miércoles, 30 de junio de 2021

Miércoles, 30 de junio de 2021

 Miércoles de la 13ª semana de tiempo ordinario


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Mateo 8, 28-34

En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando.
Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara.
Jesús les dijo: Id.
Salieron y se metieron en los cerdos.
Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados.
Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús pone en el nivel más alto de importancia a las personas. Por eso, no duda en curar a aquellos endemoniados, aunque a cambio tenga que morir una piara de cerdos.
            “Gracias Señor por querernos y valorarnos tanto”

Sin embargo, para los habitantes de aquel pueblo, los cerdos eran más importantes que aquellos pobres desgraciados. Los cerdos están por encima de las personas; en el fondo, el dinero es superior a Dios y a su Reino.

En la vida hay momentos en los que ayudar a los demás es una gozada. Nadie sale perdiendo. Todos ganan. Pero en otras ocasiones, ayudar a los demás pasa por privarme de caprichos, perder dinero, dejar de ejercer mis derechos... Y entonces surge la duda ¿vale la pena o no? ¿la gente merece que me sacrifique? ¿no es mejor vivir la vida sin complicármela?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Jesús, Tú no eres un Dios comodón,
que se encierra en sus cielos azules
y no sale de templos preciosos.
Tú has plantado tu tienda entre nosotros,
en los barrios más pobres de nuestro mundo,
junto a las personas y los pueblos que más sufren.
Señor, haz que también yo siga este camino,
que me acerca a la realidad del mundo,
a las personas que me necesitan.

Señor, Tú luchaste contra el mal,
contra todos los espíritus que atormentan a la gente.
No empleaste otra arma que tu amor,
amor hasta el extremo, amor que da la vida.
Señor, ayúdame a descubrir los malos espíritus,
que hoy no dejan a tus hijos vivir con dignidad:
la injusticia, la mentira, el consumismo, la superficialidad;
la soledad, la desesperanza, el individualismo, la prisa...
Dame la luz y la fuerza del Espíritu Santo,
para luchar contra estos espíritus inmundos,
para liberarme de ellos y liberar a otras personas.

Señor, Tú fuiste expulsado de Gerasa
porque sus habitantes querían más a sus cerdos
que al hombre al que Tú liberaste.
Así fueron los gerasenos y así somos, Señor.
Nos preocupa más el dinero que las personas.
Nos dedicamos a nuestros intereses y caprichos
y aplazamos para mañana el amor a los que sufren.
Libéranos, Señor, del espíritu inmundo del egoísmo,
para que podamos experimentar la alegría
que sólo brota del amor, del servicio y la entrega.

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Nos rodean, nos entrampan
con fuegos de artificio,
nos muerden por dentro.

Sus nombres son envidia,
soberbia, desprecio, violencia,
prepotencia, burla, vacuidad,
abuso…

Nos ciegan,
aturullan con su discurso
incesante, con su lógica aparente.
Nos envuelven en razones.

Y, sin apenas darnos cuenta,
nos asolan y alejan a unos de otros.
Camuflan el dolor de indiferencia,
y adornan la nostalgia con risas fáciles.

Señor de la verdad desnuda,
del amor posible,
de la justicia auténtica
Dios con rostro humano,
hombre que apunta a Dios…
 Rompe las cadenas
 y líbranos del mal.
 Amén.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

martes, 29 de junio de 2021

Martes, 29 de junio de 2021

San Pedro y San Pablo


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-19

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
-«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
-«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
-«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
-«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los Evangelios dejan clara la preponderancia de Pedro sobre los demás apóstoles. En el Evangelio de hoy, Pedro confiesa la fe en Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo y es elegido por Jesús como la piedra sobre la que se edificará la Iglesia. No sabemos por qué Jesús elige a Pedro y no a otro, pero lo cierto es que se fija en él para apacentar a su rebaño y confirmar a los hermanos en la fe.

2000 años después, es Francisco el que continúa la misión que Jesús dio a Pedro. No falte hoy nuestra oración por el Papa y por todas aquellas personas e instituciones que le ayudan en su tarea.

Aunque el Evangelio de hoy no hable de San Pablo, hoy también celebramos su fiesta. San Pablo es el perseguidor convertido en evangelizador, el que lleva el Evangelio a nuevos pueblos, con nuevos lenguajes, el animador de las comunidades que fundaba...

Damos gracias a Dios por Pablo y por todos los evangelizadores que la Iglesia ha tenido y tiene. Pedimos por la Iglesia, para que no pierda pulso misionero, por nosotros mismos, para que seamos capaces de comunicar la fe que hemos recibido a las personas con las que convivimos.

Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo, a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas, como llamaste a Pedro, un pescador sencillo, apasionado, bravucón, que se creía más fuerte que sus compañeros.
Cuentas conmigo y me llamas, Como llamaste a Pablo, Un fariseo inteligente, fanático, intransigente, que quería acabar con los que no pensaban como él.

Te doy gracias por Pedro y por todas las personas que son piedra en la que se apoya nuestra vida y nuestra fe.
Te doy gracias por Pablo y por todas las personas que comparten la alegría y la novedad de la fe cristiana.
Te doy gracias porque cambiaste el corazón de Pedro. Gracias a tu perdón, Pedro lloró sus pecados se hizo más humilde y se dejó guiar por ti.

Gracias a tu cercanía, Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios y descubrió que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti, para que puedas acabar la obra que has comenzado en mí y sepa contagiar la alegría de sentirme amado por Ti.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

lunes, 28 de junio de 2021

Lunes, 28 de junio de 2021

 Lunes de la 13ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 18-22

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla.
Se le acercó un letrado y le dijo: Maestro, te seguiré adonde vayas.
Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
Otro que era discípulo, le dijo: Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.
Jesús le replicó: Tú, sígueme.
Deja que los muertos entierren a sus muertos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ser cristiano no es solamente conocer a Jesús, rezar, cumplir ciertas obligaciones, hacer cosas por los demás... Ser cristiano es fundamentalmente seguir a Jesús, seguir a Jesús por el camino que él nos vaya marcando.
¿Cómo descubrir este camino? A través de la oración, de la reflexión, del acompañamiento espiritual...
¿Estas dispuesto a seguir a Jesús por la senda que te señale? ¿Qué medios pones y podrías poner para escuchar su voz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. Seguir a Jesús normalmente pasa por la pobreza, por la austeridad, Vivir en pobreza sólo es posible si confío en él, si tengo a Dios cómo el mejor tesoro.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La majestad no está en los gestos de orgullo,
en la mirada altiva o el ceño fruncido.
No está en la puerta infranqueable
o en la adulación cortesana.
Tampoco en la altura de los rascacielos
o la privacidad de los accesos exclusivos.
No está en las cenas de gala, la alta costura,
la joyería fina o los gastos suntuosos.
La majestad poco tiene que ver con protocolos
que encumbran al poderoso y ningunean al débil.

¿Dónde, entonces?
En un rey sin trono, palacio o ejércitos.
Sin cuenta corriente, sin otro techo que el cielo.
Un rey sin más ley que el amor desmedido,
sin más cetro que sus manos desnudas,
gastadas ya en tanta caricia, en tanta brega,
por tanto tirar de los derrumbados.
Sin otra atalaya que la cruz, y en ella,
el perdón por bandera, la paz por escudo,
y la justicia, inmortal,
como apuesta eterna.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Seguir a Jesús es lo más importante, lo más urgente, lo único necesario; más que enterrar a un muerto, o terminar una carrera universitaria, o conseguir un trabajo, o alcanzar cualquier objetivo.
El seguimiento es la brújula que orienta toda nuestra vida (familiar, social, comunitaria, religiosa)
¿Cómo lo vives? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Maestro, te seguiré adonde vayas;
Maestro, dedicaré un tiempo cada día a estar contigo;
Maestro, me gustaría comprometerme con una buena causa;
Maestro, voy a compartir una parte de mi dinero;
Maestro, quiero seguir el camino que Tú me señalas:
Maestro, lo que más quiero en esta vida es ...

Pero, Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre;
déjame terminar primero la carrera o la oposición;
déjame criar primero a mis hijos;
déjame pagar primero la hipoteca;
déjame que antes resuelva todas mis dudas;
déjame ....

Señor, Tú me llamas y yo pongo excusas;
y tú vuelves a decirme: "Tú, sígueme".
Acompáñame, Señor, en esta jornada,
para que sepa aprovechar cada momento,
para seguirte, escucharte y hablarte,
para comprometerme y compartir;
para disfrutar la vida y entregarla del todo. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

domingo, 27 de junio de 2021

Domingo, 27 de junio de 2021

Domingo de la 13ª semana del t.o. B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 5, 21-43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años.
Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero en vez de mejorar, se había puesto peor.
Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con solo tocarle el vestido, curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: ¿Quién me ha tocado el manto? Los discípulos le contestaron: Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿quién me ha tocado ? » El seguía mirando alrededor, para ver quién había sido.
La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo.
El le dijo: Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.

Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: Tu hija se ha muerto.
¿Para qué molestar más al maestro? Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: No temas; basta que tengas fe.
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos.
Entró y les dijo: ¿Qué estrépito y qué lloros son estos ? La niña no está muerta, está dormida.
Se reían de él.
Pero él los echó fuera a todos, y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: Talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar -tenía doce años-.
Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Todo el mundo quiere ver y tocar al Señor. Saben que Él puede salvar sus vidas en tantos sentidos. Nosotros, ¿acudimos también así y confiamos de este modo en Dios?

