jueves, 30 de septiembre de 2021

Jueves, 30 de septiembre de 2021

Jueves de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 1-12

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Para Jesús el mundo no es un negocio a explotar, ni un espectáculo para contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo miro a las personas?
    "Transforma mi mirada egoísta, Señor"
    "Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
    "Señor, enséñame a mirar como tú me miras"

Decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.

Está cerca el Reino de Dios
poneos en camino,
caminad,
no os paréis, andad los caminos de la vida nueva,
inventad los caminos,
seguid las huellas de Aquél que viene,
poned vuestros pies en movimiento.
¿No notáis la parálisis,
el estancamiento, la invalidez, la impotencia,
el letargo?

Está cerca el Reino.  Despertad.
Moved los pies como lugar de acercamiento,
como capacidad de detenernos junto a los que nos necesitan
de proximidad a los alejados,
búsqueda del sentido
enterrad vuestros pies en señal de distancia,
de rodeos.

Detened vuestros pies
con su tendencia a escapar de los lugares de intemperie,
de dolor o de conflicto;
tan ágiles para subir y trepar hacía el éxito,
tan perezosos para acercarse
a los que viven en las cunetas de la vida.

Está cerca el Reino de los cielos,
poneos en camino.
Él es el camino.
Pon tus pies en movimiento por sus caminos y sus búsquedas,
por las rutas de sus cansancios y las sendas
hasta llegar al final.

Está cerca el Reino de los cielos
Y en este tiempo de esperanza da las gracias
por las veces que Sus pies han salido en tu búsqueda hasta encontrarte,
porque te han esperado en las encrucijadas de tus caminos,
porque han marchado delante de ti cuando no sabías por donde ibas,
porque iban de tras de ti para defenderte del peligro,
porque estaban junto a ti cuando te creías solo o sola.

Está cerca el Reino
mueve tus pies,
y camina: Levántate y comienza andar.
Andar por los caminos nuevos porque los caminos se van haciendo,
no existen de antemano,
se crean, se inventan como se crea y se inventa el Reino
cada vez que movemos los pies hacia los otros.
Mueve tus pies y comienza a derribar todas las indicaciones que
prohíben, obligan a pararte.
Mueve tus pies porque el nuevo Reino,
Y, aunque no lo parezca, todo es posible:
pararse y andar, descalzarse y despojarse,
correr y descansar.
Amén.

Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las comunidades cristianas; religiosos y religiosas que nos recuerden la absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad y llamad a otras personas.

Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta

Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.

Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Miércoles, 29 de septiembre de 2021

Santos Arcángeles

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 1,47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel." Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

La Biblia nos habla de tres arcángeles con nombre propio:

Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
Apocalipsis 12, 7-8

Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-28

«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».
Tobías 12, 15

Con un corazón de niño, podemos dirigir a ellos nuestros oraciones:

San Miguel Arcángel, que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda
y que, mediante tu incomparable protección,
crezcamos cada vez más en el servicio del Señor;
que tu virtud nos acompañe todos los días de nuestra vida.

Arcángel San Gabriel, imploramos tu cercanía
para que descubramos cada día las llamadas que Dios nos hace
y respondamos con la prontitud y la alegría de la Virgen.

Arcángel San Rafael, que dijiste:
«Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios.
Practicad el bien y no tropezaréis en el mal.
Buena es la oración con ayuno,
y hacer limosna mejor que atesorar oro»,
te suplicamos nos acompañes en todos mis caminos
y nos alcances fuerza para seguir tus consejos.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 28 de septiembre de 2021

Martes, 28 de septiembre de 2021

Martes de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 51-56

Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y acabe con ellos?" El se volvió y les regañó, y dijo: "No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha venido a perder a los hombres, sino a salvarlos".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les costaba comprender el nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de qué espíritu son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la misericordia; no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.
            “Señor danos tu Espíritu de amor,
             para que curemos el egoísmo con generosidad
             venzamos la mentira con la verdad,
             ganemos al orgullo con humildad
             y superemos la guerra con la paz”

Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y sigue viniendo a salvar a todos. Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar alegría, levantar la esperanza.
Pedimos perdón porque a veces condenamos a los hermanos
y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.

Quiero tener una mirada como la tuya, Señor
A no dejarme llevar por mis juicios,
interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no conspirar ni levantar castillos
en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.
A no señalar defectos e historias pasadas
que, entre otras cosas,
sólo sirven para causar sensación o daño.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ser prudente, como Tú lo fuiste
con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva
ante tu forma de mirarle y corregirle.

Ayúdame a mirar como Tu, Señor.
A ver el lado bueno de las personas.
A no recrearme con el sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de calumnias y mentiras.
A ser persona y no jugar a ser juez.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no manipular ni airear
las cruces de las personas que las soportan.
A no enjuiciar ni condenar
los defectos de tantos próximos a mi vida.
A no hacer estandarte ni burla
de los que están hundidos en sus miserias.

Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
Para que, frente a la mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.
Amén.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Lunes, 27 de septiembre de 2021

 Lunes de la 26ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante".
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir". Jesús les respondió: "No se lo impidáis: el que no está contra vosotros, está a favor vuestro".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¡Cuánto nos gusta compararnos y ponernos por encima de los demás! En cambio Jesús, siendo el primero, se pone al final de la fila. El más pequeño, el más humilde es el más importante. El Salmo 130 es un salmo pequeño, que nos ayuda a sentirnos pequeños, pero seguros en los brazos de Dios:

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.

Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como eran en el principio ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.


Cuando acogemos a los pequeños, a los niños, a los pobres, a cualquier persona necesitada de ternura, de compañía, de esperanza... estamos acogiendo al mismo Jesús.
            “Gracias por poder acogerte en los más pequeños”
            “Danos un corazón abierto a todos, sobre todo a los más humildes”
            “Perdona y cura nuestro afán de ser más que los demás”

El que no está contra vosotros, está a favor vuestro”. Por lo tanto, no miréis con desconfianza al que hace lo mismo que vosotros, aunque no sea de vuestro grupo
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?


No todos están a favor nuestro, ni todos en contra nuestro, Señor.
Aquellos que comparten la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que trabajan por la justicia y la paz son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los tuyos, son de los nuestros.

Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas (casi todas) que son de los tuyos, de los nuestros.
Gracias por las maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres y los hombres
que, aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean en Dios,
aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen otros idiomas,
están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.

4. Termino la oración   

Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 26 de septiembre de 2021

Domingo, 26 de septiembre de 2021

Domingo de la 26 semana del t.o. B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 38‑43. 45. 47‑48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió:
—«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.


Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que crcen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.».

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

“No es de los nuestros”. Es una expresión que ponemos muchas veces en la boca demasiado apresuradamente. Nos podríamos preguntar en qué momentos hemos dicho estas palabras u otras semejantes.  ¿Quién no es de los nuestros, el que no forma parte de nuestro grupo, el que no piensa como nosotros, el que tiene la piel de otro color, el que viene de tierras lejanas? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Las acciones buenas, por pequeñas e insignificantes que parezcan: dar un vaso de agua, sonreír, guiñar un ojo... Cualquier cosa que hagamos nos engrandece, alegra a quien está a nuestro lado, y hace que el Reino de Dios se haga presente un poco más. Es como una pizca de sal que da buen sabor a la vida.
Y las acciones malas, aunque parezcan intrascendentes, también tienen sus reprecisiones negativas. Por eso, este Evangelio nos llama a evitar cualquier ocasión de pecar, de hacer daño, de escandalizar.
Sin embargo, no solemos valorar las acciones pequeñas, sean buenas o malas. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Un vaso de agua gratis,
dos minutos ayudando a atravesar la calle,
conformarse con el maná imprescindible,
un objeto menos en nuestros enseres,
unas monedas que ni van ni vienen,
una sonrisa al que siempre está triste,
un día de ayuno consciente,
unos refrescos menos en nuestros sudores,
esas tardes con grupos marginales,
unas caricias a los que nunca las tienen,
unas horas escuchando soledades,
una compra menos en nuestros haberes,
cinco panes de cebada y dos peces...
son cosas pequeñas.

Nuestra cultura progresista las repele.
Asistencialismo,
limosnas,
caridades,
paternalismo,
justificaciones,
austeridad que ni va ni viene,
parches,
decimos en nuestro lenguaje.

Esas cosas chiquitas
no acaban con la pobreza,
no sacan del subdesarrollo,
no reparten los bienes,
no socializan los medios de producción,
no expolian las cuevas de Alí Babá,
no subvierten el orden,
no cambian las leyes...

Pero desencadenan la alegría de hacer,
descubren la fuerza del compartir
y mantienen vivo el rescoldo
de tu querer y nuestro deber.
Al fin y al cabo,
actuar sobre la realidad, y cambiarla
aunque sea un poquito,
es la única manera de saber y mostrar
que la realidad es transformable,
y que tu Reino
es posible... ¡y viene!

Señor de la historia y de la vida,
no sea yo quien menosprecie y deje sin hacer
las cosas pequeñas de cada día.

Florentino Ulibarri.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 25 de septiembre de 2021

Sábado, 25 de septiembre de 2021

 Sábado de la 25ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 43b-45

En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Hay cosas en las que Jesús no se cansa de insistir. Les avisa una y otra vez: ha de ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos no entendían. Sabían que Jesús era el Salvador, pero no les cabía en la cabeza que la salvación pasara necesariamente por el sufrimiento. A todos nos cuesta entender el dolor y la muerte.

Sin embargo, si queremos ser fieles a Dios, si queremos hacer presente su amor, en algún momento nos vamos a encontrar con el rechazo de muchos, nos toparemos con la cruz.
            “Señor, enséñanos a tomar la cruz de cada día y a seguirte”
            “Gracias por las personas que saben amar hasta el final”
           “Perdona y cura nuestra cobardía frente al dolor”


Señor, dame la valentía
de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante
de gastarme en tu servicio.

Dame, Señor, alas para volar
y pies para caminar
al paso de los hombres.

Entrega, Señor, entrega
para “dar la vida”
desde la vida,
la de cada día.

Infúndenos, Señor,
el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida
en el servicio a los débiles.

Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.

Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos
a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Viernes, 24 de septiembre de 2021

Viernes de la 25ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 18-22

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron: "Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas". El les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de Dios". El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: ¿quién decís que soy yo? ¿Sabes la respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses solamente en lo que sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en cómo él influye en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la respuesta al Maestro.

¿Quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?

Jesús es el Mesías de Dios, pero no por eso va a evitar el trago amargo de la cruz. El camino del amor pasa antes de después por la estación dolorosa de la cruz. Jesús nos avisa. Pedimos fuerza para ser fieles en la dificultad.

Aunque cada uno tenemos que dar nuestra respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:

Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.