1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 1-9
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los
galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que
ofrecían. Jesús contestó:
-"¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos,
porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados
por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás
habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos
pereceréis de la misma manera."
Y les dijo esta parábola: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar
fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar
terreno en balde?
Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré
alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús no se cansa de hablar de la bondad de Dios: es como un Padre
misericordioso, es como un viñador que cuida también la higuera sin
frutos, como el pastor que busca a las ovejas perdidas...
“Señor, gracias por manifestarnos tu bondad”
“Penetra haznos experimentar cada día la grandeza de tu amor”
Pero tampoco nos engaña. Habla claro. Nos advierte. Podemos perder la
vida si no acogemos su salvación, si no damos frutos, si lo rechazamos,
si vivimos de espaldas al hermano, si dejamos la conversión para
mañana... Muchas veces vivimos como si esta posibilidad no existiera.
¿Eres consciente? ¿Qué le dices a Dios?
Una última reflexión. A veces hasta los cristianos pensamos que los
accidentes y las enfermedades son un castigo de Dios por nuestros
pecados. No es cierto. Jesús lo ha dejado claro: ¿pensáis que los que
fueron aplastados eran más culpables que el resto? Os digo que no.
Señor, líbranos de los agobios, prisas e impaciencias.
Querríamos alcanzar nuestras metas ya.
Nos gustaría quitar nuestros defectos de un día para otro.
Deseamos que los demás aprendan y cambien rápidamente.
En cambio, Tú, Señor, sabes que somos barro
y tienes una inmensa paciencia con todos:
con los que te conocemos y con los que te niegan,
con los que hacemos daño a los demás
y con los que se conforman con no hacer mal a nadie;
con los que retroceden y con los que se paran.
Nos invitas a avanzar hacia adelante,
pero no nos atropellas con amenazas y prisas.
Señor, dame paciencia conmigo mismo,
para que no me hundan mis limitaciones y pecados
y me ayuden a crecer en humildad y confianza en ti.
Dame paciencia para con los demás,
para que sepa aceptarlos y amarlos como son
para motivarles a crecer siempre.
Dame paciencia en mis trabajos y compromisos,
para que siembre con constancia y esperanza
sabiendo que toda semilla da fruto,
antes o después, de una manera u otra.
Amén.
----------------------
Yo doy tan poco fruto,
y tú no desesperas.
Parezco viña estéril,
incapaz de producir
una buena cosecha
de verdades y justicia,
de humildad y amores,
de compasión y reposo.
Pero tú no abandonas,
y sigues cuidando esta parcela
con el sol de tu palabra
y tu lluvia de agua viva.
Con sabiduría riegas
este campo sediento.
Remueves la tierra,
podas los sarmientos,
adivinas los brotes donde, un día,
habrá fruto.
No desistas, viñador.
Llegará un día
en que todo estará
como soñaste.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 23 de marzo de 2025
Domingo, 23 de marzo de 2025
sábado, 22 de marzo de 2025
Sábado, 22 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 15,1-3.11-32
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los
pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre
ellos: "Ése acoge a los pecadores y come con ellos."
Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos; el menor de
ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo
menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó
su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por
aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue
entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a
sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las
algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen
abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en
camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de
tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos,
su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello
y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo
y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a
sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un
anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y
matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha
revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el
banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la
casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le
preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre
ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se
indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba
persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te
sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un
cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese
hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el
ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y
todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba
muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Somos muy parecidos al hijo mayor: creemos que somos los mejores, el
orgullo cerca nuestro corazón, trabajamos para que Dios nos ame, no nos
damos cuenta de que todo lo suyo es nuestro, nos indigna el pecado del
hermano y la bondad de Dios.
A veces somos como el hijo pequeño: exigimos lo que no nos corresponde,
nos cansamos de lo bueno, nos alejamos de Dios, de nuestra familia, de
la Iglesia, despilfarramos lo que no hemos ganado, somos infelices...
Pero la historia no acaba aquí: pensamos, volvemos, pedimos perdón; Y
Dios nos ve... se conmueve... corre... nos abraza... nos llena de
besos... nos reviste con el traje, las sandalias y el anillo de hijos...
y hace una fiesta, una gran fiesta.
