Lunes de la 33ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: Pasa Jesús Nazareno.
Entonces gritó: ¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban
delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se paró y mandó que se lo
trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: ¿Qué quieres que haga por ti? El dijo: Señor, que vea otra vez.
Jesús le contestó: Recobra la vista, tu fe te ha curado.
Enseguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios.
Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Jesús, ten compasión de mi". Son las palabras del ciego,
las palabras de los leprosos... las nuestras. Con esta sencilla oración
reconocemos nuestras pobrezas personales y sociales, y no pedimos nada
concreto a Jesús. Rezar "Ten compasión de mi" es decir "Dame lo que tú
quieras, tú lo puedes todo, tú sabes mejor que yo lo que necesito".
Podemos orar haciendo nuestros los sentimientos y palabras del ciego.
B. ¿Cuáles son nuestras cegueras? ¿está bien nuestra mirada? ¿cómo
miramos a Dios, como Padre? ¿vemos en las personas hermanas y hermanos
nuestros? ¿qué vemos en el dinero y en las cosas? Pedimos a Dios luz
para descubrir y reconocer nuestras cegueras personas, familiares,
sociales.
C. A veces creemos que nuestras cegueras, nuestras pobrezas son
solamente un estorbo, una desgracia. Y tenemos la sensación de que
reconocer nuestra miseria nos hunde, nos anula. Más bien al contrario.
Si no somos conscientes de nuestra debilidad ¿cómo vamos a comprender y
perdonar la debilidad de los otros? Si no reconocemos que a veces no
tenemos nada bueno que ofrecer a Dios ¿cómo vamos a experimentar que Él
nos quiere gratuitamente? El que se humilla, será enaltecido, dicé
Jesús.
Tú no eres Señor, un Dios impasible,
no eres distante y duro con los hombres.
Tú conoces nuestra debilidad,
nuestras tendencias orgullosas, violentas y egoístas.
Conoces bien todas nuestras miserias.
Tú eres misericordioso y compasivo
Tú padeces y com-padeces,
Tú eres compasión.
Compadécete de nosotros.
Ven, Señor, a socorrernos,
y danos un corazón nuevo,
un corazón limpio y sincero,
un corazón lleno de compasión,
Qué sintamos la impotencia del caído y le ayudemos a levantarse.
Qué compartamos el dolor del enfermo y le cuidemos.
Qué miremos con misericordia al que se equivoca y le enseñemos el Camino.
Qué suframos el miedo del cobarde y le animemos.
Qué padezcamos la decepción del engañado y le mostremos la Verdad.
Qué comprendamos el vacío del violento y le ayudemos a buscar la paz.
Qué soportemos el pesimismo del desilusionado y sembremos esperanza.
Qué probemos la necesidad del hambriento y le ofrezcamos pan y cariño.
Qué hagamos nuestra la rabia del golpeado y lo tratemos con dignidad.
Que nos compadezcamos del egoísta y le amemos.
Quédate con nosotros, para ser cada día más parecidos a ti. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 14 de noviembre de 2022
Lunes, 14 de noviembre de 2022
domingo, 13 de noviembre de 2022
Domingo, 13 de noviembre de 2022
Domingo de la 33ª semana del tiempo ordinario C
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron: Maestro, ¿cuándo va a ser eso? , ¿y cuál será la
señal de que todo eso está para suceder? El contestó: Cuidado con que
nadie os engañe.
Porque muchos vendrán usando mi nombre, diciendo: «Yo soy» , o bien «el momento está cerca» ; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá enseguida.
Luego les dijo: Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino,
habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Cuando Jesús se fija en la generosidad de una pobre viuda, los
judíos se fijan en la belleza del templo de Jerusalén. No cabe duda de
que son sensibilidades bien distintas. ¿Cómo miramos nosotros? ¿qué nos
produce más admiración? ¿qué valoramos más?
