1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 5, 31‑47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro
que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la
verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto
es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y
brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que
el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de
mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis
escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en
vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues
ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener
vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el
amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no
buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a
acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis
vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de
mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a
mis palabras?»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Ni siquiera Jesús, el Hijo de Dios, da testimonio de sí mismo. Jesús da
testimonio del Padre, realiza las obras del Padre. La Iglesia tampoco
debe dar testimonio de sí misma. Los cristianos tampoco debemos dar
testimonio de nosotros mismos. Nuestras palabras y nuestras vidas tienen
que dar testimonio del amor, de la ternura, de la fuerza de Dios. Lo
que dices y lo que haces ¿es para manifestar la gloria de Dios, o para
exhibir tus capacidades, buscando el reconocimiento de los demás? ¿Qué
te dice Dios? ¿Qué le dices?
A tiempo y a destiempo,
en cualquier lugar,
a cualquier hora,
con el viento de espalda
o un huracán a la contra;
alegre o afligido,
sereno o exaltado,
descansado o exhausto,
lleva el Amor por bandera.
No cejes en el intento
de compartir la justicia.
No acomodes la Palabra
en nombre de la prudencia,
no adulteres la esperanza,
proclama la Vida plena
de quien con su voz nos llama
y con su historia nos llena.
No niegues que eres apóstol,
no olvides que eres profeta,
portador de una noticia
que ha de atravesar la guerra,
que ha de romper las paredes
y ha de fecundar la tierra.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
Sabemos que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Sabemos que Él
es Enviado por el Padre para traernos la paz. Sin embargo, no acabamos
ir a Él con decisión, nuestra fe en Él es débil, no lo recibimos en lo
más profundo de nuestro corazón. ¿Qué podríamos hacer para seguirle con
radicalidad? ¿Qué le dices a Dios? ¿Qué le dices?
Porque Tú lo has querido
estoy aquí, Señor. En Tu nombre.
No he venido yo; me has absorbido
en la espiral de amor,
que eres con todos.
Nadie puede arrimarse a Ti
sin que entero lo abraces,
lo hagas Tuyo.
Sin robarle nada,
dándole todo.
Del suelo a la cabeza
soy regalo tuyo,
espíritu que vuela
y cuerpo que lo apresa.
No puedes ya
salirte de este mundo.
Me inundaste
Y, empapado de Ti, te voy sembrando,
y al tiempo que me siembro,
como grano de trigo,
en mis hermanos.
No quiero quedar solo.
Tu rostro buscaré, Señor.
Hasta decirte ¡Padre!
Pero sólo te encuentro, cuando,
a todo lo que mana de Ti
le digo: ¡hermano!
Ignacio Iglesias, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 3 de abril de 2025
Jueves, 3 de Abril de 2025
miércoles, 2 de abril de 2025
Miércoles, 2 de abril2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 5,17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Mi Padre sigue actuando, y yo
también actúo." Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque
no sólo abolía el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo,
haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les dijo: "Os lo
aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea hacer al
Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre
ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras
mayores que ésta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también
el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie, sino
que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren al
Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que
lo envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me
envió posee la vida eterna y no se le llamará a juicio, porque ha pasado
ya de la muerte a la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está
aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan
oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la vida, así ha dado
también al Hijo el disponer de la vida. Y le ha dado potestad de
juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda, porque viene la
hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan
hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el
mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo;
según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos revela en estas líneas su profunda relación de amor con el
Padre. Amor que lo va configurando con el Padre y que es el motor de
toda su vida y de toda su acción.
En Jesús, nosotros hemos sido hechos hijos del Padre. Por
medio de la adhesión a Jesús y de la Fe en Dios, ya tenemos vida eterna,
hemos pasado ya de la muerte a la vida.
La confianza en el Padre, el sentirnos amados por el, nos
lleva como a Jesús a dejarnos guiar por el Espíritu, a no hacer nada por
nuestra cuenta, a no cesar de trabajar en la construcción del Reino.
¿Me siento cansado, desanimado de trabajar sin ver los
frutos? ¿intento buscar atajos, hacer las cosas por mi cuenta sin fiarme
del Padre?
Es el momento, Señor, de orientar mi vida;
es la hora de dar rumbo a mi existencia.
Estoy a punto para descubrir un nuevo camino.
No me sirve, Señor, vivir en eterna encrucijada.
Estoy ante ti abierto como la playa al mar;
estoy en busca de tus pasos, de tus huellas;
quiero hacer realidad lo que tú has soñado para mí..
Aquí estoy, Señor, como Saulo en el camino de Damasco:
y te digo sin rodeos: Señor ¿qué quieres que haga?
