Miércoles de la 33ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca
de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un
momento a otro: Dijo, pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano
para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo.
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey».
Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes
había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo: Señor, tu onza ha producido diez.
El le contestó: Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
El segundo llegó y dijo: Tu onza, señor, ha producido cinco.
A ése le dijo también: Pues toma tú el mando de cinco ciudades.
El otro llegó y dijo: Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en
el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo
que no prestas y siegas lo que no siembras.
El le contestó: Por tu boca te condeno, empleado holgazán.
¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego
lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al
volver yo, lo habría cobrado con los intereses.
Entonces dijo a los presentes: quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.
Le replicaron: Señor, si ya tiene diez onzas.
Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Dios nos ha dado a todos muchos talentos. Algunos talentos
son más vistosos, más valorados por nosotros mismos, por la familia,
por la Iglesia, por la sociedad. Otros son más discretos, menos
visibles, menos valorados y, normalmente, más importantes. ¿Cuáles son
mis talentos? ¿cuáles son los que más valoro? ¿cuáles son los que menos?
"Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado"
"Gracias Padre nos confiar en mi"
B. A veces no nos damos cuenta ni valoramos los talentos de los demás.
Y, por consiguiente, no les ayudamos a desarrollar lo que han recibido.
Hay personas que se sienten sin talentos, sin capacidades... El miedo y
la falta de confianza las arrincona, van perdiendo lo poco que tienen.
En ellos se hacen realidad las palabras de Jesús: "al que no tiene se le
quitará hasta lo que tiene",
"Dame luz, Jesús, para descubrir los talentos de los pobres, de los ignorantes..."
"Dame fuerza y sabiduría para ayudar a los demás a desarrollar sus talentos"
C. La enseñanza de la parábola es clara: tenemos que trabajar los
talentos recibidos. Los tenemos que multiplicar. Y no por miedo a Dios,
sino porque cuando desarrollamos las capacidades recibidas nos
enriquecemos, enriquecemos a nuestra comunidad y a la sociedad en que
vivimos. ¿Qué talentos tendría que desarrollar más? ¿cómo? Pido a Dios
luz y fuerza.
Señor, sé que a mí mucho se me ha dado:
la vida, el día a día, tantas capacidades,
tantos talentos, tantos proyectos,
tantas posibilidades, tantas experiencias,
tantas relaciones, tantas oportunidades,
tantas personas, tantas pasiones,
tantas experiencias, tantos dones… tanto.
Señor, sé que a mí mucho me has confiado:
ser hijo tuyo, ser hermano de todos,
ser discípulo tuyo, ser testigo de tu proyecto,
ser profeta en medio del mundo,
ser tu palabra y tus manos… ser desde ti.
Señor, sé que a mí mucho se me ha dado
y mucho se me ha confiado.
Ojalá esté a la altura de las circunstancias,
Mucho me has dado, Señor
mucho quiero regalar y entregar de todo corazón.
mucho quiero darte.
Dame la capacidad necesaria
para agradecerte cuanto soy y tengo,
y la fe necesaria para nunca olvidar
que todo procede de ti y a ti se dirige. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.