"Señor, enséñanos a mirar como tú"
"Convierte nuestro corazón insensible"
B. Los judíos creían que un día la historia terminará y algunos pensaban
que ese momento último era inminente. Por eso preguntan: ¿cuándo va a
ser eso? El lenguaje de Jesús es difícil de comprender, pero nos enseña
dos cosas fundamentales:
1. Llegará el fin de la historia, aunque no está cercano.
2. En ese final brillará la generosidad de la viuda y se apagará la
gloria del templo de Jerusalén, vencerá el amor y la vida, morirá el
egoísmo y la misma muerte.
"Señor, gracias por el gran regalo de la esperanza"
"Ayúdanos a distinguir las cosas verdaderamente importantes"
"Danos fuerza para trabajar por las causas que permanecen"
C. Dice Jesús: "Muchos vendrán usando mi nombre". En nuestros días nadie
va diciendo que es Jesucristo, pero hay personas y cosas que se
presentan como Salvadores, como Mesías. Hay personas que se creen
salvadoras del mundo, hay productos que nos prometen la felicidad si los
compramos y usamos, algunos economistas dicen que la salvación del
mundo está en el mercado... ¿cuáles son los dioses de este mundo?
¿cuáles son los míos?
"Sólo tú Señor tienes palabras de vida eterna"
"Sólo tú Señor me das la felicidad, la salvación"
"No permitas que creemos dioses y que nos creamos dioses"
Señor, las catástrofes y las guerras encogen mi corazón. En el mundo
hay demasiada injusticia, demasiada violencia. Me llega al corazón el
sufrimiento de los pobres y los inocentes. Hasta en las familias y en la
Iglesia falta entendimiento. Y mi pobre esperanza se seca, como una
hoja en otoño.
Levanto los ojos al cielo y pronuncio tu nombre:
¡Jesús! Y Tú me dices: “No tengas miedo. Confía en mí. Yo estoy con
vosotros, todos los días hasta el fin. No vencerá el egoísmo. Vencerá el
amor”. Y mi esperanza comienza a reverdecer de nuevo.
Gracias por esta esperanza, más fuerte que el dolor y la muerte. Que la fuerza del Espíritu me ayude a cuidarla y a compartirla.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 12 de noviembre de 2022
Sábado, 12 de noviembre de 2022
Sábado de la 32ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que
orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: Había un juez
en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme
justicia frente a mi adversario» ; por algún tiempo se negó, pero
después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como
esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar
pegándome en la cara».
Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no
hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche ? ¿o les dará
largas ? Os digo que les hará justicia sin tardar.
Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Cuál era la intención de Jesús al proponer esta parábola?
El mismo texto nos lo dice: Jesús quería que entendiesen, que
entendamos, que hay que orar siempre, sin desanimarse. Para crecer en la
fe, en la amistad con Jesucristo no sirve solamente rezar de vez en
cuando, cuando me apetece, cuando necesito algo. La fe crece con la
fidelidad en la oración. Sin embargo en muchas ocasiones rezar se
convierte en un trabajo duro, incluso repelente... Pido al Señor el
regalo de la perseverancia para rezar siempre.
B. ¿Para qué rezar tanto? Algunos dicen con razón: "Dios ya sabe lo que
necesito", "Dios no es un juez injusto, es Padre bueno y generoso, que
nos da todo antes de pedir nada", "Hay muchas cosas que hacer"; sin
embargo sacan una consecuencia equivocada: "Rezar es un pérdida de
tiempo". Jesús, sin embargo, nos invita a rezar siempre. Él rezaba para
dar gracias a Dios, para pedir fuerzas a su Padre, para desahogarse con
Él, para tomar decisiones con acierto... para sentirse amado y amar a su
Padre. ¿Por qué rezo yo? ¿rezo como Jesús?
"Señor, enséñanos a orar"
C. ¿Por qué no somos fieles a la oración? Cada uno tendrá que buscar sus
razones. He aquí algunas de las más comunes: no somos conscientes de
todo lo que nos quiere Dios, creemos que podemos vivir sin pedir ayuda
de nadie, nos ocupamos de lo urgente y descuidamos lo importante, nos
cuesta reconocer que todo lo que somos lo hemos recibido de Dios...
Puedo pedir a Dios que me dé luz para descubrir que obstáculos no me
dejan ser fiel a la oración y fuerza para superarlos.
