1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra.
El duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano.
Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola
usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la
semilla más pequeña, pero después, brota, se hace más alta que las demás
hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y
anidar en ellas.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra, acomodándose a su entender.
Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos enseña la importancia de lo pequeño. Hay que ser fieles en lo
poco. En lo cotidiano estamos haciendo crecer la dinámica del amor que
es el Reino de Dios. Nadie conoce las buenas consecuencias de una
sonrisa, de una palabra de aliento, de un compromiso cuidado y
constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí y crece. ¿Qué
siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?
Tenemos la experiencia contraria: una mentira tiene repercusiones que
quedan y crecen cada día sin que sepamos cómo. En cambio nos falta
confianza en esta Palabra: el bien es difusivo, imparable.
También nosotros somos pequeños, como el grano de mostaza. Si te dejas
cuidar y provocar por Dios, si dejas que él pruebe tu amor en la fragua
de su Amor, entonces serás como un árbol frondoso en el que todos
encontremos sombra, frescura, aliento y descanso.
Señor, tengo en el cuenco de mi mano un grano de trigo
Es pequeño. Parece insignificante.
Pudo caer del remolque en un bache del camino,
o perderse en el rastrojo.
Nadie habría hecho problema.
Nadie se habría enterado.
Es pequeño. Parece insignificante.
Descubierto en el suelo,
es más fácil pisarlo que admirarse,
más fácil despreciarlo que recogerlo como un pequeño tesoro.
Es pequeño. Parece insignificante.
Aquí está, en mi mano. Solo.
Sin embargo, bajo su piel tostada
encierra un secreto de vida.
En él hay espigas dormidas.
Si cada uno sembramos nuestro grano,
junto al del hermano…
tendremos muchas espigas,
despertará una nueva cosecha.
Señor, ¿Y si este grano fuera el último que queda en el planeta,
y yo el único responsable de cuidarlo?
¿Y si éste fuese el último grano de trigo que yo podré sembrar?
¿Qué voy a hacer con este grano?
¿Qué esperas de mí, Señor? ¡Di!
¿Lo encerraré en la urna de un empolvado museo, etiquetado con su nombre científico?
¿Lo ofreceré como alimento a un pájaro o a una hormiga?
¿Lo enterraré, mientras mi corazón reza por su futuro?
¿Lo sembraré?
Sí. Lo importante es sembrar.
Y confiar en la tierra que lo acoge y en Ti, Señor.
Sin que yo sepa cómo,
tu fuerza lo convertirá en una espiga.
Señor, el grano de trigo que acojo en el cuenco de mi mano
es mi vida, mi amor, mi trabajo, mi alegría, mi fe.
Señor, dame generosidad para sembrar, para sembrarme.
Dame fuerza para quitar las zarzas y las piedras,
las situaciones personales pueden ahogar mi siembra.
Dame paciencia, confianza y fe, para esperar los mejores frutos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 31 de enero de 2025
Viernes, 31 de enero 2025. San Juan Bosco.
jueves, 30 de enero de 2025
Jueves 30 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: ¿Se trae el candil para
meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el
candelero? Si se esconde algo es para que se descubra; si algo se hace a
ocultas, es para que salga a la luz.
El que tenga oídos para oír que oiga.
Les dijo también: Atención a lo que estáis oyendo: La medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces.
Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Quien acoge su Palabra se convierte en luz para los demás. ¿Qué podrían
decir los demás de mi testimonio? ¿Salgo de casa y hago algo por los
demás o vivo mi cristianismo en privado, ayudando sólo a los de casa y
ocultando la luz que he recibido?
Nos pusiste, Señor, en esta tierra como luz,
como hoguera abrasadora,
a nosotros que apenas mantenemos
encendida la fe de nuestras almas.
Nos dejaste, Señor, como testigos,
como anuncio brillante entre las gentes,
a nosotros, tus amigos vacilantes.
No te oíran si nosotros nos callamos,
si tus hijos te apartan de sus labios.
No verán el fulgor de tu presencia
si tus fieles te ocultan con sus obras.
¡Ay de aquel que no siembre a manos llenas,
el que guarda en su pecho tus regalos,
el que deja a los ciegos con su noche
y no da de comer a los hambrientos!
¡Ay de aquel que no grita tu evangelio,
el que calla detrás de sus temores,
los que buscan tan solo los negocios
olvidando dar la vida a tu mensaje!
Fortalece, Señor, nuestra flaqueza.
Que tus siervos anuncien tu palabra.
Que resuene tu voz en nuestra boca.
Que tu luz resplandezca en nuestras vidas.
Tú serás fortaleza de tu pueblo,
la victoria del hombre desvalido.
Con tu ayuda serán irresistibles
tus testigos dispersos por la tierra.
«La medida que uséis la usarán con vosotros»: ¿cómo te gustaría que te
trataran? El testimonio ha de ser respetuoso y ha de hablar a todos de
la misericordia de Dios. Esta es la Buena Noticia del Evangelio: Dios no
ha venido a juzgar el mundo, sino a perdonarlo, a amarlo profundamente
con entrañas de misericordia. ¿Eres testigo del amor de Dios a todos?
¿Te gustaría que usaran contigo la medida de la misericordia o la
crítica y el desamor?
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 29 de enero de 2025
Miércoles, 29 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 4, 1-20
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago.
Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y el gentío se quedó en la oril1a.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: Escuchad:
Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino,
vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la
tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se
abrasó y, por falta de raíz, se secó.
Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron y no dio grano.
El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.
Y añadió: El que tenga oídos para oír que oiga.
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
El les dijo: A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de
Dios; en cambio a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para
que «por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea
que se conviertan y los perdone».
Y añadió: ¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra.
Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero
en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en
ellos.
Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso, al escucharla
la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, y cuando
viene una dificultad o persecución por la Palabra, enseguida sucumben.
Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que
escuchan la Palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las
riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la Palabra, y
se queda estéril.
Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la
Palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del
ciento por uno.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
También el Sembrador sale hoy a sembrar, pero ¿soy yo tierra buena en la
que la semilla de la Palabra da sus frutos? ¿En qué aspectos he sido un
pedregal y me sigo resistiendo a comprometerme, a llevar una economía
más solidaria o a perdonar a esa persona que me hizo daño? ¿En qué
aspectos sigo sin quitar las zarzas que impiden que el Evangelio crezca
en mi vida? Recuerda que la tierra que acepta la semilla de la Palabra
da siempre frutos.
“Lámpara es tu Palabra para mis pasos, luz en mi sendero”
Jesús me invita a sembrar con él. El tiempo de sembrar es el tiempo de
la Iglesia, de la misión de todos los cristianos. ¿Soy consciente de que
en la educación de mis hijos, en mi trabajo, en mi compromiso
parroquial, en el trato con los vecinos debo sembrar la Palabra?
Jesús garantiza el éxito: al final el Reino dará el ciento por uno.
¿Siembro con alegría y optimismo? ¿Hablo de Dios sin complejos, como
quien ha descubierto un tesoro y da una buena noticia?
“Dime Jesús, ¿qué debo cambiar en mi vida?”
“¿Cómo te puedo ayudar a sembrar?
Señor, Jesús, Tú eres el sembrador.
Y yo la tierra en la que esparces la semilla de tu Palabra.
Gracias, Señor, por “perder tu tiempo” conmigo;
gracias por darme la oportunidad de acoger tu semilla,
de ser feliz, dando fruto abundante.
No permitas que mi corazón se endurezca,
como un camino.
No dejes que la vida me petrifique, Señor.
Que no me gane la partida la desconfianza y el escepticismo.
