martes, 3 de enero de 2017

Martes 3 de enero

3 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 29‑34

Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
—«Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo:
—«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me c dijo:
"Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo."
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan huye del protagonismo. Aunque intenten ponerlo en el centro, él se coloca a un lado. Juan desaparece del primer plano de la escena y deja paso a Jesús. En cambio, en muchas ocasiones buscamos el protagonismo, queremos ser el centro del grupo donde estamos. ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de Juan? ¿Qué le dices?

B. Juan da testimonio de Cristo, anuncia que él es el Mesías, el único que puede salvar. También nosotros estamos llamados a dar testimonio de Jesús. Y para dar testimonio de Jesús hay que dejarse salvar por él. Si no te sientes salvado por Jesús ¿cómo vas a anunciar que él es el Salvador? Si no intentas escuchar y seguir su enseñanzas ¿cómo vas a anunciar que él es la verdad y el camino de la vida?
     "Gracias Señor porque tu amor me salva"
     "Hazme sentir la alegría de ser salvado por ti"

C. Juan relaciona directamente a Jesús con el Espíritu: Jesús bautizará con Espíritu y el Espíritu desciende sobre Jesús. El Espíritu es la fuerza más profunda de Jesús. Y tendría que ser la fuerza que moviera nuestra vida. Tendríamos que aprender de los pájaros que normalmente buscan las corrientes de aire que les impulsen, para poder avanzar más rápido y con menos esfuerzo. Tendríamos que descubrir por donde sopla el viento del Espíritu y dejarnos mover y conducir por él.
     "Espíritu Santo, penetra en mi corazón"
     "Conduce mi vida por tu camino"

Dicen por ahí 
que si hay Dios está lejos 
que el amor no funciona, 
que la paz es un sueño 
que la guerra es eterna, 
y que el fuerte es el dueño
que silencia al cobarde
y domina al pequeño. Pero un ángel ha dicho 
que está cerca de mi 
quien cambia todo esto, 
tan frágil y tan grande, 
tan débil y tan nuestro.

Dicen que está en las calles, 
que hay que reconocerlo
en esta misma carne, 
desnudo como un verso, 
que quien llega a encontrarlo 
ve desvanecerse el miedo, 
ve que se secan las lagrimas 
ve nueva vida en lo yermo. 
Dicen por ahí 
que si hay Dios esta lejos, 
pero tu y yo sabemos, 
que está cerca, en tu hermano, 
… y esta en ti, muy adentro

José María R. Olaizola sj.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 2 de enero de 2017

Lunes 2 de enero

2 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 19‑28

Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron
desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: —«¿Tú quién eres?»
El confesó sin reservas: —«Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: —«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: —«No lo soy.»
—«¿Eres tú el Profeta??»
Respondió: —«No.»
Y le dijeron: —«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
El contestó: —«Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta  Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: —«Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: —«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de  mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En medio de vosotros hay uno que no conocéis. El Hijo de Dios ha plantado su tienda entre nosotros y no acabamos de darnos cuenta. Hay que abrir los ojos del corazón para descubrirle en nosotros mismos, en las personas que viven a nuestro alrededor, en cada acontecimiento de la vida, más o menos importantes.

Señor, Tú eres Enmanuel, Dios-con-nosotros,
Plantaste tu tienda en esta tierra hace 2000 años
y no la has levantado ni la levantarás jamás.
Vives en nuestras casas, calles y veredas.
Eres el Dios humano, cercano, solidario, íntimo,
que haces posible lo imposible con la fuerza de tu amor.

Señor, danos la mirada de fe de Juan Bautista,
para descubrirte y reconocerte en la vida,
en mis gozos y esperanzas, en mis tristezas y angustias,
en los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias
de los que sufren y de todas las personas.
Qué sepamos verte y oírte, sentirte y tocarte.

Señor, danos la valentía de Juan Bautista,
para gritar con palabras y obras de amor:
“en medio de vosotros hay uno que no conocéis”;
para que sepamos mostrar tu presencia,
a quienes te buscan a ciegas y no te encuentran,
a los que te necesitan, aunque no lo reconozcan.

Señor, gracias por compartir nuestra vida,
gracias porque quieres encontrarte con nosotros,
gracias por la alegría de anunciar a otros tu presencia.

