sábado, 9 de enero de 2016

Sábado 9 de enero

9 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 45‑52

Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar. Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra.
Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado.
Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: —«Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.»
Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. El miedo paraliza, no deja crecer, si no se supera. A veces tenemos miedo incluso de las personas que queremos, hasta Jesús nos PUEDE parecer un fantasma. ¿cuáles y cómo son tus miedos?
    
B. Jesús nos repite, no se cansa de decirnos: "Animo, soy yo, no tengáis miedo". Dejemos que resuenen estas palabras en el corazón.

C. El remedio contra el miedo es la fe, y el alimento de la fe es la oración: "se retiro a la montaña a orar".
     "Creo, Señor, pero aumenta mi fe"
     "No me dejes caer en la pereza para rezar"

Yo te amo, Señor, porque estás conmigo.
Tú eres como peña segura, como un alcázar.
Tú eres mi liberador, mi roca, mi refugio.
Eres mi fuerza salvadora, el escudo que me protege.
Cuando me siento en peligro,
cuando me cerca el mal y la mentira
tendiéndome sus redes, tú, Señor,
escuchas mi llamada y das respuesta a mi súplica.
Tú eres, Señor, el único que permanece.
Todo pasa, todo se acaba, todo tiene muerte.
¡Sólo tú vives para siempre!
Por eso, Señor, he puesto mi confianza en ti.


Señor, tú enciendes mi lámpara;
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
Fiado en ti me meto en la lucha,
fiado en ti asalto las dificultades.
Vale la pena andar por tu camino.
Por lo grande que has sido conmigo,
te doy gracias en medio de los hombres,
porque me acompañas siempre y me vistes de poder
en la fuerza de tu Espíritu, te doy gracias.
No tengo miedo, me siento seguro en ti.
Tú eres el valor y el ánimo de mi lucha.
Tú eres, Señor, Dios que salva.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 8 de enero de 2016

Viernes 8 de enero

8 de enero

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 6, 34-44

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: - «Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
El les replicó:- «Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron: - «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo: - «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron: - «Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta.
Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces.
Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces.
Los que comieron eran cinco mil hombres.


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. El Evangelio de hoy nos ayuda a entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad: Dios viene porque se da cuenta de nuestras necesidades, porque tiene compasión de nosotros.

Señor Jesús, tienes compasión de los que no te encuentran y te acercas a todos,
Tienes compasión de los que te tememos y te haces pequeño.
Tienes compasión de los que somos demasiado duros y te manifiestas como ternura.
Gracias, Jesús.

Tienes compasión de los que tenemos hambre y te conviertes en pan de vida.
Tienes compasión de los que no te entendemos y te haces Palabra.
Tienes compasión de los que nos sentimos solos y perdidos y te haces nuestro compañero de camino.
Gracias, Jesús.

Tienes compasión de los que sufren en su cuerpo o su alma y te presentas como nuestro médico y medicina.
Tienes compasión de los que somos perezosos para servir y te haces nuestro esclavo.
Tienes compasión de los que pecamos y cargas con las consecuencias de nuestros errores.
Gracias, Jesús.

Tienes compasión de los que nos cuesta entregarnos y te ofreces por nosotros en la cruz.
Tienes compasión de los que tenemos la muerte y con tu resurrección abres las puertas de la Vida eterna.
Tienes compasión de los somos cobardes y miedosos y nos regalas la fuerza de tu mismo Espíritu.
Gracias, Jesús.


B. Y nosotros, ¿vemos las necesidades de los hermanos, tenemos compasión, actuamos?

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 3 de enero de 2016

Domingo 3 de enero

2º domingo después de Navidad

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 1, 1‑18

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado ha conocer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. La Palabra de Dios nos recuerda el acontecimiento que celebramos, no vaya a ser que se nos olvide: Dios se ha hecho carne. Se ha hecho hombre para que nosotros seamos divinos, ha venido a las tinieblas para que tengamos su luz, se ha hecho mortal para darnos vida eterna, se ha hecho nuestro hermano para que seamos hijos de Dios. Y acogerlo no es cosa de un día. ¿Quieres seguir acogiéndolo? ¿Qué le dices?

