sábado, 14 de agosto de 2021

Sábado, 14 de agosto de 2021

 Sábado de la 19ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 19, 13-15

En aquel tiempo le presentaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y rezara por ellos, pero los discípulos les regañaban. Jesús dijo: "Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el Reino de los cielos". Les impuso las manos y se marchó de allí.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es feliz en medio de los que no cuentan. En aquel momento y en aquella tierra los niños eran poco más que una propiedad del padre.
            “Señor, enséñanos a amar a todos, especialmente a los últimos”

Quizá los discípulos piensan que los niños van a ser un estorbo para poder estar tranquilamente con Jesús. Sin embargo, la realidad que el Maestro pone de manifiesto es otra bien distinta: los discípulos son un estorbo para que los niños se encontraran con Él.
            “A veces soy un estorbo para que otros se encuentren contigo,
             perdóname y enséñame a atraer a todos hacia ti.

De los que son como los niños es el Reino de los cielos. Los niños se saben necesitados, saben pedir con humildad, disfrutan de las pequeñas alegrías, inspiran ternura...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, concédeme el don de ser niño
y poder descansar en tu regazo
sin vergüenza y sin miedo,
pues a medida que crecemos
otros intereses nos hacen olvidar
que la confianza y la ternura
son imprescindibles para madurar
y recorrer tus caminos.

Concédeme el don de ser niño
para saber mirar a los demás
con cariño y transparencia,
pues el paso de los años
va cargando nuestra vida
de suspicacias, temores y envidias
que doblan nuestra la espalda
y tensionan nuestras entrañas

Concédeme el don de ser niño
para confiar en los demás
y compartir gratuitamente,
con generosidad y limpieza,
lo que de ti recibo, cada día, para ser feliz;
pues el egoísmo, la avaricia y las comparaciones
apagan todas las estrellas
y encienden nuestras más oscuras vanidades.

Concédeme el don de ser niño;
quítame todo lo que me impide llegar a ti
y me aleja de quienes son niños
y van llenos de carencias y necesidad;
quítame la desconfianza, la doblez y el orgullo
que no acepta perderse entre los más pobres.
¡Que recupere, en el cuerpo y en el espíritu,
la maleabilidad de la niñez para servir!

¡Vuélveme niño otra vez!

Y si así no logro alcanzarte
o no logras retenerme,
o no me dejo querer,
o no aprendo o servir,
o creo que soy más y mejor,
o no me doy a los que tú quieres,
vuélvete, Señor, a mí
y háblame como una madre habla a su bebé.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 13 de agosto de 2021

Viernes, 13 de agosto de 2021

 Viernes de la 19ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 19, 3-12

En aquel tiempo se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: "¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?" El les respondió: "¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"". Ellos insistieron: "¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?" El les contestó: "Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer -no hablo de prostitución- y se casa con otra, comete adulterio". Los discípulos le replicaron: "Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse". Pero él les dijo: "No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En esta sociedad del usar y tirar, la fidelidad no está de moda, cuesta creer en el amor eterno, en el matrimonio “hasta que la muerte nos separe”, parece imposible consagrarse por entero al sacerdocio o tomar el camino de la vida religiosa por el Reino de los cielos.

La fidelidad es importante en las relaciones con los amigos, con la familia, con los compañeros de trabajo... La fidelidad se aprende ejercitándola en los pequeños compromisos de cada día. Quien no lucha por ser fiel en lo poco, no lo será en lo mucho.

La fidelidad es un don del Espíritu Santo, un don que tenemos que agradecer y pedir para los matrimonios y para los sacerdotes, especialmente para aquellas personas que tienen dificultades para ser fieles a su vocación.

Sin el Espíritu Santo,
Dios está lejos,
Cristo permanece en el pasado,
el Evangelio es letra muerta,
la Iglesia una simple organización
la autoridad sería dominación,
la misión una propaganda,
el culto una evocación
y el actuar cristiano una moral de esclavos.

Pero con la presencia del Espíritu,
el cosmos se eleva y gime en el parto del Reino,
Cristo resucitado está presente,
el Evangelio es potencia de vida,
la Iglesia significa la comunión trinitaria.
la autoridad es un servicio de liberación,
la misión es un Pentecostés,
la liturgia una memoria y anticipación,
el actuar humano se deifica.

