1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26‑38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en
tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
‑«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Para que Jesucristo naciera hace 2000 años, Dios necesitó el "si" de
una mujer: María. Para que Dios nazca hoy en ti, en tu familia, en tu
mundo, Dios necesita tu "si" ¿Escuchas su propuesta?
B. Dios quiere nacer y quiere que tú lo des a luz. ¿No te lo crees? ¿Te
parece una bobada? ¿Te parece imposible? Recuerda: para Dios nada hay
imposible, El Espíritu de Dios vendrá sobre ti...
Haz de nosotros lo que Tú quieras, Señor; que nosotros queremos ser
como María. Pero, aunque pretendemos darte un sí, a veces el miedo nos
frena, en otras ocasiones estamos inseguros, también nos dejamos llevar
por la comodidad o por lo que hace la mayoría y nos escapamos de tu
camino.
Pero queremos decirte un sí rotundo: a tu forma de tratar a la gente,
a tu sensibilidad para todos, a tu sencillez más total, a tu manera de
servir, a intentar ser los últimos, a cuidar a los más frágiles, a
levantar a los caídos, a liberar a los angustiados, a poner alegría en
los desanimados, a ilusionar a los deprimidos, a curar a nuestros
enfermos, a jugar como los niños y a cuidar la amistad contigo.
Señor, de verdad que sí, que queremos ser de los tuyos, que intentamos vivir a tu manera, aunque demasiadas veces se nos olvida.
Llévanos fuerte de tu mano y ayúdanos a sentir la alegría de quienes se dejan amar y guiar por Ti
-------------------------
Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.
Yo te saludo, María,
porque te turbaste
-¿quién no lo haría ante tal noticia?-;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.
Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
-aunque fuera mensaje divino-,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.
Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.
Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.
Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.
Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.
Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Oración personal
con el Evangelio de cada día
sábado, 20 de diciembre de 2025
Sábado, 20 de diciembre de 2025
viernes, 19 de diciembre de 2025
Viernes, 19 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 5‑25
En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado
Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón
llamada Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los
mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era
estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el
ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a
ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando
durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del
incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
—«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel
te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y
muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del
Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el
vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá
delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los
corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes, a la
sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien
dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel:
—«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó:
—«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a
hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira te quedarás mudo, sin
poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a
mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto
en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que
había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas,
porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días
después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses,
diciendo:
—«Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Tu ruego ha sido escuchado". Dios siempre escucha nuestras oraciones
y cumple sus promesas, aunque sea en edad avanzada. Nos da en cada
momento lo que necesitamos. Pero muchas veces creemos que nadie nos oye,
que se ha olvidado de nosotros, que nos castiga... En el fondo nos
falta confianza en Dios, creemos que Dios no sabe hacer su oficio, que
nosotros lo haríamos mejor.
B. ¿Cómo estaré seguro de eso? Queremos estar seguros, demasiado seguros… ¿Te fías de Dios? ¿Qué le dices?
"Tu ruego ha sido escuchado" nos dices.
Sin embargo, muchas veces creemos que nadie nos oye, que te has olvidado de nosotros, que nos castigas...
Nosotros, como Zacarías, también te decimos: "¿Cómo estaré seguro de eso?"
Queremos estar seguros, seguros del todo.
Aunque presumamos de aventureros, lo cierto es que nos cuesta el riesgo.
Danos sabiduría para aceptar que en las decisiones más importantes de la vida
nunca tenemos plena seguridad.
Cuando Tú nos llamas, nunca podemos tener todo controlado.
Para poder vivir, para poder avanzar en la vida, como personas y como cristianos,
necesitamos confianza.
Sin confianza, sin riesgo, no puede haber avances.
Señor, nos falta confianza en Ti, creemos que no sabes hacer tu oficio de Dios.
Perdona y cura nuestras impaciencias y desconfianzas.
Aumenta nuestra fe en Ti, porque sólo Tú escuchas siempre nuestras oraciones,
cumples todas tus promesas y nos das en cada momento lo que más nos conviene.
