Viernes de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 9, 27‑31
En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: —«Ten compasión de nosotros, hijo de David.»
Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo:
—«¿Creéis que puedo hacerlo?»
Contestaron:
—«Sí, Señor.»
Entonces les toco los ojos, diciendo:
—«Que os suceda conforme a vuestra fe.»
Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente:
—«¡Cuidado con que lo sepa alguien!»
Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. ¿Crees que puedo hacerlo? Que os suceda según vuestra fe. El tema
principal de este evangelio no es la curación, sino la fe. La fe es un
don de Dios. La fe es como una semilla que Dios siembra en la tierra de
nuestro corazón, para que la cultivemos. La fe es como un fuego que
debemos avivar, para que no se apague. En una palabra, la fe es don de
Dios y tarea nuestra.
"Señor, gracias por el regalo de la fe"
"Que cada día Señor cuide mi fe, como lo más valioso que tengo"
B. ¿Cómo cultivar la fe? Puede parecer difícil, pero está al alcance de
todos: Cultivamos la fe con la cabeza: formándonos, leyendo, estudiando,
para comprender mejor lo que creemos; con el corazón: rezando y
participando en los sacramentos; con la boca y con los oídos:
compartiendo nuestra experiencia creyente con otros; con las manos y los
pies: viviendo de acuerdo con lo que Jesús nos enseña. ¿Cómo puedo
cultivar más mi fe? Pido luz y fuerza a Dios.
C. A veces pensamos: "Si viera un milagro, creería más en Dios". El
Evangelio nos dice otra cosa bien distinta. Jesús hizo milagros delante
de mucha gente; pero los que no tenían fe no creyeron, aunque hiciera el
milagro delante de sus ojos. Decían que echaba demonios porque era el
jefe de los demonios. Sólo los que tenían fe podían reconocer las
maravillas que realizaba y alegrarse con ellas. Dios sigue haciendo
milagros en cada persona, en el mundo, en la iglesia, en ti. Y
necesitamos fe para darnos cuenta.
"Creo, Señor, pero aumenta mi fe"
"Abre Señor mis ojos para reconocer tus maravillas"
Muchos anuncios,
muchas promesas,
muchas rebajas,
muchas oportunidades,
muchas gangas...
Muchas voces susurran
constantemente
sus ofertas.
Con sus llamativas,
vanas,
huecas,
lights palabras
cubren su pobreza
y cantan sus dudosas alabanzas.
Mas no me satisfacen,
pues ni me alimentan,
ni me quitan el hambre,
ni me liberan de los espíritus que traen males,
ni curan mis enfermedades,
ni alumbran mis rincones .oscuros.
ni me traen buenas noticias,
ni riegan mis esperanzas sociales
ni satisfacen mis necesidades,
ni me defienden de sus intrigas,
ni me acogen como persona,
ni me dan buenas sensaciones...
En este mar de palabras,
de propaganda sofisticada,
de ilusiones engañosas,
de ofertas apetecibles,
de oportunidades al alcance,
de verdades sin misterio,
de doctrinas nuevas,
de productos con lábel,
de soluciones a la carta...
de predicadores sin conciencia...
yo sólo quiero dar crédito
a tu palabra buena y nueva,
valiosa y gratuita,
que me ofrece vida,
la dignidad y la alegría.
Yo sólo quiero darte crédito
a ti, que eres la palabra y la vida.
Creo, Señor, en ti,
y creo que eres la Palabra auténtica.
Florentino Ulibarri.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 6 de diciembre de 2024
Viernes, 6 de diciembre de 2024
jueves, 5 de diciembre de 2024
Jueves, 5 de diciembre de 2024.
Jueves de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 7, 21. 24‑27
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«No todo el que me dice
"Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la
voluntad de mi Padre que está en el cielo.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron
contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a
aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se
salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se
hundió totalmente.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
.A. Hoy el Evangelio nos recuerda que ser cristiano es vivir
de acuerdo con la Palabra de Dios, es cumplir la voluntad de Dios en
cada momento del día. Sin embargo, muchas veces nos conformamos con
rezar, con ir a misa... Olvidamos ser cristianos en la familia, en el
lugar de estudio o trabajo, con los amigos... En definitiva, somos
cristianos a ratos, cuando nos resulta más sencillo y menos arriesgado. Y
ponemos mil excusas para justificarnos.
