viernes, 27 de julio de 2018

Viernes 27 de julio

Viernes de la 16ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿En qué grupo nos situamos nosotros? Seguramente que en todos un poco, aunque quizá nos identifiquemos más con alguno:
- ¿Se ha endurecido nuestro corazón como un camino, de tal manera que no podemos ni siquiera acoger la palabra de Dios?
- ¿Somos de los que empezamos con alegría muchos proyectos y no acabamos ninguno?
- ¿Qué domina más en nuestra vida real, el amor a Jesucristo o los afanes de este mundo?
- Seguro que también estamos dando frutos. Es necesario reconocerlo para dar gracias a Dios y para animar la esperanza.

Después de hacer tu radiografía personal, piensa delante de Dios:
- cómo puede roturar tus zonas más duras y cerradas,
- que significa para ti quitar piedras y zarzas.

¿Qué te dice Dios?

Sois semillas del Reino
plantadas en la historia.
Sois buenas
y tiernas,
llenas de vida.
Os tengo en mi mano,
os acuno y quiero,
y por eso os lanzo al mundo:
¡Perdeos!

No tengáis miedo
a tormentas ni sequías,
a pisadas ni espinos.
Bebed de los pobres
y empapaos de mi rocío.

Fecundaos,
reventad,
no os quedéis enterradas.
Floreced
y dad fruto.
Dejaos mecer por el viento.

Que todo viajero
que ande por sendas y caminos,
buscando o perdido,
al veros,
sienta un vuelco
y pueda amaros.
¡Sois semillas de mi Reino!

¡Somos semillas de tu Reino!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 26 de julio de 2018

Jueves 26 de julio

Jueves de la 16ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: ¿Por qué les hablas en parábolas? El les contestó: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: «Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure».
Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Damos gracias a Dios porque se nos ha concedido el don de escuchar y comprender poco a poco la Palabra de Dios. No tenemos más méritos que otros. La fe es un don.

Este don no supone para nosotros un privilegio, sino una responsabilidad. El don que hemos recibido no ha de servir sólo para nuestro enriquecimiento personal. Hemos sido agraciados para que la Gracia llegue a otros; hemos sido amados, para que el Amor llegue a otros; hemos sido ungidos, fortalecidos, para que el Espíritu fortalezca a otros.

Pedimos al Señor que nos abra el entendimiento para comprenderle, para acoger su palabra y su amor, como a los discípulos camino de Emaús:

Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.

Quédate a decirnos tus vivas palabras
que aquietan la mente y encienden el alma.

Mantén en ascuas nuestro corazón torpe,
disipa nuestras dudas y temores.

Míranos con tus ojos de luz y vida,
devuélvenos la ilusión perdida.

Lava las heridas de estos pies cansados;
despiértanos vida con gestos humanos.

Quédate y límpianos rostro y entrañas;
quema esta tristeza, danos esperanza.

Quédate, Señor, comparte nuestras viandas
y muéstranos, paciente, tus enseñanzas.

Pártenos el pan de tu compañía;
ábrenos los ojos de la fe dormida.

De tus palabras cuelga lo que buscamos,
lo hemos visto caminando a tu lado.

Quédate y renueva valores y sueños;
danos tu alegría y tu paz de nuevo.

Condúcenos siempre al mundo, a la vida,
para ver tu rostro en rostros cada día.

Quédate, Señor, que se hace ya tarde,
que el camino es largo y el cansancio grande.

Florentino Ulibarri.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 25 de julio de 2018

Miércoles 25 de julio

Santiago Apóstol

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 20,20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: "¿Qué deseas?"
Ella contestó: "Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda."
Pero Jesús replicó: "No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?"
Contestaron: "Lo somos."
Él les dijo: "Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre."
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos.
Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: "Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y su hermano se acercan a Jesús acompañados por su madre, buscando honores y privilegios. Sin embargo, el Señor les va cambiando el corazón, poco a poco descubren que ser grande y ser servidor es lo mismo y que el mayor título de un seguidor es dar la vida como el Maestro.
            “Señor, a veces te seguimos buscando sólo ventajas
             cambia nuestro modo de pensar
             y haznos buenos seguidores tuyos.”
         
