Santa Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz)
 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado", 
     "Ayúdame a sentir tu cercanía", 
     "Quiero estar contigo, Jesús". 
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámpara y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ‘¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!’. Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes. ‘Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas’. Pero las prudentes contestaron: ‘Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis’.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de
bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Santa
 Edith Stein (Teresa Benedicta de la Cruz): judía de nacimiento, 
agnóstica en su juventud, abraza la fe católica ya siendo profesora de 
universidad y reconocida filósofa. Entra en las Carmelitas Descalzas y 
muere víctima de los nazis en Aushwitz. Canonizada por Juan Pablo II el 
11 de Octubre de1998.
Dios hace resonar su llamada, utilizando muchas mediaciones. Santa Benedicta de la Cruz escuchó la llamada a salir al encuentro del esposo, a través de sus estudios de filosofía. "Durante mucho tiempo Edith Stein vivió la experiencia de la búsqueda. Su mente no se cansó de investigar, ni su corazón de esperar. Recorrió el camino arduo de la filosofía con ardor apasionado y, al final, fue premiada: conquistó la verdad; más bien, la Verdad la conquistó. En efecto, descubrió que la verdad tenía un nombre: Jesucristo, y desde ese momento el Verbo encarnado fue todo para ella" (San Juan Pablo II)
Compartimos una oración al Espíritu Santo, 
compuesta por ella:
¿Quién eres tú, dulce luz, que me llena
e ilumina la oscuridad de mi corazón?
Me conduces como una mano maternal
y si te consintieras irte de mí
no sabría como dar un paso más.
Tú eres el espacio
que abraza mi existencia y la sepulta en Ti
lejos de Ti se hunde en el abismo
de la nada, desde donde la elevaste a la luz
Tú, más cerca de mí que yo a mí mismo
y más íntimo que mi más profundo interior
todavía implacable e intangible
y más allá de todo nombre:
¡Espíritu Santo amor eterno!
¿No eres acaso el dulce maná
que del corazón del Hijo
se desborda hacia mi corazón,
el alimento de los ángeles y los santos?
Él, que se elevó a sí mismo de la muerte a la vida,
Él también me ha despertado a una nueva vida
del sueño de muerte.
Y me da una nueva vida día a día
y a veces, su plenitud fluye a través mío
vida de tu vida realmente, Tú mismo:
¡Espíritu Santo, vida eterna!
¿Eres tú el rayo
que destella desde el trono del Juez eterno
e irrumpe en la noche del alma
que nunca se ha conocido a sí misma?
Misericordiosamente, implacable
penetra en todo rebaño escondido
alarmado de verse a sí mismo,
el yo hace espacio para el santo miedo,
el principio de esa sabiduría
que viene de lo alto
y nos ancla firmemente en las alturas.
Tú acción,
que nos crea nuevos:
¡Espíritu Santo, rayo que penetra todas las cosas!
¿Eres tú la plenitud del Espíritu
y el poder por el que el Cordero abrió
los sellos del eterno mandato de Dios?
Conducido por Ti
los mensajeros del juicio recorren el mundo
y separan con una filuda espada
el reino de la luz del reino de la noche
el cielo se renueva y la tierra se renueva
y todo encuentra su lugar.
A través de su aliento:
¡Espíritu Santo, poder victorioso!
¿Eres Tú el maestro que construye la catedral eterna,
que se eleva desde la tierra hasta los cielos?
Animados por Ti, las columnas son erigidas hasta lo alto
y se paran inmóvilmente firmes.
Marcados con el nombre eterno de Dios,
se estiran hacia la luz
sosteniendo el domo
que corona la santa catedral
tu trabajo que circunda el mundo:
¡Espíritu Santo, mano de Dios que moldea!
¿Eres Tú aquel que creó el claro espejo
junto al trono del Todopoderoso
como un mar de cristal
en el que la divinidad amorosamente se completa a sí misma?
Tú te doblas ante el más recto trabajo de tu creación,
y radiantemente tu mirada penetrante
es iluminada en recompensa
y de todas las criaturas, la belleza pura
se junta en una en la amorosa forma
de la Virgen, tu novia inmaculada:
¡Espíritu Santo, Creador de todo!
¿Eres tú la dulce melodía del amor
y de Santa reverencia
que eternamente resuena alrededor del trono trino,
que une a sí misma en el campaneo de todos y cada uno de los seres?
