sábado, 31 de octubre de 2020

Sábado 31 de octubre

Sábado de la 30ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 1. 7-11

En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: "Cuando te conviden a una boda, no te sientes en puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: "Cédele el puesto a éste". Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba". Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús discrimina a nadie. No tiene problemas para entrar en casa de un recaudador, se acerca a los pecadores y prostitutas, a los enfermos y a los niños… Y en el Evangelio de hoy lo contemplamos en casa de uno de los principales fariseos. Tiene un corazón grande, abierto a todos.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Siempre nos parece que son los otros los que escogen los primeros puestos. Tenemos mucha facilidad para darnos cuenta. Pero ¿estás seguro de que tú no caes en esta tentación? Pide a Dios luz para que te ayude a descubrir la realidad. Recuerda la vida de Jesús: "Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;  al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz". (Flp 2)

Nos descoloca tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos.

A los que están al final 
los adelantas,
y a quienes se pavonean, 
ufanos por su asiento preferente,
los mandas a la última fila.
A quienes lucen los galones
del cumplimiento y la perfección
les ignoras las medallas,
mientras aplaudes la dignidad
de las cicatrices en historias bien vividas.
Siembras la duda 
en los soberbios,
al tiempo que asientas
la verdad de los humildes.
Pasas de largo ante las mansiones
bien provistas
y te alojas en hogares
donde abundan las carencias

Nos ilumina tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos,
de primeros y últimos.

(José María R. Olaizola sj)

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 30 de octubre de 2020

Viernes 30 de noviembre

Viernes de la 30ª semana del  tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos  para comer, y ellos le estaban espiando.
Jesús se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó: ¿Es lícito curar los sábados, o no?
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: Si a uno de vosotros se le cae al pozo el burro o el buey, ¿no lo saca enseguida, aunque sea sábado? Y se quedaron sin respuesta.


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En este evangelio Jesús muestra su poder, curando al enfermo, y su sabiduría, al hacer callar a los fariseos antes de que hablen.
            “Señor, haznos generosos y astutos, para hacer el bien”

Los fariseos tienen la tendencia de utilizar la ley para condenar a los demás y conocen todos los resquicios para cumplir la ley sin cumplirla. Jesús, en cambio utilizar la ley para hacer el bien y nunca se la salta en provecho propio, sólo cuando está en juego la vida de las personas. Se juega su fama (y su vida), por salvar, por dar vida a los que más sufren.

Jesús, Señor, hermano, amigo,
quiero arriesgar mi vida por amar, por servir, por liberar,
arriesgar contigo, siguiendo tu Evangelio.

No quiero ser conformista ni dejarme conducir
por criterios egoístas.
Quiero jugarme entero por la limpieza del alma,
por el amor verdadero,
por esa santa belleza del universo creado,
que nos confiaste a todos para su cuidado.
Y quiero ser caminante, peregrino,
creador humilde, criatura inteligente.

Escojo ir de la mano con los pobres de la tierra,
luchando por la justicia, por la paz de un mundo nuevo.
Te pido, Señor, tu Espíritu, soplo de tu alegría,
presencia de tu amor y fuente de mi energía,
Y la ayuda de tu Madre María,
mujer de esperanza, servidora creyente.
Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 29 de octubre de 2020

Jueves 29 de octubre

Jueves de la 30ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 31-35

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.
El contestó: Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término».
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.
Vuestra casa se os quedará vacía.
Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El cerco en torno a Jesús se estrecha. Él se da cuenta, pero es fiel a su misión, aunque se da cuenta de que se aproxima su término. Sin embargo, nosotros, en muchas ocasiones, encontramos mil disculpas para dejar de ser fieles y evitar así el sufrimiento que prevemos.
            “Señor, haznos fieles, cura nuestra cobardía”

Cuantas veces Dios nos ha querido reunir, como la gallina reúne a sus pollitos bajo sus alas. Sin embargo, no nos dejamos querer por el Señor que nos ofrece su ternura.
            “No te canses, Señor, de reunirnos”
            “Perdona y cura nuestra autosuficiencia”

Jesús, tú me dices con lágrimas en los ojos: -¡Cuántas veces he querido acompañarte, consolarte, amarte y darte fuerza; y no has querido! ¡Cuántas veces he querido acercarte y unirte a otros hermanos tuyos, que te necesitan y a los que necesitas; y te has quedado solo, aíslado!

Señor, sé que tú eres fuego y no me acerco a calentarme; sé que tú eres pan y no me acerco a saciar mi hambre; sé que tú eres paz y no me acerco a curarme de mis inquietudes; sé que tú eres alegría y prefiero quedarme a solas con mi tristeza... Prefiero hacer otras cosas y acercarme a otras personas, aunque sé que sólo tú puedes colmar el gran corazón que me diste.