B. A veces nos asusta "cumplir la voluntad de Dios". Parece que vamos a
perder nuestra libertad. Tenemos miedo de escuchar a Dios, no vaya a ser
que nos pida hacer lo que no nos apetece. La experiencia de los que se
fían de Dios y cumplen sus palabras nos dice más bien lo contrario.
Aunque parezca incomprensible para la razón, la experiencia nos enseña
que cuanto más obedeces a Dios, más libre eres. ¿Ha habido alguien más
obediente al Padre que Jesús? No. ¿Ha habido alguna persona más libre
que Jesús? Nadie. ¿Queremos seguir su ejemplo? Pedimos al Espíritu que
nos ayude a avanzar por este camino.
C. Siguiendo la voluntad de Dios, no estamos a salvo de vientos, lluvias
y ríos desbordados. Los problemas llegan a todos. Es más, en ocasiones
las dificultades vendrán precisamente por vivir de acuerdo con la
Palabra de Dios. Entonces surgen las dudas y crecen las ganas de seguir
otros caminos más fáciles... ¿Qué hacer? Confiar en Jesús: él está con
nosotros y nuestra casa, nuestra vida no se hundirá.
Son de arena los suelos
donde nada echa raíz.
De roca la base donde plantamos,
firmes, buenos cimientos.
De arena, los besos sin memoria,
las lágrimas de cocodrilo,
las promesas fugaces.
De roca, los gestos sinceros,
las palabras ciertas,
la compasión arremangada.
De arena, la cháchara hueca,
la puerta cerrada,
la pasión de un día.
De roca el clamor de justicia,
la casa sin llaves,
el amor perpetuo.
De arena, el credo sin preguntas,
la Palabra muda,
el Dios sin misterio.
De roca la fe que se encarna,
compartir la mesa,
perseguir lo eterno.
José M. Rodríguez Olaizola, sj
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Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón;
el que, sin cometer iniquidad,
anda por sus senderos.
Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus leyes exactamente,
tú, no me abandones.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.
Bendito eres, Señor, enséñame tus leyes.
Medito tus decretos, y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia, no olvidaré tus palabras.
Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu voluntad,
porque ella es mi gozo.
Inclina mi corazón a tus preceptos, y no al interés;
aparta mis ojos de las vanidades,
dame vida con tu palabra;
cumple a tu siervo la promesa que hiciste a tus fieles.
¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña;
soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos y odio el camino de la mentira.
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos;
que tu mano me auxilie, ya que prefiero tus decretos;
ansío tu salvación, Señor; tu voluntad es mi delicia.
Salmo 118
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 4 de diciembre de 2024
Miércoles, 4 de diciembre de 2024
Miércoles de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 15, 29‑37
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y
se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos,
lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y el los
curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los
lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria
al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: —«Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días
conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: —«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: —«¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: —«Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los
peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los
discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "Me da lástima de la gente". En muchas ocasiones el
Evangelio utiliza otra expresión semejante: "sintió compasión". ¿Qué
significan en el evangelio estas palabras? Sentir lástima o compasión no
es solamente un sentimiento pasajero de pena. Es ponerse en lugar del
otro, sentir lo que siente el otro y, como consecuencia, comprometerme
por el otro. Dios se pone en tu lugar, le duelen tus penas, se alegra
con tus éxitos, se compromete contigo. Le damos gracias.
B. Después de esta reflexión podemos entender mejor qué significa el
Adviento y la Navidad, comprendemos la razón fundamental por la que Dios
se hizo hombre, por la que sigue viniendo en cada momento. Dios viene
porque se de cuenta de nuestras necesidades, porque tiene lástima y
compasión, porque le duele que haya tanto dolor, tanta hambre de pan, de
educación, de amor, de esperanza, de fe, de justicia... Dios viene
porque se ha comprometido con toda la humanidad, contigo también.
C. Dios podría hacer lo que quisiera solo, pero prefiere contar con
nosotros. El acogió aquellos pocos panes y peces. Hoy acoge, como si
fuera un tesoro, nuestros gestos de amor, nuestros compromisos, nuestra
solidaridad, nuestros esfuerzos. Acoge todo y lo multiplica para
alimentar a sus hijos. Para que muchos sientan al Dios cercano que
celebramos, Jesús necesita nuestra colaboración, por pequeña que nos
parezca.
