San Andrés
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos
hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que
estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores.
Les dijo:
-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de
Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con
Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también.
Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Celebramos hoy la fiesta de San Andrés.
En medio de nuestras ocupaciones cotidianas Jesús nos dice «sígueme».
San Andrés y los primeros discípulos responden generosamente y dejan las
redes. Él mira hoy amorosamente nuestras vidas y nos llama. Él espera
tu respuesta. Dios da una vocación a cada persona. La vocación es cómo
Dios quiere hacerte feliz. Hay que responder para ser feliz.
¿Cómo saber lo que Dios quiere de mí? Puede que te llame a la vocación
matrimonial, a la vida religiosa o sacerdotal... ahí no acaba la cosa.
En la oración Dios deja un poso, ahí te dice cómo quiere que le sirvas y
te provoca y da fuerzas para que respondas. En tu vida, determinadas
personas han sido luz y te han indicado el camino. Dios también habla en
los problemas que conmueven tus entrañas: el hambre, las familias
rotas, los niños abandonados, los ancianos, los transeúntes... el rostro
de Jesús se manifiesta en los hermanos necesitados y te piden una
respuesta.
Repasa lentamente algunos de estos momentos en tu vida. ¿A dónde
apuntan? ¿Qué giro le pide Dios a tu vida? Pide luz para ver y confianza
para responder. Da siempre gracias.
Todo comenzó con un encuentro fortuito
un día cualquiera
a eso de las cuatro de la tarde,
una hora sin programaciones.
Tú pasaste cerca
y alguien les dijo quién eras;
ellos te siguieron sin decir nada,
e, intrigado, les preguntaste:
¿Qué buscáis?;
y te respondieron al estilo gallego:
¿Dónde vives, Rabbí?
Tú seguiste el diálogo diciéndoles:
Venid y lo veréis.
Y en un solo día se enamoraron de ti.
Así comenzó a tejerse el tapiz de tus sueños,
y el de ellos,
y el nuestro,
y el de otros que no sabemos...
Los primeros hilos fueron dos amigos y vecinos
que compartían inquietudes y maestro,
Andrés y Juan Zebedeo;
después, el hermano de uno de ellos, Simón Pedro;
y a continuación, Felipe,
un vecino de todos conocido e inquieto,
que se lo contó a su amigo de siempre,
Natanael, que era recto y bueno
y un poco escéptico,
al cual tú ya le habías echado el ojo
viéndolo ocioso.
Así, con muchos hilos finos y gruesos,
y de colores muy diversos...
hasta llegar a nosotros.
Y gracias a este tejer, en red y gratis,
tu nombre y buena noticia resuenan todavía
en nuestro mundo e historia
como algo que merece la pena y da alegría.
Y nosotros
vamos aprendiendo a ser discípulos tuyos
en esta tierra, día a día, Señor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 30 de noviembre de 2021
Martes, 30 de noviembre de 2021
lunes, 29 de noviembre de 2021
Lunes, 29 de noviembre de 2021
Lunes de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
—«Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
—«Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas
de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo
disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va;
al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo
que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán,
Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "No he encontrado en nadie tanta fe". La fe en Jesucristo es la nota
que define nuestro ser cristiano. Y en este tiempo de Adviento la
Palabra nos invita a crecer en la fe. ¿Cómo podemos acoger a Jesús que
viene, si no tenemos fe? ¿Cómo podremos descubrirle presente en el mundo
y en nuestro corazón si nuestra confianza en él falla? ¿Cómo rezar "Ven
Señor Jesús" si no creemos?
"Creo Señor, pero aumenta mi fe"
B. Tener fe no es solamente creer que Dios existe, o que Jesús es el
Hijo de Dios. Para los cristianos tener fe es creer que Jesús puede
curarme, puede salvarme, puede hacerme plenamente feliz. ¿Has sentido
alguna vez la alegría de sentirte curado por Jesús? ¿deseas con todo el
corazón revivir esta experiencia o experimentarla por primera vez?
Adelante. Ten fe. Reza. Busca a Jesús en la oración, en tus hermanos.
Está deseando curarte de eso que tanto te pesa.
Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia Ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
Tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.
A Ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, ante tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, Tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en Ti luz y calor.
A Ti me acojo, Señor, al comenzar el día: protégeme.
En ti pongo mi confianza, como un niño en su madre: ayúdame.
A Ti abro mis proyectos y los planes de este día: acompáñame.
A Ti ofrezco lo que soy y lo que yo tengo: acógelo.
A Ti, que eres Dios de la vida, te pido fuerza: anímame.
Mi corazón te ama y, lleno de gozo, exulta en Ti.
Bendíceme, Señor, y guíame por el camino justo;
como un gran escudo, defiéndeme, sé mi fortaleza.
Que tus alas, Señor, me cobijen y me guarden
mientras yo voy viviendo el día que hoy me entregas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
C. La fe no nos encierra, nos hace abiertos, solidarios. Aquel centurión
no pidió para él, pidió para un criado, intercedió por él. Interceder
es rezar por el otro, trabajar por el otro, dar la cara por el otro, dar
voz a los que no tienen voz. Hay mucha gente que ha intercedido, que
intercede por ti. Hay muchas personas que necesitan tu intercesión.
"Gracias Señor por las personas que interceden por mi"
"Gracias Padre por las personas que interceden por los más pobres"
"No dejes nunca Señor que me ahogue en mis problemas"
"Te pido Señor por ... y dame fuerza para trabajar por él"
D. Adviento. Tiempo de espera cierta.
Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.
Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando al Verbo encarnado.
Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.
Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!
Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.
Esperar como Isaías, viviendo y profetizando.
O como Jeremías, sufriendo, pero enamorados.
O como Juan Bautista, pregonando lo que nos has dado.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar, aunque no entendamos a tu Espíritu Santo.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 28 de noviembre de 2021
Domingo, 28 de noviembre de 2021
Domingo de la 1ª semana de Adviento C
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 25‑28. 34‑36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Habrá
signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de
las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los
hombres quedaran sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se
le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened
cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios
de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como
un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre
despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y
manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Como ya hemos comentado el Evangelio de hoy en fechas recientes, he aquí
algunas pistas para para comenzar el Adviento con buen ánimo:
A.
Adviento siginifica "venida". En el Adviento celebramos que Dios viene.
Dios se hizo carne, se hizo humano, nosotros, hace 2000 años. Dios
vendrá al final de la historia. Y Dios viene en cada momento. En el
Adviento contemplamos a Dios porque se acerca a nosotros, se acerca
tanto para que sintamos su ternura, su caricia, su amor...
Damos gracias a Dios por su cercanía, porque viene.
B.
Y si Dios se acerca, ¿qué hacemos nosotros? Dios pone todos los medios
para encontrarse con cada persona. Y nosotros ¿qué medios ponemos? ¿qué
medios vamos a poner? Sabemos que Dios está en cada persona, en los
sacramentos, en uno mismo, en la realidad que vivimos. Pero muchas veces
no nos damos cuenta. ¿qué está fallando? ¿cómo podemos mejorar?
Es
vital para nosotros encontrarnos con Jesús. San Agustín comenta: "Nos
hiciste Señor para ti, y nuestro corazón no descansará haste que
descanse en ti"
"Tu rostro buscaré, Señor"
"Mi alma te busca a ti, Dios mío"
"Tengo sed de ti, Señor"
C.
