miércoles, 7 de junio de 2023

Miércoles, 7 de junio de 2023

Miércoles de la 9ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 18-27

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano» Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer.
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les respondió: Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios.
Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob»? No es Dios de muertos, sino de vivos.
Estáis muy equivocados.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Cuando no estamos abiertos a la verdad, cuando queremos defender nuestras ideas a toda costa, cuando queremos ridiculizar las posiciones de los otros, somos capaces de utilizar los argumentos más absurdos, como los saduceos.
            “Señor, enséñanos a estar siempre abiertos a la verdad”
            “Perdona y cura, Señor, nuestras cabezonerías”
            “Enséñanos a respetar a todos, a aprender de todos”

Es Dios de vivos, no de muertos. Es el Dios de la vida, el Dios que da la vida a todo ser, el Dios que da su vida para que todos disfruten la vida eterna...
Y nosotros, hijos del Dios de la vida, estamos llamados a ser defensores y promotores de la vida, de las vidas más amenazadas, de la vida de los pobres, niños (hayan nacido o no), enfermos, ancianos...
            “Señor, gracias por el don de la vida”
            “Gracias por darnos tu vida”
            “Haznos defensores valientes de la vida”
            “Perdónanos los pecados contra la vida, contra nuestra vida”

Es Dios de las personas, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob... Es el Dios de tu pueblo, de tu familia... Es tu Dios. El Dios personal que establece relación con las personas, que acompaña, ama, seduce, anima, guía, perdona, salva, se comunica,... No es el relojero que un día echó a andar la maquinaria del mundo para olvidarse de él.
            “Gracias Señor por caminar a nuestro lado”
            “Gracias Por ser nuestro Dios, nuestro Padre, nuestro Amigo,
             nuestro Salvador, nuestro Guía.
            “Ayúdanos a cuidar las relaciones con las personas”

Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro
nos trajiste en las manos la vida verdadera,
no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida,
sino la inextinguible,
la zarza ardiendo que no se consume,
la misma vida que vive Dios.

Gracias por este gozo,
gracias por esta Gracia,
gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales,
gracias porque al resucitar inauguraste
la nueva humanidad
y nos pusiste en las manos estas vida multiplicada,
este milagro de ser hombres y más,
esta alegría de sabernos partícipes de tu triunfo,
este sentirnos y ser hijos y miembros
de tu cuerpo de hombre y Dios resucitado.

Martín Descalzo.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

martes, 6 de junio de 2023

Martes, 6 de junio de 2023

Martes de la 9ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 13-17

En aquel tiempo, mandaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta.
Se acercaron y le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente.
¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos? Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: ¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.
Se lo trajeron.
Y él les preguntó: ¿De quién es esta cara y esta inscripción? Le contestaron: Del César.
Les replicó: Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.
Se quedaron admirados.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Querían cazar a Jesús y comienzan la conversación echándole piropos. ¡Que peligrosas son las palabras cuando no responden a los sentimientos del corazón!
            “Transforma nuestro corazón de piedra en un corazón de carne”
            “Señor, cura y perdona nuestra mentira”
            “Gracias porque tú no has venido a cazarnos, sino a salvarnos”

Dice un autor: “Grave error: di al Cesar lo que es de Dios y a Dios lo que es del Cesar”. Tenemos que reconocer que muchas veces caemos en esta equivocación. Ofrecemos a las cosas y a las personas el corazón entero, toda la vida. Y sin embargo a Dios le damos unas migajas.
Sólo Dios merece nuestro corazón. En el corazón está grabada su imagen mucho más profundamente que lo está la imagen del César en un denario.

También nosotros sabemos, Jesús, que Tú eres sincero,
que enseñas el camino que nos lleva a Dios,
el camino verdadero que nos da paz y felicidad.
Queremos escucharte hoy con un corazón atento,
con una voluntad decidida para recorrer tu camino.
Tú no nos engañas, Tú hablas con claridad.
Nos adviertes del peligro de construir mal nuestra vida
de ofrecer al César (a cualquier ídolo) lo de Dios
y a Dios lo que les corresponde a las cosas y a las personas.

Sin embargo, a veces nos engañamos, nos equivocamos:
te queremos contentar con unas monedas,
una oración, una reunión o un compromiso;
para que nos dejes tranquilos y no nos pidas más.
Y damos nuestro trabajo y nuestra vida a otros "dioses":
a las aficiones, a los caprichos, al placer,
al dinero, a la fama, a la moda o al poder;
diosecillos que nos exigen mucho y no dan nada bueno.

