Viernes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 16‑19
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«¿A quién se parece esta generación?
Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos
tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no
habéis llorado."
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio."
Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un
comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Juan y Jesús anuncian la Palabra de Dios, con dos estilos
distintos. Juan desde el desierto, Jesús desde las calles, plazas y
casas. Juan no participaba en fiestas, Jesús si. Las palabras de Juan
eras más ásperas que las de Jesús. Juan es el mayor de los profetas,
Jesús es el mismísimo Hijo de Dios. Sin embargo, ni a uno ni a otro
escucharon. Decían que Juan tenía un demonio y que Jesús era un comilón y
un borracho. A veces somos especialistas es buscar excusas para no
escuchar a las personas.
B. Dios sigue hablando a través de personas, a través de personas
amables y bruscas, aburridas y divertidas, desagradables y simpáticas,
más buenas y peores, de izquierdas y de derechas, creyentes y no
creyentes...
No es fácil descubrir lo que Dios nos dice por medio de las palabras de
las personas (a veces contradictorias), pero tenemos que abrir los oídos
de par en par a todos y pedir a Dios que nos ayude a escuchar su
Palabra en las palabras.
Salir
con los ojos bien abiertos,
ligero de peso y erguido,
libre y dispuesto.
Andar por las calles sin miedo,
otear el horizonte serenamente,
saludar y tocar a la gente.
Escuchar el rumor de la vida,
dejarse empapar por ella
y regalar cántaros de esperanza todos los días.
No dormirse en los laureles,
vigilar todo lo que acontece
y esperar día y noche al que viene.
Volver
con los pies polvorientos,
el corazón enternecido
y preñadas las entrañas.
Entrar alegre en su casa,
dejarse lavar y curar las llagas
y sentarse a comer en compañía.
Contar lo que me ha sucedido,
escuchar a todos como amigo
y cantar con voz humana sus alabanzas.
Permanecer largo tiempo en silencio
contemplando el misterio
y cuidando la vida que está floreciendo.
Eso es Adviento.
Esto es Adviento.
Florentino Ulibarri
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Señor, te doy gracias por todas las personas que hoy se encontrarán conmigo,
cada una con su forma de pensar, sentir y actuar;
todas están creadas a imagen y semejanza tuya,
de todas puedo aprender algo bueno,
todas me pueden enriquecer.
En el fondo, todas son un regalo tuyo.
Sin embargo, a veces estoy cerrado,
agrando los defectos de las personas
para no aprender de nadie, para no cambiar.
Unas me parecen demasiado estrictas, otras muy permisivas,
algunas poco modernas, otras demasiado.
Señor, ayúdame a descubrir el don de todas las personas,
a comprender y seguir el mensaje que tú me ofreces a través de cada una.
Conviérteme, para que también yo sea regalo tuyo para los demás. Amén.
C. A pesar de que muchos los rechazan, las vidas de Juan Bautista y la
de Jesús son manifestación de Dios, de su Sabiduría. Damos gracias a
Dios porque en este Adviento se acerca a nosotros y nos manifiesta su
amor de mil formas distintas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 10 de diciembre de 2021
Viernes 10 de diciembre de 2021
jueves, 9 de diciembre de 2021
Jueves 9 de diciembre de 2021
Jueves de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 11‑15
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
—«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el
Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande
que él.
Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace violencia
contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo.
Los profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan;
él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que escuche.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús piropea, ensalza a Juan hasta lo más alto: "No ha
nacido de mujer uno más grande que Juan". Juan es grande por su fuerza
de voluntad, por sus contundentes palabras, por su austeridad, por su
valentía... Y Jesús añade: "el más pequeño en el Reino de los cielos es
más grande que él". Con estas palabras Jesús no quiere despreciar a
Juan, al contrario, quiere aclarar que la grandeza de las personas no
está en su fuerza, en su voluntad, en sus palabras... La grandeza de las
personas está en acoger el Reino de los cielos, en acoger a Dios mismo.