El Evangelio de hoy nos ayuda a entender mejor qué significa el Adviento
y la Navidad: Dios viene porque se de cuenta de nuestras necesidades,
porque tiene compasión de nosotros.
Señor Jesús, tienes compasión de los que no te encuentran y te acercas a todos,
Tienes compasión de los que te tememos y te haces pequeño.
Tienes compasión de los que somos demasiado duros y te manifiestas como ternura.
Gracias, Jesús.
Tienes compasión de los que tenemos hambre y te conviertes en pan de vida.
Tienes compasión de los que no te entendemos y te haces Palabra.
Tienes compasión de los que nos sentimos solos y perdidos y te haces nuestro compañero de camino.
Gracias, Jesús.
Tienes compasión de los que sufren en su cuerpo o su alma y te presentas como nuestro médico y medicina.
Tienes compasión de los que somos perezosos para servir y te haces nuestro esclavo.
Tienes compasión de los que pecamos y cargas con las consecuencias de nuestros errores.
Gracias, Jesús.
Tienes compasión de los que nos cuesta entregarnos y te ofreces por nosotros en la cruz.
Tienes compasión de los que tenemos la muerte y con tu resurrección abres las puertas de la Vida eterna.
Tienes compasión de los somos cobardes y miedosos y nos regalas la fuerza de tu mismo Espíritu.
Gracias, Jesús.
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No desistas, Señor, sigue insistiendo
en venir a nosotros, en hacerte
vecino del dolor y de la lágrima.
Ven más cada mañana, nunca dejes
de acercarte.
Sucede
que la arcilla es así,
que está rajada
de añoranza y de amor
y nuestro cántaro
se nos queda sin sol, se cuela el agua
hacia Ti.
Sigue empeñado,
a pesar de nosotros y la aurora,
viniendo a nuestra sed.
Llegará un día
en que todo estará
como Tú quieras.
Valentín Arteaga
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 3 de diciembre de 2024
Martes, 3 de diciembre de 2024.San Francisco Javier
San Francisco Javier
Martes de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 10, 21‑24
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu. Santo, exclamó Jesús:
—«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has
escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has
revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino
el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo
se lo quiere revelar.»
Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: —«¡Dichosos los ojos
que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes
desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y
no lo oyeron.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Has escondido a los sabios... has revelado a la gente
sencilla. Dios se quiere revelar a todos, pero no todos están abiertos.
Sólo podemos vivir el Adviento, sólo podemos ser cristianos desde la
sencillez, desde la humildad. Si creemos que lo podemos todo ¿qué vamos a
pedir? Si pensamos que lo sabemos todo ¿qué puede enseñarnos Dios? El
Adviento nos invita a ser como niños, que no tienen nada propio, que
tienen que aprenderlo todo.
Hasta ayer, como quien dice,
he jugado intensamente a ganar
en todos los campos
considerados importantes:
la vida,
la fe,
la verdad,
la política,
la comunidad,
la ideología,
el trabajo,
la solidaridad,
el crear referencias,
el ejercicio del poder...
y otros que ya ni recuerdo
o han cambiado de catálogo.
Y he peleado a fondo
en encuentros,
asambleas,
reuniones
y debates;
en propuestas,
documentos,
discernimientos,
votaciones
y elecciones;
con personas,
grupos,
reglas
y costumbres
presentes y ausentes.
Ahora ya no.
Ahora sólo me preocupa, Señor,
Respetar
y seguir viviendo;
dialogar
y, si es posible, entendernos;
y convencer de ello
a quienes tanto se me parecen.
Y si para ello
hay que salir de uno mismo
e ir hasta los confines del mundo,
lo haré con gusto,
aunque las amenazas
pueblen el horizonte
y el presente que nos toca vivir
si queremos seguirte.
Quizá así te escuche,
quizá así guste tu mensaje
y me descubra discípulo tuyo
en todas partes.
Florentino Ulibarri
B. Nadie conoce al Padre si no aquel a quien el Hijo se lo quiere
revelar. Hasta que llegó Jesús, la humanidad imaginó a Dios de muchas
formas: con cara de juez sin misericordia, de relojero que pone en
marcha el universo, de ser inmutable sin sentimientos... A partir de
Jesús sabemos que la entraña de Dios es el Amor, la Misericordia, el
Perdón, la Entrega... Es verdad que nunca conoceremos a Dios
completamente, pero el conocimiento que ahora tenemos es mucho más
ajustado.
C. ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Nosotros, aunque no
vemos a Jesucristo con los ojos de carne, como los apóstoles, también
tenemos motivos para sentirnos dichosos, para dar gracias a Dios.
Sabemos y sentimos que Dios nos quiere con todo su corazón. Sabemos y
sentimos que Dios nos libera de todo lo que nos hace infelices... Demos
gracias a Dios rezando y compartiendo esta experiencia con los que no la
tienen.
Haznos saber, Padre compasivo,
que nuestra vida es don recibido:
gratuidad, misterio y bendición;
que somos alianza de amor.
Enséñanos a ser agradecidos como Jesús,
que salía del camino y elevaba los ojos a ti.
Haznos conscientes, Padre amoroso,
de lo mucho recibido en nuestra existencia cotidiana:
de las manos que nos cuidaron,
de los hombros que soportaron nuestro peso
y nos rescataron de nuestros abismos.
Muéstranos también, Padre de huérfanos y solos,
el don que hemos sido para tantos y tantas
que acudieron a nosotros en busca de refugio.
Y pon en nuestros labios, Padre bueno,
aquel hermoso salmo que nos enseñó tu Hijo:
Padre nuestro...
Cipri Díaz Marcos, sj
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 2 de diciembre de 2024
Lunes, 2 de diciembre de 2024
Lunes de la 1ª semana de Adviento
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
—«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó:
—«Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó:
—«Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas
de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo
disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va;
al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
—«Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo
que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán,
Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. "No he encontrado en nadie tanta fe". La fe en Jesucristo es la nota
que define nuestro ser cristiano. Y en este tiempo de Adviento la
Palabra nos invita a crecer en la fe. ¿Cómo podemos acoger a Jesús que
viene, si no tenemos fe? ¿Cómo podremos descubrirle presente en el mundo
y en nuestro corazón si nuestra confianza en él falla? ¿Cómo rezar "Ven
Señor Jesús" si no creemos?
"Creo Señor, pero aumenta mi fe"
B. Tener fe no es solamente creer que Dios existe, o que Jesús es el
Hijo de Dios. Para los cristianos tener fe es creer que Jesús puede
curarme, puede salvarme, puede hacerme plenamente feliz. ¿Has sentido
alguna vez la alegría de sentirte curado por Jesús? ¿deseas con todo el
corazón revivir esta experiencia o experimentarla por primera vez?
Adelante. Ten fe. Reza. Busca a Jesús en la oración, en tus hermanos.
Está deseando curarte de eso que tanto te pesa.
Al tocar la luz del día mis ojos, Señor,
mi corazón se levanta hacia Ti en busca de tu mirada.
Escucha las palabras de quien siente la vida de nuevo,
y estate atento, Señor; sé cercano a mi mano abierta.
Da respuesta a mi pregunta; ayúdame en mi inquietud,
Tú que eres mi Señor y mi Dios, en quien yo confío.
A Ti abro mi ser, mis ganas de vivir, mi despertar:
de mañana, en tus manos pongo mis miedos y mis ilusiones;
de mañana, ante tus ojos pongo la pureza y sinceridad de mi búsqueda;
de mañana, en tu camino quiero dirigir mis pasos.
Oye mi voz, Señor, Tú que eres bueno y compasivo
y alienta mi vida que busca en Ti luz y calor.
A Ti me acojo, Señor, al comenzar el día: protégeme.
En ti pongo mi confianza, como un niño en su madre: ayúdame.
A Ti abro mis proyectos y los planes de este día: acompáñame.
A Ti ofrezco lo que soy y lo que yo tengo: acógelo.
A Ti, que eres Dios de la vida, te pido fuerza: anímame.
Mi corazón te ama y, lleno de gozo, exulta en Ti.
Bendíceme, Señor, y guíame por el camino justo;
como un gran escudo, defiéndeme, sé mi fortaleza.
Que tus alas, Señor, me cobijen y me guarden
mientras yo voy viviendo el día que hoy me entregas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
C. La fe no nos encierra, nos hace abiertos, solidarios. Aquel centurión
no pidió para él, pidió para un criado, intercedió por él. Interceder
es rezar por el otro, trabajar por el otro, dar la cara por el otro, dar
voz a los que no tienen voz. Hay mucha gente que ha intercedido, que
intercede por ti. Hay muchas personas que necesitan tu intercesión.
