Santos Felipe y Santiago, apóstoles
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14,6-14
En
aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás: "Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis
también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto." Felipe le
dice: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta." Jesús le replica: "Hace
tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha
visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: "Muéstranos al Padre"? ¿No
crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no
lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, hace sus
obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí.. Si no, creed a
las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras
que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre; y lo que pidáis
en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.
Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Yo
soy el camino”. Él es el camino de la felicidad, el que camino que
todos buscamos, aunque no lo sepamos. El camino que nos conduce a la
paz.
“Señor, estamos perdidos, llévanos a tu camino”
“Gracias por ser nuestro camino y nuestro acompañante”
“Enséñanos a mostrar tu camino de felicidad a todos”
“Yo
soy la verdad”. En Él descubrimos la verdad de Dios y nuestra verdad.
Él es Dios y es el hombre perfecto. Él nos ha descubierto los secretos
del corazón de Dios: amor, misericordia, perdón, ternura... Y nos ha
enseñado que nuestro corazón está llamado a ser como el de Dios.
“Señor, sólo Tú eres la verdad, Tú tienes palabras de vida eterna”
“A veces nos dejamos engañar por la mentira. Perdónanos”
“Gracias, Señor, por las personas que son testigos de la verdad”
“Yo
soy la vida”. Si seguimos a Jesús, si recorremos su Camino, si acogemos
su Verdad, compartiremos su misma Vida, la Vida de Dios, la Vida
eterna.
“Gracias Señor por regalarnos tu misma Vida”
“Señor, a veces estamos como muertos. Resucítanos”
“Danos tu Espíritu para que tu Vida llegue a todos”
Señor,
Tú eres el camino que conduce hacia el Padre, a la salvación. En las
encrucijadas de la vida, cuando no sabemos por donde avanzar y tenemos
la tentación de tomar los caminos más fáciles y cómodos, recuérdanos,
Jesús, que Tú eres el camino más seguro que desemboca en la felicidad
más plena y duradera.
Señor, Tú eres la verdad, la verdad sobre
Dios, el hombre, la vida y el mundo. Tú nos has revelado que Dios es
Padre, que Dios tiene corazón de madre, que el oficio de Dios es amar y
perdonar. Tú nos has enseñado que todas las personas estamos llamadas a
vivir como hijas de Dios y como hermanas. Tú nos has mostrado que el
mundo es un gran campo que necesita brazos dispuestos a transformarlo en
una casa abierta a todos. Ayúdanos a vivir de acuerdo con tu Verdad.
Jesús,
Tú eres la Vida. Y has puesto en cada persona el deseo ardiente de
vivir en plenitud. Solamente Tú, Cristo, puedes colmar el deseo de amor
del corazón humano. Nadie como Tú da el valor y la alegría de vivir.
Agradezco y acojo, Señor, el torrente de vida que me ofreces
gratuitamente.
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Aunque esté lleno de baches y piedras
y tenga infinidad de curvas,
aunque vaya por colinas y valles
y sean frecuentes las pendientes,
aunque sea estrecho y sin césped,
unas veces polvoriento, otras lleno de barrizales,
voy por él
siguiendo tus huellas,
soñando utopías,
buscando sombras,
anhelando metas,
disfrutando la experiencia.
Y Tú, que vas por delante,
te me revelas y ofreces cada día
como camino, verdad y vida.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.