viernes, 16 de noviembre de 2018

Viernes 16 de noviembre

Viernes de la 32ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 26-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos.
Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos.
Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre.
Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva.
Acordaos de la mujer de Lot.
El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará.
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán.
Ellos le preguntaron: ¿Dónde, Señor? El contestó: Donde está el cadáver se reunirán los buitres.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. No es éste un evangelio fácil de comprender. Por eso, en vez de explicar cada frase, nos vamos a centrar en las palabras que, creemos, son más importantes: El que quiera guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda la recobrará. Quiere guardar su vida el que se preocupa únicamente de sus intereses: comer, beber, vender, comprar, sembrar... Cuando nos cerramos sobre nuestro interés, la felicidad no nos cabe dentro, acabamos perdiendo la vida.
     "Señor, perdona mi egoísmo y ayúdame a salir de él"

B. Pero hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. Entregarla en el trabajo de cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. No se trata de hacer muchas cosas raras. Se trata principalmente de hacer lo que hace todo el mundo, pero con otro estilo, desde la generosidad, desde la gratitud.
     "Ayúdame a abrirme a mis hermanos"
     "Que mi primera ocupación sea, Señor, amarte y amar a las personas"

C. Finalmente recordamos a personas que hacen vida estas palabras de Jesús. Seguro que descubrimos muchas cerca de nosotros, personas que gastan su vida, con la confianza de que Dios resucitará, multiplicará los frutos de su trabajo, muchas veces callado y desapercibido. Damos gracias por ellas y por las veces en que también nosotros actuamos así.

Tú nos llamas en medio de la vida,
nos llamas en cada circunstancia
nos invitas a construir el Arca, como a Noé,
ese espacio donde Tú vuelves a iniciarlo todo,
vuelves a rehacer la vida con nosotros.
Y nos cuesta creerte.

Vivimos superficialmente y deprisa,
sometidos por el egoísmo,
ese ladrón que nos roba la alegría
y nos deja sin ánimo para seguir adelante.
No distinguimos al ladrón
y para cuando nos damos cuenta
ya nos lo ha robado todo.

Tú nos hablas de estar atentos a la vida,
donde Tú te haces presente,
para mostrarnos el camino de la felicidad.

Tú estás en medio de la vida,
como Señor de la Historia,
y vienes en cada acontecimiento.
Ayúdanos a estar despiertos
para reconocerte y recibirte.

Enséñanos a orar,
a mantener nuestro espíritu firme en Ti,
que eres nuestra Roca firme,
que permaneces fiel
en medio de los avatares de la vida,
que nos salvas en toda situación que nos afecta.

Que nos encontremos contigo
en toda circunstancia y en todo momento
y sepamos disfrutar de tu presencia
y señalarla a cuantos no te encuentran.
Amén.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Jueves 15 de noviembre

Jueves de la 32ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 20-25

En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios, Jesús les contestó: El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.
Dijo a sus discípulos: Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del Hombre, y no podréis.
Si os dicen que está aquí o está allí, no os vayáis detrás.
Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del Hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. ¿Qué es el Reino de Dios o Reino de los cielos? El Reino de Dios no es un territorio concreto, como el Reino de España, ni se identifica con el Vaticano, ni con la Iglesia católica. El Reino de Dios es el proyecto que tiene Dios para sus hijos e hijas; un proyecto de felicidad, que se cumple cuando le amamos a Él y cuando amamos a las personas. Cuando vivimos este doble y único amor, Dios reina.
     "Gracias Señor porque buscas mi felicidad"
     "Reina Señor en mi vida, en mi corazón"
     "Dame fuerza para construir tu Reino en mi familia, en el trabajo, con mis amigos..."

B. El Reino de Dios no vendrá espectacularmente... Está dentro de vosotros. Isaías buscaba a Dios en el huracán, en el terremoto y en el fuego; y lo encontró en el susurro de una brisa suave. (1 Reyes 19,9-13). Esa susurro se percibe en la bondad de nuestros sentimientos, en la sencillez de los gestos de amor, en la pequeñez de un trozo de pan consagrado... ¿Sientes esa brisa? ¿Dónde? Descúbrela, alégrate, da gracias.