No sabemos porque se enfadan los otros discípulos. Quizá ellos estén buscando lo mismo que los Zebedeos, aunque no se atrevan a expresarlo. En todo caso, esa no es la actitud adecuada, el que está equivocado necesita comprensión y paciencia. Sólo así podrá cambiar.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Santiago, como todos los apóstoles, es mensajero del Evangelio. Según dice la tradición, evangelizó España, en medio de toda clase de dificultades. Hoy es un buen día para dar gracias a Dios por el tesoro del Evangelio, anunciado por Santiago y por los cristianos que tomaron y transmitieron la antorcha de la fe hasta llegar a nosotros, una antorcha que tenemos que seguir transmitiendo. Buenos días!!!! En la fiesta del apóstol Santiago, compartimos esta oración:

Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Santiago, cuando estaba en la barca con su padre y su hermano. Y yo quiero responderte como él, sin excusas, sin dejarlo para mañana; quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la conciencia y de los hermanos, con prontitud, inmediatamente.

Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron radicalmente la vida del Apóstol. Aquel hombre violento, hijo del trueno, buscador de grandezas, dispuesto a pedir fuego del cielo para consumir una ciudad que no te recibió; no muchos años después, cuando llegó el momento de morir martirizado, no se echó atrás y lo dio todo. Ayúdanos a estar cerca de ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que nuestra vida cambie, como se transforma el barro en manos del alfarero.

Señor, Tú hiciste de Santiago un gran evangelizador. Con la ayuda de la Virgen, tuvo claro que no se podía guardar para sí el tesoro de su fe y la anunció con mucho valor a pesar de dificultades y persecuciones, convencido de que cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios Padre. Qué nuestras palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la Felicidad más grande.
       

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 24 de julio de 2018

Martes 24 de julio

Martes de la 16ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablan con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo."
Pero él contestó al que le avisaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?"
Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús amaba con todo el corazón a su madre y a los suyos. Sin embargo, nunca se deja encerrar en los muros de la familia. Jesús tiene una familia más amplia, abierta a todos.
            “Señor no dejes que nuestras familias, nuestras comunidades
             y nuestros grupos se encierren en sí mismos.
             Concédenos amar como tú a los más cercanos
             y a los que no son de nuestra sangre”.

Para formar parte de la familia de Jesús es preciso cumplir la voluntad del Padre. María fue la criatura que mejor cumplió la voluntad del Padre, por eso es de la familia de Jesús por partida doble: por ser la mujer que lo acogió en sus entrañas y lo dio a luz y por vivir siempre de acuerdo con la Palabra del Padre.
            “Gracias Jesús por acogerme en tu familia”
            “Virgen María, enséñame a cumplir la voluntad del Padre”

Quiero ser dueño de mi camino y vida,
no renunciar a la libertad alcanzada,
gozar de tantas cosas buenas,
entregarme a los míos,
y tener esa serena paz del deber bien cumplido.
Pero también puedo ser... discípulo.

Puedo cargar con mi cruz, quizá con la tuya;
también complicarme la vida
y complicársela a otros con osadía,
hablar de la buena noticia
y soñar nuevas utopías.
Pero también puedo ser... discípulo.

Anhelo hacer proyectos,
proyectos vivos y sólidos
para un futuro solidario;
deseo ser eficaz, acertar,
dar en el clavo y ayudar.
Pero también puedo ser... discípulo.

Soy capaz de pararme y deliberar,
escuchar, contrastar y discernir;
a veces, me refugio en lo sensato,
otras, lanzo las campanas al vuelo
y parece que rompo moldes y modelo.
Pero también puedo ser...discípulo.

No siempre acabo lo que emprendo;
otras arriesgo y no acierto,
o me detengo haciendo juegos de equilibrio;
me gusta apuntarme a todo
y dejar las puertas abiertas, por si acaso.
Me asusta tu oferta, consejos y preguntas....
Pero también puedo ser...discípulo.

Podría seguir así,
tirando más o menos como hasta ahora:
manteniendo el equilibrio prudentemente,
justificando mis opciones dignas,
diciendo sí cuando todo es a medias,
dejándome llevar por la corriente,
buscando seguridad en meras insinuaciones...
Pero también puedo ser...discípulo.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 23 de julio de 2018

Lunes 23 de julio

Santa Brígida, patrona de Europa

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 15,1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es la Vid, es la Vida. Nosotros somos los sarmientos y por nuestras venas corre la misma Vida de Jesús... si permanecemos unidos a Él.

Permanecer no es estar a ratos, cuando me apetece, cuando lo necesito, cuando no tengo más remedio... El verbo permanecer es amigo del sustantivo fidelidad y del adverbio siempre.