Si acogemos a Dios en nuestra pequeñez, somos grandes. Si no acogemos a
Dios, por fuertes, inteligentes y poderosos que nos creamos, somos los
más pequeños.
Señor, como Juan Bautista, también yo soy muy grande, porque he recibido muchos dones,
y muy pequeño, porque mi vida y mi felicidad dependen de Ti, del cariño de muchas personas.
Gracias por la energía de mi cuerpo y de mi mente;
y no me dejes caer en la tentación de despreciar tu fuerza.
Gracias por todo lo que he podido aprender, por todo lo que sé;
y dame humildad para que cada día busque tu sabiduría.
Gracias porque sé comprender al que se equivoca;
y que tu perdón me ayude a perdonar al que me haga daño, setenta veces siete.
Gracias por la alegría de mi rostro y de mi corazón;
y gracias por esa alegría que tú me das y que nada ni nadie me puede arrebatar.
Gracias porque me has dado un corazón que sabe amar;
que siempre esté abierto para recibir tu amor y, así, amar cada día más y mejor.
Gracias, Señor, por todo lo que sé, por todo lo que tengo, por todo lo que soy.
No me dejes caer en las garras del orgullo y que siempre tenga alma de discípulo, de mendigo, de niño.
Gracias porque cada día me ofreces la sabiduría, la fuerza y la vida de tu Espíritu, de tu Reino;
que sepamos acoger tus dones con humildad y gratitud. Amén.
B. Los judíos creían que antes de que viniera el Mesías, volvería Elías,
el gran profeta del Antiguo Testamento. Y Jesús les dice que Juan
Bautista "es Elías, con tal de que queráis admitirlo. El que tenga oídos
que escuche". Hay personas a nuestro alrededor que, con sus palabras y
estilo de vida, nos hacen pensar, nos animan a ser mejores, a acercarnos
a Dios... Son los "Elías" de nuestro tiempo, los profetas que Dios nos
envía. Tenemos que reconocerlos y escuchar su palabra. ¿Cuáles son los
Elías que Dios me envía en este momento? ¿Qué me está diciendo Dios a
través de ellos? ¿Qué le digo yo a Dios?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 8 de diciembre de 2021
Miércoles, 8 de diciembre de 2021
Inmaculada Concepción de María
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de
Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
-«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en
tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será
grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de
David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino
no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel:
-«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
-«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido
un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para
Dios nada hay imposible.»
María contestó:
-«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Dios no se fijó en una mujer con mucho títulos, se fijó en
una mujer humilde. No se fijó en una mujer rica, se fijó en una mujer
pobre. No se fijó en una mujer poderosa, se fijó en una mujer débil. Se
fijó en una mujer creyente, en una mujer que supiera amar de verdad, en
una mujer que se vaciase de ella misma, para llenarse de Él. Para ser
colaboradores de Dios, tenemos en María nuestro modelo.
"Virgen María, ayúdanos a ser como tú"
B. Alégrate, el Señor está contigo. Cuando Dios viene a nosotros nos
alegra el corazón. Nos propone siempre un camino de felicidad, aunque
tropecemos con malos momentos. Tenemos muchos motivos para estar
contentos. Tenemos una gran razón: el Señor está con nosotros. ¿Qué más
podemos pedir?
"Señor, concédenos la alegría de sentirte a nuestro lado"
"Danos la fuerza y la alegría de tu Espíritu"
"Que mi vida alegre a los hermanos y puedan sentir tu cercanía"
C. Hágase en mi según tu Palabra. A pesar de su turbación, de no
entender los planes de Dios, aunque ni siquiera imaginaba cómo iban a
sucederse los acontecimientos, María se fía y acepta: hágase. María es
Inmaculada, sin mancha de pecado. En su vida no hubo nunca un "no" a
Dios; vacía de pecado, llena de Dios.
"Señor que cada día me llene más de ti"
"Dame fuerza para luchar contra mi pecado, contra el pecado del mundo"
"Hágase en mi según tu Palabra"
Virgen Santa e Inmaculada,
a Ti, que eres el orgullo de nuestro pueblo
y el amparo maternal de nuestra ciudad,
nos acogemos con confianza y amor.