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Cuando menos lo esperas
Dios toma la iniciativa
y, estemos preparados o no,
se cuela en nuestra vida
por la puerta delantera o la trasera.

Cuando menos lo esperas
alguien te mira y saluda,
y te entrega tanta vida y vida
que te embarazas, sin que te fuerce,
y cambia tu suerte para siempre.

Cuando menos lo esperas
encuentras la ternura y las caricias
que sueñas y demandas día a día;
y, muchas veces, quien te las regala
sufre, llora y camina con heridas.

Cuando menos lo esperas
descubres niños sin horizonte,
emigrantes en paro y sin papeles,
pateras que surcan los mares,
y un mundo de pobres, casi ausentes.

Cuando menos lo esperas
Dios entra en nuestra historia
por los reversos y las fronteras,
toma el nombre de Emanuel
y anhela nuestra presencia.

Y cuando lo esperas con ansia
y ternura, como estos días,
también Dios busca tu compañía
como buscó a José y María,
y gozas embarazos y partos de vida.

Florentino Ulibarri


B. Como el Bautista estamos llamados a anunciar la presencia de Dios en el mundo. Dios está, está siempre, hasta en las circunstancias más adversas, más difíciles, aunque nos cueste encontrarlo. Sólo cuando nosotros lo descubramos, lo podremos anunciar a otros.
     "Dame Señor una mirada atenta y profunda"
     "Dame sabiduría para anunciarte"

C. Para anunciar la presencia de Dios en el mundo, tenemos que actuar y hablar como lo hace Dios desde Belén: desde la pobreza, la humildad, la ternura, la sencillez, el amor... ¿que le dices a Dios?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 1 de enero de 2017

Domingo 1 de enero

Santa María, Madre de Dios

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 16‑21

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a Maria y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Seguimos contemplando el portalico de Belén. Y hoy, sin perder de vista al niño, fijamos nuestra atención en su madre, María. Imagina que tú eres uno de los pastorcillos recién llegados al establo y dirige tus ojos a María. Déjate contagiar de su alegría, de su ternura, de su delicadeza, de su mirada...

B. Como tantas veces, María conservaba todo y lo meditaba en su corazón. María no puede asimilar tantas emociones, tantas emociones, tantas palabras... y lo guarda en su corazón, para rumiarlo con tranquilidad, para buscar el sentido de todo, para seguir adivinando lo que Dios quería de ella... ¿Qué te dice Dios a través de esta actitud de María? ¿qué le dices?

C. Hoy es la jornada mundial de oración por la paz. Pedimos la paz para nuestro mundo, para nuestras familias, para nuestra sociedad...  Revisamos y pedimos perdón por nuestras actitudes violentas. Nos planteamos cómo podemos ser constructores de paz en nuestros ambientes con la fuerza del Espíritu Santo.

Al estrenar el año, queremos desearnos lo mejor. También Dios nos felicita. Apoyándonos en las lecturas de la Misa de hoy, bien pudiera ser ésta la felicitación de Año Nuevo de nuestro Dios:

Yo te creé por amor en las entrañas de tu madre.
Te protegeré en el año nuevo y todos los días de tu vida.
No temas, porque no me alejaré de ti, mis pasos no se separarán de los tuyos.
Te protegeré, hasta cuando tú no me sientas cercano.
Te protegeré, también cuando te alejes de mí.
Te protegeré cuando hagas daño a tus hermanos, mis hijos, y me hagas sufrir.
Te protegeré incluso cuando te sientas probado y machacado.
Te protegeré hasta cuando veas sufrir con impotencia a las personas que quieres.
Siempre estaré contigo. Te lo prometo. No seas orgulloso. Acércate a mí. Déjate proteger.
Y haz con tus hermanos lo mismo que yo hago y haré contigo.

En este nuevo año yo te bendigo, digo bien de ti.
Te digo que tú eres importante para mí, vales mucho ante mis ojos.
Te digo que tú eres, pobre criatura, mi hija amada, mi hijo querido.
Te digo que en tu corazón no anida sólo la venganza y el egoísmo;
en tu corazón está el mismo Espíritu Santo, que te recuerda que tú eres mi hijo,
que te anima a rezar, a llamarme: Padre, papa, querido papá.
Te bendigo y te pido que hables bien de mí, en tu familia y con tus amigos.
Guardarte de la crítica, no maldigas, habla bien de tus hermanos, aunque se equivoquen.

