Jueves de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.
El contestó: Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término».
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se
te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina
reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.
Vuestra casa se os quedará vacía.
Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El cerco en torno a Jesús se estrecha. Él se da cuenta, pero es
fiel a su misión, aunque se da cuenta de que se aproxima su término. Sin
embargo, nosotros, en muchas ocasiones, encontramos mil disculpas para
dejar de ser fieles y evitar así el sufrimiento que prevemos.
“Señor, haznos fieles, cura nuestra cobardía”
Cuantas veces Dios nos ha querido reunir, como la gallina reúne a sus
pollitos bajo sus alas. Sin embargo, no nos dejamos querer por el Señor
que nos ofrece su ternura.
“No te canses, Señor, de reunirnos”
“Perdona y cura nuestra autosuficiencia”
Jesús, tú me dices con lágrimas en los ojos: -¡Cuántas veces he
querido acompañarte, consolarte, amarte y darte fuerza; y no has
querido! ¡Cuántas veces he querido acercarte y unirte a otros hermanos
tuyos, que te necesitan y a los que necesitas; y te has quedado solo,
aíslado!
Señor, sé que tú eres fuego y no me acerco a calentarme; sé que tú
eres pan y no me acerco a saciar mi hambre; sé que tú eres paz y no me
acerco a curarme de mis inquietudes; sé que tú eres alegría y prefiero
quedarme a solas con mi tristeza... Prefiero hacer otras cosas y
acercarme a otras personas, aunque sé que sólo tú puedes colmar el gran
corazón que me diste.
Señor, que tus lágrimas me conviertan y sepa acercarme cada día a ti,
sin prisa, con absoluta confianza, que sepa dejarme cuidar por ti, para
vivir como un polluelo, seguro y feliz, bajo las alas de la gallina.
Qué sepa acercarme cada día a las personas que necesitan de mí y a las
que necesito para seguir adelante.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 31 de octubre de 2024
Jueves, 31 de octubre de 2024
miércoles, 30 de octubre de 2024
Miércoles, 30 de octubre de 2024
Miércoles de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y
aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se
salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os
digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa
se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la
puerta diciendo: "Señor ábrenos" y él os replicará: "No sé quiénes sois"
Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y tú has
enseñado en nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois.
Alejaos de mí, malvados". Entonces será el llanto y el rechinar de
dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en
el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de
oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el
Reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que
serán últimos".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Serán pocos los que se salven? Esta pregunta revela por una parte una
preocupación por la salvación, una preocupación que en nuestros tiempos
pocas personas tienen. Ni siquiera tenemos muy claro que es eso de la
salvación. ¿Qué podemos decir de la salvación?
- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos
los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.
- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos
gozar en plenitud cuando Dios termine nuestro peregrinar y lleguemos a
nuestra verdadera patria.
- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos
salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos
ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.
- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta
estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la
vida… No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y
ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por
toda la eternidad
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Venid, venid todos, venid a la fiesta.
No os quedéis fuera mirando con tristeza.
Celebremos la fiesta del Señor, la que nos mandó.
Hagamos todos juntos un pan tierno y grande,
y preparemos abundante y generoso vino.
Que las mujeres no se olviden de la sal,
que los hombres consigan levadura,
que los adultos vacíen sus sacas de harina,
que los jóvenes traigan agua cristalina,
que todos pongan una pizca de su aroma.
Salid a las calles, invitad sin miedo
a ciegos, sordos, cojos, presos, pobres;
del Sur y del Norte, ciudadanos y extranjeros,
de toda raza y color, oficio y clase...
Venid todos al encuentro del Señor.
¡Pronto! Dejad vuestros negocios.
Sigamos la receta del Señor.
Amasemos todos, en la artesa, con las manos,
y veamos con alegría cómo crece el pan.
Cozámoslo en el horno del amor
Porque celebramos el encuentro con Jesús
y renovamos nuestro compromiso con el Reino.
Nadie quedará con hambre ni estará solo y triste.
Hay para todos, en abundancia, cuando se comparte.
Venid todos a participar en la fiesta de la vida.
Es el Señor quien nos invita.
Florentino Ulibarri
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Señor, todos queremos ser felices, plenamente felices.
Tú has puesto en nuestro corazón el deseo de una felicidad infinita.
Pero no siempre acertamos a entrar por la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.
Y, a veces, llegamos a pensar que no existe esa puerta, que nunca
podremos disfrutar una felicidad a la medida de nuestro corazón.
Pero tú, Jesús, nos dices que existe una puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.
Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.
Eres la puerta que nunca está cerrada, que está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.
Tú eres una puerta abierta, también y de forma especial a los que nos sentimos pecadores.
Tú nos esperas para abrazarnos, para perdonarnos, para curarnos,
para transformar y renovar nuestra vida, para llenarla de alegría plena y duradera.
Señor, tu puerta, la puerta de la felicidad es estrecha, está abierta a todos, pero no está abierta a todo.
No caben todos nuestros caprichos, no cabe el orgullo, el egoísmo, la mentira, la injusticia que hace sufrir a tanta gente...
Ayúdanos a saber renunciar a todo lo que nos aleja de tu perdón, de tu alegría, de tu misericordia
y así, tú puedas llenar nuestro corazón con el amor más grande y la felicidad que no menguará jamás. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 29 de octubre de 2024
Martes,29 de octubre de 2024
Martes de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, Jesús decía: "A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué
lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y
siembra en un huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en
sus ramas. Y añadió: A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la
levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que
todo fermenta".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos enseña la importancia de lo pequeño. Hay que ser
fieles en lo poco. En lo cotidiano estamos haciendo crecer la dinámica
del amor que es el Reino de Dios. Nadie conoce las buenas consecuencias
de una sonrisa, de una palabra de aliento, de un compromiso cuidado y
constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí y crece. ¿Qué
siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?
Tenemos la experiencia contraria: una mentira tiene repercusiones que
quedan y crecen cada día sin que sepamos cómo. En cambio nos falta
confianza en esta Palabra: el bien es difusivo, imparable.
