miércoles, 4 de diciembre de 2024

Miércoles, 4 de diciembre de 2024

 Miércoles de la 1ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 29‑37

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y el los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días
conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: —«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: —«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: —«Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Me da lástima de la gente". En muchas ocasiones el Evangelio utiliza otra expresión semejante: "sintió compasión". ¿Qué significan en el evangelio estas palabras? Sentir lástima o compasión no es solamente un  sentimiento pasajero de pena. Es ponerse en lugar del otro, sentir lo que siente el otro y, como consecuencia, comprometerme por el otro. Dios se pone en tu lugar, le duelen tus penas, se alegra con tus éxitos, se compromete contigo. Le damos gracias.

B. Después de esta reflexión podemos entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad, comprendemos la razón fundamental por la que Dios se hizo hombre, por la que sigue viniendo en cada momento. Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene lástima y compasión, porque le duele que haya tanto dolor, tanta hambre de pan, de educación, de amor, de esperanza, de fe, de justicia... Dios viene porque se ha comprometido con toda la humanidad, contigo también.

C. Dios podría hacer lo que quisiera solo, pero prefiere contar con nosotros. El acogió aquellos pocos panes y peces. Hoy acoge, como si fuera un tesoro, nuestros gestos de amor, nuestros compromisos, nuestra solidaridad, nuestros esfuerzos. Acoge todo y lo multiplica para alimentar a sus hijos. Para que muchos sientan al Dios cercano que celebramos, Jesús necesita nuestra colaboración, por pequeña que nos parezca.

El Evangelio de hoy nos ayuda a entender mejor qué significa el Adviento y la Navidad: Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene compasión de nosotros.


Señor Jesús, tienes compasión de los que no te encuentran y te acercas a todos, 
Tienes compasión de los que te tememos y te haces pequeño. 
Tienes compasión de los que somos demasiado duros y te manifiestas como ternura. 
Gracias, Jesús. 
Tienes compasión de los que tenemos hambre y te conviertes en pan de vida. 
Tienes compasión de los que no te entendemos y te haces Palabra. 
Tienes compasión de los que nos sentimos solos y perdidos y te haces nuestro compañero de camino. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que sufren en su cuerpo o su alma y te presentas como nuestro médico y medicina. 
Tienes compasión de los que somos perezosos para servir y te haces nuestro esclavo. 
Tienes compasión de los que pecamos y cargas con las consecuencias de nuestros errores. 
Gracias, Jesús. 

Tienes compasión de los que nos cuesta entregarnos y te ofreces por nosotros en la cruz. 
Tienes compasión de los que tenemos la muerte y con tu resurrección abres las puertas de la Vida eterna. 
Tienes compasión de los somos cobardes y miedosos y nos regalas la fuerza de tu mismo Espíritu. 
Gracias, Jesús.

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No desistas, Señor, sigue insistiendo
en venir a nosotros, en hacerte
vecino del dolor y de la lágrima.
Ven más cada mañana, nunca dejes
de acercarte.

Sucede
que la arcilla es así,
que está rajada
de añoranza y de amor
y nuestro cántaro
se nos queda sin sol, se cuela el agua
hacia Ti.

Sigue empeñado,
a pesar de nosotros y la aurora,
viniendo a nuestra sed.
Llegará un día
en que todo estará
como Tú quieras.

Valentín Arteaga



4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 3 de diciembre de 2024

Martes, 3 de diciembre de 2024.San Francisco Javier

  San Francisco Javier

Martes de la 1ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios  
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 21‑24

En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu. Santo, exclamó Jesús: —«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.»

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: —«¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»


3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Has escondido a los sabios... has revelado a la gente sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos. Sólo podemos vivir el Adviento, sólo podemos ser cristianos desde la sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que tienen que aprenderlo todo.

Hasta ayer, como quien dice,
he jugado intensamente a ganar
en todos los campos
considerados importantes:
la vida,
la fe,
la verdad,
la política,
la comunidad,
la ideología,
el trabajo,
la solidaridad,
el crear referencias,
el ejercicio del poder...
y otros que ya ni recuerdo
o han cambiado de catálogo.
 

Y he peleado a fondo
en encuentros,
asambleas,
reuniones
y debates;
en propuestas,
documentos,
discernimientos,
votaciones
y elecciones;
con personas,
grupos,
reglas
y costumbres
presentes y ausentes.

Ahora ya no.
Ahora sólo me preocupa, Señor,
Respetar
y seguir viviendo;
dialogar
y, si es posible, entendernos;
y convencer de ello
a quienes tanto se me parecen.
 

