Domingo de la 31ª semana del t.o. B
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Marcos 12, 28b‑34
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: —«¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: —«El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro
Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser." El segundo es
éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor
que éstos.»
El escriba replicó: —«Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que
el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el
corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo
como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: —«No estás lejos del reino de Dios.»
Y nadie se abrevió a hacerle más preguntas.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Los judíos habían acumulado a lo largo de su prolongada historia un sin
fin de normas y mandamientos. Ni los mismos escribas, estudiosos de la
ley, se orientaban en este bosque de preceptos. Uno de ellos se acercó
Jesús y le preguntó. ¿Qué mandamiento es el primero de todos? Jesús
contestó sin vacilar. Se fue en primer lugar al libro del Deuteronomio,
capítulo 6, y dijo: amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con
toda el alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. Después tomo las
palabras del levítico, capítulo 19: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”.
Para Jesús el amor es el mandamiento principal, porque si no hay amor no
puede haber felicidad. Para Jesús amar a Dios, amar al prójimo y amarse
a uno mismo no es incompatible. Todo lo contrario. El amor es
indivisible: cuando amamos a Dios sobre todas las cosas, amamos mejor a
los hermanos y a nosotros mismos. Y, por supuesto, cuando amamos a los
hermanos, crece nuestra capacidad de amar a Dios.
Si me olvido del amor y de la justicia,
me separo de Ti, Dios mío,
y todo lo que haga, aunque te lo ofrezca,
no puede agradarte.
Mi culto es paja e idolatría
Si me olvido de tu mandato,
de amarte con todo mi ser y fuerzas
y de amar al prójimo de igual manera,
¿de qué me sirven mis saberes,
títulos y creencias?
Si me olvido de tus tiernas preferencias,
¿de qué me sirve lo demás?,
¿dónde pongo mi centro, eje y meta?
Me pierdo sin remedio.
Soy persona hueca y vacía.
Aunque me haga a holocaustos y sacrificios,
penitencias, rezos y obediencias,
no estaré mas cerca de tu casa solariega.
Sólo tu mandato de amarte y amarnos
es senda clara y segura.
Para creer en Ti
necesito creer en el amor y la justicia,
en tus tiernas preferencias.
Y vale mucho más creer en estas cosas
que pronunciar o adorar tu nombre con osadía.
Fuera del amor y de la justicia,
de tus tiernas preferencias,
es imposible que yo, con mi historia,
aunque te llame Padre y me considere hijo,
pueda llegar a tu casa solariega..
¡Llévame por tus sendas y caminos
aunque me haga el torpe,
me despiste
o resista!!
Florentino Ulibarri
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Tú nos revelaste, Jesús,
que para hacer el tapiz del querer del Padre
hemos de entretejer los hilos presentes en la creación
con los que surgen en la vida cotidiana
aunque parezcan toscos y sin gracia;
que en el proyecto hemos de mezclar
hilos de todos los colores
poniendo en la tarea todo nuestro ser
-alma, mente y corazón-.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Y si el alma se nos vuelve yerma,
o si nuestra mente pierde su agudeza,
o si el corazón se nos tuerce o desvaría,
porque en el camino hay otras cosas
que le hacen competencia
-otros señores en guerra viva,
aún plazas de su pertenencia-
tú nos dijiste, muchas veces a lo largo de la vida,
que Él solo quiere personas libres y enteras.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Amar a Dios es lo primero y principal;
pero para que esto florezca y sea
-a la intemperie y en las cuatro estaciones-
necesita expresarse en el amor al prójimo,
al que hemos de querer, sea como sea,
como nos queremos a nosotros mismos.
Por eso, quien no sabe amarse
no puede amar a sus semejantes
ni hacer el querer de Dios Padre.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Amar a Dios y amar a los demás:
no hay más, con religión o sin ella.
Aquí queda dicha toda la buena noticia
para quienes preguntan o callan
-fariseos, sacerdotes y sabios
o pertenecientes al pueblo llano-;
aquí se condensa y resplandece
toda la Biblia –la Ley y los Profetas-
lo digan o no las iglesias.
Sólo así quererle será gozo y bien.
Pero nosotros seguimos tejiendo,
con otros hilos y modelos,
pensando que hacemos algo hermoso
-el tapiz de sus sueños-
cuando lo que hacemos son redes
que nos retienen y aprisionan
y no nos dejan ser libres.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
domingo, 3 de noviembre de 2024
Domingo, 3 de noviembre de 2024
sábado, 2 de noviembre de 2024
Sábado, 2 de noviembre de 2024. Fieles Difuntos
Fieles Difuntos
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Juan 14, 1‑6
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría
dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio,
volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también
vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino .»
