Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz)
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos
esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que
tomaron sus lámpara y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas
eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas,
no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas
de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a
todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ‘¡Que llega el
esposo, salid a su encuentro!’. Entonces se despertaron todas aquellas
vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a
las prudentes. ‘Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas’. Pero las prudentes contestaron: ‘Por si acaso no hay bastante
para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo
compréis’.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de
bodas,
y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes,
diciendo: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo
que no os conozco’. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la
hora».
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Santa
Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz): judía de nacimiento,
agnóstica en su juventud, abraza la fe católica ya siendo profesora de
universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas Descalzas y
muere víctima de los nazis en Aushwitz. Canonizada por Juan Pablo II el
11 de Octubre de1998.
Dios hace resonar su llamada, utilizando
muchas mediaciones. Santa Benedicta de la Cruz escuchó la llamada a
salir al encuentro del esposo, a través de sus estudios de filosofía.
"Durante mucho tiempo Edith Stein vivió la experiencia de la búsqueda.
Su mente no se cansó de investigar, ni su corazón de esperar. Recorrió
el camino arduo de la filosofía con ardor apasionado y, al final, fue
premiada: conquistó la verdad; más bien, la Verdad la conquistó. En
efecto, descubrió que la verdad tenía un nombre: Jesucristo, y desde ese
momento el Verbo encarnado fue todo para ella" (San Juan Pablo II)
Compartimos una oración al Espíritu Santo,
compuesta por ella:
¿Quién eres tú, dulce luz, que me llena
e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano maternal
y si te consintieras irte de mí
no sabría como dar un paso más.
Tú eres el espacio
que abraza mi existencia y la sepulta en Ti
lejos de Ti se hunde en el abismo
de la nada, desde donde la elevaste a la luz
Tú, más cerca de mí que yo a mí mismo
y más íntimo que mi más profundo interior
todavía implacable e intangible
y más allá de todo nombre:
¡Espíritu Santo amor eterno!
¿No eres acaso el dulce maná
que del corazón del Hijo
se desborda hacia mi corazón,
el alimento de los ángeles y los santos?
Él, que se elevó a sí mismo de la muerte a la vida,
Él también me ha despertado a una nueva vida
del sueño de muerte.
Y me da una nueva vida día a día
y a veces, su plenitud fluye a través mío
vida de tu vida realmente, Tú mismo:
¡Espíritu Santo, vida eterna!
¿Eres tú el rayo
que destella desde el trono del Juez eterno
e irrumpe en la noche del alma
que nunca se ha conocido a sí misma?
Misericordiosamente, implacable
penetra en todo rebaño escondido
alarmado de verse a sí mismo,
el yo hace espacio para el santo miedo,
el principio de esa sabiduría
que viene de lo alto
y nos ancla firmemente en las alturas.
Tú acción,
que nos crea nuevos:
¡Espíritu Santo, rayo que penetra todas las cosas!
¿Eres tú la plenitud del Espíritu
y el poder por el que el Cordero abrió
los sellos del eterno mandato de Dios?
Conducido por Ti
los mensajeros del juicio recorren el mundo
y separan con una filuda espada
el reino de la luz del reino de la noche
el cielo se renueva y la tierra se renueva
y todo encuentra su lugar.
A través de su aliento:
¡Espíritu Santo, poder victorioso!
¿Eres Tú el maestro que construye la catedral eterna,
que se eleva desde la tierra hasta los cielos?
Animados por Ti, las columnas son erigidas hasta lo alto
y se paran inmóvilmente firmes.
Marcados con el nombre eterno de Dios,
se estiran hacia la luz
sosteniendo el domo
que corona la santa catedral
tu trabajo que circunda el mundo:
¡Espíritu Santo, mano de Dios que moldea!
¿Eres Tú aquel que creó el claro espejo
junto al trono del Todopoderoso
como un mar de cristal
en el que la divinidad amorosamente se completa a sí misma?
Tú te doblas ante el más recto trabajo de tu creación,
y radiantemente tu mirada penetrante
es iluminada en recompensa
y de todas las criaturas, la belleza pura
se junta en una en la amorosa forma
de la Virgen, tu novia inmaculada:
¡Espíritu Santo, Creador de todo!
¿Eres tú la dulce melodía del amor
y de Santa reverencia
que eternamente resuena alrededor del trono trino,
que une a sí misma en el campaneo de todos y cada uno de los seres?