También nosotros somos pequeños, como el grano de mostaza. Si te dejas
cuidar y provocar por Dios, si dejas que él pruebe tu amor en la fragua
de su Amor, entonces serás como un árbol frondoso en el que todos
encontremos sombra, frescura, aliento y descanso.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque el terreno
no sea el mejor
y tenga piedras,
zarzas,
calveros,
lugares yermos,
pisados caminos
y aves en el cielo al acecho.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea dueño
del tiempo,
de las lluvias,
de las heladas,
de los vientos,
de las sequías,
ni de los calores
que secan el terreno.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no distinga
la semilla,
ni entienda
los procesos
de germinación,
ni los milagros encerrados
en la simiente
que lanza a la tierra.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque solo esparza
en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas,
semillas sin prestancia,
semillas de mostaza,
pues sabe que el Señor
del campo y de la semilla
confía en él y en su tarea.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno,
ni sea dueño del tiempo,
ni sepa de climas;
aunque la experiencia le diga
que hay cosechas que fracasan
a pesar del cuidado
y de cántaros de gracia,
Quien siembra
vive la esperanza,
sueña en parábolas,
lanza buenas nuevas,
goza la temporada
y anhela la cosecha;
pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro,
y nada se soluciona
hasta que se duerme en tu regazo.
¡Saldré a sembrar
para continuar tu tarea
y cuentes historias
que florezcan en gracia!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 28 de octubre de 2024
Lunes, 28 de octubre de 2024. San Simón y San Judas
San Simón y San Judas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 6,12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando
a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce
de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y
Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás,
Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas
Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un
llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda
Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a
que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus
inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía
de él una fuerza que los curaba a todos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre.
La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias
de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la
amistad personal de Dios. ¿Qué dices a Dios?
Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de
las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir,
para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar
demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el
pecado... Para ser sacerdotes, laicos comprometidos, religiosos… ¿Qué
dices a Dios?
Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin
colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad.
¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios?
¿Qué le dices?
Señor, tú llamaste a Abraham, a Moisés, a Samuel, a Jeremías...
a cada uno lo llamaste por su nombre.
Jesús, tú también llamaste a tus apóstoles por su nombre.
Y a mí también me llamas por mi nombre.
(dejo que resuene la voz de Dios en mi corazón, llamándome por mi nombre).
Me llamas por mi nombre, porque me conoces, me conoces mejor que yo mismo.
Conoces mi capacidad de amar, de trabajar, de entregarme, de escuchar y compartir;
esas capacidades que tú me diste y me ayudas a desarrollar,
esas virtudes que alegran tu corazón.
Conoces también mis miserias, mis egoísmos, mi individualismo,
el orgullo que me aparta de ti y los hermanos.
Conoces mi pobreza ¿y me sigues llamando?
Sí. Me amas tal como soy y cuentas conmigo.
Y me repites lo mismo que dijiste a San Pablo:
tu fuerza se muestra perfecta en mi debilidad.
A través de mi pobreza se hace presente la grandeza de tu amor.
Señor, ayúdame conocerme y amarme.
Dame fuerza para responder a tu llamada. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 27 de octubre de 2024
Domingo, 27 de octubre de 2024
Domingo de la 30ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante
gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del
camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a
gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.”
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí.”
Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo.”
Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama.”
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver.”
Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado.”
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Bartimeo confía en Jesús, y expresa su fe con una oración preciosa que
muchos han hecho suya. ¡Cuanto bien hace rezar, repitiendo una y otra
vez las palabras del ciego: Jesús, ten compasión de mí”, como si fuera
una jaculatoria o un mantra!
Jesús lo llamó y le hace una pregunta, tan sencilla como profunda, una
pregunta que también nos dirige a nosotros: ¿Qué quieres que haga por
ti?. Pensemos cuál va ser nuestra respuesta. Jesús quiere hacer algo por
cada persona, por ti. ¿Sabemos de verdad lo que más necesitamos?
Finalmente se produce el milagro. El Maestro le devolvió la vista,
diciéndole: “Anda, tu fe te ha salvado”. Que también nosotros tengamos
una vista sana para ver en Dios al mejor padre, en cada persona, un
hermano, y en las cosas, simplemente instrumentos que me ayuden a servir
al prójimo y a dar gloria a Dios.
Aquí estoy, Señor,
como el ciego al borde del camino
–cansado, triste, aburrido,
sudoroso y polvoriento,
sin claridad y sin horizonte-;
mendigo por necesidad y oficio.
Aquí estoy, Señor,
en mi sitio de siempre pidiendo limosna,
sintiendo que se me escapa la vida,
el tiempo y los sueños de la infancia;
pero me queda la voz y la palabra
Pasas a mi lado y no te veo.
Tengo los ojos cerrados a la luz.
Costumbre, dolor, desaliento...
Sobre ellos han crecido duras escamas
que me impiden verte.
Pero al sentir tus pasos,
al oír tu voz inconfundible,
todo mi ser se estremece
como si un manantial brotara dentro de mí.
Te busco,
te deseo,
te necesito
para atravesar las calles de la vida
y andar por los caminos del mundo
sin perderme.
¡Ah, qué pregunta la tuya!
¿Qué desea un ciego sino ver?
¡Que vea, Señor!
Que vea, Señor, tus sendas.
Que vea, Señor, los caminos de la vida.
Que vea, Señor, ante todo, tu rostro,
tus ojos,
tu corazón.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Domingo,27 de octubre de 2024
Domingo de la 30ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante
gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del
camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a
gritar: “Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.”
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: “Hijo de David, ten compasión de mí.”
Jesús se detuvo y dijo: “Llamadlo.”
Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama.”
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó: “Maestro, que pueda ver.”
Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha curado.”
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Bartimeo confía en Jesús, y expresa su fe con una oración preciosa que
muchos han hecho suya. ¡Cuanto bien hace rezar, repitiendo una y otra
vez las palabras del ciego: Jesús, ten compasión de mí”, como si fuera
una jaculatoria o un mantra!
Jesús lo llamó y le hace una pregunta, tan sencilla como profunda, una
pregunta que también nos dirige a nosotros: ¿Qué quieres que haga por
ti?. Pensemos cuál va ser nuestra respuesta. Jesús quiere hacer algo por
cada persona, por ti. ¿Sabemos de verdad lo que más necesitamos?
Finalmente se produce el milagro. El Maestro le devolvió la vista,
diciéndole: “Anda, tu fe te ha salvado”. Que también nosotros tengamos
una vista sana para ver en Dios al mejor padre, en cada persona, un
hermano, y en las cosas, simplemente instrumentos que me ayuden a servir
al prójimo y a dar gloria a Dios.
Aquí estoy, Señor,
como el ciego al borde del camino
–cansado, triste, aburrido,
sudoroso y polvoriento,
sin claridad y sin horizonte-;
mendigo por necesidad y oficio.
Aquí estoy, Señor,
en mi sitio de siempre pidiendo limosna,
sintiendo que se me escapa la vida,
el tiempo y los sueños de la infancia;
pero me queda la voz y la palabra
Pasas a mi lado y no te veo.
Tengo los ojos cerrados a la luz.
Costumbre, dolor, desaliento...