Señor, a veces me parezco al hijo pequeño de la parábola: soy
exigente y egoísta, no encuentro la felicidad en la sencillez de la
oración y el trabajo de cada día, en el cariño de la familia y amigos. Y
me alejo.
En otros momentos soy como el hijo mayor: orgulloso y envidioso. Me
creo mejor que los demás y mejor que Dios. Pierdo la capacidad de
alegrarme con el éxito de los humanos. Soy hijo, pero me siento esclavo.
Señor, gracias, porque me buscas siempre, porque me ayudas a
sentirme hijo tuyo y hermano de cuantos me rodean. Gracias, porque en la
Comunión contigo, me enseñas y das fuerza para perdonar, como tú me
perdonas.
-------------------
Me levantaré e iré,
sé a dónde y a quién.
No es la primera vez que vuelvo
a la casa que un día dejé
arrogante y sin mirarte
poniendo a prueba tu corazón de Padre.
Y tú me sorprenderás, nuevamente,
con tu acogida, como siempre.
Aquí estoy otra vez, Padre.
Te dejaré ser Padre,
reconoceré mis veleidades,
renunciaré a la excusa,
lanzaré silencios que griten;
aceptaré abrazos y besos,
permitiré que me laves como a un niño,
que hagas fiesta en mi nombre,
que me regales anillo y traje...
Aquí estoy otra vez, Padre
No vuelvo a tientas, vuelve el hijo;
el que se marchó de casa
y malgastó tu hacienda,
el que te hirió el corazón
y rompió tus planes,
el que quiso olvidarte
con juergas y fiestas,
el de siempre...
Aquí estoy otra vez, Padre.
Vengo como me ves,
como ya sabes;
por necesidad,
herido y con hambre,
porque sólo en ti halla paz
mi pobre y vacío ser
que ha fracasado en su huida
y en sus veleidades.
Aquí estoy otra vez, Padre.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 21 de marzo de 2025
Viernes, 21 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 21,33-43.45-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del
pueblo: "Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una
viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa
del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado
el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para
percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando
a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con
ellos lo mismo.
Por último les mandó a su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo."
Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: "Éste es el heredero:
venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia." Y, agarrándolo, lo
empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño
de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?"
Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará
la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos." Y
Jesús les dice: "¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que
desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor
quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"? Por eso os digo que se
os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que
produzca sus frutos." Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus
parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban
echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta. que no
saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los sumos sacerdotes y los fariseos comprendieron que hablaba de ellos.
Ojalá comprendiéramos que esta Palabra, su Palabra, está dirigida a cada
uno de nosotros.
“Habla, Señor, que tu hijo escucha”
“Tu Palabra, Señor, es luz en sendero”
“Sólo Tú, Señor, tienes palabras de vida eterna”
Dios es el amo de la viña, una viña bien plantada, bien cuidada... Tenía
hasta lagar y casa para el guardia. Esa viña es el mundo, es nuestra
propia vida. Los labradores querían ser dueños de la viña, sin dar
cuentas a nadie. Algo semejante nos ocurre a nosotros. Olvidamos que el
mundo y la vida son regalo de Dios, no queremos dar cuentas a nadie...
Por este camino, la viña se echa a perder, no damos fruto, somos
infelices...
“Gracias Señor, por el regalo de la vida, del mundo”
“Enséñanos a ser buenos administradores”
Nos molestan las personas que nos recuerdan la verdad de nuestra vida,
la verdad de nuestro mundo. Y tratamos de apartarlas, de hacerlas
callar, de suprimir su voz.
“Señor, que sepamos acoger a tus profetas”
“Haznos mensajeros de la verdad, de tu amor”
Señor de la existencia: ¡Quién supiera hacer de su entera vida
una acción de gracias,
y de todos los latidos de su corazón
una alabanza a tu nombre!
Anunciar, lo mismo en las horas felices
que en la desgracia,
la fidelidad de tu amor que nunca disminuye.
Señor de la existencia:
Tus acciones son la fuente de mi alegría
y en tus obras, se sacia mi corazón, siempre insatisfecho.
¡Qué sabio es tu proceder con los humanos!
¡Qué profundos los caminos que abres al que llamas para ti!
Los necios quieren guiarse por su propia razón,
¡y todos sus pasos conducen al atolladero!