Señor, tú estabas dentro de mí, más interior que lo más íntimo mío y más alto que lo más sumo mío. Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo.

Me retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían.

Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y me abrasé en tu paz.

San Agustín


C. El Reino de Dios comienza en esta tierra, pero encontrará su perfección al final de la historia. En ese día Jesús, el Hijo del hombre, brillará como un relámpago. También nosotros brillaremos al sentir el amor de nuestro Padre en toda su amplitud, al disfrutar  de una fraternidad perfecta. Imagina como será ese día...
Pero hasta que llegue, la lucha contra la injusticia, contra la violencia, contra el pecado va a ser muy dura. En esa lucha encontró Jesús muchos padecimientos y la propia muerte.
      "Danos luz y fuerza para luchar contra todo lo que hace infelices a las personas"
      "Gracias Señor porque sabemos que al final vencerá el Amor, vencerás Tú"

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Miércoles 14 de noviembre

Miércoles de la 32ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.
Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes.
Y mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No han quedado limpios los diez? ; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios ? Y le dijo: Levántate, vete: tu fe te ha salvado.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. "Jesús, maestro, ten compasión de nosotros". Con estas pocas palabras aquellos leprosos están expresando mucho. Por un lado reconocen su necesidad, su pobreza... Por otro ponen en evidencia su confianza en Jesús. Podemos repetir estas mismas palabras con humildad y con fe.  

B. Jesús cura. Nos devuelve la salud a veces "de golpe"; en otras ocasiones -las más- lentamente. A nosotros nos gustaría que nos curara de un día para otro, sin embargo, normalmente, Dios elige tiempos más largos... y más fecundos. Dios nos cura desde la oración de cada día, desde las personas que nos quieren, desde el encuentro con él en los sacramentos, desde la lectura de su Palabra.
¿Me he sentido curado alguna vez por Jesús? ¿de rencor, de envidia, de pesimismo, de avaricia, de ...? Doy gracias.  
¿Me dejo curar por Jesús? ¿pongo los medios? A veces no. Pido perdón y fuerza para dejarme curar.

C. Sólo uno volvió para dar gracias. Que importante es dar gracias. Para dar gracias tenemos que tener los ojos abiertos y descubrir todo lo bueno que cada día recibimos de Dios, de los hermanos. Dando gracias nuestras heridas cicatrizan mejor y el corazón del que nos ayudo se llena de alegría. No es por casualidad que el sacramento más importante de la vida cristiana sea la Eucaristía (=acción de gracias).
     "Gracias Señor por ... ... ...

"Gracias, Señor, por la aurora y por el nuevo día.
Gracias por el sol que nos calienta e ilumina.
Gracias por la luna que alivia oscuridades.
Gracias por el viento, los árboles, los animales...

Gracias por la casa que nos acoge y protege.
Gracias por las sábanas, las toallas y los pañuelos.
Gracias por poder vestir cada día ropa limpia.
Gracias por el agua que brota en cada grifo.
Gracias por los alimentos de la despensa y la nevera.
¡Cuantas cosas tenemos, Señor, y a veces no somos conscientes!

Y sobre todo, Señor, gracias por tu amistad, tu perdón y tu compañía.
Gracias por el cariño de los amigos y la familia.
Gracias por las personas que hoy me ayudarán a sonreír y a seguir adelante.
Gracias por las personas a las que hoy podré amar y servir.

Gracias ...

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

martes, 13 de noviembre de 2018

Martes 13 de noviembre

Martes de la 32ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 7-10

En aquel tiempo, dijo el Señor: Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «Enseguida, ven y ponte a la mesa? » ¿No le diréis: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo; y después comerás y beberás tú ? » ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer».