Aquí estoy, Señor, como Samuel en la noche
y te digo: Habla, que tu siervo escucha.
Aquí estoy, Señor, como María cuando era joven
y te digo: He aquí la esclava; que haga según tu Palabra.
Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué me pides?
Señor, ¿cuál es el plan del Padre para mi vida?
Señor, ¿cuál es el proyecto que quieres que realice?
Señor, ¿a qué me llamas? ¿Por dónde quieres que camine?
Señor, ¿cómo estar seguro de tus caminos en la vida?
Señor, ¿cómo sé yo que es eso lo que deseas de mi y no otra cosa?
Señor, ¿seré capaz de ser fiel a la llamada que tu me haces?
Señor, ¿y si me equivoco y tengo que volver atrás?
Señor, ¿Cómo comprometerme si no estoy plenamente seguro?
Preguntas, Señor, siempre preguntas. ¿Cómo saldré de la duda?
Yo quiero tener claro cada paso del camino.
Soy calculador, Señor, y no me gusta arriesgar nada.
Yo quiero tener mis seguridades y tengo miedo a lo imprevisible.
A fin de cuentas: ¿Te busco o me busco, Señor?
¿Pongo mis ojos en mí o te miro a ti?
¿son tus intereses los que busco o sólo los míos?
¿estoy disponible para ti?
Señor, dame luz y fuerza para optar por ti.
Será lo mejor para mi y para todos.
Tú no defraudas nunca.
Hágase. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 1 de abril de 2025
Martes, 1 de abril 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 5,1-3.5-16
En aquel tiempo, se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a
Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una
piscina que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y
allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba
también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús,
al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
"¿Quieres quedar sano?" El enfermo le contestó: "Señor, no tengo a nadie
que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego
yo, otro se me ha adelantado." Jesús le dice: "Levántate, toma tu
camilla y echa a andar." Y al momento el hombre quedó sano, tomó su
camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado
sano: "Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla." El les contestó:
"El que me ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a
andar." Ellos le preguntaron: "¿Quién es el que te ha dicho que tomes la
camilla y eches a andar?" Pero el que había quedado sano no sabía quién
era, porque Jesús, aprovechando el barullo de aquel sitio, se había
alejado. Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: "Mira, has
quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor." Se marchó
aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos acosaban a Jesús, porque hacía tales cosas en
sábado.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
“Coge tu camilla y vete”. “Has sido curado, no vuelvas a pecar más, pues
podría sucederte algo peor.” También nosotros escucharemos estas
palabras de Jesús en estas últimas semanas de Cuaresma, experimentaremos
el perdón, la fuerza curativa y vivificadora del amor de Dios realizada
en el Sacramento de la Reconciliación. La Cuaresma es tiempo de Gracia,
tiempo de Salvación, momento de descubrir qué “enfermedad”, qué pecados
nos impiden andar, seguir a Jesús; tiempo para acoger el perdón
gratuito de Dios y para comprometernos a serle fiel.
La letra de una canción de Álvaro Fraile nos puede ayudar a escuchar en nuestro corazón la llamada de Jesús: LEVÁNTATE Y ANDA:
No
tengas miedo, tú no te rindas, no pierdas la esperanza, no tengas
miedo, yo estoy contigo en lo que venga y nada puede ni podrá el
desconsuelo retando a la esperanza. Anda… ¡levántate y anda!
No
tengas miedo, no desesperes, no pierdas la confianza, no tengas miedo,
yo voy contigo siempre y a donde vayas, no dejes que envejezca un solo
sueño cosido alguna almohada. Anda… ¡levántate y anda!
No tengas
miedo, yo te sujeto solo confía y salta, no tengas miedo, voy a
cuidarte, te alzaré cuando caigas; siempre puedes empezar de cero, yo lo
hago todo nuevo. Anda… ¡levántate y anda!
Tú eres mi sueño y mi
causa no piense que voy a dejarte caer; voy a despertarte y estaré a tu
lado para que cada día sea un nuevo renacer, para que tengas vida, anda…
¡levántate!
Damos gracias a Dios, porque la salvación de Jesús también nos ha alcanzado a nosotros…
Gracias, Señor, por tu Palabra
que cae como la lluvia y pone sentido y destino en nuestro camino.
Gracias por el amor, poderoso como un torrente, invencible hasta más allá de la muerte,
que nos eleva y nos llena el corazón de nombres y motivos.
Gracias por tu justicia, que se alza como un grito, como una exigencia, como una llamada
y como el último atisbo de esperanza para quienes sufren lo injusto.
Gracias por hacernos tan de barro, y al tiempo poner tu luz en nuestras grietas.