Ignacio IV Hazin, patriarca de la Iglesia greco-ortodoxa de Antioquía


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 12 de agosto de 2021

Jueves, 12 de agosto de 2021

 Jueves de la 19ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 21-29

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó: "Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?". Jesús le contestó: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".
Y les propuso esta parábola: "Se parece el Reino de los cielos a un rey que quiso ajustar cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía tres mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo". El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y, agarrándolo, lo extrangulaba diciendo: "Págame lo que me debes". El compañero, arrodillándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré".
Pero él se negó, y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?". Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

¿Podremos calcular algún día cuanto debemos a Dios? ¿Sabremos medir todo lo que Dios nos perdona? Damos gracias.

Normalmente, tratamos a los demás como ellos nos tratan a nosotros. Pero Dios nos pide que tratemos a Dios con ÉL nos trata a nosotros.

Dios perdona para que nosotros perdonemos. A veces no nos cuesta perdonar, pero en otras ocasiones nos sentimos tan heridos que el perdón nos parece un camino imposible de recorrer. No olvidemos que perdonar es un don de Dios, un don que debemos pedir.

El rey de la parábola se irrita contra el empleado aprovechado, que recibe el perdón y no perdona. Nunca nos sentiremos perdonados si no perdonamos de corazón.

No te cansas de mí,
aunque a ratos
ni yo mismo me soporto.

No te rindes,
aunque tanto
me alejo, te ignoro, me pierdo.

No desistes,
que yo soy necio,
pero tú eres tenaz.

No te desentiendes de mí,
porque tu amor
 puede más que los motivos.

Tenme paciencia,
tú que no desesperas,
que al creer en mí
me abres los ojos
 y las alas…

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

------------

Señor, disculpa mis flaquezas,
mis caídas y silencios.
Dame otra oportunidad.
Olvida mis negaciones,
mi tibieza, mis eternas contradicciones.
Ábreme otra vez la puerta,
acógeme en tu casa
y en tu abrazo.
Tú, que sabes cómo soy.

Perdona tú, hijo,
a quien te hirió con sus flaquezas,
sus caídas y silencios…
a quien no estuvo a la altura,
a quien no supo quererte bien…

Pero ¿por qué?
¿para que me vuelva a herir,
me falle de nuevo,
o me deje en la estacada?
¿Cómo olvidar la decepción,
las medianías,
las perpetuas frustraciones?
¿Por qué mantener la puerta abierta,
mi casa dispuesta y el brazo tendido?

He ahí el dilema, constante y humano.
La doble medida. La piedad suplicada para uno mismo
y negada al otro. El amor acogido con gratitud,
pero entregado con cuentagotas.
La claridad ante la necesidad propia,
que se vuelve ceguera ante lo ajeno.
Aprended de mí,
que soy Dios de misericordia.

inspirado en Mt 18, 21-29, por Rezandovoy


Dios y Señor nuestro, que sea perfecto como Tú eres perfecto,
que sea comprensivo como Tú eres comprensivo conmigo,
que sea misericordioso como Tú eres misericordioso conmigo,
que sea generoso como Tú eres generoso conmigo,
que sea...

que sepa perdonar como Tú me perdonas,
que sepa estar cerca como Tú estás cerca de mí,
que sepa cuidar a quien lo necesite como Tú cuidas de mí,
que sepa...

En definitiva, que sepa amar a todos,
a los que me hacen bien y a los que me hacen daño,
como Tú me amas a mí, con todo el corazón,
cuando te amo y cuando te olvido.

¿Señor, no es excesivo lo que te pido,
no es demasiado empinado el camino que me señalas?
Es inalcanzable, Señor, para mis pobres fuerzas,
pero contigo puedo parecerme, cada día, más a Ti.
Porque Tú no sólo eres mi modelo y mi camino,
Tú eres mi fuerza y mi energía.
Gracias, Señor.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 11 de agosto de 2021

Miércoles, 11 de agosto de 2021. Santa Clara

 Miércoles de la 19ª semana de tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 18, 15-20

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El camino que nos muestra el Evangelio es otro, mucho más comprometido y complicado. Jesús nos invita a reprender y a intentarlo no sólo una vez, a contar con otros hermanos y con la comunidad para poder ayudar mejor al que toma un camino erróneo.

Es el camino del amor que respeta la libertad del otro, pero a la vez quiere mostrarle la verdad. La libertad sin la verdad nos destruye. La verdad sin libertad nos esclaviza, en empequeñece.