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. Es verdad que todos necesitamos “palmaditas en la espalda”, que sea reconocido y agradecido nuestro trabajo. Sin embargo, no podemos trabajar y comprometernos para obtener premios y regalos, como los niños. Pedimos a Dios que nos conceda amar sin esperar nada a cambio, gratuitamente

B. A veces queremos “ajustar las cuentas” con Dios, nos parece que no nos paga lo suficiente, le exigimos que nos compense nuestros desvelos y tareas. No tiene sentido. Dios nos lo ha dado todo, antes de que nosotros lo hubiéramos pedido, nos ha dado mucho más de lo que podríamos merecer. Por eso, tenemos que decir: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.

Señor, ¿merece la pena decir la verdad?
¿trae cuenta renunciar a caprichos?
¿tiene sentido ser generoso y compartir?
¿qué voy a recibir por ser buen cristiano?
¿qué me vas a dar por seguirte?

A veces siento, Señor, que no merece la pena,
que es mejor buscar únicamente mi interés
dejar de sentir los problemas de los demás
y vivir la vida alegremente, sin renunciar a nada.
Así lo siento... y no me gusta esta sensación.

Sé qué tú das el ciento o el mil por uno,
incluso el cien por cero o el mil por nada,
que tú pagas sin saber si vas a recibir algo;
pero a veces no lo siento así, Señor,
y te pido que me ayudes a experimentarlo.

Señor, ayúdame a comprender y a sentir
que amar y servir a los demás es un regalo,
que vivir en la verdad es una gracia tuya,
que Tú haces posible mi esfuerzo y mi renuncia,
que seguirte y estar a tu lado es el mejor don,
que somos pobres siervos y sólo hemos hecho lo que debíamos.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Lunes 12 de noviembre

Lunes de la 32ª semana del tiempo ordinario

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 17, 1-6

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.
Tened cuidado.
Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «lo siento» , lo perdonarás.
Los apóstoles le pidieron al Señor: Auméntanos la fe.
El Señor contestó: Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar» , y os obedecería.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. En muchas ocasiones no valoramos las consecuencias de lo que hacemos y decimos en las personas que nos ven y nos oyen. Nuestra vida influye en las personas que nos rodean positiva o negativamente. Por eso, hemos de tener cuidado, especialmente si estamos delante de "pequeños" en edad, en forma de pensar, en dinero...
     "Señor, perdona mi falta de sensibilidad con los hermanos"
     "Dame sabiduría y fuerza para hacer y decir lo que más ayude a los hermanos"

B. ¿Qué hacemos cuando alguien nos ofende? ¿le decimos algo o lo criticamos a su espalda? ¿intentamos corregirle o lo dejamos por imposible a las primeras de cambio? ¿procuramos que mejore o lo mandamos a paseo? Es menos comprometido pensar: "es mayor, ya sabe lo que se hace" que "todos necesitamos que nos ayuden para crecer".
Y cuando le decimos algo ¿cómo lo hacemos? ¿con cariño o con resentimiento? ¿pensando las cosas o a boca-jarro? ¿para desahogarme o para ayudarle?

Señor, no nos dejes caer en el "ojo por ojo" o en el "diente por diente";
no permitas que me deje llevar por la rabia o por los deseos de venganza.
Ayúdame a seguir amando a quién se equivoca, a quien me hace daño;
Dame sabiduría para convertir el dolor en compasión afectiva y efectiva.

Enséñame a rezar por las personas que me han herido con sus palabras y obras;
a corregir sin humillar, por amor, con delicadeza, buscando el bien del otro.

Dame amor para no criticar a la espalda, para corregir a la cara, a solas.
Si no me hace caso, que no me dé por vencido y busque la ayuda de otras personas y de la comunidad.
Y si, ni aún así, no se corrige, dame la paz del que hace todo lo posible para solucionar un problema.

Señor, dame amor para corregir a quién se equivoca
y mucha humildad para dejarme corregir cuando me equivoco yo.