Señor, que tus lágrimas me conviertan y sepa acercarme cada día a ti, sin prisa, con absoluta confianza, que sepa dejarme cuidar por ti, para vivir como un polluelo, seguro y feliz, bajo las alas de la gallina. Qué sepa acercarme cada día a las personas que necesitan de mí y a las que necesito para seguir adelante.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Miércoles 28 de octubre

San Simón y San Judas

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 6,12-19

En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre. La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la amistad personal de Dios. ¿Qué dices a Dios?

Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir, para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el pecado... Para ser sacerdotes, laicos comprometidos, religiosos… ¿Qué dices a Dios?

Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad. ¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, tú llamaste a Abraham, a Moisés, a Samuel, a Jeremías...
a cada uno lo llamaste por su nombre.
Jesús, tú también llamaste a tus apóstoles por su nombre.

Y a mí también me llamas por mi nombre.
(dejo que resuene la voz de Dios en mi corazón, llamándome por mi nombre).
Me llamas por mi nombre, porque me conoces, me conoces mejor que yo mismo.

Conoces mi capacidad de amar, de trabajar, de entregarme, de escuchar y compartir;
esas capacidades que tú me diste y me ayudas a desarrollar,
esas virtudes que alegran tu corazón.

Conoces también mis miserias, mis egoísmos, mi individualismo,
el orgullo que me aparta de ti y los hermanos.
Conoces mi pobreza ¿y me sigues llamando?

Sí. Me amas tal como soy y cuentas conmigo.
Y me repites lo mismo que dijiste a San Pablo:
tu fuerza se muestra perfecta en mi debilidad.
A través de mi pobreza se hace presente la grandeza de tu amor.

Señor, ayúdame conocerme y amarme.
Dame fuerza para responder a tu llamada. Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 27 de octubre de 2020

Martes 27 de octubre

Martes de la 30ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 18-21

En aquel tiempo, Jesús decía: "A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en un huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. Y añadió: A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús nos enseña la importancia de lo pequeño. Hay que ser fieles en lo poco. En lo cotidiano estamos haciendo crecer la dinámica del amor que es el Reino de Dios. Nadie conoce las buenas consecuencias de una sonrisa, de una palabra de aliento, de un compromiso cuidado y constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí y crece. ¿Qué siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?

Tenemos la experiencia contraria: una mentira tiene repercusiones que quedan y crecen cada día sin que sepamos cómo. En cambio nos falta confianza en esta Palabra: el bien es difusivo, imparable.

También nosotros somos pequeños, como el grano de mostaza. Si te dejas cuidar y provocar por Dios, si dejas que él pruebe tu amor en la fragua de su Amor, entonces serás como un árbol frondoso en el que todos encontremos sombra, frescura, aliento y descanso.

Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque el terreno
no sea el mejor
y tenga piedras,
zarzas,
calveros,
lugares yermos,
pisados caminos
y aves en el cielo al acecho.

Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea dueño
del tiempo,
de las lluvias,
de las heladas,
de los vientos,
de las sequías,
ni de los calores
que secan el terreno.

Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no distinga
la semilla,
ni entienda
los procesos
de germinación,
ni los milagros encerrados
en la simiente
que lanza a la tierra.

Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque solo esparza
en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas,
semillas sin prestancia,
semillas de mostaza,
pues sabe que el Señor
del campo y de la semilla
confía en él y en su tarea.

Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno,
ni sea dueño del tiempo,
ni sepa de climas;
aunque la experiencia le diga
que hay cosechas que fracasan
a pesar del cuidado
y de cántaros de gracia,

Quien siembra
vive la esperanza,
sueña en parábolas,
lanza buenas nuevas,
goza la temporada
y anhela la cosecha;
pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro,
y nada se soluciona
hasta que se duerme en tu regazo.

¡Saldré a sembrar
para continuar tu tarea
y cuentes historias
que florezcan en gracia!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 26 de octubre de 2020

Lunes 26 de octubre

Lunes de la 30ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 13, 10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: "Seis días tenéis para trabajar: venid esos días a que os curen, y no los sábados". Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: "Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo llevaba a abrevar, aunque sea sábado? Y a está, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?".
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús no ha perdido su fuerza para curar de todo aquello que nos hace ir encorvados. ¿Qué dobla tu espalda? ¿la desesperanza, el egoísmo, la búsqueda insaciable de placer, de honores, de reconocimientos…? Pide al Señor que te cure.

La mujer al verse curada, glorificaba a Dios. A ti Dios también te ha curado de muchos males. ¿Los recuerdas? Glorifica, alaba, da gracias a Dios.

Bendice, alma mía, al Señor, desde el fondo de mi ser.
Bendice, alma mía, al  Señor, y no olvides sus muchos beneficios.
Bendice, alma mía, al Señor, porque él ha sido grande conmigo.
Bendice, alma mía, al Señor, porque ha llenado de paz mi vida.