Eres toda belleza, María.
En Ti no hay mancha de pecado.
Renueva en nosotros el deseo de ser santos:
que en nuestras palabras resplandezca la verdad,
que nuestras obras sean un canto a la caridad,
que en nuestro cuerpo y en nuestro corazón
brillen la pureza y la castidad,
que en nuestra vida se refleje
el esplendor del Evangelio.
Eres toda belleza, María.
En Ti se hizo carne la Palabra de Dios.
Ayúdanos a estar siempre atentos a la voz del Señor:
que no seamos sordos al grito de los pobres,
que el sufrimiento de los enfermos y de los oprimidos no nos encuentre distraídos,
que la soledad de los ancianos/ y la indefensión de los niños
no nos dejen indiferentes,
que amemos y respetemos siempre la vida humana.
Eres toda belleza, María.
En Ti vemos la alegría completa
de la vida dichosa con Dios.
Haz que nunca perdamos el rumbo en este mundo:
que la luz de la fe ilumine nuestra vida,
que la fuerza consoladora de la esperanza dirija nuestros pasos,
que el ardor entusiasta del amor inflame nuestro corazón,
que nuestros ojos estén fijos en el Señor,
fuente de la verdadera alegría.
Eres toda belleza, María.
Escucha nuestra oración,
atiende a nuestra súplica:
que el amor misericordioso de Dios
en Jesús nos seduzca,
que la belleza divina nos salve,
a nosotros, a nuestra ciudad
y al mundo entero.
Amén.
Papa Francisco
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 7 de diciembre de 2021
Martes 7 de diciembre de 2021
Martes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 12‑14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le
pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la
perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que
por las noventa y nueve que no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. La parábola del pastor nos ayuda a comprender al Dios del Adviento,
al Dios que viene. Viene porque quiere recuperar a la oveja perdida,
porque quiere recuperarnos. Y quiere recuperarnos no por su interés,
sino por el nuestro. Viene porque nos quiere. Viene a buscarnos, pero no
nos recuperará a la fuerza. Esperará hasta que se lo permitamos.
"Gracias Señor por tu amor infinito"
"Gracias por respetar tanto la libertad que me has dado"
"Que no te hagamos esperar Señor"
B. Es bueno recordar cómo se ha hecho realidad el evangelio en la vida
de cada uno. ¿Cuando me he sentido perdido, alejado de Dios? ¿Cómo se
las ha arreglado el Señor para salir a buscarme, para encontrarme, para
convencerme y volver junto a él, para disfrutar de su alegría?
Recordamos situaciones y damos gracias.
C. Y en este momento de mi vida, ¿cómo estoy? ¿en qué me he alejado de
Dios? ¿en qué estoy perdido? Quizá a través del evangelio de hoy el
Señor ha salido a buscarme. ¿quiero encontrarme con él? ¿qué me dice
Dios? ¿qué le digo?
Señor, lo más importante no es:
- que yo te busque,
sino que tú me buscas en todos los caminos (Gn 3,9);
- que yo te llame por tu nombre,
sino que tú tienes tatuado el mío en la palma de tu mano ((Is 49,16);
- que yo te grite cuando no tengo ni palabra,
sino que tú gimes en mí con tu grito (Rm 8, 26);
- que yo tenga proyectos para ti,
sino que tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro (Mc 1,17);
- que yo te comprenda,
sino que tú me comprendes en mi último secreto (1 Cor 13, 12);
- que yo hable de ti con sabiduría,
sino que tú vives en mí y te expresas a tu manera (2 Cor 4, 10);
- que yo te guarde en mi caja de seguridad,
sino que yo soy una esponja en el fondo de tu océano (EE 335);
- que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas,
sino que tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas (Jn 13, 1);
Porque, ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte...
si tú no me buscas, me llamas y me amas primero?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 6 de diciembre de 2021
Lunes 6 de diciembre de 2021
Lunes de la 2ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 17‑26
Un día estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y
maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y
Jerusalén. Y el poder del Señor lo impulsaba a curar.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un paralítico y
trataban de introducirlo para colocarlo delante de él. No encontrando
por donde introducirlo, a causa del gentío, subieron a la azotea y,
separando las losetas, lo descolgaron con la camilla hasta el centro,
delante de Jesús. Él, viendo la fe que tenían, dijo:
—«Hombre, tus pecados están perdonados.»