Para ser felices, hemos de agradecerte la vida que nos has dado
y corresponder al inmenso amor con que nos cuidas.
Por eso, queremos ofrecerte con amor la vida entera:
el tiempo de trabajo y de diversión,
el tiempo compartido con la pareja y con las amistades,
el tiempo que pasamos en el barrio y en la familia.

Y lo grande es que dándotelo todo, no perdemos nada,
ganamos todos, nosotros mismos y cuantos nos rodean.
Danos tu Espíritu para dar al César lo que es del César
y a Dios, nuestro Padre, la vida entera.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

lunes, 5 de junio de 2023

Lunes, 5 de junio de 2023. San Bonifacio.

 Lunes de la 9ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los letrados y a los senadores: Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje.
A su tiempo envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña.
Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías.
Les envió otro criado: a éste lo insultaron y lo descalabraron.
Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos, los apalearon o los mataron.
Le quedaba uno, su hijo querido.
Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían.
Pero los labradores se dijeron: Este es el heredero.
Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia.
Y agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.
¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros.
¿No habéis leído aquel texto: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente» ?
Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y se marcharon.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos. Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”

Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie... Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”

Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida, la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”

Todo esto deseo
Que mi oído esté atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, y te reconozca, y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre.

José M. R. Olaizola

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Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento.
Ese eres tú.

Roca fuerte que nos protege;
en Ti se levantan,
seguras,
nuestras ilusiones,
proyectos, anhelos.
En Ti se gesta nuestro amor.

Suelo firme en el que caminamos,
entrelazando los brazos
y compartiendo la marcha
con otros caminantes,
amigos, hermanos;
con otros peregrinos,
heridos, cansados;
con otros testigos,
que hablan de Ti.

Piedra viva con la que se construyen
casas abiertas,
templos humanos de amor y misericordia,
bienaventuranzas
y milagros cotidianos.

Piedra angular, tierra fértil,
nuestro cimiento,
Jesús.

José Mª Rodríguez Olaizola, sj

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Señor, después de tantos siglos, la codicia nos sigue cegando. En el mundo nos enfrentamos por herencias, por abrir nuevos mercados, por alcanzar más poder, por tener más dinero… Y estos enfrentamientos tienen su coste, no son gratis: se complica la vida de las personas más humildes, muchos inocentes mueren en guerras o intentando buscar una vida nueva, tantos ancianos y personas “poco rentables” se descartan, muchos hombres y mujeres pierden en sentido de la vida, se amordaza a quienes denuncian injusticias, el planeta se degrada…

Señor, ayúdanos a ser en el mundo fermento de una vida distinta, instrumentos de tu Reino de fraternidad. Danos la fuerza de tu Espíritu para unirnos a tantas personas que se ocupan de quienes más sufren, que trabajan gratuitamente, que anuncian que otro mundo mejor es posible, para nosotros y para las próximas generaciones. Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 4 de junio de 2023

Domingo, 4 de junio de 2023. Santísima Trinidad.

 Santísima Trinidad A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 3,16-21

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús es el Hijo de Dios, el Hijo que se ha hecho humano, pobre, pequeño, vulnerable. para manifestarnos el amor del Padre y la fuerza del Espíritu Santo. Tanto amó Dios al mundo...
            “Gracias Jesús por revelarnos el corazón amoroso del Padre,
              gracias porque Tú nos has mostrado el camino de la vida,
              gracias por ofrecerlos tu misma fuerza, tu mismo Espíritu”

Jesús nos ha descubierto que Dios no es en sí mismo un ser solitario, individualista... Dios es familia, es comunidad, es Trinidad.
            “Perdona y cura nuestras actitudes individualistas, egoístas”
            “Ayúdanos a aportar lo mejor de nosotros mismos
              en nuestra familia, en la parroquia, en la sociedad”

Aunque nunca podremos entender del todo cómo es Dios, sabemos que en la Trinidad las tres personas son distintas, pero tienen la misma dignidad. Son tres personas tan unidas, tan compenetradas, que son un único Dios.
            “Señor, enséñanos a respetar el modo de ser de cada uno,
              a tratar a todas las personas conforme a su dignidad
              y a trabajar por la unidad, por la paz, allá donde vivamos”

La Trinidad es una comunidad abierta. En esta comunidad todos cabemos. Es más: el Padre ha enviado a su Hijo Jesús y al Espíritu para invitarnos a compartir el amor, la alegría, la paz, la comunicación del Dios-Trinidad.
            “Gracias Señor por abrirme las puertas de tu corazón”
            “Ayuda a la Iglesia y a las familias a permanecer abiertas”
            “Danos tu Espíritu para invitar a todos a acercarse a ti”

Dios Padre,
tu querer da la vida
–el espacio, el aire, el cuerpo–
a todo lo creado,
a nosotros también aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta descansar en tu regazo.