En este nuevo año, yo seguiré fijándome en ti.
Nunca dejaré de mirarte. Te miraré con cariño, con comprensión.
Te miraré, como una madre mira a su hijo recién nacido.
Te miraré, como un padre que espera que su hijo le diga “papá”
Te miraré, para que siempre que vuelvas tus ojos hacia mí
encuentres los míos mirándote, sonriéndote, acogiéndote, amándote.
Mírame como un niño, feliz y seguro, cuando su padre lo mira.
Y mira con amor a tus hermanos, especialmente a los que no se sienten queridos.

En este año nuevo, te seguiré concediendo mi favor:
muchas personas buenas te ayudarán y te amarán.
Cuando te rodee la mentira, te ayudaré a madurar, a crecer como persona y como cristiano.
Seguiré ofreciéndote mi Palabra, la palabra de la vida y la felicidad.
Seguiré regalándote mi Iglesia, tan pobre como necesaria, para que me sigas.
Seguiré alimentándote con el Cuerpo de mi Hijo, con su amor.
Seguiré saciando tu sed con su sangre, con su vida entregada.
Seguiré perdonando con misericordia tus pecados y errores.
Te daré todo lo mejor que tengo. Yo mismo seré tu regalo.
Acércate a mí, para que yo pueda seguir concediéndote mi favor.

Y comparte todo lo que yo te doy con tus hermanos.
En este año nuevo seguiré concediéndote la paz,
la paz de tu corazón, de tu familia, de la Iglesia, del mundo… para siempre.
Seguiré concediendo el don de la paz, a pesar de que demasiadas veces no es bienvenida.
Seguiré ofreciendo la paz con paciencia hasta que todos busquéis la justicia,
hasta que todos sepáis perdonar y vivir reconciliados,hasta que todos viváis en paz.
Acoge mi paz. Busca la justicia. Sé pacífico y pacificador.
Da a cada uno lo que necesita para vivir con la dignidad.

En este año nuevo, seguiré diciéndote:
Ahí tienes a tu madre, la madre de mi hijo Jesús, vuestra madre.
Junto a ella será más fácil acercarte a mí.
Junto a ella será más fácil bendecir y sentir mi bendición.
Junto a ella será más fácil que tu rostro se ilumine con mi mirada.
Junto a ella será más fácil sentirte favorecido y querido por mí.
Junto a ella será más fácil vivir en paz conmigo, con tus hermanos, con amigos y enemigos.
Junto a ella será más fácil ser instrumento de mi paz.

De parte de tu Padre, Dios, que te quiere, FELIZ AÑO NUEVO.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Sábado 31 de diciembre

31 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
—«Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesucristo es la Palabra. Dios es Palabra, es comunicación, es relación. Las personas, creadas a su imagen y semejanza, estamos llamadas a relacionarnos, a comunicarnos con Él y con los hermanos. No podemos crecer como personas y como cristianos aislados. ¿Cómo cultivo las relaciones con Dios y con el prójimo? ¿son verdaderas, constructivas, sinceras? ¿Qué le dices a Dios?

B. Vino a su casa y los suyos no la recibieron. El mundo es la casa de Dios. Tu corazón y el de cada persona es la casa de Dios. La casa que Él ha hecho y en la que ha querido vivir para llenarla de luz y calor. En estos días de Navidad, en este año que acaba ¿cómo has acogido a Jesús? ¿qué le dices?

C. A cuantos recibieron la Palabra, les da poder para ser hijos de Dios. El Hijo de Dios se ha hecho nuestro hermano, para que todos seamos hijos de Dios. No estamos llamados solamente a saber que somos hijos de Dios, estamos llamados a sentirlo y a vivirlo. Dios es tu Padre, tu Madre, te ama entrañablemente. Dios susurra a tu corazón continuamente: "Tú eres mi hijo". Ojalá que tus labios, tu corazón y tu vida susurren a Dios "Tú eres mi Padre, mi Madre". Contempla a Jesús recién nacido y silencia tu corazón para escuchar el susurro de Dios. Dile lo que sientes.

