jueves, 31 de mayo de 2018

Jueves 31 de mayo

Visitación de María a su prima Isabel

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1,39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
María dijo: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre."
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

María sirve. Corre para servir. No lo deja para mañana. Fue aprisa a la montaña. Su prima Isabel, ya mayor, espera un hijo.
            “Señor, perdona mi pereza y mi egoísmo”
            “Gracias por las personas que sirven, que me sirven”
            “Dame buena vista para descubrir las necesidades de los hermanos”

El encuentro de María e Isabel es un estallido de alegría. Se quieren y sobre todo saben que Dios está con ellas.
            “Señor, enséñanos a gozar de la amistad y a compartir la fe”
            “Gracias por estar siempre a nuestro lado”
            “Cura nuestra tristeza y desesperanza”

María da gracias a Dios. Haz tuyas las palabras de María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor...”

Yo te saludo, María,
porque el Señor está contigo;
en tu casa, en tu calle, en tu pueblo,
en tu abrazo, en tu seno.

Yo te saludo, María,
porque te turbaste
–¿quién no lo haría ante tal noticia?–;
mas enseguida recobraste paz y ánimo
y creíste a un enviado cualquiera.

Yo te saludo, María,
porque preguntaste lo que no entendías
–aunque fuera mensaje divino–,
y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego,
sino que tuviste diálogo y palabra propia.

Yo te saludo, María,
porque concebiste y diste a luz
un hijo, Jesús, la vida;
y nos enseñaste cuánta vida
hay que gestar y cuidar
si queremos hacer a Dios presente en esta tierra.

Yo te saludo, María,
porque te dejaste guiar por el Espíritu
y permaneciste a su sombra,
tanto en tormenta como en bonanza,
dejando a Dios ser Dios
y no renunciando a ser tú misma.

Yo te saludo, María,
porque abriste nuevos horizontes
a nuestras vidas;
fuiste a cuidar a tu prima,
compartiste la buena noticia,
y no te hiciste antojadiza.

Yo te saludo, María,
por ser alegre y agradecida
y reconocer que Dios nos mima,
aunque nuestra historia sea pequeña
y nos olvidemos de sus promesas.

Yo te saludo, María.
¡Hermana peregrina
de los pobres de Yahvé,
camina con nosotros,
llévanos junto a los otros
y mantén nuestra fe!

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Miércoles 30 de mayo

Miércoles de la 8ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados.
El tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los letrados, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.
Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.
Les preguntó: ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
Jesús replicó: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: Lo somos.
Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Somos cristianos, queremos seguir a Jesús, sin embargo a veces estamos tan lejos de sus pensamientos y proyectos como los Zebedeos. Sabemos que tenemos que coger la cruz, pero buscamos triunfar al estilo del mundo. Hemos oído hablar mil veces de las excelencias del servicio, sin embargo, buscamos privilegios, puestos de honor, que se nos enaltezca entre nuestros compañeros de trabajo, entre nuestros amigos, en la familia.
“Señor, convierte nuestro corazón a ti”
“Contágianos tu modo de sentir, de pensar, de vivir”.

Los otros diez apóstoles se indignaron al escuchar a los Zebedeos. También están lejos de los pensamientos del maestro. Ante los errores de las personas, Jesús siente compasión, y nosotros nos indignamos.
“Señor, que nuestros pecados y fallos
nos ayuden a comprender al que se equivoca”

El que quiera ser grande, que sea el servidor de todos. Es fácil de entender, pero hay que plantearse cómo vamos a ser servidores. Y pedir la ayuda de Dios para serlo de verdad.

Nos has mostrado con tu ejemplo, Señor,
que es posible vivir para los demás.
Tu vida es un espejo fiel donde mirarnos
para descubrir cuánto nos falta cambiar
y cuánto todavía podemos dar a los demás.

Tú saliste a recorrer los caminos
para ir al encuentro del necesitado y el excluido.
Tú acogiste a los despreciados
y a los que todos marginaban y dejaban a un lado.
Tú atendiste las necesidades del pueblo,
sanaste sus enfermedades,
les enseñaste a compartir el pan,
y vivir unidos.
Tú ofreciste tu vida hasta el final,
hasta entregarla por amor y pura donación,
para que todos vivamos más y mejor,
y podamos alcanzar la vida verdadera.

