Sábado de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 14-17
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús,
preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en
cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar
luto los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?
Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres:
se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en
odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los discípulos de Jesús no ayunaban como los de Juan y los de los
fariseos. ¡Cuánto cuesta abrirse a la novedad! Somos "animales de
costumbres", en una sociedad que cambia mucho por fuera y poco por
dentro. Dios nos invita a vivir la novedad de cada día, de cada momento,
de cada persona, de cada experiencia...
"Señor, no nos dejes ser esclavos de la rutina"
"Ayúdanos a descubrir tu presencia en la vida de cada día"
Jesús es el vino nuevo de Dios. Y necesita odres nuevos, corazones
nuevos, vidas nuevas. Es un vino que transforma la cabeza, el corazón,
la mirada, la voluntad, el comportamiento... ¿Quiero dejarme cambiar por
Jesús? ¿tengo confianza en él? ¿o prefiero seguir con la rutina, los
agobios y la insatisfacción de cada día?
"Yo quiero ser, Señor, como el barro en manos del alfarero"
"Toma mi vida, haz de nuevo"
"Perdona y cura mi falta de confianza en ti"
"Señor, ¿qué caminos nuevos abres para mi?
El vino nuevo de Jesús necesita también un mundo nuevo, trae un mundo nuevo, nos da fuerza para trabajar por un mundo nuevo.
Deja por un momento tu mente calculadora e imagina. Imagina como sería
un mundo nuevo en Honduras, en Mozambique, en Asia... en tu país, en tu
pueblo o ciudad, en tu familia...
Dios quiere un mundo nuevo y para Él nada hay imposible.
"Señor, enséñanos a llevar el vino nuevo de la justicia y del amor a nuestro mundo"
"Perdona y cura nuestra falta de compromiso"
"Gracias por las personas que se dejan transformar por ti y contigo transforman un trocito de mundo"
Señor, decimos que nos gustan las novedades, pero nos gusta pensar, decir y hacer siempre lo mismo.
Nos cuesta dejar nuestras rutinas y prejuicios. Nos cuesta cambiar nuestra forma de vernos, de verte, de ver el mundo.
Nos cuesta aceptar la novedad, sobre todo si esa novedad exige un cambio por nuestra parte.
Nos cuesta aceptar la novedad del Evangelio, la novedad de tu Palabra, la novedad de tu vida.
Haznos
odres nuevos, para acoger el vino nuevo de tu amor y tu perdón sin
merecerlo, porque a nosotros nos cuesta amar y perdonar a quien no lo
merece.
Haznos odres nuevos, para dejarnos encontrar por ti, porque a
veces creemos que, cuando te buscamos, tú juegas al escondite con
nosotros.
Haznos odres nuevos, para seguir el camino que nos señalas,
porque no estamos convencidos de que tú nos conduces a la felicidad y a
la libertad más grandes.
Haznos odres nuevos, Señor. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 8 de julio de 2023
Sábado, 8 de julio de 2023
viernes, 7 de julio de 2023
Viernes, 7 de julio de 2023
Viernes de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador
de los impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. Y
estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que
habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al
verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come
con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad
de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa
"misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dicen los refranes: “El que va con un cojo, cojea” y “Dime con quien vas
y te diré quien eres”. Detrás de estas expresiones hay mucha verdad,
pero también se esconde mucha injusticia: el que va con un cojo, puede
ayudarle a caminar mejor, el que está con “mala gente” puede animarles a
cambiar de vida... En Jesús encontramos el ejemplo más claro. Se acerca
a los pecadores, no por ser pecador, sino para ayudarles a salir del
pecado, para que sean más felices.
“Señor, gracias por acercarte a mí, pobre pecador”
“Perdona mis juicios apresurados e injustos”
Jesús se acercó a los pecadores, a los más pecadores. Y nosotros, como
cristianos, tenemos que seguir su ejemplo. Pero no podemos ser ingenuos;
hay peligros, muchos peligros. ¡Cuantas personas han entrado de buena
fe en ambientes difíciles y, además de no cambiar nada, han cambiado
ellos a peor. Necesitamos conocer los peligros, no para encerrarnos
entre los que se consideran buenos, sino para cumplir la misión de Jesús
con las debidas ayudas: el apoyo de un grupo, el acompañamiento de un
sacerdote o de una persona de confianza...
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos amas, tú el pobre.