Los escribas y los fariseos se pusieron a pensar:
—«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados más que Dios?»
Pero Jesús, leyendo sus pensamientos, les replicó:
—«¿Qué pensáis en vuestro interior? ¿Qué es más fácil: decir "tus pecados quedan perdonados", o decir "levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra
para perdonar pecados ‑dijo al paralítico: A ti te lo digo, ponte en
pie, toma tu camilla y vete a tu casa.»
El, levantándose al punto, a la vista de ellos, tomó la camilla donde estaba tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios.
Todos quedaron asombrados, y daban gloria a Dios, diciendo llenos de temor:
—«Hoy hemos visto cosas admirables.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Un día esta Jesús enseñando... Y el poder del Señor lo impulsaba a
curar. En pocas palabras el Evangelio resume la actividad de Jesús:
enseñar y curar, anunciar las maravillas de Dios con la palabra y con el
compromiso. Los cristianos estamos llamados a hacer lo mismo: hablar
del amor que Dios nos tiene y curar a las personas las heridas que
produce el egoísmo, la desesperanza, la soledad, la falta de sentido de
la vida...
“Señor gracias por las personas que enseñan y curan en tu nombre”
“Que el poder de tu Espíritu me acompañe para hacer lo mismo”
“Perdona mi fatal de testimonio cristiano”
B. No hay enfermedad más traicionera que el pecado. Al principio te hace
creer que estás mejor que nunca, pero poco a poco te va postrando,
quita la libertad, aleja de los labios la sonrisa, roba del corazón el
amor, te vuelve insensible para sentir la presencia de Dios... Por eso,
Jesús, lo primero que hace es perdonar los pecados.
"Señor, concédeme conocer la peligrosidad del pecado"
"Perdona, Señor, los pecados que me alejan de ti"
"Hazme gustar tu misericordia en el sacramento de la Reconciliación"
Levántate y anda, cuando no encuentres horizonte,
porque siempre hay un camino que recorrer,
y no hay razón para dejar de intentarlo.
Levántate y anda, aunque te rodeen las sombras.
La luz se abre paso por resquicios insospechados,
y al iluminar la realidad la llena de posibilidades.
Levántate y anda, aunque te opriman las vendas.
Puedes quitarte muchos estorbos que te impiden avanzar,
y avanzarás más liviano, más libre, más alegre.
Levántate y anda, aunque te sientas sin fuerzas.
Es Dios el que te impulsa, quien te lleva de la mano,
quien te llena de espíritu.
Deja atrás las sombras y tumbas, los silencios y miedos,
las parálisis y vendas que te aíslan y entristecen.
Deja atrás las pequeñas muertes que adulteran la vida.
Vamos, levántate y anda.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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No hay que temer al fracaso, a la lucha,
al dolor, a los pies de barro
o a la debilidad.
No hay que temer a la propia historia,
con sus aciertos y tropiezos;
ni a las dudas; ni al desamor;
que la vida es así, compleja,
turbulenta, hermosa, incierta.
Pero luchemos
contra la tristeza perenne,
esa que se instala en el alma
y ahoga el canto.
Alimentemos la semilla de alegría
que Dios nos plantó muy dentro.
Que surja, poderosa, la voz esperanzada,
esa que clama en desiertos y montes,
en calles y aulas,
en hospitales,
en prisiones,
en hogares y en veredas.
Cantemos, hasta la extenuación,
la vida del Dios hecho niño,
del Niño hecho Hombre,
del Hombre crucificado
que ha de vencer a la cruz, una vez más.