Señor, en ocasiones soy como terreno pedregoso,
Acojo con ilusión tu Palabra, pero no soy constante.
Me gusta probarlo todo, pero no doy la vida por nada.
Ayúdame a sacar las piedras de mi corazón,
para ser tierra buena, con hondura, que dé fruto.
Señor, te doy gracias, por ser tierra buena,
tierra que sería fecunda...
si no estuviera llena de espinas.
Acojo la semilla de tu Palabra en un rincón del corazón,
pero a veces recibo y dedico más tiempo a otras plantas
que asfixian los brotes que nacen de tu semilla.
Señor, dame valor para renunciar a todo lo que me separe de Ti.
Señor, gracias por todas las personas que son buena tierra,
en las que tu palabra crece y fructifica, ahonda y se multiplica.
Gracias por los santos, que producen el ciento por uno.
Gracias porque también yo, con tu ayuda, doy fruto abundante,
frutos de ternura y solidaridad, de justicia y paz.
Señor, gracias por elegirme para ser sembrador.
Gracias por enseñarme que, a pesar de los obstáculos,
todas las semillas, tarde o temprano, producen su fruto.
Ayúdame a sembrar con una mano
y ayudar, con la otra, a que las tierras se conviertan en fecundas.
Dame generosidad para ser como el grano de trigo,
dispuesto a enterrarse y a morir,
para que la tierra del mundo dé los mejores frutos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 28 de enero de 2025
Martes, 28 de enero 2025. Santo Tomás de Aquino.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 31-35
En aquel tiempo, llegaron la madre y los hermanos de Jesús, y desde fuera lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dijo: Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Les contestó: ¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? Y paseando la mirada por el corro, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos.
El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
También yo estoy en ese grupo de personas que escuchaban a Jesús. Él me
mira y me dice: ¿Quienes son mi madre y mis hermanos? Todo el que hace
la voluntad de Dios.
Yo soy de la familia de Jesús, no soy ajeno a él. Para Jesús soy alguien
entrañable, de la familia. Escucho con el corazón estas palabras de
Jesús ¿qué siento? ¿qué le digo?
¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? ¿Hasta donde llega nuestro amor?
¿se cierra en los muros de la familia, de los amigos, de los que son y
piensan como yo?
"Dame Señor una mirada y un corazón abiertos"
"No permitas que me encierre en mi, en los míos"
No es suficiente con ser de la familia de sangre de Jesús, tampoco se
trata sólo de pertenecer al grupo que lo acompaña. Se trata de cumplir
la voluntad de Dios. Por eso, podemos decir que María es madre de Jesús
por doble motivo: porque lo dio a luz y porque ninguna criatura cumplió
la voluntad de Dios como ella.
"María enséñanos a cumplir la voluntad de Dios"
Señor, has dicho: Mi madre y mis hermanos son éstos:
los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.
Gracias por considerarnos miembros de tu familia,
porque quieres ser nuestro hermano,
por darnos como madre a María.
Gracias por ser de la familia de San Francisco,
Santa Teresa, la madre Teresa de Calcuta
y el arzobispo Romero.
Gracias por ser de la familia
de todas las personas que hoy han comenzado
a trabajar por sus hijos, por su barrio,
por su comunidad, por la gente más necesitada.
Dame unos oídos bien abiertos
para escuchar tu palabra en la Biblia,
en la conciencia, en los pobres...
y una voluntad decidida para ponerla por obra.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 27 de enero de 2025
Lunes, 27 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3,22-30
Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: “Está poseído por
Beelzebul” y “por el príncipe de los demonios expulsa los demonios”.
El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ”¿Cómo puede Satanás
expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese
reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa
casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y
está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie
puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero
al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se
perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias,
por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu
Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno. »
Es que decían: “Está poseído por un espíritu inmundo”.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Tienen el corazón cerrado a cal y canto. No aceptan ni siquiera los
milagros que maravillan a las personas sin prejuicios. Lo llama príncipe
de los demonios, porque expulsa demonios. ¿Cómo le llamarían si en vez
de expulsar demonios los fuera multiplicando. ¿Tienes esta actitud
cerrada ante alguna persona? Piénsalo despacio. Pide perdón y fuerza
para superar la cerrazón.
Señor, abre mi corazón
a tu palabra y a tu amor.
Estar abierto es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Estar abierto es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Estar abierto es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Estar abierto no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
acoger a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
escuchar nuevas ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante.
Señor, abre mi corazón
a tus hijos, mis hermanos,
atu palabra y a tu amor.
Jesús vuelve a explicarles con paciencia. Aunque parece que no tienen
remedio sus acusadores, Jesús con su palabra trata de abrir un poco las
mentes y los corazones de sus enemigos. No se da por vencido fácilmente.
Da gracias porque Dios no se deja vencer por nuestra cerrazón, por nuestro pecado.
Agradece a Dios el don de las personas que saben esperar nuestra conversión y la apoyan.
Jesús advierte con claridad: “el que blasfeme contra el Espíritu Santo,
no tendrá perdón nunca”. El fuego nunca podrá calentar al que se aleje
de él, Un padre no podrá alimentar a su hijo, si éste se marcha de casa.
Dios no nos salvará a la fuerza, pedirá nuestra colaboración, aunque
sea pequeña. Pecar contra el Espíritu es cerrarse a la acción de Dios.
“No dejes, Señor, que mi corazón se cierre a ti”
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 26 de enero de 2025
Domingo, 26 de enero de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 1, 1‑4; 4, 14‑21
Excelentísimo Teófilo:
Muchos han
emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han
verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por
los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la
palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el
principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la
solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús
volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por
toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.
Fue
a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su
costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le
entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el
pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido.
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.»
Y,
enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
—«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Lucas escribe su Evangelio para que conozcamos "la solidez de las
enseñanzas" que hemos recibido. Nos fiamos de Dios, si; pero no creemos a
tontas y a locas lo que un iluminado nos ha querido contar. Por otra
parte, para que nuestra fe sea sólida, necesitamos saber qué creemos,
cómo es nuestro Dios, cuál es su proyecto para el mundo, para la
humanidad... Necesitamos formarnos.
¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
Jesús
resume y explica su misión con las palabras de Isaías. Si alguien viera
las cosas que haces cada día ¿cómo definiría tu misión en este mundo?
¿cuál te gustaría que fuera? ¿qué papel juega en tu vida Dios? ¿y los
pobres y necesitados? ¿qué le dices a Dios?
Jesús no se ha
inventado su misión. La ha recibido del Padre. ¿Estamos dispuestos a
recibir nuestra misión de Dios o preferimos determinarla nosotros solos?
¿Qué hacemos para escuchar lo que Dios quiere de nosotros?
"Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad"
"Tú sabes mejor que yo lo que conviene. Háblame"
"Perdona, Padre, nuestra falta de confianza en Ti".
El Espíritu del Señor está sobre mí,
el mismo Espíritu de Dios,
El Espíritu que une al Padre y al Hijo,
el Espíritu que animó, fortaleció y alegro la vida de Jesús.
Gracias, Señor, por el don del Espíritu, el regalo más grande que puedo recibir.
Que mi corazón esté siempre abierto para acogerlo.
El Espíritu me ha ungido,
ha iluminado mi mente,
ha llenado de amor mi corazón,
ha fortalecido mi voluntad,
me ayuda a aceptar las limitaciones propias y ajenas,
me ofrece la posibilidad de ir más allá de mi pobreza.
Gracias Señor.
El Espíritu me ha enviado,
no me encierra en ni comodidad egoísta.
