Miércoles de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al
país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de
aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo
de David. Mi hija tiene un demonio muy malo". El no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene
detrás gritando". El les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas
descarriadas de Israel". Ella los alcanzó y se postró ante él, y le
pidió de rodillas: "Señor, socórreme". El le contestó: "No está bien
echar a los perros el pan de los hijos". Pero ella repuso: "Tienes
razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de
la mesa de los amos". Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe!;
que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Ten compasión de mí, Señor” Es una oración sencilla, pero muy rica. Con
pocas palabras reconocemos nuestra pobreza, expresamos confianza en
Dios y nos preparamos para poder recibir el don de Dios. ¡Que bien nos
haría repetir muchas veces esta oración!
Jesús pone a prueba la
fe de aquella mujer. Primero se calla y después contesta con dureza: “No
está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero la fe de la
mujer se crece ante la aparente frialdad del Maestro. AL final, Jesús la
premia con un piropo: “Mujer, que grande es tu fe” y con la curación de
su hija.
La fe crece en el silencio de Dios y madura cuando
parece que Él sólo se acuerda de nosotros para maldecirnos. Por eso el
silencio y la cruz también pueden ser don de Dios, bendición de Dios.
Cuando pasan estos “malos-buenos” momentos nos damos cuenta de Dios
también muestra su amor en el silencio y el dolor.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué dices a Dios?
Era mujer, extranjera,
y madre sufriente
viendo cómo estaba lo que más quería,
la hija nacida de sus entrañas.
El evangelista nos narra,
sin eufemismos ni edulcorantes,
su encuentro contigo
cuando saliste de las fronteras patrias.
Su lectura siempre me intriga y sorprende,
y me deja con la sensación de no entender nada.
Mas no quiero que me lo expliquen,
ni que me lo maticen,
ni que me lo contextualicen
poniéndote aureola de luces, Señor.
La escena perdería su encanto,
y no rompería nuestros esquemas
respecto a lo divino y a lo humano.
Así, tal como nos la han transmitido,
suena a escándalo,
pero quizá sólo así sea manantial de gracia
y un gran regalo.
Porque, ¿qué es, sino gracia,
lo que esa madre cananea
nos enseña con su actitud y fe?
¿Qué es, sino gracia,
ver cómo podemos influirte?
¿Qué es, sino gracia,
descubrir la fuerza de nuestra oración?
¿Qué es, sino gracia
constatar cómo tú cambias
ante nuestra testaruda insistencia?
¿Qué es, sino gracia,
percibir que nunca están las puertas
de tu corazón cerradas?
¿Qué es, sino gracia,
terminar siendo tratados como hijos
aunque seamos extranjeros?
¿Qué es, sino gracia,
Saber que hasta los "perrillos"
tienen alimento y derecho en casa?
¡Que no me cambien ni expliquen este evangelio!
Quiero sentir el escándalo
de tu propio proceso divino y humano.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 4 de agosto de 2021
Miércoles, 4 de agosto de 2021
martes, 3 de agosto de 2021
Martes, 3 de agosto de 2021
Martes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 22-36
Después que sació la gente, Jesús apremió a sus discípulos a que
subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él
despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a
solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la
barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el
viento les era contrario.
De madrugada se les acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos,
viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando
que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no
tengáis miedo! Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia
ti andando sobre el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y
echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la
fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor,
sálvame". En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué
poca fe! ¿Por qué has dudado?
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se
postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". Terminada la
travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar,
apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y
trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la
orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La experiencia de muchos cristianos es que rezamos poco y a
regañadientes. El Evangelio, sin embargo, nos cuenta como Jesús deja a
la gente y a los discípulos y marcha a la montaña a orar, desde la noche
El mar es símbolo de peligro. Jesús anda sobre el mar, está por encima
de cualquier inseguridad. Y nosotros, con la fuerza del Espíritu,
podemos andar con firmeza sobre el mar de la vida. Y si en algún momento
falla nuestra fe, pidamos ayuda al Señor y agarremos su mano tendida
para poder seguir caminando.