Algo nuevo está naciendo ¿no lo notáis? Esta frase de Isaías podría ser
el lema de este Adviento. Podríamos pensar en este tiempo de Adviento
qué semilla del Reino (generosidad, humilidad, gratitud, ofrecimiento,
perdón, fraternidad...) está creciendo en mi interior, en mi grupo de
fe, en mi parroquia, en mi familia, en mi barrio, en mi lugar de estudio
o trabajo, en el mundo.
"Dame Señor un corazón sensible"
"Concédeme Señor unos ojos contemplativos"
"Haz que mis oídos estén siempre abiertos"
Levantaos y alzad la cabeza…
Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra.
Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas.
Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis.
Los
que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras
injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos
y alzad la cabeza.
Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación.
Una
libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde
uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor.
La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego.
Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible…
no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
----------------
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en las estancias.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto...
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.
Aquí estoy, Señor,
¡tú sabes cómo, mejor que nadie!,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.
Aquí estoy, Señor,
orientando cuerpo y alma
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa.
¡No te canses de llamar, Señor!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de venir, Señor!
Yo continuaré aquí confiado en tu Palabra.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 27 de noviembre de 2021
Sábado, 27 de noviembre de 2021
Sábado de la 34ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Tened cuidado: no se os
embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y
se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre
todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que
está por venir, y manteneos en pie ante el Hijo del Hombre.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "No se os embote la mente". La advertencia de Jesús es
quizá en nuestro mundo todavía más necesaria que en la Palestina del
Siglo I. Hay muchos intereses que quieren que no funcione nuestra mente.
Se invierte mucho dinero para que pensemos lo que conviene a los que
pagan. Y muchas veces consiguen sus propósitos: no nos llama la atención
que cada día mueran miles de niños por hambre, por el aborto... Parece
normal que empleemos más dinero en colonias, deportes, espectáculos que
en solidaridad. Podríamos poner mil ejemplos. ¿Qué embota mi cabeza?
Pedimos a Dios que nos ayude a descubrir y a superar las trampas que continuamente se tienden a nuestro paso.
B. "Estad despiertos". No os traguéis cualquier cosa. Pensad ¿qué se
dice? ¿quién lo dice? ¿para qué lo dice? ¿a quién beneficia? Rezad ¿qué
me dices tú, Señor? La Palabra de Dios no tiene intereses en esta
tierra, mejor dicho, tiene un sólo interés: la felicidad de todos.
Pensar y rezar son los mejores medicamentos para combatir la enfermedad
del sueño.
C. Las advertencias de Jesús son importantes. No es lo mismo estar
despiertos o dormidos, con mente embotada o clara. Nos jugamos mucho.
Nos jugamos la salvación. Es decir, nos jugamos que nuestra vida tenga
sentido o no. Nos jugamos ser felices o no. Nos jugamos que otras
personas vivan felices o no.
Señor,
nos quieres en vela,
despiertos, atentos, sin perdernos una,
con los ojos fijos en ti y en el mundo en el que vivimos,
en las personas que gozan y sufren a nuestro lado;
porque Tú estás presente en todo lo que sucede
y nos hablas desde cada acontecimiento.
Señor,
nos quieres en vela,
siempre en camino, siempre en pie,
siempre superando etapas
y afrontando nuevas rutas,
siempre discriminando lo que más conviene,
siempre preparados para lo que haga falta.
Señor,
líbranos del vicio y la bebida,
de la preocupación del dinero,
del activismo, los agobios y prisas,
de las obsesiones, la comodidad y la pereza,
de todo lo que nos anestesia
de todo lo que nos impide verte.
Señor,
danos la fe necesaria para que, desde la caridad,
nos encuentres siempre en vela para verte,
y con el corazón abierto, para acogerte;
para disfrutar de la paz y la alegría
que sólo Tú nos puedes dar. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 26 de noviembre de 2021
Viernes, 26 de noviembre de 2021
Viernes de la 34ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: Fijaos en
la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos
para saber que la primavera está cerca.
Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá.
El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Fijaos en la higuera... fíjate en la vida, en tu vida, en
la vida de las personas cercanas... fíjate en tu grupo de fe, en tu
parroquia, en la iglesia... fíjate en tu familia, en tu pueblo o ciudad,
en el mundo. Jesús era un gran observador. Ver, mirar, fijarse,
contemplar... ¡qué fácil es y qué poco lo hacemos! ¿nos enteramos de las
cosas que suceden en nuestro mundo y en nosotros mismos? Podemos pedir a
Dios que nos conceda ser personas con vista, con una mirada profunda.
B. La mirada de Jesús no se detenía únicamente en el cielo, mas bien
sabía ver el cielo en la tierra. Descubría al Padre en la historia de su
pueblo, en el corazón de las personas...
Señor Jesús, Tú nos invitas a observar la Naturaleza, a aprender de
su belleza y sus ritmos, del devenir de las estaciones, el germinar de
las semillas y el crecimiento de las plantas.
Señor Jesús,
ayúdame a descubrir todo lo que está despuntando en mi corazón: nuevos
sueños, nuevas ilusiones para proyectos comenzados hace tiempo, nuevos
deseos de amar, de servir a los pequeños, de entregarme a Ti. Agradezco
todos los brotes de vida que van germinando y creciendo en mí, para ser
yo misma, para ser más feliz, para dar más fruto.
Señor Jesús,
limpia mi mirada, para que, a pesar de todas las corrupciones y todos
los escándalos, sepa ver los brotes de vida que crecen en la higuera
seca de nuestra sociedad, en la higuera seca de nuestra iglesia:
personas mayores que comparten todo su tiempo y su sabiduría con los
demás; jóvenes que van contracorriente, se acercan a Dios y dedican
tiempo a los demás; niños que no pasan de largo ante las lágrimas de un
compañero, enfermos que animan a sus familias, personas que en su
trabajo no se conforman con cumplir… ¡Cuántos signos de vida, Señor!
Señor
Jesús, ayúdame a confiar en tus palabras, que no pasan nunca, que me
emocionan cada vez que las escucho, que impulsan mi vida, que construyen
tu Reino de justicia y paz, de gracia y amor; que fortalecen mi
esperanza en Ti, en mí, en la gente que me rodea, en la Iglesia y en el
mundo. Tú estás a nuestro lado y tus palabras nos aseguran el final más
feliz. Gracias, Jesús.
C. Tenemos que aprender a mirar al estilo de Dios. Dios, que es bueno,
que es Amor, mira todo con bondad y amor. En la Creación, el libro del
Génesis repite: "y vio Dios que era bueno" (Gn 1,4.10...). Y el
Evangelio nos cuenta que Jesús "fijando en él (joven rico) su mirada,
le amó" (Mc 10,21). Si no miramos con amor, no descubriremos al
Dios-Amor en la vida, en la historia.
"Cura Señor mi mirada, tantas veces fría y egoísta"
"Gracias, Señor, por las personas que miran con amor"
"Ayúdame a descubrirte y a disfrutar de tu presencia".
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 25 de noviembre de 2021
Jueves, 25 de noviembre de 2021
Jueves de la 34ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 20-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis a Jerusalén
sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en
la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en
la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que
está escrito.
¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá
angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo.
Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones,
Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les
llegue su hora.
Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra
angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el
oleaje.
Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad, ante lo que
se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo temblarán.