Cuando parece que el triunfo va a coronar sus esfuerzos,
el gusano de la amargura
o el fuego de la incertidumbre
ponen fin a su orgulloso florecer.
Porque todo el que no siembra contigo, desparrama;
y la vida que no se nutre de ti
enflaquece sin gracia y sin destino.
Señor de la existencia: Tú viertes en mis venas aromas de esperanza
y templas mis nervios
con las armonías del más virtuoso instrumentista.
Por eso, el conjunto de mis años
será una gozosa melodía,
una cantata de los más gloriosos acordes,
que hará enmudecer de asombro
a todos los que negaron tu necesidad y tu presencia.
El que confía en ti, Señor,
escapa a los juicios mezquinos de la historia,
y sus raíces, bien regadas, dan fruto
más allá de los cambios de ideologías, modas y poderes.
¡No hay frustración para quien se abandona a tus destinos,
ni vejez o enfermedad que no lleven sus frutos de madurez!
Señor de mi existencia:
¡Ojalá fueses Tú el único músico de mi vida;
y yo, únicamente, cantor de tus verdades!
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 20 de marzo de 2025
Jueves, 20 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 16,19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Había un hombre rico que se
vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y
un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de
llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y
hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de
Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el
infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a
Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: "Padre Abrahán, ten piedad de
mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la
lengua, porque me torturan estas llamas." Pero Abrahán le contestó:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez,
males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y
además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no
puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan
pasar de ahí hasta nosotros." El rico insistió: "Te ruego, entonces,
padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a
este lugar de tormento." Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los
profetas; que los escuchen." El rico contestó: "No, padre Abrahán. Pero
si un muerto va a verlos, se arrepentirán." Abrahán le dijo: "Si no
escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un
muerto."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Para descubrir qué me dice Dios a través de su palabra hay un método muy
sencillo: ponerse en el lugar de cada uno de los personajes:
A veces nos sentimos como Lázaro: pobres, olvidados, hambrientos... Y
Dios sale a nuestro encuentro y nos da mucho más de lo que podríamos
siquiera soñar. El Señor es para nosotros riqueza, cercanía, pan de
vida. Damos gracias.
Pero no podemos negar que en muchísimas ocasiones nos parecemos más al
rico Epulón: satisfechos, egoístas, insensibles... Y Dios nos advierte
cuál es la meta de este camino: el sufrimiento, la angustia, la
soledad... Dios nos llama a la conversión, porque quiere la salvación,
la felicidad de todos. ¿Cómo voy a convertirme? ¿Qué le digo a Dios?
Pídele fuerza.
Damos un paso más. Estamos llamados a ser transparencia de Dios. Él
consuela a los pobres e invita a los ricos a abrir su corazón a los
necesitados.
Los lázaros,
los hijos de la calle,
los parias de siempre,
los sin techo,
los sin trabajo,
los desarraigados,
los apátridas,
los sin papeles,
los mendigos,
los pelagatos,
los andrajosos,
los pobres de solemnidad,
los llenos de llagas,
los sin derechos,
los espaldas mojadas,
los estómagos vacíos,
los que no cuentan,
los marginados,
los fracasados,
los santos inocentes,
los dueños de nada,
los perdedores,
los que no tienen nombre,
los nadie...
Los lázaros,
que no son aunque sean,
que no leen sino deletrean,
que no hablan idiomas sino dialectos,
que no cantan sino que desentonan,
que no profesan religiones sino supersticiones,
que no tienen lírica sino tragedia,
que no acumulan capital sino deudas,
que no hacen arte sino artesanía,
que no practican cultura sino costumbrismo,
que no llegan a ser jugadores sino espectadores,
que no son reconocidos ciudadanos sino extranjeros,
que no llegan a protagonistas sino a figurantes,
que no pisan alfombras sino tierra,
que no logran créditos sino desahucios,
que no innovan sino que reciclan,
que no suben a yates sino a pateras,
que no son profesionales sino peones,
que no llegan a la universidad sino a la enseñanza elemental,
que no se sientan a la mesa sino en el suelo,
que no reciben medicinas sino lamidas de perros,
que no se quejan sino que se resignan,
que no tienen nombre sino número,
que no son seres humanos sino recursos humanos...
Los lázaros,
los que se avergüenzan y nos avergüenzan,
pueblan nuestra historia,
fueron tus predilectos
y están muy presentes en tu evangelio.