Subo a la montaña para orar, buscando los destellos de tu rostro; me
pongo en tu presencia y la nube me ilumina, la nube que me envuelve y me
penetra, transparencia de tu gloria, sacramento, y guardo tu rostro y
tu palabra.
Tu rostro buscaré, Señor; orando en el templo, buscaré;
escuchando tu silencio, buscaré; y buscando siento que me miras, y
entraño la mirada de tu rostro.
Tu rostro buscaré, Señor; bajaré
hasta la choza y la chabola, para orar, para estar con los excluidos,
inmigrantes de color, receptores de todos los rechazos y rostros
humillados, suplicantes, en el fondo, como el tuyo.
El cielo se abre en su presencia y yo me siento como un reo, porque no hay lugar en nuestras casas.
Tu
rostro buscaré, Señor, me acerco al hospital en oración, buscando tu
rostro en los enfermos, rostros doloridos, tu rostro ensangrentado, son
un cielo abierto, y los beso, y te beso.
Tu rostro buscaré, Señor, en
oración, hasta en la cárcel, rostros odiosos, son tu rostro en el
infierno, por la desesperanza y la tristeza, y los quiero, porque tu
misericordia les devuelve la esperanza.
Tu rostro buscaré, Señor,
orando en los ríos humanos de la ciudad, en las colas del autobús o en
el metro, en los estadios y grandes almacenes, en los templos, rostros
desdibujados, impacientes, tu rostro anónimo todavía, y yo los voy
llamando por su nombre.
No me escondas tu rostro, Señor, porque se
hace de noche, quiero entrañar tu rostro deseado con todos sus
destellos, tu rostro, icono del Padre, la más brillante Teofanía.
Tu rostro me descubre que Dios está enfermo, muy enfermo, de amor.
Dios hace justicia sin tardar. ¿Y nosotros?
Oh, Dios, confíame tu juicio, conviérteme en portador de tu justicia.
Que me dirija a las personas con justicia, a tus afligidos con cercanía.
Que por las calles y las casas se extienda tu paz por la justicia.
Que defienda a la gente oprimida,
que salve a las familias pobres y plante cara al opresor.
Señor, que en mi entorno la honradez sea la norma,
y que a nadie le falte lo básico para vivir.
Que tu justicia domine de mar a mar, de país a país,
de pueblo a pueblo.
Y cuando la gente me vea, que intuyan Tu nombre,
que mi vida hable de ti,
Mi palabra cante tu gloria, y mis acciones sean tu bendición.
Tras las huellas de tu Hijo, el primero, el maestro. Amén.
Adaptación del Salmo 72
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 11 de noviembre de 2022
Viernes, 11 de noviembre de 2022
Viernes de la 32ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 26-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días
de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían
y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el
diluvio y acabó con todos.
Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían,
sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego
y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre.
Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo
llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la
llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo
llevarán y al otro lo dejarán.
Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? El contestó: Donde está el cadáver se reunirán los buitres.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. No es éste un evangelio fácil de comprender. Por eso, en
vez de explicar cada frase, nos vamos a centrar en las palabras que,
creemos, son más importantes: El que quiera guardarse su vida, la
perderá; y el que la pierda la recobrará. Quiere guardar su vida el que
se preocupa únicamente de sus intereses: comer, beber, vender, comprar,
sembrar... Cuando nos cerramos sobre nuestro interés, la felicidad no
nos cabe dentro, acabamos perdiendo la vida.
"Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"
B. Pero hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla,
gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de
cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la
comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer
muchas cosas raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el
mundo, pero con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
"Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
"Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"
C. Finalmente recordamos a personas que hacen vida estas palabras de
Jesús. Seguro que descubrimos muchas cerca de nosotros, personas que
gastan su vida, con la confianza de que Dios resucitará, multiplicará
los frutos de su trabajo, muchas veces callado y desapercibido. Damos
gracias por ellas y por las veces en que también nosotros actuamos así.