Entonces verán al Hijo del Hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Otra vez Jesús utiliza un lenguaje simbólico, difícil de comprender
para nosotros. El panorama que dibuja es desolador: destrucción,
venganza, signos en los astros... Sin embargo, a pesar de todo, las
últimas palabras de Jesús son esperanzadoras: "levantaos, alzad la
cabeza, se acerca vuestra liberación". Aunque a veces no lo parezca,
hasta en las situaciones más dolorosas, Dios está presente y busca
nuestra liberación, nuestra felicidad.
B. Podemos pensar en situaciones difíciles que hemos vivido. Y recordar
cómo a pesar de todas las apariencias negativas, Dios se ha hecho paso y
nos ha ido salvando poco a poco. Damos gracias. Si no hemos descubierto
la presencia de Dios en los momentos dolorosos de la vida, le pedimos
que nos conceda luz para saber descubrirlo.
C. Dios nos pone a veces en camino de personas que sufren mucho, que no
tienen un futuro esperanzador. Y nos pide que les ayudemos a levantarse,
a caminar, a disfrutar de la salvación (del amor de Dios y de los
hermanos).
Se suprimirá el diálogo en nombre de la verdad;
después se suprimirá la verdad.
Se suprimirá la libertad en nombre de la responsabilidad;
después se suprimirá la responsabilidad.
Se suprimirá la caridad en nombre de la justicia;
después se suprimirá la justicia.
Se suprimirá la honradez en nombre de la eficacia;
después se suprimirá la eficacia.
Se suprimirá la democracia en nombre del bien común;
después se suprimirá el bien común.
Se suprimirá la fe en nombre de la ciencia,
después se suprimirá la ciencia.
Se suprimirá la conciencia en nombre de la razón;
después se suprimirá la razón.
Se suprimirá el derecho en nombre del orden;
después se suprimirá el orden.
Se suprimirá la paz en nombre de la revolución;
después se suprimirá la revolución.
Se suprimirá la utopía en nombre de los proyectos;
después se suprimirán los proyectos.
Se suprimirá el espíritu crítico en nombre del respeto;
después se suprimirá el respeto.
Se suprimirá el amor en nombre de la dignidad,
después se suprimirá la dignidad.
Se suprimirá la ética en nombre de la estética;
después se suprimirá la estética.
Se suprimirá la tolerancia en nombre de la ciudadanía,
después se suprimirá la ciudadanía.
Se suprimirá al profeta en nombre de la estabilidad;
después se suprimirá la estabilidad.
Se suprimirá el estado de bienestar
para hacer posible una sociedad mejor que no llegará...
Y en nombre de nada se suprimirá al ser humano
–al niño, al vecino, al ciudadano,
al emigrante, al débil y a nosotros mismos–,
y un océano de violencia anegará nuestro mundo,
nuestros pueblos,
nuestras casas,
nuestras entrañas...
Pero sobre el caos
aleteará nuevamente tu Espíritu,
y tu palabra creadora y liberadora
nos llenará de esperanza.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 24 de noviembre de 2021
Miércoles, 24 de noviembre de 2021
Miércoles de la 34ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano, os
perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán
comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así
tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré
palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir
ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os
traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por
causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Os echarán mano, os perseguirán... hasta vuestros padres y
hermanos y amigos os traicionarán. ¿Por qué? ¿Por hacer "cosas malas"?
Precisamente por lo contrario: por ser seguidores de Jesús, por buscar
la justicia, por ser testigos de la verdad, por trabajar por la paz.
"Señor, ayúdame a encajar la cruz de la incomprensión, del rechazo, de la persecución"
"Ayúdame a estar cerca de los que sufren por los hermanos"
B. Yo os daré palabras y sabiduría... ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá. El Señor está cerca siempre y especialmente cuando sufrimos,
cuando no somos comprendidos por su causa. Aunque, a veces, cuando
pasamos malos momentos se nos nubla incluso la fe, parece que hasta Dios
se ha ocultado.
"Padre, me pongo en tus manos"
"Tu rostro buscaré Señor"
C. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. El mundo se
salva, nosotros nos salvamos cuando seguimos amando al recibir
traiciones, cuando ponemos la otra mejilla por el Reino, cuando
apostamos por la comunidad y no recibimos de ella más que incomprensión,
cuando rezamos, a pesar de no sentir nada. Pedimos al Señor el don de
la perseverancia para nosotros y para todas las personas que titubean
ante la cruz.
Señor, Jesús, que supiste dar confianza de tu confianza en Dios,
especialmente en los momentos de dificultad: en el cansancio de los
caminos de Judea, en la predicación estéril a tus propios convecinos, en
la asechanza constante de los fariseos, en la angustia y la soledad de
huerto de los olivos, en la traición de los amigos, en el camino
doloroso y humillante hacia el Gólgota, en la agonía de la muerte, en el
sin-sentido, en la oscuridad…
Danos un corazón como el tuyo, confiado y paciente, para que también
nosotros seamos capaces de dar testimonio en las dificultades, grandes o
pequeñas, que acompañan nuestra vida de discípulos; ayúdanos, Señor, a
parecernos a ti, que eres manso y humilde de corazón; enséñanos a ser
discípulos, no sólo en la comodidad de los días claros y limpios, sino
también en los problemas que nos inquietan cada día; que tu luz brille
siempre, Señor, y nos ilumine en todas nuestras oscuridades. Amén.
(oración tomada de rezandovoy.org).
Señor del amor verdadero,
pon tu luz
en nuestras sombras,
pon tu paz
en nuestras luchas,
pon tu voz
en nuestros ruidos.
Pon armonía
en nuestras diferencias,
pon sentido
en nuestras preguntas,
pon ternura
en nuestros juicios
y limpieza
en cada proyecto.
Pon dignidad
en nuestra mirada,
y libertad
en nuestras certidumbres,
pon tu aliento
en el bregar cotidiano,
y tu amistad
en nuestros contrastes.
Pon, Señor, tu verdad
en nuestras dudas.
Ponnos, Señor, contigo,
cuando buscamos
tu evangelio
para este mundo.
Tú que eres
el camino,
la verdad,
y la vida.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
--------------
Señor:
Quiero salir de la vulgaridad,
romper las cadenas del miedo,
el anonimato de la masa
y el hastío de los indecisos;
dar un paso adelante,
mantener la dignidad
y abrir caminos de esperanza,
como Tú.
Ir contigo dondequiera que vayas:
repechos y cumbres,
tormentas y bonanzas,
desiertos y bosques,
centros y periferias,
ñestas y vigilias;
los pies desnudos y el corazón en llamas,
como Tú.
Quiero mantenerme firme
frente a la soberbia que nos engríe,
frente a la avaricia que nos deshumaniza,
frente a la lujuria que mancha el corazón,
frente a la ira que nos envenena,
frente a la "buena vida" que nos acomoda,
frente a la envidia que nos empequeñece,
frente a la desgana que nos debilita.
No caer en la tentación:
los ojos abiertos y la voluntad en el Padre,
como Tú.
Sentir, como Tú.
Sufrir, como Tú.
Gozar, como Tú.
Vivir, como Tú.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 23 de noviembre de 2021
Martes, 23 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso? , ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? El contestó: Cuidado con que nadie os engañe.
Porque muchos vendrán usando mi nombre, diciendo: «Yo soy» , o bien «el momento está cerca» ; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.
Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Mientras Jesús se fija en la generosidad de una pobre viuda, vemos como los judíos se fijan en la belleza del templo de Jerusalén. No cabe duda de que son sensibilidades bien distintas. ¿Cómo miramos nosotros? ¿qué nos produce más admiración? ¿qué valoramos más?
"Señor, enséñanos a mirar como tú"
"Convierte nuestro corazón insensible"
B. Los judíos creían que un día la historia terminará y algunos pensaban que ese momento último era inminente. Por eso preguntan: ¿cuando va a ser eso? El lenguaje de Jesús es difícil de comprender, pero nos enseña dos cosas fundamentales:
1. Llegará el fin de la historia, aunque no está cercano.
2. En ese final brillará la generosidad de la viuda y será se apagará la gloria del templo de Jerusalén, vencerá el amor y la vida, morirá el egoísmo y la misma muerte.
"Señor, gracias por el gran regalo de la esperanza"
"Ayúdanos a distinguir las cosas verdaderamente importantes"
"Danos fuerza para trabajar por las causas que permanecen"
C. Dice Jesús: "Muchos vendrán usando mi nombre". En nuestros días nadie va diciendo que es Jesucristo, pero hay personas y cosas que se presentan como Salvadores, como Mesías. Hay personas que se creen salvadoras del mundo, hay productos que nos prometen la felicidad si los compramos y usamos, algunos economistas dicen que la salvación del mundo está en el mercado... ¿cuáles son los dioses de este mundo? ¿cuáles son los míos?
"Sólo tú Señor tienes palabras de vida eterna"
"Sólo tú Señor me das la felicidad, la salvación"
"No permitas que creemos dioses y que nos creamos dioses"
Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 22 de noviembre de 2021
Lunes, 22 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 1-4
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el cepillo del templo; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús mira, mira con profundidad. No se queda en la superficie, en las apariencias. Como dice el primer libro de Samuel 16,7: "La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero Dios mira el corazón".
Parece que no tenemos tiempo para mirar, para contemplar, para descubrir el corazón de las personas. Tenemos mucha prisa y poco amor.
B. Las viudas de aquel tiempo normalmente eran pobres de solemnidad y estaban totalmente desprotegidas. Sin embargo, echó todo lo que tenía para vivir. Los cristianos estamos llamados a compartirlo todo, a dar incluso la vida. Pero en la realidad ¿cuánto tiempo, cuanto dinero, cuanta vida compartimos? ¿No se nos habrá pegado demasiado el polvo de la sociedad individualista y consumista en la que vivimos.
C. ¿Por qué nos cuesta tanto compartir? Cada uno conocerá sus razones particulares, pero hay dos que nos afectan a casi todos. Por un lado, confiamos poco en Dios. Si confiáramos más en Dios, no nos apoyaríamos tanto en las seguridades materiales. Por otro, somos poco conscientes de todo lo que Dios ha compartido con nosotros, de todo lo que Dios cada día nos regala. "Todo lo mío es tuyo" dice el padre de la parábola del hijo pródigo, nos dice Dios a cada uno (Lc 15,32). Si fuéramos fuésemos más conscientes, compartir no sería un castigo, sería una necesidad que nace de un corazón agradecido.
Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.
No te sonríen con blancura dentífrica,
desde las páginas de una revista.
No acaparan flashes en los eventos de moda.
No reciben premios en las galas con más glamour
ni las multitudes corean sus nombres
en el concierto de los poderosos.
Pero no lo necesitan, para brillar con luz propia
en el baile de la historia.
Son el hombre justo y la viuda pobre,
el profeta valiente y la mujer perdonada.
Son el peregrino que comparte su mesa y su palabra,
y el caminante que, en su fatiga, bromea y canta.
Son el carpintero y la muchacha, el alfarero y la criada,
el emigrante que no pierde la esperanza.
Son la buena gente, que en lo discreto,
transforma el duelo en danza.
Gracias, Señor, por la gente buena y sencilla.
Hazme bueno y sencillo, Señor."
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 21 de noviembre de 2021
Domingo, 21 de noviembre de 2021
Jesucristo, Rey del Universo. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 18, 33b‑37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: —«¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó: —«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó: —«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó: —«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo: —«Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó: —«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Estamos a punto de terminar el año litúrgico. El próximo domingo comenzaremos el Adviento. Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
Jesucristo es Rey, pero no como los reyes de este mundo. Jesucristo es nuestro Rey desde la cruz, desde el servicio, desde el amor. Su corona es de espinas. Sus vestiduras reales brillan por su ausencia.
Leamos el Evangelio y contemplemos a Jesucristo colgado en la cruz. Allí se manifiesta cómo es su reinado y cómo debe ser el nuestro. Por el bautismo también nosotros estamos llamados a ser reyes, reyes al estilo de Jesús.
Pero no todo termina en la cruz. Cristo es rey del universo, y al final vencerá a todos los “enemigos” de la humanidad: el pecado, el sufrimiento, la muerte... y en su Reino resplandecerá la paz, la alegría, el amor, la fraternidad.
Pedimos fuerza para saber ser reyes-servidores y damos gracias por la esperanza de una vida completamente feliz.
Señor, te acojo como Rey, como Señor de mi vida, voluntariamente, con entera libertad. No me obligas a abrazar tu bandera; me invitas a seguirte y esperas con paciencia mi respuesta.
No me has prometido dinero, ni honores, ni vida fácil, pero me aseguras la paz y la alegría más grandes.
Tú no eres como los señores de este mundo. No utilizas tu poder para manipular y enriquecerte.
Tu único poder es el Amor, el amor que se entrega para dar vida, vida eterna el amor que sabe sacar el bien del mal, ablandar un corazón endurecido, llevar la paz al conflicto más violento, encender la esperanza en la oscuridad más densa.
Por eso, Señor, con confianza y gratitud y alegría, te acojo como Rey, como Señor de mi vida.
-------------------
¿Qué corona es esa que te adorna,
que por joyas tiene espinas?
¿Qué trono de árbol te tiene clavado?
¿Qué corte te acompaña, poblada
de plañideras y fracasados?
¿Dónde está tu poder?
¿Por qué no hay manto real
que envuelva tu desnudez?
¿Dónde está tu pueblo?
Me corona el dolor de los inocentes.
Me retiene un amor invencible.
Me acompañan los desheredados,
los frágiles, los de corazón justo,
todo aquel que se sabe fuerte en la debilidad.
Mi poder no compra ni pisa,
no mata ni obliga, tan solo ama.
Me viste la dignidad de la justicia
y cubre mi desnudez la misericordia.
Míos son quienes dan sin medida,
quienes miran en torno con ojos limpios,
los que tienen coraje para luchar
y paciencia para esperar.
Y, si me entiendes, vendrás conmigo.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
----------------------
Señor, hazme buscador incansable de la verdad,
que no me conforme con mis verdades,
que me abra a las verdades de los hermanos
y a la Verdad con mayúscula que Tú me ofreces;
que cada día descubra quién eres Tú,
quién soy yo para ti y para el mundo.
Que no me deje engañar por la propaganda interesada,
al servicio de los más poderosos.
Que abra los ojos a la realidad del mundo,
con sus luces, sus sombras y sus esperanzas.
Señor, hazme servidor y testigo de la verdad;
que hable con sinceridad, pero sin dogmatismos,
que hable con convicción, pero sin vanidad.
que hable con sencillez, pero sin demagogia.