Nadie va a detener al Amor
que se despliega, invencible,
en este mundo que aguarda.
Aunque aún no lo veamos..
José Mª Rodríguez Olaizola, sj.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 5 de diciembre de 2021
Domingo 5 de diciembre de 2021
Domingo de la 2ª semana de Adviento C
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 1‑6
En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato
gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe
virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el
sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan,
hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de
conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de
los oráculos del profeta Isaías:
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus
senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo
torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación
de Dios.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio
Pilato gobernador de Judea... vino la palabra de Dios. En el año 2003 de
la era cristiana, cuando estamos a punto de celebrar la Navidad...
viene la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no nos cuenta hechos del
pasado. La Palabra de Dios se hace realidad en cada circunstancia
concreta.
"Señor, ayúdanos a escuchar tu Palabra"
"¿Qué me quieres decir en este momento concreto de mi vida?"
B. Vino la palabra de Dios a Juan en el desierto. No es casualidad que
Juan escuche la Palabra de Dios en el desierto. El desierto es el lugar
del silencio. Para escuchar la voz de Dios no es necesario hacerse
ermitaño ni irse al desierto. Pero hace falta dejar por un momento el
ruido, las cosas y las personas; hay que serenarse y escuchar.
"Señor, concédeme amar el silencio"
"Dame Señor silencio para escucharte en el ruido de mi vida"
"Perdona Jesús mi falta de interioridad, de escucha"
C. Preparad el camino del Señor. Juan no es el Señor, nosotros tampoco
somos el Señor. Pero preparamos su llegada. Nuestra vida, como la de
Juan, ha de ayudar a otros a encontrarse con el Señor, para que todos
disfruten de la salvación de Dios, del amor de Dios.
"Perdona Señor porque a veces creo que yo soy el Salvador"
"Dame fuerza para elevar los valles del amor y la fe"
"Concédenos rebajar las colinas de la desilusión y la injusticia"
Una vez más me invitas
a preparar los caminos, los nuevos y los de siempre,
por donde Tú vienes trayendo buenas noticias.
Gracias, Señor.
Porque cuentas conmigo
para allanar colinas y valles
y para desterrar mentiras y opresiones...
Gracias, Señor.
Porque te pones en la senda
por la que yo voy caminando
para que te encuentre...
Gracias, Señor.
Porque entras en mi casa
y quieres hacer de ella una morada nueva
para todos los que caminan y se acercan...
Gracias, Señor.
Porque puedo proclamar,
después de haber sentido y vivido tu toque de gracia,
que el bautismo con Espíritu Santo nos recrea.
Gracias, Señor.
Una vez más me invitas
a adentrarme en el desierto para hacerme persona nueva
acogiendo a tus mensajeros y tu evangelio.
Gracias, Señor.
Tú me has encontrado,
y ese toque tan tuyo me está transformando.
La vida ya germina dentro de mí.
Gracias, Señor.
Florentino Ulibarri
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Adviento
es una multitud de caminos
de búsqueda y esperanza
para recorrerlos a ritmo ligero
siguiendo las huellas
de Abraham, nuestro padre en la fe,
de Jacob, enamorado, astuto y tenaz,
de Moisés, conocedor de desiertos y guía de tu pueblo,
de Isaías, profeta y cantor de un mundo nuevo,
de Jeremías, sensible a los signos de los tiempos,
de Juan Bautista, el precusor humilde y consciente,
de José, el enraizado y con la vida alterada,
de María, creyente y embarazada,
y con los ojos fijos en quien va a nacer
en cualquier lugar y circunstancia.
Adviento,
en nuestra vida e historia,
siempre es una aventura osada
que acontece en cualquier plaza,
calle y encrucijada,
o en el interior de nuestra casa,
o en nuestras propias entrañas.
Adviento
es tiempo y ocasión propicia
para preparar el camino:
igualar lo escabroso,
enderezar lo torcido,
rebajar lo pretencioso,
aventar el orgullo,
rellenar los agujeros negros,
despejar el horizonte,
señalar las fuentes de agua fresca,
no crear nieblas ni tormentas
sembrar verdad, justicia y amor
y tener el corazón con las puertas abiertas.