"Gracias Señor por las personas que interceden por mi"
"Gracias Padre por las personas que interceden por los más pobres"
"No dejes nunca Señor que me ahogue en mis problemas"
"Te pido Señor por ... y dame fuerza para trabajar por él"
D. Adviento. Tiempo de espera cierta.
Esperar bien despiertos, pero no desvelados.
Esperar caminando, pero no adelantándonos.
Esperar embarazados, pero no adueñándonos.
Esperar expuestos, pero no a cualquier viento.
Esperar sedientos, pero no yermos.
Esperar entre niebla, pero no perdidos en esta tierra.
Esperar con velas encendidas, pero no consumidos.
Esperar ofreciéndonos, pero no vendiéndonos.
Esperar preparando tu camino, pero no encorvándonos.
Esperar en silencio, pero cantando al Verbo encarnado.
Esperar gestando, no abortando.
Esperar acogiendo, no reteniendo.
Esperar dándonos, no reclamando.
Esperar en silencio, no alborotando.
Esperar compartiendo y disfrutando.
Esperar aunque sea de noche
y no veamos signos en el horizonte.
Esperar a cualquier hora del día
aunque nos quedemos solos y se rían.
Esperar en soledad... ¡y en compañía!
Esperar con mucha paz, pero pellizcados por los hermanos.
Esperar anhelando, pero mecidos en su regazo.
Esperar mirando a lo alto, pero con los pies asentados.
Esperar refrescándonos en tus manantiales vivos y claros.
Esperar encarnados y ya naciendo a tu Reino.
Esperar en este tiempo de crisis y recortes.
Esperar con el Evangelio en la mano.
Esperar con los que vienen y con los que se van.
Esperar disfrutando lo que se nos ha dado.
Esperar viviendo y amándonos.
Esperar como Isaías, viviendo y profetizando.
O como Jeremías, sufriendo, pero enamorados.
O como Juan Bautista, pregonando lo que nos has dado.
Esperar, para que no pases de largo.
Esperar, aunque no entendamos a tu Espíritu Santo.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 1 de diciembre de 2024
Sábado, 1 de marzo 2025
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, presentaron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a
mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios.
Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús es feliz en medio de los que no cuentan. En aquel momento y en
aquella tierra los niños eran poco más que una propiedad del padre.
“Señor, enséñanos a amar a todos, especialmente a los últimos”
Quizá los discípulos piensan que los niños van a ser un estorbo para
poder estar tranquilamente con Jesús. Sin embargo, la realidad que el
Maestro pone de manifiesto es otra bien distinta: los discípulos son un
estorbo para que los niños se encontraran con Él.
“A veces soy un estorbo para que otros se encuentren contigo,
perdóname y enséñame a atraer a todos hacia ti.
De los que son como los niños es el Reino de los cielos. Los niños se
saben necesitados, saben pedir con humildad, disfrutan de las pequeñas
alegrías, inspiran ternura...
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Señor, delante de ti yo quiero ser sólo un pobre,
quiero despojarme, Señor, de mis pretensiones y vanidades;
también, Señor, quiero traspasar mi propia culpa
y entrar a tu casa desnudo,
meterme en tu corazón como un niño.
Quiero mirarte a los ojos suplicándote
confiadamente.
Quiero, Señor, y deseo apoyarme sólo en tu amor,
descansar en tu amor
y llenarme de la alegría de haber hallado tu amor.
Tu amor es la casa que me tienes preparada;
he sentido tu invitación
y entro en ella sin que me avergüence mi pecado;
sólo deseo habitar en tu casa todos los días de mi vida.
Tú nunca me vas a echar,
sólo me pides que crea en tu amor,
que me atreva a vivir en tu amor,
Que nunca me falten la humildad y la confianza de los niños;
para que el orgullo y los desengaños nunca me separen de ti
y pueda amarte con todo el corazón
y compartir tu amor con los más pequeños. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
Domingo, 1 de diciembre de 2024.I Domingo Adviento.
I Domingo Adviento
1. Abro el corazón a Dios
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 21, 25‑28. 34‑36
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Habrá
signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de
las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los
hombres quedaran sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se
le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Tened
cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios
de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como
un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad siempre
despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y
manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Como ya hemos comentado el Evangelio de hoy en fechas recientes, he aquí
algunas pistas para para comenzar el Adviento con buen ánimo:
A.