Porque nos sanas, tú herido de amor.
Porque nos iluminas, aun oculto,
cuando tu ternura enciende el mundo.
Porque nos guías, siempre delante,
siempre esperando.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque nos miras desde la congoja
y nos sonríes desde la inocencia.
Porque nos ruegas desde la angustia
de tus hijos golpeados,
nos abrazas en el abrazo que damos
y en la vida que compartimos.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me perdonas más que yo mismo,
porque me llamas, con grito y susurro
y me envías, nunca solo.
Porque confías en mí,
tú que conoces mi debilidad.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
Porque me colmas
y me inquietas.
Porque me abres los ojos
y en mi horizonte pones tu evangelio.
Porque cuando entras en ella, mi vida es plena.
Te doy gracias, Jesús, por tu misericordia.
y te pido que me ayudes a ser misericordioso.
Adaptación de una plegaria de J.M. Olaizola.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 6 de julio de 2023
Jueves, 6 de julio de 2023
Jueves de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a
su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo
la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Animo, hijo!, tus pecados están
perdonados". Algunos de los letrados se dijeron: "Este blasfema".
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: "¿Por qué pensáis mal? ¿Qué
es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y
anda"? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte
en pie, coge tu camilla y vete a tu casa".
Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Es curioso. Jesús se encuentra con el paralítico y lo que primero que
hace es perdonarle los pecados, no curar su minusvalía. Para Jesús era
más urgente perdonar los pecados que curar la parálisis.
Normalmente, nosotros no pensamos así. Nos preocupa poco el pecado, no
valoramos cómo afecta el pecado en nosotros mismos y en los demás.
Incluso a veces creemos que el pecado da más satisfacción que una vida
ordenada. Pero si reflexionamos un poco, nos daremos cuenta que las
consecuencias del pecado son más graves que las de cualquier enfermedad:
- El pecado rompe o dificulta la relación con Dios.
- El pecado te hace sentir mal contigo mismo, te impide ser feliz.
- El pecado te separa de los hermanos.
El perdón de Dios es más grande y más poderoso que todos nuestros pecados:
Señor, Tú eres el más grande,
el más comprensivo, el más amoroso.
Tú muestras tu poder con el perdón y la misericordia,
nunca con la venganza y la violencia.
Cierras los ojos a nuestros pecados,
para que nos arrepintamos,
porque somos tuyos,
nos llevas en tu corazón
y quieres que tengamos vida, vida abundante.
Gracias por salir a nuestro encuentro
en las personas que nos aman y en las necesitadas,
en los acontecimientos que nos hacen llorar y reír,
en tu Palabra y en los sacramentos.
Que sepamos acogerte con alegría,
para que tu mirada nos conquiste
y tu amor nos impulse a compartir.
El salmo 31 pueda ayudarnos a saborear y a acoger mejor el bálsamo de la misericordia de Dios:
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.
Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se había vuelto un fruto seco.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: "confesaré al Señor mi culpa",
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.
Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.
Me instruirás y me enseñarás el camino que he de seguir,
fijarás en mi tus ojos.
Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 5 de julio de 2023
Miércoles, 5 de julio de 2023
Miércoles de la 13ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan
furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has
venido a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos a
distancia estaba hozando.
Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara.
Jesús les dijo: Id.
Salieron y se metieron en los cerdos.
Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús pone en el nivel más alto de importancia a las personas. Por eso,
no duda en curar a aquellos endemoniados, aunque a cambio tenga que
morir una piara de cerdos.
“Gracias Señor por querernos y valorarnos tanto”
Sin embargo, para los habitantes de aquel pueblo, los cerdos eran más
importantes que aquellos pobres desgraciados. Los cerdos están por
encima de las personas; en el fondo, el dinero es superior a Dios y a su
Reino.
En la vida hay momentos en los que ayudar a los demás es una gozada.
Nadie sale perdiendo. Todos ganan. Pero en otras ocasiones, ayudar a los
demás pasa por privarme de caprichos, perder dinero, dejar de ejercer
mis derechos... Y entonces surge la duda ¿vale la pena o no? ¿la gente
merece que me sacrifique? ¿no es mejor vivir la vida sin complicármela?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús, Tú no eres un Dios comodón,
que se encierra en sus cielos azules
y no sale de templos preciosos.
Tú has plantado tu tienda entre nosotros,
en los barrios más pobres de nuestro mundo,
junto a las personas y los pueblos que más sufren.