Sobre ellos han crecido duras escamas
que me impiden verte.
Pero al sentir tus pasos,
al oír tu voz inconfundible,
todo mi ser se estremece
como si un manantial brotara dentro de mí.
Te busco,
te deseo,
te necesito
para atravesar las calles de la vida
y andar por los caminos del mundo
sin perderme.
¡Ah, qué pregunta la tuya!
¿Qué desea un ciego sino ver?
¡Que vea, Señor!
Que vea, Señor, tus sendas.
Que vea, Señor, los caminos de la vida.
Que vea, Señor, ante todo, tu rostro,
tus ojos,
tu corazón.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 26 de octubre de 2024
Sábado,26 de octubre de 2024
Sábado de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 13, 1-9
En aquella ocasión se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos, cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que
ofrecían. Jesús les contestó: "¿Pensáis que esos galileos eran más
pecadores que los demás galileos porque acabaron así? Os digo que no; y,
si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que
murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más
culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no. Y, si
no os convertís, todos pereceréis de la misma manera".
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y
fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no
lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el
viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y
le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la
cortarás"".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no se cansa de hablar de la bondad de Dios. Pero no nos engaña.
Habla claro. Nos advierte. Podemos perder la vida si no acogemos su
salvación, si no damos frutos, si lo rechazamos, si vivimos de espaldas
al hermano, si dejamos la conversión para mañana... Muchas veces vivimos
como si esta posibilidad no existiera. ¿Eres consciente? ¿Qué le dices a
Dios?
A veces hasta los cristianos pensamos que los accidentes y
las enfermedades son un castigo de Dios por nuestros pecados. No es
cierto. Jesús lo ha dejado claro: ¿pensáis que los que fueron aplastados
eran más culpables que el resto? Os digo que no.
No es la primera vez que vienes
y que la higuera muestra sus hojas arrogante
-verdes, grandes, ásperas, sin fruto-,
engañándote.
Sabes que ocupa terreno fértil,
que sudaste y te deslomaste cuidándola'
para que diera los higos mejores,
inútilmente.
Y aunque tienes ganas de cortarla
tu corazón hortelano se resiste.
Le cavarás la tierra, le echarás abono
nuevamente...
Déjala un poco más.
Déjanos un poco más.
Déjame un poco más, Señor,
y cuídame.
Florentino Ulibarri
--------------------------------------
Aquí estoy, Señor, delante de ti,
con mi presente y con mi pasado a cuestas;
con lo que he sido y con lo que soy ahora;
con todas mis capacidades y todas mis limitaciones;
con todas mis fortalezas y todas mis debilidades.
Te doy gracias por el amor con el que me has amado,
y por el amor con el que me amas ahora, a pesar de mis fallos.
Sé bien, Señor, que por muy cerca que crea estar de Ti,
por muy bueno que me juzgue a mí mismo,
tengo mucho que cambiar en mi vida,
mucho de qué convertirme,
para ser lo que Tú quieres que yo sea,
lo que pensaste para mí cuando me creaste.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón,
para que Tú seas cada día con más fuerza,
el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de mis actos;
para que todo en mi vida gire en torno a Ti;
para que todo en mi vida sea reflejo de tu amor infinito,
de tu bondad infinita,
de tu misericordia y tu compasión.
Dame, Señor, la gracia de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre,
hasta el último instante de mi vida en el mundo,
para luego resucitar Contigo a la Vida eterna. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 25 de octubre de 2024
Viernes,25 de octubre de 2024
Viernes de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo decía Jesús a la gente: "Cuando veis subir una nube por
el poniente, decís enseguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando
sopla el sur decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. ¡Hipócritas!: si
sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis
juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?
Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible
por llegar a un acuerdo con él mientras vais de camino; no sea que te
arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te
meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues
el último céntimo".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios no manda al arcángel Gabriel cada vez que quiere darnos
una misión. Basta con que estemos atentos a la realidad que nos rodea.
Cada cristianos, cada comunidad, cada parroquial, cada diócesis, la
Iglesia entera… Todos tenemos que estar atentos para descubrir las
llamadas de Dios en los acontecimientos de la vida, en los hechos más
sencillos y en los más significativos.
Dame, Señor, unos ojos abiertos para ver la realidad
y la sabiduría de tu Espíritu para saber lo que debemos hacer.
Desde todos los rincones
me está llamando tu voz.
Siento tu mirada
en muchos ojos que me miran.
Oigo tu palabra
en muchas voces que me gritan.
Y en aquellos que me necesitan,
veo tu mano extendida.
Eres Tú quien me pregunta
cuando veo ese niño hambriento,
o esa madre extenuada
con su hijo a la espalda.
Sé de muchos hombres
que no oyen tu evangelio,
y de otros que malviven
en chabolas malolientes,
y de muchos más que roban
para poder seguir viviendo.
Y todos ellos me gritan en silencio
que no viva tan tranquilo.
¿Qué puedo hacer yo?
Esos niños que juegan en el barro
porque no hay sitio para ellos
en la escuela,
y ese hombre sin ganas de vivir
porque no encuentra sentido a su vida,
y tantos que sufren en las cárceles,
y los que, libres, no tienen libertad,
porque otros les niegan la palabra...
Pero también en todos ellos,
y desde todos los rincones de la tierra,
me está llamando tu voz.
¿Qué ves en el horizonte de tu vida? ¿Chaparrón, vientos, nubes…? ¿Qué
te está sucediendo últimamente? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 24 de octubre de 2024
Jueves, 24 de octubre de 2024
Jueves de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 49-53
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "He venido a prender fuego
en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un
bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a
traer al mundo la paz? No, sino división. En adelante, una familia de
cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán
divididos: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre
contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la
nuera contra la suegra".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Este Evangelio nos extraña. Parece que estas palabras no han
podido salir de los labios de Jesús. Sin embargo, pensemos por un
momento en la vida del mismo Señor: provocó divisiones: unos a su favor,
otros en contra; unos lo querían con locura, otros le odiaban a muerte.
Pensemos también en la vida de los santos: su estilo de vida y sus
palabras obligaban a las personas a definirse, a favor o en contra.
Si somos fieles a nuestra condición de bautizados, nos ocurrirá algo semejante. Provocaremos divisiones, aunque no queramos.
Gracias, Padre, por todos los fuegos
que se alzan en el mundo
para quemar lo viejo
y alumbrar lo nuevo.
Gracias por todos los fuegos
que nos dan calor y vida,
que nos acrisolan y purifican,
que nos hacen maleables
y nos llenan de tu Espíritu.