Señor del servicio, muéstranos el camino
que lleva a darlo todo por los demás.
Ayúdanos a tener tus mismos sentimientos,
preocupaciones y opciones.
Haz que atendamos las necesidades, sufrimientos
y esperanzas de nuestro pueblo.
Haznos cercanos y hermanos de todos.
Enséñanos a vivir pensando primero en el otro,
enséñanos a vivir como verdaderos servidores,
dispuestos, generosos, alegres y fraternos
con todos, Señor, con todos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 29 de mayo de 2018

Martes 29 de mayo

Martes de la 8ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decirle a Jesús: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
Jesús dijo: Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más─casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones─, y en la edad futura, vida eterna.
Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Dejarlo todo es signo de nuestra entrega al Señor, pero antes que eso es un don de Dios. Él nos da la posibilidad de dejarlo todo. Es un don que tenemos que pedir y vivir en lo más pequeño de cada día.
            “Señor, danos el don de la pobreza y la disponibilidad”

Dios no se deja ganar en generosidad. ”El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre y madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué te ha dado Dios cuando has sido generoso con Él? ¿Que te dice Dios? ¿Qué le dices?

Podría seguir así, ir tirando más o menos..
¿Por qué complicarme la vida?
Tampoco es para tomárselo tan en serio, ¿no?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Quisiera no tener que elegir
no tener que tomar una decisión,
Preferiría no hacer una opción.
¿Para qué tanta exigencia?
Tampoco es para ponerse tan radical, ¿no?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Hasta aquí he llegado, y aquí me paro
A mí que no me despierten, estoy cansado.
Ya está bien ,¿no?, total… ¿para qué?
Pero tengo sed de Ti, Señor.

No quisiera renunciar a nada.
¿No sería mejor apuntarse a todo?
Sin decidirse por nada,
Sin arriesgar nada.
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Soy bastante religioso a mi manera.
Ni soy un santo de altar
ni una mala persona, creo yo.
Vamos, como todos, un tanto rutinario
Y no muy cumplidor, es verdad.
Pero tengo sed de Ti, Señor.

Señor, que la sed no me deje acomodarme
y me impulse a dejarlo todo, con confianza,
y a darlo todo por Ti, con gratitud.
Tú no te dejas ganar en generosidad
y nos pagas por anticipado el ciento por uno.

Señor, que la sed me conduzca a Ti,
a todas las personas que me necesitan,
y a la paz que busca mi alma.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 28 de mayo de 2018

Lunes 28 de mayo

Lunes de la 8ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
El replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobresasí tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios ! Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió: Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios.
Dios lo puede todo.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Poco sabemos de aquel que se acercó a Jesús. Pero se acercó a Jesús con la mejor intención. Le pregunta que tiene qué hacer para heredar la vida eterna, para vivir de verdad, para vivir plenamente. Estaba buscando y reconoce que Jesús es un maestro que puede ayudarle a encontrar lo que buscaba.
En este día, también nosotros decimos: ¿qué tenemos que hacer, Jesús?
Él nos dará la mejor respuesta.

Jesús se lo quedó mirando con cariño.

Sólo en tus ojos puedo leer
quién soy y lo que valgo,
mientras las demás miradas
me zarandean en el vértigo
del abismo o de las cumbres.

Solo en tus manos crecer
tiene el ritmo justo
del sol en el oriente
o de la madera en el tronco
bajo la cáscara cómplice,
mientras me quiere absorber
el instante digital
donde el vértigo seduce.

Solo tu presencia,
tus tiempos y tus ritmos,
sin ansia ni porfía,
despiertan mi secreto
de vida interminable,
donde mi futuro
brota de tu misterio
sin deudas y sin ancla.

Benjamín González Buelta, sj


Cumplía los mandamientos. No es poco. Sin embargo, no acaba de encontrarse satisfecho; busca algo más.. Jesús le propone: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobresasí tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme”. Pero no fue capaz de dar este paso decisivo.

Se va triste. Ha descubierto cuál es el camino de la Vida y no tiene fuerzas para seguirlo. Le atan demasiadas riquezas. También a nosotros nos pasa: en ocasiones vemos claro el camino, pero nos flaquea la voluntad.