La armonía
que junta a los miembros con la cabeza
en el que cada uno
encuentra el misterioso significado de su bendita existencia
y alegremente ondea hacia delante
libremente disuelto en tu ondear:
¡Espíritu Santo, júbilo eterno!
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 9 de agosto de 2023
Miércoles, 9 de agosto de 2023. Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
martes, 8 de agosto de 2023
Martes 8 de agosto de 2023. Santo Domingo de Guzmán
Martes de la 18ª semana del t.o.
 1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado", 
     "Ayúdame a sentir tu cercanía", 
     "Quiero estar contigo, Jesús". 
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 22-36
Después que sació la gente, Jesús apremió a 
sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra 
orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la 
gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí 
solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por 
las olas, porque el viento les era contrario.
De madrugada se les 
acercó Jesús andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre
 el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un 
fantasma. Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! 
Pedro le contestó: "Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre
 el agua". El le dijo: "Ven". Pedro bajó de la barca y echó a andar 
sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento,
 le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Señor, sálvame". En seguida
 Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: "¡Qué poca fe! ¿Por qué 
has dudado?
En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de 
la barca se postraron ante él diciendo: "Realmente eres Hijo de Dios". 
Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de 
aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda 
aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían 
tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron 
curados.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida? 
La experiencia de muchos cristianos es que rezamos poco y a 
regañadientes. El Evangelio, sin embargo, nos cuenta como Jesús deja a 
la gente y a los discípulos y marcha a la montaña a orar, desde la noche
El
 mar es símbolo de peligro. Jesús anda sobre el mar, está por encima de 
cualquier inseguridad. Y nosotros, con la fuerza del Espíritu, podemos 
andar con firmeza sobre el mar de la vida. Y si en algún momento falla 
nuestra fe, pidamos ayuda al Señor y agarremos su mano tendida para 
poder seguir caminando.
            “Señor, dame seguridad para avanzar en medio del mar del mundo”
            “Gracias por la fuerza de tu Espíritu”
            “Perdona y cura nuestra falta de fe”
            “Dame humildad para pedirte ayuda y agarrar tu mano”
Con tanta protección,
con tanta garantía,
con tanto amparo,
con tanta defensa,
con tanta muralla,
con tanto derecho,
con tanto seguro,
con tanto capricho...
estamos mal acostumbrados
a bregar por el mar de la vida.
Y cualquier imprevisto,
aún el más trivial y anodino,
–la incertidumbre ante el futuro,
el presentimiento de algo nuevo,
la posibilidad de un cambio,
el miedo a lo desconocido,
un dolor fortuito,
la presencia de extranjeros,
la sospecha de nada concreto...–
nos paraliza o produce recelo.
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Días hay, es cierto,
en que se nos nubla el cielo
y se pone negro el horizonte.
Los reveses de la vida,
los caprichos de la suerte,
los avatares del destino,
la rueda de la fortuna
o los designios de la providencia, ¡qué sé yo!,
son rayos y truenos ,
y tiemblan nuestros corazones.
El auténtico marinero
se crece en la fuerte marejada,
mientras tierra adentro
hay quien se ahoga en un vaso de agua.
Los chaparrones, por fuertes que sean,
sólo duran horas, nunca semanas;
después viene la calma.
a veces es necesario que diluvie,
pues si no, ¿quién nos quitará tanta costra?,
¿quién nos arrancará las entretelas del alma?
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Hay épocas que llueve a cántaros,
y la fuerza del viento huracanado
puede arrastrarnos al desastre:
en unos minutos de inclemencia
destruir la obra laboriosa y paciente
de muchos años de vida y entrega.
Y, entonces, nos tambaleamos,
desconfiamos y andamos a la deriva,
perplejos y angustiados.
¡Señor, sálvanos!
Y tú nos dices:
¿Por qué teméis, hombres de poca fe?
Sólo es una tormenta de verano.
Florentino Ulibarri
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Confieso que me decepciona
el rumbo de la Iglesia,
Y tras la decepción, ¿qué?
¿Arrancar la cizaña?
¿Cambiar de levadura y masa?
¿Sembrar semilla más llamativa?
¿Tirar la toalla?
¿Bajarse de la barca?
¿Quedarse en la orilla?
¿Hacer caso a los cantos de sirena?
¿Desgranar agravios y penas?
¿Sentirse mártir de la causa?
¿Buscar responsables de las fechorías?
¿Aceptar que es ley de vida?
¿Renunciar a la utopía?
¿Cantar baladas de recogida?
¡Pues, no! Tras la decepción...
¡la indignación!