¿Qué haces cuando algún hermano se equivoca?
¿Cómo reaccionas cuando te intentan corregir?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Si se pierde un hermano,
si se pierde un hijo,
si se pierde el vecino, el compañero,
el amigo o el enemigo...
¿qué he de hacer, Dios mío?

Lo buscaré sin descanso, día y noche,
por senderos, charcos y bosques,
playas y desiertos, montañas y valles,
pueblos y ciudades e inhóspitos lugares,
con mis pies cansados y corazón anhelante.

Lo llamaré, con mi voz rota, por su nombre
y no cejaré hasta encontrarlo y abrazarlo;
y le diré con ternura y pasión de hermano:
Estoy preocupado y angustiado por ti
y siento que nuestras vidas necesitan dialogarse.

Y si no se detiene y me da la espalda,
o hace oídos sordos a mis palabras,
o me desafía con los hechos o su mirada,
juntaré, antes que oscurezca, la ternura de dos o más
para ahogar su resistencia con fraternidad desbordada.

Y si el fuego de tu Espíritu y de los hermanos
no hace mella en sus gélidas entrañas,
juntaré centenares de cálidos hogares
para que alumbren su noche oscura
y derritan sus hielos invernales.

Y si tal torrente de ternura, gracia y respeto
no doblega su tronco altivo y yermo,
lo cubriré con mi ropa para protegerlo
y lo lavaré sin descanso con mis lágrimas
hasta cicatrizar sus heridas y devolverle la alegría.

Y si a pesar de ello no sigue tu camino,
le perdonaré como tú nos enseñaste;
y si es preciso me convertiré en rodrigón
de su vida, historia y suerte,
renunciando a otros proyectos personales.

Y así ganaré a mi hermano
y la vida que nos prometiste.

¡Bendito seas, Señor, que nos haces fuertes
para curar y ser curados, hoy y siempre,
para amar al hermano y ser por él amados!
¡Bendito seas, Señor, por invitarnos a crear,
vivir, salvar y cultivar la fraternidad!

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 10 de agosto de 2021

Martes, 10 de agosto de 2021

 San Lorenzo, mártir

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 12, 24-26

En aquél tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.  El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.  El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús fue el sembrador y la semilla. San Lorenzo fue sembrador y semilla. ¿Escuchas la llamada a ser semilla: “Algo me está diciendo que me entregue totalmente y me sepulte en lo oscuro de la tierra, en la esperanza de ser transformado en árbol. ¿Por qué para ir hacia arriba, tengo que ir hacia abajo, y pensar que todo un árbol puede brotar de mí?” (E.A. Gloeggler).

San Lorenzo,
oyente atento y cumplidor fiel de la palabra de Dios:

En los días de su vida sembró con generosidad:
semillas del amor, de la fe, de la esperanza
en el corazón de sus hermanos.

Cuando soportaba los crueles tormentos
recordó la compasión del Señor
y se acogió a su misericordia eterna.

Cayó y murió como grano de trigo en la tierra
pero el Padre premió su servicio generoso
y dio mucho fruto: el ciento por uno.

Dichosos nosotros si, como San Lorenzo,
escuchamos y cumplimos la Palabra Dios.

___________

Gracias Lorenzo, por el testimonio de tu vida y de tu muerte.
Gracias Señor por darnos santos que, como Lorenzo,
nos ayudan a vencer las dificultades de la vida.
Gracias Señor, porque en el testimonio y valentía de tus mártires,
nosotros podemos contemplar tu grandeza.

Multiplica en nosotros, Señor, los dones de tu amor.
Haznos fuertes y generosos, al estilo de San Lorenzo.
Que sepamos compartir con los demás
los verdaderos tesoros de tu Iglesia:
la fraternidad, la justicia, el amor, la verdad.
Que procuremos no tanto ser servidos sino servir,
para que siempre y en todo lugar se haga tu voluntad.

___________

Señor, tú me pides que no me cuide tanto.
Me llamas a tomar riesgos,
a no poner mi seguridad en falsos dioses ni en mis éxitos personales,
a no guardar mi vida en inversiones propias, que no tienen un fondo en Ti.

Ayúdame, Señor, a cambiar mi modo de pensar.
Que yo pueda entender que perdiéndome por ti es como gano la vida verdadera.
Tú me llamas a ganar mi vida en el servicio a los necesitados,
a ser palabra para los pobres,
a dar vista los ciegos
y ser compañía para los que están solos y los que sufren.

Quiero ganarte sólo a ti, Señor.