B. Jesús es la Palabra. En la Palabra había vida. Jesús nos trae vida, vida abundante, vida eterna... vida para ti, para todos. Acoger a Jesús es acoger la vida. Anunciar a Jesús es ofrecer vida.
     "Señor, gracias por compartir tu misma vida"
     "Dame sabiduría y fuerza para llevar tu vida a los hermanos"

C. La Palabra es la luz de los hombres. La luz de Jesús, de su evangelio nos ayuda a ver distinto, a ver con más claridad, a ver con más amor, con más esperanza. Con la luz de Jesús nos comprendemos y conocemos mejor.
     "Gracias Señor por tu luz, por la luz de tu Palabra"
     "Señor, que tú seas siempre nuestra luz"

Jesús, Tú eres la Palabra eterna de Dios
la Palabra que nos crea y nos sostiene cada día,
la Palabra que nos descubre la sabiduría,
la Palabra que nos trae la luz y la vida de Dios,
la Palabra que nos declara hijos e hijas del Padre.

Jesús, Tú eres la Palabra de Dios hecha carne,
Tú sigues presente en la carne,
en la carne dolorida de los enfermos,
en la carne debilitada del hambriento,
en la carne agotada del anciano,
en la carne palpitante del niño,
en la carne cercana del amigo,
en la carne cálida de unos padres,
en la carne amada del esposo o la esposa...

Vienes a tu casa, a nuestra casa y a veces no te recibimos.
¿Qué nos pasa, Señor? ¿Estamos ciegos?
¿Somos demasiado orgullosos para aceptar tu amor?
¿Preferimos vivir sin un Padre que nos cuide?

Pero, Tú sabes, Jesús, que en el fondo queremos acogerte,
porque sólo Tú tienes palabra de vida eterna,
porque tu luz nos ayuda a vernos y a ver mejor,
porque tu amor nos permite gozar y sufrir con esperanza,
porque nuestro mundo necesita tu Palabra, tu luz y tu vida.
Danos un corazón humilde y confiado, que sepa acogerte.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Domingo 27 de diciembre

Sagrada Familia C

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 2, 41‑52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
—«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
 de mi Padre?»
 Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En la convivencia de cada día surgen, aunque no se pretendan, malentendidos... hasta en la sagrada familia. Tenemos que aprender a aceptarlos ya a saberlos “gestionar” adecuadamente, sin dramatizar, confiando en la buena voluntad del otro. Pedimos por las familias que no saben superar los malentendidos, que sufren el drama de la desunión.

B. La Sagrada Familia aprende desde el principio a confiar en Dios a pesar de las dificultadas y sufrimientos. María y José se dan cuenta de que estar cerca de Dios no es una pararrayos que aleja el sufrimiento y el mal. Pero, estar cerca de Dios nos ayuda a vivir con esperanza cualquier cruz.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

C. En este día, damos gracias por nuestra familia, por todo lo que Dios nos ha dado a través de ella. Pedimos por todas las familias, especialmente por aquéllas que sufren problemas económicos, enfermedad, falta de entendimiento...

Dios y Padre santo, autor del universo, que creaste al hombre y a la mujer a tu imagen, Tú bendices y multiplicas el amor de nuestras familias.
Te pedimos humildemente por todas las familias, especialmente por las que sufren. Descienda, Señor, sobre ellas tu bendición y la fuerza de tu Espíritu.

Que en la alegría te alabemos, Señor, y en la tristeza te busquemos; en el trabajo encontremos el gozo de tu ayuda y en la necesidad sintamos cercano tu consuelo.