Gracias por todos los fuegos
que alumbran nuestro caminar día a día,
que nos descubren nuevos horizontes,
que alejan la oscuridad y el miedo,
que llenan de luz nuestro mundo,
que hacen que los hechos y las cosas
tengan brillo y vida.
Gracias por todos los fuegos
que nos recuerdan que Jesús sigue vivo,
que Él es la luz del mundo,
que Él es nuestra luz,
que gracias a Él no estamos en tinieblas,
y que podemos ser antorchas encendidas.
Que su luz nos acompañe hoy y siempre.
Que su fuego caliente y enternezca nuestros corazones.
Que sus brasas purifiquen nuestras entrañas.
Que todos participemos de su claridad.
¡Que nos quememos en su hoguera!
Y que la Iglesia resplandezca como Buena Noticia
ante todas las personas que buscan y quieren
la paz, la justicia, el amor, la solidaridad.
Gracias por todos los fuegos
que nos hacen ser más humanos,
que nos recuerdan que somos hijos e hijas,
que nos invitan a ser hermanos
y que hoy nos dan la posibilidad de gozar
con tu paso, con tu pascua, con tus regalos.
Adaptación de una plegaria de Florentino Ulibarri
------------------------
Hagamos una hoguera,
una gran hoguera con todas nuestras vanidades.
Desprendámonos, sin miedo,
aunque nos duela el cuerpo entero,
de todo aquello que se nos ha adherido
o hemos almacenado a lo largo del camino:
esos barros que desfiguran nuestro rostro,
esas costras que insensibilizan nuestros sentidos,
esas escamas que ciegan nuestros ojos,
esos pesos que paralizan nuestros pies,
esos vestidos que ridiculizan nuestra figura.
Abramos el baúl de nuestras vanidades
y hagamos una gran hoguera
con lo que crea arritmia a nuestro corazón,
corta las alas a nuestro espíritu,
seca nuestras esperanzas,
encorva nuestras espaldas,
perturba nuestra paz
y es fatuo o vanidoso,
insustancial o quimérico...
Pidamos a Dios que prenda y queme,
con su llama, nuestras vanidades.
Y entremos, débiles y con jirones,
hasta el corazón de la hoguera.
Él nos acrisolará nuevamente
y seremos, por su querer y palabra,
lo que Él soñó en la primera alborada:
clara imagen suya,
tan humana y renovada,
que lo tiene todo
con sólo decir "Abbá".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 23 de octubre de 2024
Miércoles, 23 de octubre 2024
Miércoles de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 12, 39-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Comprended que, si supiera
el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un
boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos
penséis viene el Hijo del hombre". Pedro preguntó: "Señor, ¿has dicho
esa parábola por nosotros o por todos?" El Señor le respondió: "¿Quién
es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente
de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el
criado a quien su amo al llegar encuentre portándose así. Os aseguro
que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa:
"Mi amo tarda al llegar", y empieza a pegarle a los mozos y a las
muchachas, a comer y deber y emborracharse, llegará el amo de ese criado
el día y la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la
pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere, y
no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no
lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho
se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le
exigirá".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos dice: “Estad preparados”. Estamos preparados cuando cumplimos
con nuestra misión, con la tarea que Dios nos ha confiado.
“¿Cuál es mi misión, Señor? ¿Qué quieres de mi?
“Dame tu Espíritu para ser fiel a mi vocación”
Cuando no vivimos de acuerdo con nuestra vocación, en un primer momento
parece que no pasa nada, parece que Dios no se entera… Sin embargo, poco
a poco, vamos perdiendo el sentido de la vida, se va apagando la
alegría, crece la desilusión, no sentimos la presencia de Dios… Es la
pena de los que nos son (somos) fieles.
“Señor, perdona y cura mis infidelidades”
“No dejes que caigamos por el precipicio del sinsentido”
“Ayúdanos a ayudar a las personas que malgastan su vida”
El Señor nos ha dado mucho. A todos. También a ti. Quizá no lo sepas. Quizá no valores todo lo que Dios ha puesto en tus manos.
“Gracias Señor por los dones que me confías,
danos fuerza para que sepamos aprovecharlos
y podamos enriquecer al mundo, a la Iglesia y a nosotros mismos”
Llega de día, llega de noche.
Se le espera por la puerta, llega por la ventana.
Le buscamos con alegría, llega con su cruz.
Estamos de guardia, nos llama desde dentro.
Rastreamos huellas, llega por senderos nuevos.
Llega en la abundancia
y más todavía en la pobreza.
Llega cuando triunfamos
y nos acompaña en los fracasos.
Llega cuando es deseado
y se presenta cuando no se le espera.
Llega en el silencio y en el áspero y abrasador viento.
Llega también en la multitud y el ruido.
Llega para dormirnos y para despertarnos.
Llega a través de todas las caras que encontramos
a lo largo del día en nuestro camino.
Llega en el desierto de manantiales inciertos,
en las estepas de desconocidos pozos,
en los bosques frondosos en que nos perdemos,
en las altas cumbres que hollamos,
y en los valles que nos dan vértigo.
Llega a cada instante.
Llega en cada lugar.
Allí donde estamos, está.
Fiel a tu palabra
ya estás esperándonos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 22 de octubre de 2024
Martes,22 de octubre 2024
Martes de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 12, 35-38
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Tened ceñida la cintura y
encendidas las lámparas; vosotros estad como los que aguardan a que su
señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los
criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os seguro
que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si
llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos
ellos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Estamos dormidos cuando no nos enteramos de lo que ocurre a
nuestro alrededor, cuando nos descubrimos la presencia de Dios en
nuestra vida, en los hermanos, en la sociedad, en la comunidad…
Y cuando dormimos, el Señor pasa de largo, no podemos sentarnos a su mesa, no podremos disfrutar de su amor.
Dios llega de madrugada, por la noche y al mediodía. A cualquier hora, en cualquier lugar, a cualquier edad.
¿Estoy dormido? ¿En qué momentos? ¿En qué lugares?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Despierta, Señor, nuestros corazones,
que se han dormido en cosas triviales
y ya no tienen fuerza para amar con pasión.
Despierta, Señor, nuestra ilusión,
que se ha apagado con pobres ilusiones
y ya no tiene razones para esperar.
Despierta, Señor, nuestra sed de ti,
porque bebemos aguas de sabor amargo
que no sacian nuestros anhelos diarios.
Despierta, Señor, nuestra hambre de ti,
porque comemos manjares que nos dejan hambrientos
y sin fuerzas para seguir caminando.
Despierta, Señor, nuestras ansias de felicidad,
porque nos perdemos en diversiones fatuas
y no abrimos los secretos escondidos de tus promesas.