Te agradecemos, Señor,
la reiterada presencia del Adviento
en nuestra vida e historia.
En él, gracias a tu Espíritu y Palabra,
y a nuestra humilde acogida,
despunta una nueva aurora.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 4 de diciembre de 2021
Sábado 4 de diciembre de 2021
Sábado de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 35 ‑ 10, 1. 6‑8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando
en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las
enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía
de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no
tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
—«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones:
—«Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de
los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad
leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús anuncia el evangelio (la buena noticia) con obras y
palabras. Hoy sigue recorriendo nuestras ciudades y aldeas, enseñando y
curando. ¿Lo percibimos? ¿nos damos cuenta? ¿descubrimos hoy al Señor en
nuestra vida? ¿atendemos sus enseñanzas? ¿nos dejamos curar?
"Señor, perdona y cura...
mi ceguera para descubrirte,
mi sordera para escucharte,
mi orgullo para dejarme curar"
B. La mies es abundante. ¿dónde está la mies, dónde está el trabajo,
donde está la misión? Está en cada persona, especialmente en las más
pobres, en las que están cansadas y abandonadas, en las descarriadas y
enfermas, en las que no conocen el amor de Dios-Buen Pastor. ¡Que cerca
está la misión que Dios nos da y cuánto nos cuesta verla! Parece que
empleamos demasiadas fuerzas en encontrar excusas para no ir a la mies!
"Ayúdame Señor a descubrir la mies en la que quieres que trabaje"
"Líbrame Señor de todas las excusas que no me dejan trabajar en la mies"
"Gracias Jesús por contar conmigo"
Aquí estoy, porque me has llamado, Señor.
Aquí estoy, para entrar en tu proyecto y hacerlo carne
en mi vida.
Aquí estoy, Señor Jesús,
y quiero aceptar tu plan con riesgo
y lanzarme a tu programa de vida,
en tu manera de vivir para alumbrar vida.
Aquí estoy, Señor Jesús,
para cumplir tu voluntad,
la misma que tú cumpliste en la llamada del Padre.
Aquí estoy, en Comunión
para hacer de mi existencia
llama que no se apague.
Quiero ser, Señor Jesús, como la arcilla en tus manos.
Me pongo en tus manos, Señor de mi vida
para que se realice tu obra.
Tú estás presente
en la fuerza de tu Espíritu que hermana a los hombres
que se olvidan de sus cosas y se dan sin recibir nada.
Tú estás presente, Señor, en tu espíritu.
Tú caminas conmigo.
Amén.
C. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. La gratuidad siempre ha
sido un signo del Reino de Dios. En este tiempo, en el que todo se
compra y se vende, este signo es todavía más evidente. Tenemos una gran
razón para no ser interesados, para ser gratuitos: Todo lo hemos
recibido gratis. Dios nos lo ha dado todo gratis.
"Gracias Padre por amarme gratuitamente"
"Enséñame Jesús a ser gratuito"
"Gracias Padre por las personas que trabajan en tu mies sin pedir nada a cambio"
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
Ven pronto, ven, que el mundo gira a ciegas
ignorando el amor que lo sustenta.
Ven pronto, ven, Señor, que hoy entre hermanos
se tienden trampas y se esconden lazos.
Ven, que la libertad está entre rejas
del miedo que unos a otros se profesan.
Ven, ven, no dejes ahora de escucharnos
cuando tanto camino está cerrado
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? ¡Ahora!
¿No has de ser la alegría de los pobres,
de los que en ti su confianza ponen?
¿No has de ser para el triste y afligido
consuelo en su pesar, luz en su grito?
¿Quién pondrá paz en nuestros corazones
si tu ternura y compasión se esconden?
¿Quién colmará este hambre de infinito
si a colmarlo no vienes por ti mismo?
¡Ya, Señor! ¿Para cuándo esperas? Ahora.
Adaptación del Salmo 70.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.