Sábado de la 22ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6, 1-5
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban
espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos
les preguntaron: "¿Por qué hacéis en sábado lo que no está permitido?"
Jesús les replicó: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y sus
hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes
presentados -que sólo pueden comer los sacerdotes-, comió él y les dio a
sus compañeros". Y añadió: "El Hijo del hombre es señor del sábado".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los fariseos están al acecho. Espían a Jesús y a sus discípulos, para ver de qué los puedes acusar.
Los acusan de incumplimiento de la ley del sábado. Utilizan la ley para
atacar, para condenar. Jesús les explica con un ejemplo el verdadero
sentido de la ley del sábado y de todas las leyes. Las leyes tienen su
sentido, pero están al servicio de las personas. Las personas no pueden
convertirse en esclavas de la ley. Además Él está por encima de
cualquier ley: es señor del sábado.
¿Estamos al acecho de alguna persona? ¿Utilizamos la ley para condenar? Pedimos perdón.
Damos gracias a Jesús que nos libera del peso de la ley.
Señor, Tú nos ofreces tu palabra y tu ley,
para compartir con nosotros tu sabiduría,
para que conducirnos por el camino de bien,
para buscar la concordia y la paz,
para ayudarnos a encontrarnos contigo.
No permitas que utilicemos la ley para condenar,
para someter a las personas más débiles,
para defender los intereses de los poderosos,
para justificar injusticias y atropellos,
para convertirla en un ídolo sin corazón.
Señor, danos sabiduría para comprender tu ley,
confianza para aceptarla como camino de vida
y acierto para mostrarla en positivo a los demás.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.