Tomás le dice:
—«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde:
—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
A. Después de recordar a Todos los Santos, recordamos a los fieles
difuntos. No está bien recordar continuamente la muerte y a los muertos,
pero tampoco está bien vivir de espaldas a esa realidad. Los cristianos
recordamos a los difuntos con gratitud. Debemos mucho a los que ya se
fueron. Y por eso damos gracias.
B. Recordamos a los muertos con esperanza. Jesús nos ha dicho muchas
veces que El es el verdadero camino que nos conduce a la vida, a la vida
auténtica, al Dios-amor. Salimos de las manos creadoras de Dios y
volvemos a sus manos resucitadoras. Ésta es nuestra fe, ésta es nuestra
esperanza. Damos gracias a Dios y le pedimos que aumente nuestra fe.
C. Jesús ha ido a prepararnos sitio. Cuando nacimos, nuestros padres
prepararon muchas cosas para acogernos con amor. Cuando pasemos de esta
vida a la definitiva, Dios mismo nos habrá preparado sitio y nos dará el
beso más amoroso que nadie nos haya dado nunca. Y mientras caminamos
por esta tierra podemos sentir y compartir el amor que Dios nos regala
cada día.
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Y entonces..... vio la luz.
La luz que entraba por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas y espejos;
descansar y vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura.
(José Luis Martín Descalzo)
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Hay una casa en mis sueños
que es casa solariega
con mucha historia,
espaciosa,
bien asentada
y acogedora.
Está abierta a cualquiera
que pasa y detiene su marcha
para compartir
lo que lleva
en su alforja
y en su alma.
Es casa con umbral y ventanas,
limpia y bien oreada,
que ofrece siempre
descanso y paz,
diálogo, alimento
y fresca agua.
Tiene muchas estancias,
muy diversas
y bien preparadas,
pues está pensada con amor
para hijos e hijas diferentes
que andan errantes.
Dicen los más ancianos
que su hacedor y Señor
marchó, a otros lares
a abrir nuevos horizontes,
y nos dejó su casa solariega
para ser felices.
Hoy día parece estar fuera
de los caminos que frecuentan
la mayoría de los hombres y mujeres,
poco atractiva
y necesitada
de gran reforma.
Pero dicen los que cuentan historias,
que quienes entran en ella
desnudos y sin prejuicios,
a pesar de las apariencias,
tarde o temprano,
vuelven y se aposentan.
Hay una casa en mis sueños, Señor,
que es tu casa solariega,
que me atrae y emociona
con su historia,
con sus inquilinos
y sus ofertas.
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
viernes, 1 de noviembre de 2024
Viernes 1 de noviembre de 2024.Todos Santos
Todos los Santos
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y
se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
-«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de
cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo,»
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
En la solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia nos ofrece
como Evangelio este texto único de las Bienaventuranzas, que bien se
pueden llamar el corazón de la Biblia. Son un retrato de Jesús: fue
pobre materialmente y se sintió pobre y necesitado de su Padre del
cielo, lloró con los que lloraban, fue sufrido... Podemos dedicar un
rato de nuestra oración saboreando los momentos de la vida de Jesús que
nos vengan a la cabeza cuando leamos cada bienaventuranza.
Jesús quiere que seamos bienaventurados, felices, dichosos. Y nos
marca un camino. Damos una mirada a nuestra vida. Hay bienaventuranzas
que vivimos más y podemos dar gracias por ello. Otras nos cuentan mucho,
pedimos fuerza. para hacerlas vida cada día un poco más
Finalmente recordamos a personas que se acercaron mucho al retrato de
las bienaventuranzas. Algunas viven cerca de nosotros, otras, han
muerto ya y disfrutan de la bienaventuranza, de la felicidad eterna.
Otras están canonizadas, en los altares de las iglesias. Damos gracias
por todo lo que nos aportaron y nos siguen aportando.
Gracias, Señor, por todas las personas humildes y limpias de corazón,
que se fían de Dios; por las que comparten con misericordia las
lágrimas de los tristes y se duelen con las injusticias; por las que
tienen hambre de justicia y trabajan por la paz; aunque sean
incomprendidas y perseguidas.
Gracias, Señor, porque crees en mis posibilidades de mejorar y me
llamas para que avance por el camino del Evangelio, camino de la
santidad. Con la ayuda de la comunidad y la fuerza del Espíritu, con el
ejemplo de los santos y de tantas personas buenas, crecerá mi amor a Ti y
a cuantos me rodean.