Despierta, Señor, nuestro silencio hueco,
porque necesitamos palabras de vida para vivir
y sólo escuchamos reclamos de la moda y el consumo.
Despierta, Señor, nuestro anhelo de verte,
pues tantas preocupaciones nos rinden
y preferimos descansar a estar vigilantes.
Despierta, Señor, esa amistad gratuita,
pues nos hemos instalado en los laureles
y sólo apreciamos las cosas que cuestan.
Despierta, señor, nuestra fe dormida,
para que deje de tener pesadillas
y podamos vivir todos los días como fiesta.
Despierta, señor, tu palabra nueva,
que nos libre de tantos anuncios y promesas
y nos traiga tu claridad evangélica.
Despierta, señor, nuestro espíritu,
porque hay caminos que sólo se hacen
con los ojos abiertos para reconocerte.
Despierta, Señor, tu fuego vivo.
Acrisólanos por fuera y por dentro,
y enséñanos a vivir despiertos.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 21 de octubre de 2024
Lunes,21 de octubre de 2024
Lunes de la 29ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: Maestro dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre
vosotros ? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia.
Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha.
Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros
más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha.
Y entonces me diré a mi mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida».
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida.
Lo que has acumulado, ¿de quién será? » Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Que pocas son las familias en la que no hay problemas con las
herencias. Normalmente los problemas no surgen porque cada uno exige
sus derechos legítimos, sino porque, aunque casi nadie lo reconoce, en
casi todos se esconde la codicia.
Pedimos al Señor que nos ayude a reconocer la codicia (consciente o
inconsciente) que influye, condiciona y en ocasiones determina nuestra
actuación; y que, por consiguiente, marca las relaciones con los demás y
con Dios. Pedimos fuerza para superarla.
Damos gracias porque también somos capaces de ser generosos y por todas
aquellas personas que son ejemplares a la hora de compartir sus bienes.
Señor, líbrame de la codicia de tener mucho dinero y hazme generoso, como Tú.
Líbrame de la codicia de acaparar mucho poder y hazme servicial, como Tú.
Líbrame de la codicia de desear muchos caprichos y hazme austero, como Tú.
Líbrame de la codicia de ser famoso y hazme pasar por uno de tantos, como Tú
Líbrame de la codicia de poseer a las personas y ayúdame a buscar la libertad de todos, como Tú.
Líbrame de la codicia de querer ser el mejor y hazme ser hoy mejor que ayer, con tu ayuda.
Líbrame de la codicia de buscar continuamente el placer y haz que busque sólo el Amor, contigo.
Líbrame de la codicia de hacer muchas cosas y ayúdame a cumplir la voluntad del Padre, como Tú.
Líbrame de la codicia de pretender ser un salvador y hazme humilde colaborador tuyo.
Ayúdame, Señor, a poner mi confianza en ti y en las capacidades que me has dado. Amén.
La vida no depende de los bienes. Ni la vida, ni la felicidad, ni nada
que tenga realmente valor a los ojos de Dios. Una vida plena y feliz es
consecuencia del amor, de la fe, de la entrega...
¿Cómo quieres asegurarte una buena vida, acumulando riquezas?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 20 de octubre de 2024
Domingo,20 de octubre 2024
Domingo de la 29ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 35‑45
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
—«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.»
Les preguntó:
—«¿Qué queréis que haga por vosotros?»
Contestaron:
—«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús replicó:
—«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de
beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron:
—«Lo somos.»
Jesús les dijo:
‑«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bauatizaréis con el
bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a
mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.»
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, reuniéndolos, les dijo:
—«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los hijos de Zebedeo se presentan a Jesús y le piden con todo descaro
sentarse en su gloria uno a la derecha y otro a su izquierda. Los otros
diez apóstoles se indignaron contra Santiago y Juan. Quizá se enfadan
porque también ellos buscan los honores y puestos distinguidos.
“Señor, ayúdame a descubrir mis pretensiones más ocultas”
“Dame fuerza para buscar sólo tu gloria y no la mía”
Jesús, con paciencia los reúne y les ofrece, nos ofrece la gran lección:
el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser el
primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo el Hombre, Jesucristo, no
ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su mensaje en
rescate por todos.
“Gracias, Señor, porque eres paciente conmigo”
“Gracias, Jesús, porque has querido hacerte nuestro servidor”
“Gracias por todas las personas que saben servir”
Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi gloria y mi condena.
Si mi felicidad de ti no viene,
no aguardo bienestar sobre esta tierra.
No sirvo a los señores de este mundo,
que pagan con honores y riquezas.
Te sirvo a ti, Señor de lo escondido,
que en lo secreto premias.
Te sirvo a ti, que en el amor has puesto
tu ley y tu presencia.
Y ya servirte, oh Dios, es en mi vida
una siembra, una entrega.
En la que el hombre sale de sí mismo
y en ti mismo se encuentra.
Sé Tú , Señor, el campo donde el grano
de mi vida se pudra y dé cosecha.
Nací para servirte: esa es mi lucha,
mi Gloria y mi Condena.
A. López Baeza
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 19 de octubre de 2024
Sábado, 19 de octubre de 2024
Sábado de la 28ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 12, 8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte
ante los hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte ante
los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán
a él ante los ángeles de Dios.
Al que hable contra el Hijo del Hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las
autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a
defender.
Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios está de tu parte. Y tú ¿lo defiendes cuando es atacado
en la familia, entre tus amigos? ¿Qué haces cuando se habla mal, se
lucha contra Dios y contra su Iglesia? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Respecto al pecado contra el Espíritu Santo dice el Catecismo de la
Iglesia Católica en el número 1648: “No hay límites a la misericordia de
Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de
Dios, mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la
salvación ofrecida por el Espíritu Santo (Cf. DV 46). Semejante
endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición
eterna. El pecado contra el Espíritu Santo consiste, pues, en la
negación de parte de la persona, a aceptar la salvación y el perdón
dados por Dios. Cuando el corazón de una persona se obstina de tal
manera que no acepta que necesita arrepentirse de sus pecados y se
resiste a esta gracia, comete el pecado contra el Espíritu Santo el cual
puede llevarlo al infierno. ¿Por qué? No porque la Iglesia y el Señor
no puedan perdonarle, todo lo contrario, sino mas bien porque la persona
misma, voluntariamente ha rechazado este perdón y salvación dadas por
Dios”.
Dices que soy manantial y no vienes a beber.
Dices que soy vino gran reserva y no te embriagas.
Dices que soy suave brisa y no abres tus ventanas.
Dices que soy luz y sigues entre tinieblas.