Hay muchas formas de rezar: la oración del padre de Jairo era una oración insistente y pública. La de la mujer enferma era íntima y escondida. Pero en ambas pide Jesús una condición que no puede faltar: la fe, la confianza en el Dios que sabe lo que nos conviene y tiene poder para llevarlo a cabo.

Los milagros del Evangelio son signos que demuestran el permanente y silencioso cuidado de Dios sobre nosotros. Todos podemos repasar las veces en que Dios nos ha visitado con su fuerza, con su ánimo, con su Espíritu, y nos ha mantenido esperanzados, pese a las dificultades.


Señor, tienes un corazón de carne, un corazón sensible, que se alegra con los que gozan y comparte los sufrimientos de los que lloran. Gracias, Jesús, porque te alegras con mis éxitos y sufres conmigo los malos momentos.

Gracias, Señor, porque me miras a los ojos, me llamas por mi nombre y me dices: A ti te hablo, LEVÁNTATE, levántate de tu tristeza; levántate de tu egoísmo, levántate de tu desesperanza, levántate de tus desconfianzas, levántate de todo lo que te impide vivir, de todo lo que no te dejar ser persona, de todo lo que no te deja avanzar.

Señor, dame un corazón como el tuyo y ayúdame a levantar a quienes están caídos junto a mí.

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Señor, déjame ir contigo
sólo quiero caminar
detrás, pisar donde pisas
mezclarme entre tus amigos.

Recorrer esas aldeas
que habitan los olvidados
los que no recuerda nadie
ver como los recuperas.

Quiero escuchar tu palabra
simple y preñada de Dios
que aunque a muchos incomode
a tanta gente nos sana.

Quiero sentarme a tu mesa
comer del pan compartido
que con tus manos repartes
a todos los que se acercan.

Y un día tocar tu manto
como esa pobre mujer
suave, sin que tú lo notes
arrancarte algún milagro.

Esa que todos marginan
se atreve a abrazar tus pies
y derrama su perfume
porque en ti se ve querida.

Que de tanto ir junto a ti
pueda conocerte más,
tú seas mi único amor
y te siga hasta morir.
 
Javi Montes SJ

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio

     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

sábado, 26 de junio de 2021

Sábado, 26 de junio de 2021

 Sábado de la 12ª semana del t.o.


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-17

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.
El le contestó: Voy yo a curarlo.
Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve» , y va; al otro, «ven» , y viene; a mi criado, «haz esto» , y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído.
Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «El tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Sorprendió a Jesús la fe la fe del centurión. Quedó admirado: “En Israel no he encontrado en nadie tanta fe”. Relee el texto, imagina la escena, ponte en el lugar del centurión. Es impresionante.

La fe es la puerta por la que Dios se adentra en nuestras vidas, es la ventana por la que entra en el alma la luz y el calor del amor de Dios, es el permiso que Dios nos pide para poder hacer maravillas en nuestro corazón.

La fe es don de Dios. Un don que debemos pedir con insistencia.
La fe es un talento, un regalo que Dios ha puesto en nuestras manos para que pueda crecer con nuestro cuidado. La fe se alimenta en la comunidad cristiana, crece con la oración y la formación. Y sobre todo, la fe se desarrolla cuando nos la jugamos por Jesús y tenemos la experiencia de que Él nunca falla.

Aquel centurión no pedía para sí mismo, pedía para su criado. La fe es invencible cuando se une a la generosidad.

He oído hablar de Ti, Señor,
y ando tras tus pasos hace tiempo
porque me seducen tus caminos;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.

Te admiro en secreto,
te escucho a distancia,
te creo como a nadie he creído;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.

Ya sé que no hay castas ni clases,
que todos somos hermanos
a pesar de la cultura, de la etnia y el talle;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.

Sé que lo puedes hacer,
pues tu poder es más grande que mi querer.
Sabes que anhelo abrazarte y conocerte;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.

