Jueves de la 26ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por
delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir
él. Y les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues,
al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos.
No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar
a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí
hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a
vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien,
comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está
cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid:
"Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos
lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el
reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para Jesús el mundo no es un negocio a explotar, ni un espectáculo para
contemplar, ni un peligro que destruir. Para Jesús, el mundo es una
mies, un campo necesitado de trabajadores. ¿Cómo miro el mundo? ¿Cómo
miro a las personas?
"Transforma mi mirada egoísta, Señor"
"Gracias Señor por compadecerte de mis miserias"
"Señor, enséñame a mirar como tú me miras"
Decid: “Está cerca de vosotros el Reino de Dios”.
Está cerca el Reino de Dios
poneos en camino,
caminad,
no os paréis, andad los caminos de la vida nueva,
inventad los caminos,
seguid las huellas de Aquél que viene,
poned vuestros pies en movimiento.
¿No notáis la parálisis,
el estancamiento, la invalidez, la impotencia,
el letargo?
Está cerca el Reino. Despertad.
Moved los pies como lugar de acercamiento,
como capacidad de detenernos junto a los que nos necesitan
de proximidad a los alejados,
búsqueda del sentido
enterrad vuestros pies en señal de distancia,
de rodeos.
Detened vuestros pies
con su tendencia a escapar de los lugares de intemperie,
de dolor o de conflicto;
tan ágiles para subir y trepar hacía el éxito,
tan perezosos para acercarse
a los que viven en las cunetas de la vida.
Está cerca el Reino de los cielos,
poneos en camino.
Él es el camino.
Pon tus pies en movimiento por sus caminos y sus búsquedas,
por las rutas de sus cansancios y las sendas
hasta llegar al final.
Está cerca el Reino de los cielos
Y en este tiempo de esperanza da las gracias
por las veces que Sus pies han salido en tu búsqueda hasta encontrarte,
porque te han esperado en las encrucijadas de tus caminos,
porque han marchado delante de ti cuando no sabías por donde ibas,
porque iban de tras de ti para defenderte del peligro,
porque estaban junto a ti cuando te creías solo o sola.
Está cerca el Reino
mueve tus pies,
y camina: Levántate y comienza andar.
Andar por los caminos nuevos porque los caminos se van haciendo,
no existen de antemano,
se crean, se inventan como se crea y se inventa el Reino
cada vez que movemos los pies hacia los otros.
Mueve tus pies y comienza a derribar todas las indicaciones que
prohíben, obligan a pararte.
Mueve tus pies porque el nuevo Reino,
Y, aunque no lo parezca, todo es posible:
pararse y andar, descalzarse y despojarse,
correr y descansar.
Amén.
Pedid al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies. Pedid a Dios
que envíe laicos que transformen el mundo, sacerdotes que sirvan a las
comunidades cristianas; religiosos y religiosas que nos recuerden la
absoluta grandeza de Dios. Pedid y escuchad la llamada de Dios. Escuchad
y llamad a otras personas.
Envíame sin temor, que estoy dispuesto.
No me dejes tiempo para inventar excusas,
ni permitas que intente negociar contigo.
Envíame, que estoy dispuesto.
Pon en mi camino gentes, tierras, historias,
vidas heridas y sedientas de ti.
No admitas un no por respuesta
Envíame; a los míos y a los otros,
a los cercanos y a los extraños
a los que te conocen y a los que sólo te sueñan
y pon en mis manos tu tacto que cura.
en mis labios tu verbo que seduce;
en mis acciones tu humanidad que salva;
en mi fe la certeza de tu evangelio.
Envíame, con tantos otros que, cada día,
convierten el mundo en milagro.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 30 de septiembre de 2021
Jueves, 30 de septiembre de 2021
miércoles, 29 de septiembre de 2021
Miércoles, 29 de septiembre de 2021
Santos Arcángeles
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 1,47-51
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí
tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Natanael le
contesta: "¿De qué me conoces?" Jesús le responde: "Antes de que Felipe
te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Natanael
respondió: "Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel."
Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera,
crees? Has de ver cosas mayores." Y añadió: "Yo os aseguro: veréis el
cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del
hombre."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La Biblia nos habla de tres arcángeles con nombre propio:
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Angeles
combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Angeles combatieron,
pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos.
Apocalipsis 12, 7-8
Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de
Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado
José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando,
le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Lucas 1, 26-28
«Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que están siempre presentes y tienen entrada a la Gloria del Señor».