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Dichosos quienes mantienen sus lámparas encendidas
y las comparten y llevan bien altas para que alumbren
y guíen a quienes andan a ras de tierra sin ellas,
perdidos entre laberintos, heridas y quejas.
Dichosos quienes permanecen en vela,
con el espíritu en ascuas y el cuerpo en forma,
y están siempre despiertos y atentos para quien llega
a medianoche, de madrugada o cuando el sol calienta.
Dichosos quienes se comparten y entregan,
y son fieles a mi deseo y palabra más sincera
y saben vivir como hijos y hermanos,
tengan cargos o sólo mandatos en su haber humano.
Dichosos quienes no buscan quedar bien, ni excusa
en el cansancio, la edad y la dignidad,
ni en el tiempo que pasa, ni en el premio que se retarda,
y mantienen su entrega para quienes los necesitan.
Dichosos quienes, estén dentro o fuera,
no tienen miedo a tormentas ni a sequías,
ni a huracanes, ni a calmas sin brisa,
y mantienen abierta su choza o su casa solariega.
Dichosos quienes no les importa ser pocos
y, menos aún, quedarse sin nada,
porque saben que el Padre está con ellos y les ama,
y les regala cada día lo necesario para el camino.
Dichosos quienes respetan y sirven sin queja
a sus hermanos, aunque les sean extraños,
y quienes ni comen ni engordan sus cuentas
a costa de otros pueblos y de sus ciudadanos.
Dichosos quienes se saben enviados
y se sienten, sin agobio, responsabilizados,
y aceptan ser hijos y hermanos de todos,
y al servir no se sienten humillados.
¡Dichosos mis discípulos!
¡Dichosos vosotros!
¡Dichosos quienes necesitan vuestro servicio!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
jueves, 31 de octubre de 2024
Jueves, 31 de octubre de 2024
Jueves de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.
El contestó: Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término».
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se
te envían! Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina
reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido.
Vuestra casa se os quedará vacía.
Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
El cerco en torno a Jesús se estrecha. Él se da cuenta, pero es
fiel a su misión, aunque se da cuenta de que se aproxima su término. Sin
embargo, nosotros, en muchas ocasiones, encontramos mil disculpas para
dejar de ser fieles y evitar así el sufrimiento que prevemos.
“Señor, haznos fieles, cura nuestra cobardía”
Cuantas veces Dios nos ha querido reunir, como la gallina reúne a sus
pollitos bajo sus alas. Sin embargo, no nos dejamos querer por el Señor
que nos ofrece su ternura.
“No te canses, Señor, de reunirnos”
“Perdona y cura nuestra autosuficiencia”
Jesús, tú me dices con lágrimas en los ojos: -¡Cuántas veces he
querido acompañarte, consolarte, amarte y darte fuerza; y no has
querido! ¡Cuántas veces he querido acercarte y unirte a otros hermanos
tuyos, que te necesitan y a los que necesitas; y te has quedado solo,
aíslado!
Señor, sé que tú eres fuego y no me acerco a calentarme; sé que tú
eres pan y no me acerco a saciar mi hambre; sé que tú eres paz y no me
acerco a curarme de mis inquietudes; sé que tú eres alegría y prefiero
quedarme a solas con mi tristeza... Prefiero hacer otras cosas y
acercarme a otras personas, aunque sé que sólo tú puedes colmar el gran
corazón que me diste.
Señor, que tus lágrimas me conviertan y sepa acercarme cada día a ti,
sin prisa, con absoluta confianza, que sepa dejarme cuidar por ti, para
vivir como un polluelo, seguro y feliz, bajo las alas de la gallina.
Qué sepa acercarme cada día a las personas que necesitan de mí y a las
que necesito para seguir adelante.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
miércoles, 30 de octubre de 2024
Miércoles, 30 de octubre de 2024
Miércoles de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y
aldeas enseñando. Uno le preguntó: "Señor, ¿serán pocos los que se
salven?" Jesús les dijo: "Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os
digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa
se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la
puerta diciendo: "Señor ábrenos" y él os replicará: "No sé quiénes sois"
Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo y tú has
enseñado en nuestras plazas". Pero él os replicará: "No sé quiénes sois.
Alejaos de mí, malvados". Entonces será el llanto y el rechinar de
dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en
el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de
oriente y occidente, del norte y del sur y se sentarán a la mesa en el
Reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que
serán últimos".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
¿Serán pocos los que se salven? Esta pregunta revela por una parte una
preocupación por la salvación, una preocupación que en nuestros tiempos
pocas personas tienen. Ni siquiera tenemos muy claro que es eso de la
salvación. ¿Qué podemos decir de la salvación?
- La salvación consiste en vivir como hijos de Dios, hermanos de todos
los hombres y señores de las cosas. Es la felicidad completa.