Dices que soy aceite perfumado y no te unges.
Dices que soy música y no te oigo cantar.
Dices que soy fuego y sigues con frío.
Dices que soy fuerza divina y estás muy débil.
Dices que soy abogado y no me dejas defenderte.
Dices que soy consolador y no me cuentas tus penas.
Dices que soy don y no me abres tus manos.
Dices que soy paz y no escuchas el son de mi flauta.
Dices que soy viento recio y sigues sin moverte.
Dices que soy defensor de los pobres y tú te apartas de ellos.
Dices que soy libertad y no me dejas que te empuje.
Dices que soy océano y no quieres sumergirte.
Dices que soy amor y no me dejas amarte.
Dices que soy testigo y no me preguntas.
Dices que soy sabiduría y no quieres aprender.
Dices que soy seductor y no te dejas seducir.
Dices que soy médico y no me llamas para curarte.
Dices que soy huésped y no quieres que entre.
Dices que soy fresca sombra y no te cobijas bajo mis alas.
Dices que soy fruto y no me pruebas.
Florentino Ulibarri
A veces no nos comprometemos a favor de demás, no nos atrevemos a
anunciar el Evangelio de Dios, porque pensamos que vamos solos.
Confiamos poco en el Espíritu. Él nos enseña lo que debemos hacer y
decir.
Si te has sentido alguna vez enseñado o dirigido por el Espíritu, da
gracias a Dios. Si no lo has sentido, pide al Señor que te dé fuerza
para dejarte llevar por su Espíritu.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 17 de octubre de 2024
Viernes, 18 de octubre de 2024. San Lucas.
San Lucas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10,1-9
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues,
al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!
Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega,
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el
camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz en esta casa". Y si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan,
porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si
entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a
los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el Reino de
Dios."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos la fiesta de San Lucas. Un día sintió la llamada de Jesús,
que quería confiarle una misión. Puedo recordar las llamadas que a lo
largo de la vida he recibido y dar gracias por ellas. Y preguntarme: ¿a
qué me llamas ahora, Señor?
Para Jesús el mundo no es un negocio que explotar, ni un espectáculo que
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios
que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas, religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Señor, nos has llamado de nuevo. No por ser los mejores, ni los más
listos, ni los más fuertes. Nos llamas porque nos quieres, porque
quieres hacernos felices. Confiaste en nosotros, te vuelves a fiar, a
pesar de que no lo hicimos todo bien. Nos llamas y nos envías: ¡Poneos
en camino!
Tenemos miedos y a veces nos cansamos, nos asalta la duda,
la tentación y no encontramos sentido al trabajo. Mucha gente no nos
entiende, nos critica y llega el desánimo. Tú nos lo habías advertido:
“Os envío como ovejas en medio de lobos”.
Danos una mirada limpia para ver el mundo como Tú lo ves:
como un gran campo que necesita obreros, brazos dispuestos a trabajar,
corazones abiertos para amar, pies que acorten las distancias…
Nos dices: “No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias”.
Lo importante es que te llevemos a Ti, que sintamos la alegría de ser
tus amigos, que transmitamos, con la humildad de sentirnos pecadores,
que Tú estás cerca y que contigo llega la Paz a nuestra vida.
Responder a tu llamada es lo mejor que podemos hacer. Será
motivo de alegría para nosotros y de felicidad para muchos. Gracias por
esta nueva llamada. Gracias por todos los que te responden y me animan a
decirte: "Estoy dispuesta. Estoy dispuesto".
Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta
Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Jueves, 17 de octubre de 2024. San Ignacio de Antioquía.
San Ignacio de Antioquía.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los perseguirán y matarán"; y así a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario.
Si, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, juristas, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros que no habéis entrado, y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!" Al salir de allí, los letrados y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La historia ha cambiado poco. A los que mientras vivían amargamos la vida, después de muertos les dedicamos una calle. Hace falta que una persona muera para que se le reconozcan sus valores.
“Señor, danos un corazón abierto
para reconocer la bondad de cada persona”
“Enséñanos a acoger a los profetas que nos envías
para hacernos ver nuestros pecados
y enderezar la vida hacia la felicidad”
Los juristas y fariseos tienen la llave del saber, pero ni entran, ni dejan entrar. En nuestras manos está la posibilidad de vivir la fe y transmitirla a otros. Y a veces ni la vivimos ni la transmitimos. ¿Cómo vivimos la fe? ¿Cómo la podemos transmitir? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor Jesús, ayúdame a entrar decididamente, por la puerta del Evangelio. Llevo mucho tiempo siendo cristiano, pero no acabo de pensar como Tú, sentir como Tú, rezar como Tú, arriesgar como Tú, tratar a los pobres como Tú, renunciar como Tú, compartir como Tú, entregarme como Tú... En definitiva, no me atrevo a amar como Tú. Qué tu Espíritu me dé el empujón que necesito para vencer la pereza y la mediocridad, y entrar cada día con mayor profundidad en tu Reino.
Ayúdame a ser puente que abra camino. Qué nunca sea muralla que cierre el paso. Para que muchas personas, algunas muy cerca de mí, que buscan la fuente de la felicidad y de la alegría, puedan encontrarse contigo, puedan descubrir y vivir que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 16 de octubre de 2024
Miércoles, 16 de octubre de 2024
Miércoles de la 28ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 11, 42-46
En aquel tiempo dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el
diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres,
mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que
practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os
encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la
calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente
pisa sin saberlo!" Un jurista intervino y le dijo: "Maestro, diciendo
eso nos ofendes también a nosotros". Jesús replicó: "¡Ay de vosotros
también, juristas que abrumáis a la gente con cargas insoportables,
mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Todos tenemos algo de fariseos. Presumimos de cumplir preceptos sin
importancia y nos olvidamos de los mandamientos más importantes. A veces
ni siquiera nos damos cuenta. Necesitamos la ayuda de los hermanos para
ser conscientes de esta realidad.
“Señor, ayúdame a descubrir mis incoherencias.
Dame humildad para reconocerlas
y fuerza para superarlas”
“Enséñanos a corregir con cariño y acierto
las incoherencias de los hermanos”
¿Buscamos los puestos de “relumbrón”, los puestos más cómodos en la
familia, en el lugar de trabajo, entre mis amigos… Recuerda el
testimonio del Señor que siempre se situó en el lugar de los pobres, de
los que sirven. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús cargó sobre sus espaldas los pecados de la humanidad. Los fariseos
cargan fardos pesados a los demás. ¿A quién te pareces más? ¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le pides?