Más esperanza y utopía;
más riesgo y osadía;
más entrega y carne viva;
más comprensión y buena noticia;
más fe y justicia;
más fortaleza, ternura y vida;
más sacrificio y alegría...
aunque sea preciso
ocupar la calle
y pasar noches en vela,
o pegarse un chapuzón,
o volver a la alfarería,
o arreglar la barca,
o ajustar la dirección,
o cambiar de piel,
y hasta la imagen del Dios que nos guía.
¡Mi Dios amigo
y Señor de tanta travesía!
Florentino Ulibarri (adaptación)
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 7 de agosto de 2023
Lunes, 7 de agosto de 2023
Lunes de la 18ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 13-21
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, El Bautista, 
se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo 
la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los 
enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: 
Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que 
vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: No hace 
falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: Si aquí
 no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: Traédmelos."
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco 
panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, 
partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los 
dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron 
doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin 
contar mujeres y niños.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús se quiere alejarse de la gente en barca a un sitio tranquilo y 
apartado. Pero tiene que cambiar sus planes, porque lo siguieron por 
tierra desde los pueblos.
Cuando nos proyectamos un plan, normalmente nos cuesta cambiarlo, sobre todo si reduce nuestra tranquilidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Jesús vio a la gente, sintió lástima y actuó. Sin embargo, en muchas 
ocasiones no queremos ver la necesidad de la gente, no queremos 
enterarnos del sufrimiento de muchas personas. Y cuando vemos y sentimos
 lástima, no damos el paso siguiente: la acción, el compromiso. Nos 
parece que no podemos hacer nada. Y nos guardamos nuestros cinco panes y
 nuestros dos peces.
¿Te detienes a mirar, a descubrir el dolor de las personas?
¿Te dejas conmover?
¿Tu compasión es activa o se contenta con el lamento?
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Tu poder multiplica la eficacia de la humanidad
y crece cada día en nuestras manos
la obra de tus manos.
Nos señalaste un trozo de la viña
y nos dijiste: -Venid y trabajad.
Nos mostraste una mesa vacía
y nos dijiste: -Llenadla de pan.
Nos presentaste un campo de batalla
y nos dijiste: - Construid la paz.
Nos sacaste al desierto con el alba
y nos dijiste: -Levantad la ciudad.
Pusiste una herramienta en nuestras manos
y nos dijiste: - Es tiempo de crear.
Escucha a esta hora el rumor del trabajo
con que tantas personas se afanan en tu heredad.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo
Por los siglos. Amén.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 6 de agosto de 2023
Domingo, 6 de agosto de 2023. Transfiguración del Señor.
 Transfiguración del Señor
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 17,1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano 
Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de
 ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se 
volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías 
conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: 
"Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para 
ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba hablando cuando 
una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube 
decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo." Al oírlo,
 los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y,
 tocándolos, les dijo: "Levantaos, no temáis." Al alzar los ojos, no 
vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, 
Jesús les mandó: "No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del 
hombre resucite de entre los muertos."
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Camino de Jerusalén, Jesús va preparando a sus discípulos, les advierte 
repetidamente que va a ser arrestado y crucificado, para resucitar al 
tercer día. Ante el panorama que describe Jesús, los discípulos se 
entristecen. En este contexto tiene lugar la transfiguración. Es una 
experiencia que marcará sus vidas. La transfiguración no anula la cruz y
 la muerte cercanas, pero ayudará a los discípulos a vivirlas con más 
esperanza.
El Señor está atento a cada uno de nosotros. Y cuando ve que nuestra fe 
flaquea también nos regala experiencias de transfiguración: en la 
celebración de la Eucaristía, en un momento de oración, en la 
conversación con un buen amigo, de la manera más insospechada. Damos 
gracias a Dios por todas esas experiencias a través de las cuales Dios 
levanta nuestra esperanza y nos ayuda a asumir las cruces de cada día.
Señor, te damos gracias porque nos miras con amor,
conoces nuestras debilidades y malos momentos,
y nos ofreces siempre la luz de la esperanza.
Ilumina, Señor, nuestras tinieblas,
Tú, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura.
Te pedimos por los cristianos que sufren:
para que, en medio de las dificultades del mundo,
vivan transfigurados por la esperanza de tu victoria.
Te pedimos por todas las personas que sufren,
para que a nadie le falte, Señor, la luz de la esperanza.