Me capacita para dar la Buena Noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad,
y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos;
para anunciar el año de gracia del Señor,
para que todos puedan sentir la misericordia y la ternura de Dios.
Señor, gracias por tu Espíritu, por contar conmigo.
Estoy dispuesto para dejarme la piel en esta misión.
Aquí estoy. Envíame.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 25 de enero de 2025
Sábado, 25 de enero 2025. Conversión de San Pablo.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo:
-«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi
nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si
beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los
enfermos, y quedarán sanos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hoy celebramos la fiesta de una conversión: la de San Pablo, un hombre
que cambio radicalmente su vida. El perseguidor de cristianos se
convierte en uno de los mejores servidores de Cristo. Todo lo que había
vivido hasta entonces lo consideró basura, en comparación con el
conocimiento de Jesús.
“Señor, concédeme el don de la conversión”
“Gracias por las personas que se dejan convertir por ti”
“Perdona y cura mi dureza de corazón”
San Pablo se dejó seducir por Jesucristo. En todo momento sabía de quien
se había fiado. Su vida tenía sentido en la medida de que Cristo vivía
en Él. La fuerza de Dios se mostró perfecta en su debilidad. Le bastó la
gracia de Dios para ser feliz.
“Señor, seduce nuestro corazón”
“Gracias por tu amor, por tu gracia”
“Muestra tu fuerza, Señor, en nuestra debilidad”
San entendió enseguida que ser cristiano es ser evangelizador: fue al
mundo entero y proclamó el Evangelio. Llevo el mensaje de Jesucristo más
allá de las fronteras de Jerusalén, de Israel. ¿Evangelizas? ¿Cómo lo
haces? ¿Con qué palabras y con qué gestos? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le
dices?
Te doy gracias, Señor, porque cuentas conmigo,
a pesar de mi pequeñez y mi pecado.
Cuentas conmigo y me llamas,
como llamaste a Pablo,
un fariseo inteligente, fanático, intransigente,
que quería acabar con los que no pensaban como él.
Gracias a tu cercanía,
Pablo se cayó del caballo de sus prejuicios
y descubrió que donde abundó el pecado,
sobreabundó tu amor;
que tu grandeza se muestra en nuestra debilidad;
que nos podemos fiar de Ti completamente;
que Tú lo habías elegido para anunciar el Evangelio.
También a mí me has cambiado, Señor. Gracias.
Que sepa acercarme cada día a Ti,
para que puedas acabar la obra
que has comenzado en mí
y yo sepa contagiar mejor
la luz, la alegría y la esperanza de nacen de la fe.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 24 de enero de 2025
Viernes, 24 de enero 2025. San Francisco de Sales.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 13-19
En aquel tiempo, Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él.
A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder
para expulsar demonios: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro,
Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre
de Boanerges (Los Truenos), Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás,
Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, que lo
entregó.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre. La montaña
y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias de Jesús y
el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la amistad personal
de Dios. ¿Qué le dices a Dios?
Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de
las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir,
para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar
demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el
pecado... ¿Qué dices a Dios?
Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin
colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad.
¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios?
¿Qué le dices?
Jesús, ésta es hoy mi oración:
Gracias por mi comunidad de fe.
Aunque no sea perfecta,
¡estoy recibiendo tanto de ella!
¡Tengo tanto que agradecerle!
En ella te estoy descubriendo,
en ella estoy aprendiendo a amarte y a seguirte.
Desde ella escucho tu Buena Noticia,
desde ella recibo el pan necesario para el camino.
Cuando me canso, me deja su palabra de ánimo,
cuando me caigo, me entrega tu perdón.
Cuando me siento débil, ella me fortalece,
cuando me duermo, ella me despierta.
Que seamos un rincón cálido,
un lugar donde nos queramos y respetemos,
un espacio donde vivamos como hermanos,
donde, unidos, nos esforcemos por tu Reino.
Y te ruego algo más,
con la fuerza de que soy capaz.
Que mi comunidad no luche por sí y por su causa.
Se empeñe, más bien, en Ti y en tu causa.
Que no destaquemos por hacer muchas cosas,
por ser muchos e importantes.
Que nos conozcan, Señor, por vibrar y soñar
con lo que tú vibraste y soñaste.
Jesús, te doy gracias
y te pido por mi Comunidad.
Ella es el camino,
Tú, la meta y el horizonte. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 23 de enero de 2025
Jueves, 23 de enero 2025. San Ildefonso.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago, y lo siguió una muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, de
Jerusalén y de Idumea, de la Transjordania, de las cercanías de Tiro y
Sidón.
Encargó a sus discípulos que le tuviesen preparada una lancha, no lo fuera a estrujar el gentío.
Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo.
Cuando lo veían, hasta los espíritus inmundos se postraban ante él, gritando: Tú eres el Hijo de Dios.
Pero él les prohibía severamente que lo diesen a conocer.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La gente seguía a Jesús. Tenían hambre, hambre de esperanza, hambre de
alegría, hambre de amor, hambre de verdad, hambre de salud... hambre de
Dios, en definitiva. Dejan sus quehaceres, sus casas y se van a escuchar
a Jesús.
¿Tengo hambre de Jesús? ¿Qué hago por seguirle, por escucharle? ¿Qué
estoy dispuesto a dejar para estar con Él? ¿Pongo en sus manos mis
dolencias?
Te presiona la turba de dolientes.
Todas las muestras del sufrir humano
quieren llegar a Ti. Sollozan, gimen,
se arrastran por el polvo hacia tu amparo.
Se te nublan los ojos, aunque sabes
que eres fuente de Vida sin ocaso,
y allá en tu Corazón, donde más duele,
lloras las consecuencias del pecado.
Después, ternura inmensa, a cada uno
vas imponiendo tus divinas manos,
trazando un arcoiris de alegría,
que borra la memoria del nublado.
No queda ahí tu amor, baja más hondo;
quiere llenar de fe lo que ha vaciado
de dolores antiguos. Luego, pides
silencio agradecido al entusiasmo.
Señor, así te miro, así me acerco,
uno más en la fila. ¿Me ves sano?
Pero a ti no te engaña la apariencia.
¿Estoy para tu Reino desahuciado?
Restaura mi interior. Quiero, contigo
volver a ser, humilde, tu santuario
y llevar tu salud de cuerpo y alma
al inmenso dolor de mis hermanos.
Luis Carlos Flores Mateos, sj
Hoy las personas también tienen hambre de Dios, también las que tienen
espíritus inmundos. Cualquier corazón necesita ser amado y amar, espera
buenas noticias, mendiga esperanza, busca una razón para vivir. Y los
cristianos hemos de estar dispuestos a saciar ese hambre, esa sed con
nuestra experiencia de fe, con la Palabra de Dios, con nuestra vida.
"Señor, ayúdanos a descubrir las necesidades profundas de las personas"
"Haznos generosos para compartir el regalo de la fe"
"Que nuestra vida sea transparencia de tu amor"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 22 de enero de 2025
Miércoles,22 de enero 2025. San Vicente
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 3, 1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo.
Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: Levántate y ponte ahí en medio.
Y a ellos les preguntó: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o
lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir? Se quedaron
callados.
Echando en torno una mirada de ira y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: Extiende el brazo.
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
No les importaba si Jesús hacía el bien o el mal. No se maravillaban
ante el milagro de la curación. Están ciegos, tienen el corazón más
paralizado que el brazo del hombre enfermo.
"Jesús perdona y cura nuestras cerrazones"
"No nos dejes ser retorcidos. Haznos abiertos a la verdad".
Despertad, abrid los ojos,
se acerca vuestra liberación.