C. Si tuvierais fe... La fe es un don, un regalo, es gratuita. Pero tenemos que abrir de par en par el corazón, la cabeza y las manos para acogerla. Acogemos la fe cuando rezamos, cuando nos formamos para comprender mejor los contenidos que creemos, cuando hacemos lo que Dios nos dice, aunque nos dé miedo

Te he encontrado en muchos sitios, Señor.
He escuchado el latido de tu corazón en la tranquilidad perfecta de los campos,
en el sagrario de una catedral vacía,
en la unidad de mente y corazón de una asamblea de personas que te quieren.
Te he encontrado en el gozo, donde a menudo te busco.

En el dolor, te encuentro siempre,
pues el dolor es como el repique de la campana que me llama a rezar.
Señor, te he encontrado en la terrible magnitud del dolor de los demás.
Te he visto en la sublime aceptación y en la inexplicable alegría de los que sufren.

En cambio, no he logrado encontrarte en mis pequeños males
en mis estúpidos disgustos, en contratiempos insignificantes.
En mi cansancio, he dejado pasar inútilmente tu amor, tu entrega
y la vitalidad gozosa de tu pascua,
que queda sofocada por pensar en mí más que en Ti.

Señor, yo creo. Pero aumenta mi fe.

4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Domingo 11 de noviembre

Domingo de la 32ª semana del t.o. B

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 38-44

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y les decía: ¡Cuidado con los letrados! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.
Esos recibirán una sentencia más rigurosa.
Estando Jesús sentado enfrente del cepillo del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que nadie.
Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

Jesús se fija en las actitudes de las personas. Algunos buscan los primeros puestos en los banquetes, buscan los asientos de honor, que les hagan reverencias por las calles, y devoran los bienes de las viudas con pretexto de largos rezos.
Pedimos perdón porque también vivimos actitudes semejantes. Invocamos al Espíritu para que nos conceda fuerza para superarlas.

Y se fija también en esa pobre viuda, que echó una miseria en el cepillo del templo. Era todo lo que tenía para vivir.

Bendito seas
por tantas personas sencillas y buenas
que viven y caminan con nosotros
haciéndote presente cada día
con rostro amigo de padre y madre.

Bendito seas
por quienes nos aman sinceramente,
y nos ofrecen gratuitamente lo que tienen
y nos abren las puertas de su amistad,
sin juzgarnos ni pedirnos cambiar.

Bendito seas
por las personas que contagian simpatía
y siembran esperanza y serenidad
aún en los momentos de crisis y amargura
que nos asaltan a lo largo de la vida.

Bendito seas
por quienes creen en un mundo nuevo
aquí, ahora, en este tiempo y tierra,
y lo sueñan y no se avergüenzan de ello
y lo empujan para que todos lo vean.

Bendito seas
por quienes aman y lo manifiestan
y no calculan su entrega a los demás,
por quienes infunden ganas de vivir
y comparten hasta lo que necesitan.

Bendito seas
por las personas que destilan gozo y paz
y nos hacen pensar y caminar,
y por las que se entregan y consumen
por hacer felices a los demás.

Bendito seas
por las personas que han sufrido y sufren
y creen que la violencia no abre horizontes,
por quienes tratan de superar la amargura
y no se instalan en las metas conseguidas.

Bendito seas
por quienes hoy se hacen cargo de nosotros
y cargan con nuestros fracasos
y se encargan de que no sucumbamos
en medio de esta crisis y sus ramalazos.

Bendito sea
por tantos y tantos buenos samaritanos
que detienen el viaje de sus negocios
y se paran a nuestro lado a curarnos,
y nos tratan como ciudadanos y hasta hermanos.

Bendito seas
por haber venido a nuestro encuentro
y habernos hecho hijos queridos,
que podemos contar contigo y con tantos hermanos
a pesar de nuestra torpeza y orgullo.

Florentino Ulibarri


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Gracias, Señor, por los pobres que nada tienen y aún reparten,
por las personas que pasan sed y agua nos dan,
por los débiles que a su hermano fortalecen,
por los que sufren y comparten su consuelo,
por los que esperan y contagian su esperanza,
por los que aman aunque el odio les acorrale.