La Palabra se hizo carne,
para hablar en gestos
y profetizar amores.

Se hizo frágil,
para romper certidumbres
y derribar fortalezas.

Se hizo niño
para crecer aprendiendo
y enseñar viviendo.

Se hizo voz,
en el llanto de un crío
y en las promesas de un hombre.

Se hizo brote
que en el suelo seco
apuntaba hacia la Vida.

Se hizo amigo
para anular soledades
y trenzar afectos.

Se hizo de los nuestros
para enseñarnos
a ser de Dios.

Se hizo mortal,
y atravesando el tiempo
nos volvió eternos.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


Antes de comenzar el nuevo año, podemos dar gracias por todas las personas y acontecimientos positivos del año viejo, para cargarnos de energía; y pedir perdón por lo que no hicimos bien u ofrecerlo a quienes nos hicieron daño, para liberarnos de pesos muertos:

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI. Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir. Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo. También perdón por no corresponder a tu amor, por la oración que poco a poco fui aplazando. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 30 de diciembre de 2016

Viernes 30 de diciembre

30 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2,36‑40

En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es todavía un niño, un niño débil, indefenso, amenazado... pero Ana, hija de Panuel, comienza a dar gracias a Dios y a hablar del niño Jesús a cuantos esperaban la liberación de Israel. La oración y los ayunos habían afinado tanto la sensibilidad de esta mujer que es capaz de darse cuenta de que aquel niño es el Enviado de Dios para liberar a su pueblo.

Si rezásemos más y ayunemos de todo aquello que nos aleja de Dios, también nosotros sabríamos descubrir la presencia de Dios en nuestro mundo, en nuestra vida.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

La gracia de Dios acompañaba a Jesús. La gracia de Dios te acompaña a ti para que crezcas cada día más en entrega, en felicidad, en esperanza, en sabiduría, en fe...
            “Señor, acompáñame, aunque a veces te olvide”
            “Ayúdanos a descubrir tu cercanía”
            “Enséñanos a ser buenos acompañantes”

Donde acaba la ciudad
y empieza el miedo,

donde terminan los caminos
y empiezan las preguntas,

cerca de los pastores
y lejos de los dueños,

en el calor de María
y en el frío del invierno,

viniendo de la eternidad
y gestándose en el tiempo,

salvación poderosa para todos
en una fragilidad recién nacida,

liberador de todos los yugos
atado a un edicto del imperio,

rebajado hasta un pesebre de animales
el que a todos nos sube hasta los cielos,

nació el Hijo del Padre,
Jesús, el hijo de María.

Sólo abajo está el Señor del mundo
que nosotros soñamos en lo alto.

Aquí se ve la grandeza de Dios
contemplando la humildad de este pequeño.

Aquí está la lógica de Dios,
rompiendo el discurso de los sabios.

Aquí ya está toda la salvación de Dios
que llenará todos los pueblos y los siglos.

Benjamín González Buelta, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Jueves 29 de diciembre

29 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 22-35

Cuando llegó el tiempo de la purificación de María según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la Ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor» y para entregar la oblación, con lo dice la ley del Señor: «Un par de tórtolas o dos pichones».
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo. Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres, para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
"Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz; porque Mis ojos han visto a tu Salvador a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.»
José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: «Mira: Este está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de Muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Simeón aguardaba el Consuelo de Israel. Llevaba esperando muchos años, quizá toda su vida. Esperaba en Dios, esperaba en las promesas que Dios había hecho al pueblo, esperaba al Mesías, esperaba...  Y nosotros ¿esperamos? ¿o queremos las cosas ya, en el momento en el que las deseamos? Tenemos demasiada prisa. Sin embargo, el crecimiento personal y la relación con Dios y con los hermanos requieren tiempo, crecen en la espera.

B. Hay deseos y deseos... Simeón esperaba ver al Mesías. Y a ti ¿qué te gustaría ver? ¿qué esperas con todo el corazón? A veces, nuestros deseos son mezquinos. Pedimos a Dios que purifique y ensanche nuestros deseos.

C. "Luz para alumbrar a las naciones". Jesús es la luz. Y nosotros cristianos queremos vernos y ver la realidad con la luz de Jesús, desde su evangelio. Sin embargo, en muchas ocasiones utilizamos luces bien distintas...

Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.

Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían en Ti toda su confianza,
cumplían tu voluntad, observaban la ley.

Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas,
no dejes que tenga otro Dios fuera de Ti
y ayúdame a vivir siempre atento a Ti y a tu palabra.

No permitas que confíe demasiado en las personas,
ni siquiera en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti.

Ayúdame  a estar siempre disponible para caminar hacia Ti,
para compartir todo lo que tengo con total generosidad,
sin dejarme atar por ninguna propiedad.

Dame sabiduría y fuerza para ser libre de verdad,
para renunciar a todo lo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Miércoles 28 de diciembre

Santos Inocentes

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 2,13-18

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
-«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:
«Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:
«Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Jesús, María y José también fueron emigrantes, refugiados…

Cuando acabaste la creación
dicen que dijiste firmemente
a los cuatro puntos cardinales:

Que todo el mundo viva feliz,
en paz, libremente y con dignidad,
en la tierra que le vio nacer.

Que si alguien abandona su país
no sea porque muere de injusticia y hambre.
sino por conocer otros paraísos terrenales.

Que siempre, y en todo lugar,
se respeten los derechos de las personas,
sean del color y condición que sean.

Que nadie esclavice a su semejante
y nadie se haga esclavo de nadie,
pues yo os he creado hermanos y libres.

Que nadie se arrogue el derecho
de ser ciudadano y dar a otros papeles,
pues todos sois iguales y muy diferentes.

Y dicen que, como casi siempre,
muchos jugamos a ser dioses
o, simplemente, señores prepotentes.

Y otros muchos tuvieron que salir,
y ser emigrantes sin papeles,
con mucha injusticia y hambre.

Y dicen que dijiste más firmemente:
Pues no me voy de esta tierra,
y seré uno más entre los emigrantes.

Padre/Madre, que estás en esta tierra:
rompe nuestros miedos e imágenes tuyas
para que tu proyecto siga adelante.

Florentino Ulibarri

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Nada más nacer,
y ya en el camino,
su techo es el cielo,
la tierra es el lecho
que guarda los sueños,
de un hombre sencillo
de una mujer buena
de un recién nacido.
Detrás, a lo lejos,
violencia en las calles
nacida del miedo.
Dolor en las vidas
de tanto inocente.
Víctimas sin culpa,
llantos sin consuelo.
El constante juego
de los poderosos
cobrándose el diezmo
de los más pequeños.

Volverás de Egipto
rasgarás el muro
que divide al hombre
que provoca duelos,
le darás la vuelta
al maldito ciclo
de tanta barbarie,
de tanto desierto
donde nada crece.

Brotarán, de nuevo,
esperanzas altas,
amores perpetuos,
humanas caricias,
profundos anhelos
que desde la entraña
llaman a lo eterno.
Ahora duerme, niño,
que de tu suspiro
pende el universo.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj


B. Herodes teme perder su poder. Teme que un niño pobre, recién nacido, le arrebate su corona. Y para no perder su sillón es capaz de acabar con todos los niños pequeños del país. La historia se repite. La repetimos. Podemos hacer mucho daño a personas inocentes, cuando nos sentimos atacados.

Señor, contemplamos tu bondad y tu ternura,
en la pobreza y humildad del portal de Belén.
Y nuestro corazón se llena de paz y alegría.

Pero hasta la ternura a veces es mal recibida.
Herodes te recibió con miedo y violencia.
Tu bondad resultó peligrosa para muchos
y acabaste colgado en el madero de la cruz.

Nos parece increíble, pero esto sigue pasando:
muchas personas que aman son incomprendidas,
porque su bondad supone una denuncia de la maldad,
porque preferimos la mediocridad a la santidad.

Señor, no dejes que otros paguen mis temores y enfados,
Perdona el mal que hacemos a muchas personas buenas.
Danos fuerza para compensar con amor nuestros errores
y para defender a los Santos Inocentes de este tiempo.


C. En nuestras sociedades  ”avanzadas” muchos niños inocentes siguen muriendo, en las guerras, en las hambrunas de tantos países; algunos ni siquiera tienen la oportunidad de gritar, de llorar, víctimas del aborto.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.