“Señor, dame seguridad para avanzar en medio del mar del mundo”
“Gracias por la fuerza de tu Espíritu”
“Perdona y cura nuestra falta de fe”
“Dame humildad para pedirte ayuda y agarrar tu mano”
Con tanta protección,
con tanta garantía,
con tanto amparo,
con tanta defensa,
con tanta muralla,
con tanto derecho,
con tanto seguro,
con tanto capricho...
estamos mal acostumbrados
a bregar por el mar de la vida.
Y cualquier imprevisto,
aún el más trivial y anodino,
–la incertidumbre ante el futuro,
el presentimiento de algo nuevo,
la posibilidad de un cambio,
el miedo a lo desconocido,
un dolor fortuito,
la presencia de extranjeros,
la sospecha de nada concreto...–
nos paraliza o produce recelo.
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Días hay, es cierto,
en que se nos nubla el cielo
y se pone negro el horizonte.
Los reveses de la vida,
los caprichos de la suerte,
los avatares del destino,
la rueda de la fortuna
o los designios de la providencia, ¡qué sé yo!,
son rayos y truenos ,
y tiemblan nuestros corazones.
El auténtico marinero
se crece en la fuerte marejada,
mientras tierra adentro
hay quien se ahoga en un vaso de agua.
Los chaparrones, por fuertes que sean,
sólo duran horas, nunca semanas;
después viene la calma.
a veces es necesario que diluvie,
pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,
¿quién nos arrancará las entretelas del alma?
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Hay épocas que llueve a cántaros,
y la fuerza del viento huracanado
puede arrastrarnos al desastre:
en unos minutos de inclemencia
destruir la obra laboriosa y paciente
de muchos años de vida y entrega.
Y, entonces, nos tambaleamos,
desconfiamos y andamos a la deriva,
perplejos y angustiados.
¡Señor, sálvanos!
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Florentino Ulibarri
--------------
Confieso que me decepciona
el rumbo de la Iglesia,
Y tras la decepción, ¿qué?
¿Arrancar la cizaña?
¿Cambiar de levadura y masa?
¿Sembrar semilla más llamativa?
¿Tirar la toalla?
¿Bajarse de la barca?
¿Quedarse en la orilla?
¿Hacer caso a los cantos de sirena?
¿Desgranar agravios y penas?
¿Sentirse mártir de la causa?
¿Buscar responsables de las fechorías?
¿Aceptar que es ley de vida?
¿Renunciar a la utopía?
¿Cantar baladas de recogida?
¡Pues, no! Tras la decepción...
¡la indignación!
Más esperanza y utopía;
más riesgo y osadía;
más entrega y carne viva;
más comprensión y buena noticia;
más fe y justicia;
más fortaleza, ternura y vida;
más sacrificio y alegría...
aunque sea preciso
ocupar la calle
y pasar noches en vela,
o pegarse un chapuzón,
o volver a la alfarería,
o arreglar la barca,
o ajustar la dirección,
o cambiar de piel,
y hasta la imagen del Dios que nos guía.
¡Mi Dios amigo
y Señor de tanta travesía!
Florentino Ulibarri (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 2 de agosto de 2021
Lunes, 2 de agosto de 2021
Lunes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista,
se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo
la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los
enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que
vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace
falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí
no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco
panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición,
partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los
dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron
doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin
contar mujeres y niños.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se quiere alejarse de la gente en barca a un sitio tranquilo y
apartado. Pero tiene que cambiar sus planes, porque lo siguieron por
tierra desde los pueblos.
Cuando nos proyectamos un plan, normalmente nos cuesta cambiarlo, sobre todo si reduce nuestra tranquilidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús vio a la gente, sintió lástima y actuó. Sin embargo, en muchas
ocasiones no queremos ver la necesidad de la gente, no queremos
enterarnos del sufrimiento de muchas personas. Y cuando vemos y sentimos
lástima, no damos el paso siguiente: la acción, el compromiso. Nos
parece que no podemos hacer nada. Y nos guardamos nuestros cinco panes y
nuestros dos peces.
¿Te detienes a mirar, a descubrir el dolor de las personas?
¿Te dejas conmover?
¿Tu compasión es activa o se contenta con el lamento?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tu poder multiplica la eficacia de la humanidad
y crece cada día en nuestras manos
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: -Llenadla de pan.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: - Construid la paz.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: - Es tiempo de crear.