Tobías 12, 15
Con un corazón de niño, podemos dirigir a ellos nuestros oraciones:
San Miguel Arcángel, que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda
y que, mediante tu incomparable protección,
crezcamos cada vez más en el servicio del Señor;
que tu virtud nos acompañe todos los días de nuestra vida.
Arcángel San Gabriel, imploramos tu cercanía
para que descubramos cada día las llamadas que Dios nos hace
y respondamos con la prontitud y la alegría de la Virgen.
Arcángel San Rafael, que dijiste:
«Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios.
Practicad el bien y no tropezaréis en el mal.
Buena es la oración con ayuno,
y hacer limosna mejor que atesorar oro»,
te suplicamos nos acompañes en todos mis caminos
y nos alcances fuerza para seguir tus consejos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 28 de septiembre de 2021
Martes, 28 de septiembre de 2021
Martes de la 26ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 51-56
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó
la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino
entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no
lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y
Juan, discípulos suyos, le preguntaron: "Señor, ¿quieres que mandemos
bajar fuego del cielo y acabe con ellos?" El se volvió y les regañó, y
dijo: "No sabéis de qué espíritu sois. Porque el Hijo del hombre no ha
venido a perder a los hombres, sino a salvarlos".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Santiago y Juan iban con Jesús, pero ¡cuanto les costaba comprender el
nuevo estilo de vida iniciado por el Maestro! No saben de qué espíritu
son. Son del espíritu del amor, de la comprensión, de la misericordia;
no son hijos del espíritu del rencor y de la venganza.
“Señor danos tu Espíritu de amor,
para que curemos el egoísmo con generosidad
venzamos la mentira con la verdad,
ganemos al orgullo con humildad
y superemos la guerra con la paz”
Cristo no ha venido no a perder a nadie, ha venido y sigue viniendo a
salvar a todos. Nuestra tarea es la misma: salvar, animar, dar alegría,
levantar la esperanza.
Pedimos perdón porque a veces condenamos a los hermanos
y damos gracias por las personas siguen salvando al mundo con su vida.
Quiero tener una mirada como la tuya, Señor
A no dejarme llevar por mis juicios,
interesados, duros y excesivamente crueles.
A observar, no tanto los aspectos negativos,
cuanto la bondad y lo noble de los que me rodean.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no conspirar ni levantar castillos
en las ruinas sufrientes de tantos hermanos.
A no señalar defectos e historias pasadas
que, entre otras cosas,
sólo sirven para causar sensación o daño.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A ser prudente, como Tú lo fuiste
con aquella mujer, que adulterada en su vida,
comenzó otra vida nueva
ante tu forma de mirarle y corregirle.
Ayúdame a mirar como Tu, Señor.
A ver el lado bueno de las personas.
A no recrearme con el sufrimiento ajeno.
A no ser altavoz de calumnias y mentiras.
A ser persona y no jugar a ser juez.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
A no manipular ni airear
las cruces de las personas que las soportan.
A no enjuiciar ni condenar
los defectos de tantos próximos a mi vida.
A no hacer estandarte ni burla
de los que están hundidos en sus miserias.
Ayúdame a mirar como Tú, Señor.
Para que, frente a la mentira, reine la verdad.
Para que, frente a la condena, brille tu misericordia.
Para que, frente a la burla, salga la comprensión.
Para que, frente a la humillación, despunte la bondad.
Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 27 de septiembre de 2021
Lunes, 27 de septiembre de 2021
Lunes de la 26ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más
importante. Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un
niño, lo puso a su lado y les dijo: "El que acoge a este niño en mi
nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha
enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante".
Juan tomó la palabra y dijo: "Maestro, hemos visto a uno que echaba
demonios en tu nombre, y, como no es de los nuestros, se lo hemos
querido impedir". Jesús les respondió: "No se lo impidáis: el que no
está contra vosotros, está a favor vuestro".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¡Cuánto nos gusta compararnos y ponernos por encima de los demás! En
cambio Jesús, siendo el primero, se pone al final de la fila. El más
pequeño, el más humilde es el más importante. El Salmo 130 es un salmo
pequeño, que nos ayuda a sentirnos pequeños, pero seguros en los brazos
de Dios:
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas que superan mi capacidad;
sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como eran en el principio ahora y siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Cuando acogemos a los pequeños, a los niños, a los pobres, a cualquier
persona necesitada de ternura, de compañía, de esperanza... estamos
acogiendo al mismo Jesús.
“Gracias por poder acogerte en los más pequeños”
“Danos un corazón abierto a todos, sobre todo a los más humildes”
“Perdona y cura nuestro afán de ser más que los demás”
El que no está contra vosotros, está a favor vuestro”. Por lo tanto, no
miréis con desconfianza al que hace lo mismo que vosotros, aunque no sea
de vuestro grupo
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No todos están a favor nuestro, ni todos en contra nuestro, Señor.