Que la Comunión contigo, Señor, transforme nuestra vida y nuestras familias den buen testimonio de esperanza, fe y solidaridad con los pobres.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Domingo 20 de diciembre

Domingo de la 4ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 1,39-45

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. María ha recibido la visita del ángel de Dios. No sería difícil imaginar que, después de esta experiencia, quedara ensimismada, pensado todo el día en lo ocurrido, al margen de cualquier cosa que ocurriera a su alrededor. Sin embargo, no es así. El encuentro con Dios  no la despreocupa de los problemas y necesidades de las personas. Al contrario maría corre, fue aprisa a la montaña...
     "Perdona mi despreocupación de los problemas de los hermanos"
     "Dame, Señor, un corazón sensible"
     "Gracias Jesús por las personas que expresan la fe en el servicio"

B. María e Isabel son dos mujeres creyentes. Las dos han experimentado en sus vidas el poder maravilloso de Dios. Y cuando se encuentran comparten su vivencia llenas de alegría. La fe es una experiencia personal, no cabe duda; pero cuando se comparte, cuando se pone en común, crece, alegra más el corazón...
     "Dame Señor hermanos, para compartir el regalo de la fe"
     "Gracias Señor por las personas que han compartido conmigo la aventura de su fe"
     "Perdona Jesús mis actitudes individualistas"

Señor, dame unos pies ligeros y unas manos abiertas, para servir a quién lo necesite, como los María. Que no deje para mañana el bien que pueda hacer hoy.

Gracias por las personas acogedoras, como Isabel. Gracias por las personas que me aman y se alegran al verme. Gracias por los que saben abrazarme, escucharme y hacerme sentir muy especial. Gracias por las personas que confían en mí.

Señor, gracias por las personas con las que puedo compartir la fe, en las que puedo comprobar que mi fe no es una locura, en las que puedo apoyar mi fe pequeña y débil, con las que puedo disfrutar la alegría de sentirnos tocados por tu amor. Amén.

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Hoy, Señor, queremos cantarte
con nuestra voz humana,
con nuestras palabras torpes y libres
y nuestro lenguaje de calle,
que Tú tan bien entiendes,
porque la comunicación es posible.

Por ser viajeros del tren de la vida,
por haber dejado de ser islas,
por adentrarnos por senderos y charcos,
playas, desiertos, montañas y llanos,
por tu presencia viva en esta aventura,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por nuestro yo abierto que compartimos,
por nuestro yo íntimo que tanto amamos,
por nuestro yo ciego que a veces nos da miedo
y también por nuestro yo desconocido que va aflorando,
por todo lo que somos y compartimos,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por todos los pequeños y grandes caminos
de comunicación, diálogo y encuentro:
por la palabra y el gesto con la mano abierta,
por la sonrisa, el guiño, el beso y las lágrimas,
por el abrazo redondo y todos los sentidos,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Por los ojos que saben decir lo que llevan dentro,
por los pies que nos acercan a los que están solos,
por el cuerpo que expresa nuestros sentimientos,
por los corazones que laten al unísono,
por quien con su amor nos comunica vida,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Porque nos hemos puesto en camino a toda prisa,
y hemos entrado en casa del pobre;
porque hay vientres llenos de espíritu vivo,
y tú estás con nosotros a lo largo del camino
como prenda y señal de comunicación,
te damos gracias con fuerza y ternura.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Viernes 18 de diciembre

18 de diciembre

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1, 18‑24

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios‑con‑nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Antes de vivir juntos María esperaba un hijo. ¡Cómo son los planes de Dios! Nos descoloca continuamente. Dice Isaías 55,8 "no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos". Nos cuesta comprender su voluntad y cumplirla. Queremos domesticar los planes de Dios, suavizar las cuestas y curvas de su camino, controlar sus sorpresas...

Calma nuestras impaciencias;
que aprendamos, como José,
a dejar que las cosas sucedan
sin perder el equilibrio,
sin bloquearnos por la protesta,
sin rechazar al diferente,
sin juzgar con dureza.

Danos la sabiduría de José,
para pensar bien de la gente,
para dejar obrar a Dios,
y para apostar por la bondad del otro.

Haznos generosos como María,
para darte el sí,
para estar disponibles siempre
aunque no entendamos.

Ayúdanos a cuidar nuestra familia,
a mantener viva la comunicación,
a generar ternuras y detalles
y a estar atentos a lo que necesita el otro.


B. Antífona O de hoy:
     "Oh Señor, Pastor de la casa de Israel,
    que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
    y en el Sinaí le diste tu ley,
    ven a librarnos con el poder de tu brazo"

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Domingo 13 de diciembre

Domingo de la 3ª semana de Adviento C

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 10‑18

En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
—«¿Entonces, qué hacemos?»
Él contestó:
—«El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.»
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
—«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No exijáis más de lo establecido.»
Unos militares le preguntaron:
—«¿Qué hacemos nosotros?»
Él les contestó:
—«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.»
El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga.»
Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba el Evangelio.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Juan Bautista predica la conversión, una conversión que se manifiesta en acciones concretos: repartir túnicas y comida, no exigir más de lo establecido, contentarse con la paga... La conversión del corazón se manifiesta en las obras. Y las obras nos ayudan a convertir el corazón. ¿Qué me pides Señor en este Adviento?

La vida es...
una oportunidad, aprovéchala;
un sueño, hazlo realidad;
una aventura, sumérgete en ella;
un reto, afróntalo;
una promesa, créela;
un misterio, contémplalo;
una empresa, realízala;
un himno, cántalo;
una oferta, merécela.
La vida es la vida, ¡ámala!

La vida es...
belleza, admírala;
riqueza, compártela;
lucha, acéptala;
semilla, siémbrala;
acción, dirígela;
felicidad, saboréala;
sorpresa, ábrela;
gracia, acógela;
llamada, respóndela.
La vida es la vida, ¡vívela!

La vida es...
saludo de Dios, recíbelo;
tesoro, cuídalo;
compromiso, cúmplelo;
amor, disfrútalo;
desafío, encáralo;
regalo, gózalo;
combate, gánalo;
camino, recórrelo;
encuentro, hazlo realidad.
La vida es la vida, ¡entrégala!

La vida es...
manantial, déjalo que brote;
río, acepta que fluya;
camino, anímate a recorrerlo;
proyecto, embárcate en él ahora mismo;
tapiz, entretéjelo con todos los hilos;
campo, áralo y siémbralo;
hoja en blanco, escríbela:
libro abierto, léelo;
riqueza, compártela.
La vida es la vida, ¡gózala!


B. Muchos creían que Juan era el Mesías. Sin embargo él no se deja llevar por los que lo alaban: Yo no merezco desatarle la correa de las sandalias. Cuando la gente habla bien de nosotros, podemos caer en la tentación de creer que somos los mejores. ¡Cuidado!
     "Ayúdame Señor a conocerme y a valorarme con verdad"
     "Perdona Señor por las veces que me creo el mejor"
     "Perdona Jesús porque a veces no confío en los hermanos"

C. Juan bautizaba con agua. Jesús bautiza con Espíritu Santo y fuego. En el Bautismo y en la Confirmación recibimos el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que animó la vida de Jesús, el Espíritu que nos quema por dentro para ser buenos hijos de Dios, para luchar por la justicia, para compartir... No siempre abrimos las velas del corazón para que el viento del Espíritu nos impulse. Cuando nos dejamos llevar, el Espíritu puede hacer muchas maravillas en nosotros y a través nuestro.
     "Gracias Señor por el don del Espíritu"
     "Guíame Señor hacia ti con tu Espíritu"
     "Ayúdame a sentir la fuerza del Espíritu en mi vida"

Llévame al desierto
y susúrrame, en el silencio,
tu palabra.

Condúceme por la ciudad
y grítame, entre el tráfico y el barullo,
tu palabra.

Dirígeme por tus caminos
y dime, quedamente,
tu palabra.

Acompáñame por valles y montañas
y repíteme, con eco y fuerza,
tu palabra.

Guíame a la periferia de siempre
y enséñame, con paciencia,
tu palabra.

Álzame por encima de mis problemas
y desvélame, con gracia y ternura,
tu palabra.

Lánzame al agua
y hazme beber, serenamente,
tu palabra.

Transpórtame a cualquier oasis
y refléjame, claramente,
tu palabra.

Conviérteme a Dios y su reino
y anímame a escuchar en este tiempo propicio
tu palabra.

Bautízame con Espíritu Santo y fuego
e imprime en mi ser para siempre
tu palabra.

Ponme en los lugares más necesitados,
y que me empape serenamente
tu palabra.

Déjame en el corazón de las personas
y espera, Señor, que crezca en mí
tu palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.