Miércoles de la 8ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 32-45
En
aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús
se les adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban
asustados.
El tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles
lo que le iba a suceder: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo
del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados,
lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de
él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días
resucitará.
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les
preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos
sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús
replicó: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo
he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a
bautizar? Contestaron: Lo somos.
Jesús les dijo: El cáliz que yo
voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me
voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me
toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús,
reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes
de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Somos
cristianos, queremos seguir a Jesús, sin embargo a veces estamos tan
lejos de sus pensamientos y proyectos como los Zebedeos. Sabemos que
tenemos que coger la cruz, pero buscamos triunfar al estilo del mundo.
Hemos oído hablar mil veces de las excelencias del servicio, sin
embargo, buscamos privilegios, puestos de honor, que se nos enaltezca
entre nuestros compañeros de trabajo, entre nuestros amigos, en la
familia.
“Señor, convierte nuestro corazón a ti”
“Contágianos tu modo de sentir, de pensar, de vivir”.
Los
otros diez apóstoles se indignaron al escuchar a los Zebedeos. También
están lejos de los pensamientos del maestro. Ante los errores de las
personas, Jesús siente compasión, y nosotros nos indignamos.
“Señor, que nuestros pecados y fallos
nos ayuden a comprender al que se equivoca”
El
que quiera ser grande, que sea el servidor de todos. Es fácil de
entender, pero hay que plantearse cómo vamos a ser servidores. Y pedir
la ayuda de Dios para serlo de verdad.
Nos has mostrado con tu ejemplo, Señor,
que es posible vivir para los demás.
Tu vida es un espejo fiel donde mirarnos
para descubrir cuánto nos falta cambiar
y cuánto todavía podemos dar a los demás.
Tú saliste a recorrer los caminos
para ir al encuentro del necesitado y el excluido.
Tú acogiste a los despreciados
y a los que todos marginaban y dejaban a un lado.
Tú atendiste las necesidades del pueblo,
sanaste sus enfermedades,
les enseñaste a compartir el pan,
y vivir unidos.
Tú ofreciste tu vida hasta el final,
hasta entregarla por amor y pura donación,
para que todos vivamos más y mejor,
y podamos alcanzar la vida verdadera.
Señor del servicio, muéstranos el camino
que lleva a darlo todo por los demás.
Ayúdanos a tener tus mismos sentimientos,
preocupaciones y opciones.
Haz que atendamos las necesidades, sufrimientos
y esperanzas de nuestro pueblo.
Haznos cercanos y hermanos de todos.
Enséñanos a vivir pensando primero en el otro,
enséñanos a vivir como verdaderos servidores,
dispuestos, generosos, alegres y fraternos
con todos, Señor, con todos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.