Tú nos llamas en medio de la vida,
nos llamas en cada circunstancia
nos invitas a construir el Arca, como a Noé,
ese espacio donde Tú vuelves a iniciarlo todo,
vuelves a rehacer la vida con nosotros.
Y nos cuesta creerte.
Vivimos superficialmente y deprisa,
sometidos por el egoísmo,
ese ladrón que nos roba la alegría
y nos deja sin ánimo para seguir adelante.
No distinguimos al ladrón
y para cuando nos damos cuenta
ya nos lo ha robado todo.
Tú nos hablas de estar atentos a la vida,
donde Tú te haces presente,
para mostrarnos el camino de la felicidad.
Tú estás en medio de la vida,
como Señor de la Historia,
y vienes en cada acontecimiento.
Ayúdanos a estar despiertos
para reconocerte y recibirte.
Enséñanos a orar,
a mantener nuestro espíritu firme en Ti,
que eres nuestra Roca firme,
que permaneces fiel
en medio de los avatares de la vida,
que nos salvas en toda situación que nos afecta.
Que nos encontremos contigo
en toda circunstancia y en todo momento
y sepamos disfrutar de tu presencia
y señalarla a cuantos no te encuentran.
Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 10 de noviembre de 2022
Jueves, 10 de noviembre de 2022
Jueves de la 32ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 20-25
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar
el reino de Dios, Jesús les contestó: El reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque
mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.
Dijo a sus discípulos: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis.
Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Qué es el Reino de Dios o Reino de los cielos? El Reino
de Dios no es un territorio concreto, como el Reino de España, ni se
identifica con el Vaticano, ni con la Iglesia católica. El Reino de Dios
es el proyecto que tiene Dios para sus hijos e hijas; un proyecto de
felicidad, que se cumple cuando le amamos a Él y cuando amamos a las
personas. Cuando vivimos este doble y único amor, Dios reina.
"Gracias Señor porque buscas mi felicidad"
"Reina Señor en mi vida, en mi corazón"
"Dame fuerza para construir tu Reino en mi familia, en el trabajo, con mis amigos..."
B. El Reino de Dios no vendrá espectacularmente... Está dentro de
vosotros. Isaías buscaba a Dios en el huracán, en el terremoto y en el
fuego; y lo encontró en el susurro de una brisa suave. (1 Reyes
19,9-13). Esa susurro se percibe en la bondad de nuestros sentimientos,
en la sencillez de los gestos de amor, en la pequeñez de un trozo de pan
consagrado... ¿Sientes esa brisa? ¿Dónde? Descúbrela, alégrate, da
gracias.
Señor, tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y
más alto que lo más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo
fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre
estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo
estaba contigo.
Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían.
Llamaste
y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y
curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti;
gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.
San Agustín
C. El Reino de Dios comienza en esta tierra, pero encontrará su
perfección al final de la historia. En ese día Jesús, el Hijo del
hombre, brillará como un relámpago. También nosotros brillaremos al
sentir el amor de nuestro Padre en toda su amplitud, al disfrutar de
una fraternidad perfecta. Imagina como será ese día...
Pero hasta que llegue, la lucha contra la injusticia, contra la
violencia, contra el pecado va a ser muy dura. En esa lucha encontró
Jesús muchos padecimientos y la propia muerte.
"Danos luz y fuerza para luchar contra todo lo que hace infelices a las personas"
"Gracias Señor porque sabemos que al final vencerá el Amor, vencerás Tú"
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 9 de noviembre de 2022
Miércoles 9 de noviembre de 2022
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 2, 13-22
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y
encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a
los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a
todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las
monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-«Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
-«¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó:
-«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron:
-«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los
muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe
a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Hoy se celebra en la Iglesia la dedicación de la Basílica
de San Juan de Letrán, la catedral de Roma. Las iglesias materiales son
dedicadas, consagradas para que sean el lugar dedicado al encuentro con
Dios y con los hermanos. Desde Roma el Papa continúa la misión que Jesús
dio a San Pedro: apacentar sus ovejas, confirmar a los hermanos en la
fe auténtica. Es buena ocasión para dar gracias a Dios por el Papa, por
su trabajo entregado, para pedir por él y por toda la iglesia, para que
sea cada vez más auténtica y evangélica.