Aquellos que comparten la misma fe, aunque sean de otro grupo, son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que trabajan por la justicia y la paz son de los tuyos, son de los nuestros.
Los que defienden la vida de todos y en especial de los más pobres, de
los niños, también de los no nacidos, de los enfermos... son de los
tuyos, son de los nuestros.
Ábreme los ojos para descubrir que hay muchas personas (casi todas) que son de los tuyos, de los nuestros.
Gracias por las maravillas que tu Espíritu realiza en el corazón de las mujeres y los hombres
que, aunque no parezcan de los nuestros, aunque abracen otros credos o no crean en Dios,
aunque voten a otros partidos políticos, canten otras canciones y hablen otros idiomas,
están movidas por tu mismo Espíritu. Gracias, Señor.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 26 de septiembre de 2021
Domingo, 26 de septiembre de 2021
Domingo de la 26 semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 38‑43. 45. 47‑48
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.»
Jesús respondió:
—«No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede
luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor
nuestro.
Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al
Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a
uno de estos pequeñuelos que crcen, más le valdría que le encajasen en
el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace
caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos
manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el
reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el
gusano no muere y el fuego no se apaga.».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“No es de los nuestros”. Es una expresión que ponemos muchas veces en la
boca demasiado apresuradamente. Nos podríamos preguntar en qué momentos
hemos dicho estas palabras u otras semejantes. ¿Quién no es de los
nuestros, el que no forma parte de nuestro grupo, el que no piensa como
nosotros, el que tiene la piel de otro color, el que viene de tierras
lejanas? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Las acciones buenas, por pequeñas e insignificantes que parezcan: dar un
vaso de agua, sonreír, guiñar un ojo... Cualquier cosa que hagamos nos
engrandece, alegra a quien está a nuestro lado, y hace que el Reino de
Dios se haga presente un poco más. Es como una pizca de sal que da buen
sabor a la vida.
Y las acciones malas, aunque parezcan intrascendentes, también tienen
sus reprecisiones negativas. Por eso, este Evangelio nos llama a evitar
cualquier ocasión de pecar, de hacer daño, de escandalizar.
Sin embargo, no solemos valorar las acciones pequeñas, sean buenas o malas. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Un vaso de agua gratis,
dos minutos ayudando a atravesar la calle,
conformarse con el maná imprescindible,
un objeto menos en nuestros enseres,
unas monedas que ni van ni vienen,
una sonrisa al que siempre está triste,
un día de ayuno consciente,
unos refrescos menos en nuestros sudores,
esas tardes con grupos marginales,
unas caricias a los que nunca las tienen,
unas horas escuchando soledades,
una compra menos en nuestros haberes,
cinco panes de cebada y dos peces...
son cosas pequeñas.
Nuestra cultura progresista las repele.
Asistencialismo,
limosnas,
caridades,
paternalismo,
justificaciones,
austeridad que ni va ni viene,
parches,
decimos en nuestro lenguaje.
Esas cosas chiquitas
no acaban con la pobreza,
no sacan del subdesarrollo,
no reparten los bienes,
no socializan los medios de producción,
no expolian las cuevas de Alí Babá,
no subvierten el orden,
no cambian las leyes...
Pero desencadenan la alegría de hacer,
descubren la fuerza del compartir
y mantienen vivo el rescoldo
de tu querer y nuestro deber.
Al fin y al cabo,
actuar sobre la realidad, y cambiarla
aunque sea un poquito,
es la única manera de saber y mostrar
que la realidad es transformable,
y que tu Reino
es posible... ¡y viene!
Señor de la historia y de la vida,
no sea yo quien menosprecie y deje sin hacer
las cosas pequeñas de cada día.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 25 de septiembre de 2021
Sábado, 25 de septiembre de 2021
Sábado de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 43b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús
dijo a sus discípulos: "Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del
hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no
entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el
sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay cosas en las que Jesús no se cansa de insistir. Les avisa
una y otra vez: ha de ser entregado en manos de los hombres. Pero ellos
no entendían. Sabían que Jesús era el Salvador, pero no les cabía en la
cabeza que la salvación pasara necesariamente por el sufrimiento. A
todos nos cuesta entender el dolor y la muerte.
Sin embargo, si queremos ser fieles a Dios, si queremos hacer presente
su amor, en algún momento nos vamos a encontrar con el rechazo de
muchos, nos toparemos con la cruz.
