Sábado de la 33ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la
resurrección y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a
uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la
viuda y dé descendencia a su hermano».
Pues bien, había siete hermanos el primero se casó y murió sin hijos.
Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos.
Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con el1a.
Jesús les contestó: En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los
que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre
los muertos, no se casarán.
Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de
la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios
de Jacob».
No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
Intervinieron unos letrados: Bien dicho, Maestro.
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los saduceos no creían en la resurrección y plantean a
Jesús una pregunta, no para aclarar una duda, sino para ridiculizar a
cuantos creían en la resurrección. A veces no nos conformamos con
presentar nuestras ideas con sencillez y claridad, y menospreciamos a
quienes tienen opiniones y creencias distintas a las nuestras.
"Señor, hazme sencillo y humilde"
"Ayúdame a respetar y a amar a los que no piensan como yo"
B. Jesús aprovecha hasta la mala intención de los saduceos para exponer
su doctrina con paciencia: "No es Dios de muertos, sino de vivos".
Nosotros creemos en la resurrección. Creemos que un día resucitaremos a
una vida nueva de hijos de Dios en plenitud, de fraternidad perfecta.
Podemos rezar con la letra de una canción de la Hermana Glenda:
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, puedo reír; puedo abrazar a mi mayor enemigo y mirarlo en ti.
Yo creo en tu resurrección, porque tengo paz en mi corazón; porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor.
Yo creo en tu resurrección, porque soy feliz junto a ti; porque me amas tanto, que hasta moriste por mí.-
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar
Yo creo que tú, Señor, vivirás en mí. Yo creo que tú, Señor, vencerás en mí.
Yo creo que tú, Señor, moraras en mí; para siempre, para siempre, Señor.
Yo creo en tu resurrección, porque ni el dolor ni mi propio error, ninguna angustia podrá separarme de tu amor.
Yo creo en tu resurrección, porque todo lo puedo con tu amor, porque sé que cuidas de mi vida mejor que yo.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo, tanto, tanto, tanto para entregar.
Yo creo en ti, Señor. Yo creo en la fuerza de tu vida. Creo que donde sobreabundo el pecado, sobreabundo más tu gracia
Creo
en la fuerza de tu pequeña semilla en nuestro corazón, que da el ciento
por uno. Creo que vives en nosotros. Yo creo en ti, Señor.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar.
C. La fe en la resurrección no nos desentiende de los problemas de la
tierra. Los cristianos no deberíamos tener tanto miedo para entregar la
vida por los hermanos, por el Reino de Dios, porque sabemos que
recobraremos una vida nueva multiplicada. Los cristianos hemos recibido
la misión de "traer el cielo a la tierra", de trabajar para que todos se
sientan hermanos e hijos de Dios. ¿Cómo voy a responder a esta misión?
Pido a Dios luz y fuerza para hacerlo con generosidad.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.