Puestos a ser osados...
danos, Señor, tener siempre:
en la cabeza,
fe en las personas y en el pueblo;
en los ojos,
mirada transparente y visión digna
de tu presencia en la historia;
en los oídos,
la escucha respetuosa y atenta
de las súplicas y gritos de los que no tienen voz;
en los labios,
una palabra cercana, tierna y buena
para los que buscan y preguntan;
en el rostro,
transparencia, alegría y esperanza
para quienes andan tristes y perdidos;
en los brazos,
la resistencia y lucha por tu reino
aquí y ahora;
en las manos,
la disponibilidad solidaria
y un manantial de caricias;
en los hombros,
la fortaleza necesaria para cargar
a débiles, cansados y heridos;
en los pies,
la itinerancia por tus caminos
y alas para desinstalarnos;
en el corazón,
tu pasión, tu paz, tu latir
y la cercanía a los pobres;
en el vientre,
la vida, siempre la vida,
recibida, gestada, dada, amada.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 15 de octubre de 2024
Martes, 15 de octubre de 2024. Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 11, 25‑30
En aquel tiempo, Jesús exclamó:
Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla.
Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre,
y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré.
Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios quiere bendecir a todos, pero sólo los que tienen un corazón de
pobre, humilde, como el de Santa Teresa de Jesús. Sólo puede entrar en
la vida de los que han apartado de su horizonte el orgullo, la
autosuficiencia, la soberbia... Como diría San Pablo, la fuerza de Dios
se muestra perfecta en nuestra debilidad.
“Señor, haznos pobres y sencillos”
“Gracias por mostrarnos la grandeza de lo pequeño”
Orar no sólo es hablar con Jesús, orar es estar con Él. Estar con Él y
descansar de las fatigas, de los agobios, del cansancio. Orar es
presentar a Dios nuestra vida y, en silencio, dejar que Él sea alivio y
consuelo. A veces tenemos la impresión de que ser cristiano es una carga
pesada, difícilmente aguantable. Sin embargo, Jesús hoy nos dice lo
contrario: “mi yugo es llevadero y mi carga ligera”.
Contemplando el testimonio de vida de la santa de Ávila, pedimos a Dios
que nos conceda combinar con acierto oración y acción, vida apostólica y
tiempo para descansar en el Señor.
También podemos rezar con uno de sus textos más bonitos:
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.
Canto de Taizè: http://m.youtube.com/watch?v=go1-BoDD7CI
Otras oraciones de la Santa de Ávila: http://www.devocionario.com/textos/p_teresa.html
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 14 de octubre de 2024
Lunes, 14 de octubre de 2024
Lunes de la 28ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a
decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo,
pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un
signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre
para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta
generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen;
porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la
sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea
juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que
los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y
aquí hay uno que es más que Jonás.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Nos cuesta convertirnos de verdad al Señor. Y ponemos excusas y
justificaciones, algunas realmente buenas; pero excusas, al fin y al
cabo: “Si Dios me diese una prueba de su existencia”, “Si Dios cambiara
mi forma de ser”, “Si viera un milagro”. ¡En qué aprieto nos pondría
Dios si convirtiera una tinaja de agua en vino! Algo tendríamos que
inventar.
Sin embargo, hay personas que se conforman con menos. Los ciudadanos de
Nínive se convierten por la predicación de Jonás, y la reina del Sur al
escuchar la sabiduría de Salomón.
Si hiciéramos más a menudo memoria de todas las maravillas que Dios ha
hecho en nosotros, pediríamos menos signos, seríamos más agradecidos,
crecería nuestra esperanza y viviríamos más felices.
Señor Jesús, somos muy afortunados y hemos recibido mucho de ti,
pero no acabamos de agradecerlo, de convertirnos, de cambiar de vida.
Nos has proclamado la Buena Noticia de que Dios nos ama con locura,
pero no acabamos de abrir el corazón para acoger su ternura.
Nos has mostrado que Dios no se cansa nunca de perdonar,
pero, cuando pecamos, seguimos huyendo de Dios.
Nos has dicho que Tú quieres bendecirnos desde los pobres,
pero no les damos espacio suficiente en nuestro corazón y nuestro tiempo.
Te has presentado ante nosotros como un manantial de agua viva,
pero preferimos otras aguas, aunque no calmen nuestra sed.
Vienes a este mundo para liberarnos de todas las cadenas que nos atan,
pero seguimos teniendo miedo a que recortes nuestra libertad.
Nos has enseñado que sólo los que entregan su vida son felices,
pero estamos demasiado preocupados de nosotros mismos.
Nos descubriste que fuimos creados para vivir en comunión con Dios y con las personas,
pero no siempre estamos dispuestos a ayudar y a dejarnos ayudar.
Tú nos has dado tu Palabra, tu tiempo, tu Espíritu, tu vida entera,
pero nosotros seguimos siendo tacaños contigo.
Señor, ayúdanos a reconocer todo lo que has hecho por nosotros,
a fiarnos de ti y de tu Palabra, cada día un poco más,
para que nuestras miserias no ahoguen el deseo de plenitud que ha puesto en nosotros
y tu amor nos convierta a una vida más entregada y feliz.
Estamos en camino, Señor, y contigo podemos avanzar.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 13 de octubre de 2024
Domingo,13 de octubre de 2024
Domingo de la 28ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 17‑30
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
—«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?»
Jesús le contestó:
—«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no
robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a
tu madre.»
El replicó:
—«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.»
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:
—«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los
pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.»
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
—«¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!»
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:
—«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen
su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo
de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Ellos se espantaron y comentaban:
—«Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
—«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.»
Pedro se puso a decirle:
—«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo:
—«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o
padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en
este tiempo, cien veces más—casas y hermanos y hermanas y madres e hijos
y tierras, con persecuciones— y en la edad futura, vida eterna.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En muchas ocasiones tenemos miedo a profundizar en la relación con las
personas, no vaya a ser cosa de que esa profundizar traiga consigo
compromisos que no estamos dispuestos a asumir. Lo mismo sucede con la
relación con Dios: a medida en que vamos conociendo más al maestro, él
nos va mostrando nuestros retos, a veces nos pide renuncias y
sacrificios difíciles de realizar.
“Señor, gracias por ofrecerme tu amistad”
“No permitas que mi relación contigo sea superficial”
Y a veces nos sucede como al hombre que se acercó a Jesús, cuya historia
nos cuenta el Evangelio de hoy. Nos asusta el compromiso, no queremos
renunciar a ninguna de nuestras comodidades, fruncimos el ceño y nos
alejamos tristes del Maestro.