Despertad, abrid bien los ojos.
Despertad de los sueños y
abrid los ojos hacia el futuro.
Despertad y dejaos mirar por unos ojos
que ven en ti mucho más dentro de lo que ven los demás
y de lo que nosotros vemos de nosotros mismos.
Despierta y déjate mirar por alguien
que no se fija en nuestros defectos
ni en nuestras incapacidades.
Abre los ojos y déjate mirar por este niño
que ve todas las posibilidades escondidas en nosotros.
ÉL las ha puesto en cada uno, en cada una.
Despertad y abrid unos ojos capaces de transmitir
que el cambio es posible,
e incapaces de condenar,
de reprochar y de acusar.
Desertad, abrid los ojos
tentados de poseer, de juzgar y saber.
Quitad las escamas y las legañas de las desconfianzas
los recelos y las sospechas,
los temores y las suspicacias
Despertad abrid los ojos.
Se acerca vuestra salvación, aquí ya en esta tierra
poblada de aullidos, de guerras, de integrismos y suicidios.
Despertad abrid los ojos
como lugar de admiración
de ternura, de compasión,
de disculpa, de comprensión,
de compasión y no como lugares de negatividad, dureza, posesión,
superficialidad, indiferencia y prejuicios.
Se acerca vuestra salvación,
está aquí ya , entre nosotros.
La salvación es posible, es real.
aquí en esta tierra,
en tu corazón. Amén.
Jesús quedó dolido por la obstinación. Jesús pudo curar la parálisis del
brazo, pero no pudo curar la dureza de corazón de los que buscaban
acusarle. Para que Jesús nos pueda curar, necesita nuestra fe.
"Señor, ayúdanos a descubrir nuestras obstinaciones"
"Señor, haznos pacientes, como tú, con los obstinados"
Jesús cura la parálisis del brazo de aquel hombre. Y quiere curar las
tuyas. ¿Qué parálisis reconozco en mí?. Se las cuento al Señor. Pido la
curación. Doy gracias por las curaciones ya recibidas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 21 de enero de 2025
Martes 21 de enero 2025. Santa Inés
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 23-28
Un sábado atravesaba el Señor un sembrado; mientras andaban, los discípulos iban arrancando espigas.
Los fariseos le dijeron: Oye, ¿por qué hacen en sábado lo que no está
permitido? El les respondió: ¿No habéis leído nunca lo que hizo David,
cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre? Entró en la casa
de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes
presentados, que sólo pueden comer los sacerdotes, y les dio también a
sus compañeros.
Y añadió: El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el
sábado; así que el Hijo del Hombre es señor también del sábado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los judíos vigilan y están alertas para criticar, para acusar... A veces
también nosotros somos así en la familia, con los amigos, en la
Iglesia... Lo pienso y pido perdón.
Jesús disculpa a sus discípulos, "da la cara" por ellos. Cuanto cuesta
dar la cara, sobre todo cuando te la pueden partir. Jesús no condena,
disculpa, comprende... Perdona hasta lo que le están matando
"Perdónales, Señor, que no saben lo que hacen". Hay personas que dan la
cara por mí. Jesús mismo también da la cara por mí. Doy gracias y pido
fuerza para ser más parecido a Él.
La ley para las personas o las personas para la ley. La elección de
Jesús es clara: la ley al servicio de las personas. ¿Cómo suelo aplicar
las leyes a los que me caen bien? ¿y a los que me resultan antipáticos?
¿y a mí mismo?
¿Qué te dice Dios? ¿qué le dices?
Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para conducirnos por el camino de bien,
para construir la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.
No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.
Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza y voluntad para aceptarla y cumplirla
y acierto para mostrarla a los demás como camino de vida.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 20 de enero de 2025
Lunes, 20 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno.
Vinieron unos y le preguntaron a Jesús.
Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan.
¿Por qué los tuyos no? Jesús les contestó: ¿Es que pueden ayunar los
amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al
novio con ellos, no pueden ayunar.
Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán.
Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque
la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo y deja un roto peor.
Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los discípulos de Jesús no ayunaban como los de Juan y los de los
fariseos. ¡Cuánto cuesta abrirse a la novedad! Somos "animales de
costumbres", en una sociedad que cambia mucho por fuera y poco por
dentro. Dios nos invita a vivir la novedad de cada día, de cada momento,
de cada persona, de cada experiencia...
"Señor, no nos dejes ser esclavos de la rutina"
"Ayúdanos a descubrir tu presencia en la vida de cada día"
Jesús es el vino nuevo de Dios. Y necesita odres nuevos, corazones
nuevos, vidas nuevas. Es un vino que transforma la cabeza, el corazón,
la mirada, la voluntad, el comportamiento... ¿Quiero dejarme cambiar por
Jesús? ¿tengo confianza en él? ¿o prefiero seguir con la rutina, los
agobios y la insatisfacción de cada día? ¿Estamos dispuestos a
reconfigurar la vida?
Reconfigurar la vida:
irse contigo siguiendo tus huellas,
no dar importancia a nuestros proyectos y cosas,
cargar con la cruz que nos venga
sin perder la dignidad y la sonrisa.
Reconfigurar la vida:
ponernos en tus manos humanas y divinas,
o al alcance de tu brisa que va y viene
por esos lugares de la historia
tan poco frecuentados y llenos de sorpresas.
Reconfigurar la vida:
aceptar los golpes, marcas y heridas,
pero no arrugarse ni detener el paso;
vibrar menos sin perder la música
y mantener fresca la memoria.
Reconfigurar la vida:
admirar tus surcos y huellas
en nuestra carne vieja y correosa;
abrirse a tus sugerencias
aunque no lleguemos a entenderlas.
Reconfigurar la vida:
jugar al juego que tú jugaste,
partiéndonos en tiras, esquejes o estrellas,
y compartirse con dignidad
dándose en fraternidad.
Reconfigurar la vida:
aceptar como centro, eje y motor
tu Espíritu en nuestra vida;
poner todas las cruces bajo su presencia
y exponernos con esperanza a su brisa.
Reconfigurar la vida:
descubrirnos como flor florecida
-hermosa, perfumada y distinta-;
acercarnos a los otros dignamente
y hacer un jardín para los caminantes.
Reconfigurar la vida:
vivir siendo plenamente en la tierra
aunque la situación sea pasajera;
admirar a las personas
y agradecer la vida.
Reconfigurar la vida:
no malograrla en tonterías,
no conservarla escondida
sino compartirla, sin medida,
gratis y con alegría.
Florentino Ulibarri
El vino nuevo de Jesús necesita también un mundo nuevo, trae un mundo nuevo, nos da fuerza para trabajar por un mundo nuevo.
Deja por un momento tu mente calculadora e imagina. Imagina como sería
un mundo nuevo en Honduras, en Mozambique, en Asia... en tu país, en tu
pueblo o ciudad, en tu familia...
Dios quiere un mundo nuevo y para Él nada hay imposible.
"Señor, enséñanos a llevar el vino nuevo de la justicia y del amor a nuestro mundo"
"Perdona y cura nuestra falta de compromiso"
"Gracias por las personas que se dejar transformar por ti y contigo transforman un trocito de mundo".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 19 de enero de 2025
Domingo, 19 de enero de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 2, 1‑11
En aquel tiempo, había una boda en Caná de
Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban
también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
—«No les queda vino.»
Jesús le contestó:
—«Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.»
Su madre dijo a los sirvientes:
—«Haced lo que él diga.»
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
—«Llenad las tinajas de agua.»
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
—«Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.»
Ellos se lo llevaron.