C. Antífona de la O de hoy:
Oh renuevo del tronco de Jesé,
que te alzas como un signo por los pueblos,
ante quien los reyes enmudecen
y cuyo auxilio imploran las naciones,
ven a librarnos, no tardes más.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 18 de diciembre de 2025
Jueves, 18 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos,
resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió
repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer,
porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz
un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo
de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¡Que grande es José! No podemos imaginar el sufrimiento de su corazón y
la zozobra de su cabeza hasta que aceptó toda aquella realidad! ¡Cuánto
amaba a María! Cambió sus planes de marido y de padre por los planes de
Dios, que ni siquiera conocía con exactitud! ¡Cuánto amaba a Dios! Hizo
lo que le había mandado el ángel del Señor.
¿Qué te dice Dios a través del testimonio de José? ¿Qué le dices a Dios?
Señor, ayúdame a crecer en humildad, a no buscar el protagonismo ni
la oscuridad. Que sólo pretenda cumplir tu voluntad, como San José, para
acoger y hacer presente a tu Hijo Jesús.
Señor, dame la prudencia, la paciencia y la sabiduría de San José,
para no precipitarme, para no dejarme llevar ni por las dificultades ni
por las euforias; para saber esperar y acoger la luz que Tú nos ofreces,
siempre en el momento más oportuno; para saber escuchar tu llamada en
cada contrariedad.
Señor, dame la confianza de San José para seguirte, aunque no
entienda todo, aunque no sepa donde me llevas; para caminar sobre el mar
de las dudas con la seguridad de la fe. Amén.
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Plantó cara a la prudencia
y a los chismes.
Siguió la voz interior
que le instaba: ‘confía’.
Enseñó, al Dios niño,
la mejor imagen de Dios.
Sin pronunciar palabra
labró el ‘hágase’ con
su historia:
Carpintero y emigrante,
peregrino y maestro,
creyente y siervo.
El hombre discreto
sigue siendo, hoy,
testigo humilde
de la entrega callada,
del sacrificio radical,
de la fe capaz de arriesgarlo
todo.
Entre sus manos
encallecidas,
ponemos las nuestras
y tratamos de asomarnos,
en su vida,
a la sabiduría
de los justos.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 17 de diciembre de 2025
Miércoles, 17 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 1‑17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos.
Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zara, Farés a Esrón, Esrón a Aram,
Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de
Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé
engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam,
Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a
Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró
a Manases, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendro a Jeconías y a
sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendro a Salatiel,
Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a
Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar,
Eleazar a Matan, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de
María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce;
desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la
deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Qué nos quiere decir la Palabra de Dios con esta lista de nombres?
El Evangelista quiere que caigamos en la cuenta de que el nacimiento de
Jesús no ocurre en un momento cualquiera de la historia. Dios ha ido
preparando a lo largo de muchos siglos este acontecimiento. Dios fue
educando con paciencia el corazón de la humanidad hasta que pudiera
acoger a su mismo Hijo. Así nos lo explica la carta a los hebreos: "En
distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a
nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha
hablado por el Hijo".
"Señor, gracias por preparar el corazón del mundo para recibir a tu Hijo"
"Enséñanos también a nosotros a acogerlo en esta Navidad"
"Ayúdanos a ser pacientes, como tú eres paciente con nosotros"
B. Dice el teólogo navarro Cabodebilla: "Los escritores bíblicos no
ocultan que Cristo desciende de bastardos". En efecto, en la lista
aparece Farés, hijo incestuoso de Judá, y Salomón, hijo adulterino de
David. Los evangelistas no ocultan siquiera la presencia de una
prostituta. Y en esta historia de virtud y de pecado, Dios permanece
fiel en su amor y conduce al mundo a la salvación, es decir, a
Jesucristo.