El Señor te ha perdonado todas tus culpas; te ha limpiado.
El Señor te ha curado de todas tus dolencias; te ha sanado.
El Señor te ha sacado de lo profundo de la fosa; te ha liberado.
El Señor te ha puesto en pie después de la caída; te ha rescatado.

El amor del Señor, alma mía, es más alto que los cielos.
El amor del Señor, alma mía, es más grande que los mares.
El amor del Señor, alma mía, es más fuerte que las montañas.
El amor  del Señor, alma mía, es más firme que nuestras rebeldías.

Bendice alma mía, al Señor, por la ternura de sus manos.
Bendice, alma mía al Señor, que es más bueno que una madre.
Bendice, alma mía, al Señor, que él sabe de lo frágil de nuestro barro.
Bendice, alma mía, al Señor, que él comprende nuestro corazón enfermo.

Bendice, alama mía, al Señor, unida al coro de sus ángeles.
Bendice, alma mía, al Señor, en medio de la asamblea congregada.
Bendice, alma mía , al Señor, el único Dueño de la Historia.
Bendice, alma mía, al Señor, en todos los lugares de su señorío.

¡Bendice, alma mía, al Señor: alábale de todo corazón!
¡Bendice, alma mía, al Señor: su amor sin límites
merece nuestro canto!

(Salmo 102 actualizado)


Una vez más aparecen los defensores de la ley. Mejor dicho, entran en escena los que manipulan la ley para atacar a Jesús. Sin embargo Jesús no se acorbarda. La ley está al servicio del bien de las personas. Nada hay más valioso en el mundo que un ser humano.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 25 de octubre de 2020

Domingo 25 de octubre

Domingo de la 30ª semana de tiempo ordinario A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 22, 34-40

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús, y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?" El le dijo: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser". Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para responder a la pregunta de aquél fariseo, Jesús une dos textos perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas palabras del capítulo 6 del Deuteronomio: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un fragmento de Levítico 19,17: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.

Señor, que el amor inspire, sostenga y acompañe
todos nuestros pensamientos, deseos y acciones.

La inteligencia sin amor, te hace perverso.
La justicia sin amor, te hace cruel.
La crítica sin amor, destruye.
La diplomacia sin amor, te hace hipócrita.
El éxito sin amor, te hace orgulloso.
La riqueza sin amor, te hace avaro.
La docilidad sin amor, te hace servil.
Compartir sin amor, te hace soberbio.
La verdad sin amor, te hace hiriente.
La autoridad sin amor, te hace tirano.
El trabajo sin amor, te hace esclavo.
La sencillez sin amor, te degrada.
La oración sin amor, te aísla.
La ley sin amor, te esclaviza.
La fe sin amor, te hace fanático.
El dolor sin amor, te trastorna.
La cruz sin amor, se convierte en tortura.
La vida sin amor, no tiene sentido.

Ayúdanos, Señor, a amar siempre,
a todas las personas y en todas las cosas.

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Tú nos revelaste, Jesús,
que para hacer el tapiz del querer del Padre
hemos de entretejer los hilos presentes en la creación
con los que surgen en la vida cotidiana
aunque parezcan toscos y sin gracia;
que en el proyecto hemos de mezclar
hilos de todos los colores
poniendo en la tarea todo nuestro ser
-alma, mente y corazón-.
Sólo así quererle será gozo y bien.

Y si el alma se nos vuelve yerma,
o si nuestra mente pierde su agudeza,
o si el corazón se nos tuerce o desvaría,
porque en el camino hay otras cosas
que le hacen competencia
-otros señores en guerra viva,
aún plazas de su pertenencia-
tú nos dijiste, muchas veces a lo largo de la vida,
que Él solo quiere personas libres y enteras.
Sólo así quererle será gozo y bien.

Amar a Dios es lo primero y principal;
pero para que esto florezca y sea
-a la intemperie y en las cuatro estaciones-
necesita expresarse en el amor al prójimo,
al que hemos de querer, sea como sea,
como nos queremos a nosotros mismos.
Por eso, quien no sabe amarse
no puede amar a sus semejantes
ni hacer el querer de Dios Padre.
Sólo así quererle será gozo y bien.

Amar a Dios y amar a los demás:
no hay más, con religión o sin ella.
Aquí queda dicha toda la buena noticia
para quienes preguntan o callan
-fariseos, sacerdotes y sabios
o pertenecientes al pueblo llano-;
aquí se condensa y resplandece
toda la Biblia –la Ley y los Profetas-
lo digan o no las iglesias.
Sólo así quererle será gozo y bien.

Pero nosotros seguimos tejiendo,
con otros hilos y modelos,
pensando que hacemos algo hermoso
-el tapiz de sus sueños-
cuando lo que hacemos son redes
que nos retienen y aprisionan
y no nos dejan ser libres.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.