Los lázaros
pertenecen a nuestra familia
aunque no aparezcan en la fotografía,
y serán ellos quienes nos devuelvan la identidad
y la dignidad perdidas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 19 de marzo de 2025
Martes, 19 de marzo 2025. San José. Día del Seminario
San José. Día del Seminario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 1,16.18-21.24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba
desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no
quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había
tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que
le dijo: "José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu
mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados." Cuando José se despertó, hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Hay procesos vocacionales muy sencillos, sencillos, normales, difíciles,
muy difíciles y como el de San José. El Evangelio no se recrea contando
las dudas, los sufrimientos y las cavilaciones del carpintero. Pero nos
podemos imaginar cómo estarían la cabeza y el corazón de este hombre
cuando se entera de que María está embarazada.
José no se precipita, no se deja llevar por el "calentón": no denuncia a María, ni siquiera se separa de ella.
José abre su corazón al Señor. Y el Señor lo ilumina, no sabemos cuando,
pero si sabemos que el Dios es poco devoto de las prisas.
José se fía. No entiende, no entiende nada. Deshace los proyectos
soñados y camina sobre el mar de sus dudas, con la seguridad de la fe.
En esta fiesta de San José celebramos el Día del Seminario. Rezamos por
los seminaristas, por los sacerdotes, por todos los cristianos (niños,
jóvenes y adultos) para que busquemos siempre conocer y cumplir la
voluntad de Dios.
Te damos gracias, Padre nuestro, por San José. Él fue CUSTODIO Y
PROTECTOR de María y de Jesús. Él es custodio y protector de la
comunidad cristiana. Fue custodio con humildad, en silencio, con una
presencia constante y una fidelidad total, tanto en los momentos serenos
de la vida como en los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y
en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de
la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y
después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde
enseñó su oficio a Jesús. Fue custodio y protector, aún cuando no
comprendía muchas cosas, con la atención constante a Ti, abierto a tus
signos, disponible a tu proyecto, y no tanto al propio. José es
«custodio» porque sabe escucharte, se deja guiar por tu voluntad, y
precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han
confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a
lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.
Danos,
Padre Nuestro, la fuerza y la luz de tu Espíritu, para seguir el
ejemplo de San José; para responder a tus llamadas, con disponibilidad,
con prontitud; para proteger y guardar a Cristo en nuestra vida, como el
mejor tesoro; para proteger y guardar a la gente, a cada persona, con
amor, a los más cercanos y a los más frágiles, a los que se quedan en la
periferia de nuestro corazón; para cuidar y salvaguardar la belleza de
la creación.
Padre Nuestro, para custodiar y proteger también
tenemos que cuidar de nosotros mismos. Ayúdanos a vigilar nuestros
sentimientos, a estar atentos a nuestro corazón, porque del corazón
salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que
destruyen. Danos acierto para limpiar de nuestra vida el odio, la
envidia, la soberbia, que ensucian la vida; para cultivar la bondad y la
ternura; la esperanza y la entrega. Amén.
Oración inspirada en la homilía del Papa Francisco del 19 de marzo de 2013.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 18 de marzo de 2025
Martes, 18 de marzo de 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Mateo 23,1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos:
haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e
insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no
están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para
que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas
del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los
asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la
calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es
vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre
vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del
cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro
consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El
que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen. Dicen cosas buenas, aunque sean unos
hipócritas. Hasta los más pecadores pueden enseñarnos algo... Si nos
viene cuesta arriba aprender de las personas coherentes, cuanto más es
tomar lecciones de los que nos parecen “mala gente”. ¿Cómo lo vives?
¿qué le dices a Dios?
Jesús es la Verdad y dice la verdad, escueza a quien escueza. No calla cuando prevé represalias.
“Señor, perdona nuestra falta de verdad”
“Cura el miedo que nos aparta de la verdad”
No os dejéis llamar maestro, es decir, no os pongáis por encima
de los demás. No llaméis a nadie padre en la tierra, es decir, tampoco
os pongáis por debajo. No somos señores ni esclavos de ninguna persona.
Somos hermanos. ¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
¡Qué tiempos estos que nos toca vivir,
en la calle y en la iglesia,
tan convulsos y ambiguos
que, para afrontarlos,
necesitan tu palabra evangélica!