Que no hable como los fanáticos que tratan de imponer su verdad;
tampoco como los funcionarios que la defienden aunque no crean en ella.
Que nunca utilice la verdad para atacar a los demás
y sepa defenderla para el bien de los pobres.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 20 de noviembre de 2021
Sábado, 20 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 20, 27-40
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano».
Pues bien, había siete hermanos el primero se casó y murió sin hijos.
Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos.
Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con el1a.
Jesús les contestó: En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán.
Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob».
No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
Intervinieron unos letrados: Bien dicho, Maestro.
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Los saduceos no creían en la resurrección y plantean a Jesús una pregunta, no para aclarar una duda, sino para ridiculizar a cuantos creían en la resurrección. A veces no nos conformamos con presentar nuestras ideas con sencillez y claridad, y menospreciamos a quienes tienen opiniones y creencias distintas a las nuestras.
"Señor, hazme sencillo y humilde"
"Ayúdame a respetar y a amar a los que no piensan como yo"
B. Jesús aprovecha hasta la mala intención de los saduceos para exponer su doctrina con paciencia: "No es Dios de muertos, sino de vivos". Nosotros creemos en la resurrección. Creemos que un día resucitaremos a una vida nueva de hijos de Dios en plenitud, de fraternidad perfecta. Podemos rezar con la letra de una canción de la Hermana Glenda:
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, puedo reír; puedo abrazar a mi mayor enemigo y mirarlo en ti.
Yo creo en tu resurrección, porque tengo paz en mi corazón; porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor.
Yo creo en tu resurrección, porque soy feliz junto a ti; porque me amas tanto, que hasta moriste por mí.-
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar
Yo creo que tú, Señor, vivirás en mí. Yo creo que tú, Señor, vencerás en mí.
Yo creo que tú, Señor, moraras en mí; para siempre, para siempre, Señor.
Yo creo en tu resurrección, porque ni el dolor ni mi propio error, ninguna angustia podrá separarme de tu amor.
Yo creo en tu resurrección, porque todo lo puedo con tu amor, porque sé que cuidas de mi vida mejor que yo.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar; porque tengo, tanto, tanto, tanto para entregar.
Yo creo en ti, Señor. Yo creo en la fuerza de tu vida. Creo que donde sobreabundo el pecado, sobreabundo más tu gracia
Creo en la fuerza de tu pequeña semilla en nuestro corazón, que da el ciento por uno. Creo que vives en nosotros. Yo creo en ti, Señor.
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque puedo entregarme, a pesar de todo este dolor
Yo creo en tu resurrección, porque puedo amar, porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar.
C. La fe en la resurrección no nos desentiende de los problemas de la tierra. Los cristianos no deberíamos tener tanto miedo para entregar la vida por los hermanos, por el Reino de Dios, porque sabemos que recobraremos una vida nueva multiplicada. Los cristianos hemos recibido la misión de "traer el cielo a la tierra", de trabajar para que todos se sientan hermanos e hijos de Dios. ¿Cómo voy a responder a esta misión? Pido a Dios luz y fuerza para hacerlo con generosidad.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 19 de noviembre de 2021
Viernes, 19 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 19, 45-48
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos».
Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús no sólo es el hombre dulce y tierno que nos habla de cosas preciosas. Es también el profeta valiente que denuncia la falsedad, que reacciona ante el abuso, que se enfrenta a los poderosos... En nuestra vida se han de combinar dos dimensiones de la vida de Jesús y de los profetas: plantar el amor y arrancar el pecado, el anuncio de la solidaridad y la denuncia del egoísmo, consolar corazones desgarrados y remover conciencias conformistas... En mi vida ¿qué tendría que potenciar a este respecto? Pido a Dios luz y fuerza.
Yo soy la persona más tranquila del mundo.
Soy la personificación de la tranquilidad.
Ciudadano calmado, sin manías, sin extremismos,
tranquilo y pacífico. Ese soy yo.
Si hay miseria a mi alrededor, yo ayudo un poquito
y luego me tranquilizo al saber que pocos hacen lo que yo.
En una época de tanto egoísmo,
yo soy de veras un tipo leal y sincero.
¡Incluso rezo todos los días, cosa que pocos hacen!
Pero tú, Jesús, te has acercado a mí...
y me has pedido ser profeta, para gritar tu verdad,
anunciar tu Buena Nueva, ser testigo ante el mundo.
¡Pero Jesús! ¿Yo?... Tal vez este no sea el mejor trabajo,
no sé si sabré hacerlo, además necesitaré prepararme...
La tarea no es nada fácil, necesito arrojo y valor.
Y yo sólo tengo una cosa: miedo.
Desde luego, ser profeta...
es poner tus palabras en nuestra boca,
tus obras, en nuestros hechos,
es ser como tú fuiste. ¡Y acabaste en la cruz!
Mira Jesús, que todo esto es demasiado...
a mí me gustaría, ¡pero es que...
yo no tengo sangre de profeta!
Jesús, Tú escuchas con paciencia mis excusas,
y me miras con un inmenso cariño.
Tienes paciencia conmigo y me ayudas a entender
que sólo tiene vida el que la arriesgar por amor,
que Tú siempre estarás a mi lado
que tu fuerza será mi fuerza,
que tu sabiduría será la mía,
que todo lo puedo cuando voy contigo. Amén
B. Intentaban quitarlo de en medio. El mensaje de Jesús les resultaba peligroso. Y para colmo, se atreve a echar a los vendedores del templo. Les parece intolerable. También nosotros tratamos de quitarnos de en medio a quien nos resulta molesto, al que nos recuerda la verdad, tantas veces molesta... Lo pensamos y pedimos perdón.
C. Jesús no era un maestro más. Sabía de qué hablaba. Hacía lo que decía. Era coherente hasta el extremo. No era hombre de medias tintas. Conocía los problemas de la gente. Por eso y por muchas cosas más, lo escuchaban con gusto. Nosotros no somos "el Mesías", no somos el Hijo de Dios. Pero estamos hemos recibido el mismo Espíritu de Jesús y estamos llamados a ser anunciadores del Evangelio. Si intentamos seguir a Jesús con autenticidad, aunque estemos envueltos por mil pobrezas, mucha gente estará pendiente de nuestros labios... y de nuestra vida.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 18 de noviembre de 2021
Jueves, 18 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 19, 41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos.
Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra.
Porque no reconociste el momento de mi venida.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Jesús lloró. Lo acabamos de leer en este evangelio. Jesús sufre sobre todo con el sufrimiento de las personas. Se deja afectar por los problemas de los demás. No pasa de largo. No se cierra en sus problemas.
"Gracias Jesús porque sufres por mi, por nuestro mundo"
"Ayúdame Señor a compartir las alegrías y los problemas de los demás"
B. "Si al menos tu comprendieras..." La historia de Jesús es la historia de un incomprendido. No le comprende la gente que lo escucha, ni siquiera sus mismos discípulos. En muchas ocasiones el evangelio nos dice que los más cercanos no le entienden. También a nosotros nos cuesta entender. Hay palabras difíciles de entender y vivir: cruz, sacrificio, perdón, humildad, entrega...
"Ayúdame Señor a entender tu palabra"
"Gracias Señor por tener paciencia conmigo"
C. Jesús pronuncia las palabras del Evangelio de hoy pocos días antes morir. A pesar de no ser comprendido, Jesús sigue amando, sigue entregándose por aquellos que le rechazan. ¡Cuanto nos cuesta amar a los que no nos entienden y sufrir por aquellos que nos ignoran! Necesitamos la fuerza del Espíritu para avanzar por este camino.