Y si para ello
hay que salir de uno mismo
e ir hasta los confines del mundo,
lo haré con gusto,
aunque las amenazas
pueblen el horizonte
y el presente que nos toca vivir
si queremos seguirte.
Quizá así te escuche,
quizá así guste tu mensaje
y me descubra discípulo tuyo
en todas partes.

Florentino Ulibarri


B. Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más ajustado.

C. ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Nosotros, aunque no vemos a Jesucristo con los ojos de carne, como los apóstoles, también tenemos motivos para sentirnos dichosos, para dar gracias a Dios. Sabemos y sentimos que Dios nos quiere con todo su corazón. Sabemos y sentimos que Dios nos libera de todo lo que nos hace infelices... Demos gracias a Dios rezando y compartiendo esta experiencia con los que no la tienen.

Haznos saber, Padre compasivo,
que nuestra vida es don recibido:
gratuidad, misterio y bendición;
que somos alianza de amor.

Enséñanos a ser agradecidos como Jesús,
que salía del camino y elevaba los ojos a ti.

Haznos conscientes, Padre amoroso,
de lo mucho recibido en nuestra existencia cotidiana:
de las manos que nos cuidaron,
de los hombros que soportaron nuestro peso
y nos rescataron de nuestros abismos.

Muéstranos también, Padre de huérfanos y solos,
el don que hemos sido para tantos y tantas
que acudieron a nosotros en busca de refugio.

Y pon en nuestros labios, Padre bueno,
aquel hermoso salmo que nos enseñó tu Hijo:

Padre nuestro...

Cipri Díaz Marcos, sj


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 2 de diciembre de 2024

Lunes, 2 de diciembre de 2024

 Lunes de la 1ª semana de Adviento

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-11

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
—«Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
—«Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "No he encontrado en nadie tanta fe". La fe en Jesucristo es la nota que define nuestro ser cristiano. Y en este tiempo de Adviento la Palabra nos invita a crecer en la fe. ¿Cómo podemos acoger a Jesús que viene, si no tenemos fe? ¿Cómo podremos descubrirle presente en el mundo y en nuestro corazón si nuestra confianza en él falla? ¿Cómo rezar "Ven Señor Jesús" si no creemos?
     "Creo Señor, pero aumenta mi fe"

B. Tener fe no es solamente creer que Dios existe, o que Jesús es el Hijo de Dios. Para los cristianos tener fe es creer que Jesús puede curarme, puede salvarme, puede hacerme plenamente feliz. ¿Has sentido alguna vez la alegría de sentirte curado por Jesús? ¿deseas con todo el corazón revivir esta experiencia o experimentarla por primera vez? Adelante. Ten fe. Reza. Busca a Jesús en la oración, en tus hermanos. Está deseando curarte de eso que tanto te pesa.

Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia Ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
Tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.

A Ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, ante tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, Tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en Ti luz y calor.

A Ti me acojo, Señor, al comenzar el día: protégeme.
En ti pongo mi confianza, como un niño en su madre: ayúdame.
A Ti abro mis proyectos y los planes de este día: acompáñame.
A Ti ofrezco lo que soy y lo que yo tengo: acógelo.
A Ti, que eres Dios de la vida, te pido fuerza: anímame.
Mi corazón te ama y, lleno de gozo, exulta en Ti.

Bendíceme, Señor, y guíame por el camino justo;
como un gran escudo, defiéndeme, sé mi fortaleza.
Que tus alas, Señor, me cobijen y me guarden
mientras yo voy viviendo el día que hoy me entregas.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

C. La fe no nos encierra, nos hace abiertos, solidarios. Aquel centurión no pidió para él, pidió para un criado, intercedió por él. Interceder es rezar por el otro, trabajar por el otro, dar la cara por el otro, dar voz a los que no tienen voz. Hay mucha gente que ha intercedido, que intercede por ti. Hay muchas personas que necesitan tu intercesión.
     "Gracias Señor por las personas que interceden por mi"
     "Gracias Padre por las personas que interceden por los más pobres"
     "No dejes nunca Señor que me ahogue en mis problemas"
     "Te pido Señor por ... y dame fuerza para trabajar por él"

D. Adviento. Tiempo de espera cierta.

Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.

Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando al Verbo encarnado.

Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.

Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!

Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.

Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.

Esperar como Isaías, viviendo y profetizando.
O como Jeremías, sufriendo, pero enamorados.
O como Juan Bautista, pregonando lo que nos has dado.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar, aunque no entendamos a tu Espíritu Santo.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 1 de diciembre de 2024

Domingo, 1 de diciembre de 2024.I Domingo Adviento.

  I Domingo  Adviento

1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".