A veces, “permanecer en Jesús” nos suena a castigo, a imposición, a condena. Si lo vivimos así, no conocemos todavía el corazón de Dios. Permanecer es un regalo, un tesoro, el mejor tesoro, que Él nos ofrece incondicionalmente para que demos fruto, para que nuestra vida tenga sentido.

Con toda la buena voluntad del mundo comenzamos compromisos, queremos mejorar nuestro mundo, participamos en grupos de fe, en parroquias y movimientos, tratamos de ser cada día mejores...  Queremos cosas buenas y trabajamos por ellas, pero olvidamos lo fundamental, lo imprescindible: estar unidos a Jesús. Sin Él no podemos hacer nada.

“Santa Brígida, ayúdanos a seguir tu ejemplo, a permanecer siempre unidos a Jesucristo”

¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Quiero ser verdadero sarmiento, sarmiento que permanece pegado a la parra que lo sostiene, y que, por ella, recibe el alimento para mantenerse vivo y fecundo.

Quiero ser sarmiento que se limpia de todo aquello que le amenaza arrancarlo de la vid, de la vid que le da la savia verdadera para fertilizarse y dar hermosos frutos.

Quiero ser sarmiento que recibe la poda necesaria para quedar siempre bien injertado en la vid, sin peligro de ser arrancado por los temporales, la sequía o las malas hierbas que lo destruyen y alejan de su tronco verdadero.

Quiero ser injerto tuyo, Dios mío, para que nunca tu Amor quede cortado en el camino a mi corazón, y siempre esté regado por tu bendición y tu compasión. Quiero ser sarmiento que vive de su Viña y que da los frutos que la Viña espera. Buenos frutos que sacian el hambre y la sed de los que se acercan a ella. Amén.

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Porque nuestros proyectos se desmoronan y fracasan
y el éxito no nos llena como ansiamos.
Porque el amor más grande deja huecos de soledad,
porque nuestras miradas no rompen barreras,
porque queriendo amar nos herimos,
porque chocamos continuamente con nuestra fragilidad,
porque nuestras utopías son de cartón
y nuestros sueños se evaporan al despertar.
Porque nuestra salud descubre mentiras de omnipotencia
y la muerte es una pregunta que no sabemos responder.
Porque el dolor es un amargo compañero
y la tristeza una sombra en la oscuridad.
Porque esta sed no encuentra fuente
y nos engañamos con tragos de sal.

Al fin, en la raíz, en lo hondo, sólo quedas Tú.
Sólo tu Sueño me deja abrir los ojos,
sólo tu Mirada acaricia mi ser,
sólo tu Amor me deja sereno,
sólo en Ti mi debilidad descansa
y sólo ante Ti la muerte se rinde.
Sólo Tú, mi roca y mi descanso

Javier Montes Maury, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 22 de julio de 2018

Domingo 22 de julio

Domingo de la 16ª semana del t.o.B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.

El les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.

Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El detalle de convivencia entre el Señor y los discípulos de este evangelio puede servirnos para nuestra propia relación con Cristo: Reunidos con Él, le contaban lo que habían hecho y descansaban pacíficamente. Los momentos de oración pueden ser también momentos de reposo con el Señor, de trato amistoso con él, como hacemos con tantos otros amigos.

Descansar en Ti,
a la sombra,
junto al arroyo,
sintiendo la brisa
y con la cabeza en tu hombro.

Descansar en Ti,
sin temores,
sin nostalgias,
sin sucedáneos,
sin ansias, enamorado.

Descansar en Ti,
gozando el momento,
libre de atillos y cargas,
sin prisas para nada
y soñando esperanzas.

Descansar en Ti,
serenamente,
ahora y a cualquier hora,
hasta habituarme
al gozo y a la gracia que me donas.

¡Descansar en Ti
después del éxito
o del fracaso
y compartir gratuitamente
tus más íntimas emociones!

Descansar en Ti,
y darte gracias,
con palabras o sin ellas,
por tu presencia solidaria
en la gente sencilla y llana.

¡Descansar en Ti!

Florentino Ulibarri.