La armonía
que junta a los miembros con la cabeza
en el que cada uno
encuentra el misterioso significado de su bendita existencia
y alegremente ondea hacia delante
libremente disuelto en tu ondear:
¡Espíritu Santo, júbilo eterno!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 9 de agosto de 2024
Viernes, 9 de agosto de 2024. Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
jueves, 8 de agosto de 2024
Jueves, 8 de agosto 2024.Santo Domingo de Guzmán
Santo Domingo de Guzmán
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo llegó Jesús a la región de
Cesarea de Filipo y preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente
que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista,
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. El les
preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". Jesús le
respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del
Reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el
cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y
les mandó a los discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
Desde
entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos
sacerdotes y letrados, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al
tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: "¡No lo
permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte". Jesús se volvió y dijo a
Pedro: "Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas
como los hombres, no como Dios.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Pedro es la imagen de cada uno de nosotros. Podemos tener las palabras
más desafortunadas, después de la respuesta más acertada. Somos capaces
de arriesgar la vida en el monte de los Olivos y negar al maestro en la
ciudad. Y ante esta realidad, tenemos que alejar dos peligros:
- por un lado, dejarnos llevar por la mediocridad. Este camino nos conduciría a una vida cada vez más pobre, menos humana.
- por
otro, castigarnos continuamente cada vez que hacemos una cosa mal. Este
camino nos lleva irremediablemente a la tristeza permanente y nos va
destruyendo.
La actitud más humana y más cristiana es reconocer tanto
lo positivo como lo negativo, dar gracias a Dios por lo primero e
intentar descubrir el camino para superar lo segundo.
¿Cómo te sitúas? ¿Qué le dices a Dios?
Este
evangelio nos da la ocasión de responder la pregunta que Jesús plantea a
los discípulos. Pero no respondamos desde la teoría. ¿Quién ha sido hoy
Jesús para ti? ¿Quién quieres que sea? ¿Cómo puedes avanzar en ese
camino? ¿Qué dices a Dios? Aunque cada uno tenemos que dar nuestra
respuesta personal, quizá nos pueda servir esta oración:
Tú eres, Jesús, la brújula más precisa para encontrar la felicidad.
Tú eres, Jesús, el camino más recto para construir un mundo de hermanos.
Tú eres, Jesús, el amigo más fiel y el esposo más amoroso.
Tú eres, Jesús, el que viene cuando todos se van y el que se queda cuando todos se marchan.
Tú eres, Jesús, el que se enciende cuando todo se apaga, el único que nunca falla.
Tú eres, Jesús, el sol de mis días claros y la estrella de mis días oscuros.
Tú eres, Jesús, el Salvador de mis miedos, de mis pecados, de mis dudas.
Tú eres, Jesús, el cimento sobre el que construyo mi vida y la meta a la que me dirijo.
Tú eres, Jesús, la razón de mi alegría y el fundamento de mi esperanza.
Tú eres, Jesús, mi amor, mi paz, mi Dios, mi Señor.
Contigo iré, Jesús, si Tú me ayudas. Contigo tomaré la cruz que nos conduce a la Vida más grande.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha
miércoles, 7 de agosto de 2024
Miércoles,7 de agosto 2024
Miércoles de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al
país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de
aquellos lugares, se puso a gritarle: "Ten compasión de mí, Señor, Hijo
de David. Mi hija tiene un demonio muy malo". El no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: "Atiéndela, que viene
detrás gritando". El les contestó: "Sólo me han enviado a las ovejas
descarriadas de Israel". Ella los alcanzó y se postró ante él, y le
pidió de rodillas: "Señor, socórreme". El le contestó: "No está bien
echar a los perros el pan de los hijos". Pero ella repuso: "Tienes
razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de
la mesa de los amos". Jesús le respondió: "Mujer, ¡qué grande es tu fe!;
que se cumpla lo que deseas". En aquel momento quedó curada su hija.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Ten compasión de mí, Señor” Es una oración sencilla, pero muy rica. Con
pocas palabras reconocemos nuestra pobreza, expresamos confianza en
Dios y nos preparamos para poder recibir el don de Dios. ¡Que bien nos
haría repetir muchas veces esta oración!
Jesús pone a prueba la
fe de aquella mujer. Primero se calla y después contesta con dureza: “No
está bien echar a los perros el pan de los hijos”. Pero la fe de la
mujer se crece ante la aparente frialdad del Maestro. AL final, Jesús la
premia con un piropo: “Mujer, que grande es tu fe” y con la curación de
su hija.