2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 25‑28. 34‑36

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedaran sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Como ya hemos comentado el Evangelio de hoy en fechas recientes, he aquí algunas pistas para para comenzar el Adviento con buen ánimo:

A. Adviento siginifica "venida". En el Adviento celebramos que Dios viene. Dios se hizo carne, se hizo humano, nosotros, hace 2000 años. Dios vendrá al final de la historia. Y Dios viene en cada momento. En el Adviento contemplamos a Dios porque se acerca a nosotros, se acerca tanto para que sintamos su ternura, su caricia, su amor...
Damos gracias a Dios por su cercanía, porque viene.

B. Y si Dios se acerca, ¿qué hacemos nosotros? Dios pone todos los medios para encontrarse con cada persona. Y nosotros ¿qué medios ponemos? ¿qué medios vamos a poner? Sabemos que Dios está en cada persona, en los sacramentos, en uno mismo, en la realidad que vivimos. Pero muchas veces no nos damos cuenta. ¿qué está fallando? ¿cómo podemos mejorar?
Es vital para nosotros encontrarnos con Jesús. San Agustín comenta: "Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón no descansará haste que descanse en ti"
     "Tu rostro buscaré, Señor"
     "Mi alma te busca a ti, Dios mío"
     "Tengo sed de ti, Señor"

C. Algo nuevo está naciendo ¿no lo notáis? Esta frase de Isaías podría ser el lema de este Adviento. Podríamos pensar en este tiempo de Adviento qué semilla del Reino (generosidad, humilidad, gratitud, ofrecimiento, perdón, fraternidad...) está creciendo en mi interior, en mi grupo de fe, en mi parroquia, en mi familia, en mi barrio, en mi lugar de estudio o trabajo, en el mundo.
     "Dame Señor un corazón sensible"
     "Concédeme Señor unos ojos contemplativos"
     "Haz que mis oídos estén siempre abiertos"
 
Levantaos y alzad la cabeza…
Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra.
Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas.
Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis.
Los que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos y alzad la cabeza.

Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación.
Una libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor.
La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego.
Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible…
no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en las estancias.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto...
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.

Aquí estoy, Señor,
¡tú sabes cómo, mejor que nadie!,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.

Aquí estoy, Señor,
orientando cuerpo y alma
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.

Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa.
¡No te canses de llamar, Señor!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de venir, Señor!
Yo continuaré aquí confiado en tu Palabra.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

sábado, 30 de noviembre de 2024

Sábado, 30 de noviembre de 2024. San Andrés.

  San Andrés

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que  llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran  pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que  estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Celebramos hoy la fiesta de San Andrés.

En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme». San Andrés y los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.

¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida, determinadas personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta.

Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para responder. Da siempre gracias.

Todo comenzó con un encuentro fortuito
un día cualquiera
a eso de las cuatro de la tarde,
una hora sin programaciones.

Tú pasaste cerca
y alguien les dijo quién eras;
ellos te siguieron sin decir nada,
e, intrigado, les preguntaste:
¿Qué buscáis?;
y te respondieron al estilo gallego:
¿Dónde vives, Rabbí?
Tú seguiste el diálogo diciéndoles:
Venid y lo veréis.
Y en un solo día se enamoraron de ti.

Así comenzó a tejerse el tapiz de tus sueños,
y el de ellos,
y el nuestro,
y el de otros que no sabemos...

Los primeros hilos fueron dos amigos y vecinos
que compartían inquietudes y maestro,
Andrés y Juan Zebedeo;
después, el hermano de uno de ellos, Simón Pedro;
y a continuación, Felipe,
un vecino de todos conocido e inquieto,
que se lo contó a su amigo de siempre,
Natanael, que era recto y bueno
y un poco escéptico,
al cual tú ya le habías echado el ojo
viéndolo ocioso.

Así, con muchos hilos finos y gruesos,
y de colores muy diversos...
hasta llegar a nosotros.

Y gracias a este tejer, en red y gratis,
tu nombre y buena noticia resuenan todavía
en nuestro mundo e historia
como algo que merece la pena y da alegría.

Y nosotros
vamos aprendiendo a ser discípulos tuyos
en esta tierra, día a día, Señor.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Viernes, 29 de noviembre de 2024

  Viernes de la 34ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 29-33

En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca.
Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Fijaos en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en la vida de las personas cercanas... fíjate en tu grupo de fe, en tu parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad, en el mundo. Jesús era un gran observador.  Ver, mirar, fijarse, contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿nos enteramos de las cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.

B. La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su pueblo, en el corazón de las personas...

Señor Jesús, Tú nos invitas a observar  la Naturaleza, a aprender de su belleza y sus ritmos, del devenir de las estaciones, el germinar de las semillas y el crecimiento de las plantas.