El
mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía
(los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces
llamó al novio y le dijo:
—«Todo el mundo pone primero el vino bueno
y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino
bueno hasta ahora.»
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La Virgen María está atenta, es sensible a los problemas de los demás y
busca soluciones desde Dios. Intercede por los jóvenes esposos,
adelantándose con delicadeza al contrariedad que se avecina.
María
es maestra de vida cristiana, por eso nos muestra el camino correcto:
«haced lo que él os diga», cumplir la voluntad de Dios.
Jesús
elige la celebración de un matrimonio para convertir el agua en vino y
presentarse como el Esposo del nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia,
allí representada en María y los doce. El es el Esposo y el Vino mejor,
que trae la alegría a la humanidad.
¿Qué vino nos falta en
nuestras familias y en nuestra sociedad? ¿El vino de la paz, el de la
ternura y el de la verdad; el vino de la fe, de la esperanza y del amor?
Si faltan estos vinos, la vida se “avinagra”. ¿Estamos dispuestos a
colaborar con Cristo para dar al mundo el vino que necesita?
Tú nos llamas en medio de la vida,
nos llamas en cada circunstancia
en la tristeza de un duelo
y en la alegría de una boda..
Vivimos superficialmente y deprisa,
sometidos por el egoísmo,
ese ladrón que nos roba la alegría
y nos deja sin ánimo para seguir adelante.
Tú nos hablas de estar atentos a la vida,
como María estuvo atenta a la necesidad de los novios,
En la vida te haces presente,
para mostrarnos el camino de la felicidad.
Tú estás en medio de la vida,
como Señor de la Historia,
y vienes en cada acontecimiento.
Ayúdanos a estar despiertos
para reconocerte y recibirte.
Enséñanos a orar,
A presentar a Jesús nuestra plegaría,
como María, con sencillez, con confianza.
Mantén nuestro espíritu firme en Ti,
que eres nuestra Roca firme,
que permaneces fiel
en medio de los avatares de la vida,
que nos salvas en toda situación que nos afecta.
Que nos encontremos contigo
en toda circunstancia y en todo momento
y sepamos disfrutar de tu presencia
y señalarla a cuantos no te encuentran.
Amén.
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Para nuestras reuniones más queridas
donde festejamos lo que Tú nos das;
para los encuentros fraternos
en los que haces crecer nuestros amores,
no tenemos vino.
Para las manifestaciones de protesta
pidiendo paz, trabajo y justicia;
para la fiesta del compromiso humano
donde celebramos triunfos y fracasos,
no tenemos vino.
Para los espacios sacramentales
que reviven y actualizan tu presencia;
para vivir con alegría, cualquier día,
la invitación a tu cena y eucaristía,
no tenemos vino.
Para el anuncio de tu buena noticia
con nuestras torpes palabras humanas;
para testimoniar tu reino fraterno
soñado como un banquete presente,
no tenemos vino.
Para el abrazo solidario con los inmigrantes
que reclaman los derechos más elementales;
para nuestras celebraciones de cada día
sencillas, íntimas, queridas,
no tenemos vino.
Y por eso andamos tristes y apocados,
sin gracia y con la ilusión apagada.
Nos falta la alegría compartida
aunque abunden jarras y tinajas.
¡No tenemos vino!
¡Haced lo que él os diga!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 18 de enero de 2025
Sábado, 18 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él y les enseñaba.
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme.
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían
un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús
y sus discípulos.
Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra
gente de mala fama, les dijeron a los discípulos: ¡De modo que come con
recaudadores y pecadores! Jesús lo oyó y les dijo: No necesitan médico
los sanos, sino los enfermos.
No he venido a llamar justos, sino pecadores
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
De nuevo Jesús se acerca a nuestra vida y nos dice «sígueme». Hasta el
endemoniado de Cafarnaún se preguntaba «¿qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno?». Y tú, ¿te preguntas cada día qué quiere Dios de ti?
Leví (Mateo) era un cobrador de impuestos y un pecador público, un
publicano, es decir, un judío puesto al servicio de Roma para
extorsionar a su pueblo y ganar dinero usando de la estafa y la usura,
prohibida por la Ley. Jesús lo mira lleno de ternura y con su amor lo
dignifica. Jesús pone en él su confianza y lo hace un discípulo suyo.
Mateo «se levantó», quizás porque Jesús lo sacó de aquella vida
arrastrada. Un hombre en pié es alguien con dignidad, o al menos con
orgullo. Mateo se alegra de saber que alguien puede amarle a pesar de
todo. Así es Jesús y así hemos de ser también nosotros. Aquel feliz
encuentro acaba en fiesta, en cena. La comida implica compartir la vida.
Nadie sienta a su mesa a alguien con quien no comparte absolutamente
nada o a quien desprecia. Mateo y Jesús cenan juntos y, con ellos, los
discípulos de Jesús y un buen grupo de pecadores acusados por la
ortodoxia judía (fariseos). Los buenos oficiales no entran a cenar con
pecadores públicos, sino que se quedan fuera criticando. Dios sí que
comparte y prepara su mesa para los pecadores. Jesús viene a curar a los
enfermos, no a los sanos, por eso busca a todos los excluidos sociales,
también a los pecadores públicos. ¿Y tú, eres de los que entras a cenar
con pecadores o te quedas fuera criticando? A los cristianos nos falta
con frecuencia abrazar el mundo con sus luces y sus sombras, con su
dolor y su pecado, con la misma ternura que lo abrazaba Jesús. ¿Y en tu
vida, sobran sentencias y falta misericordia? Pide perdón por tus
condenas y críticas. Da gracias porque Jesús nos ama siempre, a pesar de
nuestro pecado.
viernes, 17 de enero de 2025
Viernes 17 de enero 2025. San Antón
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 2, 1-12
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta.
El les proponía la Palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el
gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un
boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: Hijo, tus pecados quedan perdonados.
Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: ¿Por qué habla éste así? Blasfema.
¿Quién puede perdonar pecados fuera de Dios? Jesús se dio cuenta de lo
que pensaban y les dijo: ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil:
decirle al paralítico «tus pecados quedan perdonados» o decirle
«levántate, coge la camilla y echa a andar» ? Pues, para que veáis que
el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...
entonces le dijo al paralítico: Contigo hablo: Levántate, coge tu
camilla y vete a tu casa.
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos.
Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios diciendo: Nunca hemos visto una cosa igual.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Somos muchos los que buscamos a Jesús, pero Él ¿qué nos propone?: «Él
les proponía la Palabra». A veces hacemos de la vida espiritual una
estantería en la que colocamos anécdotas, viajes con la parroquia,
charlas y retiros. ¿Estamos pasando el tiempo en vano o vivimos un
proceso de conocimiento y conversión a la Palabra? La Palabra es Jesús y
su anuncio del Reino de Dios, Reino de paz y justicia. Es una auténtica
revolución, una inversión de nuestras prioridades: bienaventurados los
pobres, los perseguidos, los pacíficos... una revolución social.
¿Vivimos la novedad del Evangelio y sentimos su desafío? ¿Respondemos a
su provocación convirtiendo nuestras vidas?
Gracias, Señor y Dios nuestro,
porque en el momento elegido por Ti,
tu Palabra se hizo luz entre nosotros
e iluminó a todos los hombres de buena voluntad.
En el solemne momento de su investidura,
siendo testigo Juan el Bautista,
fue breve y conciso tu discurso:
"Es mi hijo amado, escuchadle".
Y Jesús de Nazaret, ungido por tu espíritu,
proclamó buenas noticias para los pobres.