"Dame Señor un corazón generoso como el tuyo"
"Gracias Padre por las personas que me aman gratuitamente"
"Concédeme Señor tu Espíritu de entrega"
Jesús, al acercarte a Jerusalén y ver la ciudad, dijiste llorando: -¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas y no has querido!
Al acercarte a mi vida, me dices llorando: -¡Si al menos tú comprendieras lo mucho que te amo; si al menos tú comprendieras que estoy siempre dispuesto a acompañarte, a escucharte, a consolarte, a darte fuerza; si al menos tú cuidaras a tus hermanos más necesitados!
Señor, sé que tú eres fuego y no me acerco a calentarme; sé que tú eres pan y no me acerco a saciar mi hambre; sé que tú eres paz y no me acerco a curarme de mis inquietudes; sé que tú eres alegría y prefiero quedarme a solas con mi tristeza...
Prefiero hacer otras cosas, acercarme a otras personas, aunque sé que sólo tú puedes colmar el gran corazón que me diste. Señor, que tus lágrimas me conviertan y sepa acercarme cada día a ti, sin prisa, con absoluta confianza, que sepa dejarme cuidar por ti, para vivir como un polluelo, seguro y feliz, bajo las alas de la gallina.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 17 de noviembre de 2021
Miércoles, 17 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro: Dijo, pues: Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después.
Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: Negociad mientras vuelvo.
Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras de él una embajada para informar: «No queremos que él sea nuestro rey».
Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y dijo: Señor, tu onza ha producido diez.
El le contestó: Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
El segundo llegó y dijo: Tu onza, señor, ha producido cinco.
A ése le dijo también: Pues toma tú el mando de cinco ciudades.
El otro llegó y dijo: Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras.
El le contestó: Por tu boca te condeno, empleado holgazán.
¿Con que sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.
Entonces dijo a los presentes: quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.
Le replicaron: Señor, si ya tiene diez onzas.
Os digo: Al que tiene se le dará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Dios nos ha dado a todos muchos talentos. Algunos talentos son más vistosos, más valorados por nosotros mismos, por la familia, por la Iglesia, por la sociedad. Otros son más discretos, menos visibles, menos valorados y, normalmente, más importantes. ¿Cuáles son mis talentos? ¿cuáles son los que más valoro? ¿cuáles son los que menos?
"Señor, gracias por todas las capacidades que me has dado"
"Gracias Padre nos confiar en mi"
B. A veces no nos damos cuenta ni valoramos los talentos de los demás. Y, por consiguiente, no les ayudamos a desarrollar lo que han recibido. Hay personas que se sienten sin talentos, sin capacidades... El miedo y la falta de confianza las arrincona, van perdiendo lo poco que tienen. En ellos se hacen realidad las palabras de Jesús: "al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene",
"Dame luz, Jesús, para descubrir los talentos de los pobres, de los ignorantes..."
"Dame fuerza y sabiduría para ayudar a los demás a desarrollar sus talentos"
C. La enseñanza de la parábola es clara: tenemos que trabajar los talentos recibidos. Los tenemos que multiplicar. Y no por miedo a Dios, sino porque cuando desarrollamos las capacidades recibidas nos enriquecemos, enriquecemos a nuestra comunidad y a la sociedad en que vivimos. ¿Qué talentos tendría que desarrollar más? ¿cómo? Pido a Dios luz y fuerza.
Señor, sé que a mí mucho se me ha dado:
la vida, el día a día, tantas capacidades,
tantos talentos, tantos proyectos,
tantas posibilidades, tantas experiencias,
tantas relaciones, tantas oportunidades,
tantas personas, tantas pasiones,
tantas experiencias, tantos dones… tanto.
Señor, sé que a mí mucho me has confiado:
ser hijo tuyo, ser hermano de todos,
ser discípulo tuyo, ser testigo de tu proyecto,
ser profeta en medio del mundo,
ser tu palabra y tus manos… ser desde ti.
Señor, sé que a mí mucho se me ha dado
y mucho se me ha confiado.
Ojalá esté a la altura de las circunstancias,
Mucho me has dado, Señor
mucho quiero regalar y entregar de todo corazón.
mucho quiero darte.
Dame la capacidad necesaria
para agradecerte cuanto soy y tengo,
y la fe necesaria para nunca olvidar
que todo procede de ti y a ti se dirige. Así sea.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 16 de noviembre de 2021
Martes, 16 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura.
Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
Jesús le contestó: Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Zaqueo buscaba a Jesús y Jesús quiere encontrarse con Zaqueo. Dios quiere nuestra compañía, busca nuestro amor. Aunque no necesita nuestra amistad, parece que no puede vivir sin ella. ¿Por qué? Por que quiere que seamos felices, porque sabe que somos pequeños y que necesitamos de su cercanía para vivir, para desarrollar todas nuestras potencialidades.
"Señor, tu buscas mi amistad. Gracias"
"Que no deje nunca de buscarte, Jesús"
B. No lo tenía fácil Zaqueo para encontrarse con Jesús: era bajo de estatura y además publicano y rico. Para los judíos Zaqueo era un apestado, un "colaboracionista" de los romanos, alguien que los sangraba con impuestos. También nosotros debemos superar dificultades para encontrarnos con Jesús. ¿Cuáles son nuestras dificultades? ¿tratamos de superarlas o enseguida encontramos excusas para no rezar, para no participar en la comunidad, para no comprometernos?
"Dame Señor luz para descubrir los obstáculos que nos separan y fuerza para superarlos"
"Perdona Jesús mi pereza"
"No dejes Señor que sea obstáculo para que otros se encuentren contigo"
C. Jesús se encuentra con Zaqueo a pesar de las críticas que va a sufrir por parte de los judíos: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". También nosotros vemos en muchas ocasiones que tendríamos que acercarnos a personas que nos necesitan y, sin embargo, no lo hacemos, por miedo al qué dirán, por no poner en peligro nuestra buena fama...
"Gracias Señor por las personas que se arriesgan por amor a los hermanos"
"Dame fuerza para hacer lo que deba, aunque no me comprendan, aunque me critiquen"
Quería conocerte, Señor.
He aquí el origen de esta historia
evangélica y llena de vida,
sorprendente y rupturista,
tan cercana y cautivadora,
pues habla de alguien como nosotros,
con manos sucias y corazón egoísta.
Como otras muchas personas,
Zaqueo quería conocerte, Señor;
quizá por simple curiosidad
o tal vez por necesidad,
quizá porque tu nombre sonaba ya
o por un íntimo anhelo que le quemaba,
quizá porque ya tenía sed de justicia.
Y aunque lo intentaba, no lo conseguía
porque eras pequeño de estatura
y la muchedumbre se lo impedía;
o tal vez porque era como era
en su vida, por dentro y por fuera,
o porque estaba mirando a otras riquezas...
¡Quizá porque pisaba tierra insegura!
Pero Tú, Señor, dinamizas la historia
y a su protagonista, que andaba cerca.
Desde la plaza pública alzas la vista
y tus ojos, que hipnotizan,
se cruzan con los de quien está en la higuera
mirándose, con pena, por dentro
y mirando fijo a la tierra.
