Fieles Difuntos
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14, 1‑6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría
dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio,
volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también
vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino .»
Tomás le dice:
—«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de recordar a Todos los Santos, recordamos a los
fieles difuntos. No está bien recordar continuamente la muerte y a los
muertos, pero tampoco está bien vivir de espaldas a esa realidad. Los
cristianos recordamos a los difuntos con gratitud. Debemos mucho a los
que ya se fueron. Y por eso damos gracias.
B. Recordamos a los muertos con esperanza. Jesús nos ha dicho muchas
veces que El es el verdadero camino que nos conduce a la vida, a la vida
auténtica, al Dios-amor. Salimos de las manos creadoras de Dios y
volvemos a sus manos resucitadoras. Ésta es nuestra fe, ésta es nuestra
esperanza. Damos gracias a Dios y le pedimos que aumente nuestra fe.
C. Jesús ha ido a prepararnos sitio. Cuando nacimos, nuestros padres
prepararon muchas cosas para acogernos con amor. Cuando pasemos de esta
vida a la definitiva, Dios mismo nos habrá preparado sitio y nos dará el
beso más amoroso que nadie nos haya dado nunca. Y mientras caminamos
por esta tierra podemos sentir y compartir el amor que Dios nos regala
cada día.
Y entonces..... vio la luz.
La luz que entraba por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas y espejos;
descansar y vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.
(José Luis Martín Descalzo)
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Hay una casa en mis sueños
que es casa solariega
con mucha historia,
espaciosa,
bien asentada
y acogedora.
Está abierta a cualquiera
que pasa y detiene su marcha
para compartir
lo que lleva
en su alforja
y en su alma.
Es casa con umbral y ventanas,
limpia y bien oreada,
que ofrece siempre
descanso y paz,
diálogo, alimento
y fresca agua.
Tiene muchas estancias,
muy diversas
y bien preparadas,
pues está pensada con amor
para hijos e hijas diferentes
que andan errantes.
Dicen los más ancianos
que su hacedor y Señor
marchó, a otros lares
a abrir nuevos horizontes,
y nos dejó su casa solariega
para ser felices.
Hoy día parece estar fuera
de los caminos que frecuentan
la mayoría de los hombres y mujeres,
poco atractiva
y necesitada
de gran reforma.
Pero dicen los que cuentan historias,
que quienes entran en ella
desnudos y sin prejuicios,
a pesar de las apariencias,
tarde o temprano,
vuelven y se aposentan.
Hay una casa en mis sueños, Señor,
que es tu casa solariega,
que me atrae y emociona
con su historia,
con sus inquilinos
y sus ofertas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.