De tu parte anunció la libertad para los oprimidos,
abrió los ojos a los que no podían ver
y nos comunicó a todos los humanos
un mensaje de vida plena.
Nos habló siempre en tu nombre,
sus palabras eran tus palabras,
por eso sentimos que hablaba con autoridad.
Pero usó siempre palabras sencillas, claras,
apoyadas con parábolas,
para que todos le pudiéramos entender.
Recordamos sus palabras en la cena de despedida,
y sus últimas siete palabras en la cruz,
cuando resumió en ellas
toda su trayectoria de entrega y servicio.
Y nos alegramos al acoger sus palabras,
después de vencer al pecado y a la muerte,
palabras que nos animan y nos envían
a construir tu Reino de justicia y paz.
Gracias, Señor, por ofrecernos tu Palabra.
Hicieron descender un paralítico en su camilla desde el techo hasta los
pies de Jesús. Los judíos asociaban la enfermedad al pecado. Jesús mira a
aquel hombre y perdona sus pecados. El Hijo de Dios tiene potestad para
perdonar pecados, por eso confirma su autoridad haciendo de aquel
impedido un hombre que recobra sus capacidades. Cuando pedimos perdón
por nuestros pecados recobramos el estado de gracia que nos hace capaces
de seguir al Señor. El pecado acaba postrándonos.
Muchos dicen que sólo deben decirle los pecados a Dios, de forma
directa. Pero Jesús hace partícipes de su potestad a los apóstoles: «id y
perdonad los pecados». No debemos confesar sólo para poder comulgar,
sino para reconciliarnos con Dios y con la Iglesia. Cuando pecamos no
amamos. Cuando no amamos, estamos perjudicando a los demás y dejando de
aportar amor a la comunidad creyente, por eso hay que reconciliarse
también con la Iglesia. Dios ha puesto este tesoro en manos de la
Iglesia para reconciliar a los hombres con Él y para que así le sigamos
con renovadas fuerzas.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 16 de enero de 2025
Jueves, 16 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: Si quieres, puedes limpiarme.
Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó diciendo: quiero: queda limpio.
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió, encargándole severamente: No se lo digas a nadie; pero
para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu
purificación lo que mandó Moisés.
Pero cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes
ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en
ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él
de todas partes.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En tiempos de Jesús, los leprosos eran marginados sociales que debían
vivir fuera de lugares habitados y no podían acercarse a los caminos. El
contagio acarreaba también la impureza religiosa, por lo que eran
excluidos en el sentido pleno de la palabra. Pues bien, un leproso se
acercó a Jesús pidiendo su curación con gran fe y confianza: «si
quieres, puedes limpiarme». Todo es obra de Dios, nosotros debemos
dejarnos hacer por su voluntad: «quiero: queda limpio». ¿Qué sentimiento
domina tu relación con Dios? ¿Se dan la confianza, la gratitud, la
alabanza, el abandono o tal vez existe aún el miedo, la superstición, la
desconfianza, la incredulidad? ¿Es tu oración un poner tu vida
confiadamente en manos del Señor?
Jesús amaba también a aquel leproso y lo curó. Hoy sigue habiendo
marginados sociales: drogadictos, discapacitados, presidiarios,
mendigos, inmigrantes, etc. A veces lo mismos creyentes son/somos
ridiculizados. También nosotros podemos excluir a quienes no piensan
como nosotros, a los que vemos diferentes. Sin embargo, el amor no
margina a nadie: «ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu
purificación lo que mandó Moisés». Jesús siente lástima y extiende la
mano a todos, como a aquel leproso. Cuando nosotros tendemos la mano a
los demás ayudamos a que se integren mejor y salgan de su marginación.
¿A quién podría yo tender la mano personalmente? ¿A qué excluidos
podríamos dirigir la mirada como parroquia, como comunidad de creyentes?
De rodillas solo ante ti,
Señor de la vida.
No ante fugaces promesas
o imposibles tesoros.
No ante los dioses de barro.
De rodillas,
sin aspavientos
ni exigencias.
No hay mérito
ni medalla
que garantice respuesta.
No hay contrato
o regateo
para atraparte.
Es más fácil.
Pedirte ayuda,
abrir los brazos,
y murmurar, confiado,
“si quieres, puedes…”
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
----------------
Señor Jesús, al hacerte humano tocas, abrazas y besas la pobreza de
nuestra naturaleza, la debilidad de nuestra carne y de nuestro corazón.
Gracias, Jesús, por tocarme, abrazarme y besarme.
En el contacto entre tu mano y la mano del leproso quedó
derribada toda barrera entre Dios y la impureza humana, y nos mostraste
que tu amor es más fuerte que cualquier mal, incluso más que el más
contagioso y horrible. Gracias, Jesús, porque estás siempre de mi parte.
Tú nos muestras, Jesús, que la voluntad de Dios Padre es
curarnos, purificarnos del mal que nos desfigura y arruina nuestras
relaciones, para que vivamos felices, como buenos hijos de Dios Padre,
como hermanos de todas las personas. Gracias, Jesús, por curarme, por
purificarme, por perdonarme.
Jesús, tomaste sobre ti nuestras enfermedades, te convertiste en
«leproso», para que nosotros fuéramos purificados. Gracias por asumir
el dolor y la muerte para darnos la salud.
Señor, que tengamos el
corazón siempre abierto, para dejarnos tocar y curar por ti, para
abrazar y sanar a cuantos nos necesiten.
Oración inspirada en la audiencia de Benedicto XVI, del 12 de febrero de 2012
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 15 de enero de 2025
Miércoles, 15 de enero 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron.
Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó.
Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos.
La población entera se agolpaba a la puerta.
Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: Todo el mundo te busca.
El les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús tuvo su residencia en Cafarnaún la mayor parte de su vida pública.
Allí tuvo una intensa actividad y, junto al Mar de Galilea, llamó a sus
primeros discípulos. Ahora aparece curando a la suegra de Pedro. Es
curioso: Jesús nos cura de nuestras dolencias físicas o morales no para
adornar nuestras vidas con su gracia, sino para que sirvamos a los
demás. Por eso a la suegra de Pedro «se le pasó la fiebre y se puso a
servirles», porque amor con amor se paga. ¿Quién no es lo
suficientemente agradecido para perdonar a los demás si Dios nos perdona
tanto a nosotros? ¿Quién no podría amar a los demás si Jesús mismo se
arrodilla y te sirve, sale a tu encuentro cada mañana, se regala en los
sacramentos, te infunde fortaleza y confianza, si te muestra tu propia
verdad y cura tus heridas con su amor? Ahora pregúntate, ¿respondo yo al
amor de Dios como debo o soy descuidado y olvidadizo? ¿Cómo agradecer
todo el bien recibido con actos de amor y compromisos concretos?
Te doy gracias de todo corazón,
Señor, Dios mío,
te diré siempre que tú eres amigo fiel.
Me has salvado del abismo profundo,
y he experimentado tu misericordia.
Me has librado de los lazos de la tentación,
y he experimentado tu misericordia.
Me has hecho revivir, volver al camino,
y he experimentado tu misericordia.
Has curado la fiebre que me impide servir a los hermanos.
Has abierto mis ojos y mis oídos para ver y escuchar a quién me necesita.
Sigue protegiendo mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Señor, yo me alegro, porque eres un Dios compasivo.
Me alegro porque eres piadoso y paciente.
Me alegro porque eres misericordioso y fiel.
Señor, mírame. Ten compasión de mí. Dame fuerza.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
Tú, Señor, siempre estás pronto a ayudarme
y a animar mi corazón cuando decae.
Tú, Señor, toma mi corazón de barro
y moldéalo según la grandeza de tu misericordia.