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Tú, que nos hiciste a tu imagen;
Tú, que nos diste el mundo entero por casa;
Tú, que nos despiertas todas las mañanas;
Tú, que nos quieres con entrañas de misericordia;
Tú, a quien debemos que angustias y desgracias
no nos hundan en pozos negros
de soledad y desesperanza:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que venciste a la muerte en su victoria;
Tú, que acunas con ternura todos nuestros días.
Tú, que nos vuelves hacia Ti;
Tú, que nos haces dignos de ser escuchados;
Tú, que nos despojas de lo que no es
para revestimos de lo que es:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que sueñas y preparas nuestro porvenir;
Tú, que nos amas como a las niñas de tus ojos;
Tú, que nos maduras a tu ritmo y calor;
Tú, que cantas y aplaudes nuestro caminar;
Tú, por quien tenemos sed del agua
que, una vez bebida, nos sacia para siempre:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, que nos purificas y preparas;
Tú, que nos abres la puerta;
Tú, que nos alzas hasta tu rostro;
Tú, que escuchas nuestro jadeo y nuestro silencio;
Tú, por cuya gracia lo mejor de nosotros
no se ve esclavizado por el poder del Malo:
¡Háblanos sin prisas!

Tú, Padre bueno,
detén nuestro vagar,
acógenos en tu regazo y...
¡Háblanos de Ti, sin prisas!

Florentino Ulibarri

Estar con el Señor tiene un efecto sobre el corazón: lo hace atento a los otros, lo hace compasivo. ¿Somos sensibles a las necesidades de los demás? ¿Eso nos hace más disponibles, nos da iniciativa, nos hace adelantarnos al servicio de los hermanos? ¿Nuestra compasión alcanza todo el mundo, hasta los problemas acuciantes de tantos países?

Recibir y dar. Ese debería ser el movimiento ordinario y contagioso de un cristiano: atento a los múltiples dones de Dios y de los otros, los acoge con alegría y los comparte. Y se crea entonces un efecto multiplicador, de acción más que de palabras, que genera una atmósfera de paz, de serenidad, de comprensión mutua. Recibir y dar.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 21 de julio de 2018

Sábado 21 de julio

Sábado de la 15ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos, al salir, planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí y muchos le siguieron. El los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: "Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es el Siervo, que hace la voluntad del Padre, el Elegido para llevar la salvación de Dios a toda la humanidad, el Amado con un amor de predilección. Imagina por un momento cómo es la relación de Jesús con su Padre, imagina el amor que siente el Padre por su Hijo y el Padre por el Hijo. Pues bien, Dios Padre te ama a ti de la misma manera.
¿Qué le dices a Dios?

El estilo de Jesús lo describe siglos antes el profeta Isaías:
- No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. Es el hombre del amor discreto, casi escondido. No obligará a nadie a seguir su palabra. Su arma fundamental es la misericordia, nunca la violencia.
- La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Ha venido más bien a fortalecer a los débiles, a alimentar a los hambrientos con su propio cuerpo... Cuenta con los que no cuentan para nadie.
- No se cansará hasta que el derecho reine en la humanidad, hasta que la justicia brille en lo más alto.
- Ha venido para levantar las esperanzas derrotas, para ser esperanza del mundo.

“Gracias Señor por tratarme siempre con ternura,
 porque respetas y ensanchas mi libertad,
 por contar con mi vida, pobre ya a veces casi apagada,
 Dame la fuerza de tu Espíritu
 para luchar contigo por la justicia
 y levantar la esperanza del mundo”

Jesús, Tú eres el amor discreto, casi escondido. No obligas a nadie a seguir tu camino. Tu arma nunca es la violencia. Tu fuerza es el amor que sirve y da la vida. Gracias,

Señor, por tratarme siempre con ternura, porque respetas y ensanchas mi libertad, por contar con mi vida, pobre y a veces casi apagada. Gracias, Dios mío, porque me has formado y sostienes mi vida, porque me miras con amor, me has cogido de la mano. y me das tu Espíritu, el Espíritu de Jesús.

Que también yo sepa contar con los que no cuentan, con los débiles, los pequeños y los ignorantes, con los que viven en la tiniebla de la enfermedad, la soledad y la pobreza, para implantar un derecho nuevo y construir una sociedad nueva, en la que todos vivamos como hermanos, como hijos tuyos.

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A veces es el cuerpo,
siempre alerta
mientras duerme el alma,
el que recibe primero
tu llegada impredecible
en medio de la noche.

Has entrado sin ruido
en mi casa cerrada,
has distendido mis nudos
y has abierto el último balcón
de mis pulmones a la brisa.

Tu levedad de aurora
se ha encarnado por sorpresa.

Entonces mi espíritu despierta
y se da cuenta que has llegado.

Me dejaste tu presencia
encaminando tu visita
por mis huesos y memorias,
y ya te has ido en silencio
dejando mi ventana abierta
a todo el sol de la mañana.

Benjamín González Buelta, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.