B. Jesús se molesta cuando que el templo de Jerusalén no se dedica a
Dios. Jesús no tolera que el templo de Dios se convierta en un mercado. A
veces también nosotros comerciamos con Dios. Hago este sacrificio para
que Dios me dé tal favor. Rezo para que se cumpla mi voluntad y no la de
Dios. Me porto bien para ganar el cielo. Cuando razonamos así olvidamos
que el amor de Dios es gratuito y que Él sólo busca nuestra felicidad
"Gracias, Padre, por tu amor gratuito"
"Padre, me pongo en tus manos"
C. Destruid este templo y en tres días lo levantaré. Jesús habla de su
cuerpo y ellos pensaban en el gran templo de Jerusalén. Nuestros cuerpos
también son templos en los que Dios habita. Y en nuestro bautismo
también fuimos dedicados, consagrados a Dios.
Señor, bendice mis manos
para que sean delicadas y sepan tomar
sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular
y tengan la fuerza de bendecir y consolar.
Señor, bendice mis ojos
para que sepan ver la necesidad
y no olviden nunca lo que a nadie deslumbra;
que vean detrás de la superficie
para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.
Señor, bendice mis oídos
para que sepan oír tu voz
y perciban muy claramente
el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería,
pero no a las voces que llaman
y piden que las oigan y comprendan
aunque turben mi comodidad.
Señor, bendice mi boca
para que dé testimonio de Ti
y no diga nada que hiera o destruya;
que sólo pronuncie palabras que alivian,
que nunca traicione confidencias y secretos,
que consiga despertar sonrisas.
Señor, bendice mi corazón
para que sea templo vivo de tu Espíritu
y sepa dar calor y refugio;
que sea generoso en perdonar y comprender
y aprenda a compartir dolor y alegría
con un gran amor.
Dios mío, que puedas disponer de mí
con todo lo que soy, con todo lo que tengo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 8 de noviembre de 2022
Martes, 8 de noviembre de 2022
Martes de la 32ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 7-10
En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja
como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros
le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa? » ¿No le diréis: «Prepárame
de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y
beberás tú ? » ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho
lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado,
decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que
hacer».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Es verdad que todos necesitamos “palmaditas en la
espalda”, que sea reconocido y agradecido nuestro trabajo. Sin embargo,
no podemos trabajar y comprometernos para obtener premios y regalos,
como los niños. Pedimos a Dios que nos conceda amar sin esperar nada a
cambio, gratuitamente
B. A veces queremos “ajustar las cuentas” con Dios, nos parece que no
nos paga lo suficiente, le exigimos que nos compense nuestros desvelos y
tareas. No tiene sentido. Dios nos lo ha dado todo, antes de que
nosotros lo hubiéramos pedido, nos ha dado mucho más de lo que podríamos
merecer. Por eso, tenemos que decir: “Somos unos pobres siervos, hemos
hecho lo que teníamos que hacer.
Señor, ¿merece la pena decir la verdad?
¿trae cuenta renunciar a caprichos?
¿tiene sentido ser generoso y compartir?
¿qué voy a recibir por ser buen cristiano?
¿qué me vas a dar por seguirte?
A veces siento, Señor, que no merece la pena,
que es mejor buscar únicamente mi interés
dejar de sentir los problemas de los demás
y vivir la vida alegremente, sin renunciar a nada.
Así lo siento... y no me gusta esta sensación.
Sé qué tú das el ciento o el mil por uno,
incluso el cien por cero o el mil por nada,
que tú pagas sin saber si vas a recibir algo;
pero a veces no lo siento así, Señor,
y te pido que me ayudes a experimentarlo.
Señor, ayúdame a comprender y a sentir
que amar y servir a los demás es un regalo,
que vivir en la verdad es una gracia tuya,
que Tú haces posible mi esfuerzo y mi renuncia,
que seguirte y estar a tu lado es el mejor don,
que somos pobres siervos y sólo hemos hecho lo que debíamos.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.