"Dame Señor verdad para reconocer la bondad y la maldad de mí mismo"
"Gracias Señor porque respondes con fidelidad a nuestras infidelidades"
"Danos luz para descubrir tu presencia en las sombras del mundo"
Señor, te damos gracias porque, al hacerte humano, asumiste la
historia de tu pueblo, la historia de la humanidad, una historia cuajada
de nombres, nombres de héroes y villanos, de prostitutas y de santos,
de gente mediocre como yo.
Gracias por amarnos, con nuestras
luces y sombras, con nuestras coherencias y contradicciones. Gracias por
dar la vida por personas que no lo merecemos.
Jesús, tú nos
enseñas el camino de la Encarnación. Contigo podemos amar historias
heridas, la historia de nuestro pueblo y de nuestra iglesia, la historia
de nuestra familia y de nuestro grupo de fe.
Señor, haznos
generosos para servir a todos, también a los pecadores, a los
desagradecidos. Danos tu Espíritu para encarnarnos, amar, servir,
entregarnos y morir, a fin de que nuestra historia se acerque más a Ti, a
la corriente de amor y perdón que brota de tu corazón. Amén,
C. A partir de hoy la preparación del Adviento se intensifica, porque
dentro de una semana nace Jesús. Y en la liturgia se rezan las antífonas
O, llamadas así porque comienzan la exclamación "Oh". Pueden ser útiles
para nuestra oración. Ésta es la de hoy:
Oh Sabiduría, que brotaste de los labios del Altísimo,
abarcando del uno al otro confín y ordenándolo todo con firmeza y suavidad,
¡ven y muéstranos el camino de la salvación!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 16 de diciembre de 2025
Martes, 16 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 28‑32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
—«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le
dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero."
Pero después recapacitó y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue.
¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?»
Contestaron:
—«El primero.»
Jesús les dijo:
—«Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la
delantera. en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros
enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los
publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto,
vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Teóricamente nosotros somos del grupo que hemos respondido generosamente
a la llamada de Dios a trabajar en su viña, pero en la realidad
¿trabajamos o no? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¿Estamos atentos para que Dios nos pueda llamar a trabajar en su viña?
La mejor manera de no tener que trabajar es estar sordo a las llamadas
de Dios. Y Dios nos llama desde su palabra, desde las personas que nos
rodean, desde el interior del corazón...
¿Cómo podrías escuchar mejor al Señor? ¿Qué te dice? ¿Qué le dices?
Además Jesús nos promete sorpresas: Los publicanos y las prostitutas os
llevan la delantera en el camino del reino de Dios. En el reino de Dios
no valen títulos, ni denominación de origen. Se trata de creer en Jesús y
avanzar por el camino de la justicia.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, yo quiero acogerte en este adviento, en esa navidad, quiero abrirte las puertas de mi corazón de par en par.
Sabes que mi mayor deseo es trabajar en tu viña, para que la esperanza y el amor de la Navidad lleguen a todos.
Señor, quiero acogerte, pero pocas veces encuentro tiempo, deseo trabajar en tu viña, pero me dedico a otras cosas.
Ayúdame,
Señor, a no dejarme llevar por el orgullo, la pereza, el miedo, la
prisa, el qué dirán, los compromisos que me fabrico para sentirme
importante...
Líbrame de todo lo que me aleja de lo que más
quiero y deseo: vivir contigo, acoger tu amor, trabajar a tu lado, en
favor de los más débiles, para construir juntos tu Reino.
Señor, que no sea de los primeros en querer y desear y de los últimos en ponerme manos a la obra. Amén.
-------------------------
Todas tus parábolas, una vez iniciadas,
tienen un final
que nos alcanza como lanza afilada.
Recogen, en síntesis, lo que es historia cotidiana
de pugna y respuesta
a tu respetuosa invitación y llamada.
Y expresan en pocas palabras humanas
nuestra rebeldía
que algo tendrá que ver con tu espíritu y semejanza.
Los hay que saben expresar muy dignamente
respeto y obediencia:
es lo que se espera de gente religiosa y prudente.
Pero se quedan en la caravana en la que estaban;
no les da la gana
de interpretar tus gestos, hechos y palabras.
