San Matías
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Jn 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que roe habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El amor cristiano, el verdadero amor está dispuesto a dar la vida. Se puede dar la vida de una vez para siempre y se puede dar la vida poco a poco. La primera forma es más espectacular y menos habitual, no está al alcance de todos. La segunda, por contra, es más gris y no se esconde ante nadie. Seguramente, dar la vida cada día, en cada momento nos va capacitando para poder dar la vida entera. Las cosas importantes no se aprenden en un minuto. A dar la vida se aprende dando la vida.
“En mi trabajo, con los amigos y la familia,
cómo puedo dar la vida, Señor?”
“Señor, ayúdame a crecer en generosidad”
“Perdona y cura el egoísmo que me paraliza”
Jesús nos ha elegido. Dios siempre se nos adelanta.
Iba a ponerme en tu camino
cuando ya venías tú hacia mí.
Yo deseaba esperarte,
pero supe que ya me estabas tú esperando.
Deseaba buscarte
y vi que ya estabas tú en mi búsqueda.
Llegué a pensar: "ya te he encontrado"
pero me sentí encontrado por ti.
Yo quería elegirte
y ya me habías elegido tú.
Deseaba vivir en ti
y te descubrí viviendo en mí.
Iba a pedirte perdón,
pero tuve la certeza de que ya me habías perdonado.
Quería ofrecerme a ti
cuando recibí el don de ti mismo, entero.
Yo quería llamarte: "Abba, Padre",
y te adelantaste a decirme: "hijo mío".
Yo quería desvelarte toda mi vida interior,
te encontré revelándome las profundidades de tu ser.
Deseaba regocijarme de haber vuelto a ti
y celebrabas una fiesta por mi regreso.
Dios mío, ¿seré yo alguna vez el primero?
Celebramos hoy la fiesta de San Matías, el apóstol que sustituyó a Judas Iscariote. Fue elegido el último y de forma muy especial. No importa el tiempo ni la forma en que seamos llamados. Lo importante es escuchar la llamada y responder.
“San Matías, ruega por nosotros,
para que tengamos siempre abiertos nuestros oídos
y dispuestos nuestros pies para seguir a Jesús
por los caminos que nos vaya mostrando”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.