Señor, haz que también yo siga este camino,
que me acerca a la realidad del mundo,
a las personas que me necesitan.
Señor, Tú luchaste contra el mal,
contra todos los espíritus que atormentan a la gente.
No empleaste otra arma que tu amor,
amor hasta el extremo, amor que da la vida.
Señor, ayúdame a descubrir los malos espíritus,
que hoy no dejan a tus hijos vivir con dignidad:
la injusticia, la mentira, el consumismo, la superficialidad;
la soledad, la desesperanza, el individualismo, la prisa...
Dame la luz y la fuerza del Espíritu Santo,
para luchar contra estos espíritus inmundos,
para liberarme de ellos y liberar a otras personas.
Señor, Tú fuiste expulsado de Gerasa
porque sus habitantes querían más a sus cerdos
que al hombre al que Tú liberaste.
Así fueron los gerasenos y así somos, Señor.
Nos preocupa más el dinero que las personas.
Nos dedicamos a nuestros intereses y caprichos
y aplazamos para mañana el amor a los que sufren.
Libéranos, Señor, del espíritu inmundo del egoísmo,
para que podamos experimentar la alegría
que sólo brota del amor, del servicio y la entrega.
------------------------
Nos rodean, nos entrampan
con fuegos de artificio,
nos muerden por dentro.
Sus nombres son envidia,
soberbia, desprecio, violencia,
prepotencia, burla, vacuidad,
abuso…
Nos ciegan,
aturullan con su discurso
incesante, con su lógica aparente.
Nos envuelven en razones.
Y, sin apenas darnos cuenta,
nos asolan y alejan a unos de otros.
Camuflan el dolor de indiferencia,
y adornan la nostalgia con risas fáciles.
Señor de la verdad desnuda,
del amor posible,
de la justicia auténtica
Dios con rostro humano,
hombre que apunta a Dios…
Rompe las cadenas
y líbranos del mal.
Amén.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 4 de julio de 2023
Martes, 4 de julio de 2023
Martes de la 13ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
De pronto se levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.
Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole: ¡Señor,
sálvanos, que nos hundimos! El les dijo: ¡Cobardes ! ¡Qué poca fe ! Se
puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.
Ellos se preguntaban admirados: ¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio de hoy es un reflejo de nuestra propia vida. ¿Cuántas veces
hemos sufrido problemas que nos han turbado y quitado la paz mientras
parecía que Dios estaba dormido? No pocas veces hemos gritado a Dios
porque creíamos hundirnos. Pero miremos la reacción de Jesús: reprocha
nuestra falta de fe. Lo contrario de la fe y del amor no es el odio,
sino nuestra cobardía.
“Jesús, tengo fe pero dudo, ayuda a mi pobre fe”
Jesús no nos deja de la mano, pero a veces parece que está dormido. Esto
nos hace ser más fuertes, nos provoca para que andemos por nosotros
mismos a la luz de la fe. Si no sentimos consuelo en la oración creemos
que Dios está lejos de nosotros y nos echamos atrás. Sin embargo, Jesús
es nuestro tesoro, y los tesoros están ocultos. Hay que pasar por los
desiertos de la sequedad y monotonía en la oración. Hay que ser
valientes en esas noches en las que no vemos ni sentimos nada. Muchos se
desesperan y se cansan. Los valientes llegan hasta el final y Dios
premia sus ansias y su amor, su fidelidad.
¿Me canso en la oración y creo que en vez de caminar hacia Dios estoy
retrocediendo? Si es así es que vas en la barca con Jesús, que no tenga
que reprochar nuestra cobardía. Da gracias porque viene con nosotros en
medio de la tempestad y de la noche.
Señor, tanto si me respondes como si no,
quiero seguir invocándote,
invocándote sin cesar,
bajo las bóvedas de la asidua oración.
Tanto si vienes como si no vienes,
quiero seguir confiando en Ti:
sabiendo que entras en mi interior
a poco que abra el corazón a ti y al hermano.
Tanto si me hablas como si no,
no permitas que me canse de invocarte.
Aunque no me des la respuesta que espero,
que no dude de que, de un modo u otro,
discretamente, te dirigirás a mí..
En la oscuridad
de mis oraciones más profundas,
sé que estás cerca, aunque no te sienta.
En medio de la danza de la vida,
de la enfermedad y de la muerte,
ayúdame a invocarte sin descanso,
sin caer en la desconfianza
por tu aparente silencio,
Dame una fe recia para esperar
tu palabra, tu presencia, tu paz.