“En mi vida muchas veces he sido egoísta. Perdóname”
No tengamos miedo a encontrarnos con Jesucristo y a preguntarle qué
tenemos que hacer, qué hemos de abandonar, por qué camino avanzar. Él no
sólo nos muestra un estilo de vida, nos da la fuerza necesaria para
poder responder a sus llamadas, porque –como dice el propio Jesús- lo
que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Dios lo puede
todo.
“Enséñame a confiar en ti y no tanto en mis propias fuerzas”
Mírame Tú,
Jesús de Nazaret.
Que yo sienta
posarse sobre mí
Tu mirada libre,
sin esclavitud
de sinagoga,
sin exigencias
que me ignoren,
sin la distancia
que congela,
sin la codicia
que me compre.
Que Tu mirada
se pose
en mis sentidos,
y se filtre
hasta los rincones
inaccesibles
donde te espera
mi yo desconocido,
sembrado por Ti
desde mi inicio,
y germine mi futuro
rompiendo en silencio
con el verde de sus hojas
la tierra machacada
que me sepulta
y que me nutre.
Déjame entrar
dentro de Ti,
para mirarme
desde Ti,
y sentir
que se disuelven,
tantas miradas
propias y ajenas
que me deforman
y me rompen.
Benjamín González Buelta, sj
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Señor, hay días en que olvidas los motivos.
El entorno se vuelve desierto árido, monótono.
Hay días en que lo cambiarías todo por una caricia.
Días en que calla la voz interior,
cuando ni hacer el bien parece tener sentido,
cuando el mundo resulta una causa perdida
y el evangelio es un idioma incomprensible.
Días en que no te sientes hermano, ni amigo, ni hijo.
Días de escepticismo,
en que el samaritano decide pasar de largo,
Zaqueo no sube al árbol,
y sólo sobrevive el joven rico.
Días en que vencen los fantasmas interiores.
Pero no des demasiada cancha al drama.
Mira tu vida con desnudez benévola,
respeta el desaliento, sin darle el cetro y la corona,
y rescata la memoria de las causas,
de la presencia, de la ilusión.
El samaritano sigue en marcha.
Él también tiene días grises.
Zaqueo espera un encuentro.
El joven rico aún piensa en el camino que no eligió.
Y en lo profundo, más allá de fantasmas y demonios, late Dios.
José María Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 12 de octubre de 2024
Sábado, 12 de octubre de 2024. Nuestra Señora del Pilar.
Nuestra Señora del Pilar.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras hablaba a las turbas, una mujer de entre el
gentío levantó la voz diciendo: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los
pechos que te criaron!" Pero él repuso: "Mejor: ¡Dichosos los que
escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!"
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús ama a su madre María porque lo acogió nueve meses en su
vientre y porque sus pechos lo amamantaron, pero todavía la valora más
por escuchar y cumplir la Palabra de Dios. Para Jesús no valen títulos
de sangre, ni los grados académicos, ni la partida de bautismo. Para
Jesús, lo importante es escuchar la Palabra de Dios y cumplirla.
Escuchar y cumplir la Palabra de Dios requiere un corazón abierto, para
poder acoger la sorpresa de Dios, seguros de que sus caminos son
distintos (y mucho mejores) que los nuestros.
Escuchar y cumplir la Palabra de Dios es nuestra tarea permanente. Permanente. De cada día. De todos los días.
Con la Virgen del Pilar pedimos a Dios fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor.
Gracias, Padre, por María, la Virgen.
Ella es Pilar de nuestra fe, de nuestra vida cristiana.
Es pilar seguro por su humildad y sencillez.
Es pilar firme porque se apoyó en el mejor cimiento,
se apoyó en Ti, en tu amor, que nunca falla,
se apoyó en tu palabra, palabra escuchada y cumplida.
Fue pilar en el que descansó su prima Isabel,
su esposo San José y los primeros discípulos de Jesús.
Es pilar en el que nosotros nos podemos apoyar. Gracias.
Gracias, Padre, por todas las personas que han sido y son pilares,
pilares para las familias, parroquias y comunidades;
pilares en los que se pueden apoyar los amigos y los pobres.
pilares en los que he apoyado y apoyo mi debilidad.
Recuerdo sus nombres con un corazón agradecido: ... ... ...
Padre bueno, quieres que yo sea también un buen pilar,
Sé que con mis propias fuerzas no puedo ser un pilar seguro.
y quiero apoyarme, como María, en el mejor cimiento,
quiero apoyarme en Ti, en tu amor, en tu palabra.
No quiero apoyarme en el dinero, ni en la mentira.
Sólo Tú eres el cimiento que nunca se mueve.
Muestra tu fuerza en mi debilidad, tu grandeza en mi pequeñez,
para que sea pilar en el que puedan descansar
las personas que Tú pones en mi camino. Amén.
Santa María del Pilar, ruega por nosotros.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 11 de octubre de 2024
Viernes, 11de octubre de 2024
Viernes de la 27ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 15-26
En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la
multitud dijeron: "Si echa los demonios, es por arte de Belzebú, el
príncipe de los demonios".
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El,
leyendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino en guerra civil va a la
ruina, y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra
civil, ¿como mantendrá su reino? Vosotros decís que yo hecho los
demonios con el poder de Belzebú; y si yo echo los demonios con el poder
de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso,
ellos mismos serán vuestros jueces. Pero si yo echo les demonios con el
dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes
están seguros. Pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita
las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo,
está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando un espíritu
inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un
sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "volveré a la
casa de donde salí". Al volver se la encuentra barrida y arreglada.
Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él y se mete a
vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Cuando no se quiere a una persona, no se cambia de opinión ni siquiera cuando cura a un endemoniado. Es el caso de Jesús.
Todos hemos sufrido en alguna ocasión esta circunstancia. ¡Cómo duele!
Conociendo un poco a Jesús, podemos imaginar que le dolería más la
dureza de corazón de sus compatriotas que el rechazo que él sufre.
“Señor, gracias por entregar tu vida por los que te rechazamos”
“Danos fuerza para entregarnos por los que nos rechazan”
“Perdona y cura nuestra dureza de corazón”
El Reino de Dios ha llegado a nosotros: Hoy Jesús sigue curando ciegos,
cojos, mudos y toda clase de enfermos, del cuerpo y del alma. ¿No lo
notáis?
“Danos ojos para ver,
corazón para agradecer
y voluntad para colaborar contigo”
En el Evangelio de hoy, Jesús se encuentra a personas con el corazón
cerrado. Esta oración, variante de otra de Helder Cámara, nos puede
ayudar a estar abiertos:
Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.
Estar abierto es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Estar abierto es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Estar abierto es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Estar abierto no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
acoger a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
escuchar nuevas ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.