___________

Adaptación del salmo 90, de las Completas que rezamos en la Víspera de la fiesta en la Basílica de San Lorenzo:

Señor, como San Lorenzo, te doy gracias,
porque vivo a la sombra de tu amorosa omnipotencia
y Tú eres mi amparo en el peligro y en la dicha.
Por eso te digo: "Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en Ti".

Tú me librarás de la red de la mentira,
de esa peste funesta llamada egoísmo.
Me protegerás con tus plumas del sol de mediodía,
bajo tus alas me refugiarás de la tormenta.
Tu brazo es mi escudo y mi armadura.

A tus ángeles has dado órdenes
para que me guarden en tus caminos;
Me llevarás en tus palmas,
para que mi pie no tropiece en la piedra.

Por eso, no temeré el miedo de la noche,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Gracias, Señor, porque te invoqué y me escuchaste;
me puse junto a ti, me protegiste y me libraste.
Sé que estarás conmigo en la tribulación,
me defenderás, me glorificarás,
me saciarás de largos días
y me harás ver la salvación, la felicidad más grande.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 9 de agosto de 2021

Lunes, 9 de agosto de 2021

Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz)

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 28‑33

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles :
— No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? y, sin embargo, ni uno sólo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo, no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Conocemos bien la historia de Jesús. Hemos leído muchas veces el Evangelio. Ya no nos sorprende que a Jesús lo llamaran Belzebú por expulsar demonios, y que a cambio de una vida entregada a los demás le dieran una cruz, tres clavos y una muerte cruel.

Sin embargo, nos sorprende mucho que cuando nos decidimos a hacer algo por la parroquia, por los pobres, por la comunidad de vecinos...  comenzamos a recibir críticas injustas, malas caras, desprecios. Jesús nos advierte de esta realidad, para que no nos coja desprevenidos.

Pero, sobre todo, nos llama a la confianza. Dios cuida de nosotros, nos ama con todo el corazón. Ni siquiera se cae un cabello de nuestra cabeza sin que Dios lo permita. Es nuestro mejor seguro. Nunca nos fallará. Está de nuestra parta

¿Cómo te sientes cuando pagan tu compromiso con desprecios?
Pedimos a Dios que nos conceda ser fieles a la misión en esos momentos.
Damos gracias a Dios porque está siempre pendiente de nosotros.
Pedimos perdón por nuestra falta de confianza.

Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz). Judía de nacimiento, agnóstica en su juventud, abraza la fe católica ya siendo profesora de universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas Descalzas y muere víctima de los nazis en Aushwitz. Canonizada por Juan Pablo II el 11 de Octubre de1998. Compartimos una oración al Espíritu Santo, compuesta por ella:

¿Quién eres tú, dulce luz, que me llena
e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano maternal
y si te consintieras irte de mí
no sabría como dar un paso más.
Tú eres el espacio
que abraza mi existencia y la sepulta en Ti
lejos de Ti se hunde en el abismo
de la nada, desde donde la elevaste a la luz
Tú, más cerca de mí que yo a mí mismo
y más íntimo que mi más profundo interior
todavía implacable e intangible
y más allá de todo nombre:
¡Espíritu Santo amor eterno!

¿No eres acaso el dulce maná
que del corazón del Hijo
se desborda hacia mi corazón,
el alimento de los ángeles y los santos?
Él, que se elevó a sí mismo de la muerte a la vida,
Él también me ha despertado a una nueva vida
del sueño de muerte.

Y me da una nueva vida día a día
y a veces, su plenitud fluye a través mío
vida de tu vida realmente, Tú mismo:
¡Espíritu Santo, vida eterna!

¿Eres tú el rayo
que destella desde el trono del Juez eterno
e irrumpe en la noche del alma
que nunca se ha conocido a sí misma?
Misericordiosamente, implacable
penetra en todo rebaño escondido
alarmado de verse a sí mismo,
el yo hace espacio para el santo miedo,
el principio de esa sabiduría
que viene de lo alto
y nos ancla firmemente en las alturas.
Tú acción,
que nos crea nuevos:
¡Espíritu Santo, rayo que penetra todas las cosas!

¿Eres tú la plenitud del Espíritu
y el poder por el que el Cordero abrió
los sellos del eterno mandato de Dios?
Conducido por Ti
los mensajeros del juicio recorren el mundo
y separan con una filuda espada
el reino de la luz del reino de la noche
el cielo se renueva y la tierra se renueva
y todo encuentra su lugar.
A través de su aliento:
¡Espíritu Santo, poder victorioso!