“Señor, enséñanos a tomar la cruz de cada día y a seguirte”
“Gracias por las personas que saben amar hasta el final”
“Perdona y cura nuestra cobardía frente al dolor”
Señor, dame la valentía
de arriesgar la vida por ti,
el gozo desbordante
de gastarme en tu servicio.
Dame, Señor, alas para volar
y pies para caminar
al paso de los hombres.
Entrega, Señor, entrega
para “dar la vida”
desde la vida,
la de cada día.
Infúndenos, Señor,
el deseo de darnos y entregarnos,
de dejar la vida
en el servicio a los débiles.
Señor, haznos constructores de tu vida,
propagadores de tu reino,
ayúdanos a poner la tienda en medio de los hombres
para llevarles el tesoro
de tu amor que salva.
Haznos, Señor, dóciles a tu Espíritu
para ser conducidos
a dar la vida desde la cruz,
desde la vida que brota
cuando el grano muere en el surco.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 24 de septiembre de 2021
Viernes, 24 de septiembre de 2021
Viernes de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 9, 18-22
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos,
les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?" Ellos contestaron:
"Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a
la vida uno de los antiguos profetas". El les preguntó: "Y vosotros,
¿quién decís que soy yo?" Pedro tomó la palabra y dijo: "El Mesías de
Dios". El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: "El
Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos,
sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar el tercer día".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús, nuestro Maestro, nos pregunta: ¿quién decís que soy yo? ¿Sabes la
respuesta? No tengas prisa en responder. No pienses solamente en lo que
sabes, piensa en tu relación personal con él, piensa en cómo él influye
en la vida de cada día. Cuando lo hayas pensado, dile la respuesta al
Maestro.
¿Quién te gustaría que fuera Jesús en tu vida?
Jesús es el Mesías de Dios, pero no por eso va a evitar el trago amargo
de la cruz. El camino del amor pasa antes de después por la estación
dolorosa de la cruz. Jesús nos avisa. Pedimos fuerza para ser fieles en
la dificultad.
Aunque cada uno tenemos que dar nuestra respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 23 de septiembre de 2021
Jueves, 23 de septiembre de 2021
Jueves de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 7-9
En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía
a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que
había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los
antiguos profetas. Herodes se decía: "A Juan lo mandé decapitar yo.
¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de verlo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no pasa inadvertido. No busca la notoriedad, pero su estilo de
vida llama ala atención. Quieren escucharlo y verlo hasta sus propios
enemigos.
¿Cómo es nuestra vida? ¿Llamamos la atención por ser coherentes, por
estar con los más pobres, por elegir los últimos puestos, por servir más
que nadie, por asumir con esperanza la cruz y el dolor, por creer en
Dios y en las personas? ¿o llamamos la atención por otras cosas menos
evangélicas?
Señor, líbrame de todo deseo de sobresalir,
de parecer más grande o más bueno que los demás,
de pretender la fama a cualquier precio.
Pero, si he de llamar la atención,
que la llame por ser como tú;
por decir la verdad con dulzura, como tú;
por acercarme a los más necesitados, como tú;
por ser libre frente a los poderosos y al qué dirán, como tú;
por no estar apegado al dinero y a la comodidad, como tú;
por buscar más el amor que el placer, como tú;
por luchar contra el mal sólo con las armas del bien, como tú;
por tener paciencia con los que no acaban de aprender, como tú;
por perdonar setenta veces siete, como tú;
por trabajar en comunidad por la comunidad, como tú;
por dar la vida con alegría hasta el final, como tú;
por confiar siempre en Dios Padre hasta en los peores momentos, como tú.
Señor, ayúdame a ser cada día más parecido a ti. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 22 de septiembre de 2021
Miércoles, 22 de septiembre de 2021
Miércoles de la 25ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad
sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a
proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: "No
llevéis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero;
tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis,
hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir
de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa".
Ellos de pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos llama, nos reúne, nos da poder y nos envía a proclamar la buena noticia del Reino de Dios y a curar a los enfermos.
¿Nos sentimos llamados, reunidos, fortalecidos, enviados?
La grandeza de Dios brilla en la pobreza de los enviados. No necesitamos
muchas cosas: la mochila llena de fe y de confianza en quien nos envía,
nos acompaña y nos espera al final del camino.
Señor, tú nos envías a proclamar el Reino de Dios,
a anunciar el amor que con el que Dios Padre nos abraza,
a mostrar la esperanza a quienes la han perdido,
a levantar la confianza de los que creen que ya no tienen arreglo.