En ellos,
hay cosas que brillan y brillan tanto
que nos deslumbran antes de conocerlas;
y las hay también que nos seducen
al primer golpe,
o al cabo de un rato,
o al caer de la tarde,
o en plena noche,
porque tienen tantas caras y brillos
como oscuridades;
y también las hay que juegan a camuflarse
y engañan a los caminantes
perdiéndolos entre debates,
dogmas
y yermas verdades.
Aunque más duro y triste
es encontrarse con personas
de cultura y fe reconocida y solvente,
que, humildemente y en tu nombre,
se proclaman servidores
mas se creen jefes y señores
sin descubrir sus contradicciones.
Se arrogan tu representatividad,
hacen sufrir a sus semejantes
y traicionan a tantos y tantos creyentes...
Pero Tú nos dijiste para momentos así:
"Tened cuidado, no os dejéis engañar;
y aunque desplieguen gran parafernalia,
no los sigáis... ni a orar ni a tomar cañas.
Permaneced firmes en mi palabra
y tendréis vida en abundancia".
Florentino Ulibarri
El que se humilla, será enaltecido… Jesús es el humillado enaltecido. Y nosotros, ¿nos humillamos con él y como él?
Tú, Jesús humilde,
nunca me has dicho:
Humíllate ante mí,
dobla la cabeza,
el corazón, la vida,
y esparce sobre tu rostro
luto y ceniza.
Tú me propones:
Levanta la mirada,
y acoge la dignidad de hijo
en toda tu estatura.
Humíllate conmigo
y vive en plenitud.
Bajemos juntos
a la hondura sin sol
de todos los abismos,
para transformar
los fantasmas en presencia
y los espantos en apuesta.
Únete a mi descenso
en el vértigo y el gozo
de perdernos juntos
en el porvenir de todos
sin ser un orgulloso inversor
de éxitos seguros.
Benjamín González Buelta, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 17 de marzo de 2025
Lunes, 17 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 6,36-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como
vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no
condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y
se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida,
rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Dios es compasivo. Es compasión, es perdón, es generosidad... Nos lo
asegura Jesús en el Evangelio. Y si necesitamos más pruebas, acudamos a
nuestra experiencia y las dudas se desvanecerán.
“Señor, has sido compasivo conmigo, con tu pueblo”
“Te doy gracias por poder sentir tu perdón”
Pero en ocasiones, los nubarrones cubren nuestro cielo, el sufrimiento
vence a la esperanza, la fe se tambalea por el viento recio de la duda. Y
nos parece que Dios nos se ha olvidado, que su compasión se ha acabado,
y su amor generoso es tan solo un invento nuestro. Si ahora te sientes
así, no tires la toalla. Espera. Dios te está preparando para bendecirte
copiosamente.
“Señor, dame fuerza para buscarte en la oscuridad
para rezarte sin sentirte,
para amarte sin experimentar tu cercanía”
Sientas más o menos la compasión de Dios, Él nos llama a ser compasivos,
a no juzgar, a perdonar, a ser generosos... ¿Cómo vas a vivir este
evangelio, a qué personas tienes que acercarte? ¿qué le dices a Dios?
Sobre buenos y malos, Padre,
haces salir el sol y mandas la lluvia.
A todos sostienes,
a todos ofreces tu regazo
y susurras palabras de vida y ternura,
independientemente de sus méritos,
de su dignidad,
de su bondad o malicia,
de su credo,
de su autoestima.
Amas a todos,
mas no eres neutral.
Amas al injusto,
pero detestas la injusticia.
Amas al pobre,
pero aborreces la pobreza.
Amas al engreído,
pero te hastía el orgullo.
Amas al pecador,
pero odias toda maldad.
Graba en nosotros
las claves de tu corazón,
y da a nuestras entrañas
los ritmos de tu querer
para respetar a los que son diferentes,
ser tolerantes con los que no coinciden,
dialogar con los disidentes,
acoger a los extranjeros,
prestar sin esperar recompensa,
defender a los débiles,
saludar a los caminantes,
y amar a todos
por encima de nuestros gustos
y preferencias.
Enséñanos, Padre,
a ser como Tú.
Que todos puedan decir:
Son hijas e hijos dignos de tal Padre.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.