Gracias por la libertad de quien aprende a caminar sin cadenas
ni más ataduras que la pasión por tu Reino.
Gracias por el pan de cada día, y por poner en nuestra entraña la convicción
de que no podemos estar tranquilos hasta que ese pan llegue a todas las mesas.
Gracias, en fin, por Jesús, camino, verdad y vida.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 31 de marzo de 2025
Lunes, 31 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaría para Galilea. Jesús mismo había
hecho esta afirmación: "Un profeta no es estimado en su propia patria."
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían
visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues
también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en
vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.
Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le
pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo:
"Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste:
"Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda,
tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso
en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro
diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había
empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre."
El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había
dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este
segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Tendemos a ser autosuficientes, a arreglárnoslas solos, a engañarnos.
Solo desde el conocimiento de nuestra realidad: débil, pecadora,
necesitada de los demás y de Dios, podemos llegar a la fe. Hoy, el
Evangelio nos invita a sentirnos necesitados de la ayuda de Jesús, como
el funcionario real que sabe que no puede curar a su hijo; y a ser, como
él, humildes y capaces de pedir ayuda. Este hombre que cree en la
palabra de Jesús, comprueba su eficacia y pasa a creer en Jesús, nos
muestra el itinerario de la fe: pasar de la fe en la promesa a la
adhesión personal a Cristo.
¿Cuáles son mis carencias? Pido humildemente la ayuda del Señor.
Sabes, Señor, que soy uno de los tuyos,
que creo en ti y formas parte de mi vida,
pero muchas veces vivo como si no existieras,
porque no termino de fiarme en ti del todo.
Quiero tener la fe del hombre que te buscó
y te insistió para que curases a su hijo enfermo.
Me invitas a levantarme,
a no sestear en la mediocridad,
a vivir una vida apasionante,
a trabajar con la misma hermandad que Tú
y a confiar en ti mientras transcurre mi historia.
Tú me impulsas a levantar todo lo que está en mí dormido.
Tú me enseñas que puedo llegar a mucho más.
Tú me haces creer en el ser humano,
con todo lo que tiene de grandeza y fragilidad.
La fe en ti, Señor, me aparta de fatalismos y desesperanzas,
porque me haces confiar en las personas.
Hay mucho dolor en nuestro mundo,
a algunos les ha tocado una vida muy dura...
Hoy te pido que susurres al oído de cada hermano:
"Tu fe te ha salvado, vete en paz"...
Mari Patxi Ayerra (adaptación)
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 30 de marzo de 2025
Domingo, 30 de marzo de 2025.
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 15, 1-3. 11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a
Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los
escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con
ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el
menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la
fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días
después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y
allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a
sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago
de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando
entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de
pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde
está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti;
ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se
puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y
se puso a besarlo.
Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. "
Pero
el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y
vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el
ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío
estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contesto: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y
él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin
desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para
tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que
se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El
padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo:
deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El drama más grande de una persona es vivir lejos de Dios. Lejos del
Padre estaba el hijo pequeño. Y quizá más lejos todavía estaba el
corazón del mayor, aunque viviera en la casa.
Lejos de Dios estamos
cuando vivimos encerrados en nosotros mismos, en nuestro egoísmo; cuando
no rezamos o rezamos sin confianza, sin disponibilidad, sin amor;
cuando hacemos mal y cuando cumplimos nuestra obligación como si fuera
un castigo; cuando no participamos en la comunidad cristiana o cuando lo
hacemos con desgana...
En esta cuaresma ¿cómo vamos a volver al Padre y a su casa (la comunidad)? ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Cada mañana me regalas una parte de tu herencia
y pones en mis manos la libertad más grande,
aunque pueda alejarme de ti.
Cada mañana sales al balcón
y vigilas el horizonte
para ver si vuelvo.
Cada mañana bajas saltando las escaleras
y echas a correr por el campo
cuando me adivinas a lo lejos.
Cada mañana me cortas la palabra,
te abalanzas sobre mí
y me rodeas con un abrazo redondo
el cuerpo entero.
Cada mañana organizas una fiesta por mí
y por cada hermano que vuelve a tu Casa,
porque tu alegría es más grande que tu corazón.
Cada mañana me dices al oído
con voz de primavera:
hoy puedes empezar de nuevo.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
sábado, 29 de marzo de 2025
Sábado, 29 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 18,9-14
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían
seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta
parábola: "Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el
otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh
Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos,
adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el
diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se quedó atrás y
no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el
pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os digo que
éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En Cuaresma no sólo estamos llamados a rezar más, estamos llamados a
rezar mejor. A veces no rezamos bien, rezamos subidos en la prepotencia,
en el orgullo, en la autosuficiencia, en el desprecio a los demás.
