miércoles, 23 de noviembre de 2022

Miércoles, 23 de noviembre de 2022

Miércoles de la 34ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Os echarán mano, os perseguirán... hasta vuestros padres y hermanos y amigos os traicionarán. ¿Por qué? ¿Por hacer "cosas malas"? Precisamente por lo contrario: por ser seguidores de Jesús, por buscar la justicia, por ser testigos de la verdad, por trabajar por la paz.
     "Señor, ayúdame a encajar la cruz de la incomprensión, del rechazo, de la persecución"
     "Ayúdame a estar cerca de los que sufren por los hermanos"

B. Yo os daré palabras y sabiduría... ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. El Señor está cerca siempre y especialmente cuando sufrimos, cuando no somos comprendidos por su causa. Aunque, a veces, cuando pasamos malos momentos se nos nubla incluso la fe, parece que hasta Dios se ha ocultado.
     "Padre, me pongo en tus manos"
     "Tu rostro buscaré Señor"

C. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. El mundo se salva, nosotros nos salvamos cuando seguimos amando al recibir traiciones, cuando ponemos la otra mejilla por el Reino, cuando apostamos por la comunidad y no recibimos de ella más que incomprensión, cuando rezamos, a pesar de no sentir nada. Pedimos al Señor el don de la perseverancia para nosotros y para todas las personas que titubean ante la cruz.

Señor, Jesús, que supiste dar confianza de tu confianza en Dios, especialmente en los momentos de dificultad: en el cansancio de los caminos de Judea, en la predicación estéril a tus propios convecinos, en la asechanza constante de los fariseos, en la angustia y la soledad de huerto de los olivos, en la traición de los amigos, en el camino doloroso y humillante hacia el Gólgota, en la agonía de la muerte, en el sin-sentido, en la oscuridad…

Danos un corazón como el tuyo, confiado y paciente, para que también nosotros seamos capaces de dar testimonio en las dificultades, grandes o pequeñas, que acompañan nuestra vida de discípulos; ayúdanos, Señor, a parecernos a ti, que eres manso y humilde de corazón; enséñanos a ser discípulos, no sólo en la comodidad de los días claros y limpios, sino también en los problemas que nos inquietan cada día; que tu luz brille siempre, Señor, y nos ilumine en todas nuestras oscuridades. Amén. (oración tomada de rezandovoy.org).


Señor del amor verdadero,
pon tu luz
en nuestras sombras,
pon tu paz
en nuestras luchas,
pon tu voz
en nuestros ruidos.
Pon armonía
en nuestras diferencias,
pon sentido
en nuestras preguntas,
pon ternura
en nuestros juicios
y limpieza
en cada proyecto.
Pon dignidad
en nuestra mirada,
y libertad
en nuestras certidumbres,
pon tu aliento
en el bregar cotidiano,
y tu amistad
en nuestros contrastes.
Pon, Señor, tu verdad
en nuestras dudas.

Ponnos, Señor, contigo,
cuando buscamos
tu evangelio
para este mundo.
Tú que eres
el camino,
la verdad,
y la vida.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Señor:
Quiero salir de la vulgaridad,
romper las cadenas del miedo,
el anonimato de la masa
y el hastío de los indecisos;
dar un paso adelante,
mantener la dignidad
y abrir caminos de esperanza,
como Tú.
Ir contigo dondequiera que vayas:
repechos y cumbres,
tormentas y bonanzas,
desiertos y bosques,
centros y periferias,
ñestas y vigilias;
los pies desnudos y el corazón en llamas,
como Tú.

Quiero mantenerme firme
frente a la soberbia que nos engríe,
frente a la avaricia que nos deshumaniza,
frente a la lujuria que mancha el corazón,
frente a la ira que nos envenena,
frente a la "buena vida" que nos acomoda,
frente a la envidia que nos empequeñece,
frente a la desgana que nos debilita.

No caer en la tentación:
los ojos abiertos y la voluntad en el Padre,
como Tú.
Sentir, como Tú.
Sufrir, como Tú.
Gozar, como Tú.
Vivir, como Tú.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.