Escucha a esta hora el rumor del trabajo
con que tantas personas se afanan en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
Por los siglos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 1 de agosto de 2021
Domingo, 1 de agosto de 2021
Domingo de la 18ª semana del t.o.B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos
estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al
encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: —«Maestro,
¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: —«Os lo aseguro, me
buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento
que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues
a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: —«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: —«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Le
replicaron: —«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti?
¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como
está escrito: "Les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les replicó:
—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios
es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron: —«Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó: —«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A Jesús le sigue mucha gente, pero muchos lo hacen por el pan que comieron, por interés. ¿Por qué sigo yo a Jesús?
Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.
Tengo tantos deseos contradictorios...
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.
En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.
Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.
Jesús
hizo muchos signos delante de los judíos, pero ellos no se cansan de
pedir señales, pruebas... Nosotros también pedimos pruebas para creer.
La mejor prueba es Él mismo. Si te acercas a Él, serás más libre,
crecerá tu esperanza, tu ilusión... ¿Qué dices a Dios?
Moisés
alimentó a los israelitas, pero el que verdaderamente dio el pan fue
Dios. Muchas personas nos ofrecen su ayuda, su palabra, su aliento. A
través de esas personas Dios mismo nos socorre, nos habla, nos anima...
“Señor, tú eres el origen de todo bien. Gracias”
“Haznos instrumentos de tu amor en el mundo”
Todo
lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Todo es gracia. Y entre
todas las gracias hay una especial, que destaca por encima de otras:
Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, que se nos da como pan para saciar
nuestra hambre.
“No sólo nos das cosas, Señor, Tú mismo te nos entregas. Gracias”
“Ensancha nuestra generosidad, ayúdanos a entregar la vida”
“Perdona nuestra falta de gratitud y de generosidad”
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de Vida, Tomad y comed gratis.
La oración en un banquete, la Eucaristía es una fiesta;
servir a los pobres y trabajar en tu viña, un regalo increíble.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 31 de julio de 2021
Sábado, 31 de julio de 2021
Sábado de la 17ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo
a sus ayudantes: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los
muertos, y por eso los Poderes actúan en él". Es que Herodes había
mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por
motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que
no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo
miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de
todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella,
instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la
cabeza de Juan Bautista". El rey lo sintió; pero, por el juramento y los
invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la
cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y
ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Frente al “cada uno que haga lo que quiera”, Juan Bautista denuncia el
pecado: Herodes estaba conviviendo con Herodías, esposa de su hermano
Felipe. Y el profeta no se calla, aunque sea peligroso para él. Un
pecado grave no sólo hace daño a los que lo cometen, perjudica a toda la
comunidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Herodías tenía a Juan entre ceja y ceja. Aprovecharía cualquier ocasión
para acabar con él. ¿No hacemos a veces nosotros cosas semejantes? Si
alguien nos dice algo que nos sienta mal, aunque sea verdad, nos duele y
a veces esperamos la ocasión para vengarnos.
Herodes jura un despropósito y después no es capaz de rectificar, por
miedo a quedar mal. ¡Cuantas veces somos esclavos de nuestros errores!
Pedimos perdón y fuerza para superarnos.
Damos gracias por saber perdonar y rectificar.
Señor,
enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el amor a
los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva la lucha
por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos viene
cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.
Estas cruces nos
resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en
nosotros mismos, cuando somos testarudos, egoístas y nos dejamos llevar
por la envidia o el rencor.
Señor, danos sabiduría para tener
siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más
humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean. En cambio, el
sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil.
Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 30 de julio de 2021
Viernes, 30 de julio de 2021
Viernes de la 17ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la
sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y
esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y
sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus
hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?".Y aquello les resultaba
escandaloso.
Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre los más
próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a los
profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de
trabajo?
“Enséñanos a reconocer tu voz en las personas más cercanas”
“Que sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”
Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las injusticias, si
anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió Jesús en
su pueblo. ¿Estamos dispuestos?
“Danos un Espíritu fuerte para ser fieles,
para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes,
aunque no se entienda, aunque nos critiquen.
Gracias por las personas que son capaces de dar la vida
en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal”
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La fe es abandonarse total y confiadamente en manos de Dios, sin esperar a verlo todo claro.