Protege mi vida. Sálvame. Confío en ti.
La compasión y la solidaridad ante el dolor de la gente es un distintivo
de Jesús. ¡Cuánto sufre la gente! Detrás de cada puerta hay una
historia marcada por el dolor, no se salva ninguna casa. Compartir el
sufrimiento de los demás pone mucha luz y profundidad en nuestras vidas
marcadas por la prisa y la superficialidad. Para ello es necesario vivir
en oración. Sólo un corazón apasionado por Dios puede amar con libertad
y verdad a los hombres según el mandamiento nuevo. Jesús no se deja
absorber por el bullicio ni el activismo, sino que acude a la oración:
lo primero es vivirnos desde Dios. San Juan de Ávila decía que «más
imprime una palabra después de haber estado en oración que diez sin
ella» y «no hagas cosa que primero no encomiendes a Dios, pues va tanto
en ello o acertar o errar». Sin mística no puede haber acción en nombre
de Dios. ¿Pongo a Dios en el primer lugar y lo amo sobre todas las
cosas? ¿Se nota eso en el tiempo que le dedico a la oración y en el
interés que pongo a la hora de cuidar mis encuentros con el Señor en la
Misa dominical y en la lectura diaria del Evangelio?
Vámonos a otra parte. Jesús no se deja retener por los éxitos.
No es bueno dormirse en los laureles
ni asentarse allí donde nos reconocen.
No es bueno mantener nuestro puesto y estatus
mientras otros son marginados y expulsados.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno ser el centro del encuentro
mientras hay quienes se quedan fuera, al margen.
No es bueno vivir con abundancia y confort
mientras otros carecen de lo básico y necesario.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno que a uno le atienda y sirvan
mientras a otros se les esconde y olvida.
No es bueno tener tanta calidad de vida
mientras hay quienes luchan por ella cada día.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
No es bueno creer que estamos en lo cierto
mientras hay tantos hermanos perdidos.
No es bueno quedarse donde hemos llegado
habiendo tantos caminos que no hemos recorrido.
Y sucede cada día, Señor,
aquí y en otros lugares de nuestra tierra.
¡Vámonos a otra parte!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 14 de enero de 2025
Martes, 14 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 21-28
Llegó Jesús a Cafarnaún, y cuando el sábado siguiente fue a la sinagoga a
enseñar, se quedaron asombrados de su enseñanza, porque no enseñaba
como los letrados, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu
inmundo, y se puso a gritar: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?
¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: El Santo de Dios.
Jesús lo increpó: Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte salió.
Todos se preguntaron estupefactos: ¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo.
Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús acude a la sinagoga de Cafarnaún, donde enseña. Jesús no es un
letrado, ni un sacerdote que oficiaba en el Templo, ni un rabino... Él
no tiene poder. Sin embargo, tiene autoridad. El poder brota del dinero,
de la posición social, de la fama ganada con las armas o las tretas,
por eso no genera respeto, sino miedo. Jesús produce respeto. ¿Qué te
dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, Tú hablas con autoridad,
porque has sido enviado por Dios Padre, no eres un entrometido;
porque hablas de lo que sabes, no hablas de oídas;
porque hablas con sencillez, para que te entiendan, no para demostrar lo mucho que sabes;
porque hablas con respeto, nunca con violencia;
porque haces lo que dices, vives lo que hablas;
porque tus palabras buscan nuestro bien, aunque a veces no queramos escuchar lo que me dices;
porque tus palabras reflejan la verdad, sin esconder la luz ni las sombras;
porque tus palabras descubren nuestros fallos para que los superemos, nunca para humillarnos;
porque tus palabras nos recuerdan quiénes somos y lo mucho que valemos para ti;
porque tus palabras, tu mirada, tus gestos y tu vida nos anuncian un mismo mensaje:
que nos amas con todo el corazón y que tu amor nos acompañará siempre.
Señor, ayúdame a hablar como Tú,
a vivir como Tú, a ser como Tú.
Aparece un endemoniado, posiblemente poseído por alguna enfermedad
mental como la epilepsia o la esquizofrenia. Entonces Jesús realiza el
primer milagro: el poder de Dios reside en Jesús, por eso cura del
dominio diabólico. Su autoridad no reside sólo en las palabras, sino en
los hechos. No se salvará todo el que dice «Señor, Señor», sino quien
cumple la voluntad de Dios. Obras son amores y no buenas razones. La
credibilidad de nuestra fe quedará acreditada ante nuestros vecinos sólo
si plantamos cara al diablo que atormenta a los hombres con la
fascinación consumista, el deseo de poder y aparentar y, como no, con el
abandono, la falta de medicamentos, la falta de desarrollo... ¡cuántos
niños obligados a trabajar desde pequeños o incluso esclavizados pedirán
mañana la curación de sus enfermedades de huesos, de su hambre, de su
analfabetismo, de sus heridas de guerra!
Jesús increpa al mal: «cállate». Pero por boca del profeta Isaías sigue
preguntándose: «¿a quién enviaré, quién irá por mí?». Pídele al Señor
que te mueva siempre a la compasión ante el dolor de cada persona, viva
cerca o lejos. Alegra el corazón conmovido de Dios respondiendo: «Aquí
estoy, Señor, envíame a mí».
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 13 de enero de 2025
Lunes, 13 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 1, 14-20
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios.
Decía: Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo del Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes.
Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Con el Evangelio de hoy comenzamos el Tiempo Ordinario, el
tiempo litúrgico más largo del año (34 semanas) en el que el sacerdote
celebra la Eucaristía con ornamentos verdes. Es una invitación a caminar
con Cristo, a conocer su vida pública y a profundizar en su persona
para mejor amarle.
Por eso, el Evangelio comienza hoy resumiendo la predicación inaugural
de Jesús: «Se ha cumplido el plazo», «el Reino de Dios está cerca»,
«convertíos». Estas palabras se nos proclaman hoy a nosotros: en Jesús,
Dios regala un tiempo de salvación para todos los que acojan su palabra
(el Reino de Dios) y la pongan por obra (conversión). Hoy sabemos que el
dinero no salva al mundo, sino que lo divide injustamente. También
sabemos que la felicidad no nos la da el materialismo ni las palabras
vacías. ¿Qué sientes en tu corazón que te ofrece Jesús? ¿Es algo nuevo?
¿Es una buena noticia para ti? Cuida su amistad con palabras de
agradecimiento y permaneciendo en su amor durante toda la jornada.
En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme».
Los primeros discípulos responden generosamente y dejan las redes. Él
mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera tu
respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo Dios
quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz. Sólo si
respondes a la llamada de Jesús estarás en diálogo con Él. ¿Cómo saber
lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación matrimonial, a
la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa. En la oración
Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y te provoca y
da fuerzas para que respondas. En tu vida determinadas personas han sido
luz y te han indicado el camino. Dios también habla en los problemas
que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias rotas, los niños
abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro de Jesús se
manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una respuesta. Repasa
lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde apuntan? ¿Qué
giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza para
responder. Da siempre gracias.
Señor Jesús, Tú me llamas, como llamaste a Simón, Andrés, Santiago y
Juan, cuando estaban trabajando en sus barcas. Y yo quiero responderte
como ellos, sin excusas, sin dejarlo para mañana, con prontitud,
inmediatamente. Quiero responder a tus llamadas, a las llamadas de la
conciencia y del corazón, a las llamadas de los más cercanos y de los
más pobres.