Señor Jesús, ayúdame a descubrir todo lo que está despuntando en mi corazón: nuevos sueños, nuevas ilusiones para proyectos comenzados hace tiempo, nuevos deseos de amar, de servir a los pequeños, de entregarme a Ti. Agradezco todos los brotes de vida que van germinando y creciendo en mí, para ser yo misma, para ser más feliz, para dar más fruto.

Señor Jesús, limpia mi mirada, para que, a pesar de todas las corrupciones y todos los escándalos, sepa ver los brotes de vida que crecen en la higuera seca de nuestra sociedad, en la higuera seca de nuestra iglesia: personas mayores que comparten todo su tiempo y su sabiduría con los demás; jóvenes que van contracorriente, se acercan a Dios y dedican tiempo a los demás; niños que no pasan de largo ante las lágrimas de un compañero, enfermos que animan a sus familias, personas que en su trabajo no se conforman con cumplir… ¡Cuántos signos de vida, Señor!

Señor Jesús, ayúdame a confiar en tus palabras, que no pasan nunca, que me emocionan cada vez que las escucho, que impulsan mi vida, que construyen tu Reino de justicia y paz, de gracia y amor; que fortalecen mi esperanza en Ti, en mí, en la gente que me rodea, en la Iglesia y en el mundo. Tú estás a nuestro lado y tus palabras nos aseguran el final más feliz. Gracias, Jesús.


C. Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno, que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" (Gn 1,4.10...). Y el Evangelio nos cuenta que Jesús  "fijando en él (joven rico) su mirada, le amó" (Mc 10,21). Si no miramos con amor, no descubriremos al Dios-Amor en la vida, en la historia.
    "Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"
    "Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"
    "Ayúdame a descubrirte y a disfrutar de tu presencia".

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Jueves, 28 de noviembre 2024

 Jueves de la 34ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 20-28

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.
Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán.
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
 3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Otra vez Jesús utiliza un lenguaje simbólico, difícil de comprender para nosotros. El panorama que dibuja es desolador: destrucción, venganza, signos en los astros... Sin embargo, a pesar de todo, las últimas palabras de Jesús son esperanzadoras: "levantaos, alzad la cabeza, se acerca vuestra liberación". Aunque a veces no lo parezca, hasta en las situaciones más dolorosas, Dios está presente y busca nuestra liberación, nuestra felicidad.

B. Podemos pensar en situaciones difíciles que hemos vivido. Y recordar cómo a pesar de todas las apariencias negativas, Dios se ha hecho paso y nos ha ido salvando poco a poco. Damos gracias. Si no hemos descubierto la presencia de Dios en los momentos dolorosos de la vida, le pedimos que nos conceda luz para saber descubrirlo.

C. Dios nos pone a veces en camino de personas que sufren mucho, que no tienen un futuro esperanzador. Y nos pide que les ayudemos a levantarse, a caminar, a disfrutar de la salvación (del amor de Dios y de los hermanos).

Se suprimirá el diálogo en nombre de la verdad;
después se suprimirá la verdad.

Se suprimirá la libertad en nombre de la responsabilidad;
después se suprimirá la responsabilidad.

Se suprimirá la caridad en nombre de la justicia;
después se suprimirá la justicia.

Se suprimirá la honradez en nombre de la eficacia;
después se suprimirá la eficacia.

Se suprimirá la democracia en nombre del bien común;
después se suprimirá el bien común.

Se suprimirá la fe en nombre de la ciencia,
después se suprimirá la ciencia.

Se suprimirá la conciencia en nombre de la razón;
después se suprimirá la razón.

Se suprimirá el derecho en nombre del orden;
después se suprimirá el orden.

Se suprimirá la paz en nombre de la revolución;
después se suprimirá la revolución.

Se suprimirá la utopía en nombre de los proyectos;
después se suprimirán los proyectos.

Se suprimirá el espíritu crítico en nombre del respeto;
después se suprimirá el respeto.

Se suprimirá el amor en nombre de la dignidad,
después se suprimirá la dignidad.

Se suprimirá la ética en nombre de la estética;
después se suprimirá la estética.

Se suprimirá la tolerancia en nombre de la ciudadanía,
después se suprimirá la ciudadanía.

Se suprimirá al profeta en nombre de la estabilidad;
después se suprimirá la estabilidad.

Se suprimirá el estado de bienestar
para hacer posible una sociedad mejor que no llegará...

Y en nombre de nada se suprimirá al ser humano
–al niño, al vecino, al ciudadano,
al emigrante, al débil y a nosotros mismos–,
y un océano de violencia anegará nuestro mundo,
nuestros pueblos,
nuestras casas,
nuestras entrañas...

Pero sobre el caos
aleteará nuevamente tu Espíritu,
y tu palabra creadora y liberadora
nos llenará de esperanza.

Florentino Ulibarri


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.