Jueves de la 28ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 11, 47-54
En aquel tiempo dijo el Señor: "¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos
a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois
testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos
los mataron y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la
sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles: a algunos los
perseguirán y matarán"; y así a esta generación se le pedirá cuenta de
la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde
la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el
santuario.
Si, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de
vosotros, juristas, que os habéis quedado con la llave del saber;
vosotros que no habéis entrado, y habéis cerrado el paso a los que
intentaban entrar!" Al salir de allí, los letrados y fariseos empezaron a
acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para
cogerlo con sus propias palabras.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
La historia ha cambiado poco. A los que mientras vivían amargamos la
vida, después de muertos les dedicamos una calle. Hace falta que una
persona muera para que se le reconozcan sus valores.
“Señor, danos un corazón abierto
para reconocer la bondad de cada persona”
“Enséñanos a acoger a los profetas que nos envías
para hacernos ver nuestros pecados
y enderezar la vida hacia la felicidad”
Los juristas y fariseos tienen la llave del saber, pero ni entran, ni
dejan entrar. En nuestras manos está la posibilidad de vivir la fe y
transmitirla a otros. Y a veces ni la vivimos ni la transmitimos. ¿Cómo
vivimos la fe? ¿Cómo la podemos transmitir? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le
dices?
Señor Jesús, ayúdame a entrar decididamente, por la puerta del
Evangelio. Llevo mucho tiempo siendo cristiano, pero no acabo de pensar
como Tú, sentir como Tú, rezar como Tú, arriesgar como Tú, tratar a los
pobres como Tú, renunciar como Tú, compartir como Tú, entregarme como
Tú... En definitiva, no me atrevo a amar como Tú. Qué tu Espíritu me dé
el empujón que necesito para vencer la pereza y la mediocridad, y entrar
cada día con mayor profundidad en tu Reino.
Ayúdame a ser puente que abra camino. Qué nunca sea muralla que
cierre el paso. Para que muchas personas, algunas muy cerca de mí, que
buscan la fuente de la felicidad y de la alegría, puedan encontrarse
contigo, puedan descubrir y vivir que Tú eres el Camino, la Verdad y la
Vida. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.