Tu voz, que resuena amiga,
saca a Zaqueo de su ceguera
-dudas, temores y culpas-
aunque a otras personas escandaliza.
Hay encuentro, diálogo y mesa,
y en su propia casa, cueva de estafas,
se enamora y te lo dice a su manera.
Así surge un nuevo horizonte,
para él y para todos los que te buscan
por los caminos de la historia,
porque la salvación llega generosa,
cura nuestros fallos y heridas,
y nos llena de gozo y vida.
¡Otra vez tu presencia nos desconcierta!
Florentino Ulibarri.
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No has venido a juzgar nuestros fallos y tonterías
sino a buscar a quien anda extraviado,
defender a quien está acusado,
liberar a quien está aprisionado,
curar a quien está herido,
acoger a quien está desamparado,
lavar a quien está manchado,
sanar a quien está enfermo,
levantar a quien ha caído,
salvar a quien se siente culpable,
perdonar a quien ha pecado,
devolver la dignidad a quien la ha perdido.
Tú que crees en nosotros,
Tú que esperas de nosotros,
Tú que nos amas más que nosotros mismos,
Tú que eres mayor que todos nuestros pecados,
recréanos y danos un futuro nuevo y mejor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 15 de noviembre de 2021
Lunes, 15 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: Pasa Jesús Nazareno.
Entonces gritó: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El dijo: Señor, que vea otra vez.
Jesús le contestó: Recobra la vista, tu fe te ha curado.
Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Jesús, ten compasión de mi". Son las palabras del ciego, las palabras de los leprosos... las nuestras. Con esta sencilla oración reconocemos nuestras pobrezas personales y sociales, y no pedimos nada concreto a Jesús. Rezar "Ten compasión de mi" es decir "Dame lo que tú quieras, tú lo puedes todo, tú sabes mejor que yo lo que necesito". Podemos orar haciendo nuestros los sentimientos y palabras del ciego.
B. ¿Cuáles son nuestras cegueras? ¿está bien nuestra mirada? ¿cómo miramos a Dios, como Padre? ¿vemos en las personas hermanas y hermanos nuestros? ¿qué vemos en el dinero y en las cosas? Pedimos a Dios luz para descubrir y reconocer nuestras cegueras personas, familiares, sociales.
C. A veces creemos que nuestras cegueras, nuestras pobrezas son solamente un estorbo, una desgracia. Y tenemos la sensación de que reconocer nuestra miseria nos hunde, nos anula. Más bien al contrario. Si no somos conscientes de nuestra debilidad ¿cómo vamos a comprender y perdonar la debilidad de los otros? Si no reconocemos que a veces no tenemos nada bueno que ofrecer a Dios ¿cómo vamos a experimentar que Él nos quiere gratuitamente? El que se humilla, será enaltecido, dicé Jesús.
Tú no eres Señor, un Dios impasible,
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y com-padeces,
Tú eres compasión.
Compadécete de nosotros.
Ven, Señor, a socorrernos,
y danos un corazón nuevo,
un corazón limpio y sincero,
un corazón lleno de compasión,
Qué sintamos la impotencia del caído y le ayudemos a levantarse.
Qué compartamos el dolor del enfermo y le cuidemos.
Qué miremos con misericordia al que se equivoca y le enseñemos el Camino.
Qué suframos el miedo del cobarde y le animemos.
Qué padezcamos la decepción del engañado y le mostremos la Verdad.
Qué comprendamos el vacío del violento y le ayudemos a buscar la paz.
Qué soportemos el pesimismo del desilusionado y sembremos esperanza.
Qué probemos la necesidad del hambriento y le ofrezcamos pan y cariño.
Qué hagamos nuestra la rabia del golpeado y lo tratemos con dignidad.
Que nos compadezcamos del egoísta y le amemos.
Quédate con nosotros, para ser cada día más parecidos a ti. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 14 de noviembre de 2021
Domingo, 14 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 13, 24‑32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearan.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Con un lenguaje ciertamente difícil de comprender, el Evangelio de hoy nos habla del final de la historia, un final que fundamentalmente será positivo: Jesús, el Hijo del Hombre, aparecerá glorioso y los elegidos (los que hayan vivido en el amor) serán finalmente congregados. No caminamos, por consiguiente, hacia la destrucción completa, caminamos hacia la felicidad total de todos. En el fondo, este evangelio es un grito de esperanza.
A veces hay que esperar,
porque las palabras tardan
y la vida suspende su fluir.
A veces hay que callar,
porque las lágrimas hablan
y no hay más que decir.
A veces hay que anhelar
porque la realidad no basta
y el presente no trae respuestas.
A veces hay que creer,
contra la evidencia
y la rendición.
A veces hay que buscar,
justo en medio de la niebla,
donde parece más ausente la luz.
A veces hay que rezar
aunque la única plegaria posible
sea una interrogación.
A veces hay que tener paciencia
y sentarse junto a las losas,
que no han de durar eternamente.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
B. Este mundo avanza hacia su cumplimiento feliz porque Dios mismo está empeñado en ello. Hay que descubrirlo allí donde aparecen ramas nuevas de solidaridad y justicia, allí donde brotan yemas de perdón y fraternidad. Allí está Dios. Hay que descubrirlo, alegrarse, dar gracias y trabajar con él, para seguir empujando la historia hacia la paz con él y con todas las personas.
"Concédenos Señor luz para descubrir tu presencia en el mundo"
"Gracias Señor por todo lo que haces entre nosotros"
"Gracias, Jesús, por contar conmigo para transformar el mundo"
C. "Cielo y tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán". Las palabras de Jesús se cumplen siempre, hasta las que parecen más irreales. Cuando vivimos de acuerdo con su palabra somos felices. Es la experiencia de cualquier cristiano, de cualquier persona que siga la palabra de Jesús, aunque no lo sepa. Su palabra es verdad y nos conduce a la vida.
Pasan los días y los años
se enreda la historia, y se llena
de nombres, de rostros, de gestos.
Se suceden los llantos y las risas.
Se arrugan los rostros y las manos.
Se llena de nieve el cabello.
Hay heridas que al fin cicatrizan.
Pasan palabras que se olvidan,
canciones que mueren,
versos que nadie recita más.
Pasa la vida, sólo una.
Pero tu palabra permanece.
Permanece el amor, como fuerza
poderosa. Permanece cada caricia
que humaniza el mundo;
cada acto de perdón,
y cada fiesta sin excluidos.
Permanece la bienaventuranza
como una forma de ser,
y el prójimo, y el abrazo
al hijo ausente que regresa.
Tu palabra no pasa. Nunca
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 13 de noviembre de 2021
Sábado, 13 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario» ; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche ? ¿o les dará largas ? Os digo que les hará justicia sin tardar.
Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Cuál era la intención de Jesús al proponer esta parábola? El mismo texto nos lo dice: Jesús quería que entendiesen, que entendamos, que hay que orar siempre, sin desanimarse. Para crecer en la fe, en la amistad con Jesucristo no sirve solamente rezar de vez en cuando, cuando me apetece, cuando necesito algo. La fe crece con la fidelidad en la oración. Sin embargo en muchas ocasiones rezar se convierte en un trabajo duro, incluso repelente... Pido al Señor el regalo de la perseverancia para rezar siempre.