Dicen sí, porque es la respuesta correcta,
pero no hacen nada
aunque la brisa sople con fuerza y en dirección buena.
Y los hay que, desde el principio, se rebelan
y no quieren ser
ni siervos, ni beatos ni hijos deudores.
Saben recapacitar para encontrar en camino,
respuesta adecuada,
para trabajar la viña y vivir como hijos.
Quizá, Señor, te agrade más la frescura y rebeldía,
nuestra libertad,
que las palabras adecuadas de una respuesta perfecta.
Quizá temas más nuestro ser e historia vacíos
de amor y vida
que todos nuestros cuestionamientos e impertinencias.
No sé lo que dije,
hace un instante...
pero he venido,
me has acogido
y estoy contento...
y muy satisfecho.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 15 de diciembre de 2025
Lunes, 15 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 21, 23‑27
En aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le
acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para
preguntarle:
—«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó:
—«Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar:
—«Si decimos "del cielo", nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído)" Si
le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a
Juan por profeta.»
Y respondieron a Jesús:
—«No sabemos.»
Él, por su parte, les dijo:
—«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con
otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio nos daremos cuenta de
que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente
Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para
atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que
quieren saber.
"Dame Señor sabiduría para responder y para callar"
"Perdona y cura mi mala intención cuando hablo"
B. Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de
Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y
bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos.
Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros
errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos
conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a
una fe más purificada.
Señor, la novedad nos da siempre un poco de miedo;
nos sentimos más seguros si tenemos todo bajo control,
si somos nosotros los que construimos, programamos, planificamos nuestra vida,
según nuestros esquemas, seguridades, gustos....
Y esto nos sucede también contigo.
Con frecuencia te seguimos, te acogemos, pero hasta un cierto punto;
nos resulta difícil abandonarnos a Ti con total confianza,
dejando que el Espíritu Santo anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones;
tenemos miedo a que nos lleves por caminos nuevos,
nos saques de nuestros horizontes con frecuencia limitados, cerrados, egoístas,
para abrirnos a los tuyos.
Tú eres novedad y haces nuevas a las personas que, con confianza, se dejan tocar por Ti:
Noé, del que todos se ríen, construye un arca y se salva;
Abrahán abandona su tierra, aferrado únicamente a una promesa;
Moisés se enfrenta al poder del faraón y conduce al pueblo a la libertad;
los Apóstoles, de temerosos y encerrados en el cenáculo, salen con valentía para anunciar el Evangelio.
Y nosotros, ¿estamos abiertos a las sorpresas que nos preparas
o nos encerramos, con miedo, a la novedad del Espíritu Santo?
¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que Tú nos presentas
o nos atrincheramos en estructuras y costumbres caducas,
que han perdido la capacidad darnos y dar las mundo la alegría más grande?
Danos un corazón abierto para acogerte, para abrirnos a tu novedad,
con la seguridad de que Tú nos amas y siempre quieres nuestro bien.
Oración inspirada en una homilía de Francisco (19 de mayo de 2013)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 14 de diciembre de 2025
Domingo, 14 de diciembre de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 2‑11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
—«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
—«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el
viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que
visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a
ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti.”
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el
Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande
que él.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan Bautista no sabe qué pensar. No le cuadran las cuentas. Si Jesús
es el Mesías ¿qué hace él, su mensajero, en la cárcel? Y duda: ¿es
Jesús el Mesías o tiene que esperar a otro? En los malos momentos de la
vida, se pone a prueba nuestra fe. Dudamos.
Jesús invita a Juan y nos invita a nosotros a ver los signos de la
venida del Mesías, tal como lo anunciara el profeta Isaías: los ciegos
ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios... Donde hay amor y
perdón, donde hay solidaridad y se lucha por la justicia, donde los más
pobres son atendidos, allí esta Dios.
“Señor dame una mirada contemplativa,
que sepa descubrir tu presencia
en la vida de cada día”
B. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha nacido de
mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza de
voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su
valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es
más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a
Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no
está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las
personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo.
Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a
Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los
más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.