Auméntanos la fe.
La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios. Saber, aceptar y reconocer la propia pequeñez.
Auméntanos la fe.
La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos de Amigo.
Auméntanos la fe.
La fe es poner a Dios como único absoluto de la propia vida.
Auméntanos la fe.
La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al "norte", de cara a la felicidad y la justicia, de cara a Dios.
Auméntanos la fe.
La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios, que busca siempre nuestro bien y felicidad.
Auméntanos la fe.
La fe es atreverse cada día a tocar a Dios, seguros de que Él nos dará su fuerza.
Auméntanos la fe.
La
fe es poner en manos de Dios los problemas de las personas que amamos
y, a la vez, ponerse manos a la obra para solucionarlos.
Auméntanos la fe.
La fe es aceptar a Dios como respuesta, no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes del ser humano.
Auméntanos la fe.
La
fe es soñar despierto, arriesgar la vida, vivir en un sano
inconformismo; es saber amar y esperar que es posible lo imposible.
Auméntanos la fe.
Fe es creer en la fuerza del débil, en el poder transformador de la oración, en la “eficacia” de la acción que sólo Dios ve.
Auméntanos la fe.
La
fe es la llave que abre nuestro corazón para que Dios pueda curarlo y
trasformarlo, llenarlo de de alegría, de compasión y de amor.
Auméntanos la fe.
Fe es esperar que después de cada noche amanece un nuevo día; que tras la muerte nos una Vida Nueva.
Auméntanos la fe.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 29 de julio de 2021
Jueves, 29 de julio de 2021
Santa Marta
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 11,19-27
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para
darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba
Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto
mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo
concederá."
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará."
Marta respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día."
Jesús le dice: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá
para siempre. ¿Crees esto?"
Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Marta está rota por el dolor. La muerte de su hermano Lázaro le pesaba
como una losa. Pero cuando se entera de que Jesús está llegando, sale
para acogerlo.
En sus primeras palabras se mezclan la fe y el reproche: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”.
Señor:
demasiados interrogantes,
dudas y oscuridades;
a veces, demasiados golpes,
heridas y fracasos,
como para no protestar
y plantearte pleito.
Me enfado y quejo,
te reprocho, te increpo
y levanto la voz,
te acuso de ambiguo y tramposo
y me enfrento a ti sin autocensura,
mantengo el pleito.
Y Tú, no te incomodas
ni te impacientas,
ni rompes los lazos de seducción y amor
que un día forjaste;
toleras nuestras impertinencias
aunque se repitan.
Pero no sé si te ríes
o eres todo misericordia
rompiendo nuestros esquemas.
Quizá te agrade nuestra libertad,
frescura y rebeldía,
y temas más el silencio
y la incomunicación de tus hijos
que nuestros cuestionamientos
y salidas de tono.
Sabes que este pulso sucede,
aunque no lo parezca,
en nuestro huerto y bodega;
y que es reflejo de nuestra trayectoria vital
que se asemeja a un arco de tiro
que, al tensarse, une los dos extremos
con los que juega y se manifiesta.
Cuanto más nos tensamos,
más juntos están en nosotros
la rebeldía y la confianza,
la protesta y la obediencia,
el grito y el abrazo,
el no y el amén;
y más veloz sale la flecha
con los anhelos más cálidos y vivos,
dejando las cañadas oscuras,
hacia la tierra prometida
y el regazo de quien le da acogida.
Y después de tantas quejas y protestas,
o en medio de ellas,
la única respuesta que descubrimos
está ya tatuada en la historia
y en la Buena Noticia:
Si tenéis fe,
¡cómo no voy a hacer justicia!
Florentino Ulibarri
En la conversación con Jesús, la fe va ganado la partida al reproche
hasta que desaparece el reproche y brilla con toda su fuerza la fe: “Sé
que resucitará en la resurrección del último día ... Señor, yo creo que
Tú eres el Mesías que tenía que venir.”
A veces, cuando sufrimos no queremos saber nada de Dios. Sin embargo,
María nos enseña a acercarnos a Dios, aunque sea para quejarnos. Tenemos
que dar la oportunidad a Dios para que poco a poco transforme nuestro
dolor en una fe más recia.
¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.