Señor, nos envías, también, a curar y a echar demonios
Para vencer a los demonios de la injusticia, la violencia o la mentira,
no basta con palabras; no hay secretos ni formulas mágicas.
A los demonios sólo se les vence a base de amor, trabajo y entrega.
Señor, no quieres que lleve bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero;
lo más importante no son los medios que llevamos,
lo más importante es lo que somos, es nuestra experiencia,
la experiencia de sentirnos mirados, amados y salvados por ti.
Señor, la misión no es fácil, pero es apasionante.
Además, no nos dejas solos. Tú estás con nosotros, en nosotros.
Nos das poder y autoridad para hablar y actuar.
La luz de tu Espíritu nos guía y su fuerza nos acompaña.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 21 de septiembre de 2021
Martes, 21 de septiembre
San Mateo
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 9,9-13
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado
al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo
siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y
pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que
vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo:
"No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad,
aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no
he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Mateo era un cobrador de impuestos y un pecador público, un publicano,
es decir, un judío puesto al servicio de Roma para extorsionar a su
pueblo y ganar dinero usando de la estafa y la usura que la Ley
prohibía. Jesús lo mira lleno de ternura y con su amor lo dignifica.
Jesús pone en él su confianza y lo hace un discípulo suyo.
Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida
arrastrada. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de
todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz
encuentro acaba en fiesta, en cena.
Los que se consideran buenos no entran a cenar con pecadores públicos,
sino que se quedan fuera criticando. Dios comparte y prepara su mesa
para los pecadores. Jesús viene a curar a los enfermos, no a los sanos,
por eso busca a todos los excluidos. ¿Y tú, eres de los que entras a
cenar con pecadores o te quedas fuera criticando?
Cuando soy frágil te encuentro,
cuando soy debilidad, lágrima, o silencio que se lleva el viento.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
te busco y tu ternura me cubre,
te grito y tu compasión me abraza,
te espero y te haces regalo,
todo Tú, todo entero.
Cuando soy frágil te busco, te grito, te espero…
Bendita fragilidad entonces,
porque en mí no hay mayor deseo.…
Glòria Díaz Lleonart
A los cristianos nos falta con frecuencia abrazar el mundo con sus luces
y sus sombras, con su dolor y su pecado, con la misma ternura que lo
abrazaba Jesús. ¿Y en tu vida, sobran sentencias y falta misericordia?
Pide perdón por tus condenas y críticas. Da gracias porque Jesús nos ama
siempre, a pesar de nuestro pecado.
Señor,
tú miraste con amor a Mateo y le llamaste. Era un recaudador, un
pecador, un indeseable... pero su corazón buscaba una vida más auténtica
y te siguió con decisión, cuando pronunciaste su nombre.
Señor,
también a mí me miras con amor y me llamas. Reconozco que no lo
merezco, que soy poca cosa, Sé que sólo tú puedes darme la felicidad que
deseo. Por eso, quiero seguirte siempre y del todo.
Señor,
ayúdame a mirar con amor al que se siente sólo, al que no cuenta, al
que cree que no sirve para nada. Ayúdame a despertar el deseo de
felicidad de cada persona y a mostrarles que Tú eres la fuente de la
Vida. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 20 de septiembre de 2021
Lunes, 20 de septiembre de 2021
Lunes de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: "Nadie enciende un candil y lo
tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero
para que los que entran tengan luz. Nada hay oculto que no llegue a
descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público. A
ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se
le quitará hasta lo que cree tener".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El Evangelio no es una planta de interior. El Evangelio, para que
crezca, necesita salir a la calle, recibir el calor y la lluvia. El
Evangelio no merma al compartirse, al contrario. ¡No podemos
arrinconarlo en nuestras casas y en nuestras iglesias! Hemos de ser
mensajeros del Evangelio.
Haznos, Señor, una comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.
Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.
Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.
Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.
Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Domingo, 19 de septiembre de 2021
Domingo de la 25ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 29-36
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon del monte y
atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba
instruyendo a sus discípulos.
Les decía: El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los
hombres, y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué
discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino
habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.
Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que
me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Como a los discípulos del Evangelio, a nosotros, discípulos de hoy,
Jesús nos instruye sobre el misterio de su presencia en nuestro mundo,
el misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Discípulo significa seguidor, aprendiz; pero en el Evangelio a menudo
los discípulos no entienden nada, y hoy, además tienen miedo a
preguntar, les falta una fe sólida, necesitan profundizar más.
No es Jesús el que aleja a los discípulos de la realidad, son ellos los
que miran hacia otro lado, los que se preocupan por quien es el más
importante. Frente al orgullo y al afán de poder, Jesús nos llama al
servicio y nos invita a ser acogedores.
