Jueves de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía
a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que
había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los
antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo.
¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no pasa inadvertido. No busca la notoriedad, pero su estilo de
vida llama ala atención. Quieren escucharlo y verlo hasta sus propios
enemigos.
¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención por ser coherentes, por
estar con los más pobres, por elegir los últimos puestos, por servir más
que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor, por creer en
Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas menos
evangélicas?
Señor, líbrame de todo deseo de sobresalir,
de parecer más grande o más bueno que los demás,
de pretender la fama a cualquier precio.
Pero, si he de llamar la atención,
que la llame por ser como tú;
por decir la verdad con dulzura, como tú;
por acercarme a los más necesitados, como tú;
por ser libre frente a los poderosos y al qué dirán, como tú;
por no estar apegado al dinero y a la comodidad, como tú;
por buscar más el amor que el placer, como tú;
por luchar contra el mal sólo con las armas del bien, como tú;
por tener paciencia con los que no acaban de aprender, como tú;
por perdonar setenta veces siete, como tú;
por trabajar en comunidad por la comunidad, como tú;
por dar la vida con alegría hasta el final, como tú;
por confiar siempre en Dios Padre hasta en los peores momentos, como tú.
Señor, ayúdame a ser cada día más parecido a ti. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.