- Comenzamos a disfrutar de la salvación en esta tierra y la podremos
gozar en plenitud cuando Dios termine nuestro peregrinar y lleguemos a
nuestra verdadera patria.
- Es un don de Dios que ofrece a todos. Dios quiere que todos nos
salvemos. Dios nos salva de todo lo que nos hace infelices y además nos
ofrece la posibilidad de vivir como hijos suyos.
- Es un don que debemos acoger en la vida, entrando por la puerta
estrecha de la solidaridad, de la austeridad, del compartir, de dar la
vida… No importa saber si se salvaran muchos o pocos. Importa salvarse y
ayudar a que otros se salven, a que sean felices en esta tierra y por
toda la eternidad
¿Qué te dice Dios? ¿Qué le dices?
Venid, venid todos, venid a la fiesta.
No os quedéis fuera mirando con tristeza.
Celebremos la fiesta del Señor, la que nos mandó.
Hagamos todos juntos un pan tierno y grande,
y preparemos abundante y generoso vino.
Que las mujeres no se olviden de la sal,
que los hombres consigan levadura,
que los adultos vacíen sus sacas de harina,
que los jóvenes traigan agua cristalina,
que todos pongan una pizca de su aroma.
Salid a las calles, invitad sin miedo
a ciegos, sordos, cojos, presos, pobres;
del Sur y del Norte, ciudadanos y extranjeros,
de toda raza y color, oficio y clase...
Venid todos al encuentro del Señor.
¡Pronto! Dejad vuestros negocios.
Sigamos la receta del Señor.
Amasemos todos, en la artesa, con las manos,
y veamos con alegría cómo crece el pan.
Cozámoslo en el horno del amor
Porque celebramos el encuentro con Jesús
y renovamos nuestro compromiso con el Reino.
Nadie quedará con hambre ni estará solo y triste.
Hay para todos, en abundancia, cuando se comparte.
Venid todos a participar en la fiesta de la vida.
Es el Señor quien nos invita.
Florentino Ulibarri
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Señor, todos queremos ser felices, plenamente felices.
Tú has puesto en nuestro corazón el deseo de una felicidad infinita.
Pero no siempre acertamos a entrar por la puerta que conduce a esa felicidad, a esa salvación.
Y, a veces, llegamos a pensar que no existe esa puerta, que nunca
podremos disfrutar una felicidad a la medida de nuestro corazón.
Pero tú, Jesús, nos dices que existe una puerta que nos hace entrar en la familia del Padre, en el calor de su casa.
Tú, Jesús, eres la puerta, el paso hacia la salvación, hacia la felicidad que colmará todos nuestros deseos.
Eres la puerta que nunca está cerrada, que está abierta siempre y a todos, sin distinción, sin exclusiones, sin privilegios.
Tú eres una puerta abierta, también y de forma especial a los que nos sentimos pecadores.
Tú nos esperas para abrazarnos, para perdonarnos, para curarnos,
para transformar y renovar nuestra vida, para llenarla de alegría plena y duradera.
Señor, tu puerta, la puerta de la felicidad es estrecha, está abierta a todos, pero no está abierta a todo.
No caben todos nuestros caprichos, no cabe el orgullo, el egoísmo, la mentira, la injusticia que hace sufrir a tanta gente...
Ayúdanos a saber renunciar a todo lo que nos aleja de tu perdón, de tu alegría, de tu misericordia
y así, tú puedas llenar nuestro corazón con el amor más grande y la felicidad que no menguará jamás. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
martes, 29 de octubre de 2024
Martes,29 de octubre de 2024
Martes de la 30ª semana del tiempo ordinario
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
San Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo, Jesús decía: "A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué
lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y
siembra en un huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en
sus ramas. Y añadió: A qué compararé el Reino de Dios? Se parece a la
levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que
todo fermenta".
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús nos enseña la importancia de lo pequeño. Hay que ser
fieles en lo poco. En lo cotidiano estamos haciendo crecer la dinámica
del amor que es el Reino de Dios. Nadie conoce las buenas consecuencias
de una sonrisa, de una palabra de aliento, de un compromiso cuidado y
constante. Se siembra una semilla pequeña, pero queda ahí y crece. ¿Qué
siembro yo, inconstancias y discordias o ilusión por Jesucristo?
Tenemos la experiencia contraria: una mentira tiene repercusiones que
quedan y crecen cada día sin que sepamos cómo. En cambio nos falta
confianza en esta Palabra: el bien es difusivo, imparable.
