaradas,
adversarias o amigas.

Llegará un día
en el que podremos convivir,
dialogar y enriquecernos,
amar, compartir y criticarnos,
soñar, trabajar y cantar,
y ser diferentes sin excluirnos
en la mesa, en el corazón y en la historia.

Llegará un día
en el que esta sociedad se sienta renacer
en todos los cruces y sendas,
revistas, periódicos, radios y televisiones;
y en el que la buena noticia
sea el pan nuestro cada día
para quienes aman y caminan.

¡Pronto llegará ese nuevo día, Señor,
Si proclamamos sólo palabras de gracia!
¡Ya se anuncia!

Florentino Ulibarri

C. A Juan Bautista lo trataron a su antojo. Jesús (el Hijo del Hombre) va a padecer a manos de ellos. Es destino de los profetas. Los profetas no son videntes, son testigos de Dios, testigos de una verdad que no se quiere oír, porque es demasiado dura, demasiado comprometida...
     "Señor, ayúdame a descubrir los profetas que pones en mi vida"
     "Quiero acoger tu Palabra, por exigente que sea"
     "Tu Palabra Señor es vida".

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.