Señor, tu cercanía, tu amor, tus palabras cambiaron
radicalmente la vida de aquellos primeros discípulos. Ayúdame a estar
cerca de ti, a acoger tu Palabra y tu amor, para que mi vida cambie,
como se transforma el barro en manos del alfarero.
Señor, Tú hiciste y haces de tus discípulos pescadores de
hombres. Qué mis palabras y nuestros compromisos, nuestra alegría y
nuestra esperanza anuncien a todos que Tú, Jesús, eres el Amor que
siempre nos acompaña y nos salva y el Camino que nos conduce a la
Felicidad más grande.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 12 de enero de 2025
Domingo, 12 de enero 2025.Bautismo del Señor.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 3, 15‑16. 21‑22
En aquel tiempo, el pueblo estaba en
expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó
la palabra y dijo a todos:
—«Yo os bautizo con agua; pero viene el
que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias.
Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.»
En un bautismo
general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo,
bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del
cielo:
—«Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "En un bautismo general..." Sin preparativos especiales, sin
protocolos para personas distinguidas, sin privilegios... Podemos
imaginar a Jesús en la fila de aquellos que querían bautizarse. ¿qué te
dice esta actitud de Jesús? ¿qué le dices?
B. El Padre desde el
cielo proclamó: "Este es mi Hijo, el amado, el predilecto". Jesús es
hombre como nosotros, pero también es el Hijo, el Hijo de Dios, Dios
mismo. No podemos pensar que Jesús sólo es un hombre excepcional,
ejemplar.
Estas palabras también tienen que resonar en nuestro
corazón. Dios Padre nos dice continuamente: "Tú eres mi hijo", "Tú
también eres mi amado, mi predilecto", porque el amor de Dios es tan
grande que puede amarnos a todos con predilección. Escuchemos en nuestro
interior estas palabras del Padre.
C. Si Dios te repite "Tú eres mi hijo" ¿cuál es tu respuesta?
"Tú eres mi Padre, nada me puede faltar"
"Confío en ti, Padre"
"Dame Señor un corazón de hermano"
Te sumerges con nosotros
en las aguas del pecado,
compartiendo nuestra muerte
y manchándote de barro.
Cuando resurges del río
el Jordán se ha transformado,
toda la creación se asombra
tu Reino ya está llegando.
Caminas junto a nosotros,
estás siempre a nuestro lado,
eres el rostro de Dios.
Jesús, amigo, hermano.
Javi Montes, sj
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Un día apareció un hombre en el horizonte
y reavivó las ascuas de nuestra esperanza dormida.
Un día apareció un hombre que tenía magia en la voz,
calor en sus palabras y embrujo en su mensaje.
Un día apareció un hombre con la esperanza en sus gestos,
con la fuerza de su ser y con un corazón grandísimo.
Un día apareció un hombre, que hablaba cual ninguno,
invitándonos a cambiar de vida y convertirnos.
Un día vino un hombre que rompió nuestros esquemas
para hacernos soñadores, tiernos y libres.
Un día apareció un hombre tan sencillo y humilde
que nunca se consideró el centro de sus actuaciones.
Un día apareció un hombre que entabló un diálogo sincero
porque no buscaba ni ensalzarse ni engañarnos.
Un día apareció un hombre que tomó la iniciativa
y abrió una brecha en nuestra vida e historia.
Un día apareció un hombre que se acercó
a los más pobres y marginados de sus hermanos.
Un día apareció un hombre que nos invitó
a ser sus discípulos y a confiar en Dios.
Un día apareció un hombre que nos dio la capacidad
Y nos enseñó el camino para ser hijos de Dios.
Un día apareció un hombre, en su pueblo,
no pudo realizar milagros porque no había fe.
Un día apareció un hombre tan cercano y transparente
Que todo él era reflejo y presencia de Dios.
Un día viniste tú, Jesús.
Ven hoy también, Señor.
Florentino Ulibarri
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Hijo mío: tú no sabes lo que eres,
pues todavía no te reconoces obra de mi amor.
No sabes lo que eres en mí,
e ignoras las posibilidades que hay escondidas en ti.
Despierta y deja los malos sueños:
esa fijación en fracasos, fallos y frustraciones,
en cansancios, caídas y pasos en falso...
Todo eso no es tu verdadero yo.
¡Déjate amar y guiar y... ¡ya verás!
Tu colección de máscaras
y los disfraces que te pones
te pueden ocultar a los ojos de los demás
-quizás a tus propios ojos también-,
pero no pueden ocultarte a mis ojos de Padre.
Esa mirada, tu mirada, que no es clara,
y tu deseo febril, anhelante,
así como tus ambiciones, apetencias y ardores
tan queridos, tan tuyos, tan fuertes...
Todo eso no es tu verdadero yo.
Bajo todo ello, detrás de todo eso,
más allá de tus miedos y dudas,
de tus éxitos y fracasos,
de tu pasado oscuro o yermo...
yo te miro, yo te amo, yo te elijo
y abro las puertas del cielo para mostrártelo.
Tú eres un hijo a quien quiero.
¡Podría decir tantas cosas...!
No de ese tú que busca disfraces,
sino del tú que permanece en mi corazón
y que acuno como Padre/Madre en mi regazo,
del tú que puede aún manifestarse.
¡Haz visible lo que eres para mí!
Sé el sueño hecho realidad de ti mismo.
Activa las posibilidades que he puesto en ti.
No hay ningún don al que no puedas aspirar.
Llevas mi espíritu y mi sello y sangre.
Te beso, te amo, te libero, te lanzo...
Te abro a la vida y te hago dueño.
Y si todo esto es lo que yo hago,
¿qué te impide levantarte, andar y ser?
¡Estás en el mundo por tu bien y mi querer!
¡Sumérgete en la vida y bautízate!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 11 de enero de 2025
Sábado, 11 de enero 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 5, 12‑16
Una vez, estando Jesús en un pueblo, se
presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y
le suplicó: —«Señor, si quieres puedes limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: —«Quiero, queda limpio.»
Y en seguida le dejo la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a
nadie, y añadió: —«Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu
purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba
de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de
sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cristo ha venido, se ha hecho hombre para curarnos de todo aquello que nos separa de Dios y de los hermanos… Damos gracias.
B.
¿Qué te separa de Dios y de los hermanos? Pide a Dios luz y sabiduría
para conocer con exactitud cuál es tu verdadero problema. No es sencillo
saberlo. Se oculta tras las apariencias. A veces es bueno recurrir a
sacerdotes o a personas expertas en humanidad que nos ayuden en esta
reflexión.
C. Señor, si quieres puedes limpiarme. Señor, si
quieres puedes limpiarme. Señor, si quieres puedes limpiarme. El Señor
puede y quiere limpiarnos. ¿Tenemos fe para poder acoger la curación, la
salvación que Él nos ofrece?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tú no eres Señor, un Dios impasible,
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y con-padeces,
Tú eres compasión.
Compadécete de nosotros.
Se tú mismo, Señor.
Ven, Señor, a socorrernos
Si nos ves caídos, levántanos con la mano de tu Espíritu
Si nos ves enfermos, cúranos con el aceite de tu Espíritu
Si nos ves manchados, límpianos con el agua de tu Espíritu
Si nos ves cobardes, fortalécenos con el fuego de tu Espíritu.
Si nos ves engañados, enséñanos con la luz de tu Espíritu.
Si nos ves tristes, alégranos con la risa de tu Espíritu.
Si nos ves mezquinos, agrándanos con el amor de tu Espíritu
Si nos ves solos, acompáñanos con la presencia de tu Espíritu y de tu hijo
y quédate con nosotros, dulce huésped,
o métenos dentro de tu inmenso Corazón.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.