También nosotros somos pequeños, como el grano de mostaza. Si te dejas
cuidar y provocar por Dios, si dejas que él pruebe tu amor en la fragua
de su Amor, entonces serás como un árbol frondoso en el que todos
encontremos sombra, frescura, aliento y descanso.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque el terreno
no sea el mejor
y tenga piedras,
zarzas,
calveros,
lugares yermos,
pisados caminos
y aves en el cielo al acecho.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea dueño
del tiempo,
de las lluvias,
de las heladas,
de los vientos,
de las sequías,
ni de los calores
que secan el terreno.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no distinga
la semilla,
ni entienda
los procesos
de germinación,
ni los milagros encerrados
en la simiente
que lanza a la tierra.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque solo esparza
en la tierra y en los corazones
semillas pequeñas,
semillas sin prestancia,
semillas de mostaza,
pues sabe que el Señor
del campo y de la semilla
confía en él y en su tarea.
Quien siembra
siembra con esperanza,
aunque no sea suya la semilla,
ni el terreno,
ni sea dueño del tiempo,
ni sepa de climas;
aunque la experiencia le diga
que hay cosechas que fracasan
a pesar del cuidado
y de cántaros de gracia,
Quien siembra
vive la esperanza,
sueña en parábolas,
lanza buenas nuevas,
goza la temporada
y anhela la cosecha;
pero, a veces, las preocupaciones
le hacen pasar las noches en claro,
y nada se soluciona
hasta que se duerme en tu regazo.
¡Saldré a sembrar
para continuar tu tarea
y cuentes historias
que florezcan en gracia!
Florentino Ulibarri
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.
lunes, 28 de octubre de 2024
Lunes, 28 de octubre de 2024. San Simón y San Judas
San Simón y San Judas
1. Abro el corazón a Dios.
Puede servir la repetición de alguna oración breve:
"Gracias Señor porque estás siempre a mi lado",
"Ayúdame a sentir tu cercanía",
"Quiero estar contigo, Jesús".
2. Lectura del Evangelio. Escucho.
Lucas 6,12-19
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando
a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce
de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que se puso de nombre Pedro, y
Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás,
Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas
Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un
llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda
Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a
que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus
inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía
de él una fuerza que los curaba a todos.
3. Reflexiono y rezo. Respondo.
¿Qué me quieres decir, Señor? ¿Cómo puedo hacer realidad este evangelio en mi vida?
Jesús subió a la montaña, subió a orar, a estar con su Padre.
La montaña y la noche están acostumbradas a escuchar las confidencias
de Jesús y el Padre. Seguir a Jesús es también orar, crecer en la
amistad personal de Dios. ¿Qué dices a Dios?
Jesús busca colaboradores para su misión. Dios busca la cooperación de
las personas. Dios pide tu ayuda. ¿Para qué? Para predicar, es decir,
para anunciar a las personas el amor de Dios; también para expulsar
demonios, es decir, para luchar contra la injusticia, la mentira, el
pecado... Para ser sacerdotes, laicos comprometidos, religiosos… ¿Qué
dices a Dios?
Jesús marca un estilo de actuar. Podría haber actuado él solo, sin
colaboradores, pero prefiere llevar adelante su misión en comunidad.
¿Soy persona de comunidad o tiendo al individualismo? ¿Qué te dice Dios?
¿Qué le dices?
Señor, tú llamaste a Abraham, a Moisés, a Samuel, a Jeremías...
a cada uno lo llamaste por su nombre.
Jesús, tú también llamaste a tus apóstoles por su nombre.
Y a mí también me llamas por mi nombre.
(dejo que resuene la voz de Dios en mi corazón, llamándome por mi nombre).
Me llamas por mi nombre, porque me conoces, me conoces mejor que yo mismo.
Conoces mi capacidad de amar, de trabajar, de entregarme, de escuchar y compartir;
esas capacidades que tú me diste y me ayudas a desarrollar,
esas virtudes que alegran tu corazón.
Conoces también mis miserias, mis egoísmos, mi individualismo,
el orgullo que me aparta de ti y los hermanos.
Conoces mi pobreza ¿y me sigues llamando?
Sí. Me amas tal como soy y cuentas conmigo.
Y me repites lo mismo que dijiste a San Pablo:
tu fuerza se muestra perfecta en mi debilidad.
A través de mi pobreza se hace presente la grandeza de tu amor.
Señor, ayúdame conocerme y amarme.
Dame fuerza para responder a tu llamada. Amén.
4. Termino la oración
Doy gracias a Dios por su compañía, por sus enseñanzas, por su fuerza...
Le pido que me ayude a vivir de acuerdo con el Evangelio
Me despido rezando el Padre Nuestro u otra oración espontánea o ya hecha.