B. ¿Para qué rezar tanto? Algunos dicen con razón: "Dios ya sabe lo que necesito", "Dios no es un juez injusto, es Padre bueno y generoso, que nos da todo antes de pedir nada", "Hay muchas cosas que hacer"; sin embargo sacan una consecuencia equivocada: "Rezar es un pérdida de tiempo". Jesús, sin embargo, nos invita a rezar siempre. Él rezaba para dar gracias a Dios, para pedir fuerzas a su Padre, para desahogarse con Él, para tomar decisiones con acierto... para sentirse amado y amar a su Padre. ¿Por qué rezo yo? ¿rezo como Jesús?
"Señor, enséñanos a orar"
C. ¿Por qué no somos fieles a la oración? Cada uno tendrá que buscar sus razones. He aquí algunas de las más comunes: no somos conscientes de todo lo que nos quiere Dios, creemos que podemos vivir sin pedir ayuda de nadie, nos ocupamos de lo urgente y descuidamos lo importante, nos cuesta reconocer que todo lo que somos lo hemos recibido de Dios... Puedo pedir a Dios que me dé luz para descubrir que obstáculos no me dejan ser fiel a la oración y fuerza para superarlos.
Subo a la montaña para orar, buscando los destellos de tu rostro; me pongo en tu presencia y la nube me ilumina, la nube que me envuelve y me penetra, transparencia de tu gloria, sacramento, y guardo tu rostro y tu palabra.
Tu rostro buscaré, Señor; orando en el templo, buscaré; escuchando tu silencio, buscaré; y buscando siento que me miras, y entraño la mirada de tu rostro.
Tu rostro buscaré, Señor; bajaré hasta la choza y la chabola, para orar, para estar con los excluidos, inmigrantes de color, receptores de todos los rechazos y rostros humillados, suplicantes, en el fondo, como el tuyo.
El cielo se abre en su presencia y yo me siento como un reo, porque no hay lugar en nuestras casas.
Tu rostro buscaré, Señor, me acerco al hospital en oración, buscando tu rostro en los enfermos, rostros doloridos, tu rostro ensangrentado, son un cielo abierto, y los beso, y te beso.
Tu rostro buscaré, Señor, en oración, hasta en la cárcel, rostros odiosos, son tu rostro en el infierno, por la desesperanza y la tristeza, y los quiero, porque tu misericordia les devuelve la esperanza.
Tu rostro buscaré, Señor, orando en los ríos humanos de la ciudad, en las colas del autobús o en el metro, en los estadios y grandes almacenes, en los templos, rostros desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía, y yo los voy llamando por su nombre.
No me escondas tu rostro, Señor, porque se hace de noche, quiero entrañar tu rostro deseado con todos sus destellos, tu rostro, icono del Padre, la más brillante Teofanía.
Tu rostro me descubre que Dios está enfermo, muy enfermo, de amor.
Dios hace justicia sin tardar. ¿Y nosotros?
Oh, Dios, confíame tu juicio, conviérteme en portador de tu justicia.
Que me dirija a las personas con justicia, a tus afligidos con cercanía.
Que por las calles y las casas se extienda tu paz por la justicia.
Que defienda a la gente oprimida,
que salve a las familias pobres y plante cara al opresor.
Señor, que en mi entorno la honradez sea la norma,
y que a nadie le falte lo básico para vivir.
Que tu justicia domine de mar a mar, de país a país,
de pueblo a pueblo.
Y cuando la gente me vea, que intuyan Tu nombre,
que mi vida hable de ti,
Mi palabra cante tu gloria, y mis acciones sean tu bendición.
Tras las huellas de tu Hijo, el primero, el maestro. Amén.
Adaptación del Salmo 72
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 12 de noviembre de 2021
Viernes, 12 de noviembre de 2021
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre.
Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán.
Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? El contestó: Donde está el cadáver se reunirán los buitres.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. No es éste un evangelio fácil de comprender. Por eso, en vez de explicar cada frase, nos vamos a centrar en las palabras que, creemos, son más importantes: El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
B. Pero hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
C. Finalmente recordamos a personas que hacen vida estas palabras de Jesús. Seguro que descubrimos muchas cerca de nosotros, personas que gastan su vida, con la confianza de que Dios resucitará, multiplicará los frutos de su trabajo, muchas veces callado y desapercibido. Damos gracias por ellas y por las veces en que también nosotros actuamos así.
Tú nos llamas en medio de la vida,
nos llamas en cada circunstancia
nos invitas a construir el Arca, como a Noé,
ese espacio donde Tú vuelves a iniciarlo todo,
vuelves a rehacer la vida con nosotros.
Y nos cuesta creerte.
Vivimos superficialmente y deprisa,
sometidos por el egoísmo,
ese ladrón que nos roba la alegría
y nos deja sin ánimo para seguir adelante.
No distinguimos al ladrón
y para cuando nos damos cuenta
ya nos lo ha robado todo.
Tú nos hablas de estar atentos a la vida,
donde Tú te haces presente,
para mostrarnos el camino de la felicidad.
Tú estás en medio de la vida,
como Señor de la Historia,
y vienes en cada acontecimiento.
Ayúdanos a estar despiertos
para reconocerte y recibirte.
Enséñanos a orar,
a mantener nuestro espíritu firme en Ti,
que eres nuestra Roca firme,
que permaneces fiel
en medio de los avatares de la vida,
que nos salvas en toda situación que nos afecta.
Que nos encontremos contigo
en toda circunstancia y en todo momento
y sepamos disfrutar de tu presencia
y señalarla a cuantos no te encuentran.
Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 11 de noviembre de 2021
Jueves, 11 de noviembre de 2021. San Martín
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.
Dijo a sus discípulos: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis.
Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Qué es el Reino de Dios o Reino de los cielos? El Reino de Dios no es un territorio concreto, como el Reino de España, ni se identifica con el Vaticano, ni con la Iglesia católica. El Reino de Dios es el proyecto que tiene Dios para sus hijos e hijas; un proyecto de felicidad, que se cumple cuando le amamos a Él y cuando amamos a las personas. Cuando vivimos este doble y único amor, Dios reina.
"Gracias Señor porque buscas mi felicidad"
"Reina Señor en mi vida, en mi corazón"
"Dame fuerza para construir tu Reino en mi familia, en el trabajo, con mis amigos..."
B. El Reino de Dios no vendrá espectacularmente... Está dentro de vosotros. Isaías buscaba a Dios en el huracán, en el terremoto y en el fuego; y lo encontró en el susurro de una brisa suave. (1 Reyes 19,9-13). Esa susurro se percibe en la bondad de nuestros sentimientos, en la sencillez de los gestos de amor, en la pequeñez de un trozo de pan consagrado... ¿Sientes esa brisa? ¿Dónde? Descúbrela, alégrate, da gracias.
Señor, tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más alto que lo más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían.
Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.
San Agustín
C. El Reino de Dios comienza en esta tierra, pero encontrará su perfección al final de la historia. En ese día Jesús, el Hijo del hombre, brillará como un relámpago. También nosotros brillaremos al sentir el amor de nuestro Padre en toda su amplitud, al disfrutar de una fraternidad perfecta. Imagina como será ese día...
Pero hasta que llegue, la lucha contra la injusticia, contra la violencia, contra el pecado va a ser muy dura. En esa lucha encontró Jesús muchos padecimientos y la propia muerte.
"Danos luz y fuerza para luchar contra todo lo que hace infelices a las personas"
"Gracias Señor porque sabemos que al final vencerá el Amor, vencerás Tú"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.