Adpatación de un texto de PARAMAHANSA YOGANANDA
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Como viajeros perdidos y sin rumbo
en un desierto ardiente y sin agua,
a ti gritamos, Señor.
Como peregrinos con los pies destrozados
que no encuentran albergue,
a ti gritamos, Señor.
Como náufragos varados
en una costa abandonada,
a ti gritamos, Señor.
Como mendigos hambrientos
que extienden la mano para recibir alimento,
a ti gritamos, Señor.
Como ciegos sin lazarillo
que tropiezan con todo lo que hay en el camino,
a ti gritamos, Señor.
Como enfermos crónicos
que ya no saben qué es la salud,
a ti gritamos, Señor.
Como emigrantes sin papeles
en un país que no conocen,
a ti gritamos, Señor.
Como refugiados en campamentos
que pensaban eran lugar seguro,
a ti gritamos, Señor.
Como prisioneros inocentes
arrojados en cárcel húmeda y maloliente,
a ti gritamos, Señor.
Como pobres sin derechos
a los que nadie hace caso,
a ti gritamos, Señor.
Como personas desahuciadas de sus casas
por la prepotencia de unos y la desidia de otros,
a ti gritamos, Señor.
Como ciudadanos siempre olvidados
que no pueden ejercer sus derechos,
a ti gritamos, Señor.
Como personas torturadas
por haber acogido a otra de etnia distinta,
a ti gritamos, Señor.
Como los padres y madres que no pueden hacer nada
cuando les arrebatan sus hijos,
a ti gritamos, Señor.
Como el niño a quien roban su único trozo de pan
mientras sus padres yacen a su lado,
a ti gritamos, Señor.
Como el joven obligado a matar
para que no le maten,
a ti gritamos, Señor.
Como esa persona inocente
convertida en chivo expiatorio de nuestros desmanes,
a ti gritamos, Señor.
Como tú, Señor, que en lo alto de la cruz osaste gritar
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?",
a ti gritamos, Señor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 3 de julio de 2023
Lunes, 3 de julio de 2023. Santo Tomás.
Santo Tomás. 3 de julio
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 20,24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando
vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor."
Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si
no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo."
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con
ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y
dijo: "Paz a vosotros." Luego dijo a Tomás: "Trae tu dedo, aquí tienes
mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo,
sino creyente." Contestó Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús le dijo:
"¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber
visto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las dificultades de Santo Tomás para creer por un lado nos sorprenden y
por otro nos animan. Nos sorprenden: parece increíble que estuviera tan
cerrado después de haber visto a Jesús, después de escuchar de sus
labios que lo matarían y que a los tres días resucitaría. Pero sobre
todo nos animan: ¿Quién no ha dudado alguna vez?
“Señor, gracias por aceptar con paciencia nuestras dudas”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
Sin embargo, lo más importante de Santo Tomás no son sus dificultades
para creer, sino su confesión de fe: ¡Señor mío y Dios mío! También
nosotros estamos llamados a experimentar la presencia de Jesús
resucitado y a confesar nuestra fe en Él.
“Señor, ayúdame a sentir tu presencia en mi vida”
“Señor Jesús, Tú eres el Señor de mi vida”
“Señor mío y Dios mío, ten piedad de nosotros”
Jesús te dice: “Dichoso tú, que crees sin haberme visto” ¿Qué le dices tú?
Como Tomás…
también dudo y pido pruebas.
También creo en lo que veo.
Quiero gestos. Tengo miedo.
Solicito garantías.
Pongo mucha cabeza y poco corazón.
Pregunto, aunque el corazón me dice: “Él vive”
No me lanzo al camino sin saber a dónde va.
Quítame el miedo y el cálculo.
Quítame la zozobra y la lógica.
Quítame el gesto y la exigencia.
Dame tu espíritu, y que al descubrirte,
en el rostro y el hermano,
susurre, ya convertido:
“Señor mío y Dios mío”.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Dichoso tú, Tomás, que viste las llagas
y quedaste tocado;
te asomaste a las vidrieras de la misericordia
y quedaste deslumbrado;
palpaste las heridas de los clavos
y despertaste a la vida;
metiste tu mano en mi costado
y recuperaste la fe y la esperanza perdidas.
Pero, ¿qué hicieron después, Tomás, tus manos?