Dios Hijo,
en tu palabra bulle la vida
que ayuda y consuela siempre al hermano;
se hace carne para el hambriento
y bebida para el sediento,
santifica y alegra nuestra vida
y es viático en nuestro vagar
hasta descansar en tu regazo.

Dios Espíritu Santo,
tu presencia es la brisa
que empuja la historia,
y a todos nosotros,
hacia la plenitud,
dándonos paz, justicia, verdad y amor;
tu brisa y nuestra historia nos llevan
a buscar la plenitud en tu regazo.

Florentino Ulibarri

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 3 de junio de 2023

Sábado, 3 de junio de 2023. Santos Carlos Luanga y compañeros mártires.

Sábado de la 8ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 11, 27-33

En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén, y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, y le preguntaron: ¿Con qué autoridad haces esto ? ¿Quién te ha dado semejante autoridad? Jesús les replicó: Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto.
El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.
Se pusieron a deliberar: Si decimos que es de Dios, dirá: «¿Y por qué no le habéis creído? » Pero como digamos que es de los hombres.
(Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta) Y respondieron a Jesús: No sabemos.
Jesús les replicó: Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Ante la pregunta de los sacerdotes y ancianos, Jesús responde con otra pregunta. Si leemos con atención el Evangelio, nos daremos cuenta de que a veces Jesús no responde las preguntas que le hacen. Normalmente Jesús no responde a las personas que no preguntar para saber, sino para atacar, para reírse. Sin embargo, Jesús siempre responde a los que preguntan con buena intención. Podemos rezar con esta oración, inspirada en un texto de San Agustín de Hipona:

Señor, ayúdame a ser como Tú,
llena mi corazón y mi vida de amor,
para amar en todo lo que hago y digo.

Si hablo, que hable con amor.
Si callo, que calle por amor.
Si grito, que grite con amor,
Si corrijo, que corrija con amor.
Si animo, que anime con amor.
Si escribo, que escriba con amor.
Si protesto, que proteste con amor.
Si canto, que cante con amor.
Si enseño, que enseñe con amor.
Si aprendo, que aprenda con amor.
Si trabajo, que trabaje con amor.
Si descanso, que descanse con amor.
Si rezo, que rece con amor.
Si juego, que juegue con amor.
Si estudio, que estudie con amor.
Si ayudo, que ayude con amor.
Si pido, que pida con amor.
Si recibo, que reciba con amor.
Si mando, que mande con amor.
Si obedezco, que obedezca con amor.

Si vivo, que viva con amor. Amén.


Los sumos sacerdotes y los ancianos no están abiertos a la verdad de Jesús. No estaban abiertos a Dios. Creían que Dios estaba con ellos y bendecía todas sus acciones. A veces nosotros tampoco estamos abiertos. Continuamente podemos encerrarnos en nuestras ideas, en nuestros errores. Es necesario estar siempre abiertos para que el Señor nos conduzca cada día a una verdad más plena, a una vida más auténtica, a una fe más purificada.
     "No permitas Señor que nuestra vida se estanque"
     "Ábrenos Señor el corazón a tu Palabra"
     "Guía Jesús nuestros pasos"

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

viernes, 2 de junio de 2023

Viernes, 2 de junio de 2023

Viernes de la 8ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 11, 11-26

Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo, y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los Doce.
Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre.
Vio de lejos una higuera con hojas, y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie de ti.
Los discípulos lo oyeron.
Llegaron a Jerusalén, entró en el templo, se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas.
Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo.
Y los instruía diciendo: ¿No está escrito: Mi casa se llama Casa de Oración para todos los pueblos? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos.
Se enteraron los sumos sacerdotes y los letrados, y como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él.
Cuando atardeció, salieron de la ciudad.
A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz.
Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Jesús contestó: Tened fe en Dios.
Os aseguro que si uno dice a este monte: «Quítate de ahí y tírate al mar» , no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá.
Por eso os digo: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

“Mi casa se llama Casa de oración”. Nosotros no tenemos en nuestras iglesias palomas, bueyes y cambistas y traficantes. Pero a veces nuestra oración tiene más de acuerdo comercial que de trato amoroso. Confiamos poco en Dios. Le ofrecemos para que nos dé, en vez de para mostrarlo nuestra gratitud por lo que nos ha dado. ¿Cómo es tu oración? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

“Tened fe en Dios”. ¿Rezamos con fe? Dios nos concede siempre lo que pedimos, si nos conviene. Si no nos concede lo que hemos pedido, preparémonos para recibir algo mejor, algo que nos hará más humanos, más cristianos. En todo caso cada vez que rezamos, Dios nos regala la fuerza de su Espíritu. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?