Agradezco que vengas a verme,
que quieras compartir techo,
costumbres, esperanzas y preocupaciones;
pero yo no soy quién
para que entres en mi casa.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 25 de junio de 2021

Viernes, 25 de junio de 2021

Viernes de la 12ª semana de tiempo ordinario


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San  Mateo 8, 1-4

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: .
Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio ! Y enseguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Se acercó un leproso: enfermo, marginado, necesitado de salud y de amistad. No lo tuvo fácil: se acercó rompiendo la ley que les prohibía aproximarse a las personas sanas.
            “Señor, quiero acercarme a ti,
              enséñame a reconocer mis enfermedades, del cuerpo y del alma
              y dame fuerza para superar los obstáculos que me separan de ti”

Se arrodilló. Reconoció así su pequeñez y la grandeza de Jesús. Se arrodilló para pedir sin poder dar nada a cambio. Se arrodilló con humildad y confianza, ahogando el orgullo que le pudiera quedar.
¿Cómo te acercas tú a Jesús, con las actitudes del leproso? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Hace 2000 años, Jesús hizo el milagro. Hoy, ahora mismo, Jesús está deseando hacer un milagro contigo, con cada persona. Pídelo con fe. Y espera en el Señor. Él te dará mucho más de lo que pidas; su don desbordará tus expectativas.

Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestra desmesurada búsqueda de comodidad y "bienestar";
de nuestros horizontes chatos;
de nuestra mirada miope que incluye a los nuestros y deja al margen a tantos...

Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de los prejuicios con que reducimos a los demás por miedo,
de la violencia con la que nos tratamos,
de la indiferencia incluso con los más cercanos...

Si quieres, Señor, puedes purificarnos...
de nuestras hipocresías,
de nuestros cansancios y desencantos,
de vivir como si no existieras,
de buscar sólo tus regalos y olvidarnos de Vos...

Si quieres Señor, puedes purificarnos...
de nuestras faltas de confianza,
de nuestras inseguridades,
de nuestro regateo de amor.

Si quieres, Señor, puedes llenarnos de tu compasión,
despertarnos tus sueños,
fascinarnos con tu persona y con tu mensaje,
tomarnos el corazón para la construcción de tu Reino,
hacernos disponibles a tu llamada.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

jueves, 24 de junio de 2021

Jueves, 24 de junio de 2021

 Nacimiento De San Juan Bautista


1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 57-66. 80

A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
-«¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
-«¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Leyendo el Evangelio del Nacimiento de Juan Bautista llama la atención la importancia que se da al nombre del recién nacido.
Juan procede del hebreo Yo-hasnam, con el significado de "Dios es misericordioso". Otra etimología muy cercana es la de Jo-hanan o Jo-hannes, que significa "Dios está a mi favor".
Juan era el nombre que mejor reflejaba lo que significaba el nacimiento de aquel niño para sus padres. Dios ha cumplido su palabra: Isabel había tenido un hijo en su ancianidad. Sentían que el nacimiento de Juan era una bendición de Dios para ellos y para todo el pueblo.
Dios también bendice tu vida, es misericordioso contigo, con la humanidad. ¿Qué dices a Dios?

El mismo Jesús atestigua la importancia de San Juan Bautista: “Entre los nacidos de mujer, nadie más grande que Juan el Bautista". Por otra parte, es el único santo del que se celebra el nacimiento, coincidiendo con el solsticio de verano, cuando los días son más largos y las noches más cortas.
Recordemos algunos rasgos de su vida:
-    Juan llama a la conversión: Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos... Dad, pues, fruto digno de conversión.
-    No busca protagonismos: Yo no soy el Cristo, sino que he sido enviado delante de él. El que tiene a la novia es el novio; pero el amigo del novio, el que asiste y le oye, se alegra mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud. Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
-    Anuncia la venida del Mesías y señala su presencia: Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de  llevarle las sandalias. He ahí el Cordero de Dios. He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
-    No tiene miedo: Herodes había prendido a Juan, le había encadenado y puesto en la cárcel, por causa de Herodías, la mujer  de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla.»
-    Vivió la pobreza y la austeridad: Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
¿Qué te dice Dios a través de la vida de Juan Bautista? ¿Qué le dices?

Señor, Tú eres Dios compasivo y misericordioso.
Estás a nuestro lado. Siempre, sin apartarte jamás.
Estás de nuestra parte. Siempre, pase lo que pase.
Estás al lado de cada persona, de todas las personas.

Tu gloria es que todos tus hijos seamos felices,
viviendo como hermanos que aman y se ayudan,
como hijos tuyos, que se dejan cuidar por ti,
que siembran justicia, paz y verdad en el mundo.

Gracias, Señor, por Juan y por todas las personas
que, con su presencia, su cariño y su palabra,
me recuerdan que Tú eres favorable y estás de mi parte.
Gracias por… (recuerdo sus nombres).

Señor, Tú me has llamado, como a Juan,
para que, a pesar de mi pequeñez y mis pecados,
yo sea una bendición para mi familia y mis amigos,
para mi comunidad cristiana y para el mundo.

Tu mano acompañaba a Juan y me acompaña a mí.
Tus manos de alfarero me formaron de barro y espíritu.
Tus manos de madre me acarician y protegen.
Tus manos de pastor me conducen a la vida eterna.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.