Gracias, Señor, por todas las personas,
por todos los momentos y lugares,
por todas las oraciones y celebraciones
que transfiguran nuestro corazón y nuestro rostro,
que nos devuelven la esperanza y la paz,
que dificultades y pecados nos quitan.
Señor, que también nosotros estemos atentos
para descubrir a todas las personas desanimadas,
para compartir con ellas el amor y la esperanza
que cada día Tú nos ofreces a manos llenas. Amén.
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Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura primaveral,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña,
te habla,
te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha...
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor
que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme
y sin temor.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 5 de agosto de 2023
Sábado, 5 de agosto de 2023
 Sábado de la 17ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 14, 1-12
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo
 a sus ayudantes: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los 
muertos, y por eso los Poderes actúan en él". Es que Herodes había 
mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por 
motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que
 no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo
 miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de 
todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, 
instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la 
cabeza de Juan Bautista". El rey lo sintió; pero, por el juramento y los
 invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la 
cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y
 ella se la llevó a su madre.
Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Frente al “cada uno que haga lo que quiera”, Juan Bautista denuncia el 
pecado: Herodes estaba conviviendo con Herodías, esposa de su hermano 
Felipe. Y el profeta no se calla, aunque sea peligroso para él. Un 
pecado grave no sólo hace daño a los que lo cometen, perjudica a toda la
 comunidad.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Herodías tenía a Juan entre ceja y ceja. Aprovecharía cualquier ocasión 
para acabar con él. ¿No hacemos a veces nosotros cosas semejantes? Si 
alguien nos dice algo que nos sienta mal, aunque sea verdad, nos duele y
 a veces esperamos la ocasión para vengarnos.
Herodes jura un despropósito y después no es capaz de rectificar, por 
miedo a quedar mal. ¡Cuantas veces somos esclavos de nuestros errores!
Pedimos perdón y fuerza para superarnos.
Damos gracias por saber perdonar y rectificar.
Señor, enséñanos a encajar la cruz de cada día; la cruz que exige el
 amor a los que más sufren y a todas las personas; la cruz que conlleva 
la lucha por la verdad, por la justicia, por la paz; la cruz que nos 
viene cuando somos fieles a Ti y a tu Evangelio.
Estas cruces nos
 resultan pesadas, Señor, pero sufrimos más cuando nos encerramos en 
nosotros mismos, cuando somos testarudos, egoístas y nos dejamos llevar 
por la envidia o el rencor.
Señor, danos sabiduría para tener 
siempre presente que la cruz por amor merece la pena, nos hace más 
humanos, nos acerca a Ti y da vida a cuantos nos rodean. En cambio, el 
sufrimiento que nos trae el pecado es más grande y enteramente inútil.
Señor, enséñame a sufrir como tú y contigo.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 4 de agosto de 2023
Viernes, 4 de agosto de 2023
 Viernes de la 17ª semana de tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la 
sinagoga. La gente decía admirada: "¿De dónde saca éste esa sabiduría y 
esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y 
sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus 
hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?".Y aquello les resultaba 
escandaloso.
Jesús les dijo: "Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta". Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es rechazado como profeta en su propia tierra, entre los más 
próximos. ¿Cómo recibimos nosotros a los profetas? ¿Cómo recibimos a los
 profetas de nuestra tierra, de nuestra familia, de nuestro lugar de 
trabajo?
            “Enséñanos a reconocer tu voz en las personas más cercanas”
            “Que sepamos acoger la verdad, venga de donde venga”
Si tratamos de decir la verdad, si denunciamos las injusticias, si 
anunciamos el Evangelio, recibiremos el mismo trato que recibió Jesús en
 su pueblo. ¿Estamos dispuestos?
            “Danos un Espíritu fuerte para ser fieles,
             para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes,
             aunque no se entienda, aunque nos critiquen.
             Gracias por las personas que son capaces de dar la vida
             en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal”
¿No es el hijo del carpintero? Nos cuesta descubrir a Dios en las personas con las que convivimos, en los acontecimientos sencillos de cada día.
Señor, a veces te buscamos sólo en momentos extraordinarios,
y en personas famosas que apenas conocemos…
Abre nuestra mente y nuestra mirada,
para que descubramos tu presencia en lo cotidiano,
en las personas que sonríen a nuestro paso,
en aquellas que trabajan por los demás,
en quienes han cerrado su corazón al rencor,
en los pobres que son capaces de compartir,
en esa compañera pendiente de mi estado de ánimo,
en ese vecino que comparte su pastel de cumpleaños,
en ese rayo postrero que tiñe la tarde de añil, 
en esa montaña que nos habla de tu grandeza,
en esa pequeña flor en la que se refleja tu belleza,
en mis deseos de ayudar, de servir, de amar…
Abre nuestra mente y nuestra mirada, Señor.