Jesús, hoy me acerco y me encuentro ante Ti
tus propuestas me parecen inalcanzables, como al joven rico y los apóstoles
Siento que la propuesta del Evangelio está demasiado alejada de lo que yo puedo hacer,
que en la vida real no se puede vivir con esa radicalidad.
A veces tengo la sensación que no voy a poder vivir plenamente tu Evangelio.

Jesús, miraste con cariño a aquel joven rico y me miras a mí
Cuando me miras, sabes lo que necesito para seguir creciendo,
sabes de mis capacidades y de mis limitaciones,
sabes de lo que yo puedo llegar a hacer y a ser.
Me animas a ir siempre un paso más allá
y me lo pides con cariño,
sabiendo de los que soy capaz, confiando en mí.
Que yo sepa mirarme también con cariño y con confianza.

Salir del terreno conocido me asusta, Señor.
No me resulta fácil desprenderme de todo lo que me da seguridad.
riquezas, ideologías, lazos afectivos, pequeñas costumbres que he de cambiar.
Te presento mis resistencias y dificultades para seguirte.

Ayúdame a superarlas, Jesús.
No siempre me puedo apoyar en mi fuerza de voluntad
o en el suelo firme que ya piso
Solo tu mirada y tu aliento puede tirar de mí.
No me quiero alejar de Ti, triste, como el joven rico.
Que tus deseos y los míos se vayan acercando cada día más
y pueda experimentar que, con tu ayuda, todo es posible.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 27 de mayo de 2018

Domingo 27 de mayo

Santísima Trinidad B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 28, 16‑20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» 

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es el Hijo de Dios, el Hijo que se ha hecho humano, pobre, pequeño, vulnerable. para manifestarnos el amor del Padre y la fuerza del Espíritu Santo. Tanto amó Dios al mundo...
            “Gracias, Jesús, por revelarnos el corazón amoroso del Padre,
              gracias porque Tú nos has mostrado el camino de la vida,
              gracias por ofrecerlos tu misma fuerza, tu mismo Espíritu”

Jesús nos ha descubierto que Dios no es en sí mismo un ser solitario, individualista... Dios es familia, es comunidad, es Trinidad.
            “Perdona y cura nuestras actitudes individualistas, egoístas”
            “Ayúdanos a aportar lo mejor de nosotros mismos
              en nuestra familia, en la parroquia, en la sociedad”

Aunque nunca podremos entender del todo cómo es Dios, sabemos que en la Trinidad las tres personas son distintas, pero tienen la misma dignidad. Son tres personas tan unidas, tan compenetradas, que son un único Dios.
            “Señor, enséñanos a respetar el modo de ser de cada uno,
              a tratar a todas las personas conforme a su dignidad
              y a trabajar por la unidad, por la paz, allá donde vivamos”

La Trinidad es una comunidad abierta. En esta comunidad todos cabemos. Es más: el Padre ha enviado a su Hijo Jesús y al Espíritu para invitarnos a compartir el amor, la alegría, la paz, la comunicación del Dios-Trinidad.
            “Gracias Señor por abrirme las puertas de tu corazón”
            “Ayuda a la Iglesia y a las familias a permanecer abiertas”
            “Danos tu Espíritu para invitar a todos a acercarse a ti”

Dios Padre,
tu querer da la vida
–el espacio, el aire, el cuerpo–
a todo lo creado,
a nosotros también aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta descansar en tu regazo.

Dios Hijo,
en tu palabra bulle la vida
que ayuda y consuela siempre al hermano;
se hace carne para el hambriento
y bebida para el sediento,
santifica y alegra nuestra vida
y es viático en nuestro vagar
hasta descansar en tu regazo.

Dios Espíritu Santo,
tu presencia es la brisa
que empuja la historia,
y a todos nosotros,
hacia la plenitud,
dándonos paz, justicia, verdad y amor;
tu brisa y nuestra historia nos llevan
a buscar la plenitud en tu regazo.

Florentino Ulibarri

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Ser uno mismo
y estar en los otros.
Vivir en una soledad
poblada.
Forjar vínculos
indestructibles.
Abrazar sin invadir.
Amar sin anular.
Comunicar sin agotar.
Ser uno mismo
Ser nosotros.
Crear mundos,
inspirar sueños,
restañar heridas.
Desplegar la vida
en el tiempo.
hablar en el trueno
y el susurro,
ser batalla sin muertos.
Somos imagen
del Dios de los encuentros.

