Vigilia Pascual C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 24, 1-12
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando las aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No esta aquí. Ha resucitado. Acordaos de lo que os dijo estando todavía en Galilea: ‘El Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar’."
Recordaron sus palabras, volvieron del sepulcro y anunciaron todo esto a los once y a los demás.
María Magdalena, Juana y María, la de Santiago, y sus compañeras contaban esto a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, vio sólo las vendas por el suelo. Y se volvió admirándose de lo sucedido.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús murió. Murió condenado por el odio de los sumos sacerdotes, por las burlas de Herodes, por la cobardía de Pilato, por los gritos de la multitud manipulada, por el miedo de sus seguidores...
Y Dios Padre callaba. No hacía nada.
Fue ajusticiado por blasfemia, acusado y condenado por declararse Hijo de Dios, por hereje. Crucificado como un maldito.
Y Dios Padre callaba. No hacía nada.
Aquella tarde parecía que Dios Padre estaba de parte de los enemigos de Jesús.
Pero el silencio del Padre no fue eterno... Al tercer día gritó: VIDA, RESURRECCIÓN. Y RESUCITÓ a Jesús. Esta es la Buena Noticia. Esta es la noticia que los hombres con vestidos refulgentes anunciaron a las mujeres, las mujeres a los apóstoles, y así hasta que la noticia ha llegado a nosotros, a ti.
Dios no callará indefinidamente ante nuestros sufrimientos, ante las cruces que soportan sus hijos, ante la muerte de cualquier persona. Algún día, cuando no lo esperamos, de una forma imprevisible, Dios gratará VIDA, RESURRECCIÓN. y NOS RESUCITARÁ. Y esta esperanza nos resucita ya de nuestros miedos y tristezas. Damos gracias.
¿Cómo reaccionas? Con la fe de las mujeres o con la incredulidad de los apóstoles?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Has resucitado, Jesús,
Tu amor es más fuerte que la muerte.
Venciste a tu muerte y a la nuestra, Jesús
Creemos en una vida nueva para siempre.
Has abierto de par en par las puertas del futuro, Jesús.
Podemos avanzar con esperanza, pase lo que pase.
Has roto los límites de lo posible, Jesús.
Nada de cuanto podamos imaginar es demasiado para Ti.
Nos has contagiado tu vida plena, Jesús
Podemos empezar una existencia de resucitados, ¡cuanto antes!
Tu Espíritu resucitador aletea en el mundo entero, Jesús,
una nueva sociedad es posible, está en marcha.
Contigo resucitó tu Palabra y tu proyecto, Jesús
Podemos llamar Padre a Dios y vivir como auténticos hermanos.
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Iniciar una nueva vida
como quien inicia un nuevo día,
feliz y esperanzado al alba,
aunque no sepa qué trae la jornada.
O como quien alza y abre los ojos,
mirando el horizonte a cada hora
porque éste se presenta cambiante
y lleno de sorpresas que baten el aire.
Iniciar una nueva vida
como si fuera primavera
con toda la naturaleza
despierta por dentro y por fuera.
O como si fuese el rocío
que a las flores alimenta
para que muestren su belleza,
sin alborotar y sin soñar en ser río.
Iniciar una nueva vida
soñando con los hermanos,
amando la casa y el trabajo,
y gozando la familia.
Iniciar una nueva vida,
si es preciso, renunciando
al descanso ganado por la edad,
el trabajo y las promesas.
Iniciar una nueva vida
y vivirla con gozo en el tajo,
o donde el corazón te lleve,
para que sea auténtica y rica...
¡Iniciar una nueva vida!,
eso es la Pascua cristiana,
tu Pascua evangélica,
humana y divina.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.