¿Eres Tú el maestro que construye la catedral eterna,
que se eleva desde la tierra hasta los cielos?
Animados por Ti, las columnas son erigidas hasta lo alto
y se paran inmóvilmente firmes.
Marcados con el nombre eterno de Dios,
se estiran hacia la luz
sosteniendo el domo
que corona la santa catedral
tu trabajo que circunda el mundo:
¡Espíritu Santo, mano de Dios que moldea!

¿Eres Tú aquel que creó el claro espejo
junto al trono del Todopoderoso
como un mar de cristal
en el que la divinidad amorosamente se completa a sí misma?
Tú te doblas ante el más recto trabajo de tu creación,
y radiantemente tu mirada penetrante
es iluminada en recompensa
y de todas las criaturas, la belleza pura
se junta en una en la amorosa forma
de la Virgen, tu novia inmaculada:
¡Espíritu Santo, Creador de todo!

¿Eres tú la dulce melodía del amor
y de Santa reverencia
que eternamente resuena alrededor del trono trino,
que une a sí misma en el campaneo de todos y cada uno de los seres?
La armonía
que junta a los miembros con la cabeza
en el que cada uno
encuentra el misterioso significado de su bendita existencia
y alegremente ondea hacia delante
libremente disuelto en tu ondear:
¡Espíritu Santo, júbilo eterno!


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 8 de agosto de 2021

Domingo, 8 de agosto de 2021

 Domingo de la 19ª semana del t.o. B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,41-51

En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús tomó la palabra y les dijo: «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: "Serán todos discípulos de Dios." Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Insiste el Evangelio de San Juan en recordarnos la importancia de la fe. La fe no sólo nos conduce a la vida eterna, la fe nos da vida eterna ya, en esta tierra, en este momento, aunque sea de forma parcial.
            “Gracias Señor, por la vida, por la esperanza, por el amor” 

Nadie puede presumir de la fe frente a los demás. La fe es un regalo de Dios: “Nadie puede venir a mí, si el Padre no lo atrae”. Dios atrae a todos; en todos ha puesto la sed de la vida eterna, el hambre de su amistad. Pero podemos resistirnos a esta atracción. Podemos acallarla, podemos dejarla para mañana...
            “Señor, gracias por el don de la fe, por atraernos hacia Ti”
            “Muchos no reconocen tu llamada, no sienten tu atracción,
              enséñanos a ayudarles para que puedan disfrutar de tu vida”
            “Tú nos atraes hacia ti y nosotros no nos acercamos. Perdónanos”


Danos el agua que colma sin ahogar,
que limpia las entrañas
empapa el corazón,
y acuna en lo yermo la vida.

Danos tu pan, que sacia sin hartar
y restaura las fuerzas gastadas;
pan que alimenta la acogida,
el encuentro y la fiesta
al partirse en mesa de hermanos.

Danos tu espíritu que habla sin grito,
hace audaz al cobarde
y libera al cautivo
cuando inspira justicia, libertad, paz.

Danos tu verdad que seduce
sin trampa,
que hace sabio al pequeño
y hace sencillo al sabio,
al afirmar un amor invencible.

En agua, pan y amor inquieto,
en espíritu y verdad.
Tenemos sed de ti, Señor.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

------------------------

Señor,
son muchas, cada vez más,
las cosas que nos apartan de Ti.
Esas preocupaciones estériles,
esos frívolos placeres,
esos inútiles cuidados,
esas ilusiones inconsistentes,
esas causas triviales,
esos vacíos deberes...

Muchas y muy variadas son las cosas
que eclipsan tu diáfana presencia
entre nosotros.
El orgullo,
que nos impide aceptar la ayuda de los demás;
la envidia,
que corroe todo horizonte;
el remordimiento,
que mantiene abiertas tantas heridas;
la pereza,
que acumula cargas cada vez más pesadas;
el ansia de seguridad,
que nos lleva a atesorar más de lo que necesitamos...

Pero a pesar de todo.
Tú eres más fuerte que todas esas cosas.
Te haces presente en nuestra desidia y torpeza
-superando muros, silencios y olvidos-
simplemente porque gritamos
o nos ves tristes y perdidos.
Crees en nosotros aunque te demos crédito negativo.
¡Atráenos, cada vez más fuertemente, hacia Ti!

Florentino Ulibarri 


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.