José María Rodríguez Olaizola, sj



4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 26 de mayo de 2018

Sábado 26 de mayo

Sábado de la 7ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 13-16

En aquel tiempo, presentaron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios.
Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es feliz en medio de los que no cuentan. En aquel momento y en aquella tierra los niños eran poco más que una propiedad del padre.
            “Señor, enséñanos a amar a todos, especialmente a los últimos”

Quizá los discípulos piensan que los niños van a ser un estorbo para poder estar tranquilamente con Jesús. Sin embargo, la realidad que el Maestro pone de manifiesto es otra bien distinta: los discípulos son un estorbo para que los niños se encontraran con Él.
            “A veces soy un estorbo para que otros se encuentren contigo,
             perdóname y enséñame a atraer a todos hacia ti.

De los que son como los niños es el Reino de los cielos. Los niños se saben necesitados, saben pedir con humildad, disfrutan de las pequeñas alegrías, inspiran ternura...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre,
quiero despojarme, Señor, de mis pretensiones y vanidades;
también, Señor, quiero traspasar mi propia culpa
y entrar a tu casa desnudo,
meterme en tu corazón como un niño.
Quiero mirarte a los ojos suplicándote
confiadamente.

Quiero, Señor, y deseo apoyarme sólo en tu amor,
descansar en tu amor
y llenarme de la alegría de haber hallado tu amor.
Tu amor es la casa que me tienes preparada;
he sentido tu invitación
y entro en ella sin que me avergüence mi pecado;
sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi vida.

Tú nunca me vas a echar,
sólo me pides que crea en tu amor,
que me atreva a vivir en tu amor,
Que nunca me falten la humildad y la confianza de los niños;
para que el orgullo y los desengaños nunca me separen de ti
y pueda amarte con todo el corazón
y compartir tu amor con los más pequeños. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 25 de mayo de 2018

Viernes 25 de mayo

Viernes de la 7ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 1-12

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba.
Se acercaron unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? El les replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron: Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo: Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto.
Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer.
Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne.
Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
El les dijo: Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera.
Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

En la tierra y el tiempo de Jesús, el esposo podía echar de casa a su mujer, en cualquier momento, abandonándolas a su suerte. Este derecho se basaba, según la tradición judía, nada menos que en la Ley de Dios. Algunos defendían que sólo se podía repudiar a la mujer en caso de adulterio; otros defendían que bastaba que la mujer hiciera cualquier cosa «desagradable» a los ojos de su marido.
En algún momento, está discusión llegó hasta Jesús: ¿Puede el hombre repudiar a su esposa? Su respuesta desconcertó a todos. Las mujeres no se lo podían creer. Por fin alguien las trataba conforme a su dignidad. Según Jesús, si el repudio está en la Ley, es por la dureza de corazón de los varones. Dios creó al varón y a la mujer para que fueran «una sola carne». Los dos están llamados a compartir su amor, su intimidad y su vida entera, con igual dignidad y en comunión total. De ahí el grito de Jesús: «lo que ha unido Dios, que no lo separe el varón.

En nuestra sociedad del siglo XXI, las palabras de Jesús siguen sorprendiendo, no por afirmar la igual dignidad del varón y la mujer, que al menos teóricamente ya tenemos asumida. Ahora estas palabras son escandalosas por afirmar que el matrimonio no se puede romper. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Las palabras de Jesús son claras respecto al matrimonio. La doctrina de la Iglesia respecto a este sacramento no es un invento, como a veces los mismos cristianos podemos pensar. Y las palabras de Jesús son siempre camino de felicidad y de vida. Damos gracias a Dios por la luz de su Palabra.
Damos gracias a Dios por los matrimonios que trabajan, se esfuerzan y piden a Dios fuerza para vivir unidos como Dios quiere.

Pedimos por aquellas familias que sufren situaciones difíciles y se tambalean.

Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.

Te pedimos humildemente por todas las familias, especialmente por las que sufren. Descienda, Señor, sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.

Que en la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.

Que tu Espíritu de Amor, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.