Ahora, ven conmigo
a tocar otras llagas todavía más dolorosas.
Mira de norte a sur,
de izquierda a derecha,
del centro a la periferia,
llagas por todos los lados:
Las del hambriento,
las del emigrante,
las del parado,
las del sin techo,
las del pobre pordiosero,
las de todos los fracasados. ¡Señor mío!
Las del discapacitado,
las del deprimido,
las del accidentado,
las del enfermo incurable,
las del portador de sida,
las de todos los marginados. ¡Dios mío!
Las del niño que trabaja,
las del joven desorientado,
las del anciano abandonado,
las de la mujer maltratada,
las del adulto cansado,
las de todos los explotados. ¡Señor mío!
Las del extranjero,
las del refugiado,
las del encarcelado,
las del torturado,
las de los sin papeles,
las de todos los excluidos. ¡Dios mío!
¿Quieres más pruebas, Tomás?
Son llagas abiertas en mi cuerpo
y no basta rezar: ¡Señor mío y Dios mío!
Hay que gritarlo y preguntar por qué;
hay que curarlas con ternura y saber;
hay que cargar muchas vendas,
muchas medicinas...
¡y todo el amor que hemos soñado!
¡Trae tus manos otra vez, Tomás!
Florentino Ulibarri
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No te fijes en mis fallos, sino en la confianza que siento en ti.
Sobre esa confianza he basado toda mi vida. Por esa confianza puedo
hablar y obrar y vivir. La confianza de que tú nunca me has de fallar.
Esa es mi fe y mi jactancia. Tú no le fallas a nadie. Tú no permitirás
que yo quede avergonzado. Tú no me decepcionarás.
Se me hace difícil decir eso a veces, cuando las cosas me salen mal y
pierdo la luz y no veo salida. Se me hace difícil decir entonces que tú
nunca fallas. Ya sé que tus miras son de largo alcance, pero las mías
son cortas, Señor, y mi medida paciencia exige una rápida solución,
cuando tú están trazando tranquilamente un plan muy a la larga. Tenemos
horarios distintos, Señor, y mi calendario no encaja en tu eternidad.
Estoy dispuesto a esperar, a acomodarme a tus horas y seguir tus pasos.
Pero no olvides que mis días son limitados, y mis horas breves.
Responde a mi confianza y redime mi fe. Dame signos de tu presencia,
para que mi fe se fortalezca y mis palabras resulten verdaderas. Muestra
en mi vida que tú nunca fallas a quienes se entregan a ti, para que
pueda yo vivir en plenitud esa confianza y la proclame con convicción.
Dios nunca le falla a su pueblo.
Plegaria de Carlos G. Vallés
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 2 de julio de 2023
Domingo, 2 de julio de 2023
Domingo de la 13ª semana de tiempo ordinario A
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 37‑42
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
—El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno
de mí.
El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado.
El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá paga de profeta; y
el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de
estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os
lo aseguro.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la
recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus
intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos
sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos
perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
Hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla,
ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día,
en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad
cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas
raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero
con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
Estamos llamados a acoger a los profetas, a los que actúan y hablan en
nombre de Jesús. No quedaremos sin recompensa. Acoger a un profeta es
acoger a Jesús, acoger su salvación, disfrutar de la vida que Él nos
trae.
“Enséñanos a reconocer y a acoger a tus profetas”
Caminaré siempre en tu presencia
por el camino de la vida.
Te entrego, Señor, mi vida, hazla fecunda.
Te entrego mi voluntad, hazla idéntica a la tuya.
Caminaré a pie descalzo,
con el único gozo de saber que eres mi tesoro.
Toma mis manos, hazlas acogedoras
Toma mi corazón, hazlo ardiente.
Toma mis pies, hazlos incansables.
Toma mis ojos, hazlos transparentes.
Toma mis horas grises, hazlas novedad.
Hazte compañero inseparable
de mis caídas y tribulaciones.
Y enséñame a gozar en el camino
de las pequeñas cosas que me regalas,
sabiendo siempre ir más allá
sin quedarme en las cunetas de los caminos.
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor,
mis eternas omisiones,
mis permanentes desilusiones,
mis horas de amarguras.
Camina, Señor, conmigo;
Acércate a mis pisadas.
Hazme nuevo en la donación,
alegría en la entrega
gozo desbordante al dar la vida,
al gastarse en tu servicio. Amén
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.