¿Experimento cada día que soy importante, en la medida que soy más
servicial? ¿Descubro la presencia de Dios en los que se acercan a mi,
sobre todo en los más indefensos, necesitados y desvalidos? ¿Acojo a los
demás como si acogiera al Padre?
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que apartó la piedra del camino,
el odio entre los corazones
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la tan inmensa alegría de servir.
¡Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender!
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña.
Aquél es el que critica,
éste es el que destruye,
tú sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios, que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamársele así: «El que sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos
y nos pregunta cada día:
«¿Serviste hoy?
¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?»
Gabriela Mistral.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 18 de septiembre de 2021
Sábado, 18 de septiembre de 2021
Sábado de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 4-15
En aquel tiempo se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los
pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola:
"Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al
borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco
cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad.
Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo
ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto el
ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "El que tenga oídos para oír, que
oiga". Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esa
parábola?" El les respondió: "A vosotros se os ha concedido conocer los
secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que
viendo no vean y oyendo no entiendan.
El sentido de
la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del
camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la
palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno
pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría,
pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el
momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que
escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida se van
ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón
noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto
perseverando".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la
que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un
pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía
más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué
aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca
en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra
da siempre frutos.
Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de
la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que
en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso
parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque el terreno
no sea el mejor
y tenga piedras,
zarzas,
calveros,
lugares yermos,
pisados caminos
y aves en el cielo al acecho.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea dueño
del tiempo,
de las lluvias,
de las heladas,
de los vientos,
de las sequías,
ni de los calores
que secan el terreno.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no distinga
la semilla,
ni entienda
los procesos
de germinación,
ni los milagros encerrados
en la simiente
que lanza a la tierra.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque solo esparza
en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas,
semillas sin prestancia,
semillas de mostaza,
pues sabe que el Señor
del campo y de la semilla
confía en él y en su tarea.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno,
ni sea dueño del tiempo,
ni sepa de climas;
aunque la experiencia le diga
que hay cosechas que fracasan
a pesar del cuidado
y de cántaros de gracia,
Quien siembra
vive la esperanza,
sueña en parábolas,
lanza buenas nuevas,
goza la temporada
y anhela la cosecha;
pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro,
y nada se soluciona
hasta que se duerme en tu regazo.
¡Saldré a sembrar
para continuar tu tarea
y cuentes historias
que florezcan en gracia!
Florentino Ulibarri..
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 17 de septiembre de 2021
Viernes, 17 de septiembre de 2021
Viernes de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 8, 1-3
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en
pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los
Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y
enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete
demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras
muchas que le ayudaban con sus bienes.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Las mujeres también están muy cerca de Jesús. Quizá a nosotros no nos
llame la atención. Pero era algo extraordinario en aquella época. Jesús
no discrimina a la mujer, no discrimina a nadie. Los cristianos
tendríamos que luchar contra toda discriminación, sea por la razón que
sea.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, hoy queremos hacer memoria agradecida de muchas mujeres que se dejaron transformar por tu Espíritu de Vida:
Recordamos
a Sara, quien con Abraham contestó a tu llamada de dejar su tierra
natal y poner su fe en una alianza con el Señor. Gracias por su fe.
Recordamos
a Esther y Débora, que gracias a su valor e inteligencia salvaron la
nación. Gracias por su compromiso personal en favor de muchos.
Recordamos
con especial cariño a la Virgen María, siempre atenta para escuchar tu
voz y la de los hermanos, siempre dispuesta hacer vida tu voluntad, con
confianza y generosidad. Gracias por su amor de madre.
Recordamos
a María Magdalena y las otras mujeres que siguieron a Jesús, también
cuando fue crucificado. Ellas fueron las primeras personas que se
encontraron con Jesús Resucitado. Gracias por su fidelidad en el amor a
Jesucristo.
Recordamos a Febe y a Priscila y a las otras mujeres
que fueron líderes de la iglesia primitiva. Gracias porque supieron
difundir el Evangelio en momentos difíciles para la Iglesia.
Recordamos
a Santa Águeda y a todas las mártires que supieron mantener su fe y sus
ideales más nobles. Gracias por su testimonio.
Recordamos a
Santa Teresa de Ávila y Santa Catalina de Siena, que vivieron su fe con
autenticidad y lucharon contra la corrupción de la propia comunidad
cristiana. Damos gracias a Dios por su valentía y su amor a la Iglesia.