Orar es escucharte, Padre,
Antes que yo te hable, me has hablado Tú a mí.
Me hablabas incluso antes de que yo existiera.
Me hablaste al darme la vida.
Me hablas al darme amor y hacerme persona.
Me estás hablando continuamente
a través de la vida y el mundo,
y también, a través de Jesús de Nazaret.

A menudo, yo no me entero,
pero Tú no cesas de hablarme.
Me hablas dentro del corazón,
no con palabras sonoras.
Pero hablas fuerte, muy fuerte
y muy dulce a la vez.

Quiero hablarte,
hablarte sin comerciar contigo,
sin ofrecerte algo
para que Tú me des otra cosa,
sin pretender convencerte
para que me hagas caso.

Quiero hablarte,
hablarte con silencios, con miradas,
con gestos y también con palabras.
Quiero hablarte de eso que Tú me comunicas.
Hablarte poco a poco, palabra a palabra,
sacándolas del fondo del corazón,
palabras preñadas de gratitud y amor.

Quiero hablarte a ti,
que sé que me quieres.
Me cuesta entenderte,
y hasta conocerte,
pero sé con seguridad que me quieres.
Quiero hablarte con entera confianza,
porque soy consciente que me quieres siempre,
incluso cuando actúo mal.
Tú me escuchas siempre, siempre.
Tú me hablas siempre, siempre.
Tú me quieres siempre, siempre.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha. 

jueves, 1 de junio de 2023

Jueves, 1 de junio de 2023. Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote.

 Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote A

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 26, 36-42

Jesús fue con ellos a un huerto, llamado Getsemaní, y dijo a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo: «Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro: «¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo: «Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

El jueves siguiente a Pentecostés celebramos la fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Jesús inaugura un estilo de sacerdocio nuevo:
- Jesús no ofrece a Dios la sangre de animales, ofrece su vida, su cuerpo y su sangre (esto es mi cuerpo, esta es mi sangre).
- En muchas religiones se hacían sacrificios para que Dios sea propicio, para que “se porte bien” con el pueblo, para que no se encienda su ira. Jesús ofrece su vida al Padre por amor, porque ama al Padre, porque el Padre le ama a Él.
- El sacerdocio ya no se ejerce sólo en los templos y en las ceremonias religiosas. Cualquier lugar, cualquier tiempo es bueno para ejercer el sacerdocio, ofreciendo a Dios y a los hermanos sonrisas, tiempo, amor, cuidados... en definitiva la existencia entera.
- El sacerdocio ya no es cosa de unos pocos. Por el Bautismo, todos tenemos el sacerdocio común, porque todos estamos llamados a ser pan partido y vino derramado, a vivir nuestra vida compartiéndola, dándola, ofreciéndola. Al servicio de este sacerdocio común está el sacerdocio ministerial (los presbíteros o “curas”)
- El sacerdocio ya no consiste en separarse de los hermanos, sino en acercarse a ellos con amor, hasta dar la vida.

En este Evangelio Jesús comparte con nosotros su tristeza, su lucha... Esta lucha suprema de Jesús ilumina nuestras luchas diarias, cuando discernimos qué camino tomar: ¿la honradez o la corrupción?, ¿la verdad o la mentira?, ¿el bien común o los intereses personales?, ¿la solidaridad o la indiferencia?, ¿el amor o la propaganda?, ¿la fidelidad o el capricho?, ¿el Reino de Dios o mi reino?

Señor, Tú eres Sacerdote, sacerdote nuevo,
que ofreciste tu palabra, tu cariño, tu vida,
que sigues ofreciéndote a nosotros en la Eucaristía,
para que todos podamos disfrutar del amor de Dios,
para enseñarnos que sólo el camino del servicio y la entrega
nos conduce a la felicidad más grande, a Dios.

Gracias, Jesús, por todos los sacerdotes
que ofrecen su palabra, su cariño, su vida,
que celebran la Eucaristía y la Reconciliación,
para que todos nos sintamos amados y perdonados,
para que a todos llegue tu luz y tu fuerza,
y recorramos, así, el camino del servicio y la entrega.

Señor, gracias porque yo también soy sacerdote.
Quiero ser agradecido y ofrecer mi vida a Dios;
en cada Eucaristía y cada momento de la jornada,
Me has llamado a entregarme a mi familia,
a mis amigos y compañeros de trabajo, a los pobres…
para que crezca en nuestro mundo la justicia y la paz.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.