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La fe es abandonarse total y confiadamente en manos de Dios, sin esperar a verlo todo claro.
Auméntanos la fe.
La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios. Saber, aceptar y reconocer la propia pequeñez.
Auméntanos la fe.
La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos de Amigo.
Auméntanos la fe.
La fe es poner a Dios como único absoluto de la propia vida.         
Auméntanos la fe.
La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al "norte", de cara a la felicidad y la justicia, de cara a Dios.
Auméntanos la fe.
La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios, que busca siempre nuestro bien y felicidad.
Auméntanos la fe.
La fe es atreverse cada día a tocar a Dios, seguros de que Él nos dará su fuerza.
Auméntanos la fe.
La fe es poner en manos de Dios los problemas de las personas que 
amamos y, a la vez, ponerse manos a la obra para solucionarlos.
Auméntanos la fe.
La fe es aceptar a Dios como respuesta, no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes del ser humano.
Auméntanos la fe.
La fe es soñar despierto, arriesgar la vida, vivir en un sano 
inconformismo; es saber amar y esperar que es posible lo imposible.
Auméntanos la fe.
Fe es creer en la fuerza del débil, en el poder transformador de la oración, en la “eficacia” de la acción que sólo Dios ve.
Auméntanos la fe.
La fe es la llave que abre nuestro corazón para que Dios pueda 
curarlo y trasformarlo, llenarlo de de alegría, de compasión y de amor.
Auméntanos la fe.
Fe es esperar que después de cada noche amanece un nuevo día; que tras la muerte nos una Vida Nueva.
Auméntanos la fe.
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 3 de agosto de 2023
Jueves, 3 de agosto de 2023
 Jueves de la 17ª semana del t.o.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
     "Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
     "Ayúdame a sentir tu cercanía",
     "Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San San Mateo 13, 47‑53
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y 
recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla,
 se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a 
los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el 
llanto y el rechinar de dientes.
—¿Entendéis bien todo esto?
Ellos le contestaron:
—Sí.
El les dijo:
—Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un 
padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.
Cuando acabó estas parábolas, partió de allí.
3. Reflexiono y rezo. Respondo. 
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos anuncia una buena noticia, una noticia cargada de esperanza 
para todos los hombres, pero también nos advierte de las consecuencias 
de una existencia vivida desde el egoísmo, desde la mentira, desde el 
pecado. Si vivimos así, sufriremos el horno encendido del sinsentido, de
 la desesperanza, de la tristeza...
Dices que soy manantial y no vienes a beber.
Dices que soy vino gran reserva y no te embriagas.
Dices que soy suave brisa y no abres tus ventanas.
Dices que soy luz y sigues entre tinieblas.
Dices que soy aceite perfumado y no te unges.
Dices que soy música y no te oigo cantar.
Dices que soy fuego y sigues con frío.
Dices que soy fuerza divina y estás muy débil.
Dices que soy abogado y no me dejas defenderte.
Dices que soy consolador y no me cuentas tus penas.
Dices que soy don y no me abres tus manos.
Dices que soy paz y no escuchas el son de mi flauta.
Dices que soy viento recio y sigues sin moverte.
Dices que soy defensor de los pobres y tú te apartas de ellos.
Dices que soy libertad y no me dejas que te empuje.
Dices que soy océano y no quieres sumergirte.
Dices que soy amor y no me dejas amarte.
Dices que soy testigo y no me preguntas.
Dices que soy sabiduría y no quieres aprender.
Dices que soy seductor y no te dejas seducir.
Dices que soy médico y no me llamas para curarte.
Dices que soy huésped y no quieres que entre.
Dices que soy fresca sombra y no te cobijas bajo mis alas.
Dices que soy fruto y no me pruebas.
Florentino Ulibarri
Un letrado que acoge el mensaje de Jesús, no desprecia todo lo anterior,
 ni se refugia en el pasado, temiendo cualquier novedad. Pidamos a Dios 
que en nuestros pueblos, en nuestras familias y en nuestra propia vida, 
llevemos adelante esta filosofía: valorar el pasado crítica y 
agradecidamente y afrontar la novedad del futuro con confianza y 
prudencia.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
4. Termino la oración   
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
     Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
     Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
 
