Jueves de la 32ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar
el reino de Dios, Jesús les contestó: El reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque
mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.
Dijo a sus discípulos: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis.
Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Qué es el Reino de Dios o Reino de los cielos? El Reino
de Dios no es un territorio concreto, como el Reino de España, ni se
identifica con el Vaticano, ni con la Iglesia católica. El Reino de Dios
es el proyecto que tiene Dios para sus hijos e hijas; un proyecto de
felicidad, que se cumple cuando le amamos a Él y cuando amamos a las
personas. Cuando vivimos este doble y único amor, Dios reina.
"Gracias Señor porque buscas mi felicidad"
"Reina Señor en mi vida, en mi corazón"
"Dame fuerza para construir tu Reino en mi familia, en el trabajo, con mis amigos..."
B. El Reino de Dios no vendrá espectacularmente... Está dentro de
vosotros. Isaías buscaba a Dios en el huracán, en el terremoto y en el
fuego; y lo encontró en el susurro de una brisa suave. (1 Reyes
19,9-13). Esa susurro se percibe en la bondad de nuestros sentimientos,
en la sencillez de los gestos de amor, en la pequeñez de un trozo de pan
consagrado... ¿Sientes esa brisa? ¿Dónde? Descúbrela, alégrate, da
gracias.
Señor, tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y
más alto que lo más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo
fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre
estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo
estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían.
Llamaste
y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y
curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti;
gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.
San Agustín
C. El Reino de Dios comienza en esta tierra, pero encontrará su
perfección al final de la historia. En ese día Jesús, el Hijo del
hombre, brillará como un relámpago. También nosotros brillaremos al
sentir el amor de nuestro Padre en toda su amplitud, al disfrutar de
una fraternidad perfecta. Imagina como será ese día...
Pero hasta que llegue, la lucha contra la injusticia, contra la
violencia, contra el pecado va a ser muy dura. En esa lucha encontró
Jesús muchos padecimientos y la propia muerte.
"Danos luz y fuerza para luchar contra todo lo que hace infelices a las personas"
"Gracias Señor porque sabemos que al final vencerá el Amor, vencerás Tú"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.