Al leer este Evangelio, podemos caer en la tentación de creer que
nosotros no rezamos así. No vayamos tan deprisa. Rezamos como vivimos, y
¿quién está libre del orgullo?
La sencilla oración del publicano nos ayuda a vivir y a rezar bajando a la verdad, a la humildad, a la pobreza y a la sencillez.
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre, quiero despojarme,
Señor, de mis pretensiones y vanidades; también, Señor, quiero traspasar
mi propia culpa y entrar a tu casa desnudo, meterme en tu corazón como
un niño.
Quiero mirarte a los ojos suplicándote confiadamente. Quiero, Señor, y
deseo apoyarme sólo en tu amor, descansar en tu amor y llenarme de la
alegría de haber hallado tu amor. Tu amor es la casa que me tienes
preparada; he sentido tu invitación y entro en ella sin que me
avergüence mi pecado; sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi
vida.
Tú nunca me vas a echar, sólo me pides que crea en tu amor, que me
atreva a vivir en tu amor, Que nunca me falten la humildad y la
confianza de los niños; para que el orgullo y los desengaños nunca me
separen de ti y pueda amarte con todo el corazón y compartir tu amor con
los más pequeños. Amén.
-------------------------------
Te doy gracias Señor,
porque soy como los demás hombres.
Intento estar seguro de mí
ante tu ausencia,
cuadro mi contabilidad
para no ser sorprendido
al final de la jornada.
Me comparo con los otros
y miro desde arriba
a los que juzgo pecadores,
y en la comparación, no en ti,
he puesto mi seguridad.
También yo tengo elaboradas
condenas de moda,
publicamos al servicio
de los que imponen su imperio,
pero escondo en la ambigüedad
mis pecados de siempre,
radicales trampas contigo,
abismales cortes con el otro.
También yo tengo mis seguros
de ahorros y diezmos,
pequeñas monedas al contado
con las que pretendo negociar
la falta de entrega a tu misterio.
También yo salgo satisfecho
de oírme a mí mismo
de pie en el centro del templo.
Como los demás hombres,
ya puedo abrirme a tu perdón
dándome golpes de pecho
al lado del publicano.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 28 de marzo de 2025
Viernes, 28 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12,28b‑34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
—«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús:
—«El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único
Señor: amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es éste: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó:
—«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y
no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el
entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale
más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que habla
respondido sensatamente, le dijo: —«No estás lejos del reino de Dios.» Y
nadie se abrevió a hacerle más preguntas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para responder a la pregunta de aquel escriba, Jesús une dos textos
perdidos en el mar de leyes del Antiguo Testamento. Toma primero unas
palabras del Deuteronomio 6,4-5: “Amarás a Dios tu Dios con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y a continuación une un
fragmento de Levítico 19,18: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse a uno mismo no es
incompatible. Todo lo contrario. El amor es indivisible: cuando amamos a
Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a los hermanos y a nosotros
mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los hermanos, crece nuestra
capacidad de amar a Dios.
Dice Benedicto XVI: Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son
un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que
nos ha amado primero.
Padre, ¿cómo te podemos amar sin haberte visto jamás?
¿Cómo amarte más que a nada y más que a nadie?
¿No pides demasiado, Señor?
Sólo podremos amarte así, cuando descubrimos tu amor,
Tú nos has amado primero y sigues amándonos primero;
por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor.
No nos amas porque te amamos y nos entregamos a Ti.
Te amamos, porque antes Tú nos has amado hasta el extremo.
Gracias, Padre, por ese amor tuyo, gratuito y fiel,
que hace posible nuestro amor a Ti y al prójimo.
Ayúdanos a reconocer y agradecer tu amor,
en los pobres y en las personas,
en tu Palabra, en los Sacramentos,
en la oración y en la comunidad viva de los creyentes,
en todo momento de nuestra vida cotidiana.
Señor Jesús, ayúdanos a mirar con amor a las personas,
a amigos y enemigos, a paisanos y extranjeros.
Ayúdanos a entregarme a todos, contigo y como Tú.
Que nunca olvide que Tú estás presente
en los hambrientos y sedientos, los forasteros,
los desnudos, enfermos o encarcelados;
y que cada vez que amo y ayudo a uno de estos hermanos,
te amo y te ayudo a ti.
Gracias, porque cada vez que amo y sirvo a las personas
se abren más mis ojos para reconocer
lo que Tú haces por mí y lo mucho que me amas.
Oración inspirada en Deus Caritas Est.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.