La fe crece en el silencio de Dios y madura cuando
parece que Él sólo se acuerda de nosotros para maldecirnos. Por eso el
silencio y la cruz también pueden ser don de Dios, bendición de Dios.
Cuando pasan estos “malos-buenos” momentos nos damos cuenta de Dios
también muestra su amor en el silencio y el dolor.
¿Cuál es tu experiencia? ¿Qué dices a Dios?
Era mujer, extranjera,
y madre sufriente
viendo cómo estaba lo que más quería,
la hija nacida de sus entrañas.
El evangelista nos narra,
sin eufemismos ni edulcorantes,
su encuentro contigo
cuando saliste de las fronteras patrias.
Su lectura siempre me intriga y sorprende,
y me deja con la sensación de no entender nada.
Mas no quiero que me lo expliquen,
ni que me lo maticen,
ni que me lo contextualicen
poniéndote aureola de luces, Señor.
La escena perdería su encanto,
y no rompería nuestros esquemas
respecto a lo divino y a lo humano.
Así, tal como nos la han transmitido,
suena a escándalo,
pero quizá sólo así sea manantial de gracia
y un gran regalo.
Porque, ¿qué es, sino gracia,
lo que esa madre cananea
nos enseña con su actitud y fe?
¿Qué es, sino gracia,
ver cómo podemos influirte?
¿Qué es, sino gracia,
descubrir la fuerza de nuestra oración?
¿Qué es, sino gracia
constatar cómo tú cambias
ante nuestra testaruda insistencia?
¿Qué es, sino gracia,
percibir que nunca están las puertas
de tu corazón cerradas?
¿Qué es, sino gracia,
terminar siendo tratados como hijos
aunque seamos extranjeros?
¿Qué es, sino gracia,
Saber que hasta los "perrillos"
tienen alimento y derecho en casa?
¡Que no me cambien ni expliquen este evangelio!
Quiero sentir el escándalo
de tu propio proceso divino y humano.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 6 de agosto de 2024
Martes, 6 de agosto de 2024. Transfiguración del Señor
Transfiguración del Señor B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con
ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro ¡Qué bien se
está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y
otra para Elías.
Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que
habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los
muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Camino de Jerusalén, Jesús va preparando a sus discípulos, les advierte
repetidamente que va a ser arrestado y crucificado, para resucitar al
tercer día. Ante el panorama que describe Jesús, los discípulos se
entristecen. En este contexto tiene lugar la transfiguración. Es una
experiencia que marcará sus vidas. La transfiguración no anula la cruz y
la muerte cercanas, pero ayudará a los discípulos a vivirlas con más
esperanza.
El Señor está atento a cada uno de nosotros. Y cuando ve que nuestra fe
flaquea también nos regala experiencias de transfiguración: en la
celebración de la Eucaristía, en un momento de oración, en la
conversación con un buen amigo, de la manera más insospechada. Damos
gracias a Dios por todas esas experiencias a través de las cuales Dios
levanta nuestra esperanza y nos ayuda a asumir las cruces de cada día.
Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas. Amén.
-----------------
Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura primaveral,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña,
te habla,
te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha...
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor
que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme
y sin temor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 5 de agosto de 2024
Lunes, 5 de agosto de 2024
Lunes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista,
se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo
la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los
enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que
vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace
falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí
no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco
panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición,
partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los
dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron
doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin
contar mujeres y niños.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se quiere alejarse de la gente en barca a un sitio tranquilo y
apartado. Pero tiene que cambiar sus planes, porque lo siguieron por
tierra desde los pueblos.
Cuando nos proyectamos un plan, normalmente nos cuesta cambiarlo, sobre todo si reduce nuestra tranquilidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús vio a la gente, sintió lástima y actuó. Sin embargo, en muchas
ocasiones no queremos ver la necesidad de la gente, no queremos
enterarnos del sufrimiento de muchas personas. Y cuando vemos y sentimos
lástima, no damos el paso siguiente: la acción, el compromiso. Nos
parece que no podemos hacer nada. Y nos guardamos nuestros cinco panes y
nuestros dos peces.
¿Te detienes a mirar, a descubrir el dolor de las personas?
¿Te dejas conmover?
¿Tu compasión es activa o se contenta con el lamento?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tu poder multiplica la eficacia de la humanidad
y crece cada día en nuestras manos
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: -Llenadla de pan.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: - Construid la paz.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: - Es tiempo de crear.