Recordamos
a nuestras madres y abuelas, a todas las mujeres importantes para
nosotros, cuya entrega ha hecho que hoy podamos disfrutar de una vida
mejor. Gracias por su generosidad.
Recordamos las mujeres que hoy
en día son las primeras en descubrir compromisos al servicio de la
justicia, de la paz, de las mujeres maltratadas... Señor, que su trabajo
siga dando buenos frutos.
Acuérdate de las mujeres que son
víctimas de la violencia en sus hogares y fuera de ellos. Señor, dales
fuerza para vencer el temor y buscar soluciones.
Te pedimos por aquellas mujeres que se enfrentan a una vida de pobreza.
Dales el don de la esperanza, para trabajar juntas, con los hombres de buena voluntad, por un mundo más justo y solidario.
Te
pedimos también por nuestras hijas y nietas. Para que crezcan, con tu
ayuda, fuertes y sensibles, creyentes y comprometidas, libres y felices.
Amén.
Ayudaban a Jesús con sus bienes. Compartir los bienes es un signo de
mucho amor, de mucha solidaridad. Nos cuesta desprendernos de ellos.
¿A qué dedicamos nuestros bienes, nuestro dinero?
¿Qué te dice Dios? ¿Que le dices?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 16 de septiembre de 2021
Jueves, 16 de septiembre de 2021
Jueves de la 24ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 7, 36-50
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él.
Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer
de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa
del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás, junto a
sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los
enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el
perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: "Si éste
fuera profeta, sabría quién es esta mujer que lo está tocando y lo que
es: una pecadora". Jesús tomó la palabra y le dijo: "Simón, tengo algo
que decirte". El respondió: "Dímelo, maestro". Jesús le dijo: "Un
prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el
otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos.
¿Cuál de los dos lo amará más?". Simón contestó: "Supongo que aquel a
quien le perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado rectamente".
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Cuando yo
entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me
ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú
no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de
besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en
cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos
pecados están perdonados, porque tiene mucho amor, pero al que poco se
le perdona, poco ama". Y a ella le dijo: "Tus pecados están perdonados".
Los demás convidados empezaron a decir entre sí: "¿Quién es esté, que
hasta perdona pecados?" Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha
salvado, vete en paz".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Podremos calcular algún día todo lo que nos ha dado el Señor?
¿Llegaremos a darnos cuenta de todo lo que cada día nos perdona Dios? Es
imposible, pero al menos hemos de reconocerlo y agradecerlo.
Aquella mujer expresa su amor a Jesús ungiendo sus pies con perfume y
secándoselos con sus cabellos. ¿Cómo expresamos nosotros nuestro amor y
nuestra gratitud al Señor? ¿Que le dices?
“Tus pecados están perdonados” ¡Cuanto bien nos hace escuchar estas
palabras! ¡cuanto bien nos hace celebrar el perdón de Dios en el
sacramento de la reconciliación!
¿Cómo vives este sacramento? ¿Cómo lo puedes vivir mejor? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas,
aunque cometas esas culpas que te avergüenzan,
aunque no cumplas con tu deber,
aunque desprecies a tu prójimo,
aunque tantas veces te consideres indigno,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
En todos los momentos de tu vida,
en cualquier situación en que te encuentres,
cuando tu alma esté llena de fervor,
cuando tu corazón sea árido y seco,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Si esperas ser un santo o un ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca;
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria,
por eso, así te encuentres en la fidelidad o en la infidelidad,
Yo te digo: ¡ámame como eres!
Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ábreme!...
Déjame amarte, así, tal como eres.
No hace falta que cambies para abrirme la puerta.
Así, tal como eres, yo te amo,
te doy mi pan y mi vino, mi fuerza y mi alegría,
te doy la luz para afrontar y superar las dificultades de la vida,
te doy el Espíritu de verdad y la Sabiduría del Amor;
Te doy a mi Madre, para que te cuide como me cuidó a mí.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ámame como eres,
y déjame que te ame así, como eres. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
Miércoles, 15 de septiembre de 2021
Nuestra Señora de los Dolores.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 19,25-27
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana
de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a
su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre:
"Mujer, ahí tienes a tu hijo." Luego, dijo al discípulo: "Ahí tienes a
tu madre." Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
María estaba al pie de la cruz, junto a su hijo. María se mantuvo a
distancia cuando Jesús “triunfaba”, cuando querían hacerle rey, cuando
lo aclamaban... Pero ahora, en la cruz, María está cerca, muy cerca.