Adviento siginifica "venida". En el Adviento celebramos que Dios viene.
Dios se hizo carne, se hizo humano, nosotros, hace 2000 años. Dios
vendrá al final de la historia. Y Dios viene en cada momento. En el
Adviento contemplamos a Dios porque se acerca a nosotros, se acerca
tanto para que sintamos su ternura, su caricia, su amor...
Damos gracias a Dios por su cercanía, porque viene.
B.
Y si Dios se acerca, ¿qué hacemos nosotros? Dios pone todos los medios
para encontrarse con cada persona. Y nosotros ¿qué medios ponemos? ¿qué
medios vamos a poner? Sabemos que Dios está en cada persona, en los
sacramentos, en uno mismo, en la realidad que vivimos. Pero muchas veces
no nos damos cuenta. ¿qué está fallando? ¿cómo podemos mejorar?
Es
vital para nosotros encontrarnos con Jesús. San Agustín comenta: "Nos
hiciste Señor para ti, y nuestro corazón no descansará haste que
descanse en ti"
"Tu rostro buscaré, Señor"
"Mi alma te busca a ti, Dios mío"
"Tengo sed de ti, Señor"
C.
Algo nuevo está naciendo ¿no lo notáis? Esta frase de Isaías podría ser
el lema de este Adviento. Podríamos pensar en este tiempo de Adviento
qué semilla del Reino (generosidad, humilidad, gratitud, ofrecimiento,
perdón, fraternidad...) está creciendo en mi interior, en mi grupo de
fe, en mi parroquia, en mi familia, en mi barrio, en mi lugar de estudio
o trabajo, en el mundo.
"Dame Señor un corazón sensible"
"Concédeme Señor unos ojos contemplativos"
"Haz que mis oídos estén siempre abiertos"
Levantaos y alzad la cabeza…
Los que estáis desanimados, porque el desaliento no ha de tener la última palabra.
Los que tenéis miedo, porque hay un Dios de brazos abiertos queriendo acallar vuestras pesadillas.
Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca, aunque a veces no lo sintáis.
Los
que estáis encadenados por memorias hirientes, por estructuras
injustas, por etiquetas que excluyen, por rechazos que duelen… levantaos
y alzad la cabeza.
Mirad al frente con valentía, con coraje, y con esperanza, porque se acerca vuestra liberación.
Una
libertad que romperá cepos y cadenas, que vaciará esas prisiones donde
uno a veces se siente encerrado. Una libertad que nace del amor.
La libertad de quien está dispuesto a poner la vida entera en juego.
Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas, dividido por barreras absurdas, golpeado por una desigualdad terrible…
no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer, y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos. Yo estoy cerca.
José Mª Rodríguez Olaizola, sj
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Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
entre estremecida, asustada, aturdida,
expectante... enamorada,
percibiendo cómo avivas en mi pobre corazón
los rescoldos del deseo de otros tiempos.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo,
sintiendo cómo despiertas, con un toque de nostalgia,
mi esperanza que se despereza y abre los ojos,
entre asustada y confiada,
deslumbrada por el agradecimiento.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
enfrentada a las paradojas de esperar lo inesperable,
de amar lo caduco y débil,
de confiar en quien se hace humilde,
de enriquecerse entregándose.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu casa,
con la mirada clavada en tus ojos que me miran
con el anhelo encendido y el deseo en ascuas,
luchando contra mis miedos,
queriendo entrar en las estancias.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa,
medio cautiva, medio avergonzada,
a veces pienso que enamorada,
queriendo despojarme de tanto peso, inercia y susto...
para entrar descalza en este espacio y tiempo de gracia.
Aquí estoy, Señor,
¡tú sabes cómo, mejor que nadie!,
intentando traspasar la niebla que nos separa,
rogándote que enjugues tú mis lágrimas,
queriendo responder a tu llamada con alegría
y salir de mí misma hacia el alba.
Aquí estoy, Señor,
orientando cuerpo y alma
hacia el lugar de la promesa que no veo,
aguardando lo que no siempre quiero,
lo que desconozco,
lo que, sin embargo, es mi mayor certeza y anhelo.
Aquí estoy, Señor,
en el umbral de tu tiempo y casa.
¡No te canses de llamar, Señor!
¡No te canses de llegar!
¡No te canses de venir, Señor!
Yo continuaré aquí confiado en tu Palabra.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.