Escucha a esta hora el rumor del trabajo
con que tantas personas se afanan en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
Por los siglos. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 4 de agosto de 2024
Domingo, 4 de agosto 2024
Domingo de la 18ª semana del t.o.B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 6,24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos
estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al
encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: —«Maestro,
¿cuándo has venido aquí?»
Jesús les contestó: —«Os lo aseguro, me
buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta
saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento
que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues
a éste lo ha sellado el Padre, Dios.»
Ellos le preguntaron: —«Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?»
Respondió Jesús: —«La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.»
Le
replicaron: —«¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti?
¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como
está escrito: "Les dio a comer pan del cielo.”»
Jesús les replicó:
—«Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios
es el que baja del cielo y da vida al mundo.»
Entonces le dijeron: —«Señor, danos siempre de este pan.»
Jesús les contestó: —«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A Jesús le sigue mucha gente, pero muchos lo hacen por el pan que comieron, por interés. ¿Por qué sigo yo a Jesús?
Ayúdame a clarificar mis intenciones.
purifica mis sentimientos,
santifica mis pensamientos
y bendice mis esfuerzos,
para que todo en mi vida
sea de acuerdo a tu voluntad.
Tengo tantos deseos contradictorios...
Me preocupo por cosas
que ni importan ni son duraderas.
Pero sé que si te entrego mi corazón
haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.
En todo lo que hoy soy,
en todo lo que intente hacer,
en mis encuentros, reflexiones,
incluso en las frustraciones y fallos,
y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello,
haz que ponga mi vida en tus manos.
Señor, soy todo tuyo.
Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.
Jesús
hizo muchos signos delante de los judíos, pero ellos no se cansan de
pedir señales, pruebas... Nosotros también pedimos pruebas para creer.
La mejor prueba es Él mismo. Si te acercas a Él, serás más libre,
crecerá tu esperanza, tu ilusión... ¿Qué dices a Dios?
Moisés
alimentó a los israelitas, pero el que verdaderamente dio el pan fue
Dios. Muchas personas nos ofrecen su ayuda, su palabra, su aliento. A
través de esas personas Dios mismo nos socorre, nos habla, nos anima...
“Señor, tú eres el origen de todo bien. Gracias”
“Haznos instrumentos de tu amor en el mundo”
Todo
lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios. Todo es gracia. Y entre
todas las gracias hay una especial, que destaca por encima de otras:
Jesucristo. Jesucristo es Dios mismo, que se nos da como pan para saciar
nuestra hambre.
“No sólo nos das cosas, Señor, Tú mismo te nos entregas. Gracias”
“Ensancha nuestra generosidad, ayúdanos a entregar la vida”
“Perdona nuestra falta de gratitud y de generosidad”
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega...
y Tú nos dices: Yo soy el pan de Vida, Tomad y comed gratis.
La oración en un banquete, la Eucaristía es una fiesta;
servir a los pobres y trabajar en tu viña, un regalo increíble.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha
sábado, 3 de agosto de 2024
Sábado, 3 de agosto 2024
Sábado de la 17ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo
a sus ayudantes: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los
muertos, y por eso los Poderes actúan en él". Es que Herodes había
mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por
motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que
no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo
miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de
todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella,
instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la
cabeza de Juan Bautista". El rey lo sintió; pero, por el juramento y los
invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la
cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y
ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Frente al “cada uno que haga lo que quiera”, Juan Bautista denuncia el
pecado: Herodes estaba conviviendo con Herodías, esposa de su hermano
Felipe. Y el profeta no se calla, aunque sea peligroso para él. Un
pecado grave no sólo hace daño a los que lo cometen, perjudica a toda la
comunidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Herodías tenía a Juan entre ceja y ceja. Aprovecharía cualquier ocasión
para acabar con él. ¿No hacemos a veces nosotros cosas semejantes? Si
alguien nos dice algo que nos sienta mal, aunque sea verdad, nos duele y
a veces esperamos la ocasión para vengarnos.
Herodes jura un despropósito y después no es capaz de rectificar, por
miedo a quedar mal. ¡Cuantas veces somos esclavos de nuestros errores!
Pedimos perdón y fuerza para superarnos.
Damos gracias por saber perdonar y rectificar.
Señor,
enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el amor a
los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva la lucha
por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos viene
cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.
Estas cruces nos
resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en
nosotros mismos, cuando somos testarudos, egoístas y nos dejamos llevar
por la envidia o el rencor.
Señor, danos sabiduría para tener
siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más
humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean. En cambio, el
sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil.
Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha