Jueves de la 14ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: "Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca; curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En este Evangelio Jesús nos da “el manual del misionero”. Nos fijamos en tres aspectos:
1. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla. ¿Cómo vamos a anunciar que nuestro tesoro es Dios y la fe, si estamos todo el día preocupados por el dinero, por nuestras cosas?
“Señor, haznos pobres y austeros”
“En Ti confiamos. Tú eres nuestra riqueza”
“Perdona y cura nuestro afán de poseer”
2. Quedaos en la casa donde vayáis. El Evangelio no se anuncia en un día, ni en dos, ni en un año. Hay que tener paciencia. Todos necesitamos tiempo para comprender y acoger la Buena Noticia.
“Haznos, Señor, pacientes y confiados”
“Perdona y cura nuestra impaciencia”
“Gracias Señor por las personas que saben esperar”
3. Si alguno no os recibe, cuando salgáis de su casa sacudid el polvo de los pies. Es necesaria la paciencia ¡imprescindible! con todos aquellos que quieren avanzar. Pero no podemos perder el tiempo con los que se cierran al mensaje del Evangelio una y otra vez.
“Señor, haznos lúcidos para saber en cada momento
lo que tenemos que hacer”
“Enséñanos a saber retirarnos sin rencor”
Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas,
aunque me haga el sordo en demasiadas ocasiones.
Eres tozudo, Señor.
Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos.
No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti
y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti
y en mi.
No quieres que lleve muchas cosas.
Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión
no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor
sólo es preciso que me deje amar por Ti
y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón
sólo es necesario que me deje perdonar por Ti
y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra
sólo es menester que abra mis oídos para escucharte
para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría
sólo es preciso que mi corazón se acerque al tuyo,
para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir tu consuelo
sólo es necesario que ponga en tus manos mis agobios
y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús.
Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.