“Gracias, María, por tu ejemplo de fidelidad y entereza”
“Gracias por estar siempre a mi lado, sobre todo cuando sufro”
“Danos fuerza, Señor, para acompañarte siempre”
“Mujer, ahí tienes a tu hijo... Hijo, ahí tienes a tu madre”. Jesús está
preocupado por sus discípulos y cuando ya les ha dado todo, les da a su
madre, para que los cuide, para que aliente su fe. María acogió la
nueva misión y en su corazón resonaron aquellas palabras primeras:
“hágase en mí según tu palabra”
“Gracias, María, por ser madre, nuestra madre, mi madre”
“Gracias, Jesús, por compartir con nosotros hasta a tu madre”
“María, enséñanos a estar cerca de los que sufren”
Para contemplar a María al pie de la cruz puede ayudarnos esta composición poética, llamada Stabat Mater:
La Madre piadosa estaba junto a la cruz, y lloraba
mientras el Hijo pendía;
cuya alma triste y llorosa, traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
¡Oh cúan triste y afligida estaba la Madre herida,
de tantos tormentos llena, cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba del Hijo amado la pena!
¿Y cúal hombre no llorara si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
¿Y quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado que rindió desamparado
el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que, por Cristo amado, mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarlo me anime, en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar
de sus penas mientras vivo;
porque acompañar deseo en la cruz, donde lo veo,
tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas
que el llanto dulce me sea;
porque su pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more
de mi fe y amor indicio;
porque me inflame y encienda y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo,
cuando en tan fuerte trance, vida y alma estén;
porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.
---------------------------
Señor Jesús,
aquí nos tienes reunidos al pie de la Cruz,
con tu Madre y el discípulo amado.
Te pedimos perdón por nuestros pecados
que son la causa de tus sufrimientos de ayer y hoy.
Te damos gracias por haber pensado en nosotros
en aquella hora de salvación
y habernos dado a María por Madre.
Virgen Santa, acógenos bajo tu protección
y haznos cercanos a tus hijos que sufren.
San Juan, alcánzanos la gracia
de acoger como tú a María en nuestra vida
y para seguir a Jesús con ella y como ella. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 14 de septiembre de 2021
Martes, 14 de septiembre de 2021
Exaltación de la Santa Cruz
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Juan 3,13-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino
el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre,
para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al
mundo que envió a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que
creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo
al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los cristianos cuando contemplamos la cruz de Jesucristo no vemos
principalmente un instrumento de tortura, para nosotros la cruz es el
signo más claro del amor más profundo, del amor de Dios, manifestado en
su la entrega de su Hijo Jesucristo. Muere en la cruz, para darnos vida,
vida eterna. ¡Qué paradoja! Desde la muerte, Jesús da vida.
Contemplamos la cruz de Cristo y damos gracias a Dios porque su amor a la humanidad, a cada uno de nosotros no tiene medida.
Dios sigue amando al mundo, sigue compadeciéndose de todos,
especialmente de los que más sufren, y sigue enviando al mundo a sus
hijos, a ti y a mí, para salvarlo de la desesperanza, de la injusticia,
de la soledad. ¿Estás dispuesto a ser enviado? ¿Asumes el riesgo de la
cruz? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
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A veces, Señor, a veces
la historia es tan opaca,
la vida tan ambigua,
y el horizonte tan monótono y triste,
que de nada sirve tu mensaje
porque tu presencia se nos esconde.
Y entonces, Señor, entonces
el corazón sufre y sangra,
las entrañas, cansadas, se agotan,
el espíritu se desorienta
y los sentidos se rebelan
porque no encuentran brotes de esperanza.
A veces, Señor, a veces
se me rompen los esquemas,
me encuentro perdido noche y día,
camino sin saber dónde te hallas,
y espero contra toda esperanza
anhelando el roce de tu brisa.
Y entonces, Señor, entonces,
si no pasas susurrando y moviendo
los cristales de mis ventanas,
mi anhelo se desata, en pasión o ira,
queriendo que seas huracán, fuego, tormenta
que zarandee mi cuerpo y espíritu.
A veces, Señor, a veces
sólo anhelo que Tú me llames,
pronunciando mi nombre como otras veces,
para despertarme y pacificarme,
y poder compartir heridas, deseos y tareas
a la vera del camino de la vida.
Y entonces, Señor, entonces,
aunque haya bandidos y ladrones,
sé que Tú vas cerca y delante
abriendo caminos y horizontes,
silbando alegres canciones
y dándonos a todos vida abundante.
A veces, Señor, a veces
reconozco tu presencia y voz,
y entonces, Señor, entonces
te sigo y salgo al mundo con ilusión.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.