Gracias, Señor,
cuando crece la alegría y nos inunda,
cuando dicen nuestros labios la verdad,
cuando amamos el sentir de los sencillos,
cuando abunda el bien y llena los hogares,
cuando un hombre donde hay guerra pone paz,
cuando hermano le llamamos al extraño.

Gracias, Señor, por estos milagros que suceden cada día,
sin que a veces nos demos cuenta.



4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.

sábado, 10 de noviembre de 2018

Sábado 10 de noviembre

Sábado de la 31ª semana del t.o.

1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".

2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 16, 9-15

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo.
No podéis servir a Dios y al dinero.
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro.
La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.

3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?

A. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar. Nos jugamos nuestra fidelidad a Jesús en las cosas menudas. Para crecer como personas y como cristianos necesitamos cuidar los detalles sencillos, insignificantes, escondidos. A los ojos de los hombres son granos de arena sin importancia, pero a los ojos de Dios son perlas llenas de valor. Que importante es la oración de cada día, el saludo cariñoso a las personas, un gesto de ternura, un apretón de manos, una sonrisa sincera...
     "Señor, ayúdame a ser fiel en las cosas menudas"
     "Gracias Jesús por las cosillas que me hacen feliz"
     "Perdona,  porque valoro demasiado las cosas grandes"

B. No podéis servir a Dios y al dinero. ¿En quién ponemos nuestra confianza, en Dios o en el dinero y en las cosas que podemos comprar con dinero? ¿A quién o a qué dedicamos nuestra vida, nuestro tiempo? Necesitamos el dinero para vivir, pero sería absurdo vivir para tener dinero.
    "Perdona Señor mi apego desmedido al dinero"
     "Ayúdame a amarte a ti sobre todas las cosas"

C. Presumís de arrogantes delante de los hombres, pero Dios os conoce por dentro. Así dice Jesús a los fariseos y al fariseo que todos llevamos dentro. Generalmente nos importa más el aplauso de las personas que el reconocimiento de Dios, cuidamos más la belleza exterior que la interior, nos gusta destacar más nuestras buenas obras que las de los demás. Jesús nos llama a la coherencia, a la humildad, a la verdad.
     "Danos Jesús el regalo de la humildad"
     "Gracias Señor por las personas que me ayudan a ser sencillo"

Me dicen que triunfe a toda costa,
que pise fuerte, sin vacilar jamás,
mostrando siempre dominio
de las situaciones,
de las gentes,
de mí mismo.

Me dicen que escriba mi nombre
con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo,
títulos, rango y riqueza.

Me dicen que me cerciore
de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro,
de dominar el presente,
para así vivir al límite.

Pero llegas tú y te ríes de esos consejos,
y me dices que desde arriba
no se ve a las personas,
que escriba mi nombre
en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida,
en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.

Llegas tú y descolocas mi orden,
y me dices que salte al vacío.
Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.

José María Rodríguez Olaizola, sj



Señor, Tú nos hablas con claridad. No podemos servir a Dios y al dinero. Sin embargo, nuestra sociedad ha establecido una relación equivocada con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. El dinero gobierna y no sirve. El dinero es lo más importante y el ser humano ha quedado reducido a una sola de sus necesidades: el consumo.

El afán de poder y de tener no conoce límites. Los intereses del mercado, divinizado, se convierten en regla absoluta. Todo vale con tal de acrecentar beneficios, aunque millones de personas pasen hambre, aunque se contamine el medio ambiente. Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz.

Señor, danos luz y fuerza para revelarnos ante esta idolatría, para denunciarla y combatirla. Danos fuerza para favorecer una ética que permita crear un equilibrio y un orden social más humano, al servicio de todos. Ilumina a los expertos financieros y a los gobernantes de los países, a fin de que busquen y a trabajen por el bien común. Ayúdanos a todos a socorrer a los pobres, a respetarlos y promocionarlos; a no dejarnos atar por el dinero y a vivir una solidaridad desinteresada y generosa. Amén.

Oración inspirada en Evangelii Gaudium 55-58.


4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.